Todo por mi bienestar

Estaba decidida a todo con tal de conservar lo mio, aunque mi marido se niegue.

A veces algunas personas creen tener la vida resuelta y se duermen en los laureles, eso nos paso a mi esposo Fernando y a mi, tengo 43 años y el 49, hasta hace seis meses teníamos una situación económica muy holgada, casa de campo, dos autos, un chalet enorme en un coqueto barrio del Gran Buenos Aires, con piscina y todos los lujos, y en un amarradero de San Isidro un lindo yatecito para pasar unas buenas vacaciones.

Fernando era gerente de ventas en una importante empresa multinacional de comestibles y con sus ingresos llegamos a tener lo que hoy tratamos de mantener por todos los medios, nos acostumbramos demasiado a la buena vida que durante muchos años llevamos y ninguno de los dos estábamos dispuestos a perderla, queríamos mantenerla sea el costo que fuera, sin pensar que el precio que deberíamos pagar iba a ser muy alto, al menos para mi marido.

Todo comenzó hace aproximadamente un año atrás, Fernando llego un día a casa abatido, estaba totalmente desconsolado, en su mano tenía un memorándum de la empresa en la que le notificaban que prescindían de sus servicios, tanto el como yo queríamos morirnos, no lo podíamos creer, a su edad en ningún lado le darían trabajo y menos en el puesto que el tenia como para mantener nuestras comodidades y nuestra vida social.

Para colmo de males el telegrama estaba firmado por Andrés, amigo inseparable de Fernando y vicepresidente de la empresa, no podía entender como su amigo ni siquiera lo había llamado para adelantarle lo que pensaban hacer con el, tantas veces había cenado en casa, había dormido noches enteras cuando su esposa lo echo por infiel y mantuve en secreto las muchas veces quiso propasarse conmigo en ausencia de mi esposo.

Decidí ir a la empresa a pedirle explicaciones, no podía dejar que todo esto sucediese sin luchar por lo que habíamos ganado, llame al celular de Andrés y le pedí me concediera una entrevista, cosa que me molesto, pues es nuestro amigo, jamás hubiese pensado que para verlo tuviera que solicitar una audiencia.

El muy desgraciado me dijo que tenia la agenda muy ocupada, pero que….., solo por que era yo, podría atenderme el viernes a ultima hora en su departamento, sin siquiera preguntarle a mi marido convine que iría a verlo alrededor de las nueve de la noche.

Recién dos horas antes de la cita le comuniqué a mi esposo lo que iba a hacer, me miró confundido, Fer me conocía demasiado y sabía que cuando me proponía lograr algo lo conseguía sin importar lo que tenga que hacer, ya me había visto hacer cosas inexplicables para cerrar un negocio, recuerdo haberme ido a pedido de el con un empresario un fin de semana a Uruguay con tal que firmara un contrato por la compra de los productos de la empresa, ¡¡¡empresa que hoy lo descartaba sin importarle nada!!!, nadie sabia que mi marido me había convencido montones de veces que saliera con otros tipos mientras nos convenía el negocio tanto a la empresa como a nosotros.

Pero ahora la mirada de Fernando no era la misma, la del negociante perfecto, en sus ojos se veía la humillación de mandar a su esposa a mendigar por un puesto al que sus superiores lo creían inepto.

Me vestí lo mas elegante que pude, un vestido negro, pegado al cuerpo para que resalte mis curvas, mi espalda quedaba totalmente desnuda y el escote llegaba bastante mas debajo de la cintura por lo que se apreciaba perfectamente la ranura que separaba mis nalgas, mi esposo me pregunto por que me había vestido de esa manera, mi contestación fue clara y concisa, debía causar impacto en Andrés, mi respuesta fue tomada por mi esposo como que yo iba dispuesta a hacer todo lo que el tipo me pidiera, se acerco y me abrazo muy fuerte, sus manos recorrieron mi cuerpo y descubrieron que no llevaba ropa interior, se alejo dos pasos hacia atrás y mirándome resignado me dijo – me voy a tomar algo al bar, dame un llamado cuando estés regresando -.

Andrés me recibió sonriente, como si nada hubiese sucedido, eso me hizo hervir la sangre, no podía admitir tanta frialdad, me miro de arriba abajo y apoyando la mano sobre mi cadera me dio la bienvenida con un beso en la mejilla aunque trato de hacerlo lo mas cercano a mis labios, no le preste demasiada atención a ese detalle, el era un seductor por naturaleza y aunque en ese momento lo odiaba sentí un cosquilleo que recorrió mi espalda de punta a punta, por ende mis pezones se pusieron de inmediato duros como una roca, cosa que Andrés se dio cuenta esbozando una sonrisa sin dejar de mirar mi escote.

Como siempre, estaba elegante, lucía una camisa blanca, desabrochada hasta la mitad de su pecho, le gustaba lucir un cuerpo duro, que a pesar de sus cincuenta años se mantenía fibroso, sabía perfectamente como explotar sus encantos, también sabía que a mi me gustaban los hombres con mucho bello en su cuerpo y se aprovechaba de ello.

Nos sentamos en unos taburetes de mesa alta, a propósito me hizo sentar ahí, quería estar en el lugar perfecto para poder mirar mis piernas, sabía que mis muslos quedaban desnudos al cruzarlas y no traté de cubrirlas, yo también sabía como explotar mis encantos y lo iba a hacer sin miramientos, una guerra de seducción empezaba y yo estaba dispuesta a ganarla.

Poco a poco fuimos entrando en el tema de mi esposo, le hice saber a el que nos sentíamos defraudados por su actitud, pero Andrés me explicó que en los últimos meses las ventas habían caído demasiado y no era por la situación económica del país, sino por que Fernando no le había estado dando la atención necesaria a su puesto y que el despido había sido una sugerencia del Presidente de la empresa.

Igualmente Andrés me prometió tratar de solucionar el problema aunque no sabía como resultaría todo. De a poco nos fuimos desviando del tema y ayudados por la cantidad de vino que estábamos bebiendo comenzamos a desinhibirnos cada vez más y las confesiones empezaron a aparecer en nuestras charlas.

Andrés me preguntó si había sido infiel a Fernando alguna vez, me quedé mirándolo fijamente a los ojos, en estado sobrio lo hubiese negado rotundamente, pero mi respuesta se hizo esperar y una sonrisa irónica se dibujo en mis labios, no hizo falta demasiado para que el se diera cuenta que no había sido una esposa ejemplar.

  • ¿Cuántas veces? – me pregunto.

  • ¿Por qué querés saberlo?, ¿no te basta saber que lo fui? – le contesté sonriendo.

  • ser infiel una vez puede ser por confusión, mas de una vez es por gusto – me contesto.

  • ¿y muchas veces que es? – le dije sin darme cuenta que miraba fijamente su boca.

  • si fueron muchas veces puede verse de dos maneras, o no te atiende como corresponde o sos una putita divina – me dijo mientras acariciaba mi mejilla.

Sin darme cuenta estaba entrando en el juego que me proponía Andrés, no me disgustaba jugarlo, por el contrario, empezaba a excitarme rápidamente y mis movimientos empezaron a ser muy sensuales acompañados de provocativas miradas.

  • ¿y vos que pensás?, ¿en cual de las dos me encasillas?, le pregunte mirándolo fija y seriamente esperando que su respuesta fuese acorde a la charla que estábamos teniendo.

  • estoy muy seguro que estás mal atendida, pero también estoy seguro que sos muy putita – me dijo apoyando su mano en mi rodilla mientras yo miraba como el frotaba su lengua por sus labios.

No le contesté nada, solamente lo miraba, lo vi acercarse mientras sus manos acariciaban mis muslos, su boca se colocó a escasos milímetros de la mía, podía sentir el viento de su respirar en mis labios, había apoyado su entrepierna en mi rodilla ý sentía como su bulto crecía, no hice nada para poner un límite a esta situación, simplemente abrí mis labios cuando los suyos se apoyaron en los míos, un beso tremendo, cargado de deseo, lujuria y pasión nos unió en un sin fin de caricias desesperadas, las manos de Andrés acariciaban mi espalda y llegaban a mis glúteos, me aferraba con fuerza y aplastaba mi cuerpo contra el suyo, pude sentir su miembro duro acomodarse en mi vientre, empecé a mojarme toda y por un momento vinieron a mi mente las imágenes de mi marido abatido por la noticia de su despido, un odio visceral hacia Andrés se mezclo con la excitación que el tipo me provocaba en ese momento, era un torbellino de rencor y calentura que me llevaba a morder sus labios y a buscar con mi mano su entrepierna erguida, erecta, dura.

En pocos minutos estaba arrodillada frente a Andrés, acariciando y mirando con hambre de felina la hermosa verga que portaba, jamás hubiese pensado que el podía tener una cosa tan grande y bella, no me importo mas nuestras diferencias y comencé a mamarla con ganas, con énfasis, deseando saborear cada centímetro de ese músculo grueso y caliente.

Andrés se retorcía de placer, no dejaba de decirme que nadie se la había chupado como yo, y se lo creí, pues era una excelente mamadora, había empezado desde muy jovencita y durante todos estos años había adquirido una experiencia única.

Estuve saboreando esa hermosa pija durante una hora aproximadamente, Andrés ya se había despojado de toda su ropa, me gustaba mirarle la cara desde abajo, era un bello ejemplar de macho maduro, vientre duro a pesar de su edad, erección perfecta y duradera, actitud de hombre dominante, me aferraba de mis cabellos y me introducía su miembro hasta la garganta logrando hacer que tenga verdaderas arcadas, luego me tapaba la nariz y volvía a meterla hasta el fondo de mi boca hasta producirme ahogo; Andrés era salvaje, morboso, me obligaba a chapársela gozando con verme aceptar sumisamente sus apetencias sexuales, eso me gustaba de un hombre, me excitaba de sobremanera que me someta, que me humille, que me trate como la verdadera puta que era.

Un inmenso corro de esperma caliente inundó mi boca, exquisito, caliente, espeso se desparramó por mi lengua para luego deslizarse por mi garganta, enfurecida por la calentura no dejé escapar una sola gota de su néctar hirviente, sentía que cada vez estaba mas mojada, deseando fervientemente ser penetrada por ese enorme pedazo de poronga, dirigí mi mano hacia mi entrepierna y me metí tres dedos, no soltaba su verga, seguía chupándola enloquecida mientras me pajeaba frenética e insaciablemente, el tema por que había ido a ver a ese semental desapareció de mi mente, en mi cabeza solo volaban los deseos de seguir prendida a esa pija y terminar de entregarme a su lujuria.

Logro sacar su verga de mi boca y tirando de mis cabellos prácticamente me arrastro hacia su habitación, su actitud enérgica lograba excitarme cada vez mas, arrancó mi vestido a tirones y admiró la diminuta tanga que llevaba puesta, pellizco con fuerza mis pezones erectos, sentí un fuerte dolor, pero a su vez emití un gemido de placer, el se percataba que me volvía loca su juego violento y sonrió.

  • ¡¡¡que puta sumisa sos!!!! – me grito para luego empezar a chuparme los pechos mordiendo con fuerza los pezones, esta vez sentí un dolor agudo y a pesar que se lo pedía el no me soltaba, haciendo que casi me desmayara.

  • ¿ ¡¡¡ que te pasa puta ¡!!? ¿ ¡¡¡no te bancas que te trate como una perra!!!? Volvió a decirme en tono de insulto, yo solo lo miraba y jadeaba, quería que siguiera, que no terminara nunca ese juego, miré entregada como me arrancaba la tanga que completamente destrozada quedaba tirada en el piso del dormitorio, se zambulló entre mis piernas y mi cuerpo se arqueó involuntariamente cuando su lengua se deslizo ente mis labios vaginales, para detenerse y dar rápidos lengüetazos a mi clítoris, lo hizo con una maestría tal que a los pocos minutos estaba teniendo mi primer orgasmo de la noche, entre gritos, jadeos y aferrando su cabeza contra mi concha acabe como pocas veces en mi vida lo había echo.

Por fin llegó el momento de cogerme, se irguió frente a mi, yo lo esperaba ansiosa con mis piernas bien abiertas, admirando la hermosa erección que tenia, su glande brillaba, las venas recorrían hinchadas toda la extensión de su formidable falo, se veía enorme, largo, grueso, poderoso, lo quería ya y se lo pedí encarecidamente, - ¡¡¡cogeme por favor!!!, ¡¡¡cogeme que no soporto mas!!!! Y se la agarre con furia tratando de ensartarla en mi vulva por mis propios medios.

Andrés no me lo permitió, se hacía desear, -si querés pija pedímelo de nuevo- me dijo en tono despectivo, - ¡¡¡dame esa verga hijo de puta!!!- -¡¡¡rompeme la concha de una vez!!!- le gritaba desesperada por sentir mi vagina totalmente ocupada con esa semejante tripa.

Me la metió de un solo envión, el gutural grito que salio de mi garganta no fue de dolor, fue puro placer y satisfacción, era maravilloso sentir como esa cosota inmensa empezaba a entrar y salir de mi chochita, levanté mi cabeza para mirar como mi cuerpo se comía su miembro, otro orgasmo vino sin avisar y otro….. y otro…. y Andrés me cogía de tal manera que no podía parar de acabar, nada existía alrededor nuestro, solo nuestros cuerpos desnudos cogiéndose desesperados, nada me importaba, ni el llamado de Fernando por celular, seguramente estaría preocupado por mi tardanza o quizá adivinando que su mujercita esa mujercita a la que el mismo había emputecido, en esos momentos estaba gozando siendo ensartada por una pija que superaba a la suya por varios centímetros.

Seguramente se canso de llamar, pues el celular no volvió a sonar en toda la noche, igualmente no estaba dispuesta a atender ningún llamado, la estaba pasando demasiado bien como para darle importancia otras cosas.

Andrés saco su verga de mi vagina y me obligo a chupársela nuevamente, lo hice gustosa, me gustaba apretarla con mi lengua contra el paladar y sentirla tan dura y caliente, me gustaba chuparle los testículos y metérmelos en la boca, fui bajando lentamente, recorriendo cada milímetro con mi lengua viciosa, terminé con su tronco y seguí con los huevos, metí mi cabeza completa entre sus piernas y con mi lengua recorrí la distancia que separa sus testículos de su ano, Andrés se estremeció y escuche como jadeaba de placer, esta vez metí la lengua entre sus glúteos y encontré su ano, el, usando sus manos separó sus nalgas y comencé a propinarle un tremenda chupada de culo, me coloqué detrás suyo y el se inclino sin dejar de abrirse los cachetes de su culo, yo seguía lamiendo mientras que mi mano había pasado entre sus piernas y sostenía su verga masturbándolo.

Al cabo de un rato volví a chuparle la pija, pero sin dejar de jugar con su colita, tímidamente froté su ano con la yema de mi dedo índice, Andrés no decía nada, por el contrario, notaba como se excitaba mas, ejercí presión con mi dedo y se lo metí apenas, el no dijo nada, de manera que seguí empujando hasta que prácticamente tuve todo el dedo adentro, empecé a cogerlo y el se dejaba gustoso mientras me bombeaba en la boca.

Nuevamente me inundó la boca de semen y volví a tragarlo hasta la última gota, seguí mamándola hasta que quedó flácida, me acosté a su lado tratando de recomponer nuestra respiración, estábamos tremendamente agitados y satisfechos, al cabo de un rato me metí en el baño a darme una ducha, eran las cuatro de la mañana y creí conveniente volver a casa.

Pero para Andrés la cosa no había terminado ahí, entró al baño y se paró al lado del inodoro dispuesto a orinar, yo lo observaba admirando su miembro, no podía dejar de clavar mis ojos en el, me miró con una sonrisa maliciosa, cuando quise reaccionar para evitar lo que se traía en mente era tarde, Andrés me había aferrado de los cabellos, obligándome a ponerme de rodillas, prácticamente me saco de la bañera haciendo que quedara debajo de su verga, un fuerte chorro de orín empezó a caer sobre mi cara, me tapo las fosas nasales para que abriera la boca, sin poder respira hice lo que el quería, abrí mi boca y sentí el gusto agrio llenar mi cavidad bucal, sentí que lo odiaba por lo que me estaba haciendo, pero no dejaba de tragarme ese liquido amarillo y caliente y aunque no podía creer lo que me estaba pasando tuve que reconocer que estaba teniendo un tremendo orgasmo.

Cuando terminó de orinar se la chupé hasta dejarla limpita, pero nuevamente estaba erecta, dura y caliente, no podía creer como un hombre de cincuenta años pudiera tener tanta vitalidad, yo agradecida por que me había calentado de nuevo, me levantó en sus brazos y me llevó hasta su cama.

  • Ahora viene lo mejor – dijo mientras abría el cajón de su mesita de luz y sacaba un pote de vaselina, fue la primera vez que tuve temor durante la noche, la verga de Andrés era muy gruesa para mi culito, si bien me lo habían hecho varias veces y me gustaba, la de mi amante era demasiado gorda..

No pude evitarlo, tampoco me opuse demasiado, si bien sentí miedo, era excitante la idea de ser penetrada analmente por es pija, me puse en cuatro y aflojando todo mi cuerpo, tal como me había enseñado el primer hombre que me cogió por el culo, esperé ansiosa que Andrés me pusiera su tripa en mi colita.

Sentí sus dedos penetrarme y desparramar por mi ano una gran cantidad de vaselina con la otra mano incentivaba mi clítoris hasta que logro ponerme tan caliente que a los gritos le pedí que me rompiera el culo de una vez.

Se colocó detrás mío y separó mis nalgas, mi ano estaba algo dilatado por sus dedos, por lo que cuando empezó a presionar con su verga le fue mas fácil, sentí como se abría paso y mi ano se dilataba aún mas, el dolor era agudo y a medida que entraba me iba desgarrando, su penetración era lenta pero constante, hasta que se frenó, me la había metido toda, se empezó a mover de a poco y sus movimientos cada vez fueron mas fuertes, hasta que todo se transformo en un torbellino de embestidas salvajes y violentas que lastimaban mis intestinos, aun así no quería que se detenga, me hacía sentir la mas puta y nadie podía negar que eso me apasionaba.

Llegamos juntos al orgasmo, su semen derramado dentro de mi colita me suavizo el ardor que me había provocado su verga gruesa, luego de recostarnos un rato, nos metimos juntos en la ducha, no hablamos una sola palabra, solo nos enjabonamos en silencio.

Me vestí sin poder arreglar mínimamente mi tanga, estaba hecha jirones y aunque mi vestido también había quedado maltratado pude repararlo como para llegar a casa.

Cuando salí de su departamento ya era de día, entré a casa y Fernando había preparado el desayuno, se quedo mirándome fijamente, mi vestido maltratado, la pintura corrida, sin ropa interior, se dio cuenta que a su mujercita la habían cogido toda la noche, los ojos de Fernando denotaban amargura y resignación por lo que tenía en frente, su esposa completamente satisfecha y con la propia mirada de una mujer que acababa de ser bien atendida.

  • ¿lograste algo? – pregunto como rogando recibir al menos una respuesta alentadora.

  • no llegué a hablar del tema – le respondí mirándolo fijamente a los ojos con la vergüenza de no haber hecho casi nada para cumplir el cometido con el que había ido.

Fernando se tomó de la cabeza y se metió en su estudio, yo me dirigí al dormitorio a meditar sobre los sucedido, quería sacar conclusiones sobre lo que había pasado esa noche, pero lo único que logré fue reconocer que nadie me había cogido como Andrés y me lamentaba no haber accedido mucho tiempo antes ser infiel con el, no sabía como haría de ahora en mas, pero tendría que hacerme tiempo para ir a visitar a mi nuevo amante.

Esperamos sus opiniones en:

patped_46@hotmail.com o patrydenoche@hotmail.com