Todo por salvar a su marido (1/3)
La esposa de un preso se somete tanto a los guardias, cómo algunos presos, para así proteger la vida de su esposo.
Todo por salvar a su marido (1/3)
Capitulo 1.- La terrible visita a su esposo en la carcel
"¿Qué te pasó, Peter?... ¿Qué son esas marcas en tu cara?", le preguntó su esposa Tanya, presa del pánico.
"Un preso me metió una gran polla en la boca... Los guardias le dejan hacerlo... Se van cuando empieza para dejarlo hacer lo que quiera... Otros 32 días y saldré de la cárcel, pero esto es muy duro... Tienes que ayudarme, querida", respondió su esposo sentándome tímidamente a su lado.
Su marido estaba cumpliendo una condena de 180 días, por conducir en estado de ebriedad.
Tanya tiene 23 años... Es una rubia de pelo largo que le llega hasta la cintura... Sus pechos son grande, pero firmes... Ella era virgen cuando se caso con él... Están muy enamorados el uno del otro.
Hoy era día de visita en la cárcel del condado y los presos y visitantes estaban sentados en la cafetería, que fue habilitada para este fin.
En la sala habrían sobre un centenar de personas y los niños sólo podían venir en ocasiones muy puntuales... Ese día no había ninguno.
Los guardias caminaban a través de las mesas, atentos a cualquier intercambio... A veces, si lo pedían, los presos podían aislarse un rato en una pequeña habitación contigua para disfrutar de un poco de privacidad.
Aunque el reglamento de la prisión no permitía el acto sexual, los guardias toleraban esto, pero nunca se podía cerrar la puerta por completo y se veía lo que estuvieran haciendo.
De vez en cuando una mujer se metía debajo de la mesa para follar con su hombre... Todos los presentes intentában ignorar los ruidos del apareamiento, mientras los guardias miraban de cerca el espectáculo y se reían de la humillación de las esposas de los presos.
- "No creo que pueda hacer estas cosas", le dijo ella asustada en las primeras visitas que le hizo y vio como se follaba allí dentro.
En esta visita, cuando Tanya se sentó a su lado, con una gran sonrisa en los labios, su marido supo que le estaba preparando una sorpresa... Él estaba muy frustrado y la deseaba desesperadamente... Ella le cogió su mano y disimuladamente le puso unas fotos que le había pedido, en la palma de su mano.
Él se quedó atónito y rápidamente las guardo... Desafortunadamente uno de los guardias lo vio y caminó hacia el pidiéndole que le diera el objeto de contrabando... Pensó que podrían ser drogas y se sorprendió al descubrir que eran fotos totalmente desnuda, de su encantadora esposa... Y se las llevó.
Al cabo de unos diez minutos se escuchó una voz a sus espaldas:
- "Ostener, ¿de qué estás hablando con tu gatita rubia?", le preguntó el preso que le torturaba, un gigante negro, sentándose al otro lado de su esposa y apoyando la mano en su hombro.
Al marido de Tanya, Jason lo había golpeado varias veces desde que comenzaron las visitas... Ella había posado para hacerse fotos desnudas y tratado de dármelas en un día de visita... Su hermana Doris era quien le había hecho las fotos unos días antes.
- "Nos trajiste algunas fotos... Muy bien... Me gusta mirar tus grandes tetas y tu coñito esponjoso... Tu esposo estaba ansioso por enseñárnoslas pero se las han requisado... Menos mal que yo tengo copia de ellas.”
Avergonzada, Tanya trató de ignorarlo, pero fue en vano... Con su brazo descansando sobre su hombro, le cogió el pecho, acariciándolo.
Jason le enseñó las dos primeras fotos que mostraban sus grandes tetas... La siguiente, su culo firme y en las dos últimas mostraba su coño, uno de ellas con los muslos muy separados.
En todas estas fotos, ella sonreía con saña como para invitar al cliente... El guardia se rio al requisarselas y se las guardó en el bolsillo... Luego hizo copias y las distribuyó a quienes las querían.
Jason, un gigantón negro, convicto, sentado junto a Tanya, tocándole una teta, había conseguido las cinco fotos, y quería que ella se hiciera más fotos desnuda para dárselas, pero ella se negó a ello.
Desde entonces el gigante negro le pegaba todos los días a su marido para obligarla a aceptar... También quería imponerle ciertos atuendos para complacerlo durante las visitas.
"Wow ... Ostener, tu esposa tiene tetas muy grandes... No es fácil esconder esas tetas”, le dijo burlonamente.
"Me gustaría meter mi polla en tu sedoso coñito mi querida rubia" le susurró Jason al oído mientras su mano subía por debajo de su falda dirigiéndose directamente hacia su jugoso coño.
Tanya apretó sus muslos para intentar detener estas caricias obscenas y gritó:
- "¡No me toques!"
El gigante negro se levantó y se llevó a su esposo, diciendo:
"¡Se acabó la visita... Esta noche te voy a joder!"
"Espera... Por favor, no lo lastimes!... Lo matarás", le dijo Tanya entonces, invitándolo a sentarse.
El gigante negro se sentó junto a ella y puso una mano en su hombro y la otra debajo de la mesa... Sin perder tiempo, puso su gran mano sobre sus muslos cerca de su coño.
"Espero que te calles y me obedezcas de ahora en adelante" le aconsejó mientras su mano entraba en contacto con la entrepierna de su esposa.
"Esto te gustará... Sentirás los dedos de un hombre de verdad en tu coño... Inclínate hacia atrás y separa más tus muslos."
"¡Hay demasiada gente mirándonos!... Detente... Por favor", le dijo Tanya mientras, en silencio, abría lentamente sus muslos.
Los presos sentados en nuestro alrededor, vieron sus piernas bien abiertas, y la gran mano negra metida debajo de su falda, entre sus muslos.
Ella gimió y se puso a llorar en silencio, pero el grandullón negro, ignorando sus lágrimas, le metió dos dedos profundamente en su coño.
"¡Aaaah!" se quejó Tanya, clavando sus uñas en la palma de la mano de su esposo que miraba atónito la escena.
"Bastardo, quita tus dedos de...", le dijo.
"Cállate, imbécil" le interrumpió, enterrando sus dos dedos aún más profundamente en el coño de su esposa.
"Contéstame querida, ¿qué prefieres: que me divierta con tu coño o que le rompa la cara a tu marido antes de romperle el culo esta noche y las siguientes?...La decisión es tuya”, me dijo.
"Continúa con lo que me estás haciendo", sollozó servilmente.
"¡Déjala en paz, por favor!", le rogó su marido.
Jason metió los dos dedos lo más profundo que pudo en el coño de Tanya, mientras apretaba el brazo sobre sus hombros y volvió a cogerle una de sus tetas... Y siguió con lo mismo, sin hacerle caso a su marido.
"Desabróchate la blusa, que yo compruebe si me obedeciste o no... Te dije que no te pusieras sostén", le dijo a Tanya antes de que esta comenzase a desabrocharse.
"Es bueno que mi perra me obedezca"
Jason no trató de esconderse, sino que por el contrario subió el tono de voz para hacerse notar... Estaba encantado de que la gente pudiese verlo abusar de su esposa... Dijo en voz alta:
- "Qué bonitas tetas... ¡Brad!... Ven aquí un minuto... Ven a ver sus grandes tetas."
Las mujeres que nos rodeaban nos miraban asombradas y asustadas, pero Jason estaba hablando con otra persona y no les hizo caso... Brad se acercó a nuestra mesa, me empujó, apartándome, y se sentó en mi sitio... Sin esconderse, cogió el otro pecho de mi mujer en su mano y comenzó a palpárselo con descaro.
"¡Qué par de tetones, tienes, golfa!" comentó Marck mientras veía como su polla se levantaba dentro en sus pantalones.
"Si estas caliente, siempre podemos ir a la pequeña habitación para divertirnos contigo" le dijo a mi angustiada esposa.
"¡No mires a tu marido cobarde, no puede hacer nada por ti!"
"Tengo una idea mucho mejor querida... Ponte debajo de la mesa y dame una mamada."
Tanya se congeló... Me miró, negué con la cabeza y empezó a llorar de nuevo.
Los guardias que estaban cerca no pudieron ignorar los gritos de mi esposa y acudieron en su ayuda ordenando a los dos bastardos compañeros negros que abandonaran el lugar para evitar problemas.
Cuando se iban, antes de salir, ambos se volvieron hacia mí, sonriéndome amenazadoramente.
"Tanya... Quiero que no me hagas más visitas... Sólo me quedan 32 días para salir ... Podemos llamarnos una vez a la semana... No quiero verte más aquí... No te preocupes por mí... Yo me cuidaré... Promételo", le dije
"Debo dejarte... Siento no haberlos obedecido... Y se van a vengar contigo esta noche... No podía con toda esta gente mirando... Prometo volver a verte... Te amo"... me dijo besándome.
Y salió del gran salón comedor.
Iba por el pasillo cuando un guardia la llamó:
- "Señora Ostener, puedo echarle una mano a su marido para protegerlo de otros guardias y presos, pero por eso tendrá que pagar!"
Entre sollozos ella preguntó:
¿Qué puedes hacer para ayudarlo?... Sé lo que quieren hacerle esta noche... Lo dijeron cuando se fueron... Por favor, no dejes que lo hagan... Haré lo que quieras."
"Sra. Ostener, puedo hacer que lo transfieran a un lugar seguro por el resto de su estancia en la cárcel, que será un poco más de un mes."
Tanya asintió y él continuó:
- "Vi lo que te hacían en el salón... Te manosearon por debajo de la mesa y te tocaron el coño, ¿no?”
Tanya asintió con la cabeza y luego le dijo:
"¡Me palparon como quisieron y ninguno de ustedes ha movido un dedo!... Fueron todos espectadores."
"Espere Sra. Ostener, lleva aquí haciendo visitas el tiempo suficiente para conocer las reglas... No debemos intervenir hasta que haya un disturbio grave... Estas órdenes vienen del director... No pudimos intervenir hasta que gritó... Esto es muy complicado... Pero volvamos a nuestros asuntos... Si trasladamos a tu marido a un área nueva, estará a salvo... Por supuesto, estará solo... Pero nadie podrá hacerle daño" y bajando la voz agregó:
"¡Todo lo que tendrás que hacer para pagarme esto, será obedecerme cuando quiera y donde quiera!"
"¡No tenemos dinero!... Estoy pluriempleada para llegar a fin de mes", respondió Tanya con tristeza.
“¡No quiero tu dinero!... Y lo sabes... Quiero tener tu cuerpo una o dos veces por semana... Eso o tu marido se queda donde está ahora... ¡La elección es tuya!"
Tanya se quedó quieta, contuvo el llanto y se sostuvo la camisola cerrada con la mano... Los dos guardias negros le habían arrancado los botones en su prisa por abrírsela y estaba rota.
"Está bien... Pero lo vas a transferir hoy... Ahora... No más tarde de este momento", respondió débilmente
"Está bien Sra. Ostener", respondió sonriendo.
"Lo vamos a transferir ahora... Me esperarás en la sala de visitas... Y te prometo que estará a salvo antes de que te vayas."
"No, en la sala de visitas, no... Por favor... En cualquier lugar, pero allí, no."
"¡Quiero que los guardias te vigilen!" respondió dejándola.
Tanya regresó entristecida a la sala de visitas y lo esperó de pie contra una pared. La sala estaba ahora medio vacía... Los dos guardias negros que la habían molestado ya no estaban allí... Varios presos intentaron abordarla, pero los guardias se lo impidieron y les ordenaron que regresaran a sus celdas.
El sargento gordo cumplió su palabra... Había visto a un guardia llevar a su marido a las celdas de aislamiento.
Vio a un grupo de guardias entrar en la sala... Uno de los carceleros estaba hablando con el sargento gordo y éste le dijo a Tanya:
"¡Señora Ostener, su esposo está a salvo!... Hable con él en este teléfono, él le responderá."
"Cariño, ¿eres tú?", dijo Tanya temerosa.
"Sí, soy yo... Me pusieron en confinamiento solitario... Creo que aquí estoy a salvo... Tendré que quedarme estos 32 días, pero yo prefiero eso... ¿Te vas más tranquila, querida?"
"Mucho mejor ahora que sé que estás a salvo, cariño”, respondió aliviada.
"Debo dejarte cariño, el trabajo me espera... Te amo cariño... Volveré a verte el próximo jueves."
El sargento gordo le quitó el móvil y les dijo a los guardias que hicieran sus rondas y regresaran... Luego le habló a Tanya:
- "Desnúdate querida... Es hora de saldar la cuenta de tu marido... Recuerda que si le dices algo a alguien, lo enviaré de vuelta con los otros presos y la mayoría de ellos lo follarán por el culo... Y ahora deja de lloriquear y desvístete", le dijo.
Tanya se quitó la blusa exponiendo su opulento pecho a este extraño, también negro... Tenía la piel de sus pechos muy clara, sus areolas eran un poco más oscuras y sus pezones se pusieron tiesos mientras se bajaba la cremallera de la falda.
Dejó caer su falda, quedando completamente desnuda... El gordo sargento contempló el cuerpo de esta fascinante mujer rubia y las curvas de su bien proporcionado cuerpo.
- "¿Te afeitas el coño? .. Maldita sea... ¡Ah, no, no está afeitado!... Tu vello del coño es tan rubio que apenas ve… Acércate que te lo toque”, le dijo tirando de ella hacia él.
Tanya retrocedió hacia atrás tratando de ocultar su privacidad con sus manos... El sargento cogió el móvil, llamó y dijo en voz alta:
"¡Fredy, soy Jeff, lleva a Ostener con los otros presos!"
"No... No... Espera... Voy a obedecer... Haz lo que quieras conmigo pero protege a mi marido", tartamudeó colapsada, acercándose a él con los brazos colgando a ambos lados del cuerpo.
"¡Fredy, déjalo en su celda y vente a la sala de visitas!"
"Está bien", gritó Fredy al otro extremo del teléfono.
El sargento gordo colgó el móvil.
- "A partir de ahora señora Ostener nos vamos a divertir... ¿De acuerdo?... Puede participar o no, y divertirse o no... ¡No me importa! ... Sólo tienes que hacer lo que yo quiera cuando yo quiera... ¡Y ahora arrodíllate y dame una mamada!"
Conmocionada, la joven cayó de rodillas... El sargento le dijo que le sacara la polla y la vio cómo la bajaba la cremallera del pantalón y con su mano se la sacó.
El olor de su ropa interior era nauseabundo y vio que su pene era corto y muy ancho... Ella se apartó pero el sargento agarró a Tanya bruscamente por el pelo y presionó su cara contra su pestilente polla.
- "¡Chupa perra!... Cógelo en tu boca y chúpalo", le dijo con una mala sonrisa.
Tanya echó la cabeza hacia atrás y mordió la polla del gran cerdo... Su boca se estiró al límite, entró en pánico e intentó levantarse.
El gordo sargento la mantuvo arrodillada, con la polla metida en su boca... En ese momento entraron en la habitación cuatro guardias.
- "¿A qué estás esperando?... Chúpame la polla", dijo en voz alta.
Los guardias se echaron a reír y se sentaron, esperando su turno para disfrutar de esta hermosa mujer.
El sargento, cogiéndola por las orejas, le metió toda su polla en su boca y comenzó a moverla lentamente dentro-fuera.
Tanya pensó que no le deberían chuparle la polla muy a menudo y que se iba a correr rápido... Pero para su sorpresa, duró mucho más de lo que esperaba... Intentó todos los trucos para que se corriera y no lo consiguió.
Entonces ella decidió hacer con él lo que siempre funcionó con su esposo... Alargó su mano más allá de sus bolas y le metió un dedo en el culo... El sargento comenzó a temblar, la apretó contra él y comenzó a soltar chorro tras chorro de semen, vaciándose por completo en la boca de Tanya, que se lo tragó todo.
Los guardias estaban charlando en voz baja y uno de ellos le dijo a Tanya que se levantara... Ella obedeció y dejó que esta banda de pervertidos admirara sus encantos.
"Tienes unos pechos grandes", le dijeron... También se asombraron de la delicadeza de su vello púbico.
"¡Ven aquí perra que te vea más de cerca!", le gritó el guardia llamado Fredy... Obedientemente Tanya se acercó a él.
Este guardia le cogió una de sus tetas en la mano y comenzó a acariciarla vigorosamente... Su polla se endureció al instante.
"Maldita sea, tus grandes tetas son muy firmes... Las de mi esposa, después de cinco embarazos cuelgan como las orejas de un perro salchicha... Estas son magníficas", le dijo Fredy sonriendo.
"¿El cobarde de tu marido te folla bien?", le pregunto.
"¡Por supuesto."
"Me vas a hacer una cubana y te chorrearé en la cara... Acuéstate puta... Será más cómodo."
Mientras ella dudaba, él la empujó hacia el suelo... Se bajó los pantalones, se los quitó rápidamente y se sentó sobre el abdomen de Tanya... Luego, colocó su tiesa y gruesa polla entre sus pechos y comenzó a moverse arriba y abajo entre los pechos de ella.
Como el guardia Fredy encontró sequedad entre sus pechos, lo que dificultaba el deslizamiento, alargó su mano y metió los dedos en su húmeda vagina... Luego cubrió el tronco de su polla con la sustancia pegajosa acumulada en su vagina... Lo hizo por tres veces, hasta que su polla resbaló con suficiente facilidad por entre sus pechos.
Tanya yacía en el suelo con los ojos cerrados, mientras este hombre usaba su pecho para masturbar su polla, algo que nunca imaginó... Camino a su degradación, estaba siendo utilizada como un trozo de carne... Su esposo nunca lo habría hecho de esta forma tan viciosa.
Abrió los ojos lo suficiente para verlo apretando sus pechos sobre su polla que se deslizaba suavemente entre ellos, a veces tocando su barbilla y al poco tiempo, sintió que él se movía cada vez más rápido y de repente comenzó a temblar convulsivamente... De inmediato sintió el semen caliente pegarse a su barbilla, labios, nariz, ojos, frente y su pelo rubio.
Él se rió mientras esparcía su semen por todo su rostro, mientras ella se sintió profundamente humillada.
- "¡Abre la boca perra!... Es hora de probar tu postre", le dijo riendo.
Tanya se mantuvo con la boca cerrada, pero él estaba decidido a hacerle saborear su esperma... Pasando su polla sobre su cara, recogió el semen esparcido y se la puso contra sus labios, diciendo:
- "¡Abre la boca perra!... ¡Quiero meterla dentro!"
Tanya abrió la boca y mantuvo los ojos abiertos... Vio cómo le metía la polla cargada con el denso esperma recogido por su cara... Y poco a poco el esperma fue cayendo por su garganta hacia dentro.
Cerrando la boca empezó a toser y a escupir.
- "Traga su semen, perra... No quiero verte escupirlo... No pierdas ni una gota", le ordenó el gordo sargento... Y ella tragó, a disgusto, el espeso semen.
El siguiente guardia le abrió los muslos y se colocó entre ellos... Le tocó el coño el tiempo suficiente para que tuviera la humedad necesaria para que su polla se deslizase bien profunda.
- "¡Me la voy a follar como nadie la ha follado nunca!", dijo.
Y se quitó los pantalones, se estiró sobre ella y le metió la polla en el coño de un golpe, enterrándose hasta las bolas.
Los otros guardias miraban fascinados como el gran tronco de su polla desaparecía en su coño para más tarde volver aparecer.
Con cada empujón, Tanya se tambaleaba, aplastada por el peso de su follador y eso excitaba a la audiencia... ¡Todos estaban impacientes porque llegase su turno!
El sargento gordo dijo entonces:
- "Fredy va a buscar a su marido... Le gustaría ver todo esto... ¿Qué te parece?"
Fredy sonrió y salió de la sala de visitas.
El guardia estaba listo para correrse y comenzó a montarla frenéticamente metiéndosela hasta ‘ la empuñadura’ y explotó en su coño, soportando sus últimas embestidas que fueron muy duras.
Cuando su marido entró a la sala de visitas, vio a varios guardias sentados en las mesas, mirando a una mujer tendida en el suelo.
Cuando me acercó vio que era su esposa Tanya... Ella estaba desnuda y tenía los ojos cerrados... Sus piernas estaban separadas y su cara pegajosa por el semen que le echaron en ella.
Me acerqué en silencio para ver mejor.
"¿Quién sigue? ..." preguntó el gordo sargento y un viejo guardia contestó dando un paso adelante.
- "Yo."
Todos comenzaron a corear:
"Abuelo... Abuelo... Abuelo..."
El viejo guardia la levantó y la puso a cuatro patas.
- "¡No he visto un culo tan bonito desde que murió mi esposa!... Ostener, ¿te gusta el bonito culo de tu esposa?"
Al oír estas palabras, Tanya abrió los ojos y, a cuatro patas como un perro, miró a su alrededor y se encontró a su esposo, mirándola.
Ella lo miró sin decir una palabra... Cuando vio que no podía ayudarla, dejó caer la cabeza y abrió más las piernas para que el viejo guardia pudiera meter su polla más fácilmente entre sus nalgas.
El viejo guardia buscó su coño con su dedo, recogiendo unas gotas de semen depositadas por su predecesor y le untó el culo con él... Luego le metió el dedo profundamente en su pulcro ojete anal, dándole pequeños círculos hasta que Tanya relajó sus esfínteres.
Cuando estuvo completamente relajada, sacó el dedo del culo y le puso, a dos dedos, varias capas de semen y luego se los hundió de nuevo, en el culo.
Tanya gritó de dolor, tratando de escapar de esta intrusión infernal.
Otros guardias la sujetaron mientras el su compañero, el viejo guardia, enterraba sus dos dedos hasta la base... Un guardia la abofeteó para que se quedara quieta y le metió en la boca un trapo sucio que había sobre una mesa.
- "Bueno mi joven amigo, mira bien como preparamos el culo de una chica?... Primero que nada le ponemos un dedo, el cual lo agitamos lentamente mientras se calma... Luego le metemos, dos, y dejamos que se calme de nuevo... Entonces ya se puede meter la polla en su pequeño agujero anal... Dependiendo de los hombres, dos o tres dedos tienen aproximadamente el mismo tamaño que una polla.
El viejo guardia continuó comentando:
- "Debemos asegurarnos de que no se pueda mover... Yo solía poner a mi esposa boca abajo sobre una almohada antes de follarle el culo... A ella no le gustaba eso, pero sabía quién era el amo de la casa... Si quieres ser el amo de tu casa debes follarte el culo a tu esposa al menos una vez al mes... ¿Cuándo te la follaste por el culo la última vez?"
Su marido negó con la cabeza y dijo:
- "Nunca... Nunca la sodomicé"
Con una amplia sonrisa en su cara, el viejo guardia le respondió:
- "Ponte detrás de ella y fóllala ahora... Tienes que hacerte cargo de tu casa... Ven, arrodíllate a sus espaldas y haz lo que te digo... Ella es tu esposa... ¡Depende de ti romperle el culo!"
Mientras dudaba, el sargento gordo intervino:
- "O le das por el culo a tu esposa, muchacho, o es Jason quien lo hace... ¡Tú decides!"
Tanya me miró durante mucho tiempo y dijo con voz hueca:
- "Adelante cariño... Te amo."
Su marido se arrodilló detrás de su amada esposa y puso su polla al borde de su ano... Volvió a dudar, pero el viejo guardia lo animó:
"¡Vamos chico... Taládrala hasta sus entrañas!"
El marido presionó lentamente su polla contra su ano y ella comenzó a gemir y dar fuertes sollozos.
La polla del marido atravesó su esfínter y se la metió lentamente toda... El marido sintió una mano que lo empujó por la espalda obligándolo a empalar a su esposa hasta que sus bolas golpearon su ano distendido.
Ella movió sus esfínteres estrangulando el tronco de su polla.
- "Cálmate... Cuanto más te pongas rígida, más te dolerá", le dijo el viejo guardia mirándola de cerca.
El marido la sintió relajarse y comenzó con su polla a entrar y salir a través de su pequeño y apretado anillo anal ahora domesticado.
Ella aceptó su sodomía tratando de relajarse, así que el marido continuó follándola lentamente... Al ver el ritmo, el viejo guardia le aconsejó al marido:
- "¡Tienes que hacerle entender quién manda!... Tienes que follarla fuerte para que sepa que harás lo que quieras con ella y su cuerpo... Ella te pertenece... Si la lastimas, no te preocupes, ella lo superará... ¡Y ahora romperle el culo por llorar fuerte!
Sintiendo que los esfínteres anales de su esposa se ablandaban, el marido aceleró su ritmo y los pechos de su mujer se balancearon al ritmo de las embestidas que recibía.
Recordó que a menudo había visto este espectáculo en el espejo de cuerpo entero frente a su cama cuando le hacía el amor... Esto siempre le había calentado muchísimo.
El marido la montó rudamente durante unos minutos, después de lo cual paró un poco mientras el viejo guardia lo felicitaba diciéndole:
- "¡Buen trabajo, hombre!... Continúa... No pares ahora."
El marido trató de enterrar completamente su polla y ella gritó:
- "Detente... Por favor... Me estás lastimando."
El viejo guardia rápidamente le aconsejó:
- "Sigue metiéndosela... Es la mejor manera de dominarla... De ahora en adelante usarás su culo siempre que lo desees."
El marido siguió enculándola a pesar de las protestas de Tanya y terminó por correrse en sus entrañas... Luego, se salió, jadeante y agotado.
El viejo guardia ocupó su lugar y de un solo golpe le metió su polla en su palpitante ojete anal... No tardó en cabalgarlo salvajemente y todos se sorprendieron al verlo correrse cinco minutos después, mientras Tanya lloraba lastimosamente.
El semen del viejo guardia lo lanzó a sus profundidades, mezclándose con el semen de su marido... Fascinados, todos vieron fluir fuera de su ano, parte del semen que le tiraron dentro.
Antes de que ella se levantara, el último guardia se desnudo y arrodilló sobre su espalda y la penetró profundamente en su coño.
Mientras la penetraba, sus tetas bailaban al ritmo de sus embestidas... Este guardia la había visto hacer mamadas y darle por el culo... Lo había excitado tanto que se corrió pronto.
- "Bueno, Ostener, ¿qué piensas de todo esto?... ¿Te gusta ver a otros hombres follar a tu esposa?... ¡Supongo que no!... De todos modos, ¿a quién le importa?... Ella vendrá a satisfacernos todas las semanas hasta tu liberación... Si no estamos satisfechos con sus servicios, Jason tendrá una nueva perra para follar... Tu, por supuesto."
El sargento gordo ordenó a los guardias que volvieran al trabajo y se sentó mientras el marido ayudaba a su esposa a levantarse... Ella estalló en lágrimas en sus brazos.
"Me duele... Me duele mucho el culo", gimió en su oído.
"Te amo, querida", le respondió impotente por no poder hacer nada.
Continuará....