Todo por una película homosexual 2

El ardor lo sentí al instante, el desconcierto, en cambio, me duró varios segundos. Mi mejilla se sentía caliente, palpitaba y un dolor lacerante se extendía por toda la piel.

El ardor lo sentí al instante, el desconcierto, en cambio, me duró varios segundos. Mi mejilla se sentía caliente, palpitaba y un dolor lacerante se extendía por toda la piel. Mis ojos se humedecieron producto de las lágrimas que mi madre logró sacarme con semejante golpe. Siempre había sido una mujer de mano fuerte, por las malas lo había descubierto y ahora me

lo estaba reiterando. — ¡No hables así! — ¡Pues sabes qué! —Grité enfadada, al borde de las lágrimas — Tienes razón, ¡soy lesbiana!

Asustada por mi súbita confesión, salí corriendo. Me refugié en mi habitación, cerré con llave, enseguida tomé una maleta y comencé a empacar unas cuantas prendas de ropa. Mientras se le pasaba la rabia, yo me quedaría en casa de Denise mi mejor amiga desde que tengo memoria.

Me calmé un poco. Tomé mi teléfono celular y la llamé. Como ya me había dicho, no estaba en casa, pero me dijo que si la esperaba un par de horas enseguida llegaba. Y por supuesto, también me dijo que podía quedarme con ella todo lo que quisiera.

Era increíble que una estúpida película pusiera mi mundo patas arriba. Estaba dispuesta a hablarlo, siempre y cuando mis padres se mostraran civilizados, porque no les perdonaría que llegaran a creer cosas que no eran.

Llegué a casa de Denise y tuve que esperar a que ella llegara. A diferencia de mí, Denise vivía sola. Trabajaba en casa como diseñadora gráfica y le iba muy bien a pesar de aun ser estudiante universitaria. En esto le tenía mucha envidia, era tan independiente y segura de sí misma que por momentos deseaba ser ella, claro, y aunque ella era cien por ciento heter

osexual, había veces que verdaderamente deseaba estar en sus zapatos. — ¿Qué pasó? —preguntó. Estaba entre preocupada y confundida, sus labios, carmesí, estaban fruncidos hacia un lado, como diciendo: «¿y ahora qué hiciste?» —Lo saben —suspiré — lo grité, estaba molesta y simplemente lo grité. — ¡Que desperdicio! —Exclamó —Después de haber sido tan cuidadosa vienes y arruinas todo en cuestión de segundos. —Bueno —sonreí incómoda — ya me conoces.

Entramos a la casa. Denise enseguida tomó el teléfono y realizó una llamada, no tenía que escucharla para saber que estaba llamando a Erick, quien, como yo hasta hace unas pocas horas, jamás les había confesado nada a sus padres. Aunque en su caso era bastante más obvio, y más parecía que sus padres se encontraban en un estado de negación porque jamás le habían mencionado algo al respecto.

—Erick ya viene —dijo. —Ya.

Mientras esperábamos, comimos papitas y tomamos refresco de cola. Platicamos de cosas ajenas al asunto que nos ocupada, reímos, a veces sinceramente, otras, de manera nerviosa y hasta fingida. Lo acepto, en ese momento estaba muerta del miedo y hacía todo lo posible por distraer mis pensamientos. — ¡Qué hiciste qué! —preguntó Erick t

otalmente alarmado. Caminaba de un lado a otro del living con ese gracioso andar suyo. En serio, ¿cómo era que sus padres no habían notado nada? — ¡Estás loca! —Se me soltó —me defendí —. Se puso toda histérica cuando me encontró viendo la película que tú —lo apunté —me prestaste. Y para colmo, estaba en la parte en la que los dos se revuelcan… —Espero que hayas traído suficiente ropa —suspiró preocupado — porque tu madre... —Sí, ya sé cómo es mi madre.

Y así, mi tan esperado sábado por la noche llegó y yo ya no tenía ningún plan aparte de dormir hasta el cansancio. — ¿Necesitas algo más? —preguntó Denise cuando me vio salir del baño con la pijama puesta y sin maquillaje en la cara. —No, gracias por todo —dije y me acerqué a ella. La abracé y deposité un beso en su cuello —Siempre estás sacándome de apuros. —Para eso son las amigas —rió y me separó —¿Seguro no necesitas nada más? —Nada. ¿Seguro que no quieres que me quede haciéndote compañía? —Segura. Ya casi termino, y sólo te aburrirías viéndome trabajar. —Ah sí, soy un asco con las computadoras —suspiré, le di otro beso y le deseé las buenas noches.