Todo lo que nunca hice bien 4

El castigo prometido

La tertulia parece irse un poco a menos a medida que se deja de comer y Ana decide sacar a conversación un tema que me pone los pelos de punta.

-¿Qué tal con tu jefe al final? ¿Te sigue amargando la vida?

Había comenzado a comer algo hace unos minutos. Ahora, el camino que mi mano guiaba del plato a la boca, se quedó anclado a la mitad. Ana me observa atentamente y, ante el fin del entusiasmo del partido Madrid-Basça de la última conversación, que acaba de dar los últimos coletazos, Toni y Luca tienen su atención en mí. Urs simplemente mira la televisión.

-Ya sabes, nada nuevo-y con fijeza lanzo dardos a mi mejor amiga para indicarle que no vaya por ese camino.

-¿amargando?- así es Luca, cuando quiere más explicaciones simplemente repite por donde quiere que continúes.

-Nada importante-contesto adelantándome a Ana que ya tiene la boca abierta, pero lo mío no la detiene

-La han ascendido recientemente-bebe un sorbo de vino y posa de nuevo la copa. Yo la miro con ganas-y el nuevo jefe que tiene la acosa.

-No me acosa

-Bueno, la mete mano

-No me mete mano

-¡Vaya! te habla sucio y te invita a su casa

-¡Ana!- quiero que pare, ya tengo suficiente con los secretos que Luca conoce como para regalarle más

-Sólo digo la verdad.-dice disculpándose, luego se gira hacia el bufón y le da explicaciones- Le he dicho a Toni que un día tiene que pasarse por ahí y hacer de novio de Cat, pero, aparte de que ella se niega totalmente, dice que el tío es bastante fuerte y bueno, igual llegan a las manos y con lo delgaduchi que es mi maridito

-¡Oye no te pases!,-contesta Toni ofendido- ya sabes Cat que para lo que necesites

-Quizás a mí me pueda tener algo más de miedo.

Luca, acaba de ofrecerse a hacerle una visita a mi jefe, y todo estaría relativamente bien si su cara no fuese la de un boxeador en un ring esperando el ko. Conociéndole le veo capaz de pegarse.

-Oye, pues no sería mala idea-añade Ana

-Seguramente no tiene ni media ostia, y así te dejaría en paz Cat-secunda Toni

-¡No!-doy una palmada sobre la mesa porque las cosas se están yendo de madre. He asustado a Urs, que me mira con los ojos abiertos. Intento calmarme-Muchas gracias a todos, pero no necesito ayuda, se manejarlo totalmente.

-Seguro-susurra Luca burlonamente

Cierro las manos en puños pero no añado nada. Quiero que se olviden del tema.

-Y la nueva decoración para el salón, ¿la vais a llevar a cabo?-le pregunto a Ana.

Y ahí se pone fin a mi incomodidad para sumergirnos en el mundo del hogar. Cuando por fin acabamos y se hace un pequeño recogimiento de mesa, Toni decide darle un poco de alegría a la noche. Ana ya ha acostado a Urs en su cama después de muchas protestas y algún lloro. Yo estoy dispuesta a irme. Son las once menos cuarto y el último bus lo tengo dentro de quince minutos. Me queda como una hora de viaje.

-Espera Cat-Toni interrumpe mi estampida a casa y a la libertad.-Tengo una botella de tequila.

Hay veces que lo hacemos. Simplemente abre la botella y bebemos como antaño. Luego yo me quedo a dormir aquí, en el sofá, pasando la mona y aguantando la resaca feliz del domingo. Pero hoy es lunes y mañana toca trabajo.

-No puedo, Toni, ya sé que no lo parece, pero hoy es Lunes.

-¿Y qué mujer?

-No puedo quedarme a dormir la mona y mi bus pasa en menos de quince minutos

-Bien, para eso está Luca con su Mercedes nuevo. Que te baje él a casa.

Me giro a mirarle y me observa atentamente tenso. No lo entiendo, tenso él y no yo. Entonces caigo en el juego ¿Qué me dijo? No más vino para ti, no habló de Tequila. No hablo de ninguna otra bebida alcohólica ¿Cuál es el punto? Voy a estirar tanto la goma que me va a romper en la cara, pero quiero cabrearle, y creo que no hay mejor manera para que vea que no me posee y qué puedo hacer lo que quiera.

-No hace falta-digo adrede mientras le observo. Instalo en mi cara la sonrisa inocente más falsa de mi vida y él se relaja algo, creyendo que ha ganado-simplemente pediré un taxi- y con esas tomo asiento.

Aquí, mi amigo se ha tensionado tanto que le arden los ojos. Papi no está contento porque le he ganado en su juego. Creí que me asaltaría y diría algo, pero él me despacha sin apuntar nada y se pierde en la conversación con Ana mientras nosotros ya empezamos a rellenar los vasos de chupito.

Después de otra hora y con la mitad de la botella entre dos he decidido que es suficiente. He bebido demasiado para no quedarme, pero ahora no hay vuelta atrás.

-Bien, tozni-ni siquiera pronuncio del todo bien. Veo la mirada aguilucha de Luca observándome desde el sofá. Sigue sentado junto a Ana, ninguno de los dos ha tomado ni un solo trago. Una porque directamente no le gusta y el otro porque tiene que conducir ¿Entonces para que se queda? Que se pire a su casa de una vez y que nos deje en paz. Que me deje en paz.-Creeo que ez hora de que me vazya

-Quizás-se ríe a carcajadas al verme levantarme algo inestable. –Mañana…-hipa- trabajo y resaca

-Anda…calla-le suelto a la vez que me agarro a la mesa para que el mundo deje de tambalearse.

Me encamino hacia la cocina en busca de mi bolso, a la mitad me paro y vuelvo hacia el salón.

-¡Ana!-he gritado demasiado fuerte y al momento me doy cuenta de que arriba hay una niña pequeña durmiendo, así que me llevo las manos a la boca como si así pudiese bajar el volumen del grito anterior. Cuando me asomo agarrada a la puerta me disculpo-Perdón.-lo digo muy bajo ahora y a través de las manos, me río de mi falta de medida. Estoy borracha-¿Puedzo llamar a un tazi con el teléfono?

-No-la respuesta no viene de mi amiga, sino de detrás de mí de una voz oscura y siniestra-te llevaré yo. Y nos vamos ya-dice mientras me tiende mi bolso y el abrigo.

-Yaz esstá el mandón de vuelta. No quiero ir contizgo-acabo de hipar.-Mierzda

De pronto estoy aquí y al segundo me ha arrastrado a su lado

-Voy a ponerte el culo tan rojo que no podrás sentarte mañana.-me lo susurra de forma furiosa y rápida

Bien, es una buena forma de hacer callar a una borracha.

-Cat, yo creo que lo mejor sería que fueses con él. –aconseja Ana de forma maternal.

-No lo va a decidir según está-gruñe Mr gruñón mientras me pone el abrigo.

-Bueno, no seas malo con ella, el otro se ha tirado al sofá y ya está roncando.

Me tambaleo un poco y Luca me ancla con su brazo acercándome a su cuerpo tanto que me permite apoyarme.

-El otro es tu responsabilidad

-¿Y ella es la tuya?-Ana, mala de Ana

-Ahora sí, ¿no?

Mi amiga sonríe pero no añade nada más, como si supiese lo que está pasando. No tiene ni puta idea la pobre.

-Adiós ¡Ana! Nos vemos mañana ¡Te quiero!

-Deja de gritar

-Deja dee darzme órdenes

Nos miramos con odio de nuevo pero Ana interrumpe el momento para darnos dos besos a ambos y despedirnos.

-Tener cuidado

Con esas nos vamos de la casa. Bueno, yo más bien estoy siendo arrastrada por el cuerpo de Luca. Es de noche ya, pero mi amigo el perro se pone a ladrar como cuando llegué.

-Qué bien canta este… perzro

Luca no contesta, pasa de mi. Llega hasta su flamante coche blanco. No tengo ni idea de que es, Toni dijo que era un Mercedes, puede. Es grande. Cuando abre las puertas y me coloca en el asiento del copiloto huele a cuero y un poco a él. O Luca suele oler a cuero. No lo tengo claro. Me ata con el cinturón y al pensar en atar me pongo colorada. Me da tiempo a que se me pase cuando el abre con fuerza la puerta del piloto y se sienta. Yo ya me he acurrucado contra el asiento. Es cómodo y suave, todo lo contrario al dueño.

De pronto me sobresalto cuando la música empieza a sonar a todo volumen

-¡No!, jo-me llevo la mano a los oídos y después hacia el radiocasete, no lo entiendo así que toqueteo sin saber. Recibo una bofetada en ambas manos. Le miro, está comenzando a moverse el coche-Apágalo, ¿si?

-Apágalo no. No vas a dormirte.

-Pero…-protesto de nuevo mientras otro grito infernal sale de los altavoces-Bájalo al meznos un poco

Él lleva su mano hacia los controles y la música solo aumenta de volumen.

Gimo mientras me llevo ambas manos a la cabeza. Nadie dice nada hasta que la canción se acaba o parece acabarse. A mí me suenan a gritos satánicos

-¿Te crees muy graciosa?

Levanto la cabeza como un resorte. Se ve muy serio y apunto de atacar. En serio, tiene la misma mirada que los tiburones del documental de la 2, aunque en realidad que le den.  Me acuesto de nuevo sabiendo que solo está cabreado porque le he ganado. Le he ganado y soy gilipollas. Pero he ganado joder. Sonrío maliciosamente

-Tú dijiste…

-No. Das vergüenza.

Miro su mano manejando el cambio de marchas, es muy moreno.

-¿Eres alcohólica?

Me giro a mirarle con los ojos entrecerrados. ¿Me lo está preguntando en serio? Está tenso, tan tenso que los labios los tiene blancos.

-¿Eresss imbécil?

Como respuesta vuelve a poner la música durante todo el trayecto. Quince minutos de música satánica. Intento proteger uno de los oídos contra el suave material del asiento, pero el otro está expuesto al griterío.  Cuando llegamos a mi calle encuentra un sitio justo en frente del edificio y aparca con rapidez. Tiene suerte hasta para eso. Apaga la música y me pitan los oídos y por desgracia ya estoy más despejada. Me dispongo a salir del coche lo antes posible, sin decir adiós mientras rebusco como una maniaca las llaves perdidas por el bolso. Me alcanza a mitad de camino mientras yo voy dando tumbos

-¿Crees que voy a dejarte sola?-gruñe mientras me endereza pasándome de nuevo un brazo por encima de mis hombros.

-Justo

Me arrebata las llaves de un tirón

-Pero que cojones…-intento recuperarlas pero las aleja con facilidad-Dámelazs, son mías.

Ni siquiera se molesta en contestarme, solo aumenta el ritmo del paso obligándome casi a trotar. Cuando llega al portal prueba con una, sin conseguir nada. Maldice. Me río. Prueba con la otra. Ahora maldigo yo.

-En serio, no.-trato de frenarlo. No va a subir a mi casa.

-¿Dónde vives?

-No vas a subir. Da…dame las llaves.

Solo se encoge de hombros y mira los buzones. Ahí está mi acusador chivato. Me agarra sin miramientos de la muñeca y tira de mí hacia el ascensor

-No-rozo las llaves pero las aleja de mi de nuevo

Sin miramientos me empuja en el ascensor y luego se introduce él.

-Esto es el… cozlmo. No vasss a entrar. Dámelas.

-Cállate

-Esto es allanarmiensto de morada.-en mi cabeza suena allanamiento, luego mi boca hace lo que quiere

-Voy a allanar muchas cosas-simplemente a susurrado eso mientras mira hacia las puertas tan tranquilo.

Cuando el ascensor llego al cuarto él vuelve a arrastrarme fuera y me doy cuenta que la única forma que tengo de escapar de todo esto es llamar la atención  de mis vecinos. Son tres, una señora mayor que no oye el timbre nunca, la descarto, aunque puede llamar a la policía. Una pareja de unos cincuenta años que no suelen estar nunca en casa y un chaval de unos treinta que se levanta siempre muy temprano para supongo ir a trabajar. Él era mi esperanza. Voy a gritar cuando la mano de Luca se traslada a mi boca

-No más espectáculo por hoy

Intento desengancharme mientras él toma la llave que es directamente. Ha fallado a bajo y la otra es del buzón, ahora ya no hay duda. Oigo los gemidos amortiguados detrás de su mano y me retuerzo como una anguila. Le muerdo la palma con fuerza, pero él le das tres vueltas a la llave sin soltarme y me lanza dentro con violencia. Debido a mi estado, un poco aún en embriaguez tropiezo con mis propios pies y me caigo en medio del hall sobre mi alfombra gris. Luca aprovecha ese momento para pasar, cerrar la puerta, accionar los tres cerrojos (si tres, soy un poco paranoica) y guardarse las llaves en el bolsillo izquierdo del pantalón. Yo mientras todavía me estoy palpando la rodilla para ver si me he hecho daño. Cuando se da la vuelta me mira indignado pasando un pulgar sobre la palma que le he mordido con saña. La única luz que nos alumbra es la que entra a través de la ventana del salón, procedente de una farola de la calle y parece un demonio. Debe ser bastante ridícula mi posición y me recuerda el momento de su despacho, cuando yo estaba en pie, él sentado y sentía que él tenía el poder. No os podéis imaginar cómo se siente ahora.

Hay un momento de calma, como si ambos nos estuviésemos preparando para la guerra. De pronto pienso, el teléfono en el sofá o el que espera paciente en la cocina. Puedo levantarme y llegar antes que él y llamar…¿llamar a quién? ¿La policía? ¿A Ana? No tenía a nadie más.

Me pongo en pie con dificultad.

-Yo…no sé…-me tambaleo un poquito- que estás pensando pero esto es denunciable.

Se acerca a mí con una sonrisa espeluznante. Agarro lo primero que encuentro a mano. Es una figura de porcelana.

-No te acerques o te la lanzo.

Bien, es ridículo pero tengo miedo. Ahora mismo tengo mucho miedo. No conozco al hombre que se aproxima y tengo bien claro, observando esa expresión cruel, que no quiero conocerlo.

Al ver que no para no dudo en apuntar a la cabeza, lanzarla con todas mis fuerzas y salir corriendo hacia el baño. Es el único que tiene pestillo. Oigo como la porcelana se estrella contra el suelo, o la pared, está claro que no contra él y las pisadas rápidas detrás de mí. Veo el baño, bueno lo intuyo. Juego con ventaja porque el resto de la casa está oscuro. Yo la conozco, él no. Pero mi visión sigue estando un poco traicionera por el alcohol y tropiezo contra un mueble al doblar la esquina, haciéndome daño en el dedo meñique de mi pie. Gimo de dolor pero no paro de correr. Al fondo está el baño. Luca me alcanza a mitad del pasillo, justo enfrente del dormitorio. Frena mi huida agarrándome de la cintura y me estampa contra la pared. Mañana voy a tener un moratón en el brazo. Si llego a mañana.

Forcejeo hasta que me ancla ambas muñecas con los dedos de una mano. Hace daño.

-Voy a follarte la boca,-Y por primera vez me besa. Y es extraño, porque jamás me habían dado un beso así. No es suave, no hay un ligero contacto primero y luego pasa a palabras mayores. Simplemente me dice eso y hunde sus labios con los míos tan fuerte que mi cabeza se estampa contra la pared. No me besa, no es solo eso, está poseyendo, devorándome. Intento mantener los dientes cerrados-Abre-suena ronco y excitado. No me puedo contener así que lo hago porque me parece bien. Porque ahora mismo somos animales de nuevo. Su lengua está hambrienta, recorre mi boca con avidez, como si estuviese sediento de mí. Sus dientes muerden mi labio inferior con tanta fuerza que me extraña que no me haga herida. Yo jadeo-Chupa-y chupo su lengua cuando de nuevo vuelve a mí. No pienso quedarme atrás. Ya que me vuelve loca no voy a dejar que yo sea la única que pierde el control. Intento soltarme las manos para tocarlo, pero solo aprieta con firmeza su agarre. Está dirigiendo cada paso, cada embestida así que lo cojo por sorpresa cuando mis dientes se hunden en su labio y no lo hago con suavidad, aprieto tanto que acaba por apartarse.-Vaya-parece un poco asombrado pero tiene una sonrisa fantasma

-Si, vaya-digo recuperando el aliento

Y me siento bien, porque creo que le he devuelto un poco el golpe. Soy una idiota.

-Te veo contenta-y me sonríe como un lobo mientras me observa, lo cual me desconcierta un poco-Veamos si sigues tan contenta cuando te folle el coño-con esas lleva su mano libre a mi entrepierna y está bien porque me he puesto húmeda con el beso, así que en realidad lo agradezco. Hunde su cabeza en el hueco de mi cuello y sopla aire sobre mi oreja, la lame, la muerde-¿No quieres que te folle?

Asiento fuerte, porque lo deseo pero no me atrevo a decirlo en voz alta.

De pronto me palmea la entrepierna con fuerza y salto del susto. No duele mucho a través del pantalón, pero no entiendo

-Quiero respuestas verbales pequeña, ya lo deberías de saber

-Yo…si, quiero

De pronto me agarra del pelo y tira de mí hacia la habitación. Con fuerza me empuja y acabo en el suelo de nuevo. El rayo de luz de la segunda farola de mi casa alumbra con más suavidad mi dormitorio. No es muy grande, pero es bonito. La cama de matrimonio que da de cara a la puerta, ocupa casi todo el espacio. Me gaste un dineral en ella.

-Desnúdate-es una orden directa y si me lo hubiese dicho en otro tono no dudaría en cumplirla, pero le noto enfadado, rabiado de nuevo. Me pongo en pie con cuidado y le observo. Está a unos pasos de mí. Alto, oscuro.

-¿qué…?

Me interrumpe cuando me agarra con rapidez de la barbilla y alza mi cara hacia él.

-No te he hecho ninguna pregunta para que abras la boca, gatita. He dicho que te desnudes. Hazlo, o vas a cabrearme más. –no grita, pero suena tan intimidante que quiero salir de aquí o esconderme debajo de la cama.

Luego se aleja y se sienta en una silla en la esquina de la habitación en la que suelo dejar la ropa. Trago con fuerza cuando veo que se acomoda estirando las piernas y cruzando los tobillos. Parecería que está totalmente relajado si no le mirase a la cara. Pero sus ojos siempre me han dicho mucho y están brillantes y furiosos. Pienso que tengo que pasar por esto por las buenas o las malas, así que mejor que hacerlo con mi colaboración.

Comienzo a quitarme la sudadera sin hacer ningún movimiento sexy. Solo mecánico. Tengo los ojos bajos, perdidos en el suelo de madera de mi habitación.

-Mírame

Se me crispan los dedos de la mano y durante un segundo escondo mi cara entre la sudadera  al quitármela por la cabeza, pero cuando desaparece me obligo a mirarlo. Con firmeza sigo despachando ropa hasta que me quedo en bragas y sujetador. Tomo una respiración profunda y me quito amabas sin apartar mis ojos de los suyos. Me lo está poniendo más fácil porque Luca clava su mirada sobre mis ojos también y no en mi cuerpo. Cuando acabo mantengo los brazos sueltos a cada lado de mi cuerpo, aunque me esté muriendo por cubrirme

-Buena chica

Y es ridículo, pero me siento bien con su adulación. De pronto se levanta y se acerca y no puedo evitar cubrirme los pechos con los brazos. Ahora sí que recorre con tranquilidad, milímetro a milímetro, cada trozo de piel de mi cuerpo, y me siento tan desnuda a él que noto como me pongo roja. No dice nada de mi timidez, solo alza sus dedos y recorre con la yema mi columna vertebral. Se coloca a mi espalda, un poco ladeado a la derecha y susurra contra mi oído:

-Ahora vete sobre la cama, a cuatro patas. Culo hacia fuera, hombros contra el colchón.

¿Por qué tengo que hacerle caso? ¿Por qué no  pirarme, romper el trato? Ya no es cuestión de Ana, Toni o Úrsula, no quiero engañarme ¿Me está gustando? Joder, solo tengo que notar lo húmeda que estoy, y sé que lo estoy. El problema es que no quiero que me guste. No por las cosas que estamos haciendo, o mejor dicho las cosas que me ordena hacer, si no por quien me las ordena.

De pronto mis pensamientos se detienen cuando con fuerza una mano tira de mi pelo.

-Putita…

Me aparto y voy a donde me indica. Me coloco como quiere y espero mientras noto como esta posición me hace quedar totalmente abierta a él. Sin saber qué hacer con los brazos los acabo colocando hacia delante de mi cabeza.

Le oigo caminar a mi espalda. Escucho el tintineo de algo y pasa el tiempo pero no ocurre nada.

Finalmente es él quien rompe con el silencio y la calma.

-Verás gatita-suena a mi espalda, algo lejos de mí-Entiendo que tardes en reaccionar algo a mis órdenes y estoy teniendo mucha paciencia con ello. –su mano recorre mi nalga derecha con suavidad hacia abajo y me aparto por instinto-Incluso-se ríe un poco maniático-entiendo que todavía te intentes alejar de mí.

Acaricia mi otra nalga y esta vez me mantengo quieta.

-Lo que no consigo entender…-oigo el silbido en el aire antes de notar el golpe contra mi piel. Grito de sorpresa y de dolor y pierdo la posición lo primero es para taparme el culo que me arde con las manos y después para darme la vuelta y mirarle -…es por qué no eres capaz de pedir las cosas con educación.

Al girarme me pongo de cara a él y veo con lo que acaba de atizar a mis dos nalgas a la vez, y porque jodidamente me duele tanto. Me acaba de dar con su propio cinturón. El capullo de él se ha arremangado incluso la camisa blanca y está detrás de mí, con expresión seria y un bulto importante en los pantalones

-¡¿Cómo te atreves…?!-estallo de repente porque no me esperaba esto y me enfurezco más al pensar que me ocurre porque he confiado en él. Estúpida

-Colócate-me interrumpe sin alzar la voz, con un simple gesto de cabeza  y eso aún aviva más mi genio.

-Que te jodan, ¡eres un enfermo!-intento salirme de la cama por el lateral pero Luca me frena al atizar de nuevo con el cinturón hacia mí.

Lo esquivo por los pelos, y mirando hacia él me doy cuenta que más bien él ha dado donde quería. Ha sido solo un aviso

-Esto es muy simple,-dice mientras toma la doblez el otro extremo con la mano-podemos hacerlo por las buenas o las malas. Y soy tan caballeroso que te voy a dar a elegir

-No pienso dejar que me des con eso

Y veo esa sonrisa, esa sonrisa maníaca que empeora siempre la situación para mí. Retrocedo en la cama y rozo sin querer la quemazón que seguramente ya se marca en mi culo.

-Bien, será por las malas.

Deja caer el cinturón al suelo y noto como respiro de nuevo. Con tranquilidad se acerca a las cortinas y quita las dos cuerdas que las mantiene abiertas. Al soltarse la luz de la habitación escasea un poco, pero seguimos viéndonos bien. Al menos para asustarme cuando veo que se dirige hacia mi con esas dos cuerdas.

-¿qué pretendes?

No me contesta, pero sigue acercándose y decido que es momento de huir. Me salgo de la cama en un salto y corro hacia la puerta por el lado opuesto de la cama del que se está acercando él. Me agarra de un brazo con fuerza y frena mi huída. De pronto me empuja de nuevo contra la cama y está sobre mí

-Me estoy cansando de tanta resistencia, gatita. No te han enseñado a perder.

Intento apartarme, le muerdo el pecho, le tiro del pelo como puedo, le araño, le pataleo, pero Luca solo se limita a recoger mi muñeca derecha y mientras le hago daño me la ata al cabecero de la cama. Si con dos manos no consigo apartarle imaginar lo que puedo hacerle con una. Me encuentro atada con ambas muñecas y él sobre mi. Estoy fatigada del esfuerzo y tengo sed de sangre y de venganza

De pronto a mano abierta da una cachetada sobre uno de mis pechos y repite la acción sobre el otro. Grito tan indignada e intento alejarlo empujando con las caderas

-Ahora quiero que digas: Soy una mala puta y me merezco un castigo-y mientras me sigue regalando palmetazos contra el pecho que comienza a ponerse rojo.

Intento esquivarlo pero obviamente mi situación es lo suficiente complicada para que más bien esté haciendo anda.

Noto como finalmente se me escapan un par de lágrimas, más por la humillación a la que me está exponiendo  que por el daño que hace.

-No te oigo decirlo, zorrita.-y de nuevo una palmada fuerte y espera a ver qué digo

Le miro a los ojos rabiosa y el me sonríe como si se tratase del mejor momento del día. Abro y cierro las manos con fuerza, con ganas de estrellar ambos puños contra su cara

-Para ya, por favor

Por un segundo se mantiene quieto pero vuelve a darme dos cachetadas.

-Verás, no hubiese sido un mal paso al principio, pero ahora no me conformo con eso. -de pronto agarra como suele hacerlo los pelos de mi nuca y tira de ellos alzando mi cara. Acerca su rostro tanto a al mío que si hablase notaría sobre mis labios el movimiento de los suyos. Y así ocurre-Vamos, dímelo-con suavidad pasa su lengua por la parte interior de mi labio superior y yo abro la boca esperando más-Gatita-y esquiva mi boca para lamer y mordisquear la parte descubierta de mi cuello

-Yo… so..soy una mala pu…puta y me merezco un…castigo -lo he dicho rápido y muy bajito, pero lo he dicho joder

No sé si me ha escuchado, porque sigue enterrado en mi cuello, pero de pronto se levanta y me da la vuelta. Ha dejado la suficiente cuerda para que al girarme mis brazos puedan cruzarse.

Me alza con un brazo pasándolo por la barriga y acabo arrodillada de nuevo. Me empuja la espalda con insistencia para que, una vez más, mi pecho ardiente por las palmadas, esté contra el colchón y mi culo quede totalmente al aire. De pronto noto cómo encaja un cojín sobre mi barriga.

Mi respiración se mezcla con sus pasos y con el tintineo de la parte metálica del cinturón cuando lo coge del suelo. Lo oigo silbar en el aire y me contraigo y aguanto la respiración, pero el golpe no llega. He cerrado los ojos y tengo todos los musculos tan tensionados que me duelen. De pronto noto algo contra la aprte baja de mi culo y grito nerviosismo

-Cálmate, estás demasiado tensa

Me cabrea que lo diga como si me lo estuviera tomando a la tremenda

-Si, lo normal es estar relajada en este tipo de circunstancias.

Le oigo reírse suave a mi espalda, pero con parsimonia lleva sus dedos hacia la entrada de mi cuerpo.

-No quiero…

Un azote fuerte con la mano y me quedo quieta. Introduce de pronto dos dedos en mí, haciéndome algo de daño porque ahora mismo no estoy casi nada humeda, pero con el movimiento y algún pqueño contacto de su pulgar contra el nudo e nervios acaba por relarme poco a poco y comienzo de nuevo a mover mis caderas mientras gimo suavemente

-Qué rápido te relajas putita.

Que te jodan.

No lo digo en alto porque he aprendido que ese tipo de comentarios solo le alteran. De pronto se aparta y me inclino hacia atrás buscando más. Mis ansias son refrenadas cuando siento un correazo tan fuerte sobre mi nalga derecha que no solo me hace gritar con ganas, sino que además me inclina del golpe  hacia delante. No se trata de un tierno azote, duele mucho y después pica de verdad y yo me sacudo con fuerza.

-¡Joder!

Esto no es agradable en ningún sentido. No me da tiempo a acabar de pronunciar el taco cuando otro golpe le sigue. Y otro, y otro. Cada vez grito con menos fuerza porque me quedo sin voz y porque duele tanto que se me escapan las lágrimas sin poder remediarlo. No entiendo porque me tiene que hacer tanto daño. Esto no s como otras cosas, no le noto ni siquiera cera, hablándome o pegándome algún azote mientras me besa. Esto es dolor puro y me lo infringe desde lejos. Intento apartarme cómo puedo. Contraer los músculos cuando oigo el silbido en el aire. No le he dicho que se detenga, pero después de perderme la cuenta, después de clavar mis uñas tan fuerte contra la palma y hacerme daño y morderme el labio hasta sacar sangre para no hacer ruido, me lo planteo con fuerza.

Hay una parada y rezo porque haya terminado. Mi respiración escapa a través de mis dientes en jadeos y sollozos. Me duele tanto el culo que quiero tocarlo para calmarlo y no porque sé que tocarlo va a doler.

-Bien, enderézate-suena incluso algo fatigado. Hago como puedo lo que me ordena-esto ha sido por el espectáculo en casa de tus amigos. Ahora, nos queda el tema de la educación.

-No-solo es un gemido sin fuerzas de lo mal que me siento.

Nunca he sentido algo así, casi enferma. El dolor de mi trasero parecía extenderme a través de mí, alcanzando cada célula de mi cuerpo, pero más que eso, era el dolor psicológico. El de sentirme como un trapo sucio al que están pisoteando siempre el mismo par de zapatos.

Un movimiento crudo y de nuevo el cuero se clava contra mí y exploto. Exploto en rabia y en miedo y en tristeza

-¡Para, Dios, por favor, para ya!

-No, Dios no

Y otros dos golpes seguidos que hacen que me incline hacia delante

-Por favor, Señor. Ya lo he entendido

Le oigo reírse a mis espaldas, como si creyese que había cometido otro gran error. De nuevo hunde el cuero en mi piel.

-¿Qué has entendido, gatita?

Estoy llorando así que cuando hablo se me entiende un poco mal

-Te trataré con respeto, Señor y pediré las cosas con educación-con dolor se escapan la última frase de mi-seré buena

-Mucho mejor.-y una mano calmante recorre mi cabeza, por mi espalda y llega hasta mi culo, que lo roza con suavidad.

De dos tirones me quita las cuerdas y el cojín y me deja descansar durante unos segundos mientras el sale de la habitación. No escucho lo que hace, no me importa. Estoy recuperando la compostura. Noto algo frío de pronto contra el culo

-Te va a doler, pero curará las heridas

Dejo que me lo aplique sin decir nada. Lo hace con tanta suavidad que contradice el hecho de que hace unos minutos fue él quien me propinó esas heridas salvajemente.