Todo por una película homosexual 4

—Bien —sus palabas sonaron algo nerviosas, yo no la veía, mi rostro seguía tras la almohada, milagrosamente aun no me había asfixiado.

—Bien —sus palabas sonaron algo nerviosas, yo no la veía, mi rostro seguía tras la almohada, milagrosamente aun no me había asfixiado.

Tomó mi mano. Mi primera reacción fue no dejarla, pero me resultó imposible hacerlo. Entonces, para mi gran sorpresa, sentí como dirigía mi mano, cada vez más y más cerca de ella, y así, cuando menos lo esperaba, sentí el delic

ioso toque de sus senos desnudos. Ni siquiera había notado que estaba desnuda hasta ese momento. —No, Denise, así como estoy ahora... —Está bien. —No. Eres Heterosexual, no puedo... — ¿Y quién te dijo que soy heterosexual? —rio infantilmente. —Sólo te he conocido novios. Desde que somos amigas jamás... —Me detuve, ahora que lo pensaba un poco, jamás se lo había preguntado abiertamente, sin más, lo supuse, sin importar si esa era la realidad. —He tenido novias, no las has conocido, eso es todo. «Imposible, —pensé— hemos sido amigas desde el colegio, ¿cómo no iba a darme cuenta?» —Lo habría notado —titubeé —. Es imposible. —Asia Damaris —me llamó autoritariamente — Dime por lo menos el nombre de tres tipos con los que yo haya salido —guardó silencio, tal vez esperando mi respuesta, la cual nunca llegó —. Lo vez. Tú no habrías notado nada ni aunque te golpeara en la cabeza o te cayera del cielo.

Cierto. Jamás había sido entrometida, sabía respetar el espacio de los demás. Sólo me metía cuando era estrictamente necesario. Pero me sentí culpable, no me había dado cuenta de nada. ¡Tremenda buena amiga la que era! —Es la razón por la que vivo sola —confesó —Mis padres conocieron a una de mis novias y aunque les dije que no era lesbiana sino bisexual, poco

les importó, pues para ellos era lo mismo. —Lo siento. –Me sentí peor, había pasado semejante trauma sin ayuda... bueno, sin mi ayuda. Ella siempre estaba ahí para mí, pero no se podía decir lo mismo de mí. Era la peor amiga del mundo. —No. Así estoy mejor. Los extraño, pero al menos soy libre.

De nuevo fue demasiado consciente de mi mano, de su piel suave, de sus firmes senos... enseguida comencé a acariciarla, con ese primer roce una gemido se escapó de sus labios. — ¿Seguro podemos hacer esto? —pregunté, aunque mi mano seguía en lo suyo —. Eres mi mejor amiga, no quiero estropearlo. —Por eso antes no había hecho nada —dijo ella — Sabía, por lo mucho que valoras nuestra amistad, que me rechazarías. Pero al ver tu reacción de hace unos minutos, supe que no estaba mal intentarlo, aunque sea solo sexo.

Me incliné, tomé uno de sus deliciosos pezones en mi boca, lamí el contorno de la aureola, capturé con mis dientes la punta del pezón para después acariciarlo lentamente con la punta de mi lengua. Mis dedos tamborileaban sobre el contorno de su definida cintura, esto hacía que su piel se erizara. Me acerqué más, ella metió su mano bajo la camisa de mi pijama, estrujó uno de mis senos con urgencia.

—Quiero verte desnuda —susurró. Extendió la mano y encendió la lámpara que yacía en la mesita de noche.

Su cuerpo parecía resplandecer bajo la amarillenta luz de la lámpara. Sus pezones, grandes y morenos, parecían señalarme, estaban semi-endurecidos, pero totalmente dispuestos. Entre sus piernas vi el recatado vello púbico, el que siempre dejaba ahí incluso d

espués de depilarse, porque le gustaba así. Y le quedaba tan bien, la hacía lucir tan apetitosa... Lentamente me quité la poca ropa que llevaba encima. Ella sonrió. Me incliné sobre ella, la besé por primera vez, el beso más dulce jamás dado. Lo que llegara a surgir a partir de ahí estaría bien, tenía la certeza de que sin importar el rumbo que tomáramos, nada se arruinaría.

Con recatada prisa, fue deslizando mis manos por todo su cuerpo, desde su rostro, pasando por su cuello, deteniéndome momentáneamente en sus senos, descendiendo por su estómago hasta su vientre, hasta por fin llegar a mi destino.