Todo por salirme de la casa
Cansada de mis padres, decido escaparme de la casa, sin imaginar lo que iba a pasar...
Esta historia ocurrió cuando yo tenía casi 13 años de edad; en esa época tenía problemas con mis padres, así es que un día en la noche me salí de la casa sin intenciones de regresar.
Obviamente no tenía a dónde ir, por lo tanto caminé y caminé por las oscuras calles de mi ciudad (Guadalajara, Jalisco, México) eran aproximadamente las 11:00 de la noche, y ya había comenzado a tener frío y un poco de miedo, sobre todo por los taxistas que se acercaban para ver si necesitaba servicio, lo cual me ponía muy nerviosa y los ignoraba.
Así llegué a un Centro Comercial, que como se puede esperar, estaba completamente desierto, entonces me decidí a sentarme en una de las banquitas mientras pensaba qué hacer; no pasó mucho tiempo cuando llegó un policía: un hombre muy moreno, gordo y de más de 40 años; éste me dijo que yo no podía quedarme ahí, a lo que yo respondí "es que no tengo a dónde ir", se sentó a mi lado y me comenzó a hacer muchas preguntas, mi nombre, mi edad y el por qué estaba ahí, yo contesté, mintiendo que acababa de llegar de otra ciudad, y necesitaba que amaneciera para ir a buscar una dirección (algo realmente muy tonto, que obviamente no me creyó); "bueno, pero no te puedes quedar aquí, ven conmigo", yo lo seguí hasta el estacionamiento, en el cual no había ni un solo auto. Ahí nos quedamos platicando sobre cosas como la escuela y las clases hasta que la conversación cambió de curso:
-¿Tienes novio?- me preguntó ya muy cerca de mí. -No, aún no- lo cual era cierto, no tenía novio, aunque sí había un chico que me gustaba mucho. -Es bueno tener novio, aprendes muchas cosas. -¿Cosas como qué? -Pues cosas, que con el tiempo apreciarás, digo, puedo suponer que eres virgen, ¿no? Me quedé muda ante la pregunta, y solamente puede mover la cabeza diciendo que sí. Entonces él me contó que antes vivía con una amiga, con al cual tenía relaciones sexuales aunque no se amaban, sobre todo que tenían sexo oral.
Yo no sabía qué era eso, pero mejor no pregunté, ya que el solo hecho de ser SEXO hacía que me cohibiera y me sintiera incómoda. -Pero solamente se puede tener sexo con alguien a quien quieres- respondí yo.
-Oh no, para nada, hay veces que es bueno sacar experiencia con alguien a quien no volverás a ver. Ya era obvio lo que el tipo ese quería conmigo, se había ido acercando cada vez más a mí, y aunque no me agradaba nada (ya lo describí, horrible) algo comenzó a inquietarme, sí me daban ganas de tener algo ahí. -Alguien como usted, supongo. -Sí- en ese momento, me tomó de las caderas de una manera muy tosca que me lastimó y me asustó, me empujó hacia la pared mientras metía su rodilla entre mis piernas separándolas. Yo estaba atónita, no sabía qué hacer, solamente respiraba muy rápido y trataba de safarme de sus manos, pero era imposible. Entonces me plantó un beso en mi boca, metiendo su lengua y jugando con la mía, mientras bajaba una mano hasta mi conchita y me acariciaba delicadamente, haciendo que yo me rindiera y comenzara a exitarme.
Después de besarme le empecé a desabrochar la camisa mientras que él me desabrochaba el pantalón, me levantó y éste cayó al suelo junto con su camisa. En un inicio me dió asco su cuerpo desnudo tan cerca de mí, pero cuando se agachó y comenzó a besarme mi conchita por encima de mi calzón, ese asco se olvidó y me centré en disfrutar con sus lamidas. Yo sola me quité mi blusita morada dejando mi pequeños pechos al aire, ya que no llevaba corpiño ni nada por el estilo; después de como 5 minutos de lamerme, se puso de pie y comenzó a juguetear con mis pezones, lo cual me exitió muchísimo, nunca había sentido algo así, los mordía y los mojaba de saliva, entonces procedí a desabrochar su cinturón y a bajarle el pantalón, y así sentí si gran pene ya completamente duro, nunca había visto uno, era enorme, me dió miedo, y él lo notó.
-¿Te gusta zorrita? -Está muy grande- dije mientras volvía a tratar de safarme, pero ya me había agarrado de las caderas y hacía que me hincara enfrente de él. -Métetelo a la boca y chúpalo como si fuera una pinche paleta estúpida. Yo no quería, me daba muchísimo asco, y el hecho de que me estuviera insultando me ponía muy nerviosa.
Con una mano me apretó muy fuerte en las mejillas haciendo que abriera mi boca, y en ese instante me lo metió; me estaba ahogando con su cosa, y trataba de morderlo para que me dejara en paz, pero no podía, él seguía insultándome y yo sin saber qué hacer, entonces se enojó me tomó de un brazo haciendo que me levantara y me tiró al suelo, me quitó el calzón de un solo jalón y se avalanzó sobre mí, besándome todo el cuerpo, comenzando con el cuello, luego el pecho lo cual volvió a exitarme, al igual que cuando me besó el ombligo, hasta llegar a mi conchita, en donde me daba pequeñas mordidas en el clítoris (claro que yo no sabía que se llamaba así), y luego comenzó a lamerme como si fuera un animal, yo estaba super exitada, ya no me importaba nada, me retorcía, y sostenía su cabeza con mis manos para que no me soltara, mis piernas estaban temblando, y mis gemidos se hacían cada vez más fuertes; entonces, se detuvo y sosteniéndome de las caderas dió un vuelta quedando él en el piso y yo encima de él, sintiendo su enorme pene tratando de entrar en mi pero no podía; ya para entonces estaba realmente caliente y ahora fui yo la que lo besó en el cuerpo, en la boca en donde nos llenamos de la saliva ajena, con una mano le masajeaba el pene, el cual ya estaba soltando un líquido pero ya no me daba asco, al contrario, ya deseaba lamerlo, y eso fue lo que hice, no sabía cómo hacerlo, así es que solamente lo lamía completo y le daba besitos, hasta que me metí a la boca su gran cabeza y comencé a chuparlo como podía, a ratitos lo lastimaba con mis dientes, porque daba de brincos y yo me asustaba, ya que pensaba que en una de esas se enojaría y me pegaría, pero no, yo creo que igual lo exitaba mi inexperiencia, ya que no tardó en correrse, en cuanto sentí su semen solté su pene ya que eso sí me dió asco, pero él me dijo que no debía repudiarlo, que sabía rico que por lo menos lo probara, y lamí lo que se había escurrido, no me desagradó el sabor, y continué lamiendo hasta que sentí que se volvía a exitar, entonces me dijo "ahora sí vas a saber lo que es coger cabrona" me tomó de las caderas y poniendo saliva en su mano me la huntó en mi conchita la cual ya estaba muy mojada y me colocó en posición para penetrarme, me dijo que me iba a doler pero que me aguantara y no gritara, yo ya tenía mucho miedo de eso, pero al mismo tiempo sentía gran curiosidad y yo misma comencé a sentarme en su miembro, con lentitud porque sí me dolía, hasta que por fin entró todo, me dolía demasiado, pegué un grito "muévete muévete" me decía, yo no entendía qué hacer, así es que él con sus manos en mis caderas me movía circularmente, y mis caderas no tardaron en responder ante eso, así es que lo cabalgué, primero lento y luego cada vez más rápido, entonces me soltó y me colocó en el piso, levantó mis piernas y las puso sobre sus hombres, y así me penetró de nuevo, esta vez de un solo golpe, rápido rápido, como si nunca hubiera tenido sexo, yo gemía de placer y sentí cómo me corría, yo lo tenía abrazado y le encajaba las uñas en cada embestida, hasta que terminó otra vez, pero ahora dentro de mí, acompañado de un gran gemido, se tiró a un lado de mí respirando de una manera agitada, y con su mano seguía acariciándome mi conchita, la cual estaba mojada de semen, de mis jugos y de un poco de sangre, lo cual no me asustó, ya que en clases me habían explicado que solía pasar eso la primera vez.
Después de eso nos vestimos, y nos acariciamos durante un buen rato, hasta que me dijo que ya me fuera de ahí, pero que cada vez que quisiera sexo podía ir con él. Yo regresé a mi casa siendo una mujer, y no volví a verlo nunca más.
Espero que les haya gustado, es la primera vez que escribo alguna experiencia, mejoraré con el tiempo, lo prometo!