Todo queda en familia III

Continúa el romance entre Nico y Yesi

Eran fechas navideñas y para pasar algunos días en familia, fuimos al pueblo, a casa de la tía Carmén. Como siempre que llego a este lugar, lo primero en lo que pienso es: cuando veré a Nico.

Después de deshacer las maletas, acomodarnos en la casa y saludar a la familia, salimos a estirar las piernas. Mis padres y yo empezamos a andar, mientras me contababan cosas de cuando eran jóvenes y se conocieron, pero de prontro... ¡RING! ¡RING! ¡RING! Suena el teléfono de mi madre.

  • ¿Quién es? - contesta.
  • Soy Carmen, veniros a cenar a casa, estaremos todos juntos, que los niños hace tiempo que no se ven – dijo Carmen.
  • Me parece muy bien. A las nueve estaremos por allí – concluyó mi madre.

Mi madre nos explicó en lo que había quedado con la tía Carmen, en cuanto habló de Nico... se me iluminó todo; mis padres preguntaron que me pasaba y yo tube que decir una mentirijilla para disimular.

Al cabo de un rato, decidimos ir a asearnos y cambiarnos de ropa; en fín, arreglarnos un poco para la cena.

Llegamos al salón y estaban mis tios esperando por el resto de los comensales, empezamos a hablar:

  • ¿Dónde está Nico? Tengo muchas ganas de verle.

  • Estará al llegar, a estas horas siempre está aquí. Tienes ganas de abrazarle, ¿verdad?

¿Que? En ese momento algo fugaz pasó por mi mente y claro, no era nada bueno.

  • La verdad es que sí, es mi primo favorito – dije a media voz.
  • ¿A sí? Tu también eres la prima favorita de Nico – mis ojos se iluminaron, eso no lo sabía yo; yo sabía lo que ahora había entre nosotros, lo que no sabía es que él sentía algo por mí desde mucho antes de decírmelo.

La puerta de la entrada se abrió y alguien jadeando se acercaba al salón.

  • Hola ¿qué tal? Me cambio y cenamos.

Era Nico, que como había venido pronto, salió a correr un rato; cuando giré la cabeza para verle, ya se había ido. Los mayores hablaban de no sé qué, mientras yo esperaba que viniera mi primo.

En cinco minutos bajó: repartió besos para todos y se sentó a mi lado. Me quedé estupefacta cuando lo ví con unas mallas ajustaditas, igual que la camiseta.

  • Vaya vaya con ese cuerpo ¿dónde lo tenías escondido? - le dije vacilándole.
  • No esta escondido, así salgo a hacer deporte – replicó.

Mi tía trajo la perola con el guiso que había preparado y nos pusimos a cenar; Nico y yo nos mirábamos contínuamente, hasta que empezamos a hacer manitas por debajo de la mesa. La cena se terminó y llegó el momento postre/café/chupito. En ese momento y a la vez ... Nico y yo nos levantamos de la mesa, nos cogimos de la mano y echamos a correr, girtanto: "Ponme al día, ponme al día": fue una manera de separarnos de los demás sin dar explicaciones.

Salimos del salón, nos apretamos bien la mano, nos pusimos frente a frente y nos dimos un abrazo.

  • Yesi ¿me has echado mucho de menos?
  • ¿Qué? Claro que sí, tonto, me acuerdo mucho de ti ¿y tu a mi?
  • ¿Lo dudas, pequeña? Hace tiempo que sabía que ibas a venir, desde entonces cuento los días que faltan para verte. Quiero abrazarte, mimarte, quererte y...
  • Sh... - le puse un dedo en los labios – venga, ya estoy aquí – nos dimos un par de piquitos y salimos fuera a hablar.
  • Toma, ponte una chaqueta, que por la noche refresca – dijo Nico.

Salimos a la calle y... ¡uhi! es verdad que hace frío: Nico me abrazó y yo a él y seguimos caminando. Vimos una caseta y nos refugiamos en ella.

  • Menudo chock al verte, me has puesto cardiaca, chico.
  • Jajaja, ya me fijé en tus ojos.
  • Tuviste suerte de que estaban nuestros padres presentes, si no...
  • Si no... ¿qué?

Acerqué mis manos a su pecho, las llevé hasta el cuello de su cazadora, lo agarré y lo acerqué a mi; cuando nuestras bocas se encontraron le besé bruscamente, como si quisiera comérmelo, a lo que él respondió con mucha intensidad. A medida que subía nuestra temperatura, mis manos se acercaron a su culo: el cual cogí, estiré y apreté para que después, haciendo presión y con un movimiento circular sintiera mi sexo y lo excita al mismo tiempo.

Al rato, se quitó la cazadora: "¿No tienes calor?" y me quitó la mia también. Empezó a besarme el cuello, de vez en cuando también me lo mordía, lo que producía un leve gemido en mí. Bajó las manos y las metió por dentro de mi jersey: "¡Qué manos más frías!", dije yo; "Es para que sepas que son las mías", puntualizó Nico. Las subió hasta mis pechos y comenzó a amasar mis fríos pezones; metí mis manos por su pantalón tocándole el culo, apretándoselo, fui moviendo mis manos hacia adelante para buscar su fria polla: digo fria porque estaba encogida, pero sólo hasta que notó el tacto de mis dedos: la empecé a acariciar, a masajear, le pasaba el dedo por el capullo, mientras Nico pellizcaba fuertemente mis pezones y buscaba mi boca. Sus manos salieron de debajo de mi jersey, me agarró la cabeza y mientras me besaba suavemente, decía "Nena, no te vayas, no me dejes" y me besó para evitar que contestara. Una mano rodeó mi cintura, mientras la otra se metió en mi pantalón y comenzó a masturbarme; yo también le agarré la cintura, abrí mi manos para agarrar bien su polla y comencé a masturbarle. La reacción se produjo en forma de mordiscos, suspiros y palabras...

  • Dime que eres mi putita, mi zorrita, mi perra...

  • Amor, sabes que sí, soy tu putita y tu zorrita y todo lo que tu quieras.

En éste momento, introdujo dos dedos en mi coñito y empezó a moverlos con tal soltura que mi fuente empezó a emanar ricos líquidos plateados; acerqué mi cabeza a su hombro y susurré " Sí... cariño, haz que me corra otra vez".

Agarré su polla, ahora tiesa y se la empecé a cascar con fuerza, él también tenía derecho a correrse. Nico, introdujo más los dedos en mi chochito y los siguió moviendo y otro dedo estimulaba mi culo. Cuando casi estábamos a punto para corrernos... rápidamente me dió la vuelta, me bajó el pantalón y de un golpe, me metió ese pedazo de carne que tiene entre las piernas. Mi ¡Ah! de dolor se fue convirtiendo en ¡aha! de placer; me agaché un poco y con mis manos le acaricié los huevos. Sus embestidas eran cada vez más... fuertes ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! Ya no le acariciaba los testículos, ahora los tocaba sin miedo, ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS!, ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS!, ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS!, "Toma perra, ¿no la querías? Toma toda mi leche... y en ese momento... ambos tocamos el cielo.

  • Bueno, para hacer tanto frío... nos hemos calentado bien, ¿verdad?- dijo Nico.
  • ¡Uf! si yo te contara...