Todo queda en familia I: La guarra de mi tía

En un chat me encuentro a una cerda madura, que resulta ser mi tía, es hora de comerme ese coñito maduro y esas tetazas, quiera o no la cerda...

La verdad es que soy un puto cerdo, no lo voy a negar. Si no estoy buscando coño como un mono salido me la estoy pelando con porno o alguna cerda que se ponga a tiro por cam. La pena es que no suele haber mucha guarra suelta por los chats, y la mayoría de veces son maricones con ganas de macho de verdad que se hacen pasar por tías.

Resulta que el otro día estaba en el chat, pepino babeando entre las piernas y salido como un puto mono, y empiezo a hablar con una guarra, “Madurita54″ se llamaba. Ya desde un principio me imaginaba que sería un tío, pero como escribía bien guarro y yo andaba muy cerdo me daba igual, lo que quería era sobarme el pepino y desfasar. Estuvimos hablando un buen rato y me cuenta que está casada, que el marido es mayor y que casi no la folla, y que tiene un hijo calzonazos que se la está pelando todo el día y encima la tiene pequeña. Total, que la muy cerda me cuenta cómo se pone cachonda cuando pone a lavar los gayumbos del crío porque la mitad están lefados, empezamos con el juego de que si yo fuese su hijo ya la habría empotrado bien y tendría el coño lleno de lefa mía, que no iba a pelármela nunca más teniendo una puta así por madre… Y la cerda cachondísima.

Total, que para mi sorpresa al rato de estar dándole caña (porque al final estas cerdas lo que quieren es que les den bien de caña, que para calzonazos ya tiene al marido y al hijo), me dice que si quiero verla por cam. Y claro, al momento ya estoy en el Skype en pelotas dispuesto a lucir cipote. Veo que me agrega, y me pone cam, y para mi sorpresa no me encuentro un maricón salido sino unos melonazos tremendos en un sujetador de encaje. Pero no encaje de guarra, sino encaje de señora madurita, de los que están entre sujetador de puta y de abuela.

Ya solo al verlas no pude evitar acordarme de mi tía: melones enormes, algo caídas del peso, naturales, rellenita pero con poca barriga, culazo a juego con los melones, pelo largo siempre recogido en una trenza y cara algo arrugada, pero aún así de toma pan y moja. Ya solo relacionar las tetas con las de mi tía me la ponía a mil, porque me he pelado el cipote pensando en reventarle el coño a mi tía desde que tengo uso de razón.

Total, empezamos con que vaya nabo más gordo tengo (que es la puta verdad, para qué mentiros, tengo un buen revientacoños, no muy largo, pero gordo de los que dejan boquete en las cerdas), yo diciéndole que tiene buenos melones de cerda madura, que qué calzonazos de tío… Seguimos calentándonos, hasta que le pregunto de dónde es y dice mi ciudad. Yo ya estaba eufórico, y solo pensaba en zumbarme esa cerda agarrándole las ubres bien duro. Le digo de quedar, que me encanta comer coño maduro y zumbar cerdas entradas en años, y la tía empieza a echarse para atrás, que si su marido, que si su hijo… Pero sigo insistiendo, diciéndole cómo le iba a quedar el coño boqueando, que a ver cuándo había pillado ella un nabo de 25 años… Y en cuanto le digo esto último la veo calladita, sobándose el coño la muy cerda y en silencio. Y entonces es cuando me dice las palabras mágicas:

  • Hoy estoy sola hasta las ocho - y de mientras sigue sobándose el coño la puta guarra…

  • Pues hasta las ocho tengo tiempo de partirte el coño como no te lo ha hecho el calzonazos de tu marido en su puta vida - y se lo digo agarrándome la polla gorda, babosa, palpitando, que como me la roce me corro seguro, y la veo tan cerda, tan necesitada de polla jovencita que sigo -. Te va a quedar el coño boqueando, puta guarra. Eso sí, quiero verte la cara para imaginarte tragando polla y pidiendo que pare cuando te taladre como una puta cerda que eres.

Y entonces es cuando me explota la puta polla. Sube la cam y me encuentro a mi tía. A mi tía en tetas, sobándose el coño, pidiéndome que vaya a reventarla. Y vaya que si voy a ir, pero me voy a asegurar de que no se raje, así que hago rápido una captura de pantalla, y lentamente me siento en la silla, polla tiesa, sonriendo y enseñando mi cara. Mi tía quita la cam corriendo, y veo cómo se desconecta, pero ahora mi polla manda y quiere coño familiar. Cojo el teléfono y marco su número.

  • ¿Diga? - la muy cerda se hace la loca, pero noto en su voz que está nerviosa, y seguramente cachonda perdida aún.

  • No te hagas la loca, puta guarra.

  • ¿Alex? Pero, ¿qué dices? Soy tu tía, ten un poco de respeto. ¿Es esto una broma de tus amigotes o qué?

  • Mira, cerda, tengo una fotito aquí tuya sobándote el coño con los melones fuera mientras adoras mi pepino. Estoy vistiéndome y acabo de pedir un taxi para ir a partirte el coño, que es lo que querías, ¿no? Pues prepárate porque te va a boquear el coño tres semanas, puta cerda.

Y cuelgo. Y bajo las escaleras a por un taxi. Voy a reventarle el coño a mi tía, joder, POR FIN.

Después de 30 minutos en taxi y 20€ menos (que la verdad no me dolieron, mi polla lo merece), me planto en casa de mi tía, la casa que tantas veces había visitado, y en la que tantas veces me la había pelado en el baño cada vez que me rozaba con esos melonazos.

Iba completamente salido. No solo iba a follarme a una madura, sino a la cerda de mi tía. Y no la iba a follar no, la iba a destrozar.

Me planté en la puerta de su piso y llamé al timbre. No abría. Pegué un par de golpes en la puerta y volví a llamar al timbre, cada vez más nervioso, hasta que por fin me abre la puerta, seria como nunca la había visto, pero con los melones tan grandes como siempre, desafiando a la gravedad, así que me daba igual la cara que me pusiese. Abrió la boca como para quejarse, o supongo que para echarme la bronca, pero yo tenía el nabo demasiado tieso y pensaba más con la cabeza gorda que tengo entre las piernas que la de arriba, así que me saqué la polla bien olorosa en medio del rellano. Ella se quedó un segundo mirándolo hipnotizada, pero volvió a recomponerse, mirando aún de reojo mientras me hablaba.

  • Mira, Álex, está claro que ha sido todo un malentendido. Yo no le digo a tus padres las cosas que me has dicho y tú no coment…

  • ¿Tú ves esta polla? - me la agarré desde los huevos con la mano, hinchándola, marcándose las venas. Mi tía miraba de reojo e intentaba levantar la mirad - Me la has puesto así de dura tú, puta cerda, así que ahora lo arreglas si no quieres que reparta tu foto en tetas sobándote el coño por media ciudad.

Estaba extásico. Tenía claro que sin la foto no habría tenido cojones de llegar hasta allí, pero conocía a mi tía y sabía que le tiraba más mantener su reputación que acabar siendo mi cerda, así que pensaba forzar la situación lo máximo posible. Empecé a oír cómo un vecino abría una puerta, y envalentonado me eché para atrás para que me viese la polla. Como me imaginaba, al instante mi tía me cogió de la pechera de la camiseta y me metió a su piso. Ya estaba donde quería.

  • Álex, tienes que parar ahora mismo. Por favor. Y guarda eso - señaló con la mano a mi polla, pero en un segundo se la cogí y la planté en mis cojones.

  • El único sitio donde voy a guardar esto es en tu coño, tía

Ella intentaba quitar la mano de mis huevos, pero podía notar cómo hacía el mínimo de fuerza para resistirse, de manera que fácilmente podía mantener la mano ahí, con sus yemas rozándome los huevos. Con la mano libre le bajé el escote de la camiseta que llevaba hasta dejarlo debajo de esas pedazo de ubres, con el sujetador de encaje que había visto por cam, y ahora, más de cerca, con unas aureolas enormes que acababan en unos pezones que se marcaban en el sujetador de lo cachonda que estaba.

Con la misma mano que le había sacado las tetas empecé a sobar los pezones de una.

  • Anda, me dirás que no estás cachonda, cerda. No finjas, que con lo que me has dicho por Skype ya ha quedado claro que estás cachonda perdida.

Mi tía se quedó callada, seria, pero ya no hacía falta que le agarrase la mano: Me tenía el nabo agarrado y me lo pajeaba muy lenta y suavemente. Intentaba mirar para otro lado, pero podía notar cómo estaba cachonda perdida. Ahora que tenía otra mano libre metí dos dedos de cada mano en el sujetador y tiré de los pezones, sacándolos por encima del encaje. Mi tía soltó un pequeño gemido cuando los estiré y me apretó la polla un poco más, de manera que no pude evitar gemir también. Volví a tirarle de los pezones y volvió a gemir, retorciéndose del vicio que tenía, moviendo la cadera, y moviendo las piernas, seguramente para rozarse bien el coño con el pantalón. La muy puta.

Empecé a comerle un pezón a saco mientras retorcía el otro, y dirigí la mano libre a su entrepierna. Llevaba un vaquero oscuro, algo ajustado, y cuando la sobé noté lo húmeda que estaba incluso en la tela del vaquero. Le bajé la bragueta y metí la mano para sobarle el coño por encima de la braga, también de encaje de vieja. Me lo encontré caladísimo y no pude evitar soltarle un guantazo en todo el coño que sonó a salpicada. Mi tía gimió y se dobló del guantazo. La agarré de la trenza mientras se doblaba y le tiré del pelo, hasta que me miró a los ojos y le solté un lapo.

  • ¿A ti te parece normal haberme tenido con los cojones cargados todo este tiempo cuando podrías haber sido mi cerda desde que me salieron pelos en los cojones?

No respondía. Mi tía me miraba con odio, sí, pero también había notado su coño calado, y podía ver en sus ojos que llevaba queriendo cañita mucho tiempo. Volví a tirar de su pelo y cerró los ojos del tirón, pero me volvió a mirar desafiante. Empecé a acercarla a mi rabo, tirándole del pelo, hasta que lo tuvo delante. Se lo quedó mirando unos segundos, y después sacó la lengua y empezó a lamer el capullo, babeando a saco, como si no hubiese comido una polla en mucho tiempo (lo cual seguro que era verdad). Yo aproveché que ya se había lanzado para agarrarle de la mandíbula y la parte de atrás de la cabeza y empezar a zumbarle la boca.

La oía atragantarse y soltar baba, se notaba que no le habían follado la boca en su vida, pero yo lo único que hacía era bombearle la boca y apartar las manos cuando intentaba separarse. Cuando vi que empezaba a salir baba bien espesa de su boca a mis cojones la separé y le crucé la cara de una ostia.

Mi tía cayó al suelo, apartándose algunos mechones de pelo de la cara, aunque la mayoría seguía agarrado a la trenza. Tenía la cara con el rimel corrido, baba espesa cayéndole sobre las tetas, aún embutidas en el sujetador, con la camiseta calada y el pantalón por las rodillas, con las bragas ya casi transparentes del flujo. La muy guarra no paraba de mirarme la polla.

  • Esto solo acaba de empezar, pedazo de cerda.

[Continuará]