Todo lo que Siempre Quise, se Hizo Realidad IV

Fiesta de cumpleaños, XV años, canciones y otras cosas...

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Por cierto, se me olvidó contarles el cumpleaños de mi novio; él cumple años el 17 de agosto. Ese día fue un sábado; yo, por más de hablar con mis padres, no pude quedarme y salí con mis padres a ver a unos amigos suyos. En la mañana hablé con Luis y le informé lo que había pasado, me dijo que no me preocupara y le dije que prometía llegar temprano. Eran como las 6 de la tarde y aún seguíamos allá, decidí ir a buscar un pastel pero lo único que encontré fue una rebanada. Le estuve llamando constantemente a mi novio y me dijo que en la noche su mamá iba a hacer una pequeña comida, así que pensé dejar el pastel para el lunes en la escuela; obviamente solamente iba a ser para él. Su regalo lo había comprado semanas antes; le compré un perfume, una camisa, una sudadera, unos tenis y le hice un collage con nuestras fotos. Llegamos a las 8 de la noche y yo me bajé en la casa de mi novio, cuando llegué, ya estaba toda su familia con él.

-Pásale, hijo. Siéntate, ¿quieres comer ya?- me dijo su mamá después de saludarme.

-Claro, suegra, gracias. Pero, ¿dónde está Luis?- le pregunté

-Está arriba en su cuarto, fue a dejar los regalos que le han dado- me dijo y me invitó a ir a su cuarto.

Cuando llegué, estaba mi novio en la cama abriendo unos cuantos regalos (siempre es como un niño y se emociona mucho), escondí su regalo atrás de la pared sin que él se diera cuenta.

-Hola, amor… pero mira, qué lindos regalos. ¿Puedo seguir viendo?- le dije y se levantó para besarme.

-Claro, bebé. Mira, mi tía me regaló el celular que quería- me dijo con los ojos brillantes.

-Está genial, ¿qué más te dieron, amor?- le dije tratando de ver si había algo que se pareciera a mi regalo.

-Pues dinero, camisas, chocolates… que, por cierto, los compartiré contigo- me dijo y me besó.

-Son tuyos, amor-

-No, todo lo mío es tuyo- me dijo tomándome la mano.

-Pero, bueno, yo quería una chamarra, que es lo que me hace falta por el frío que está haciendo estos días- siguió diciendo.

Luis tenía muchas chamarras, pero todas muy delgaditas, por eso opté por comprarle una que le gustara y que estuviera caliente.

-Cierra tus ojos, por favor- le pedí y le amarré mi chamarra en la cabeza, tapándole sus ojos, jajaja. En eso fui por mi regalo y, cuando estuve en frente de él, le quité la chamarra y abrió los ojos.

-Feliz cumpleaños, mi amor- le dije abrazándolo y besándolo.

-Mi vida, no te hubieras molestado. Muchas gracias, aunque sabías que con que estés conmigo, con eso es más que suficiente.

-Ábrelo, amor. Espero que te guste-

Lo abrió rápidamente y, cuando sacó lo primero que fue la sudadera, se puso todo emocionado y siguió sacando todas las demás cosas.

Después de darme las gracias muchísimas veces, bajamos a comer y a convivir con su demás familia. Ese día me divertí mucho; trajeron una rockola e hicieron concursos de bailes. También, Luis y mi suegra, me presentaron con algunos de su familia como su pareja; con unos no lo hicieron porque nos harían mala cara y se opondrían a nuestra relación.

Al siguiente día tendría que salir a casa de unas tías y en ese lugar no tiene cobertura y por eso no le pude llamar, aparte de que quería darle su espacio con su familia. El lunes en la mañana, como el pastel ya no estaba en buenas condiciones, le pedí a una amiga que me hiciera uno. Pensaba irme mucho más temprano de lo que acostumbraba, cuando pasé por el pastel con mi amiga, salí corriendo hacia la escuela. Me puse de acuerdo con nuestros demás amigos para festejarle y, cuando salí a avisar a unos maestros que eran nuestros amigos, me llegó un mensaje suyo, como todos los días lo hacía:

“Buenos días, mi amor. Sin duda ayer te eché mucho de menos; hoy no puedo esperar a verte y comerte a besos. Sólo quiero que sepas que eres digno de todo el amor del mundo, y que eres el amor de mi vida”.

Ese fue el mensaje, claro, con la típica forma de escribir en los SMS. Llegando al salón, abrió la puerta y todos gritamos: “FELIZ CUMPLEAÑOS”, mi amiga Brenda gritó más cosas muy a “su manera”. Le festejamos rápido porque el profesor tenía que dar su clase, y se comió feliz el pastel que le compré.

Diciembre llegó, mi estación preferida del año. Luis y yo nos fuimos a 1 final en el quinto semestre; yo a Ciencias de la Salud I y él a Psicología I. Realmente fue muy difícil ese examen, al igual el de Psicología; sólo con la gran diferencia que el mío eran 55 preguntas de cosas que NUNCA nos enseñó… Total, pasé el examen con 8 y Luis el suyo con 8.

Luis se empezó a hacer muy flojo en la escuela; a veces no entraba a clases, no traía tareas, etc. Le llamé la atención y, ahí me tienen, como niñera detrás de él. Hasta que le quité a unos amigos que hacían que él se comportara así (realmente no eran sus amigos).

Desde septiembre habían nacido unos hermosos cachorros labrador y Luis no me quiso dar uno, a pesar de mis insistencias. El 22 de diciembre, día domingo, desde la mañana le mandaba y mandaba mensajes pero no me contestaba, ni las llamadas. Me preocupé y le marqué a mi cuñada, que me dijo que Luis venía en camino a mi casa.

Cuando llegó, llegó con un hermoso cachorro labrador de 3 meses; chiquito, gordito, color miel, macho, en fin… ¡¡ESE PERRO ME ENAMORÓ!!

-Amor, te adelanté tu regalo de navidad- me dijo Luis mientras me entregaba el cachorro.

-Gracias, gracias, gracias, amor- le dije muy emocionado.

-¿Te gustó? Dejé el mejor para ti- me dio un beso en los labios.

-No sabes cuánto me ha gustado… ¿sabes? Se llamará Scott-

Ese nombre ya lo había pensado desde hace mucho; 4 meses antes había visto unos cachorros labrador en venta y, después de que mi padre no me dejó llevarme alguno, me quedé con las ganas de ponerle a mi mascota ese nombre.

Me enamoré por completo de ese cachorro. Desde el primer día, me puse a jugar con él como si fuera mi hijo, lo atendía por completo, incluso Luis se molestó un poco por eso. Pero, yo me veía en ese cachorro, era idéntico a mí. Era como un niño juguetón, siempre me hacía reír y me acompañaba a todos lados. Se quedaba conmigo y tenía su hora de dormir; era a las 8:30 p.m., antes de eso lo llevaba al baño y lo sacaba a las 8 de la mañana del siguiente día. Cuando lo bañaba, se quedaba quieto pero cuando lo secaba, se alocaba y brincaba como toro y hacía todo lo posible para hacerme enojar; más que enojar, me hacía reír. Se tranquilizaba hasta que me alejaba de él y, al ver eso, Scott iba a buscarme donde estuviera. Pero un día se salió a la calle y lo atropellaron; me puse a chillar todo el día por él, pero en fin…

-¿Scott? Me hubiera gustado más Max o algo así- me dijo Fer.

-¿Es mi perrito o es tuyo todavía, amor?- le dije bromeando.

-Jajaja… si te sigues comportando así, te lo quitaré-

-No, lo que se da ya no se quita… así que te aguantas, amor. Sabes que es una broma- le besé y lo invité a pasar.

Mis padres no estaban,  nos estuvimos como 1 hora en mi patio jugando con Scott. A los 2 nos encantaban los perros. Después lo invité a pasar a comer, terminando decidimos llevar al perro a un río que está cerca de mi casa.

-¿Piensas meterlo al agua? No creo que le agrade la idea, aparte de que aún está muy chico- le dije cuando llegamos al río.

-No, sólo quería venir a este lugar contigo; me trae muchos recuerdos; de niño aquí venía con mi abuela y mi mamá… ahora vengo contigo- me dio un beso en la mejilla.

-Okayy- le dije con algo de desánimos, ya que yo en ese lugar no tenía muy buenos recuerdos.

Cuando tenía, alrededor de 8 años, solía ir con mi familia a nadar (yo me metía en las partes donde no estaba profundo, obvio), mis demás primos se metían en donde se estancaba el agua y estaba más hondo entonces, un día, un primo mayor me llevó a ese lugar a la fuerza en un salvavidas, pero cuando volteé había desaparecido; se había ido hacia abajo y me jaló de las piernas y por poco y muero ahí. A él le pareció gracioso, a mi mamá no y le regañó, junto con mi papá y su mamá. Recuerdo que ese día le aventé una piedra del coraje que me dio y lo descalabré.

-¿Sabes? Cuando tenía como 8 años estuve a punto de morir aquí- le dije y se me quedó viendo con los ojos totalmente abiertos.

-¿Por qué? Cuéntame, por fa…-

-Un día vine con mi familia y traíamos un salvavidas, bueno, yo quería irme un poco más a lo profundo y opté por llevar ese salvavidas. Entonces, estaba contento en el agua y el puto de Ángel me jaló y me llevó a la parte donde se estanca el agua. Yo me puse a gritar y le dije que no, que me daba miedo. Él me dijo que era para que se me fuera el miedo y me ensañara a nadar entonces, cuando estábamos en esa parte, volteé a verlo y ya no estaba. Vi a todas partes hasta que sentí que algo me jaló de las piernas y, como abrí la boca antes de meterme por completo al agua, tomé agua y Ángel duró como 5 o 10 segundos manteniéndome adentro, hasta que Iván lo aventó y me sacó. Le dieron una buena regañada y yo le aventé una piedra y lo descalabré, se largó a su casa del coraje. Una semana después me pidió perdón-

-Pinche pendejo, le voy a romper la madre cuando le vea- dijo enojado.

-Jaja… ya no tiene caso, amor. Ya tiene más de 10 años eso… aparte, ya le perdoné-

-Pero no debió de hacerte eso, amor- me dijo abrazándome, cuando en eso vimos que Scott se alejaba.

-¡¡Scott!!- le grité mientras corría detrás de él.

Llegamos a la parte donde había pasado el incidente y Luis me abrazó por la espalda. Ese lugar estaba lleno de árboles a los alrededores, entonces era muy raro que alguien nos viera, sólo que se metieran a donde estábamos.

Luis se acostó en mis piernas y me empezó a contar todos los recuerdos que tenía de ese lugar, hasta que llegó al tema de su padre.

-Me hubiera gustado compartir tantas cosas con mi papá, a veces me siento mal por no haber podido disfrutar de él- me dijo algo triste.

-Papi, sabes que no fue tu culpa ni la de nadie. Simplemente pasó y, yo realmente no sé qué decirte para hacerte sentir bien pero sí que tu papá debe de estar muy orgulloso del hombre que ahora eres. Has ayudado mucho a tu mamá, no eres un mal chico, tienes muy buenas notas, tienes sueños… Solamente piensa en que tu papá no te ha dejado solo; está siempre contigo; aunque tú no lo puedas ver- le dije acariciando su cabello.

En eso bajó la mirada y yo le levanté la cara con mis manos. Viendo unas cuantas lágrimas derramarse de sus ojos, se levantó y me abrazó diciéndome “gracias”. Después de una media hora nos levantamos y nos fuimos a mi casa. Llegamos a mi casa e hicimos lo típico de todos los días; comer, hablas con mis padres, irnos a algún lugar donde pudiéramos estar juntos como queríamos (sin sexo), etc. Ese día su mamá, su hermana y su abuelo estaban en la casa de su tía (cerca de mi casa), se tenía que ir antes de las 5 y ya eran las 4:30 p.m.

-Ya casi son las 5, amor. Yo creo que mejor me voy, si no mi mamá se enojará, ya que tenemos que tomar el autobús-

-No te preocupes, yo los llevo en la camioneta de mi papá-

-Nooo… como crees, me da pena con mi suegro-

-¿Por qué pena? Olvídate de eso, ahorita le pido las llaves-

Los llevé a su casa y mi suegra, aparte de darme las gracias, me invitó a unos XV años que serían la siguiente semana; Fer ya me había mencionado de eso y me pidió que fuera con él.

-Claro que me encantaría ir, Señora. Nada más déjeme consultarlo con mis padres- le dije.

-Suegra, hijo, no “Señora”. Si quieres yo les hablo para que vean que me haré cargo de ti-

-Me encantaría la idea, suegra. Bueno, pues yo me voy. Que pasen buena noche- me despedí y me dispuse a irme, cuando Luis subió a su cuarto.

-Qué grosero eres, hijo. ¿No piensas acompañar a tu novio a la puerta?- le dijo su mamá algo enojada.

Luis no respondió nada, cuando bajó traía una chamarra que le había prestado un día antes de entrar a vacaciones, y una caja de chocolates.

-Vamos, amor. Te acompaño- me dijo y me volvía despedir de mi suegra.

Ya estando afuera, me dio la chamarra y la caja de chocolates, seguido de un abrazo.

-Sé cuánto te gusta el chocolate, así que te los he comprado. Y perdón por no haberte dado tu chamarra antes, se me olvidó por completo-

-No te preocupes, amor. Muchas gracias por los chocolates, ¿quieres uno? Porque para mañana ya no habrá ninguno- le dije en tono divertido.

-Si te creo, mejor sí dame uno- me dijo extendiéndome la mano.

Nos comimos unos 2 cada quien y los guardé, junto con mi chamarra. Le di un beso, le abracé y me marché a mi casa. Esos chocolates no me los quería comer; no le di ninguno a mi familia ni yo quería tocarlos. Pero la tentación me ganaba y pensaba: “sólo uno y ya” y pues, bueno, me los terminé como a las 2 semanas comiéndome 4 o 3 cada día.

A los 4 días fueron los XV años a los que me habían invitado, mi suegra les marcó a mis padres y habló con ellos y me dejaron ir. Ese día me iba a quedar en casa de mi novio; mi suegra nos advirtió que a un lado estaba el cuarto de su hija, así que no quería que hiciéramos nada indebido, ya que aún era una niña de “14” años.

-¡Ay, mamá…! No digas eso, ¿cómo crees que él y yo vamos a estar con esas cosas aquí en la casa- le dijo mi novio y yo me empecé a reír un poco, pero por recordar lo que habíamos hecho tiempo antes en su cuarto.

-Más les vale. A ti también, yernito- me dijo y yo asentí en silencio.

La fiesta estaba un poco aburrida, a pesar de que había mucha gente; que la mayoría eran personas mayores de 30 años. Mi novio me dijo que se le había quedado su chamarra en su casa y que sentía algo de frío, así que le dijo a su mamá.

-Luis Fernando, te dije antes de salir que si no te traerías una chamarra y me dijiste que no, que no haría frío. Pero, está bien, vayan, pero no se tarden mucho- nos dijo su mamá.

Llegamos a su casa como a los 20 minutos, nos fuimos a su cuarto y, en vez de sacar una chamarra de su closet, se acostó en la cama.

-Mi amor, ven- me dijo abriendo sus brazos.

-Papi, tu mamá nos dijo que no nos tardáramos tanto. Saca una chamarra y vámonos- le dije mientras me acostaba junto a él.

-No, quiero estar un rato más contigo… tú sabes- me dijo esto último en otro tono.

-¿A qué te refieres?-

-A que hace mucho no hacemos nada. Al rato no podremos, ya que mi hermana está a un lado-

-Amor, no va mucho, sólo unas cuantas semanas- le dije riéndome.

En eso se dio la vuelta y se subió en mí y me empezó a besar. Yo no me aparté, respondí a sus besos y le empecé a levantar la camiseta para quitársela. Me dejó de besar y se la quitó tirándola al piso, cuando lo volteé quedando arriba de él y empecé a besar su cuello. Yo escuchaba cómo gemía cada vez que besaba y mordía su cuello. Volví a subir a sus labios y me recibió su lengua buscando la mía; fue de las mejores rondas de besos que me había dado. Me desabrochó mi camisa y me quitó mi pantalón, dejándome sólo en bóxer. Me volteó, quedando en la posición que estaba antes, se fue a mis piernas y las empezó a besar, subiendo hacia mi miembro, besándolo a través del bóxer. Cuando le tomé la cabeza y le volví a besar como loco, mientras lo abrazaba y acariciaba y rosábamos nuestros miembros.

Me subí en él y bajé con mis besos hacia su pecho y le hice lo que tanto le gustaba; gozar de sus pezones, mientras que le desabrochaba el pantalón y lo bajaba a una altura que dejaba ver su pene a través de su bóxer, lo empecé a acariciar mientras seguía en mi trabajo. Cada vez que chupaba más sus pezones gemía más, hasta que sentí que algo frío y pegajoso salía de su pene, dado por la excitación. Me dijo que ya no aguantaba más y me pidió que se la chupara.

-Amor, me estás volviendo loco. Chúpamela, por favor, te devolveré el favor también- me dijo gimiendo.

-Sabes que me encanta hacerte eso, pero está bien, espero mi recompensa- le respondí.

Bajé a la altura de su bóxer y saqué su miembro, cuando lo hice me llegó el olor de su miembro y del líquido que había sacado. Empecé a chupar sus testículos y después subí a donde empezaba su miembro, lambiéndolo hasta la punta. Cuando llegué a ella, me lo empecé a meter, mientras mi novio me ayudaba debido a cómo se retorcía por el placer que le daba. Chupaba todo lo que podía, y de vez en cuando me lo metía por completo, haciendo que gimiera más fuerte. Empecé a moverme y estuve haciéndolo como 10 minutos, hasta que me levantó y me volvió a besar. Bajó a mi miembro y me empezó a hacer lo mismo, hasta que me vine en su boca.

-Amor, perdón. No aguanté más…- le dije con esfuerzos cuando me besó. Ésta vez no sentí asco por su beso.

-Es parte de su recompensa, amor-

Después sacó un condón que, de hecho, se lo había ganado en un juego con sus amigos, jajaja. Mientras se lo ponía, me besaba y me jalaba del cabello y, de vez en cuando, yo besaba su cuello, hasta que se lo puso. Me lo rozaba en mis nalgas mientras seguía besándome y mordiendo mi oreja, cuando sentí como iba entrando poco a poco la punta. Empecé a gemir al sentir su miembro entrar en mi poco a poco, en unos 15 segundos ya lo tenía por completo dentro de mí. Cuando me vio a los ojos y me sonrió, empezó a moverse lentamente dentro de mí. La cama empezó a hacer mucho ruido cuando sus embestidas aumentaron su velocidad, después me dijo que me recostara boca abajo. Me empezó a penetrar mientras tomaba mis manos y seguía con sus movimientos, esta vez más fuertes por la posición en la que estaba. Alrededor de unos 5 minutos se separó, se recostó en la cama y me pidió que me sentara en él. Empecé a cabalgar y no tardé mucho en venirme de nuevo, cayéndole todo en su pecho. Él, rápidamente, me puso boca abajo y empezó a moverse más y más rápido, hasta que sentí como sus movimientos disminuían y escuché sus gemidos, señal de que había terminado. Se recostó en mí, buscó mi boca y me empezó a besar.

-Espero no haber sido tan malo, amor. Gracias por entregarte a mí de nuevo. Otra vez te digo que no te quiero solamente para esto; gracias por estar junto de mí, me haces el hombre más feliz del mundo- me decía entre besos.

-Yo sé que no es así, bebé. Tú también me haces muy feliz, estoy encantado de haberte conocido- le dije cuando me sacó su pene y se levantó a tirar el condón y limpiarse.

Después nos duchamos juntos y, cuando me estaba cambiando, me dijo que si quería que me prestara un bóxer, por si había ensuciado el mío como él lo hizo por la excitación. Asentí y me dio uno de su closet; me dio algo de risa porque me quedaba algo grande y se me bajaba un poco. En eso recordé lo que le dije antes de bañarnos: “Estoy encantado de conocerte”. Dirán que era muy cursi y todo lo quería expresar con canciones pero, fue lo que se me ocurrió; dedicarle una canción. En esos días había aprendido a tocar con la guitarra una canción llamada “Enchanted”, y como Luis tenía una guitarra que no usaba, la tomé y empecé a tocar y a cantar:

“There I was again, tonight. Forcing laughter, faking smiles. Same old tired, lonely place. Walls of insincerity, shifting eyes and vacancy vanished when I saw your face. All I can say is it was enchanting to meet you… ”

Total, acabé la canción y Luis, nuevamente, me empezó a besar pero ésta vez llorando. Lo primero que se me vino a la mente fue: “Lo hiciste llorar de lo feo que cantas”.

-Gracias, chaparro. No sabes lo que me haces sentir con esos detalles…-

-¿Sabes lo que dice? Apenas te iba a traducir…- le respondí sorprendido.

-Sí, ya la había escuchado; un día en la escuela me pasé música de tu celular y esa me gustó mucho, así que busqué la letra y me la aprendí de memoria- me dijo sonriendo.

A mi novio le gustaba que cantara o hablara en ese idioma, no sé realmente por qué. Por eso le canté la canción como realmente es, y no en Español. Aunque luego sí me aburría, jajaja :P .

-Mi parte favorita es: “Por favor, no te enamores de nadie más. Por favor, no tengas a alguien esperando por ti”- me dijo mi novio.

-Sí, amor, es genial esa parte. A mí me encantan los sonidos, por eso aprendí a tocarla con la guitarra, aunque no suena igual ya que le hacen falta más sonidos, jaja-

Esa canción tiene su historia; todo ese álbum fue escrito por completo por Taylor Swift; cada canción va dedicada a una persona que conoció en su vida y… esa ya es otra historia, jajaja. Pero sí, desde que escuché la canción, lo que más cantaba era la parte favorita de mi novio: “Please, don’t be in love with someone else. Please, don’t have somebody waiting on you”, esas palabras son realmente lindas.

Lo besé al recordar lo que les acabo de decir y nos levantamos para regresar a la fiesta. Cuando llegamos su mamá estaba algo molesta y nos dijo:

-¿Qué se quedaron a hacer?- nos dijo seria y Luis se rio.

-Nada, mamá. Nos encontramos a unos amigos y nos quedamos hablando con ellos acá afuera, en serio- le respondió, pero mi suegra no le creyó mucho.

-Ajá…- nos echó una mirada fea.

Total, esa noche bailé con él, a pesar de lo que dijeran los demás. Bailamos como lo que éramos; novios. Fue tan lindo cuando pasaban canciones de amor; el hecho de que me abrazara y me recostara en su pecho, mientras nos movíamos lentamente por la canción y Luis me arrullaba en sus brazos. Cuando sacaban canciones muy movidas, era una pesadilla; Luis es bueno bailando y yo no lo soy del todo, así que, ya se imaginarán cómo me traía en esas canciones típicas de una fiesta para animar el ambiente. Fue una sensación increíble; en estos tiempos, hay una canción que me recuerda mucho a esa noche; “Bailando” de Enrique Iglesias Ft. Gente de Zona y Descemer.

Ese día nos fuimos de la fiesta alrededor de las 11:00 p.m., mis pies me dolían mucho por todo el rato que estuve bailando con Fer. Llegamos a su casa y cada quien se fue para su respectivo cuarto.

-Chicos, ya váyanse a dormir y que descansen- nos dijo su mamá antes de irse a su cuarto.

-Igual, suegra. Muchas gracias- le respondí y me fui al cuarto con Luis.

Al entrar al cuarto, encontramos las sábanas desacomodadas por lo que habíamos hecho. Mi novio se empezó a reír y me dijo que fue bueno que su mamá no se asomó por su cuarto, si no nos iría mal. Nos acostamos y, en vez de dormirnos, seguimos hablando por un largo rato.

-Oye, amor, ¿qué te pareció la fiesta de hoy?- me dijo Fer volteándose para verme.

-Muy bien, excepto cuando me sacaste a bailar; me cansé mucho-

-Entonces, ¿no te gustó cómo bailo?- me dijo con semblante triste.

-No, amor… me refiero a que yo no suelo bailar mucho y, pues, era obvio que iba a terminar acabado después de todo lo que bailamos- le besé en la mejilla.

Después me empezó a contar anécdotas que tuvo de niño y cosas así, mientras yo le daba besos en sus mejillas. Alrededor de una media hora después, nos dispusimos a dormir.