Todo ocurrió de forma fortuita II
Carlos y yo seguimos llevando los niños al colegio y tomando café diariamente. Incluidos los episodios mas agradables de tomar café en su despacho, cada vez mas habituales dada la complicidad que íbamos cogiendo.
En esas reuniones en las cuales dábamos rienda suelta a nuestra pasión, comenzamos a comentarnos situaciones que habíamos vivido con otras mujeres y vivíamos con nuestras esposas.
Mi esposa se llama Marisa, tiene 42 años como yo, como he comentado tiene una tienda y le gusta estar siempre muy presentable, mide 1,72 y pesa unos 68 kgrs, morena con ojos color café. Físicamente es muy agradable , sus pechos no muy grandes, tienen unas aureolas rosadas y unos pezones en punta, su sexo sin depilar pero muy cuidadito tiene unos labios mayores muy sobresalientes y tiernos, que cubren un botón delicioso, que le proporciona un placer inusitado al tocarlo.
El me enseñó fotografías de su mujer, Carmen de 44 años, no tan alta como Marisa, pero se adivinaban unos pechos grandes y un culito respingón.
Hablábamos de como cogíamos, que le gustaba a cada una y como se comportaban en la cama, eso nos encendía y nos llevaba a unos estados de placer muy intensos.
Cuando le comentaba cosa de Marisa a Carlos, notaba que se encendía y que aunque estaba conmigo, le habría gustado hacerla suya, eso lo pude corroborar unos meses mas tarde de nuestro primer encuentro, estando en su despacho.
Ese día, habíamos ido a su despacho, sin desayunar, directamente, después de dejar a los niños; en el trayecto, yo, que estaba ya muy caliente, fui directo a su bragueta y mientras él conducía saqué su tremenda polla la miré y me lance a lamerla como un poseso, eso hizo que casi nos saliésemos de la carretera, pero me dejó hacer, la chupaba con fruición, con ganas, quería que solo fuese mía, la movía con energía deseando que manase todo de su interior y me regalase su néctar.
No fue así ya que llegamos antes al aparcamiento. Me hizo salir del coche para, con prisa y agarrándome del brazo, empujarme hacia su despacho.
Una vez allí, no me dijo nada, casi sin cerrar la puerta me besó, me presionó contra la pared y mientras su lengua se entrelazaba con la mía, su mano fue directamente a mis pantalones, abriendo todo y haciendo que mi verga saliese de su escondite, se agachó y sin dudarlo se la metió en la boca.
Mientras me la mamaba, comencé a desnudarme . Ya desnudo, le levanté y comencé a besarle y empujarle hacia la cama que tenía en la otra habitación. Ahí, sin preámbulos, le desnudé, admiré su cuerpo atlético de carne tersa y dura , dando comienzo nuestros cuerpos a una danza de búsqueda de recovecos y lugares en los que dar y encontrar placer.
Nuestras manos recorrían cada centímetro de piel hasta llegar a nuestras pollas que manejábamos con pasión, nos retorcíamos mientras nuestras bocas mojaban nuestros cuerpos, hasta que cada una encontró el premio que buscaba.
Para entonces ambos estábamos ya encendidos, nuestras pollas estaban duras y palpitaban dentro de la boca del otro, nuestras manos se deslizaron hacia el culo del otro y comenzaron a jugar con los agujeros.
Cuando llevábamos unos minutos, nos pusimos ambos a la par y mientras nuestras manos pajeaban y nos besábamos. De pronto me dijo,
- Alex, cuéntame como es Marisa, quiero imaginarme que esta ella aquí, viéndonos y disfrutando con nuestro placer.
Yo al principio no reaccioné, pero en el momento en el que estábamos comencé a fantasear con que ella estaba en el sillón, frente a nosotros, con su cuerpo desnudo, los pezones tiesos y duros pasando por ellos sus manos, mientras se deleitaba con el masajeo que estábamos imprimiendo a nuestras pollas.
Comencé a contarle que tenía las piernas abiertas, su coño abierto para que lo admirara y deseando que metiese su polla en él. Eso le calentó aún mas y, sin preámbulos, me dió la vuelta y me obligo a ponerme a cuatro patas, su boca fue directamente a mi ano y su lengua comenzó a masajearlo y mojarlo.
Yo estaba en la gloria, y comencé a decirle que ella era virgen por el culo, que eso se lo guardaba para él, que me encantaría ver como su polla entraba y la follaba de una manera salvaje.
Notaba su excitación porque cada vez me chupaba el ano con mas fuerza, su lengua me empapaba y entraba en mi agujero, hasta que sin avisarme puso su polla en él y presionó.
Di un grito, por el dolor inicial, y esta vez, sin decirme nada, la metió hasta el fondo, como ya llevábamos bastantes encuentros relativamente en poco tiempo, mi culo ya se había acostumbrado a tener ese instrumento dentro, por lo que mi dolor pasó enseguida a ser excitación.
- Marisa, te voy a follar como nunca lo ha hecho tu marido, te vas a tragar este pollón que tengo y que te va a dar placer, decía Carlos mientras cada vez me la metía con mas fuerza
De pronto explotó, su néctar inundó todo mi agujero, no paraba de gritar como un poseso, toma, toma mi leche….
Cuando la sacó, de mi agujero salió un chorro de semen que me caia por las piernas, yo estaba perplejo, no sabía que hacer ni que decir, lo que había sucedido era nuevo para mi.
Me di la vuelta y le vi con su mano en la polla, ya flácida, y mirándome con vergüenza.
- Carlos, creo que tenemos que hablar de lo que ha sucedido, le dije
- Alex, sabes que soy muy feliz contigo, y creo que tu también conmigo, pero no dejan de gustarme las mujeres como te he dicho en varias ocasiones, y cuando pienso en como es tu mujer me enciendo y me gustaría compartir estos momentos con ella, eso me da un morbo que hace que mi excitación aumente.
- Carlos, no me atrevía a decírtelo, pero para mi también es una obsesión que pudiésemos compartir estos momentos con nuestras mujeres, aunque sé que no deja de ser una fantasía.
Tras un momento de relax, comenzamos a hablar nuevamente de nuestras mujeres, de nuestras familias, me comentó que sería bueno que nos conociésemos todos y que para ello podíamos organizar alguna merienda con los críos y conocernos todos.
Aunque al principio no me pareció buena idea, porque entendía que esta relación era entre nosotros solos y no quería inmiscuir a mi familia en ella, Carlos me convenció de que lo que habíamos hablado y había sucedido era pura fantasía y que en todo caso, el conocernos todos nos daría mas libertad para estar y compartir mas ratos juntos.
Esa noche mientras estaba con Marisa en la cama, no paraba de pensar en lo que habíamos hablado, en como había reaccionado Carlos y me decía que en el fondo a mi también me había excitado la situación.
Comencé a acariciar a Marisa, la cual reaccióno acercándose y besándome de forma sensual, comencé a acariciarle los pechos recordando lo que le había relatado a Carlos, mi excitación iba en aumento no solo porque estaba con Marisa que me encantaba, sino por lo vivido ese día. Fue un polvo memorable, me corrí como nunca y Marisa, me dijo que había sentido cosas que nunca le había hecho sentir.
Al día siguiente desayunando con Carlos le comenté lo sucedido y me dijo que a él le había pasado lo mismo con Carmen, que ella le había dicho que deberían repetirlo mas a menudo.
Nos miramos a la cara, nos echamos a reir y decidimos montar para el próximo sábado una merienda en una casa que tenía Carlos en el campo, cerca de la ciudad.
Esa misma tarde les comenté a mis hijos y Marisa que íbamos a una merienda el sábado, que Carlos del que ya les había hablado y que mis hijos conocían del Colegio nos había invitado a pasarlo en su casa en el campo.
Mis hijos pusieron pegas porque querían estar con sus amigos, pero Marisa me dijo que estaría encantada y que además conocería al matrimonio.
El sábado después de comer, nos dirigimos a la dirección que me había dado Carlos, yo estaba muy nervioso porque no sabía como iba a reaccionar al verle con los suyos y por otro lado que tal se iban a llevar Carmen y Marisa.
Nos recibieron en la puerta del jardín, Carlos iba con una camiseta ajustada y un pantalón corto en el que se notaba un bulto que adiviné a que correspondía, lo que hizo que mi polla comenzase a reaccionar.
Carmen era mas guapa que en las fotos que me había enseñado, iba con un vestido ajustado y se asomaba por el escote el nacimiento de unos pechos que se adivinaban soberbios.
Su hijo, recibió a los mios y como ya se conocían del Colegio se los llevó para enseñarles un lago que estaba cercano a la casa.
Carlos se presentó a Marisa y nos presentó a Carmen quien dijo:
- Marisa, yo te conozco del colegio, no fuiste al colegio de las Esclavas de Jesús?
- Si, fui a ese colegio pero no te recuerdo, y ella contestó
- Es que estábamos en cursos diferentes yo iba un curso mas adelantado porque soy mayor que tú. Siempre me fijaba en ti porque ibas muy bien vestida y eras muy agradable.
Carlos y yo nos miramos y sonreímos, si se caían bien nuestra relación podría ser mas asidua y no teníamos que tener miedo de que nos viesen entrar tan a menudo en su despacho.
Carmen y Marisa, se agarraron de la mano y se fueron charlando hacia la casa, ya que quería enseñársela.
Carlos me llevó hacia el garaje donde decía que tenía herramientas de jardinería y para enseñármelo. Nada más entrar cerró la puerta y me besó, nuestros cuerpos se juntaron y agachándose me sacó la polla del pantalón y mirándome a los ojos, me dijo, te debo una por la del otro día que te quedaste con las ganas y a continuación se la metió en la boca.
Yo solo ronroneaba, me dejaba hacer, mi polla se puso dura con su contacto y él comenzó un mete-saca que me encantaba, cuando llevaba un rato le dije, Carlos me voy a venir y él sin sacarla de la boca me miró a los ojos y comenzó a follarme con su boca aún mas fuerte, hasta que exploté.
Mi leche le salía por la comisura de los labios pero el no cejaba en su empeño de exprimirme, sacando luego su lengua y haciéndome una limpieza a fondo.
Se incorporó y nos besamos, y sin decir nada me empujó hacia fuera para que fuésemos donde nuestras mujeres.
Esa tarde comenzó una relación entre los matrimonios que nos traería muchas alegrías en el futuro y que continuaré en otro relato.