Todo tiene un precio (2)

Empiezan las pruebas sexuales de Eva, la redactora de televisión...

Después de haber sufrido la humillación de tener que haberme tenido que quitar la ropa en aquel inmundo bar., y si quería ganarme el dinero que aquel tío me había ofrecido no me quedaba más remedio que obedecerle. Me abrío del acompañante gentilmente con una sonrisa maliciosa en sus labios. Al sentarse al volante, me miró de arriba abajo y me soltó:

Si que estas buena si, y más sabiendo que no tienes ropa interior debajo, y viendo como se te trasparentan los pezones, me pones a mil princesa . Ah, y no te pongas el cinturón, vamos aquí abajo. No son ni cinco minutos, pero quiero dejarlo en el parking por si nos enrollamos – terminó guiñándome el ojo –

Estaba muy asustada. Que pretendía aquel hombre de mi. No quería solo follarme, no, quería algo más y quien sabe que. No hacía mas que darle vueltas a como me había metido en aquel lío. Pero no me dio tiempo a pensar mucho más, porque enseguida como él dijo, estábamos en el parking.

Dejó el coche, me ayudó a salir, aprovechando para echar un vistazo a mis piernas sin bragas, lo que me hizo enrojecer más todavía.

Ey guapa. Alto. – me dijo parándome con la mano – Abre el bolso y dame tu ropa interior.

¿Cooomooo? – pero que quería ahora aquel pervertido –

Ya lo has oido guarra, dame tus bragas y sujetadores y no me hagas más esperar – me soltó con tono impaciente – Vamos que no tengo todo el día

No sabía que me pasaba pero no podía mirarle a la cara. Mi estado de ira que sentía hacía mi misma me lo impedía. Con gran apuro metí las manos en el bolso, rebusqué y le dí mi ropa interior. Hizo un gesto de afirmación, y me indicó que le siguiera. Por momentos mi grado de enfado era mayor. Estaba a punto de darle una buena ostia a aquel cabrón, pero necesitaba el dinero. Caminaba detrás de él, como si fuera una musulmana, cuando de repente vi que se acercaba a la garita del guardia del parking, y lo hacía… con mi ropa interior. Tras una breve conversación y unas risas, pude ver como se las daba, y me hacía un gesto con la cabeza para que le siguiera. Me quedé allí paralizada sin saber que hacer. Estábamos llegando a límites insospechados, y estaba a punto de darme la vuelta, cuando ya desde la puerta de las escaleras, el muy cabrón gritó:

Vamos Eva, o ¿no quieres ganarte tu dinero? – me lo gritó a un volumen suficientemente alto, para que todo el mundo lo oyera y precisamente el de la garita – Vamos joder, que no tenemos todo el día –

Tal vez ese momento fue mi perdición. Me tenía que haber dado la vuelta, haber mandado a tomar por culo al mexicano, pero necesitaba el dinero y además el cabrón tenía fotos y podían ser muy peligrosas. No lo pensé más, y eché a andar detrás de él, viendo como en su rostro se dibujaba una sonrisa de victoria. Al pasar por el guardia, éste me miró, sonrió y yo no pude más que bajar la cabeza avergonzada.

Al llegar a su altura, el mexicano me dijo con aire pausado y tranquilo:

Ey no sudes ni te averguences mi niña, todavía acabamos de empezar. Ya tendrás tiempo de sudar – me guiñó el ojo y me cogió la mano mientras salíamos de aquel parking.

Nada más salir, sin soltarme la mano y nada más doblar la esquina, nos paramos en una enorme puerta. No me lo podía creer, donde me había llevado aquel mal nacido era un sex shop. Con aire de satisfacción me dijo:

Aquí es, guapa. El lugar donde nuestros sueños se empezarán a hacerse realidad. Ya veras como nunca lo olvidarás. Vamos no seas tímida. – sin soltar mi mano me metió dentro… - Verás no es un sex shop cualquiera, tiene espectáculo en vivo, lo que llaman peep show. Soy un buen cliente, porque me encanta. Me deben algún favor y creo que es el momento de que me lo paguen jajaja – dijo mirándome a los ojos y sonriendo dejando ver sus dientes blancos

Yo no podía articular palabra. Que querría aquel enfermo de mi en un sitio como este. Porque me había llevado hasta allí. Estaba alucinada. Aunque no os lo creáis nunca había entrado en uno de estos sitios. Estaba como un elefante en una cacharrería, era como un objeto de coleccionista. Todos los allí presentes me miraban con cara de extrañados pero también con cara de excitación. No sabía que hacer, me estaba empezando a sentir realmente mal.

Vamos, tenemos una reunión con el jefe – me dijo el mexicano, tirando de mi mano hacia un piso de arriba con rapidez, casi corriendo –

Llegamos ante una puerta que simulaba madera, con un cartel que ponía dirección. Al fondo se oía a una especie de disk jockey anunciando y animando a los visitantes a entrar al espectáculo en directo. Enmanuel Luis, llamó a la puerta y sin esperar a que le dieran paso, entró apresadamente en el despacho.

El dueño del local, se levantó rápidamente a recibirle, y solo le faltó hacerle una reverencia. Se trataba que era un cliente muy importante allí. Gentilmente, le invitó a sentarse y a mí también. Era un hombre muy delgado, calvo, con nariz aguileña y con una camiseta negra debajo de un traje gris. Llevaba todo el cuerpo lleno de cadenas y pulseras de oro. Se encendió un cigarro

Bueno jefecito, me imagino que querrás lo de siempre… pero ya sabes que se paga caro

Ya sabes que por mi el dinero no es problema. Nunca has tenido problemas con tu cobro y además es un negocio que nos viene bien a los dos. Yo gano, y tu también porque tus clientes se dejan un dineral en tu pista

Ok, si llevas razón. No hay problema. – dejó de mirar al mexicano y me miró a mi, fijamente al cuerpo, y revisándome de arriba abajo, mientras yo estaba sentada, con las piernas cruzadas asustada a más no poder – ¿Esta es tu princesita de este mes?. Guau, jefecito, veo que te vas superando. - Pero ya sabes, que antes de dar el ok, tengo que ver si la mercancía es digna de este local – dijo sutilmente mientras se acercaba a mi y se colocaba detrás –

Por supuesto, tu eres el dueño y siempre tienes la última palabra – con una sonrisa, me miró, me cogió de la mano y me hizo levantarme – Vamos guapa, muéstrale al señor Casajús todos tus encantos

¿Qué ¿ - Contesté dando un respingo de la silla - ¿pero estáis locos, quien os creéis que soy una vulgar prostituta? – grité con el dedo acusador hacia el mexicano

Sin alterarse lo más mínimo, los dos se miraron y se rieron, hasta que el sueño del local, le dijo al mexicano – Enmanuel, siempre la misma historia, zorritas de estas que se hacen las estrechas y que luego se acaban corriendo como locas y dependiendo de ti – Me miró fijamente a los ojos y soltando un suspiro me dijo - A ver preciosidad, el jefecito te va a pagar una pasta, tiene fotos en su poder… creo que no estás en la postura de ponerte digna, así que por favor no nos hagas perder más el tiempo, desnúdate por favor.

Sin quererlo, me vine abajo. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Llevaba razón. Ese hijo de puta llevaba razón. No tanto por el dinero sino porque estaba en sus manos, Me podían hundir. Así que armándome de valor, me quité la chaqueta dejándola tranquilamente en la silla, mientras que aquellos dos hombres se acomodaban apoyados en la mesa. Todo lo rápidamente que pude dado mi estado nervioso, me desabroché mi blusa blanca, dejando al descubierto mis grandes pechos con mis sonrosados pezones, erectos a mi pesar debido al aire acondicionado. Vi como el dueño le hacía un comentario al mexicano y ambos reían.

Muy bien, Eva – dijo el Jefecito ya en un estado de excitación considerable – ahora la falda, y por favor te apoyas contra la pared separando un poco las piernas –

Mirándolos con odio. A punto de estallar, desnuda de cintura para arriba, de desabroché la falda por la cremallera de detrás y la dejé caer a mis pies. Me quedé desnuda y sin pensarlo más, me fui a la pared, apoyé las manos, separé las piernas y les miré desafiante.

¿Qué te había dicho, menuda jaca? – Oí al mexicano – seguro que ese culo no lo habías tenido por aquí en mucho tiempo. Es lo mejor que has visto por tu local durante meses –

Si la verdad es que es un bellezón. A ver guapa, separa un poco más las piernas, arquea la espalda y ábrete un poco tu coño para que lo podamos ver – me indicó el dueño –

Cumplí con las instrucciones. Aún mordiéndome todo el orgullo, pensaba en mi dinero, y luego me olvidaría de todo, y lo olvidaría para siempre

Muy bien, tengo a la chica perfecta. Desiré, la mulata de tetas gordas. Es un volcán, y estoy seguro que le encantará follarse a esta zorrita – habló el dueño, casi entre risas –

Si perfecto, una mulata, con esta rubia natural – rió el mexicano – pero ya sabes, quiero caña si no no me gusta compadre –

Por eso no te preocupes jefecito, es una gata salvaje. – se rió Casajús - Perfecto diré que la bajen abajo, la preparen, y que Juan Luis lo anuncie por el micro. Vamos, que tiene buena pinta la fiesta – le guiñó un ojo al mexicano y salió por la puerta.

Bueno niña, empieza lo bueno, tu quédate aquí que ahora vendrán a buscarte. – y él también salió del despacho.

No me dio tiempo a decirle nada. Allí me quedé, desnuda, en aquel despacho, frío y solitario, sin saber que hacer. Por un lado estaba decidida a marcharme, cogería mi ropa y me largaría lo más rápido posible. Pero enseguida me vino a la mente, la dura realidad no podía, me tenían cogida, atrapada… De repente, se abrío la puerta del despacho, y entró una chica mulata de grandes formas, de color caoba. Era bastante guapa, tenía unas enormes tetas, un culo gordo, de esos de las bailarinas brasileñas, y unos ojos verdes que contrastaban con su piel. Iba vestida con un minúsculo traje de latex que apenas tapaba sus orondas curvas.

Me miró con gesto de despreció de arriba abajo, mientras yo intenté taparme lo más rápido posible con mi falda y mi blusa.

Vamos no seas mojigata, mi amor. Enseguida, tu cuerpo lo verán todos los clientes – se acercó a mi, y me rodeó a escasos centímetros de mi cuerpo – Vaya, veo que esta vez el cabrón se ha superado, vaya cuerpazo tienes niña – dijo tocándome el culo, ante lo que yo intenté separarme – ¡¡¡ jajaja!!, no me lo puedo creer, ¿eres una chica tímida?, tranqui dentro de nada no lo serás…¡¡Vamos zorra que no tenemos todo el día!!. Nuestro auditorio espera… - me agarró fuertemente la mano y me sacó casi arrastras del despacho.

Caminaba atropelladamente detrás de aquella negra, sin saber muy donde iba. Pero no me dio a tiempo a pensar más. Llegamos a una puerta de color rosa. Antes de traspasarla la mulata cogió una mochila. Me volvió a agarrar de la mano, abrió la puerta y llegamos a un especie de sala circular, en la que había una especie de tarima acolchada, con una silla en el medio y ventanales… ¡¡era una especie de peep show!!. Dios mió, estábamos en el centro de uno de esos espectáculos. No me lo podía creer, en seguida comprendí a que se referían los dos hombres con aquello del espectáculo. Nosotras éramos el espectáculo. Alrededor nuestro todas las ventanas estaban bajadas y en todas ellas había personajes de todo tipo, cuyo único denominador común era su cara de obsesos.

Estaba paralizada, no sabía que hacer, allí desnuda delante de tanta gente, y con la negra a mi lado. Rápidamente me cogió de la mano y me sentó en la silla, allí desnuda. En un visto y no visto, se agachó sensualmente por mis piernas y sin que pudiera reaccionar, ató cada uno de mis tobillos a una de las patas. Eso hizo que todo mi coño quedara expuesto para todo aquel público.

Empezó a bailar sensualmente alrededor de mi, haciendo un streeptease. Yo no podía moverme, estaba a punto de llorar. No tenía reacción, sólo veía caras a mi alrededor… todos ellos sonriendo absortos de placer. La mulata, no tardó mucho en desvestirse dada la escasa ropa que llevaba. Se abrió de piernas, enseñó su coño abierto a los ventanales, sonrió, se chupó un dedo, y de repente, hizo un gesto con el dedo a una de las ventanas señalándome y pude ver como el tipo que la ocupaba hacía un gesto afirmativo con la cabeza embobado.

Se acercó a mi con delicadeza, me empezó a acariciar el pelo mirando constantemente a los ventanales. Me empezó a acariciar. Primero el cuello, los hombros, luego fue bajando hasta mis tetas, tocando mis pezones, mi estómago… No me lo podía creer aquella negra tenia unas manos increíbles. Sabía lo que hacer, y en contra de mi voluntad estaba empezando a excitarme. Me notaba mojada pero no podía, no debía, no tenía que caer

Se acercó a su mochila, y sacó de ella, una pluma como las de escribir. Enseguida entendí para que era. Me miró fijamente a los ojos, después se volvió de nuevo hasta el gran público, enseñó la pluma al aire y empezó a acariciar con sus plumas mi cuerpo. Siguió con el proceso de antes, comenzando por el cuello hasta llegar a mis tetas. En ese momento, yo ya estaba en éxtasis. Tenía los pelos de punta. Mi coño estaba a punto de reventar y mis pezones hinchados brutalmente por la excitación.

Mis fuerzas empezaban a fallarme. El placer que me estaba dando aquella pluma era más de lo que había soñado nunca. Viendo mi sudor y mis jadeos, agachó la cabeza y me mordió un pezón, totalmente hinchado. Me hizo daño y di un respingo, ante lo cual ella me agarró del pelo tiró de la cabeza para atrás, y me dio un lametazo en mi mejilla.

Estaba a punto de correrme. Sudaba salvajemente y jadeaba porque me faltaba el aire. Pero no dejó que terminara. La muy guarra, se volvió a separar de mi lado y volvió a su mochila. Extrajo dos cuerdecitas, con unas pinzas al final y un consolador atado al otro extremo. Me miró, con cara de viciosa, lo chupó bien, mojándolo abundantemente y me lo restregó por mi sudor. Cogió una de las pinzas y me la colocó en uno de los pezones totalmente inflamados por el placer. Después repitió la operación con el otro. Aquella presión me hacía daño, pero también un placer bestial. Enseguida mis pezones se fueron hinchando y yo no podía dejar de gemir.

Estaba toda sudada, empapada, pero todavía no me había corrido. Iba a ser bestial, para desgracia mia y alegría del los de las cabinas. Entonces abrío algo más mis piernas, atadas por mis tobillos a las patas de la silla, e introdujo el consolador sin ninguna delicadeza. No necesitó mucho esfuerzo dado el grado de excitación que tenía. Era una especie de polla negra, enorme, con unas protuberancias en los lados en forma de canicas que sobresalían. Cuando lo tenía todo dentro, se me acercó al oído y me dijo, a voz en grito para que lo oyeran todos

Ves zorrita, a ¿que el espectáculo merece la pena?. Te vas a correr como jamás te habías corrido en tu vida

Se separó de mí, se dio un paseo circular por aquel escenario, como si fuera una de esas chicas animadoras de los combates de boxeo, señalándome con el dedo. Pude ver como algunos de nuestros espectadores, hacían gestos afirmativos con la cabeza. Se volvió a acercar a mi, y gritó:

¡¡Ahora mi niña, vas a dar a todo este público el espectáculo que están esperando!!!

Se acercó a mi coño, y apretó un botón del consolador que empezó a moverse como un loco dentro de mi. Los movimientos eran rítmicos, y yo no podía más. Además cuanto más se movía, mas se movía el enganche que tenía en mis tetas, con lo que mis pezones se iban agrandando cada vez más para fascinación del gran público. Tardé poco en moverme, entre las palmadas rítmicas y los animos a base de gritos de la mulata que se movía girando en torno a mi. El orgasmo que sufrí fue brutal, duró casi un minuto. Me corrí como jamás me había corrido nunca.

Allí me quedé durante unos segundos intentando volver a respirar normalmente. Jadeaba como un pez fuera del agua. Sudaba como nunca, estaba empapada en mis propios fluidos, y mi estado era lamentable. Y lo peor de todo, es que estaba delante de unos 20 salidos, que se estaban haciendo pajas a mi costa.

Pero no pude pensar más.

Ey guapita de cara no te relajes – oí la voz de la mulata – Todavía no hemos terminado. Estoy seguro que todos nuestros clientes están ansiosos por ver el final de fiesta

Se volvió a acercar a mi, me desató rápidamente mis tobillos, y me cogió del brazo para levantarme. Yo no tenía fuerzas para resistirme. La corrida me había dejado exhausta. De eso se valió la muy guarra para levantarme como la pluma, y colocarme de espaldas. Me puso a cuatro patas en medio de aquel escenario circular. Apretó con su mano mi espalda obligando a que levantara mi culo.

Tienes un culito magnífico. En los carnavales de mi país serías una diosa – me dijo, mientras acariciaba mi culo, y extendía algo sobre él. Cuando giré la cabeza vi que era aceite. Me estaba poniendo el culo brillante, mientras me lo masajeaba – A ver te explico pijita… yo tengo aquí unas bolas chinas, te las voy a ir metiendo una a una en tu lindo culito, y tu ante nuestro amado público, vas a ir contándolas en alto para que todos las vaya oyendo, ¿entendido?

Eyyy, ¡¡no no por el culo no!! – intenté yo responder, gritando desesperada

No a ver zorra, no es esa la respuesta que quiero oir – y me dio un gran cachete en el culo que sonó rotundo en la sala - ¿Qué no has entendido de la frase?

Noooo, es queeeee… - otro cachete sobre el culo, este más fuerte.

¡¡¡Callate zorra!!!. Solo tienes que abrir la boca para contar las bolas… ¿que pasa? ¿nunca te han follado por el culo?… bueno siempre hay una primera vez – bruscamente me metió uno de sus dedos en el culo, provocándome un gran dolor – Vamos a ver la primera

No pude reaccionar. Noté como algo redondo entraba en mi culo. No era demasiado grande y me lo estaba metiendo haciendo círculos. Cuando lo tuve todo metido, de repente otro golpe azotó mi culo

Zorra, ¿que pasa? ¿que sigues sin entender?. ¡¡Vamos cuenta!! – gritó la mulata.

Uuunoooo – dije yo con un hilo de voz, totalmente exhausta

Muy bien, ¿ves como no es tan difícil?. A ver la siguiente

Doosssss

Seguimos, guapa abre un poco más el culo – dijo mientras me empezaba a tocar el coño.

Tres, c uatroooooo, cincooooooooo – se me estaba haciendo eterno, y no se si era sensación mía o las bolas cada vez eran más grandes – seissssss – Eché un vistazo hacia atrás y vi como todavía quedaban cuatro y la diez era una bola de un tamaño enorme – sieteeeee, ochooooo – yo sudaba y sudaba. Jamás había sudado de esa manera, pero también me estaba empezando a excitar brutalmente. Notaba que con el masaje la mulata mi coño estaba empezando a humedecerse de nuevo – nueve y… - de repente cuando mi culo, estaba ya preparada para recibir aquel bolón, paró, y de repente, volvió a acercar el consolador a mi coño, lo introdujo y volvió a darle al interruptor, esta vez a más potencia.

Ahora vas a tener el mejor orgasmo de tu vida, te lo digo por experiencia zorrita rubia – me dijo al oido, mientras introducía la bola en mi culo.

Dieeeeeeeeeeeeaaaaaaaazzzz –

La metió dentro, las movió durante un segundo dentro de mi culo y de repente fue sacándolas poco a poco. Eso fue demasiado para mi. Notaba como me llegaba el orgasmo violentamente. Sentí una descarga en mi columna vertebral y me corrí salvajemente, empapando la mano de la mulata y el consolador. Grite como una loca, sude, me convulsioné, me agarré al suelo…. Y al abrir los ojos vi de frente a mi, como en una de las ventanas, un tío de unos 30 años, rubio pelirrojo se corría salvajemente echando un chorro enorme de semen sobre el cristal. Aquello terminó por excitarme y por acabar bien con el orgasmo. Me duró más que el anterior, durante cerca de un minuto seguí contorsionándome.

Allí me quedé intentando de nuevo respirar. Jadeaba, sudaba, con todo mi pelo rubio empapado, mis pezones y mi culo dolorido pero con el orgasmo más brutal de toda mi vida. La mulata no me dio tiempo a más. Rápidamente y sin miramientos, me cogió de la mano, y me sacó de aquel pequeño escenario. Salimos por la puerta por donde habíamos entrado, y me condujo hacia el despacho del dueño del local.

Me dejó en la puerta, y sin despedirse se marchó de allí casi corriendo. Abrí la puerta, con miedo y un poco avergonzada de mi mismo. Estaba desnuda, sudada y me sentía sucia después de haberme corrido dos veces ante tantos desconocidos. Entre, y apoyados en la mesa estaban el mexicano y el señor Casajús, fumándose un puro. Al entrar, los dos me dieron un aplauso cínico. Mi ropa seguía en el suelo tirada. Fui a recogerla.

Guau, niña, has estado impresionante. Oye, tienes madera. Vaya espectáculo – me dijo el dueño en tono cínico – has estado genial, vaya corrida, brutal

Yo bajé la cabeza avergonzada mientras me intentaba poner la falda rápidamente.

La verdad zorrita, que de todas las putas que han pasado aquí por mi dinero ninguna como tu – me dijo el mexicano con tono serio – Pero todo se puede mejorar – dijo acercándose a mi. Me cogió del brazo y me dijo – lo mejor es aprender viendo los fallos ¿no? – me miró fijamente, y me soltó – podemos ver si quieres la repetición de las mejores jugadas o el partido íntegro

El muy cabrón se acercó a un dvd, y le dio al play. De repente en una pantalla de televisión enorme, me vi, entrando en el habitáculo aquel, junto a la mulata… El muy cabrón me había grabado todo el espectáculo… no me lo podía creer.

Jajajaja – rió a carcajadas al ver mi cara de alucine – es lo que hace tener un circuito interno de seguridad, jajajaja. ¿Oye sabes que das muy bien en cámara?, jajajaja.

Jajajaja…Pero chica no te quedes así – soltó el señor Casajús – seguramente sabrás hacer algo, para animarnos mientras vemos la película – y entonces aquellos dos mal nacidos se bajaron los pantalones y se sacaron sus pollas.

CONTINUARÁ

(MUCHAS GRACIAS POR VUESTRAS SUGERENCIAS – ESPERO QUE OS SIGA GUSTANDO, Y YA SABÉIS… (ES UN RELATO INTERACTIVO – ESPERO VUESTRA COLABORACIÓN PARA IR AÑADIENDO COSITAS QUE PUEDA PASAR NUESTRA REDACTORA EVA)