Todo lo que nunca hice bien 6

Calma y rotura

Se levanta subiéndose calzoncillos y pantalones mientras camina a mi espalda. Yo intento hacer lo propio, aunque me tambaleo algo ya que no tengo el equilibrio de los brazos. Me agarra por los hombros para estabilizarme.

-¿A dónde vas pequeña rebelde?

-¿Qué tal si me sueltas? El cinturón.

Noto como comienza a abrirlo. Para cuando estoy libre lo primero que hago es pasarme el dorso de la mano por los labios intentando borrar lo que ha pasado y para quitarme la saliva que ha quedado. Es más simbólico que otra cosa. Veo que tengo marcas en las muñecas, aunque nada grave. Me tiemblan algo y siento frío.

Me dirijo al armario para coger algo de ropa.

-No -me agarra una de las muñecas-No te vistas aún.

Me giro para enfrentarlo

-Ya te has corrido, ¿qué más quieres?

Solo obtengo una sonrisa maligna.

-Me has creado siempre mucha expectativa y no he saciado mis ansias.

-Estás enfermo, ¿lo sabías?

Su mano libre va a la base de mi cuello por primera vez con una delicadeza que nunca hubiese creído en él. Con suavidad me acerca hasta que mi rostro queda enterrado sobre la parte alta de su pecho, sobre la fina camisa. Apoya su mentón sobre mi cabeza.

-No juegues esa carta conmigo-susurra y sus palabras se vuelven algo amenazantes a la vez que aprieta mi muñeca-¿Quién es entonces el que está más enfermo de los dos?

-Yo no soy la que hace las cosas. Antes me has pegado, joder-se me tiñen las mejillas de pura vergüenza, y eso aún empeora la situación, porque no ha sido culpa mía, sino de él.

-¿Y solo eso? Te he hecho correrte a gritos en casa de tus amigos, te has reído conmigo y de mí con el vino y el tequila. Has gritado, llorado y suplicado. Te has vuelto loca seguramente planteándote porque te mojas cuando te hago lo que hago y con eso te hecho enfadar y maldecir.-Lo dice de tal manera que suena a que ha estado bien. Después de un segundo callado añade su punto- Creo que has estado viva.

¿Eso es estar vivo? No, eso es arrasarme. Es verdad que he pasado un tiempo entumecida, viviendo en otro planeta. Solo Ana me había mantenido con los pies en la Tierra. Pero, joder, una cosa era eso, y otra muy distinta es que alguien te acabase chantajeando, humillando y maltratándote.

-Todavía pretenderás que te lo agradezca y todo

Oigo una suave risa

-Pues mira, no estaría mal.

- Bésame el culo - lo susurro para que no lo oiga, pero me quedo a gusto, después de dejar libre mi vena infantil.

Luca aparta el mentón y baja la cabeza hacia mí. Pensé que se atrevería a besarme, pero solo me apoya sus labios sobre mi frente

-Te va a gustar. –dice sin apartarlos.

-Creo que he tenido suficiente por hoy

-Ya te lo dije antes, nunca va a ser suficiente

Son palabras muy sorprendentes, porque dan a entender que jamás se va a cansar de ésto. Eso hace que me asuste totalmente, pero también me invade un sentimiento de euforia. No lo intento analizar, me encuentro cansada de tantas peleas, conmigo misma y con él. De nuevo, de forma autoritaria pero suave me lleva hasta la cama y me tumba, colocándose a mi lado, parcialmente sobre mí. Cierro los ojos, porque no quiero pelear, no quiero discutir. Los abro, buscando entender que pretende. No sé qué quiere de mí, pero sus ojos azules me dicen mucho de su estado anímico momentáneo, pero muy poco de los planes y secretos que tiene dentro de la cabeza.

Se acerca tan lentamente que parece que esté pidiendo permiso. Sus labios entran en contacto con la comisura de los míos, y yo abro la boca, esperando por más. Los ignora a propósito, jugando conmigo. Sus dientes muerden mi barbilla con suavidad mientras sus manos comienzan a recorrer mi cuerpo

-Luc…

El deja de mordisquearme y va de nuevo hacia mis labios para hablar sobre ellos.

-No sabes cuánto he esperado por esto.

Por un momento me quedo callada e intento añadir algo sin saber muy bien que decir.

-Yo…

-Cállate

Y con eso me besa y si antes fue abrasador éste es tan lento como obsceno. Sabe lo que está haciendo perfectamente. Está claro que tiene más práctica que yo y eso me hace ser más tímida.

Sabe picante, adictivo y tremendamente peligroso y en mi cabeza son todo alarmas. Y me parece increíble que me moje solo con esto, pero lo hace. Si bien está siendo mucho más calmado, sigo notando ese punto de exigencia y de control que jamás descansa en él y pienso que es un depredador, por mucho que intente parecer dócil. Quiero sacar realmente esa parte más salvaje, porque realmente, en verdad, con todo mi jodido pesar, Luca me gusta por eso. Y digo me gusta por primera vez de forma honesta.

Joder.

Si estamos siendo sinceros Cat, él te vuelve loca.

No se distinguir lo bueno y lo malo con él.

Noto las yemas de los dedos de su mano se apoyan debajo de mi pecho y baja hacia el ombligo en una caricia suave. Se me pone la piel de gallina sin poder evitarlo. Después recta hacia arriba, entre mis pechos, tomando la barbilla por abajo y haciéndola levantarla de tal manera que acabo mirando hacia la pared trasera. Se inclina sobre mí.

Es él quien acaba por separarnos para recorrer con la nariz mi mejilla hasta el hueco del cuello.

Acaricia suavemente esa zona, casi con mimo, alternando besos suaves con mordiscos más duros, recorriendo ambos lados. No puedo resistirme a esto, y él lo sabe. Cierro los ojos y ahora mismo me estoy dejando llevar, saltando sin paracaídas desde algún punto sin saber cuánta altura habrá y si voy a sobrevivir.

Y me siento libre y salvaje

Cuando llega a mi oreja la acaricia con la nariz, soplando sobre ella, después acerca su boca

-La idea era hacer todo esto en primer lugar.-se aleja de la oreja después de esa confesión y recorre todo el cuello hasta llegar a la otra-pero como has sido mala he decidido perder el control antes para controlarnos ahora a ambos.

Gimo en respuesta porque el termina esas palabras con un pequeño mordisco.

Baja por mi cuerpo con su boca, sin acercarse a mis pechos. Besa el hombro, desciende por el brazo y pasa al lateral del pecho. Está caldeándome el cuerpo sin tocarme directamente ningún punto extremadamente sensible. Y estoy mojada. Intento entreabrir los ojos para mirarle y está concentrado en mi cara.

-Eso es, gatita. Quiero que los mantengas abiertos y me mires. –Su lengua baja hasta mi ombligo donde deposita un tierno beso. Un cosquilleo se instala en la parte baja de mi barriga. Gimo. Su dedo recorre perversamente el límite de mi cadera. Quiero pedirle que baje. Está mostrando una actitud mucho más calmada, pero por mucho que quiera, sigo viendo a través de él, hasta ese brillo que me dice que se muere por hacerme daño de nuevo. Y me asusta, pero aún me asusta más mi propia reacción. Levanto las caderas, en un ofrecimiento total. Le veo sonreír orgulloso apoyando su mentón casi en mi monte de venus-Te veo ansiosa.

Me regaño a mí misma por caer tan bajo dejándome engatusar y me tenso. Él se ríe al ver mi respuesta. Con un movimiento rápido me separa las piernas cogiendo la parte interna de mi rodilla con ambas manos.

Se queda quieto simplemente mirando hacia esa zona como si no tuviera ninguna prisa y me contraigo de nervios y de excitación. Ninguno de los dos parece estar respirando.

De pronto levanta sus ojos hacia los míos.

-Pídemelo

Me ruborizo tanto que el sonrojo llega hasta la parte alta de mis pechos y es todavía peor. Noto un nudo en la garganta y no me creo muy capaz de pedirlo. Sé que parece que soy imbécil, igual lo soy.

Sus ojos no se han apartado de los míos y al ver mi debate interno frunce las cejas.

-Quizás necesitas un pequeño empujón

Y con esas hunde su rostro entre mis piernas y su lengua en mí. Se me escapa un grito del pecho. Esto es… Madre mía

Cuando se separa, después de un par de minutos haciéndome volar veo que tiene los labios mojados y me muero de vergüenza de nuevo.

-¿Algo que decir?

-Yo…-sueno tan ronca que ni me reconozco-me gustaría que siguieses

Una ceja en alto me indica que lo debo de mejorar

-Por favor.

-Gatita, vas a tener que hacerlo mejor

Y mientras pienso en las palabras un dedo se hunde en mí. Gimo por la invasión y de sorpresa.

-Por favor, quiero tus…tus…labios sobre mi

Se ríe, disfrutando de lo mal que lo estoy pasando

-Zorrita, te doy la oportunidad de hablar mal y de repente te muestras tímida. Cuando no te dejo decir tacos, pareces un camionero. Quizás tenemos que dejar esto para otro momento-y con suavidad aparta su dedo de mí y comienza a alejarse

-¡No!-no puede hacer eso-Espera.- me tomo un segundo para coger aliento y soltarlo de golpe-Por favor, Señor, quiero tu boca sobre mi coño

Solo ha sido un susurro rápido y poco entendible. Me dejo caer sobre el colchón totalmente, con los ojos cerrados

-¿Cómo has dicho?-noto la sonrisa estampada en su rostro

¿Por qué es tan retorcido? Me ha entendido y si no se lo puede imaginar

-Yo…-me alzo con intención de ser valiente y dejar atrás la vergüenza-he dicho, que por favor, me gustaría tener tu boca sobre mi coño

Una pequeña tensión en sus labios me hace entender que se me olvida una cosa. Me dejo caer sobre el colchón protegiéndome de su mirada intensa.

-Señor-añado

-Perfecto -se lo oigo decir y con esas se hunde en mí de nuevo. –Me encanta esta vista gatita, se ve claramente lo excitada que estas. Tu coño no me miente, no como esa lengua malvada que tienes a veces.

Gruño.

De nuevo vuelve sobre mí, con sus manos, con su boca, con su aliento y jadeo fuerte. Su lengua escala hasta mi clítoris y gimo. Dos dedos entran a la vez, invadiéndome y grito.

-Voy a torturarte tanto…pero no ahora. – noto su aliento al hablar-Ahora va a ser suave e insatisfaciente. ¿Te gusta eso?

Niego con la cabeza con fuerza, para luego volver a gemir fuerte cuando vuelve a prestar atención con la yema de su dedo a mi punto extremadamente sensible.

-¿No hay respuesta, gatita?

-sabes… que no

Estoy a punto de correrme. Se nota en la respiración, en la forma obscena en la que muevo las caderas, imparables y eso que en algún momento me ha sujetado.  De pronto sus dedos dejan de actuar y su boca se aparta y me muero

-Es una pena que no me hicieras caso cuando el vino ¿verdad?

NO, no me lo puedo creer.

-Estás de broma

Rodea el muslo, acaricia la cadera, baja de nuevo hacia mis labios hambrientos, pero no les presta atención. Cuando se alza de nuevo sobre mi veo que no, no hay ninguna guasa en esto y me muero.

-Si sigo te corres, y habíamos acordado que no.

-Yo no acorde…

-Ahora toca follarte lento, y rápido.-dice mientras tomándome por la parte interna de la rodilla tira hacia él- Fuerte y suave. Sin correrte.

Grito de rabia. Frota mi clítoris y el grito se trasforma en un gemido bajo, mientras retuerzo las caderas para que el contacto sea mayor. Necesito terminar porque ni siquiera pienso con claridad. Llevo más de dos años sin experimentar nada de esto, casi no me he atrevido a masturbarme solo porque cada vez que lo hago recuerdo a Mateo y acabo desesperada y ofuscada.

Mateo

Un escalofrío me recorre de arriba abajo y me enfría. Se me revuelve el estómago. Me aparto de la mano de Luca con tanta rapidez que no le da tiempo a detenerme. Tengo un nudo enorme en la garganta y me siento de nuevo en la mierda. Los ojos eléctricos de Luca observan cómo me alejo y le miro con ojos heridos.  Me siento contra la cabecera y por primera vez intento sacar las mantas de la cama para taparme y esconderme.

Luca , le has regalado ya un orgasmo , pero ahora no. Mateo . Ha sido como un gran jarro de agua fría sobre mí. No se cómo he pasado de un estado a otro, hace un segundo estaba a punto de rogar un poco más de atención de su lengua, o sus dedos, estaba tan mojada…ahora siento como un río de lágrimas se esconde detrás de mis ojos y me pregunto si me estoy volviendo loca. Seguramente si no hubiese parado, si no me hubiese dejado ese margen para pensar no estaría así. No puedo correrme, se me acaban de cruzar los cables en un lío importante. No puedo correrme, no puedo suplicar por ello, no puedo follar con Luca después de que mi cerebro me taladrase el nombre de Mateo.

-¿Qué ocurre?-por su tono de voz tranquilo sabe que algo oscuro ronda mi cabeza.

Miro a su pecho desnudo. En algún momento de todo el lío se ha quitado la camisa y ni me he enterado. Tiene el pelo algo despeinado y las cejas fruncidas.

-No puedo

Arruga los labios cuando se me escucha y me recorre la cara con avidez. Bajo los ojos porque no me atrevo a que vea lo rota que estoy en este momento. Por casualidad recaen sobre su mano derecha, apoyada con firmeza contra el colchón. Eso es Luca, es firmeza, perseverancia y prepotencia. Y sé que puede arrollarme con facilidad.

Estar aquí, con él, en una cama, es volver a mis diecisiete años: enamorarme de mi mejor amigo y que él sea capaz de romperte en mil fragmentos y  arreglarte en el segundo siguiente. Hasta que vino Mateo. Mateo me salvo. Ahora que se ha ido, vuelvo a recaer. Como si fuera una drogadicta. Ocho años después y sigo siendo una niña nerviosa, un juguete en sus manos. Sigues traicionando a Mateo .

Le miro enfadada, aunque en realidad estoy más cabreada conmigo que con él. Luca alza una ceja al ver mi expresión. Está fuera de juego en este momento y veo que sus ojos taladran mi cara como esperando analizar y comprender. Debería comprender.

Finalmente consigo arroparme con la manta dándole la espalda. Ninguno dice nada durante unos minutos interminables. Cada uno está perdido en sus propios pensamientos. Tengo ganas de meterme en la cama y llorar, pero no me lo permito. Me conformo con que se vaya.

-Deberías marcharte

Noto como se pone en pie, pero en vez de salir por la puerta da la vuelta a la cama hasta que está ante mí. Tengo sus zapatos a la vista pero me alza la barbilla con suavidad. Una suavidad que no se refleja en ningún otro músculo de su cuerpo. Tiene una expresión de rabia.

-Hazte la idea, por mucho que duela, que el que está aquí soy yo y no él.-sus palabras me rompen lentamente, aunque su tono de voz sea suave y calmado, tiene una inflexión áspera y mortal. Él aprieta un poco más mi barbilla buscándome- Mírame-Lo hago-Tu cuerpo me pertenece ahora y me importa una mierda que tu cabeza no esté preparada.

Me suelta con la misma suavidad y me da la espalda para marcharse. Me quedo allí, sin decir nada.

-Gatita-lo dice cuando alcanza la puerta-este es el único margen que te voy a dar. Aprovéchalo.

Y con esas se va. Espero a escuchar el sonido de la puerta principal para levantarme corriendo y cerrar con todos los cerrojos que tengo. Como si así pudiese alejar a todos los demonios, cuando todos ellos están en mi cabeza. El corazón me late a mil y me duele la cabeza.

Algo dentro de mí está totalmente herido.  Roto.