Todo por una moto

Me sorpendieron las señas, pensé que era un saludo y luego me dí cuenta que me estaba llamando.

TODO POR UNA BUENA MOTO.

Hola amigos de todorelatos.com, es con verdadero placer que continúo siendo asiduo lector de la página, me ilumina el espíritu y me hace trabajar mi cerebro.

Quiero compartir con el resto de los lectores una de mis primeras experiencias, les paso a relatar lo que sucedió.

En la actualidad tengo casi 20 años más, de los que tenía cuando me ocurrió lo que les paso a relatar:

Después de trabajar en una noche primaveral, retorno a mi casa a ducharme y a salir a dar una vuelta por el pueblo en mi Honda 125 XL, me coloco los walkman, que era lo que existía en esos momentos, con un cassette que había grabado con mi música preferida, transito por las calles del centro de mi pueblo, que no es muy extenso y aprecio el movimiento de gente que había, ya que los calorcitos hacen que la gente salga a pasear el centro.

La vuelta era por el centro, pero se me ocurre ir hasta una de las plazas que hay en un extremo de la ciudad, La plaza Rodó, y cuando llego a las cercanías de la vía ferroviaria, la cruzo y veo que me hacen señas con las manos, yo levanto la mano derecha y saludo, como devolviendo el saludo.

Ahora sigo mi marcha y miro por el espejo retrovisor y veo que las señas que me hace, no es como para saludar, sino para que me acercara, miro con detención aminoro la velocidad y doy vuelta en "U", retornando al lugar del saludante, llego hasta él, y veo, hay mi dios, que pibe bonito, un manteca, como le llamamos aquí a los jóvenes muy buenos, detengo la moto al lado de él y me dice;

-Hola, cómo estás-

-Bien- le contesté

-Discúlpame, que te halla llamado, pero realmente esa máquina me fascina- me dijo señalando con el dedo a mi moto.

-Gracias, ¿cómo te llamas?- le pregunto

-Carlos- me dijo con una sonrisa espléndida, que mostraba unos hermosísimos dientes blancos, que es una de las características que miro de los hombres; se quita el gorrito y suelta una melena enrrulada bien negra, moviéndola de derecha a izquierda. Le extiendo mi mano derecha para saludarlo, y le aprieto la mano, diciéndole:

-un gustazo, mi nombre es Marcos; mientras seguíamos con las manos tomadas, un poco más de lo normal, le pregunto:

-¿Te gustan los fierros? Le dije, apagando el motor de la moto.

-Es la máquina de mis sueños- me dijo

A esa altura, mis instintos me decían que de esta situación podría pasar algo, entonces pongo en marcha mi plan.

-¿queréis dar una vuelta? – le dije

-buenísimo-

Y se sube detrás, me quito los auriculares del walkman y los guardo en el bolsillo de la campera, pongo en marcha el motor, coloco primera y la saco con mucha fuerza, el impulso hizo que se agarrara de mis caderas y acercara su cuerpo al mío.

-¿Siempre andas con los auriculares puestos?

  • Me encanta conducir con música en mis oídos, la música para mí es libertad-

-¿Qué tipo de música escuchas?

-Me encanta la música vieja, o sea los éxitos viejos o los que se llaman Old Hits.

  • A mi me gusta la música tropical- me dijo y sentía como me apretaba sus piernas sobre las mías y sus palabras eran dichas con un tono que ya me estaba partiendo la cabeza, el acercaba su boca a mi oreja derecha y eso me hacía correr como un frío por la espalda.

Carlos o Carlitos, es un chico verdaderamente bonito, de unos 16 años, flaco, pelilargo negro, con un brillo de rulos insuperable, que tiene una piel bien blanca, unas manos espectaculares y con un perfume a "hombre" que atrapa; bien vestido y con una voz entre ronca y fina, propiamente a los cambios que se dan en la adolescencia.

Mientras tanto tomábamos la Ruta 14, rumbo a la próxima ciudad, llamada Trinidad.

-¿Tenés algún problema si vamos hasta Trinidad? – le digo

  • No, dale que está buenísima la idea- me dijo

Mientras viajábamos cruzamos unas cuantas frases que me contaban de su vida, de que tenía 16 años y de que trabajaba en un taller de reparaciones de motos y que hace tiempo que esta moto, es la que el desea en sus sueños, porque cree que es una de las mejores que anda en el pueblo.

-Hace tiempo que te veo pasear en el centro con la moto y no dejo de pensar en ella, es verdaderamente mi sueño, poseer una de ellas.- me decía con fanatismo.

A todo esto ya habíamos avanzado casi treinta y nueve kilómetros y se veían las luces de Trinidad y me dice:

-¿Qué te parece si paramos en un lugar a tomar algo?

-Bueno- le dije

Avanzo por la principal y llego a un parador que yo conocía y detengo la moto.

Nos bajamos, ingresamos al parador, que sólo mostraba unos camioneros sentados en la barra y un matrimonio cuarentón en una de las mesas, a todo eso eran como las una de la madrugada, dejo que él entre primero así aprovecho a mirarle su retaguardia, que no demostraba mucho, ya que le gusta usar los vaqueros muy grandes y flojos.

Nos sentamos y lo miro a los ojos (espectaculares, con unas pestañas que me matan) y le digo:

-¿Te puedo decir Carlitos?, porque al lado mío sos un nene-

-Claro que sí, pero mirá que muy nene no soy- me dijo con una sonrisa maliciosa que me seguía mostrando unos dientes bien grandes y blancos, mientras se acomodaba su hermosa melena.

-¿Qué te gustaría tomar?, aprovecha que estoy de humor y que invito- le dije

-Lo que tú tomes- me contestó

-¿Vamos a tomar una cerveza?, ¿qué te parece?- le dije

-Espectacular, pedí un chopp- (Chopp se le llama a una botella de litro de cerveza rubia), me dijo siempre sonriendo.

Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana, justo enfrente a la moto.

Se quitó su campera, yo la mía y charlamos de un montón de cosas, que ahora no conviene contar.

En un momento dado, lleva su mano a mis cigarros y yo aprovecho a acercar las mías a los cigarros también

-¿Me invitas con un cigarrillo?- me decía mientras las dos manos se contactaban, sin sacarlas de la caja, me toma la mano, me la gira y sobre la palma, con su índice me hace cosquillas con sus bellos dedos, yo me quedo quieto y la sensación me ocasionó un pensamiento fugaz, de que eso significaba algo, entonces le pregunto:

-Mira Carlitos, yo ya te doblo en edad y noté que en el viaje, me apretaste en un par de oportunidades y ahora estas cosquillas, mi cabeza me dice que esto significa otra cosa-

Tragó saliva, como si le hubiera dicho una grosería, sacó la mano de la mía y me dijo:

  • Soy un guacho, discúlpame, si te he puesto incómodo, no fue mi intención, tu fuiste muy bueno y me sacaste ha dar una vuelta y yo te estoy pagando mal-

  • No me molestan tus actitudes, sino que ¿no entiendo que pasa? – le dije

-Bueno te lo voy a decir de una, yo nunca he salido con hombres, pero realmente vos me atraes, me gustó tu actitud y hace tiempo que te estoy vichando y tú nunca me dabas bola, así que me la jugué y te hice señas, porque quiero tener algo contigo-

A esa altura del campeonato, ya estaban todas las fichas tiradas y entonces, le digo:

-Me atraes un montón, sos un guacho al lado mío, lo que ocurra entre nosotros puede llegar a ser algo poco ético- le dije

-Poco ético, para el resto de la gente, además si los dos estamos de acuerdo, no le hacemos mal a nadie- decía con una seguridad asombrosa, además fruncía el entrecejo, acercándole las cejas bien pobladas y dejando ver un gesto que hasta me asustó, por la madurez con la que hablaba, debido a sus 16 años, cuestión que no es muy característica en un joven de esa edad, ya que muchos de ellos, siempre están en otra.

Esto me llevó a continuar con la idea y entonces le dije:

-¿Te parece si vamos a un lugar tranquilo y seguir la charla?-

-Buenísimo- me dijo y se puso de pie en un segundo, sacó su billetera y se dispuso a llamar al mozo, sacó dinero y yo le dije que dejara que yo quería pagar.

En ese momento, cuando vino el mozo, yo ya había sacado dinero para pagarle, me tomó la mano y con la otra, le pagó al mozo.

-Marcos, deja que yo pague, te lo pido, tu pagarás la cena- me dijo

Me quedé quieto y dejé que pagara. Nos levantamos, salimos del local y le digo:

-¿Queréis conducir vos?-

-Dale, dame las llaves- me dijo

Sube, pone en marcha el motor, yo me subo detrás y salimos, el tenía pinta de ser un muy buen conductor.

Gira su cabeza y me mira, preguntándome:

-¿hacia donde vamos?

-Seguí por esta calle, que desembocamos en un lugar que yo conozco, es un Motel, que se llama "Las Lilas", que está bueno y en muy cómodo-

-Dale- me dijo y aceleró la moto como si fuésemos hacia la luna.

Avanzamos unos metros y legamos al motel, se baja de la moto y pide al encargado que se asomaba por una ventanita con vidrios tonalizados:

-¿Tenés una habitación?- le preguntó al encargado

De inmediato le entrega una llave y lo veo volviendo hacia donde estaba y se sube sin decir palabra, yo me corro hacia atrás el toma el volante e ingresa por una calle un poco oscura y avanzamos por un pasillo, donde a los lados habían habitaciones, con luces iluminando los números, nos detuvimos en la cuatro, tenía el garaje adelante y al fondo estaba la puerta de la misma.

Entramos, detuvo la moto, nos bajamos, durante el viaje no habíamos hablado nada, en ese momento, gira hacia mí y acerca su boca a la mía y me la parte con un beso que no he olvidado en muchos años.

Nuestras bocas mezclaron sus salivas y nuestras lenguas buscaron un encuentro que no tardó, en la las puertas de la habitación 4.

Creo que estuvimos como diez minutos besándonos y yo me di cuenta que a sus 16 años era una "maestro", eso indicaba que por su boca ya habían pasado otras lenguas.

Me toma de la mano y abre con la otra la cerradura de la puerta, entramos y sólo se veía una tenue luz roja encima de una mesita, que iluminaba una gran cama redonda, rodeada de espejos y con una agradable fragancia a pino, que denotaba la higiene del lugar, cierra la puerta detrás de mí y solo se dedica a mirarme.

Yo me quedo quieto y el acomodándose el pelo, me dice:

  • Pesar que este momento lo he deseado desde que te ví, ya hace como cuatro meses-

-¿Hace cuatro meses que me vichabas y recién pudiste encararme?- le cuestioné

-Lo que pasa que tenés una pinta de serio, con una cara de pocos amigos, que me daba miedo encararte-

-¿En serio tengo cara de pocos amigos? – le pregunto

-Pues claro, vos siempre andas en tu moto y no das pelota a nadie- me contestó

Me senté en la cama y el lo hace al lado mío, observaba todo lo que había alrededor, yo como ya lo conocía, solo lo observaba a él.

-¿Has estado con otro hombre en la cama? – le pregunté

-¿Te parece?- me contestó con su risa maliciosa.

-¿No sé?, por eso te lo pregunto, cuando tu haces una pregunta lo lógico es que te la respondan con una respuesta, ¿no te parece?- le dije.

-No, nunca he estado con un hombre, tu sos el primero, ¿y tú?- me preguntó

-Si, pero tan joven como tú, eres el primero y a esta altura del partido, no me importa-

Nos tiramos en la cama y veo que se queda quieto, mirando el espejo que había en el techo, entonces empiezo con mis manos a tocarle el torso, le quito la campera, y tenía puesta una remera celeste bastante ajustada que dejaba entrever un torso bastante bien delineado, ya que su físico era tirando a delgado, pero se veía que sus abdominales se hallaban super marcados, le levanté la remera y comencé a besarlo en las tetillas, solo se limitaba a quejarse de placer, seguí lamiendo hasta llegar al ombligo, donde le iba introduciendo la lengua y jugaba con su protrusión que salía del ombligo, seguí bajando hasta que llegué a su pantalón, el en ese momento, se incorpora y me mira a los ojos y me dice:

-Marcos, de verdad, nunca he estado con un hombre y realmente me estoy muriendo de placer de lo que me haces con tu lengua, además te digo que ya me estoy por acabar-

-¿qué?-

-Si soy muy rápido para los mandados- ( es un dicho de nuestro pueblo, que aduce a la eyaculación precoz)

Me acerco a su cara y comienzo a besarlo profundamente, y con mis manos comienzo a desprenderle el cinturón de su vaquero, le palpo la verga por encima y ya veo que estaba a mil, no era muy armado, pero su dureza si demandaba suma atención, se la apretaba con muchas ganas y el sólo suspiraba y me devolvía el beso.

Aquello fueron momentos de sumo placer que parecían no terminar, eran las manos de él y las mías que se movían frenéticamente por nuestros cuerpos, nos fuimos quitando la ropa hasta quedar los dos desnudos, sólo la tenue luz roja de la mesita, nos pintaba nuestras desnudas figuras de un tono rosa, que me dejaba apreciar la belleza de su cuerpo que aunque delgado, cubría todas las expectativas, ya que era perfecto, sus piernas duras, con escaso vello, sus brazos con los músculos bien delimitados y una fragancia en todo su cuerpo que se confundía entre jabón y hombre.

-Marcos, este momento no lo olvidaré jamás-

-¿Por qué? – le pregunté

-Por que me estoy sintiendo super contigo, nunca pensé que se podría sentir tanto con otro hombre-

-Los hombres sabemos, lo que nos gusta que nos hagan- le dije

-¿Qué quieres decir? me preguntó mientras me acariciaba la cara.

-Que sabemos donde debemos actuar- le contesté

Me giré y le dí la espalda, entonces el sólo se dio cuenta de que quería que me penetrase, no se hizo esperar mas que unos segundos, ya que acercó su miembro a mis nalgas y yo con mis manos se la dirigí hacia el orificio, previamente me mojé los dedos con saliva y me puse en mi culo, el pene de Carlitos, era bello como él, largo, duro y fino, que fue introduciendo en mi culo, de manera lenta, el placer fue inmenso, fue golpeando las paredes de mi recto, con suma delicadeza, rozando las paredes, propiciando placer a su paso, a medida que fue profundizando su viaje los movimientos de fueron haciendo más rápidos y sólo en algunos minutos siento que me eyaculaba las entrañas, sentí toda su leche en mi interior, se apreciaba que sus movimientos en el momento de eyacular se acompasaban con su cuerpo y con quejidos que salían de sus labios.

-Marcos, ya me vine, discúlpame- me dijo

-No tengo nada que disculparte, ya que me ha gustado un montón-

-Si pero yo soy muy rápido-

-No te preocupes, no es para dramatizar-

Me giro y acerco mi boca a sus labios y nos fundimos en un beso eterno, su boca sabe a menta y eso me parte la cabeza, tomo un cigarrillo, lo enciendo y me dedico a saborear el gusto del tabaco, largando una bocanada de humo hacia el techo, el se pone de costado y colocando una mano en su cara me mira tiernamente y con sus manos comienza a acariciarme mi abdomen y mis vellos y me dice:

-Estoy pasando un momento inolvidable y te lo debo a ti y a tu moto-

Espero que les halla gustado, este relato es real, seguí conviviendo con Carlitos, por casi dos años y por esas cosas de la vida, nos dejamos de ver, hace pocos días lo volví a ver, y andaba en una honda 125 roja, me saludó con la sonrisa de siempre.

Hay que ganas de verlo y estar con él que tengo.

Mándenme sus comentarios a elbiomarconi@hotmail.com

Un abrazo y hasta la próxima.