Todo queda en familia II: La guarra de mi tía

Ahí estaba la puta de mi tía: Sudada, en tensión, con los melones medio salidos del sujetador y llenos de babas espesas y los pantalones por las rodillas, con unas bragas de color carne caladísimas que ya dejaban ver un buen chuminazo de madura, peludito, con unos labios bien carnosos chorreando

Ahí estaba la puta de mi tía: Sudada, en tensión, con los melones medio salidos del sujetador y llenos de babas espesas y los pantalones por las rodillas, con unas bragas de color carne caladísimas que ya dejaban ver un buen chuminazo de madura, peludito, con unos labios bien carnosos chorreando como seguramente no había chorreado en su puta vida.

Mi tía no paraba de mirarme el pepino, gordo, hinchado, con las venas a reventar, y lleno de su baba espesa. Podía ver en su cara la vergüenza de la situación, incluso ira por cómo la estaba tratando, pero su coño me decía lo contrario: “destrózame como no me han destrozado en la vida, nene”. Y claro, mi pepino notaba cómo le llamaba ese coño, y yo tenía toda la sangre entre las piernas.

Me acerqué a ella, el nabo botando y soltando prelefa y baba espesa que se caía en el suelo de parquet, agarré el pantalón y se lo saqué a tirones. Cada vez que tiraba estiraba las piernas, apretándosele el coño y soltando un leve gemido. Una vez la hube librado del pantalón ahí lo tenía, el chochazo enorme de mi tía a solo una braga de distancia. Estaba tan calada la muy cerda que podía verlo perfectamente, palpitando.

Le agarré las bragas y mi tía instintivamente se llevó las manos al coño para pararme. Yo cogí una de sus manos y la puse en mi cipote, y la otra en mis cojones.

  • Ahí es donde tienes que tener las manos, guarra. A ver si ahora me vas a venir de santa.

  • Pero…

No sé qué objeción me iba a poner, pero se la corté en seco de un guantazo en el coño. Parecía que estaba dando palmadas en una piscina, porque sonaba igual. En esa braga ya había más flujo que tela, joder. Y más que empezaba a haber, oía a mi tía gemir cada vez más, debatiéndose entre ser formal y una puta cerda.

  • ¿Qué pasa, tía, que no te han dado una palmada en el coño nunca?

Otro guantazo y otro gemido.

  • ¿Tiene que venir tu sobrino a calentarte el coño para que te cales así o eres así de cerda con mi tío también?

Otro guantazo y otro gemido.

  • Ss…

Otro guantazo, cada vez más duro, ya no tenía claro si la muy cerda se había meado encima o era todo flujo.

  • Habla, joder.

Palmaditas cada vez más seguidas, mi tía tenía una cara de cerda de peli porno que no podía con ella.

  • Nooo…. Ssss… Es la prrimmmera veezzzz…

  • Joder, pareces retrasada, tía.

Le solté otro buen guantazo y le arranqué las bragas, dejando un coño enorme a la vista. Joder, qué maravilla. Chumino enorme, labios salidos, una maduraza en toda regla. Lo único que me sobraba era la pelambrera. Le agarré los pelos del coño y tiré.

  • Esta puta mierda te la depilas para la próxima vez, ¿te queda claro?

Me miró anonadada.

  • ¿Próx…?

  • Sí, próxima, te voy a partir el coño hasta que se te salga. Así que a partir de ahora esto - tiré de los pelos del coño más fuerte, viendo cómo se llenaban los ojos de lágrimas- depilado, ¿te queda claro?

  • Sí, sí sí…

  • Ahora te los vas a agarrar para que tenga el camino bien abierto, ¿te queda claro, puta cerda?

Me puse delante de ese coñazo mientras mi tía obedientemente se apartaba la pelambrera y dejaba los labios al aire. Vaya coñaco, joder. Me lancé y metí la lengua a fondo, lametazo para arriba, para abajo y al fondo. La muy cerda no debaja de lubricar y retorcerse. Joder, parecía que no le habían comido el coño en la vida. Estaba sueltísimo, pidiendo caña, y yo quería dársela.

Me aparté del chuminazo y enfilé mi pepino en su coño. Ella me miraba sin decir nada, expectante, metí el capullo, que entró como si fuese un coño de mantequilla, y fui apretando y notando cómo cada vez se resistía más. Podía ver en su cara cómo le iba costando, pero a mí me daba igual. Es lo que tiene mi pepino, estrecho en el capullo y va siendo más gordo… Se siente.

Se la clavé de golpe , mis cojones rebotando en su perineo y mi tía soltando un chillido y empecé a bombear como si no hubiese un mañana. Tenía los cojones tan llenos que me daba igual: sabía que de ahí no me iba sin tres o cuatro lefadas, hasta que me sangrase el nabo si hacía falta.

  • Me voy a hacer un primito, tía… - le sonreí con cara de cabrón mientras ella abría los ojos de par en par e intentaba empujarme, pero mi nabo ya estaba bombeando como un campeón y llenándola de cuajarones de lefa. Para cuando me aparté ya solo me salían hilillos del nabo, que caían en su pelambrera.

  • ¿¿Pero qué cojones haces?? - mi tía estaba furiosa, y eso me la ponía más dura, le solté un guantazo.

  • Háblame con respeto, puta cerda - lapo en la cara -. ¿Quieres que empiece a enviar fotos tuyas en tetas zorreando o qué?

Silencio.

  • Pues eso.

Cogí el nabo y se lo clavé otra vez en la garganta.

Mi tía ya llevaba una preñada en el coño y estaba babeando sobre mi polla gorda y mis cojones. Estaba en el puto cielo. Normalmente después de la primera corrida el nabo se me hincha tanto que me duele el capullo, pero iba a aprovechar esta oportunidad hasta que se me cayese la polla al suelo.

Cansado de estar sobre el suelo y en el recibidor, y después de haber descargado la primera, le saqué el rabo de la boca a mi tía y le solté un guantazo.

  • Vamos a la cama donde follas con el calzonazos de mi tío. Si es que aún lo haces.

Solté una carcajada aunque ella no respondió. No le di tiempo a levantarse y le tiré de la trenza para que me siguiese a cuatro patas. Ella estaba tan descolocada, y cachonda que ni miró atrás, pero yo sonreí al ver que en la entrada quedaban cuajarones de lefote míos y flujo de mi tía para regalar, así como la camiseta llena de babas, las bragas rotas y el pantalón. Cualquiera que lo viese tendría claro que mi tía era una puta guarra.

La llevé hasta el dormitorio, antiguo, con colcha de flores y un aparador enorme. Había un galán de noche donde mi tío dejaba los trajes y lo primero que hice cuando pasé por ahí fue coger una corbata suya y limpiarme la polla con ella para volver a dejarla donde estaba. Mi tía fue a hablar pero le chisté.

  • El imbécil de mi tío no ha movido un dedo en su vida, si mañana le dices que se ponga esa ropa ni la mira y va al banco con la corbata lefada. Y tú vas a decirle que lo haga, ¿a que sí, tía? - le sonreí dulcemente mientras le metía dos dedos en la boca. Cada vez que me miraba podía notar odio, pero poco a poco podía ver a una cerda más que a una tía enfadada con su sobrino. Asintió, y pude ver de reojo como una media sonrisa. Ya sabía yo que mi tía no estaba tan contenta con el carcamal de mi tío.

Le tiré de la coleta apuntando a la cama.

  • Súbete aquí y ábrete el coño con las dos manos, lúcete.

MI tía obedeció, se subió a trompicones, puso la cabeza contra la colcha y se abrió el coño de par en par, enorme. Cogí el móvil y me puse a hacerle fotos. Me imaginaba que me empezaría a gritar pero simplemente abrió más el coño. Sonreí.

  • Así me gusta tía, ¿ves como así disfrutas tú también? Portándote así de bien te mereces un premio.

Solté el móvil y me lancé a volverle a comer el coño, metiendo la lengua a fondo y relamiento de arriba a abajo. La muy cerda empezó a gritar como loca, mientras yo notaba cómo se empezaba a correr en mi boca. Vaya puta guarra. quité la cara pringada y enfilé el cipote baboso otra vez en el coño, pero al meterlo pude notar cómo ya tenía el chochete bien suelto. Pena que me gusten prietos. Así que la saqué y la enfilé al ojete, y ahí sí que volvió a ponerse nerviosa la cerdita.

  • Ts, ts, ts… Relajadita, tía, relajadita.

Mientras enfilaba mi pepino por su ojete podía verla abrir los ojos de par en par y apretar la mandíbula y soltar un gritito ahogado por la colcha.

Empecé a bombear, cada vez más fuerte, sobre todo por un ruido que estaba empezando a oír, para que la guarra de mi tía no lo oyese. Se me da bastante bien el tema de cuadrar tiempos, la verdad, así que me puse a sobarle el coño a mi tía, para justo en el momento perfecto sacar el pepino, dejando un boquete enorme en su ojete, y darle duro al coño mientras se corría y detrás mío, en la puerta, estaba el panoli de mi primo con un bultaco en el pantalón bestial.

[CONTINUARÁ]