Todo lo que nunca hice bien 7

Mateo

Es difícil empezar esto. De algún modo quiero ponértelo lo más fácil posible, pero solo soy una persona normal en unas circunstancias complicadas.

La primera vez que te vi me enamoré de ti. No estoy tratando de hacer un cliché de esto. Ocurrió así. No fue por tu aspecto medio despreocupado. No era tu cara, ni tus ojos, aunque los tengas preciosos. No se trataba del pelo, o de la sonrisa que siempre gastas, ni siquiera de lo graciosa que eras o de lo buena que estabas. Fue más allá, algo inexplicable. Vi en ti, gracias a Dios, algo que otros no vieron antes de quitarme mi oportunidad. Era una luz brillante, que me llamaba en todos los sentidos. Así que la primera vez que mis ojos te toparon contigo en aquel antro, que era más propio de ti que de mí, rodeado  de todos nuestros conocidos, supe que tenía que intentarlo.

No se trató de una decisión sencilla. Ya ves, cualquier otro tipo del local seguramente no le hubiese costado acercarse e invitarte a algo, pero yo era tímido y bastante callado. No se trataba de que parecieras antipática. No dejabas de sonreír y de menear las caderas al ritmo de la música con ese vestido medio hippie. Eras preciosa.

Aún lo eres.

Me acerqué mientras mi mejor amigo decía alguna tontada sobre cervezas y porros. Ni siquiera conseguía escuchar por encima de los latidos del corazón. Tú sólo hablabas con una amiga y no me miraste en ningún momento, pero me conformé al ver que no mirabas a nadie. Caminar hacia allí fue extremadamente difícil porque cada célula de mi cuerpo gritaba por correr en la otra dirección, pero había bebido algo y eso siempre te volvía más valiente.

Tu amiga se fijó en mí al acercarme, pero tú no, tú  solo te perdías en el techo del bar, o cerrabas los ojos y disfrutabas de una música que yo jamás habría escuchado si no estuviese aquí por un cumpleaños.

El trayecto hasta vosotras fue tan corto que cuando me di cuenta estaba parado en frente y ni siquiera había pensado que decir.

-Hola-fue un tartamudeo, pero me sentí orgulloso

Ambas centrasteis los ojos en mí pero solo me fije en tu cara y en cómo me sonreíste entre educadamente y descolocada.

-Oh, hola. Eres amigo de Borja, ¿no?-me preguntó tu amiga

Asentí  sin apartar los ojos de ti, como un loco y finalmente decidí mirar hacia abajo porque si seguía así solo te espantaría, y con razón.

-Sí, soy Mateo-confirmé

-Encantada Mateo-se presentó tu amiga dándome dos besos. Era mucho más sociable que tú-Yo soy Ana

-Y yo Cat-dijiste amablemente. No hubo besos de tu parte

Todo hubiese seguido en alguna conversación absurda y sin sentido donde yo hubiese babeado, tú me hubieses mirado extrañada y tu amiga hubiese intentado ser amable. Pero como siempre, las cosas no son lo que parecen en un primer momento y un tipo, algo más alto que yo y con mirada asesina se acercó a nosotros y sin preámbulos te besó, como si fueses suya.

No voy a mentir, algo de mi murió en ese momento. La ilusión que se había formado se estampó contra el suelo en mil pedazos y pensé que era idiota, que cómo había pensado que alguien no te estaría cuidando ya. Solo que, por extraño que pareciese, empujaste al tipo con fuerza y rabia

-Luca, ¿qué cojones haces?

Eso le dijiste, y aunque sonaste enfadada,  hasta yo, que te acaba de conocer, notaba que algo había burbujeado en ti.

Seguramente no recuerdes nada de esto y no pasa nada, es lo normal. Tú no te enamoraste a primera vista de mí, porque ya estabas enamorada.

Es la primera vez que he atrevido a decírtelo, y ni siquiera ha sido así, porque esto es por carta. Ya sabes, no soy el tío más valiente del mundo. Todavía a día de hoy no entiendo cómo semanas después aceptaste una cita conmigo. En un principio pensé que me estabas utilizando para dar celos a ese tal Luca, pero era tan patético que me conformaba con eso. Supongo que conseguí convencerte que salir conmigo era un buen plan. Te reías y era amable, porque así era yo. Me conformaba con hacerte feliz, aunque muchas veces cuando quedábamos notase ese brillo triste que a veces te consumía.

No salíamos juntos de fiesta y estaba bien porque confiábamos el uno en el otro. Me contabas tus problemas, al menos algunos de ellos y yo te contaba los míos. Hacíamos el amor con poca destreza(al principio) pero con mucho cariño. Te quería por encima de todas las cosas y las personas y sé que no es lo común. Nunca te pedí lo mismo, aceptaba lo que me dabas, y no es una queja, porque nunca fue poco tampoco.

Sé que viniste rota cuando te conocí. No sabía porque, ni quién te había destrozado, pero estaba claro que era así. No te presioné nunca para que lo contaras pero un par de veces que fui con tu grupo está claro que el tipo que me miraba con cara de asesino era el culpable de ello, y quería pegarle sin ni siquiera conocerle ni saber nada de él.

Nunca me hablaste mal de él, Cat, pero sé que fue la persona que te ha hecho más daño hasta ahora y aunque tú no puedas odiarlo yo sí puedo hacerlo por los dos.

Todo eso hubiese quedado en un segundo plano si Luca no se hubiese esforzado en separarnos. Era extraño, porque conseguíais ignoraros como si no os conocieseis pero las miradas furtivas eran imposibles de disimular y mientras él trajo un montón de chicas tú me llevabas a mí siempre y dejabas que te besase delante de él, como la primera que yo te había conocido, pero solo que ahora era al revés.

Entramos en un juego un poco peligroso, en el que me sentía más bien un peón que otra cosa, pero ¿y qué? Yo tenía pensado pelear por ti hasta la muerte. Luca nunca entendió que estuvieses conmigo, y supongo que en parte tenía razón, porque estabas enamorada de él mientras me besabas a mí, mientras hacías el amor conmigo, mientras íbamos de la mano.

No quiero que entiendas esto como una acusación. En nuestra historia, por mucho que me duela, Luca ha sido un personaje importante y no solo por tu culpa, sino también por la mía. Si volviese atrás, no habría dejado que encerrases tus sentimientos por él en el fondo del corazón, bajo llave. Te habría obligado a sacarlos incluso aunque significara perderte.

El gran día de tus diecinueve, cuando decidimos ir a la casa rural ese fin de semana, estaba decidido a hablar contigo de eso. Llevabas desaparecida unos cuantos minutos y cuando me di cuenta Luca tampoco estaba por allí. Se me paró el corazón, porque vivía siempre con miedo a eso. Nunca te dije esto, pero escuche vuestra conversación y comprendí muchas cosas. Muchas cosas de ambos. Cuando os separasteis tú tenías una cajita en la mano y llorabas. Él tampoco te contaría, pero nos cruzamos cuando te dejó tirada como siempre, sola en el jardín. No nos dijimos nada, pero me morí por pegarle Cat, por ser tan imbécil. Por destrozarte otra vez.

No dejaste aquella vez que te abrazara y estuvimos a punto de romper porque te empeñabas en estar sola, pero conseguí convencerte de que aislarte no era la solución, de que por muy mal que te sintieras yo siempre estaría aquí para levantarte del agujero que estuvieses. Y lo hiciste, confiaste en mí. Todo sufrió un cambio importante a partir de ese día. Luca se piró a la mañana siguiente sin ni siquiera despedirse de Toni, su mejor amigo y dejando tirada a su conquista actual. Solo huyó como los cobardes y bueno, para mí estaba bien.

No sé si tuvisteis más contactos Cat, se lo que paso después entre nosotros. Sé que te hice feliz y que tú me hiciste feliz a mí. Sé que me has regalado lo mejor de esta vida y que quiero que sigas viviéndola así cuando me vaya. Porque me va a tocar irme.

Es duro aceptar esto. Es duro saber que nunca vamos a tener nuestros hijos, como planeamos durante estos años, o nuestra propia casa, es duro decir adiós cuando no se está preparado para marchar, pero me resguardo en que he sido muy feliz todos estos años, y que no podría haber elegido a otra persona para que me acompañase en lo que ha durado mi vida. Porque te he amado desde el principio hasta el final y no todo el mundo puede decir que ha conseguido estar con la persona que quiere.

Después de mí, Cat, pretendo que encuentres una persona que sea capaz de ver tu luz, de hacerte feliz, de conseguir hacer que rías. Es lo que te mereces. Sigue viviendo, sigue disfrutando por los dos. Trabaja, ten hijos y que tus hijos tengan nietos y te hagan abuela y de vez en cuando acuérdate de mí, pero con cariño, no con pena y dolor.

Aléjate de él, porque si vuelve solo va a destruirte, como ha hecho a través de los años y ésta vez, ésta vez Cat, no estaré para recogerte y levantarte, no estaré para hacerte feliz.

No llores. A cada uno nos toca vivir lo acordado y al menos he tenido la suerte de disfrutar cada minuto de mi vida.

No he querido que te entreguen esta carta hasta después de mi muerte porque no quiero que sufras de antemano. Sé que has tenido la fe de que me recuperaría aunque desde el primer día hayan dicho que es terminal, y esa fe ha calado en mí en forma de lucha, hasta el final. No puedo estar más agradecido por todo lo que me has cuidado este último año en particular, por cómo te has comportado, por cómo me has querido. Me he sentido amado y no hay nada mejor que esto.

Te amo, con todas las letras, incluso después de todo, te amaré siempre.

Mateo

P.d.:Cuídate, mi niña. Cuídate y no dejes que nadie te hunda de nuevo.

Recibí esta carta dos días después de la muerte de Mateo. Justo se había cumplido un año desde que le habían diagnosticado leucemia. La había leído tan destrozada que ni siquiera había asimilado todo lo que decía con claridad. Ahora, mientras la tomaba de nuevo y releía notaba lo arrugada que estaba de las veces que la había tenido entre mis manos los primeros meses. Esos meses en los que no había consuelo y en los que me sentía tremendamente culpable porque, por muy feliz que había hecho a Mateo, nunca le había amado completamente y ese era el peor castigo.

Una lágrima cae sobre el papel, haciendo un pequeño manchón. Hay alguno más de ese tipo.

Ahora mi error con Luca se hace más potente. Ha vuelto o he dejado que vuelva y Mateo tiene razón. Me siento terriblemente culpable porque de nuevo le traiciono ¿Por qué nunca he podido resistirme? ¿Por qué se tuvo que morir? ¿Por qué no he conseguido llevar ninguna relación en mi vida?

Soy un puto desastre andante y estoy hundida y me lo merezco. Me lo merezco por dejar que Luca ponga sus manos sobre mí, por haberle amado mientras me destrozaba y por haber estado con Mateo mientras aún seguía amándole.

¿Qué se supone que tenía que haber hecho?

Siempre me lo he preguntado. No es que no me hubiese atrevido a salir con Luca antes de Mateo. Es que lo había intentado y solo me había roto el corazón. Éramos solo chavales de aquella pero ya conseguía sacar lo peor de mí. Se había liado con tías delante de mí, incluso una vez le había pillado follándose a una. Era horrible, cada vez que pasaba de él, volvía a pedirme perdón, porque sabía que me hacía daño pero no lo podía evitar.

¿Qué no lo podía evitar? Hijo de puta . Arrugo sin querer un poco el papel de Mateo y lo guardo de nuevo con todo el cuidado del mundo en la cómoda al lado de mi cama. Mateo no tenía que haber muerto, no con veinticuatro años. No sin que le hubiese demostrado mucho más, se lo debía. Tengo el corazón roto desde su muerte y Luca ahora es el que pretende hacer un arreglo.

Hay papeles que no están destinados en esta vida.

Recuerdo esa primera vez que le vi, aunque él piense en la carta que no es así. Me acuerdo porque quiera o no era un chico guapo que se había acercado a hablarnos y eso, con dieciocho años siempre es bonito y lo almacenas en la memoria. Era poco más alto que yo y tenía los ojos de un marrón oscuro que podían parecer muy comunes pero que si te fijabas un poco en ello eran intensos, muy observadores. Traía el pelo corto, castaño claro con unos pequeños rizos rebeldes. Y la sonrisa pura picardía y encanto. Se notaba dulce a distancia, seguro, cariñoso. Me llamo la atención y aún más que, con el potencial físico que tenía, pareciese tan nervioso mirándome. Nunca había captado muchas miradas de chicos. No es que fuese fea, es que no me fijaba demasiado en ello, pero Mateo siempre fue muy claro, muy sincero, y vino hacia nosotras totalmente abierto. Seguramente hubiese sido una gran conversación de no ser porque Luca decidió marcar su territorio sobre mí. También me acuerdo de ese beso, no había sido intenso, solo un contacto directo de labios con labios que me sorprendió. Sabía a tabaco porque de aquella fumaba un par de pitillos alguna vez. No sé qué me pareció más increíble, que me hubiese besado delante de los demás o que se hubiese atrevido a hacerlo después de la bronca que habíamos tenido solo el día anterior.

Ni siquiera me acuerdo porque habíamos discutido. Siempre era así, discutíamos hasta casi pegarnos, nos pedíamos perdón y volvíamos a discutir. Éramos masocas. Aún lo somos.

Así que me jodió que me besase delante de Mateo, porque de verdad vi a un chico que merecía la pena.

Con Luca era un ni contigo ni sin ti agobiante, pero Mateo..., Mateo era suave, era cuidadoso, era fácil sonreír con él, bromear con él. Era feliz. Con el paso de los años tuve algún contacto con Luca, pero es verdad, desde el día de mis diecinueve cumpleaños no había sido más lo mismo, y lo agradecí.

Fue Luca quien me pidió los minutos para hablar ese día, lo miré dudosa, no segura de si confiaba en mi lo suficiente para quedarme con él a solas, pero vi su cara y decidí que no podía ocurrir nada. Fuimos a la parte delantera de la casa, donde habíamos aparcado los coches en los que habíamos venido. Todos los demás estaban atrás, haciendo una barbacoa, con música, bebida. Toni y Ana comenzaban a estar juntos. Mateo había venido con su mejor amigo Pedro y Pedro con su novia. Clara y Laura mis otras amigas, que a veces estaban medio liadas, compartían compañía también con la nueva conquista de Luca, una tal Estela que duraría lo que duraban todas, un día. Borja completaba el grupo.

-Tú dirás-no me atrevía a mirarle a la cara porque llevábamos semanas, quizás meses ignorándonos

-Mírame a la cara, odio que no lo hagas.

Levanto mi rostro hacia él mientras me cruzo de brazos, dispuesta a no echarme atrás.

-Mejor.-me da una sonrisa segura de sí mismo y frunzo las cejas disgustada-Quiero hacerte una propuesta.

Me quedo mirándole esperando y noto que por unos momentos duda.

-Llevamos años con esto-nos señala

Doy un paso atrás no muy segura de seguirle

-¿A qué te refieres?

Él se acerca de nuevo a mí, no dispuesto a dejarme salir huyendo.

-Sabes a lo que me refiero-susurra-esta jodida…tensión sexual me está volviendo loco

No es que no tuviese razón. Existía eso, pero no estaba dispuesta a decirle que la sentía. Simplemente me quedé callada.

-Sé que estás con ese tipo, y sinceramente me la suda. Quiero follar y sacarte de mi sistema de una vez.

Me empezaron a pitar los oídos porque no me creía lo que acababa de decir

-Pretendes… ¿Qué le ponga los cuernos a Mateo?

Se encoge de hombros y noto como la furia me sube a la cabeza y le pego una bofetada tan fuerte que le giro la cara. No se siente bien tampoco

-No sé cómo te atreves a pedirme esto. Y todavía tienes lo huevos de plantearlo mientras tu supuesta novia está en la parte trasera de la casa. Eres un cerdo.

Se lleve una mano a la mejilla para palparla y calmar supongo el dolor.

-Soy un cerdo, si.-sonríe de forma dolorosa- Un animal jodido –dice divertido-¿Y tú? No eres capaz de apartar los ojos de mí

-Si el problema es que te miro…

-El problema no es ese y lo sabes. Yo no soporto más esto. No quería llegar a esta situación, pero o aceptas o me piro de tu vida.

Me río de pronto sin creérmelo

-Espera un segundo, ¿tu gran idea es que follemos manteniendo a nuestros respectivos novios o sino que cada uno siga caminos separados?

-No sé porque suenas tan escéptica. Solo pretendo arreglar esto y me parece una buena idea que dejemos de luchar contra lo que nos dice el instinto.

-Eres gilipollas.

Se queda mirando hacia mi sin comprender porque le digo eso, pero está bastante claro. No tiene ningún escrúpulo. Ni moral, ni sentido del compromiso. Después de sostener mi mirada de asco parece que retrocede algo.

-Está bien- se lleva una mano al bolsillo trasero y saca algo para tendérmelo-Toma, feliz cumpleaños gatita. Disfruta de la vida.

Con esas se da la vuelta y se aleja como si no le importase una mierda. Debería no importarme una mierda a mí también pero hemos compartido los últimos cinco años de vida y no solo se trata de momentos buenos, se trata de todo lo que hemos sacrificado para ser amigos, de las broncas, de las peleas, de luchar contra viento y marea.

De los buenos momentos.

Luca había roto el corazón hace tiempo a Clara y eso dificultaba nuestra relación lo suficiente. Clara no entendía que yo, una de sus mejores amigas, pudiese llevarme con él después del daño que le había hecho. Con Luca, todo era en contra siempre.

Me costó abrir la pequeña cajita roja de lo que me temblaban las manos. Si otra persona hubiese visto el aro azul de una botella de agua se habría quedado con la sensación de que broma pesada era ésta. Pero yo conocía la historia de aquel aro porque la había vivido.

Fue la noche en la que mis padres estaban teniendo de nuevo una de las últimas fuertes discusiones. Luca y yo estábamos bien de aquella porque teníamos quince años y los dos estábamos más preocupados por hacer gamberradas que por otra cosa. Salí de casa sin que mis padres se dieran cuenta de que me piraba. Llevaban semanas discutiendo tirándose cosas el uno al otro y la situación era insostenible. Sufría porque ellos sufrían. Cuando dejé la casa fui a buscar a la única persona que sabía que estaba en la calle a esas horas. Me dirigí al parque más cercano y sobre el columpio estaba sentado Luca como todas las jodidas noches. Yo no sé aún cuál era su situación en casa, pero está claro que no era buena. Ningún niño entre semana se queda a la una de la mañana por ahí solo en un jodido parque.

Me acerqué y me senté en el otro columpio a su lado. Nos conocíamos desde hace un año y de aquella nos entendíamos bien

-Ey

Saludé con la cabeza no muy segura de que decir

-¿Qué haces aquí a estas horas?

-Lo mismo te puedo preguntar

Se encoge de hombros y espera a que me desahogue. Le conozco y él me conoce a mí, sabe que tiene que esperar a que yo lo quiera contar, que no me puede presionar. No sé cuánto tiempo pasa mientras ambos estamos en silencio, dejando que el aire frío de noviembre revuelva nuestras ropas y azote mi pelo contra mi cara.

-Ha sido un día de mierda-suelto finalmente

-No digas tacos

Bufo, pero no le llevo la contraria

-¿Qué ha ocurrido?

Levanto los ojos de mis convers gastados a su cara y me mira atentamente mientras se balancea suavemente en el columpio.

Puedo confiar en él

-Mis padres…no se llevan bien

Es una forma de decirlo.

-Entiendo.

No sé hasta qué punto lo hace pero me consuela.

-Toma

Y me tiende una botella pequeña de agua.

-No tengo sed

-No es agua. Dale un trago.

Tomo la botella y la miro insegura

-El otro día dijiste que nunca habías probado el tequila, he conseguido eso para ti

Lo miro con ojos cautelosos

-Seguro que no te la estabas bebiendo tu solo…-dije escéptica

Me sonríe pero no dice nada. La abro y me la llevo a la boca pegando un trago abundante. Me arrepiento al momento. La aparto con brusquedad y empiezo a toser mientras se la devuelvo.

-Sabe horrible-digo entre jadeos de asco-dios…-abro al boca queriendo que la brisa fresca entre en mi esófago, que parece arder.

-Eso es porque eres una bruta. No se toma a palo seco y menos un trago así

-Podías haberme dicho-digo con algo de rabia pero sonrío, sonrío porque me ha tomado el pelo y se aceptarlo.

-¿Y perderme esas muecas de asco?

Le saco la lengua y me siento mejor porque he hecho algo de mayores, porque mientras pueda sonreír, estoy bien.

Luca juga con el tapón de la botella mientras mira al frente. El silencio se hace de nuevo durante unos minutos

-¿Sabes qué?

Asiento hacia él para que continúe. Con maestría abre el tapón y creí que iba a echar un trago, pero solo coge ese aro de plástico y cierra la botella de nuevo.

-Algún día te pediré que salgamos con esta cosa. –y me muestra el aro azul tomándolo entre el pulgar y el índice-no es ningún anillo, pero la idea es la idea.

Le miro alucinada porque nunca le había visto con esos ojos. Luca era mi compañero de travesuras. Mi amigo. No pensaba en besos, ni abrazos, ni en cosas…más perversas. Ni con él ni con nadie.

-Yo…-no tengo muy claro que decir.

-Es una tontería-y lo guarda en el bolso de la chaqueta-Mañana tengo pensado llenar de agua a snoopie y hacerla creer que es pis, me ayudarás ¿verdad?

Sonrío con algo de maldad. Snoopie era el mote que habíamos puesto a la chica más imbécil que yo había conocido en mi vida. Tenía tanto nivel  de pijismo que era enfermizo y ese no era el problema, el problema era como trataba a la gente.

-¿Acaso lo dudabas?

Luca me devuelve la sonrisa y el nudo del pecho se deshace.

Esto si es vida.