Todo queda en Familia (3: Irenia y Carol)

Carol siente envidia de la relación que se empieza a crear entre su hermano e Irenia; así que traza un plan para no quedarse sola.

Todo Queda en Familia III: Irenia y Carol

Era el año 2002 y apenas acababa de empezar septiembre; Carol iba a empezar el batchillerato, Irenia la facultad y yo seguiría en la facultad. Aunque la verdad es que lo que hiciese yo importa mas bien poco en éste relato; escrito por Carol, para entender un poco lo que pasó después. Así que os dejo con ella.

Como bien ha dicho Alberto se estaban acabando las vacaciones de verano, Alberto e Irenia aun no habían empezado a salir (les quedaban unos pocos meses) pero ya empezaban a tontear. Yo no podía hacer nada más aparte de mirar cómo las dos personas que más quiero se empezaban a enamorar, y me sentía un poco dejada de lado.

En anteriores relatos se ha dicho que Irenia y yo nos llevábamos bien, y es verdad, nos lo contábamos todo, que si tal chico me gusta, que si ayer hice esto o aquello. Incluso cosas más íntimas, como que aparatos usábamos para proporcionarnos placer, si lo habíamos hecho y con quien... Bueno, lo que se acostumbran a contar dos amigas. También se ha dicho que Irenia prácticamente vivía en casa, así que era lógico y normal que alguna vez le hubisese dejado mi vibrador, incluso que lo usase en casa (sin que mi hermano se enterase).

Otra cosa importante era que yo estaba (y estoy) loquita por Alberto, y me daba cierta envidia que fuese Irenia la que finalmente se lo llevara al huerto; pero me daba una oportunidad, acercarme a ella aun más para que más adelante compartiéramos a mi hermano. Sé que parece una idea descabellada, pero cuando están en medio el amor y porque no decirlo la lujuria, se puede hacer cualquier cosa.

Primero la idea de montármelo con Irenia me parecía un mal menor, pero a medida que iba pensando en ella, la idea me empezaba a seducir; al fin y al cabo: como sería hacerlo con alguien delicado, con la piel fina y que realmente sabe lo que le gusta a una mujer. Como más pensaba en ello más caliente me ponía, hasta que decidí probarlo incluso sin el horizonte de Alberto, sólo para mi autosatisfacción.

El plan era sencillo, tenía de calentarla mucho, hacer ver que me iba de casa y dejarle a huevo un vibrador para que lo usase en mi ausencia. La ausencia de mi hermano era fácil, con convencerle de que quedase con sus amigos lo tenía entretenido durante todo el día.

Una vez decidido el día, pasé a hacer lo que más tarde haría con mi hermano: incrementar el contacto físico casual con ella, para que se fuese acostumbrando. Le besaba más a menudo, le hacía masajes, le ponía la crema solar, rozaba mis pechos (aún no estaban del todo desarrollados, pero eran ya bastante grandes) contra los suyos. En resumen, me convertí en una babosa durante tres o cuatro días, hasta el día señalado.

Mi hermano se había ido prontito, y esa noche Ireina se había quedado a dormir en casa; pasamos las primeras horas de la mañana charlando en la piscina, con mis ya habituales sobeteos y caricias; hasta que llegó el momento de irse:

Irenia, si no te sabe mal me tengo que ir un momento, que Miriam me tiene que dejar unos cd’s. Vuelvo en un par de horas, para comer aquí contigo.

Bueno, pero no tardes, que quedarse aquí sola no es excesivamente divertido.

Antes de irme dejé un vibrador en el comedor, a la vista, y otro en el lavabo del primer piso (sé que es poco sutil, pero es que para algunas cosas soy un poco bruta). Ya sólo me quedaba que estuviese tan aburrida y caliente que lo único que le quedara por hacer fuera gozar un rato con su cuerpo.

Hice ver que me iba, dejándola sóla en la piscina y esperé escondida dentro de casa. A la que llevaba diez minutos tomando el sol entró a casa, supongo que para coger un refresco o para ir al lavabo. A la que vi que se quedaba dentro decidí acercarme un poquito para ver qué estaba haciendo. Bingo! Acababa de coger el vibrador del comedor, y subía las escaleras hacia las habitaciones mientras murmuraba:

Ésta Carol... mira que dejarse esto en el comedor, sólo falta que venga Alberto y lo vea.

Mierda, iba a guardarlo? Un momento, lo estaba mirando con detenimiento, seguro que se había dado cuenta que hacía poco que lo había usado yo (no pude resistirme, la visión de mi montándomelo con Irenia me había puesto cachonda, y a nadie le amarga un dulce ;P). Me quedé alucinando al ver el siguiente movimiento de Irenia: se había llevado el vibrador a la nariz y estaba oliéndolo (será guarra!) para acto seguido pasar a chuparlo, saboreando los jugos que habían quedado impregnados en él. No me iba a defraudar.

Esperé a que acabase de subir por las escaleras para seguirla de cerca, la ví entrar en su habitación y seguidamente empezé a oir un zumbido. Sí! Ese ruido era inconfundible, había encendido el vibrador. Me acerqué a la puerta de su habitación para mirar, esperando el momento de entrar y sorprenderla en plena faena.

Nada más asomarme la ví estirada en la cama, con los ojos cerrado y las piernas abiertas, apuntando hacia donde yo me encontraba. El rubor teñía sus mejillas y los gemidos salían de su boca. Su cuerpo temblaba, con el vibrador metido casi intégramente en su concha. Entre sus gemidos soltaba algún grito nombrando a mi hermano.

La visión era espectacular, y me empezaba a poner caliente; yo nunca le había hecho ascos a besarme con alguna compañera, por la curiosidad, pero esa fue la primera vez que me ponía caliente viendo a otra mujer. Irenia tenía la falda por encima de las caderas, y se había bajado la camiseta, dejando a la vista sus generosos pechos. Los gritos y sonidos que hacía eran muy sugerentes, y la cama empezaba a quedar empapada con sus jugos. Se la veía tan entregada que sólo podía pensar en acercarme a participar de esa fiesta.

Yo ya no podñía esperar más, notaba como algo caliente empezaba a deslizarse por mis piernas, y me dí cuenta que llevaba unos segundos juguetando con mis dedos mientras miraba a Irenia. Si estaba o no lista para que me acercase a ella me daba igual, lo que quería era besarla y compartir el juguete con el que estaba jugando. Así pues entré con decisión en la habitación.

Irenia se sacó de golpe el vibrador, bajándose la falda y tapándose de nuevo los pechos. O atacaba en ese momento en el que la tenía desconcertada o no volvería a presentarse una oportunidad como esa.

No es lo que parece...

Frase absurda, a la que no le hice ni caso; me acerqué a ella sin dejarle decir nada más, mirándole a los ojos, comiéndomela con ellos. A la que llegué a su altura acerqué mis labios a los suyos y le di un profundo beso. Al principio no reaccionó, pero al momento empezó a devolvermélo, introduciendo su lengua en mi boca, donde ambas se encontraron. Es increíble lo suaves que tiene los labios, daba gusto compartir el calor de nuestras bocas, besándonos con ternura, pero sin olvidar la pasión.

Cuando noté que Irenia se empezaba a abandonar a mis atentos besos, a la pasión que salía de mis labios no dudé en dar un paso más; mi mano se introdujo por debajo de su falda para acariciar su precioso tesoro. Primero palpé sus labios, acariciándolos, para acto seguido introducir un dedo en su concha, para después introducir un segundo y un tercero. Ése había sido el momento clave, Irenia se dejaba llevar! La verdad es que se parecía bastante a mi en su forma de ser, así que no debería haberme sorprendido tanto.

Ella volvía a gemir con tanta intensidad como cuando estaba jugando con mi vibrador, con la diferencia que ahora eran mis dedos los que le hacían gozar. Mis dedos estaban empapados, lubricados por los jugos de Irenia. Notaba el interior de su cabidad, su humedad, tan distinta y tan parecida a la mía.

La senté en el sofá y le quité poco a poco la falda, mientras ella me miraba a los ojos, sonriendo, mientras su respiración volvía lentamente a la normalidad. Me arrodillé entre sus piernas, cogiéndole los tobillo y separándolos poco a poco, para ver cómo se abría para mí. Una vez la tenía en todo su esplendor ante mí pasé a poner mi cabeza entre sus piernas, recorriendo con la lengua lo que antes había recorrido con los dedos.

Finalmente introduje mi lengua en su cabidad, sabía un poco salado, pero estaba mojado y palpitante. Solo introducir mi lengua ella empezó a gemir de nuevo, su calentura iba en aumento, así como la mía. Tracé círculos con mi lengua por su interior, mientras ella se acomodaba mejor, dejando que yo le proporcionara placer. Nunca había lamido un coño, pero sí que habían lamido el mío, así que creía saber lo que le gustaría a Irenia. Por la manera en que empezó a gritar creo que le gustaba.

Cuando yo ya no podía más, la ayudé a tumbarse en el suelo, y pasé mis piernas por encima de su cuerpo, dejando mi concha justo encima de su cara.

No es justo que sólo disfrutes tu.

Tras un breve momento de vacilación apartó mi braga y empezó a lamer ella, primero con timidez, y luego como si le fuera la vida en ello, chupando, lamiendo, introduciendo su lengua en un feroz metesaca... parecía una turmix de lo rápido que movía su lengua. Por unos minutos no pude más que tocar el paraiso con los dedos, hasta que volví en mi y me dispuse a acomodar mi lamida a la suya.

No sé cuanto rato estuvimos así, pero nuestros cuerpos sudaban como si acabáramos de correr una maratón; nuestros coños parecían surtidores, y no dejábamos de temblar y gemir; incluso gritar en los breves momentos en que nuestras luengas lo estaban ocupadas. Yo me había venido como unas siete veces, y supongo que Irenia tendría un vagaje similar de orgasmos.

Creo que en ese momento hubiésemos estado así hasta que muriéramos de agotamiento; pero Irenia tenía otra idea.

Creo que te toca disfrutar un poco más.

Ví asombrada cómo alargaba el brazo hasta coger algo que había quedado olvidado en el suelo: mi vibrador, en el que ya se mezclaban mis jugos con los suyos. Lo cogió con una mano y pasó a introducirmélo sin más preámbulos. Solté un grito tan potente que aún hoy me parece mentira que nadie viniese a investigar. Era como la diferencia que hay entre sacar un cinco y sacar un diez en un examen; las dos cosas estaban bien, pero no tenían punto de comparación. Así me sentía yo, notando como su mano movía ese aparato a grandes velocidad, acompañando el metesaca de lametones, jugando con sus besos, con su cuerpo... Nunca antes me había sentido tan bien, sin duda Irenia sabía lo que me gustaba.

Ésta nueva situación duró menos de lo que me hubiese gustado, pero estuvimos un rato así, disfrutando, hasta que tuve un grandísimo orgasmo, que me recorrió cual electricidad desde la punta de los pies hasta la raíz del cabello, arqueándome y gritando como una perra en celo.

Quedamos las dos estiradas en el suleo, gimiendo y sudando, recuperándonos de la gran cantidad de orgasmos que habíamos tenido. Irenia se acercó a mi y me besó de nuevo tienamente en los labios. Nos abrazamos y nos besamos.

Ha estado genial. Me dijo Irenia

Tenemos que repetir

Sin dudarlo

Al cabo de un rato nos fuimos a duchar, donde gozamos un poco más, le hablé de mis sueños con Alberto, y le pedí ayuda. Unos meses después empezaron a salir, a iniciativa de Irenia; y nosotras dos estuvimos gozando a menudo a espaldas de mi hermano. Hasta que...

Bueno, ya os he puesto en antecedentes, espero que os haya gustado, porque a mi y a Irenia les encantó. El próximo aun no sabemos quien lo escribirá, pero espero que sea el que cronológicamente iría despues del segundo. Un saludo y espero vuestros comentarios.