Todo queda en familia

Durante unas vacaciones, sucedió algo que llevaba mucho tiempo esperando.

Como todos los veranos, mis padres y yo, fuimos a pasar unos días al pueblo de mis abuelos. Era un sitio pequeño, pero muy acogedor y a las afueras del pueblo había un río, que era la piscina de todos en verano.

Cuando llegamos, saludamos a mis abuelos, después bajamos las cosas del coche y entramos en casa: mientras que mis padres charlaban con mis abuelos, yo me fui a dar una ducha fría, era verano y en aquel sitio hacia mucho calor. Salí de la ducha, me sequé el pelo y me vestí: camiseta de tirantes y pantalón corto.

  • Voy a dar una vuelta, a ver si veo a los tíos y a los primos para saludarles - dije antes de salir por la puerta.

  • Vale, si los ves diles que luego iremos nosotros - dijo mi madre.

Salí de casa contentísima y brincando como una cabra por el monte, luego veréis por qué. Llegue a la calle: me pare, mire al cielo y estirando los brazos dije:

  • Prepárate Nico, ya estoy aquí.

Empecé a pasear y llegué‚ a casa de mi tía Carmen. Toqué al timbre y Sara abrió la puerta.

  • ¿Pero si es Yesy? Ven mamá, ha venido Yesy. ¿Qué tal estas? Y ¿tus padres? cuanto tiempo hace que no venías - dijo sorprendida al abrir la puerta.

Sara, era mi prima, la hija de tía Carmen y la verdad que vi lógico que se sorprendiera de verme allí: hace tres años tuve unos problemillas de salud desde entonces no habíamos salido a ningún lado.

  • Nosotros estamos todos bien, mis padres están viendo a los abuelos, luego vienen y vosotros ¿qué tal estáis? después de tanto tiempo supongo que tendréis muchas cosas que contar.

  • No te creas, en un pueblo todo es costumbre por lo que no suele cambiar nada. Ya sabes la gente viene, se va, y aquí todo sigue igual - dijo mi tía mientras salía a saludarme.

Después de los típicos besos y del achuchón familiar, seguí visitando a la familia.

La casa siguiente era la de mi tío Enrique, pero no había nadie en su casa, una vecina me dijo que se habían ido al río y que no tardarían mucho. Le di las gracias por la información y decidí ir a buscarles.

Por el camino me encontré con un buen amigo de mis padres, el cual se puso a hablar conmigo un buen rato, dándoles tiempo a mi tío y familia a que vinieran del río y me sorprendieran en medio de la calle.

  • ¡Mirar quien ha venido! La princesa de la familia - dijo mi tío mientras me cogía por la cintura y me levantaba - ¿Qué tal estás muchachita? pensábamos que te habías olvidado de todos nosotros.

  • ¡Hola tío! No tendrás esa suerte ¿cómo voy a olvidarme de mis tíos favoritos? Dices unas cosas... - dije alegremente - Bájame, para que te pueda dar dos besos, me haces cosquillas.

Me bajó y después de saludarlos a todos, estuvimos un buen rato hablando de muchas cosas: de lo que había pasado y cambiado en esos tres años. En ese momento aparecieron mis padres y se unieron a la charla; yo aproveche y le pregunté a mi primo Monchu que era de Nico:

  • Está trabajando en una fábrica de cerámicas, moldeando cosas con barro.

  • ¡Guauuu! Que trabajo tan bonito - le dije, aunque me daba igual en qué trabajara o donde, sólo quería saber si seguía en el pueblo- ¿Y sabes a qué hora vuelve? Quiero darle una sorpresa.

Dijo que no lo sabía, que unos días salía antes que otros. Me despedí de él y cuando ya no me veía di un saltito y pegué un pequeño grito: Nico fue mi cuidador cuando yo era pequeña, aunque para él siempre seguiré siendo pequeña por muchos años que pasen. Nico es mi primo mayor, mi amigo, mi confidente y a escondidas... el mejor amante que una chica como yo puede tener. Es alto y musculoso, tiene unos ojos preciosos y una mirada penetrante, un cuerpo 10, es alguien a quien se lo puedes contar todo, sabe escuchar y hacer que yo me sienta orgullosa de ser quien soy.

Estaba super contenta, no tendría mucho que esperar para encontrarme con él. Me sentía bien, pero quería estar sola a la espera de lo que sucediese, así que me fui al río, y allí, de pie, miraba como el agua pasaba.

  • Hola princesa, ¿esperas a alguien? - era una voz familiar, segura y varonil, que me susurraba al oído, dando calor en mi cuello y excitándome- Date la vuelta para que te vea bien.

  • ¡Ni...co...! - y dando un salto, me lancé a sus brazos.

  • Cuanto has cambiado, te has convertido en toda una mujercita... pero fíjate en esas curvas.

  • Hace mucho que soy una mujercita, aunque tu no te quieras dar cuenta.

Nos pusimos a contar todo lo que había pasado en esos tres años en los que no nos habíamos visto, al rato dijo:

  • Vengo todos los días después de trabajar a darme un baño- y quitándose la camiseta- ¿quieres acompañarme?

  • Ya sabes, contigo lo que quieras.

Me quité la ropa y me metí en el agua, detrás de él. El agua estaba fría, se me endurecieron los pezones inmediatamente. Nico fue nadando hasta la otra orilla del río, salió del agua y se sentó en un tronco.

  • Ven aquí, deja que te admire otra vez.

Fui nadando hasta la orilla donde estaba él, salgo del agua y me escurro el agua del pelo con las manos. En éste momento me fijé en la mirada de Nico: estaba alucinado repasando mi silueta: "¿tanto habré cambiado en tres años?" pensaba yo; mientras él pensaba: "pechos pequeños y redonditos con un pezoncito guerrero en el centro, un culito que me pierde, caderas que embellecen su figura... y una sensualidad que no es propia de su edad". Llegué a su lado y...

  • ¿Desde aquí me ves bien o quieres que me acerque más?- Le dije con voz muy, muy sugerente- Déjame que ahora te vea yo a ti- le ofrecí mi mano, se levantó y dio un par de vueltas.

  • ¿Te gusta lo que ves?- me dijo.

  • Me encanta, estas hecho un hombre ¿y a ti?- le respondí.

  • Cómo no, ya eres toda una mujer, hecha y derecha.

  • Y... ¿te apetece intimidar con esta mujer?- le dije con voz provocativa.

Se ladeó, acercó su cara a la mía, me besó la frente, la nariz y acabó en mi boca, acariciando mis labios con los suyos. Fue un beso... lento, intenso y profundo; rodeé su cintura con mis brazos, mis manos se separaron, se abrieron y bajaron hasta su culito respingón para palpar y apretar aquella hermosura; me apoyé en el tronco y a la vez que tocaba, empujaba hacia mi para notar su paquete en mi sexo.

  • Te he echado mucho de menos, princesa- decía mientras intentaba desabrocharme el sujetador para que sus dedos jugaran con mis pechos erectos.

  • Sabes que yo a ti también, siento no haber podido venir antes, pero la espera a sido buena- le comentaba mientras mis traviesas manos bajaban su slip.

Me tumbé en el tronco, sus manos rodeaban mis pechos, su lengua besaba mi cuello y su miembro luchaba con conseguir penetrar en mi húmedo chochito. Yo le tocaba la espalda de arriba abajo, le besaba los hombros y le mordía los bíceps. La noche caía, pero no para nosotros. Nos incorporamos y nos tumbamos en el suelo, uno al lado del otro, metió una mano por mis braguitas, lo que provocó un profundo suspiro por mi parte. Le bajé el slip por delante, agarré su miembro erecto y jugando con la punta, le dije:

  • Cariño, hazme el amor como nunca.

  • Prepárate, pequeña.

Pasó un brazo por debajo de mi cuello, me separó las piernas y se puso a jugar con mi chochito; mi clítoris cada vez se hacía más y más grande, yo aproveché para lamerle las tetillas y el cuello, mientras con una mano le acariciaba los testículos, dos bolitas peludas que hacían que su verga se endureciera más.

El seguía jugando con mi humedísimo sexo, con esos dedos que le daban forma a mi placer; yo seguía acariciando su sexo y mordiendo a la vez sus brazos, gimiendo como si ya me hubiera penetrado; busqué su boca y le di un tremendo beso donde nuestras lenguas se juntaron, se enredaron como si nunca se quisieran separar. En ese momento, me ladeo y poco a poco me penetró con su viril miembro.

  • ¡Ah...!- gemí de placer.

Poco a poco y muy despacio, para sentir bien lo que estábamos haciendo, empezó a bombearme: ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! a la vez que con una mano, seguía estimulando mi clítoris.

  • ¿Te gusta nena?

  • ¡Sí...! ¡Sí! no pares cariño, sigue así.

Yo seguía estimulando sus huevecillos, hasta que el placer fue tanto que... rápidamente me giró, quedando yo a cuatro patas; me agarro fuerte de la cintura y volvió a bombearme ahora con más intensidad: ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS!

  • ¡¡¡Tóma nena!!! todo para ti.

En ese momento juntos llegamos a un placentero y tierno orgasmo.

Al acabar, volvimos a tumbarnos en el suelo, puse la cabeza encima de su pecho y él me rodeó con su brazo.

  • ¿Qué tal? - me preguntó.

  • ¡...m! me ha encantado ¿por que no me recibes así siempre?

  • Te recibiré como tu quieras, pequeña.

Los dos juntos, fuimos a casa de mis abuelos a cenar.

  • Mirar a quien me he encontrado. Nico, ¿te quedas a cenar? Sí, venga, quédate.

Estuvimos cenando y charlando, cuando acabamos:

  • Yesi, ¿vienes conmigo? - dijo Nico- Quiero enseñarte una cosa.

(¿¿¿Continuar...???)