Todo lo que nunca hice bien 2
Del dicho al hecho. Es peor de lo que se pensaba en un principio
-Entonces..?-la voz de Ana está excitada.
He salido del edificio mirando al suelo. Ni siquiera me he reído de la señorita rotenmeyer o de Helena. Estaba enferma. Estoy. El contrato doblado y guardado en el bolsillo trasero del pantalón pesa como una losa. Ha empezado a sonar el teléfono cuando llevaba medio camino hecho a casa.
-Entonces está solucionado.-sueno demasiado seca, demasiado bajo.
Ana grita al otro lado del móvil. Inocente y tierna.
-Sabía que te escucharía.
No, va a ser peor que escucharme
-Si, tenías razón
Sueno atragantada. Lo va a notar. Lo va a sentir
-¿Estás bien?
-Si! Solo un poco reventada de nervios.
-Si claro. Lo siento mucho por esto, muchísimas gracias. Esto es…-está llorando otra vez.
-Ya sabes que voy a estar aquí para lo que necesites.
-Escucha, esta noche cena en nuestra casa para celebrarlo. Ven por favor. Quiero verte.
Ganas pocas, pero otra de las opciones era tirarme en la cama y volver a esconderme del mundo. No otra vez.
-Está bien. A las ocho estaré allí con una buena botella de vino
-No bebemos ninguno
-O sí, yo si
Ahora se ríe.
-Te quiero
-Y yo
La casita de Ana está a las afueras. Es una zona tranquila, salvo por el ruido de algún perro empeñado deleitar al vecindario con una canción propia. Hay un montón de flores, y un pequeño jardín. Es cuca, bonita para ellos.
Pico a la puerta. Mi mejor amiga me abre vestida con uno de sus mejores vestidos. Miro a mi sudadera.
-¿Viene el Papa?
-No, pasa, ahora te digo.
Entro y me quito los zapatos. Alguien me agarra la pierna como un pequeño koala.
-Pero bueno, ¿quién eres tú? ¿Dónde está la pequeña Urs y quien es esta señorita?
Una risotada acompaña a la cara que está contra la parte baja de mi muslo. La levanto en brazos
-¿Alguien sabe dónde está?-miro hacia los lados-¿Tu sabes dónde está Úrsula?
Miro a la niña que me sonríe. Tiene unos ojos azules preciosos. Le falta un diente. El pelo rubio envuelto en una goma, recogido a media altura de la cabeza, aunque varios mechones están ya por el camino libre
-¡Soy yo! Tita-me abraza y le devuelvo el abrazo
-Pero… ¿Cómo has crecido tanto? ¿Y este vestido tan bonito?
Le señalo a su vestido rosa
La poso en el suelo
-Me lo ha comprado mamá-se da media vuelta agarrando los pliegues- para la cena de hoy, que me tengo que comportar bien.- le acaricio la cabeza
Voy hacia la cocina. Antes entro al salón y saludo a Toni, que mira atento la tv.
-¿cómo te va?
-Ahora, bien.
Me saluda con la cerveza yo le levanto el pulgar. Tiene puesta una corbata y una camisa planchada. Está puesta la mesa del salón en vez de la habitual cocina. ¿Qué pasa?
Al entrar en la cocina Ana maneja un gran pollo sobre una fuente, yo meto el vino en la nevera.
-¿Qué es todo esto?
-No has mirado el móvil-me lo dice como si fuese obvio
Y lo es.
-como siempre
Se gira a mirarme sonriente.
-Imagina quien viene hoy a cenar
-No tengo ni idea
-Luca
Se me ha parado el corazón. Completamente. Le doy una palmada con mi mano derecha y otra palmada mental para poder respirar.
-¿A qué cojones viene?
Ana me mira asustada. He sonado agresiva, pero no lo he podido controlar, era imposible esconder mi cara de cara de pánico, de odio, de rabia.
Me agarra de la cara con suavidad, centrando nuestros ojos.
-¿Qué me estás escondiendo?
Me aparto.
-Nada
-Vaya. ¿Ahora crees que soy estúpida?
Bien, ahora si es momento de hacer una improvisación. Me siento sobre la mesa de la cocina, con cada mano debajo de los muslos y balanceo las piernas.
-Tú sabes, él y yo no nos llevamos excesivamente bien.
-Cat, lo único que se de vosotros dos es que os odiabais, os comíais con los ojos y discutíais. Eso no es solo no llevarse bien.
-Le odio
No lo puedo remediar. Le odio con todo mí ser. Le odio por lo que me hacía sentir por cómo me había tratado y por las cosas que había conseguido.
Un suspiro se escapa del cuerpo de Ana mientras me observa con tristeza.
-Cat no puedes estar en el pasado continuamente.-se gira hacia el pollo-Así no se puede vivir-un berrido comienza a sonar fuerte, pero ella lo ignora. Miro hacia el pasillo mientras introduce el pollo al horno.
Los lloros suenan ahora más alto.
-Cariño
-¿Qué ocurre?
-Creo que deberías venir.
Los gritos resuenan por encima de los lloros y el perro de fuera, animado, se pone a ladrar.
Ana sale de la cocina. No la sigo, me quedo mirando al pollo. Tengo el estómago revuelto de nuevo. No he podido comer nada de los nervios. Preveo que tampoco cenaré mucho. Un grito de alarma me hace levantarme e ir al salón.
Úrs sigue llorando fuerte.
-¿pero qué ha pasado? No llores cariño, no pasa nada…
Me asomo y veo una herida recién echa en la frente de la niña. Cae sangre y eso los está alarmando.
-Voy a ponerte una tirita y ya verás como todo bien.-Ana la acaricia y Toni ya sale del salón en busca de las tiritas y un paño con algo de agua.
Entonces pasa, porque el destino decide que es el mejor momento. El timbre suena. Ana me mira agarrando aun a Úrsula que llora. Me señala con la cabeza. Niego cobarde. Me vuelve a señalar.
A joder.
Me dirijo al pasillo y abro la puerta. Tengo los ojos bajados así que lo primero que me topo es con unos vaqueros negros. Se ha cambiado y ha dejado el traje en casa. Trae unos zapatos de vestir también oscuros. Cuando levanto la mirada me deslumbra una camisa blanca perfecta y por último su cara. Tiene los labios contraídos. Está enfadado, bien, yo también.
-¿Para qué has venido?-le pregunto sin dejarle pasar
Sonríe de forma canalla. Le gusta que esté molesta. Su objetivo en la vida es cabrearme.
-Para ver a mis amigos por supuesto.
-Si, claro.
Nos fulminamos. Cree que voy a apartar la mirada, pero no voy a esconderme, aunque su cara de tipo duro ponga los pelos de punta, en todos los sentidos.
-No saben nada de nuestro trato-le amenazo
Él se encoge de hombros. Le da igual pero no me confirma nada con su silencio.
-Con esto quiero decir que…
-¡Pero mira quien está aquí!
Ana me medio empuja y salta casi a los brazos de Luca. Observo la escena con la cara en blando. Odio que le acoja de esa manera, que se sienta agradecida con él. No era ningún caballero de brillante armadura, era mi demonio. El demonio de su mejor amiga. Niego con la cabeza, ella no sabe nada del trato. Ni debe saberlo. De nuevo le doy un repaso.
Luca no duda en envolver los brazos alrededor de ella con afecto. Si no supiese que es un genial actor me creería que él también está contento de verla.
-¿Cómo estás?, joder estás guapo. Pero pasa anda.
Me aparto para dejarlos pasar a ambos. Me quedo observando la espalda de Luca. Se ha echado algo de colonia y dios, huele bien. Él se gira a chequearme, pero pronto me despacha. Una brillante sonrisa se instala en su cara. De nuevo no parece falsa, gruño entre dientes, sin atraer la atención de nadie, pero está claro que él me ha oído y se regodea en ello ampliando más la expresión. Así se ve incluso más guapo. Que injusta es la vida, que un capullo como él se tenga que ver como se ve.
-Estoy bien. ¿Y tú? He traído esto
Ni siquiera me había fijado que sostenía una botella de vino. Mi amiga la recoge
-No tenías que haberte molestado. Muchas gracias
Ana era todo sonrisas con él y Luca se las devolvía de forma afable. ¿Dónde estaban los ceños fruncidos, los labios contraídos?…eso solo me los reservaba para mí.
Toni sale en ese momento del salón. Tiene en los brazos a Urs, que con la cara enrojecida de llorar, parece estar más tranquila y luce una tirita enorme de Micky Mouse.
-Tío…-Toni sonó hasta afectado cuando miró a Luca. Esa simple palabra dejaba entrever todo lo que le había echado de menos
Luca le tiende la mano. Ambos la sostienen con una sonrisa agradable en la cara. Dios, era la única con el ceño fruncido. Tenía los brazos cruzados.
-¿Y esta princesa?
Úrsula le está mirando atentamente, evaluándolo.
-Te he traído un regalo.
Ya la tiene. Maldita sea, lo veo cuando la niña comienza a sonreír ansiosa.
Luca se echa la mano al bolsillo trasero y saca un pequeño peluche, un osito blanco suave. Casi no le da tiempo a dárselo a Úrs antes de que ésta comience a gritar como una loca.
Toni le cede a la niña en brazos.
-¿Qué se dice?-Ana la mira un poco duramente pero sonríe.
-Muchas gracias-Y cuando está en sus brazos le rodea el cuello lo que puede y le da un tierno beso.
-De nada princesa.
Después la posa en el suelo.
-Tengo que ir a comprobar el horno. Vete al salón con Toni
Luca asiente y sigue a su amigo al salón. Supongo que tendrán muchas cosas que decirse.
-Tita, mira lo que me ha regalado, mira mira.-lo levanta todo lo que puede con el brazo hacia mi cara y lo agita con fuerza
-Vaya que es bonito-al menos no sueno atragantada.- ¿qué nombre le vas a poner?
-mmmm…-ella se lo piensa dos segundos antes de gritar-¡blanquito!
No muy original pero bueno, menos es nada.
Sale corriendo hacia el salón como un torbellino.
Voy a la cocina para hacer compañía a Ana, y para esconderme.
-Estás tan tensa que parece que te vas a romper
Suspiro intentando calmarme un poco
-Lo sé, lo siento. No debería de haber venido, no pinto nada aquí
Ana cierra el horno con fuerza y se gira con energía
-¿Estás de broma? Cat eres mi mejor amiga, mi hermana, la persona favorita de mi hija…tu eres la que pintas en este lugar.
-Yo…estoy nerviosa-le doy un abrazo rápido-Gracias
-Ahora vamos al salón. Tomate una copa de vino y relájate. Él parece amable
Con ellos.
Lo descubrí cuando fuimos al salón. Él no solo era amable, era un jodido caballero. Decía lo que tenía que decir, era agradable, encantador incluso. Solo cuando de vez en cuando cruzábamos miradas sus ojos parecían oscurecerse de rabia.
-…y bueno, después de perderla y buscarla por todo el hotel aparece la gerente con cara de pocos amigos, llevando el carro. Nos fulminó con la mirada, al parecer Úrsula se había pasado como media hora en el ascensor subiendo y bajando sola dentro del carrito…-He oído esa historia miles de veces, y cuando llegaba este momento siempre me reía, ahora solo puedo quedarme callada. No estoy de humor. Toni sí que se ríe con ganas y Luca lo acompaña. Tiene una risa algo ronca, atrayente, casi nunca le había visto reír conmigo.
-Anda, no os carcajeéis tanto, en verdad lo pasamos fatal. Mi pobre hija por ahí abandonada por sus padres.
-Olvidada. Salimos del ascensor tan tranquilos.
Ahí Ana se ríe un poco mientras sus mejillas se cubrían de rojo.
-Bueno creo que es momento de ir a cenar, que el pollo tiene que estar ya.
Me pongo en pie para ir a ayudarla, pero antes, necesito lavar las manos.
-¿El baño?-Luca pregunta a mi espalda.
Me tensiono porque sé que Ana sabe que yo siempre subo a lavar las manos.
-Oh sí, claro. Cat llévale anda.
Joder, parezco la criada entre abrirle la puerta y guiarle. Salgo con rabia del salón, no porque tenga que hacerlo, sino porque es él. No quiero quedarme a solas, no quiero que me vuelva loca con órdenes y enfados. No me giro a mirar si me sigue. Sé que lo hace, como sé que mantendrá esa sonrisa hasta que salga del salón y se quede a solas conmigo.
Avanzo por el pasillo y comienzo a subir las escaleras de madera que hay al fondo. Le noto justo detrás, tanto que llevo la espalda algo inclinada hacia delante, como si mi cuerpo supiese que el peligro está a un paso y me mandase correr, rápido, lejos. Demasiado cerca, o quizás solo es mi imaginación. Quiero volverme y mirarle y comprobar si todo es una paranoia, pero eso le mostraría asustada que estoy, y tiene el suficiente poder sobre mí como para ponerle las cosas aún más fáciles.
Al llegar arriba no me da tiempo a pisar el último escalón antes de que me agarre de la muñeca. Me medio empuja a la primera habitación que encuentra. Es la de Urs, rosa. Tiene el cuarto lleno de rosa.
Luca no se fija en el cuarto, centra su mirada oscura de rabia, clavándola en mí. No sé qué ha hecho con su encanto.
-¿qué haces?-intento sonar tranquila, pero noto el bombeo del corazón resonándome en los oídos
Él se me acerca amenazante y retrocedo. No lo puedo evitar. Retrocedo hasta que me quedo contra la pared del fondo.
-Te di una orden, solo una orden-susurra amenazadoramente mientras levantaba la mano y el dedo índice
Frunzo el ceño confusa. De pronto me agarra del pelo. No me hace daño, pero es primitivo y amenazador.
-No sé de qué me hablas-Mi voz suena dos cuartas elevada por la habitual pero no tiembla y consigo enorgullecerme de ello
Llegados a este punto sí creo que puede maltratarme físicamente.
-¿Me vacilas?-nos miramos a los ojos. De verdad que no sé qué ocurre y eso parece cabrearlo más-Vas a tener que bajar de ese mundo de yupi.
-¿Qué mundo?-intento alejarme con rabia. No tiene derecho a tratarme así- Suéltame
Me mira y sigue teniendo una mueca enfurecida
-Dios, ¿qué quieres?-pongo ambas manos sobre su pecho intentando alejarle
-Quiero que pongas tus cinco sentidos sobre mí, Cat. Tienes que aprender, para complacerme.
Suena dominante, oscuro, asfixiante, intimidador. Esto no está bien
-¿Y qué he hecho tan mal para que me trates así?
Se me han llenado los ojos de lágrimas. No porque me esté haciendo daño, sino porque el Luca que había conquistado solo hace unos minutos el salón y mis amigos había sido el Luca que conocí. Luego se había transformado en esto, solo a mis ojos, a mi trato. Como si estuviera haciendo una jodida marca personal en mi nombre.
-Muchas cosas
Se aparta de mí al verme tan vulnerable. Me da la espalda.
-Te dije que estuvieras atenta al teléfono
Se me congela el cuerpo al pensar en mi móvil. Está en casa. Sobre el sofá seguramente. Apagado
-Yo nunca estoy atenta del móvil.-intento defenderme así, mientras hablo a su espalda y me yergo
Sus manos se cierran en puños rabiosos
-¿Crees que me importa lo que sueles hacer?-susurra. Suena más tranquilo de lo que está
-No puedo cambiar así porque…
Se gira
-oh, pero gatita, cambiarás. Cambiarás por las buenas por tu bien, y por los de esta casa y si ni siquiera así te dignas a bajar los humos, cambiarás por las malas por mi mano. Pero es lo que te toca.
-no se te ocurra amenazarme
Él da un paso para hacia mí y al verme recobrada vuelve a garrarme en la posición de antes. Esta vez no me corto y le pego con los puños cerrados, o al menos lo intento. Luca se apaña para darme media vuelta y dejar arrinconados mis brazos contra la pared, con el peso de mi propio cuerpo encerrado por el suyo.
-¿Tengo que recordarte quién es el dueño aquí, quién es que está haciendo el favor a quién, cuál es el trato?
-No tienes que recordarme nada, el trato era sexo, no posesión. –le reprocho mientras intento regatear para salir del encierro
-Para mí no hay diferencia, y por tanto para ti, y para tu desgracia, tampoco.
-Pero sí que la hay. A grandes niveles. Puedes creerte el rey del mambo porque ahora has conseguido que me abra de piernas, pero de ahí hay un gran paso a que tenga que hacer todo lo que quieras, y te puedo asegurar que no voy a retroceder ni un centímetro en ello.
Ha agarrado mi nuca y aplasta mi cara con fuerza contra la pared. Intento escapar de eso, pero es más humillante aún ver que no consigo mejorar mi situación de ninguna manera.
-No es que vayas a retroceder gatita, voy a llevarte más allá del límite hasta que te rompas. Hasta que supliques sin saber por lo que suplicas, sí que pare o que no me detenga nunca. Y me detendré cuando más quieras que no pare, y seguiré cuando no quieras que siga.
-Loco de mierda.
Un azote en palma contra mi nalga derecha me hace chillar más de lo que debería. Después su mano investiga en la zona delantera, justo en mi entrepierna, sobre mi ropa. Aprieta en el lugar adecuado. Es humillante
-A partir de ahora y lo primero no más insultos, una cosa es ser una puta y otra es tener un vocabulario limitado.
-¡Para!
Me revelo, no puede hacerme esto, no ahora, no aquí, no después de lo que me ha dicho
-Suéltame, hijo de…-ahoga mi insulto colocando la mano que descansaba en mi nuca cubriendo mi boca. No me callo con eso, pero tampoco se me entiende. Como castigo me azota de nuevo con más fuerza. Yo gruño más fuerte.
Estoy sacudiéndome, apartándome de todas las formas posibles de él, pero no hay respiro para mí, ni piedad.
-Cierra la boca zorrita-gruñe sobre mi oído
Le muerdo lo que puedo la palma de la mano con saña. No se lo voy a poner fácil. Con rabia tira del pelo.
-Esa manera altiva que tienes de comportarte… No sabes el tiempo que he estado esperando para bajarte los humos. –otro azote con fuerza y me contraigo contra la pared-Pero ahora toca que seas una gatita sumisa, ¿verdad?
Gimo de dolor cuando con fuerza recibo otro azote. Tiene que picarle la mano porque me duele el culo mucho.
-Voy a follarte tan fuerte que vas a llorar. –suena brusco y rabiado-¿Estás mojada? pequeña perra
Niego como puedo con la cabeza, aunque tampoco consigo moverla mucho ya que me la sostiene con firmeza. Tengo los ojos cerrados y lágrimas en las mejillas. Veo como mueve su mano libre hacia el borde superior de mis pantalones. Intento apartarme, porque acabo de mentir.
Para mi humillación, consigue introducir la mano dentro de mis pantalones y sé que estoy mojada, y no puede haber nada peor que este hecho, ni puedo hacer nada para que no lo note. Creí que se mofaría de ello, pero solo se limita a inspeccionar la zona sin hacer una intrusión, acariciando por encima y esparciendo mi humedad.
-Empapada
Tengo la sensación de que no solo esperaba, sabía que sería así, y aunque mi mente se revele no controlo a mi cuerpo, no con él. Me domina, somete y controla mi organismo mejor que yo y eso hace chillar a mi mente y pone en fuego a la unión de mis piernas. Me siento tan asqueada conmigo misma… La rabia se acumula en mis ojos en lágrimas.
Me está destruyendo
-Quiero que llores-introduce un dedo en mi con fuerza-que me supliques por lo que quieres. –un segundo y gimo con fuerza porque hace mucho tiempo, incluso de darme placer a mí misma.-Voy a llenarte entera de mí, vas a tragar más leche que cualquier otra gatita. Por todos los agujeros viciosos que tienes.
Sus dedos siguen moviéndose a un ritmo pausado pero continuo y me cabreo cuando me doy cuenta que mis caderas comienzan a bailar al mismo son. Me muerdo la lengua, queriendo bajar los pies a la tierra. Intento apartarme con rabia, por atreverse a hablarme así.
-Patalea putita, si hay algo que me guste más que esto es que luches contra ello. Así la caída será más dura. Vamos, pelea, lucha…-me lame la mejilla que tengo al descubierto como un perturbado después de susurrarme todo eso-¿O vas a rendirte ya?
Le contesto que nunca pero no creo que lo entienda, ni yo comienzo a entenderme. Estoy moviéndome al compás que introduce sus dedos en mí de nuevo. Como si fuese mi amante experto sabe tocar en los puntos adecuados, durante el tiempo adecuado y mi mente y pensamiento comienza a nublarse.
-Quiero respeto por tu parte-por un momento cesa el movimiento y deja que sean mis caderas las que marquen el ritmo-Nada de insultos ni de malas contestaciones. Vas a ser una putita viciosa, pidiéndome la polla todo el rato, suplicando por ella-y tomando ese momento acaricia con la yema del pulgar el nudo de nervios. Mi mente grita enfurecida por sus palabras, mi cuerpo grita por el placer, ambos gritos se funden en mi boca en un gemido indignado.
Aparta con suavidad por fin la mano de mi boca y me agarra el pelo para inclinar mi cabeza hacia su pecho. Sin previo aviso pone en funcionamiento sus manos con más maestría. Un pequeño grito se escapa de mi boca cuando con fuerza hunde totalmente tres dedos en mí. Estoy muy mojada.
-Yo no voy a ser el que encubra tus gritos. Se lo suficiente mayor para aguantarte o sino deja que todos en esta casa sepan lo zorra que eres en realidad.
Me muerdo los labios dispuesta a no hacer ningún ruido. El aire pasa con fuerza a través de mis dientes. Me estoy haciendo daño pero da igual.
-Luca…-es una súplica en toda regla. Estoy tan apunto que no importa nada, ahora mismo en mi mente solo están sus dedos moviéndose y mis labios apretándose.
Con fuerza tira de mi pelo alzándome algo. El dolor reprime un poco mis ansias.
-No soy Luca. Para ti soy Señor. Si quieres algo, pídelo apropiadamente
Traslada su mano de mi pelo a la garganta y apoya mi cuerpo sobre el suyo. Mis brazos quedan libres por fin, pero no sé qué hacer con ellos. Su mano baja hacia mis pechos y con fuerza los aprieta a través de la camiseta. Finalmente se cuela por debajo de la ropa y aparta un lado el sujetador. Mi pezón derecho es su primer objetivo. Tira de él con fuerza y la tirantez en mis piernas aumenta. Cada roce, cada pellizco liga directo con mi clítoris. Me retuerzo con ansias. Inclino más mis caderas y llevo mis manos arriba, enlazando mis dedos en la parte de atrás de su cuello.
Una palmada en la mejilla con fuerza retiene de nuevo mi orgasmo. Estoy sudorosa y harta de tanta interrupción. Le miro echando la cabeza hacia atrás con furia.
-¿Quieres algo?-suena totalmente desinteresado. Si no tuviese ese brillo al final de los ojos podría estar viendo la tele. Solo que sus dedos no paran y mi cadera tampoco. Es obsceno y extraño. No me tendría que gustar. Pero lo hace.
Mi falta de respuesta verbal le lleva a cesar el movimiento de sus dedos y eso a mi cuerpo no le parece justo. Se ha quedado a menos de un paso. Gimo disgustada cerrando los ojos, perdiendo el contacto visual.
-¿Qué quieres?- él juega con mi deseo, rozando con suavidad mi clítoris hinchado
-Que termines. –Sueno rota y me siento a punto de estallar.
Noto el calor de él sobre mí, encerrándome. Es demasiado cómodo. El sudor se acumula por la zona de mis pechos y en la cabeza
Con fuerza vuelve a empujarme contra la pared
-¿Qué te acabo de decir? No aprendes- y recibo otro azote. Resquema y llegados a este punto me gusta. Vuelvo a gemir y restriego como un gato en celo mi entrepierna sobre su palma abierta y estática. No es tan bueno como hace un minuto, pero mi cuerpo, que parece haber aplastado todo pensamiento salvo el placer, le parece calmante. Esto está por encima de la humillación y mi dignidad. Su brazo abarca la zona de mi abdomen y tira de mi, alejándome de esa deliciosa fricción
-No -murmuro indignada
-sshhh calma-y mientras susurra eso de nuevo roza mi clítoris. Me sacudo-¿qué es lo que quieres?-lo pregunta con suavidad, pero suena claro en mi cerebro.
Dilo, ahora, ya. Me tiene, ahora mismo me tiene.
-Por favor, Señor-estoy probando, y las palabras se escapan de mis labios con una facilidad que nunca hubiese previsto-Por favor
-No me has dicho que quieres-sus manos vuelven a actuar en mí. Me tenso, mucho, estoy solo, a punto de…quiero.
-¡Correrme!-grito desesperada, y no sé si se oye en toda la casa o no-Por favor-En este momento no recaigo en que estoy suplicando, rogando como si mi vida dependiese de ello, pero es que estoy ardiendo, como un cohete a punto de salir disparado, no puedo mantener más tiempo los pies en el suelo.
-Muy bien putita
Un toque un poco más fuerte que la caricia anterior, un hundimiento de sus dedos en mí y de repente vuelo al cielo. Al menos durante unos segundos eternos, un minuto, o varios. Vuelvo mi cara, dejando que mi mejilla se refresque contra la pared fría. Después simplemente la dejo ahí para esconderme de la realidad.
-No es ningún regalo- Con firmeza saca la mano y recorre la yema de sus dedos mojados de mi deseo sobre mi cara. Intento apartarme, asqueada. Luego se aleja. Tengo el espacio suficiente para apoyar mis palmas sudorosas contra la pared también
Bajo al infierno en caída libre. Sé que no es un regalo, simplemente me ha enseñado por el peor camino quien controla aquí, quien manda, decide y ordena, y quien es la que obedece y calla. Y lo peor de todo, me ha enseñado hasta qué punto puedo llegar y lo bien que puede volver mi cuerpo contra mí.
Estoy humillada y ahora mismo vencida.
-¿Tita?-una dudosa voz interrumpe en ese momento. Con rapidez me paso una mano por la cara borrando el dolor y salgo de detrás de Luca. Estoy sudada, agotada, triste, pero me las arreglo para disimular mientras miro a Úrsula.
No sé si alegrarme de que no nos halla interrumpido antes, para no manchar su inocencia, o jurar porque no llegase antes y haber parado toda la mierda que él ha volcado sobre mí en diez minutos, quince. Los que fuesen.