Todo lo que pasó por un error (1)

Trabajaba en una compañía que me enviaba a distintos lugares, casi siempre solo, pero en esta ocasión lleve tres ayudantes y esto fue lo que cambió mi vida para siempre

Primero les diré quien soy: soy un hombre de 25 años, de esos conocidos como nerds, que fui el primero de mi generación y por ello conseguí trabajar en una importante compañía, donde debería de viajar a cualquier lugar del pais o del extranjero. Tengo una estatura promedio, 1.75 m, y un peso de 68 Kg, soy más bien delgado, bueno la conformación de mi cuerpo es hombros estrechos, acinturado y con unas amplias caderas (herencia de mi madre que tenía unas caderas de 110 cm. y fue la locura de muchos hombres, entre ellos mi padre que era un atleta  rubio de ojos de color verde), y unos muslos que más bien parecen de una bella mujer, con buena pierna y con pies chicos, delicados y de largos dedos. Todo lo de mi cuerpo inferior es grande a excepción de lo que tengo en la entrepierna y los pies, mi pene mide aprox. unos 8 cm. en plena erección. Si tapara la parte superior de mi cuerpo y me hiciera mi pene hacia atras, dejando ver del ombligo hasta los pies todos diarían que se trata de un buen cuerpo de mujer. El pene pequeño ha sido siempre mi debilidad, pero en el momento actual creo que es una virtud en lugar de un defecto. Mi color de piel parece blanco como la leche y difícilmente logro tener un bronceado. Por todo eso uso siempre panatolones amplios y camisas holgadas para trata de cubrir un poco las apariencias. Además, me gusta depilarme todo el cuerpo, lo hago con distintos metodos desde cremas depilantes hasa ceras, no me gusta sentir algun vello en mi cuerpo, además soy más bien lampiño así que no hay tanto problema con barba y bigote. Durante mi epoca de Universidad me decía "La Blanca Nieves" por mi color y mi cuerpo de mujer, pro yo salía con algunas amigas y hasta llegue a tener sexo placentero para mi, pero creo que no para mi pareja. Así que esto disminuyó mi interes por las mujeres

Estaba acostumbrado a hacer mi trabajo solo, el cual lo hago de primera, pero en esta ocasión me enviaron a un país extranjero con tres ayudante y yo como su jefe, el trabajo que ibamos a realizar era muy importante para la compañía, asi que deberíamos de ser muy cuidadosos. Los tres ayundantes eran muy distintos entre sí: uno, Luis eran bajo de estatura y espaldas anchas con unos brazos que más parecían pertenecer a un cargador de muelles que a un oficinista, era alegre y dicharachero. El segundo, Arturo, era el más alto, con cuerpo atlético, un verdadero metrosexual, era reservado y callado, hablaba solamente que se le preguntara algo. El tercero, Juan, era un verdadero bombón pero por una tremenda barriga, chaparrón, pero era el más hablantín de todos, era simpático y caía bien cuando se hacía  conversación con él. Ese era mi equipo de trabajo, por cierto muy buenos en los suyo.

Cuando llegamos a nuestro destino, nos dimos cuenta que los víaticos no nos alcanzarían, por lo que tomamos nuestras providencias. Decidimos ocupar un cuarto con dos camas, así que nos ahorraríamos la mitad de la habitación y conseguimos en un restaurante nos dieran de desayunar, comer y cenar por una cantidad fija, con la única condición de que nos acoplaramos al menú del día. Con eso logramos ahorra bastante dinero. Nos reunimos en mi cuarto para decidir que haríamos con el superavit que teníamos hasta ese momento y todos estuvimos de acuerdo en ir el sabado a divertirnos al centro nocturno más nombrado de la ciudad.

Durante la semana trabajamos con ahínco y logramos adelantar el trabajo de hasta una semana, así que todo estaba dispusto para el día sábado. Llegó el momento y nos fuímos los cuatro a divertirnos, a donde nos habían recomendado los trabajadores del hotel.

Llegamos como a las ocho de la noche, a un lugar muy elegante, con una gran pista en el centro y con mesas alrededor. Se anunciaba con bombo y platillo a la estrella principal a Rarotonga, una mujer morena con pelo al afro y con unos grandes y preciosos ojos verdes. Había grandes posters a las afueras del lugar donde se mostraba a la estrella como una mujer exuberante, con grandes caderas y grandes senos, con apenas tapada con pequeños trozos de tela, y la que cubría los senos era transparente, que dejaba ver sus grandes areolas y con unos pezones muy mamables. Empezamos a beber, pedimos una botella de licor con servicio completo, esto es vasos, agua mineral y hielo. Y despues vinieron no se cuantas botellas más de licor y nos las bebimos, nos pusimos muy locuaces y desinhibidos

Se anunciaba que a las doce de la noche sería la presentación de la tan famosa Rarotonga, mientras el spectáculo lo daban, bailaban en la pista, unas mujeres hermosas, pero no tanto como la estrella principal, que al final de su presentación se quitaban la tanga y dejaban al aire unas tremendas vergas erectas pero de dimensiones nada que ver con las de los meseros. Nos llamó la atención el espectáculo, lo mencionamos entre nosotros pero dijimos que valía la pena esperar a esa Rarotonga que era un portento de mujer. Así que por lo pronto seguimo bebiendo y platicando, contando chistes para pasar el tiempo de espera. Juanito, fue el que se dió cuenta de que los meseros eran puros hombres y que competían con el cuerpo atlético de Arturo, pero que tambien traían una tanga que dejaba ver por detrás unas inmensas nalgas, por lo que comentó que yo les hacía competencia a ellos en lo que respecta a las grandes nalgas, pero por delante se les veía un monstruoso bulto, y qu algunos dejaban ver por el elastico superior la cabeza del pene, que en algunos casos parecía como una pelota de tenis o poco más pequeña, pero eran inmensas. Esto causo en mi cierta excitación al ver esos meseros tan impresionantemente bien dotados, y que se paseaban entre los comensales, rozandolos con esas vergas, que lucían tan hermosas en esos cuerpos atléticos, los hombros y las caras.

Se levantó de la mesa, Luis y fue hablar con los meseros, no supe que había hablado, pero después me imaginé debido a la forma en que se me acercaban, los meseros, y me arrimaban el animal que traían a buen recaudo en esas pequeñas tangas, en la espalda, en los hombros en los brazos y uno que otro en la cara. En un ocasión cuando me levanto al baño, el mesero más guapo, al que no le había podido quitar la vista de encima, y el que tenía el más grande animal entre las piernas, cuando estaba en el baño y me agaché para lavarme las manos sentí como me repegó su animal entre mis nalgas y como con un movimiento de arriba a abajo recorrió toda hendidura que separan mis nalgas con su tremendo objeto. Sentí un cosquilléo en mi ano y que me temblaba todo el cuerpo, el se disculpó diciendo que iba a cambiar el jabón y que no había tomado bien la distancia. Salí del baño, como flotando. Aquí debo decir que hasta ese momento no me había sentido atraída por un hombre.

Antes de presentar a la estrella principal, Rarotonga, dos de los meseros más fornidos hicieron acto de presencia en la pista y empezaron a bailar en forma sensual y cuando meno me di cuenta se despojaron de la pequeña tanga y dejaron salir aquellos monstruos de vergas, tan tiesas y gordas como no había visto otras. Me quedé hipnotizado cuando vi semejantes armas en todo su explendor. Despúes cada uno se toma su arma y empiezan a masturbarse lentamente, al compas de la música, subiendo y bajando sus prepución en todo lo ancho y largo de sus vergas, en este tenor duraron un buen tiempo, creo que entre 5-10 min, no me fijé debido a que estaba estasiado con esos inmensos mastiles. Este hecho no paso desapercibido, principalmente entre Luis y Juanito, los que empezaron a murmurar a mis espaldas, apenas alcancé a escuchar que decían mira al Nerd, si no pierde detalle y hasta se le hace agua la boca con semejantes aparatos. Entonces me volví a ello y les dije no sean envidiosos, si ustedes tuvieran esas maquinas no estarían aquí sentados sino bailando. En este descuido que tuve, di oportunidad que los bailarines masturbadores se acercaran a mi y en un dos por tres vaciaran el contenido de semen en mi cara. Fue tan repentino esto que no pude reaccionar y algunas gotas fueron a parar en mi boca abierta, y disimuladamente la saboree y después me las trague. Nunca había hecho esto, y no lo puedo negar me gusto el sabor y la consistencia, pero hice el drama de que me estaba vomitando y me limpié con asco la cara. Todos aplaudieron y luego me iluminaron los reflectores y tuve que ponerme de pie y saludar con una reverencia. Mientras Luis, Arturo y Juanito se destornillaban de la risa. Yo me senté y continuamos tomando nuestras copas.

Así pasó el tiempo hasta que se presentó la estrella principal: Rarotonga. Cuando salió a la pista se escuchó un aplauso atronador y fuertes silbidos, y otros hasta aullaron de gusto. Ella hacía una rutina con una túnica que le cubría el cuerpo completo, únicamente con una abertura frontal por donde salían sus muslos y piernas bien torneadas, de un color moreno canela. Después, la despojaron sus bailairines, de la túnica, dejando ver un cuerpo tan hermoso, como nunca había visto uno, un abdomen plano, unas inmensas caderas que iban de acuerdo con los muslos que la sostenína y un culo tremendo, redondo y tan liso como nalga de bebe, y subiendo se observaban unos tremendos pechos pendulos por el peso que tenían, pero que se cimbraban y temblaban con cada moviento de baile. Se depojó de su prenda, si esos pequeños trozos de tela se les pudiera decir que eran, y dejaron al aire tremento tetamen, unos pechos hermosos, un poco caídos, por el tremendo peso, pero que ella los mostraba con desparpajo y que con los movimientos temblaban y tenían un vaiven erótico al máximo, alborotando la gallera, todos gritaban, chiflaban o decían frases soeces (como mamacita me gustaría mamarte esas tetas, me las comería todas, son para mamarlas mi vida). Luego, se acercaron los bailarines, que estaban completamente desnudos y con sus vergas paradas viendo al cielo, con un grosor y largo que nunca había visto, que no sabía a quien ver si la desnudes de Rarotonga, o las vergas de sus bailarines. Entonces ellos toman unas cintas que fijan su tanga y de un solo tiron desatan los cordones y la tanga cae al piso, dejando ver un mastil, que a mi me pareció mayor y mejor que la de sus bailarines. Así desnuda nos deleitó por unos 10 minutos, abriendo y cerrando sus muslos, acostandose en su espalda y elevando sus caderas para dejar ver un precioso culito obscuro, que en la gran mayoría de los espectáculos nunca se ve esto debido a que desvían la luz de los reflectores, pero en esta ocasión los reflectores tuvieron mayor intensidad de luz, tan es así que de lo cerca que estabamos y de lo bien iluiminado pude verle claramente las arrugas que conformaban el capullo de su culo.

Al terminar el espectáculo, pasaba Rarotonga a las mesas más próximas de la pista, abrazndo y agradeciendo el aplauso, conmigo se acercó y con las manos me tomó la cabeza e hizo que le diera un beso en la enorme cabeza que tenía su verga, y la besé y sin que nadie se diera cuenta le pase la lengua por el orificio, por donde salían gotas de líquido preseminal y me las tragué. Voltéo y veo a los ojos a Rarotonga y esta en forma imperceptible me guiña un ojo y se va con una risa en la cara.

Por esta razón, volví a recibir las lueces de los reflectores y tenerme que poner de pie. Continuamos bebiendo, eso es un decir, pues el único que en esos momentos, de los cuatro, era yo el que tomaba. Al cerra el antro, salimos y yo iba mas borracho que no podía sostenerme en pie. Me cargó Arturo, con esos brazos herculeos hasta el taxi y después del taxi a nuestro cuarto.

El me desvistió completamente, quitandome la ropa interior, que dejó al aire mi tremendo culo y mis hermosas piernas. Esto fue como entre brumas, pues yo quería protestar, pero no podía hilar una palabra con otra. Sentí como me acomodó boca abajo, dejando mi grupa en todo su esplendor. Empezó a acariciarme las nalgas, dandome pequeños pellizcos. Después, paso su boca y su lengua por mis nalgas y luego me empezó a mamar mi culo y con su lengua intentar penetrarme. Que bueno que antes de salir al antro me había puesto un enema y me había limpiado bien mi intestino y me había perfumado muy bien mi ojete. Después, no se de donde salió un lubricante y me empezó a lubricar muy bien mi hoyito. Primero me metió un dedo y poco a poco fue aumentandolos hasta que casi me metió la mano, como estaba anestesiado por el licor y además por la manera tan delicada que lo hacía que no me dolió, al contrario empece a sentir un cosquille intenso y desos de que me metiera algo más duro.

Fue muy paciente y cuando calculó que estaba bien dilatado, procedió a pasarme su verga por entre las nalgas, a sobarme con la cabeza de su verga mi culito. Hasta que creo que no aguantó y empezó a penetrarme. Con los primero envites no logró traspasar más que una minima parte de mi culo, pero lo que le sobraba a Arturo era paciencia, así que poco a poco pasó con delicadeza el primer esfinter, que es el voluntario, y después batalló algo para pasar el segundo esfinter, para cuando sucedía esto yo ya estaba más que sobrio, estaba con mis cinco sentidos puesto en mi culo y sintiendo cada cosa que estaba sucediendo. Sentí como, al pasar el segundo esfinter me acarició la prostata y sentí una ligera tumefacción en mi pobre y pequeño pene, y luego como pasó la cabeza hacia el interior de mi recto y como mis esfinteres apretaban como si lo ahorcaran el resto del cilindro de carne que tenía dentro de mi cuerpo. Sentía cada centímetro que entraba y cada centímetro que salía de mi canal rectal, de la oposición que hacían mis esfinteres y como eran vencidos por la fuerza de la culeada, de como me rozab el punto P de la prostata y como me hacía tener sensaciones para mi desconocidas y como poco a poco la verga y principalmente la cabeza, se iba inchandose más y más hasta sentir como pulsaba con cada eyaculación que arrojaba a mi recto, de su respirar ronco sobre mi nuca y de sus quejidos de placer hasta sentir como terminaba de vaciarse y luego sacar su mastil todo flácido. De como me puso la cabeza flacida, de su verga, entre mis labios, aun humeda por el esperma que había salido, y de como lo introduje todo lo que pude y darle una mamada limpiadora y tragarme hasta el último trazo de semen que había. De que no llegué a tener un orgasmo, pero como me sentía satisfecho por el macho, que me había trepado, lo había logrado y como me premió permitió comerme y tragarme parte del baño de leche que me había dado por el culo.

Al siguiente día, me levanté tarde, aunque era domingo pero habíasm decidido trabajar de lunes a lunes para terminar más pronto y podernos ir de ese lugar cuanto antes. Arturo ya se había levantado y había salido a desayunar. Así que me dió tiempo de lavar mi colita lo mejor posible y ponerme una crema para la rosadura. Me dolía la cola, pero con dolor sabroso, con un dolor que deseaba que se prolongara, pero con un cilindro de carne en su interior. Salí de mi habitación y llegué a desayunar sólo. Después me dirigía a la oficina y me encontre a mis tres ayudantes muy ocupados con su trabajo. Los tres me saludaron muy respetuosos, y creo que Arturo hasta con cierta indiferencia. Nos fuimos a comer como si nada. Y después a cenar y regresamos a nuestras habitaciones sin decir más palabras que las necesarias. Arturo se acostó, me dió las buenas noches y apagó su lampara de noche y se durmió. Me dejó sólo cavilando sobre los sucedido la noche anterior, que así como sucedieron las cosas hubiera creído que fue un sueño, pero lo rosado de mi colita decía lo contrario. Después me dió sueño y también me quede dormido. Mi sueño fue agitado, pues soñé que era nuevamente poseído pero no por Arturo, sino por los bailarines de Rarotonga.

Después pasaron varias cosas que cambiarían mi forma de pensar y de vivir mi vida....