Todo Queda en Familia (06: Las chicas se van a...)
El pobre Alberto tiene que trabajar durante toda una semana, y las chicas, para no sentirse desatendidas deciden irse a esquiar.
Todo Queda en Familia VI: Las chicas se van a esquiar
Habían pasado ya seis meses desde que Irenia, Alberto y yo follamos por primera vez. Los habíamos pasado juntos un tiempo relamente increíble, condormándonos y disfrutando los unos de los otros.
La relación con Alberto había cambiado bastante, hay que ver lo que hacen unos meses follando con tu hermanito para que te vea de otra forma... En cuanto a Irenia seguíamos igual, consolándonos entre nosotras cuando mi hermano ya no podía más.
Estábamos a principios de marzo, cuando Alberto nos dijo que durante la siguiente semana no nos podríamos ver, porque le habían encargado un trabajo muy duro en la facultad, y tendría de quedarse con sus amigos para acabarlo a tiempo. Alegando que en casa tendría "demasiadas distracciones". La verdad es que en parte tenía razón, pero es que quien se puede resistir a hechar un buen polvo?
El caso es que Irenia y yo (que para los que no hayan leído los anteriores relatos, me llamo Carol) nos quedábamos desatendidas y solas; y aunque teníamos nuestros juguetitos, no es lo mismo. Así que ni corta ni perezosa le propuse que nos fuésemos a "esquiar", que seguro que encontrábamos consuelo en las pistas de esquí.
Tras convencerla de que una canita al aire de vez en cuando no hace daño a nadie (de hecho, he seguido teniendo relaciones aparte de ellos dos, aunque no lo sepan). Nos dispusimos a decirle a mi hermano que nos tomábamos una semanita de vacaciones aprobechando su ausencia, y que nos íbamos a Andorra a esquiar. Al principio no le gustó la idea, pero tras unos cuantos estira y afloja acabó cediendo, posiblemente por los remordimientos de dejarnos solitas toooda una semana.
Los preparativos fueron rápidos: comprar los billetes, elegir un buen hotel, comprar algo de ropa de abrigo y cargar la maleta de condones. Cómo nos lo íbamos a pasar.
Después de despedirnos de mi hermano, un vuelo bastante corto y un aún más corto viaje en taxi, llegamos al hotel. La verdad es que no era nada del otro mundo, un tres estrellas resultón, pero si lo queríamos era estar con gente joven, estaba claro que no podíamos irnos a un cinco estrellas...
Al llegar a la habitación, lo primero que hicimos fue poner la ropa en los armarios y acomodarnos (Irenia es un poco maniatica del orden, con lo bien que va ir cogiendo las cosas según las necesitas...). Una vez instaladas, y visto que la mayoría de la gente estaba en las pistas de esquí, nos fuimos a investigar el hotel, con la idea de mirar en qué estado estaba la piscina climatizada (único rasgo de lujo que había en el hotel).
Tras dar un par de vueltas por el hotel, y preguntar la dirección de la piscina llegamos a ella. Al entrar se estaba bastante calentito, y había una especia de niebla flotando en el aire, con total seguridad debido a la ausencia de un buen sistema de ventilación.
Una hojeada rápida nos mostró que nos encontrábamos solas, así que nos decidimos a prescindir del bañador, total, qué más daba? Si entraba alguien nos daba igual, total no nos conocían...
La verdad es que es un placer nadar desnuda en agua caliente, y tener a Irenia al lado, con sus pechos sobre el agua, y los pelos de su intimidad flotando libres...
Te puedes dar la vuelta un momento? Me parece que he visto algo pegado a tu culo
No será un bicho no?
Hay que ver lo inocente que es Irenia a veces. Ni corta ni perezosa se puso a cuatro patas y me dio la espalda.
Si es un bicho quitamelo, por favor.
Claro que podía verlo, tenía el culo precioso, y veía su coño abierto ante mis ojos, así que empezé a quitarle el bicho. Me puse a mi vez a cuatro patas a su espalda y empezé a chupar.
Oye, podrías avisar!
Por toda respuesta introduje mi lengua en su coño a la vez que mis dedos jugueteaban con su ano. Yo estaba a cien, y estoy segura que ella lo estaba disfutando más que yo. Así que le regalé con unos estupendos minutos de chupeteo, hasta que sus gemidos empezaron a delatar lo mucho que le gustaba.
Desgraciadamente, cuando nos disponíamos a intercambiarnos entró alguien en la piscina. Un chico jovencito, posiblemente incluso más joven que yo. Fue vernos y marcar la tienda de campaña en su bañador.
Nosotras reaccionamos absurdamente, Irenia se cortó, y no nos quedó más remedio que disculparnos e irnos hacia el vesturio.
Oye, que hemos venido aquí a follar!
Lo siento Carol, pero es que me pilló en mal momento, me había olvidado que alguien nos podía sorprender. Además, has visto, apenas es un chaval!
Oye, que yo no soy mucho mayor, y tu no es que me lleves muchos años tampoco. Además, seguro que el chaval está desesperado por pillar, y polla tiene, a menos que llevase un paraguas debajo del bañador.
Eso es verdad.- Se empezaba a ruborizar pensando en esa polla, olvidando al fin que había alguien enganchado detrás.
Bien, ahora nos vestiremos y le esperaremos fuera, así nos disculpamos, y quien sabe, incluso podemos pasar una tarde entretenida...
Una vez cambiadas hicimos lo que habíamos pensado, charlando sobre lo que estaría haciendo nuestro querido Alberto. Y la pena que nos daba su dura semana de trabajo. De ésta guisa permanecimos poco más de tres cuartos de hora, seguros que la tardanza del chaval se debía a que se estaba bajando el calentón manualmente, incluso llegué a sugerir que podríamos echarle una mano, que era culpa nuestra.
Cuando Irenia se empezaba a plantear seriamente mis proposiciones, el susudicho chaval salió de la piscina, con una cara de relajación y felicidad que lo decía todo. Aunque se truncó al ver que nos acercábamos.
Siento lo de antes, pero no me esperaba que estuviéseis... bueno, ya sabéis.
Claro, no pasa nada, la culpa es nuestra por no estar atentas. Mira, si quieres ésta tarde podemos salir a esquiar juntos, así nos disculpamos por el mal momento.
No hace falta de verdad.
Insisto, no estaría bien que no te diésemos una explición.
Bien, si no hay más remedio... Nos vemos a las 4? Es que ahora tengo que ir a comer con el colegio.
Bueno, pero trae a un amigo, así será más divertido.
El chico se fue bastante nervioso hacia el comedor, supongo que pensando si ese sería su día de suerte. Y poniéndose a cien al imaginar que sí. Tengo de reconocer también que me sorprendió que la conversación la llevase Irenia, aunque mejor, si hubiese sido yo igual le hubiese dicho: oye, traéte a un amigo y follamos, te parece?. Mejor así, podríamos conocer a los chicos y decidir si darnos el gusto con ellos.
Las horas pasaron bastante deprisa, entre el alquiler de esquís para Irenia, mi tabla de Snow, y la compra de los Forfettes (nunca he sabido escribirlo), nos presentamos a las 4 y pico en la entrada del hotel. Donde el chaval y un amigo (que estoy seguro nunca se lo agradecerá lo suficiente) estaban temblando, y hablando entre ellos.
Ves allí vienen.
Pobrecillos, seguro que el amigo pensaba que le habían tomado el pelo. La cara que puso al vernos no tiene precio, y es que ver a dos chicas jóvenes (17 y 20 años teníamos), con grandes pechos (los míos son más grandes) mostrados a medias mediante el escote, delgaditas, y sabiendo que se lo montan juntas... Pues eso, que la cara fue impagable.
Nos presentamos y nos dirigimos a las pistas, a esquiar un rato. Estuvimos charlando y descubrimos bastantes cosas sobre ellos. Se llamaban Juan y Jordi, y eran de Barcelona. Habían venido con su colegio a la semana blanca (una semana a esquiar), y como ambos sabían esquiar bastante bien, pues se saltaban las clases con monitor e ivan por libre. Habían llegado el mismo que día que nosotras, tras un largo viaje en autobus, y cursaban cuarto de eso (16 años uno y 15 el otro). La verdad es que eran bastante majos, y aunque no eran lo que teníamos previsto (dos pollas más maduras y experimentadas) decidimos darnos el capricho, y charles un regalo a los dos chicos.
Al llegar al hotel y despedirnos, les dijimos que hacíamos una pequeña fiesta en nuestra habitación, y que estaban invitados. Ellos apesadumbrados nos dijeron que intentarían venir, pero que tenían toque de queda, y que el profesor de gimnasia estaría vigilando en el pasillo.
Al final conseguimos que nos prometiesen que intenterían venir, pero no lo veían muy claro.
Carol, me parece que no van a poder venir. A la que los vean salir de la habitación les pegarán una bronca y los encerrarán otra vez.
Han dicho que era un profesor no?
Sí, por?
No te preocupes que como me llamo Carol que hoy follamos. Tú compra algo de beber y espérame en la habitación, se me ha ocurrido lo que puedo hacer para follar ésta noche.
Ella me hizo caso, y fue a comprar algo de cerveza para la noche. Yo por mi parte fui al comedor de los chavales, a localizar al profesor de gimnasia. Fue inequívoco: un hombre mayor con chándal y el resto eran todo profesoras; así que no había pérdida.
Un par de horas después, y diciéndole a Irenia que esperáse a los chicos en la habitación, me dirigía hacia la planta que tenían reservada. Allí estaba el profesor, sentado en una silla y leyendo una revista mientras vigilaba el pasillo de las habitaciones.
Me acerqué a él, debía tener asi cincuenta años, y aunque no era un atleta, se notaba que intentaba mantenerse en forma, porque apenas sí tenía barriga. El hombre levantó la mirada al verme, supongo que pensando que una de sus alumnas se había escapado de su habitación. Al ver que no lo era, se levantó y se acercó a mí.
Señorita, le puedo ayudar?
Creo que sí, mire, mi novio ha tenido un accidente esquiando y...
Lo siento, pero no puedo llevarles hasta el hospital más cercano, soy profesor, y debo vigilar que los chicas y las chicas no se mezclen, usted ya me entiende.
Claro que le entiendo, si es por eso que vengo, mire, no me voy a andar por las ramas; le he visto cenando ésta noche, y me parece que usted es el hombre más hombre que hay en el hotel. Y como mi novio está en el hospital ésta noche y yo estoy sola pues...
Señorita, que soy un hombre casado. De hecho no tengo una hija que no puede ser mucho más joven que usted. Por cierto, cuántos años tiene?
Dieciocho.- Me apresuré a mentir.- Aunque estoy segura que puedo hacerle cosas que su mujer hacer tiempo que no le hace.
Viendo un momento de indecisión, me abrí la blusa, y apreté mis pechos contra su torso. Él, que al fin y al cabo era un hombre, empezó a empalmarse, y yo a notar el bulto que marcaban sus pantalones.
Señorita, no puedo hacerlo, mis alumnos podrían salir, y vernos.
Adversario duro, pensé.
Pues entremos en tu habitación tontorrón.
Él me cogió de la mano y me llevó a una habitación que había al fondo del pasillo. Y nada más entrar le epujé sobre la cama, bajándole los pantalones hasta los tobillos.
Su polla era más bien pequeña, no más de trece tristes centímetros, de hecho no era ni gruesa. Y al acercar mi cara, noté un olor bastante fuerte y nauseabundo, pero era por una buena causa. Así que sin esperar a ver si tenía arcadas o no me la metí en la boca y empecé a chupar como loca.
Una vez con la boca llena me dejé llevar, siempre se me ha dado bien comer pollas, de hecho llevaba seis meses despertando a mi hermano con una fabulosa mamada. Me dejé ir y fui chupando, contrastando el fuerte y desagradable sabor salado con el más conocido de mi hermano.
Gracias a Dios la mamada duró bastante poco, porque el pobre desgraciado se corrió cuando apenas llevaba tres minutos chupando. Inundando mi cara de lefa, que al menos sí que era abundante. Un par de sorbos y tenía la polla limpia.
Después intenté volverla a poner dura, pero quinze minutos más de juguetear con ella entre mis pechos, usando mi lengua en su frenillo sólo hicieron que se pusiera un poco morcillona.
Lo siento, pero nunca he podido echar más de uno.
Más de uno? Pero si se había corrido apenas le había tocado! Bueno, seguro que los chicos tenían más aguante que éste.
No pasa nada.
Me despedí del avergonzado profesor y me dirigí a la habitación que compartía con mi querida Irenia. Deseando que los chicos hubiesen aprovechado mi "distracción".
Al acercarme a mi habitación me abandonó la angustia, se oían risas de dentro. Seguro que se lo estaban pasando bien.
Cuando entré ví que estában sentados en la cama, con una cerveza cada uno en la mano. Y disfrutando de una charla amena. Los chicos parecía que habían cogido cierta confianza, y hacían bromas con Irenia, que dsifrutaba con la situación.
Me dedicaron un saludo al entrar, y empezamos a charlar de nuestras cosas, parecía que no hubiese prisa; teníamos toooda la noche, y apenas eran las onze.
Mientras bebíamos ivamos charlando con los chicos.
Tenéis novia?
Yo sí, a Juan le gusta una chica, pero no se atrave a decirle nada.
Muy mal, si os gusta alguien no tenéis que callaroslo. Debéis disfutar de la vida, que nunca se sabe.
Bueno, eso es fácil de decir, pero y si me dice que no?
Pues a por otra, pero y si te dice que sí?
Pues a follar como locos!
Parece que sólo pensáis en una cosa.
Y vosotras dos qué? Habéis seducido a unos estudiantes de secundaria!
Eso es verdad, aunque no parece que se den por aludidos...
Dicho esto me acerqué a Irenia y empezé a sobarle los pechos por encima del jersey. Estaba harta ya de tanta charla insustancial! Yo lo que quería era que me follasen de una puñetera vez! No charlar con dos niñatos que no se decidían a participar.
Unos segundos de sobeteo y las pollas de los chicos ya miraban al cielo, marcando unos respetables bultos en sus jeans. Irenia y yo empezamos a besarnos, a sabiendos de cuánto les gusta a los chicos ver a dos tías buenas besándose. Unos besitos tiernos, con las bocas abiertas, para pasar a juguetear con nuestras lenguas a la vista de los dos.
Al fin uno de ellos se acercó a Irenia por detrás, y la tumbó sobre la cama. Aprobechando ese momento yo me decidí pasar a mayores, bajándole la falda y las bragas. Dejando su coño al aire, y viendo que sus bragas ya empezaban a mojarse.
Una vez despojada de su ropa interior, me dediqué a repetir lo que ya le había hecho por la mañana, pero ésta vez para quitarme el mal sabor de boca de la polla de aquel profesor. Porque hay que ver lo bien que sabe el coño de Irenia.
Un poco de cunilingus y los chicos empezaron a tomar la iniciativa. El primero fue Jordi, el que tenía novia. Que cogió a Irenia, apartó mi cabeza y le subió las piernas, para empezar a meter los dedos en un coño que no necesitaba ningún tipo de lubricación. Acto seguido se sacó una polla decente (unos diecisiete centímetros) y la metió de golpe en la boca de Irenia, que ante ésta novedad empezó a chupar y succionar como si le fuese la vida en ello.
Yo por mi parte tuve que volver a comer polla, más que nada porque Juan parecía que se conformaba con mirar, y eso no podía ser. Así que se la saqué del pantalón, y sin pararme a mirar, me la introduje en la boca. Cual fue mi sorpresa al comprobar que no me cabía toda! Sorpresa agradable, pero sorpresa al fin y al cabo. El chaval no se movía, simplemente se dejaba hacer, y yo lo dejaba a punto, poniéndosela más y más dura.
Por su parte los dedos de Jordi estaban completamente mojados, y tanto él como Irenia jadeaban de placer, así que no debía preocuparme por ellos.
Unos minutos más de comer polla y estaba ya harta. Llevaba todo el día comiendo el sexo de los demás. Ya era hora de que alguien me follase.
Basta ya de comer pollas! Aquí hemos venido a follar, así que ya os estáis poniendo las pilas!
Me levanté, me dirigí a Irenia y nos pusimos ambas a cuatro patas, invitando a los chicos a follarnos de una puñetera vez.
Se puede saber a qué estáis esperando? Metédnosla ya!
No sé a qué esperaban, dos tías buenas a cuatro patas, con los coños abiertos y suplicando a ser folladas. ¿Serían Gays? No podía ser, claro, pero alguien tenía que follarme, y si ellos no me la metían, se la cogería y me la metería yo. No hizo falta, tras mirarse y dudar un momentín, apuntaron y las clavaron de golpe. Nunca voy a acostumbrarme a éstas brutales embestidas, me gustan tanto.
Por el grito de Irenia estaba claro que le había tocado el portento, bueno, el otro tampoco estaba mal; y las embestidas que me daba eran frenéticas; no sabía follar muy bien, seguro que no tardaría en correrse si seguía a éste ritmo...
Irenia chillaba con cada embestida, y no me extraña, porque eso no era humano. Parece mentira que un chavalín tenga eso entre las piernas. Además sus embestidas eran más lentas que las del mío. Recreándose en cada una. La escandalosa de Irenia gritaba de puro gusto, y yo disfrutaba con ese curioso taladro en mis entrañas.
Curiosamente los dos chicos tardaron bastante en venirse, dándonos una tremenda follada. A mí por la frecuencia de las embestidas empezaba a escocerme el coño, pero multitud de impulsos eléctricos recorrían mi cuerpo; el buen mozo ya había hecho que tuviese dos orgasmos.
Unos impulsos más dubitativos nos avisaron que se ivan a venir, así que nos preparamos para recibir la sin duda abundante corrida que inundaría nuestras entrañas. De nuevo no nos decepcionaron, y es que al sacar sus pollas, nuestros coños rezumaban de esperma.
Irenia se dirigió hacia mi coño y lo dejó bien limpito con su lengua, y acto seguido hice yo lo mismo con el suyo.
Parece que la visión de nosotras dos compartiendo su esperma con nuestras lenguas hizo que los chicos se pusieron brutos de nuevo. Sus pollas volvían a estar listas y plapitantes. Y nuestros coños deseosos de recibir de nuevo sus embestidas. Así que antes que se me adelantase Irenia me introduje la enorme polla de Juan, no fuese que me quedase sin.
Fue notarla dentro y sentirme empalada. Alberto no la tiene para nada pequeña, pero lo de éste chaval era monstruoso; de hecho me dio la idea de follarme a un caballo, a ver si notaba la diferencia... El chico gemia, y yo gritaba como poseída, no en vano siempre he sido bastante escandalosa.
Me olvidé de Irenia y estuve saltando casi una hora sobre ESO, notando como mis paredes vaginales se expandían más y más para albergar con más comodidad la follada. Llegó un momento donde el placer empezaba a amenazar con volverme loca, y al fin él se vino en mi interior. La corrida no fue abundante, pero me dejó completamente rendida.
Al fijarme en Irenia ví que ella estaba descansando. Y a su lado estaba Jordi tendido y jadeante.
Miré la hora por primera vez y ya eran las cuatro de la mañana. Pero los chicos no tenían que desayunar hasta las ocho... Hay que ver cómo es la juventud, cuatro horas y varios orgasmos después nos despedimos de ellos, con la promesa que esquiaríamos juntos de nuevo al día siguiente.
Menuda semanita nos pasamos, todas las noches follando como locos, las mañanas durmiendo y las tardes a esquiar. La verdad es que fue muy divertido, y Jordi dijo que provaría alguna de las cosas que había aprendido con su novia.
Al llegar a casa, Alberto ya había acabado el trabajo, y nos dio una muy calurosa bienvenida.