Todo por una barra de pan 4
Sybilla pasa una de las peores noches de su vida.
El terror de Sybilla fue indescriptible cuando vió a Gilbert entrar en la celda con una sonrisa nada tranquilizadora.
S: ¿Qué haces aquí, mentecato? - Le espetó retadora y orgullosa. G: Cállate, asesina, ladrona - Le respondió él acercándose aún más.
El echo de que aquél hombre, alto y fuerte, se acercase preocupó más a la mujer.
S: ¿Qué...qué quieres? - Le preguntó temblorosa cuando tropezó contra la pared. G: ¡He dicho que te calles! - Le soltó una bofetada que hizo que callara.
Gilbert no era precisamente el modelo de hombre con el que una mujer sueña y fantasea en sus ratos íntimos. Alto y fornido con una prominente barriga y barba, le faltaba un ojo que no se tapaba. Sabía que no debía propasarse demasiado en lo que tenía en mente, así que decidió parar frente a ella.
G: Desnúdate, prisionera - Sonrió con toda la malicia que la venganza le daba. S: ¿Cómo dices? - No creía lo que acababa de oír. G: He dicho que te desnudes, ¡vamos!, tenemos que prepararte para mañana. S: ¡No pienso desnudarme frente a tí, viejo! - Gritó ella intentando sonar firme.
Pero el carcelero no dió más muestras de 'piedad'. Volvió a abofetearla repetidas veces hasta que la joven accedió a quitarse el vestido.
G: Desnuda entera - Dijo al ver que ella no tenía intención de seguir. S: No...no quiero...déjame, porfavor - Dijo en tono lastimero. G: ¿Que te deje? ¡ni lo sueñes! no después de lo de mi hijo, zorra lasciva
Así que era eso. Aquella confesión hizo que Sybilla sufriera auténtico terror. Acabó desvistiéndose mientras gimoteaba y sollozaba, derramando lágrimas sin parar.
G: Llora, llora pequeña asesina. Eso es mejor - Sonrió Gilbert quien no se reconocía a sí mismo. S: Porfavor, porfavor, porfavor...déjame, ya me has humillado lo suficiente. G: Ésto no es más que el comienzo - Amenazó.
Cuando ella se hubo desnudado del todo Gilbert volvió a arrinconarla y empezó a tocarle la entrepierna sin ningún cuidado, ella temblaba incómoda y asustada. Le introdujo un dedo hasta el fondo y ella emitió un leve grito.
S: Porfavor...déjame, porfavor, haré lo que sea. Lo que sea. G: ¿Lo que sea? bien...ponte de rodillas - Se sonrió. Era una de las mejores ideas que había tenido. S: ¿Qué...? - No se atrevió a rechistar por miedo a una nueva bofetada.
Ella, que no era idiota, ya sabía lo que el viejo querría: una felación. Y estaba dispuesta a dársela hasta el final si con ello conseguía que la dejase en paz. Acercó el rostro al miembro y lo retiró cuando le llegó el olor.
S: Podrías lavarte... - Trató de no sonar demasiado borde. G: ¿Lavarme? ¡jajajajaja! llevo una semana sin bañarme precisamente para ésta noche. ¡Ahora haz tu maldito trabajo!
Gilbert agarró la cabeza de la muchacha y arremetió con el miembro, ella no tuvo otra opción que tragar. Sintió alivio al ver que aquél miembro no era demasiado largo, aunque sí algo grueso. Cerró los ojos y notó el sabor salado de sus lágrimas cuando se mezclaron en aquél trozo de carne duro, maloliente y caliente.
G: Sí...eso es, hasta el fondo, vamos - La animaba.
Tras varios minutos él agarró la cabeza de la chica y apretó cuando eyaculó. Para no morir ahogada en esperma, algo que se le antojaba horrible, tuvo que tragar y sintió una arcada. Vomitó cuando se vió libre.
S: Eres...despreciable, márchate ya - Dijo arrodillada frente al charco de vómito. G: La noche no acaba sino de empezar -La pateó y ella cayó de boca al charco.
Antes de que pudiera quejarse notó cómo el carcelero la había agarrado de la cintura y la levantaba un poco.
S: ¿Qué...qué pretendes, bastardo? ¡suéltame! - Gritó asqueada y ofendida, furiosa.
Por toda respuesta Gilbert se limitó a penetrar a la mujer, que no estaba en absoluto húmeda, a causa de ello lanzó un grito desgarrador que hizo sonreír a Gilbert. La penetró durante más rato que la felación y ella no cesaba de gritar e intentar revolverse.
S: ¡Para, suéltame, déjame ir! - Gritaba. G: Calla...cállate, zorra - Espetaba él entre jadeos.
Gilbert lamía la espalda de ella, mordía sus hombros y le apretaba los pechos pellizcando los pezones con fuerza. Empezó a notar que llegaba al clímax y extrajo el miembro.
S: Lárgate... -Suplicó.
Pero Gilbert le pegó varios azotes en las nalgas y luego la penetró analmente de un golpe, eso volvió a hacerla gritar y llorar con más fuerza. Apretó la cintura de la jóven en una última y profunda penetración y eyaculó dentro. Luego la volvió a tirar contra el suelo.
S: Juro que pagarás por esto, desgraciado. Cerdo...bastardo - Amenazó. G: Calla, tienes que descansar para que mañana estés fuerte en tu violación -Se burló orinando sobre ella y luego se marchó.
Ella quedó tirada en el suelo con los ojos cerrados y temblando de terror.
S: Juro por dios que me vengaré de todo esto... -Susurró.
Ni siquiera ella misma imaginaba lo acertadas que eran esas palabras.