Todo queda en Familia (4: Incesto)
Irenia y Carol se pusieron de acuerdo: me compartirían; lo malo es que yo aun no lo sabía...
Todo Queda en Familia IV: Incesto
Hacía dos meses que me había desvirgado con Irenia, y las cosas entre nosotros no podían ser mejores. A la amistad y amor que habíamos tenido desde siempre se unía ahora el compartir una complicidad que iba mas allá.
La relación entre Irenia y mi hermana seguía un poco enrarecida (no sabía yo cuanto), y me seguía pareciendo que compartían un secreto que yo debería conocer, pero que por alguna razón se me escapaba.
Mi hermana seguía a lo suyo, y no dudaba en andar por la casa en ropa interior, probocándome muy a mi pesar más de una erección, no en vano mi hermana (Carol) es una chica espectacular, y por aquel entonces (finales del 2003) apenas si tenía diecisiete años. Era toda voluptuosidad, pero sin haber dejado aun esa cara de niña que volvía locos a los chicos. La verdad es que hoy aun la mantiene.
Era un sábado cualquiera, con las clases ya empezadas. Esa mañana Carol me había dejado sólo en casa, diciéndome que se iba a estudiar a casa de una amiga. Yo, para no estar sólo aprobeché y me fui a la facultad a acabar un trabajo que tenía pendiente. A la hora de comer me llamó Irenia:
Hola Alberto, cómo te va el día?
Bueno, recien he acabado ahora un trabajo, y me iba a comer con unos compañeros.
Ah, me apetecía quedar en tu casa, y comer juntos...
Por mi perfecto, me despido de ellos y quedamos en la zona centro?
No, prefiero quedar en tu casa, que he hablado con Carol y estaremos sólos...
Yo que ya empezaba a ver lo bien que me lo pasaría esa tarde acepté sin ningún tipo de vacilación. Me despedí de mis compañeros y me dirigía hacia mi casa.
Al llegar y ver que Irenia no había llegado aun, me dirigí hacia mi habitación, a coger algo de ropa para darme una ducha rápida y cambiarme. Cuando subía las escaleras noté que había alguna cosa extraña, como un ruido sordo que venía del piso de arriba. Pensando que podían ser ladrones, bajé a la cocina y cogí una escoba, por si acaso (medida bastante estúpida ahora que lo pienso, pero fue lo único que se me ocurrió). Así pues volví a subir las escaleras, ésta vez todo lo sigiloso que pude y atento al ruido para saber de donde provenía.
Cuando llegué al rellano ya lo tenía localizado: provenía de mi habitación, y sonaba como un jadeo apagado. En ese momento me pareció que debía ser un sonido de esfuerzo, y me preparé para pillar al ladrón por sorpresa, antes de que se diese cuenta de que estaba allí.
Justo enfrente de la puerta, cuando iba a abrirla de golpe algo me detuvo: ¿podía ser? Eso no era un jadeo de esfuerzo! Alguien estaba teniendo una buena ración de sexo en mi habitación! Pensando en Irenia y notando casi los cuernos, atisbé a través de la rendija que dejaba la puerta entreabierta. La sorpresa casi me hace soltar un grito y soltar la escoba.
Estirada boca abajo en mi cama estaba mi hermana, agarrada a las sábanas, con la cara completamente roja y un chico de su edad montado sobre su espalda y follándosela con cierta torpeza. Lo primero que sentí fueron celos, quién era aquél desgraciado para follarse a mi hermana? Y en mi cama? Lo siguiente que me cruzó la mente fue admirar lo buena que estaba mi hermana, y la suerte que tenía ese cabrón de estar follándosela. Al darme cuenta de lo que cruzaba por mi mente, estuve a punto de dar la vuelta, intentar olvidar lo que había visto e ir a buscar a Irenia para salir a comer fuera.
Me di la vuelta, de verdad, pero sólo giró la mitad de mi cuerpo, las piernas se quedaron clavadas en el sitio, y mi miembro empezaba a apuntar hacia la escena. El sonido de la habitación ya no era sordo: mi hermana chillaba de placer y el chico sudaba del esfuerzo. Yo no pude más que quedarme a mirar, fascinado con la cara de mi hermana, y deseando entrar y ocupar el lugar de aquel chico. Sabía que lo que pensaba no estaba bien: yo tenía novia, y ese bombón al que se follaban ante mi atónita mirada era mi hermana. Pero mi cuerpo apinaba otra cosa, la ereción era tan potente que casi dolía.
Mientras mi hermana se había girado, sin quitarse en ningún momento la polla de su interior, y quedó boca arriba, con esos fabulosos pechos al aire, rebotando con cada embestida que recibía.
El chico empezó a masajearlos, apretándolos y pellizcándolos, haciendo que Carol soltara grititos de placer. Haciendo que ella moviera las caderas a la vez que el chaval bombeaba sin parar: había empezado de forma bastante torpe, pero llevaba ya un buen rato bombeando como si fuese un pistón. Yo ya no podía más con mi calentura, o entraba ahora o me iba, pero no me podía quedar mirando.
Justo cuando me había decidido por entrar, y que fuese lo que Dios quisiera, mi hermana giró la cabeza hacia la puerta, y sonrió! Sabía que la estaba mirando y disfrutaba con ello! No me lo podía creer, mi hermana, a la que había cuidad desde pequeña disfrutaba sabiendo que yo la veía así! Salí corriendo, me fui de casa abrumado, hacia casa de Irenia.
No le conté nada, pero seguro que algo notó, porque no dejaba de decirme si me encontraba bien. Salimos a comer fuera, aunque ella quería ir a casa. Yo no podía entrar en esa casa mientras mi hermana estuviera allí, follando, y menos con Irenia, así que cogí el coche y bajamos a Madrid. Durante la comida fui olvidando lo que había visto, y poco a poco y disfrutando de la compañía de Irenia. Esa tarde, al volver a casa mi hermana ya no estaba; así que Irenia y yo seguimos con lo que teníamos planeado, subimos a mi habitación y follamos más salvajemente de lo que habíamos hecho hasta entonces. Y es que el olor a sexo de mi habitación, y la imagen de mi hermana siendo follada en ese mismo sitio.
Irenia de nuevo debió notar algo, pero no comentó nada, nos quedamos abrazados en la cama y seguimos en casa hasta que se fue hacia la suya a dormir. Mi hermana no apareció.
Al día siguiente por la mañana empezaba a pensar que lo que había visto no era sino una mala pesadilla, no podía ser que me hubiese excitado de tal forma viendo a mi hermana, y tampoco podía ser que ella supiera que la había visto. Así que no me rompí la cabeza, deciendo que dejarlo pasar sería lo mejor.
Estaba viendo una peli en la tele cuando Carol volvió a casa. Me saludó, como si nada y se sentó en el sofá, diciendo que estaba muy cansada. Yo fui a coger algo de beber, pensando que mi no debía haberme visto el día anterior, y que lo mejor sería no decir nada. Al volver con las bebidas, no pude evitar imaginarmela desnuda.
Ella al verme parado y mirándola me dijo:
Te pasa algo? Estás completamente rojo.
Nada, me encuentro un poco mal...
Por cierto, ayer al final me quedé en casa.
Ah, está bien.
No viniste?
Mierda, lo sabía, ella me había visto y quería que se lo dijese, para sacarme los colores creo, siempre le había gustado jugar conmigo.
Bueno, esto...
Lo sabía! Ayer me viste verdad?
Ante la franqueza de la pregunta, y tal y como nos llevábamos mi hermana y yo, no pude mentirle.
Sí, os ví ayer, y ya podrías hacerlo en tu cama.
Ah, así que si que viste ignoró completamente mi acusación.
Sí, no pude evitarlo, hacíais mucho ruido y pensé que había ladrones...
Eso no explica porqué estuviste mirando tanto rato, podrías haberte ido... Mientras hablaba se iba acercando a mi, tenía su cara a menos de un palmo.
Lo siento, pero es que...
Es que nada, te pone cachondo ver a tu hermanita desnuda?
Bueno Carol, eres una chica muy guapa, y yo...
No es justo! Tu me has visto desnuda y yo a ti no... vamos, si te bajas los pantalones no lo tendré en cuenta.
No sé en que momento, pero el caso es que perdí el control de la situación: el recuerdo y la realidad se mezclaban; y la situación era bastante surrealista, así que tras unos forcejeos accedía a bajarme el pantalón y el calzoncillo, dejando mi miembro al aire.
Ella seguía sentada en el sofa, con la cara a escasa distancia de mi polla (que seguía milagrosamente flacida) mirándola y sonriendo de esa forma pícara en la que sonríe ella.
Porqué es tan pequeña?- Quería morirme, cómo que pequeña¿? Yo quiero verla cuando se pone grande.
Pero como podía tener tanta cara, decirme eso mientras me miraba a los ojos! Iba a subirme los pantalones e irme de allí.
Es que no te acuerdas de mi? Ayer, desnuda y sudorosa, sabiendo que me mirabas. Con mi coño siendo perforado por...
No tuvo que decir más, como si fuera un muella mi miembro se levantó, estirándose contra mi voluntad en toda su longitud, y es que tengo la imaginación muy vívida. Y mi hermana había casi susurrado esa última frase, mientras por fin! Acudía cierto rubor a su cara.
Es enorme! El chico de ayer la tenía mucho más pequeña!
Mientras hablaba su mano se había ido acercando a mi miembro, hasta que lo cogió, notando mi pulso acelerado a través de su mano.
Podríamos hacerlo, no le diré nada a Irenia, y te quitarás el calentón que evidentemente tienes.
Carol, esto está iendo demasiado lejos, yo QUIERO a Irenia; además, esto esá mal, tu eres mi hermana y...
A veces pareces tonto, quién te llamó para que vinieses a casa, y te insistió luego en venir a comer aquí?
Irenia, por? Y se hizo la luz, Irenia estaba compinchada con mi hermana, todas esas miraditas cómplices, la insistencia en ir a casa... Pero porqué? Cómo puede ser que Irenia esté de acuerdo en esto?
Pues porque Irenia también me quiere a mi, y yo también la quiero a ella. El único que faltabas eras tú, que entre lo que has tardado en tirartela, y lo indeciso que eres, pensábamos que nunca ibas a dar el paso.
No puede ser, quieres decir que tu e Irenia...
Pues claro, follamos desde antes de que tu te la tirases, de hecho fue idea mía que empezarais a salir. Y quedamos en que te compartiríamos, si estabas de acuerdo, claro...
Por fin, duda en su voz... Tras la trampa que me había hecho, todos esos días frotándose contra mi cuando nos cruzábamos, todos esos días en ropa interior, aun no sabía si la quería o no. Pues claro que la quería, aunque nunca se me había ocurrida tenerla como pareja, y no estaba seguro que fuese a salir bien: yo, Irenia y Carol. Pensándolo bien siempre habíamos estado juntos, y en cierta forma era injusto dejarla de lado... pero Carol era mi hermana y...
De nuevo estaba dudando, y ella lo sabía, así que tomó la iniciativa, cogió mi cinturón y me ató con él las manos a la espalda; antes de que supiera lo que estaba haciendo me empujó contra el sofá, dejándome estirado y con el miembro hizado cual bandera. Puso un pie sobre mi desconcertado pecho, y se empezó a desnudar.
Cualquier duda que pudiese tener se estaba evaporando por momentos, primero se quiró la camiseta, luego el sujetador, la falda y finalmente las bragas. Quedando desnuda ante mi.
Seguidamente se sentó sobre mis piernas, con las piernas abiertas alrededor de mi cuerpo, desnuda en todo su esplendor y temblando de deseo. Poco a poco se levantó sobre las rodillas, mostrándome su húmedo coño.
Puso mi miembro rozando sus labios vaginales, pero sin introducirlo; yo ya no podía más, necesitaba metérsela, pero me tenía inmobilizado contra el sofá. Poco a poco se inclinó sobre mi, dejando sus pechos a la altura de mi boca, cosa que no dejé de aprobechar. Recorrí el que había dejado sobre mis labios con la lengua, recorriendo toda la circunferencia del pezón, notando su sabor y haciendo que se pusiera erecto. Al momento siguiente lo chupaba como si fuera un niño de pecho, con ansia, deseándolo con intensidad. Ella empezó a gemir de placer, y mientras le chupaba el pecho movía la punta de mi polla por entre sus labios vaginales, prolongando el momento de la penetración y calentándome más allá de lo razonable.
Yo no podía más
Carol, no me tortures más, si tienes que hacerlo, hazlo de una vez o me volveré loco
Ella sonrió de nuevo y se dejó caer de golpe sobre mi polla. El impacto fue brutal, y de lo caliente que estaba incluso estuve a punto de venirme en ese momento. Llené su intimidad casi hasta las entrañas. Ella gritó al ser penetrada de golpe, como si le hubiesen introducido un palo sin previo aviso.
Carol empezó a saltar sobre mi polla, no hay otra manera de describirlo; si la primera embestida fue brutal, las demás no se quedaron cortas: se levantaba hasta que mi punta estaba a punto de saltar de su interior, y se dejaba caer de golpe. Yo me sentía como si la estuviese traladrando, follándola a golpes. Pero era ella la que dominaba esos golpes, y yo poca cosa podía hacer excepto disfrutar de la experiencia.
Parecía que ella estuviera loca, con cada embestida gritaba de placer, y cada vez notaba mi polla más resbaladiza, a causa de sus flujos vaginales, parecía que chorrease. Estuvo saltando poco más de diez minutos; y entonces le avisé.
Carol, para que me vengo, y no me has puesto condon.
Qué más da! Me he estado tomando la píldora desde que Irenia se te folló, y con los demás chicos siempre he usado condón.
Demás chicos¿? Con cuanta gente había follado mi hermanita¿? No tuve tiempo de pensar en nada más, porque instantes después me venía con una abundante corrida, que se mezcló con sus flujos en su interior, y empezó a chorrear sobre mi estómago.
Te ha gustado hermanito?
Por supuesto Carol, has estado genial, pero...
Calla Alberto, simplemente disfruta, ya hablaremos luego.
Acto seguido me besó tiernamente en los labios, y allí quedamos, rendidos. Me acababa de follar a mi hermana, y mi novia lo había alentado! Cómo serían las cosas entre nosotros ahora? A éstas alturas ya no tenía remordimientos, pero tenía miedo ¿y si mi hermana me había engañado e Irenia no sabía nada? Y si nuestros padres se enteraban? Bueno, todo llegaría.
Espero que les haya gustado, al final el relato lo he escrito yo, Irenia está con uno de los posteriores, en el que participó activamente. Y es que quedan un montón de cosas por contar, más que nada porque eso pasó hace unos 3 años, y desde entonces han pasado muuchas cosas, que espero seguir contándoles.