Todo lo que nunca hice bien 18

Los amigos son culpa y solución

La tensión rompe el aire de forma tan aguda que podría escucharla si cerrase los ojos y me dejase llevar, pero la situación me dice que no es momento de evadirme.

-¿Qué quieres pedir Toni?

Estoy sorprendida de lo relajado que Luca suena a mi lado. Si pretende hacerse el sueco, taponar toda la situación y tener una comida tranquila, entonces es que está muy equivocado y no conoce en absoluto a Ana. La observo al frente, el movimiento dilatado de los orificios de su nariz, los ojos entrecerrados, dañinos, clavados en él, los dedos de sus manos entrecruzados de forma dolorosa... No sé si intenta tranquilizarse o solo está decidiendo por dónde empezar.

De pronto se levanta de un movimiento enérgico con el que arrastra silla y empuja nuestra mesa contra nosotros.

-Cat, nos vamos-está convencida, concienciada y hace lo mejor ahora mismo.

Ha sido más lista que yo, o ha conseguido reaccionar más rápido. Me pongo en pie tomando el abrigo del respaldo, pero mi camino está interrumpido por unas piernas largas. Levanto la cara valiente, segura entre tanta gente. Protegida.

-Déjame pasar.

Bajo mi mirada para encontrarlo observando la carta con un ensimismamiento mayor del que puede estar sintiendo. Cuando escucha mi petición, no, mi petición no, cuando escucha mi orden levanta los ojos con parsimonia, sin perder la oportunidad de recorrer con lentitud mi jersey gris, hasta llegar a mi cara donde me alza la ceja y sonríe más perversamente. Ana ha salido de su hueco tomando la posición a su espalda y frente a mí.

-Ana, me gustaría hablar de esto con tranquilidad. Somos adultos, seguro que podemos entendernos- Se dirige a mi amiga pero me mira a mí. Si estuviese escuchando solo su voz me parecería razonable, pero la expresión de su rostro habla mucho más allá.

Me intenta fijar en el lugar, me observa como si fuese una niña pillada con la galleta prohibida en la mano. Me gustaría dejarla de nuevo en el bote, pero ha sido él quien no ha dejado de ofrecérmela.

-Que me dejes pasar-repito

No se mueve pero tampoco añade nada más. El peso de la conversación se ha volcado sobre la decisión de Ana que mira hacia nosotros de forma interrogante.

-No es el momento Luca.-y con esas se marcha hacia la salida del local con pasos duros y decididos.

Suelto el aire que estaba sosteniendo cuando él encoge las piernas para dejarme pasar. No le ha gustado el resultado pero intenta mantener una expresión neutra en el rostro y trasladar la furia hacia sus manos donde sus dedos agarran la carta con rabia.

Me acerco a Urs para darle un beso que me devuelve sonoramente y me voy de allí sin decir nada más.

Ana está justo afuera, danzando de un lado a otro de la entrada del local. Parece un animal salvaje encerrado.

-No sé qué me parece peor-dice al verme-que se siente con esa cara después de lo que está pasando encima a mis espaldas o que el imbécil de mi marido se haya presentado a la única quedada que tengo contigo después de meses. Dios mío, no se puede ni tener una comida. No me parece ni medio normal-aunque ha comenzado cuando me ha visto su discurso se vuelve un murmullo, un debate interno con el que se calienta a sí misma.

Intento detener su paseo alocado tomándola del brazo. Generalmente nuestros papeles son inversos y soy yo la que pierde los nervios.

-Vamos a mi casa anda. Al menos ahí ninguno de los dos tiene llaves, así que es imposible que nos sigan.

Intenta calmarse tomando un par de respiraciones seguidas y después toma entre sus manos mi cara.

-Lo siento-y se lanza a abrazarme como si fuese su hija y yo su juguete preferido.-Muchas gracias por lo que has sacrificado estos días, pero no más Cat

A través del cristal, mientras Ana me envuelve, veo a ambos mirándonos. Toni tiene cara de cachorro apaleado. Sabe que la ha cagado y le viene bien el escarmiento que Ana le dará los siguientes días. Luca solo nos observa, parece un ordenador procesando lo que ocurre a su alrededor pero sin reaccionar a ello, aparentemente. Me gustaría levantarle el dedo medio, pero basta de chiquilladas.

Cuando nos separamos, veo el viaje que han tenido un par de lágrimas sobre sus mejillas y se las limpio con suavidad.

-Ana, por favor, no es tu culpa. Solo...no sé qué hacer con esta situación. Y no me refiero a lo del contrato ni esa mierda, es lo que siento aquí-me coloco la mano sobre el pecho-me confunde.

-Está bien. Vámonos anda, estoy viendo al idiota de Toni a través del cristal y me estoy poniendo mala.

Da un giro sobre sus pies, resbalando sus zapatos sobe la punta y alzando sus tacones. Me arrastra de un tirón en dirección a mi casa.

El viaje es más silencioso de lo que había previsto, pero parece que Ana está perdida en sus conclusiones y yo intento mantener la mente en blanco, dejando que la vida de los madrileños entre en mí mientras lanzo la mía lo más lejos posible. Como si ahora fuese una jugadora de beisbol que batea ciegamente cada vez que la pelota se acerca. Quiero esa pelota lo más lejos posible de mí. Es una actitud infantil, debería de mirar lo que hago con mi vida en vez de esconderme.

Cuando llegamos a mi portal abro con maestría la pesada puerta un poco anticuada y subimos.

-¿Quieres una copa de vino?

Se lo pregunto más por cortesía que por otra cosa, Ana no bebe nunca, no le da más el alcohol, pero así no me siento tan mal cuando me sirvo la mía.

-Si

Vaya, me sorprende. No le digo nada, solo cierro la puerta al dejarla pasar y acciono el pestillo. Me quito el abrigo mientras voy directa a la cocina a coger dos copas.

Ella me sigue y cuando se la tiendo más llena de lo normal, la toma con rapidez llevándosela a la boca y bebiendo un buen trago. La imito. El vino se desliza por mi cuerpo calmando un poco mis nervios.

-Tengo algo de comida por ahí.- abro la nevera buscando

-¿No tienes helado?

Me giro a mirarla interrogante ¿Vino y helado? Que rara es esta mujer.

-Tener tengo-le respondo dudosa

-Pues sácalo.

Me encojo de hombros para rebuscar en el congelador. Encuentro los cornettos y cuando los saco la cara de Ana es de horror, después comienza a reírse con ganas.

-¿Qué pasa?-le pregunto confusa intercambiando la vista entre los helados y su cara.

-No sé ni cómo me he atrevido a intentarlo-dice entre risas

-¿El qué?-una sonrisa tira de mis labios al verla tan feliz

-No eres de esas que se envuelven en una manta, toman helado como si no existiese el mañana y ve una peli romántica

Analizo sus palabras.

-En realidad sí que lo soy, cambiando helado por vino y lo de romántica por cualquiera en la que salga Brat Pitt-después de corregirla miro hacia los cornettos en mi mano-Entonces, ¿no te apetece este tipo de helado? Si quieres te doy una cuchara y te las ingenias.

-Que graciosa, dame uno anda

Rompo el cartón. Deben de llevar meses en el congelador. Saco uno de ellos.

-Entonces ¿esto es lo que hacías con Clara cuando teníais noche de chicas?-tomo otro para mí, cierro el cartón como puedo y los guardo de nuevo.

-Si hubieses venido no tendría que contestarte-murmura digna desenvolviéndolo.

¿Para qué? ¿Para escuchar su eterno amor por Luca y su no correspondencia? ¿Su corazón roto y dolido? ¿Sus insultos? ¿Su mirada rencorosa por qué con todo Luca siempre tuvo algo especial conmigo? ¡Algo especial que yo nunca había pedido!

-Tenía mejores cosas que hacer-contesto simplemente eso, porque el pasado pasado está.

Ana toma otro trago antes de dar una lamida al helado. Su cara no se vuelve desagradable lo que me dice que la mezcla como mínimo es pasable.

-¿Cómo follar con Luca?

Me atraganto con mi propia salida.

-¿Perdón?-nunca había contado mi pérdida de virginidad a nadie, ni siquiera a Ana.

Mi amiga me mira un poco confusa.

-En la fiesta aquella a la que no pude ir… Snoopie os vio y lo difundió.-mi cara se contrae un poco, perra mala.- Pensé que lo sabías.-se vuelve con ambas manos ocupadas, una con el helado y otra con el vino, mientras va hacia el salón para sentarse en el sofá. La sigo-No te voy a mentir y decir que no me dolió que no me lo contases-confiesa dejando la copa contra la mesa-pero se lo reservada que eres.

-No tenías que haberme dejado sola-recrimino

Se sienta y comienza a quitarse los tacones.

-Habría sucedido antes o después.-parece una sentencia, al menos así suena a mis oídos- No sabes cómo se puso Clara en un principio -se ríe mientras recuerda otros tiempos.

-Todo muy divertido-le suelto lanzándole la manta algo molesta

Me mira y su cara decae.

-Perdona, no debería estar hablando de esto. Sé que no te gusta habar de tus problemas Cat, por eso me alarme esta mañana cuando me dijiste que necesitabas quedar-da un pequeño mordisco al helado.-Sabía que iba a ser algo con él. Siempre lo es. Solo explotas cuando está a tu alrededor. Pasaba antes y sigue pasando ahora.

-Espero que Toni nunca te haga lo que Luca me está haciendo

-No pronuncies a Toni. Me entra unas ganas de matarlo... -por unos segundos se pierde en su mente, dentro de su propio problema, pero no tarda en volver a mí. -Vosotros dos...-niega con la cabeza y sonríe barajando seguramente alguna broma interna dentro de su imaginación.

Supongo que no se percata de la gravedad del problema.

También me quito los zapatos y me acerco al sofá, sentándome con las piernas dobladas, tobillo con tobillo.

-¿Qué te estás planteando?-me pregunta de pronto

Ese es el problema. No sé ni que plantearme. Tengo un revuelto en la cabeza a manos del cocinero Luca. Me ha frito el cerebro utilizando el ingrediente especial: la lujuria. Vale, basta de metáforas con la cocina. Se nota que tengo hambre

-Todo

-Cat, no puedes dejar que te trate así. Sé que él te gusta…

-No me gusta-la corto, corrigiéndola

El pequeño sonido de su lengua contra el paladar superior me dice que no se ha expresado como ella quería.

-No de gustar...Dios, que te pone cachonda.- suelta de pronto- No me mires así, sé que lo hace. Y si te va el rollo ese de sumisa seguramente...-la pobre lo está pasando mal para explicarse, sobre todo cuando no dejo de corregirla.

-Ana, no me va ese rollo

-Bueno, creo que el punto no es ese ¿verdad? Sexualmente os entendéis. El problema es...todo lo demás.

-No estoy muy cómoda con las cosas que me ha hecho. Las que te dije en el Guidos.

-Anda que tú también decírmelo ahí...-su boca devora otro pequeño trozo de helado y lo mastica con calma contemplando sus pies descalzos-Quiero hacerte una pregunta.

-Dispara-la contesto mientras comienzo a desenvolver mi helado

-¿Con qué no estás cómoda, con lo que sientes cuando te hace esas cosas o con lo que deberías de pensar?

Joder, dispara y estoy muerta.

Me tomo unos segundos para intentar dar la respuesta más clara que me puedo permitir mientras el envoltorio va revelando mi comida. Dejo de manipularlo durante un segundo para mirarla mientras contesto

-No es sólo lo que siento, si no lo que creo que debería sentir ¿Me entiendes?

Ana me analiza con sus ojos rasgados. Se medio lanza a la boca el último trozo. Se nota que tenía hambre, además debe de estar sufriendo después de haber dejado las suculentas pizzas sin tocar.

-¿Quieres decir...qué te afecta más qué no te incomode lo suficiente?

-Exacto-vuelvo al envoltorio

-Joder-toma un trago para aplacar el sabor.-Siempre habéis sido difíciles.

No voy a negar algo que es verdad. El silencio reina unos segundos mientras tomo el primer bocado helado. Está bueno.

-Cat, creo que vuestro problema es...la atracción sexual. Zánjala y sigue adelante. Aprovéchate de que sabe follarte bien.

Nos miramos y entonces pienso que no me está entendiendo en absoluto.

-No puedo desconectar mi cerebro al hacerlo. No solo es lo que le hace a mi cuerpo, si no a mi cabeza, que es aún más importante. Está rompiéndome todos mis esquemas.

Veo como se levanta decidida.

-¿A dónde vas?

-A por más vino, lo vamos a necesitar.

La conversación se aleja y se acerca a Luca y Toni como si fuese el caudal de un río. El nombre de Mateo no ha salido a coalición y estoy orgullosa de a ver conseguido mantenerlo en los labios hasta este momento.

-...entonces la chica me dice que si debo de pagar las cuatro bolsas y claro me eche atrás...-por cómo nos reímos me plateo que estamos algo borrachas. La botella casi acabada también me dice mucho.

Me viene un poco el bajón cuando pienso en la resaca de mañana y lo que me espera en el trabajo, pero me enfoco de nuevo en el ahora. Mañana es mañana.

-Escucha, escucha-Ana está levantada para dar énfasis a su historia-y me dice el tío, podemos llamarla shizuka , solo porque todo el mes anterior se había pasado viendo Doraemon. Y yo en mi mente inocente pensaba que solo era una broma y le seguí el rollo.-su sonrisa de pronto pierde fuerza, poniéndose seria- Cuando lo dijo delante de mis padres me di cuenta de que no había ningún chiste.-rompo a reír imaginándome el panorama de su embarazo, con Toni a su lado comentándole a sus suegros las ventajas que el nombre de shizuka tiene para su nieta.

El teléfono interrumpe nuestras risas. El mío está apagado así que ya sabemos quién está llamando.

-¿Qué hora es?

Busco el reloj del salón, colgado de la pared. Estoy sin gafas y mi visión sufre un poco de pérdida a lo lejos, entrecierro los ojos y atino a ver.

-Las...casi las ocho.-le anuncio

-O joder, mañana Urs tiene clase.-toma el teléfono que ha sonado dos veces más mientras estábamos aquí. No lo había cogido, solo dejaba tres timbrazos y después colgaba.

Eso me daba una muestra de lo cabreada que estaba con Toni y lo ponía en sobre aviso a él.

Esta vez descuelga.

-¿Sí?-pregunta secamente-No.-segundo-Pues ya que lo propones, sí.-mira de nuevo el reloj de su muñeca esta vez, aparentando el papel como si Toni estuviera viéndola-Cinco minutos-cuelga sin esperar respuesta

-A veces me das miedo-le confieso

-Pues no sé porque, ¡si soy un amor!-se lanza sobre mí y me da un abrazo. -Era Toni-ya me lo imaginaba-Se va a pasar a buscarme en cinco minutos.

Los cinco minutos se convierten en dos, lo que me indica que se ha dedicado a dar vueltas alrededor de mi casa con la niña esperando por su mujer. Cuando suena el timbre de la puerta soy yo la que abre y me encuentro con la misma cara de perro abandonado. Urs me mira con expresión repugnante y ganas de casa.

-Lo siento Cat, no sabía...yo...- desvía la mirada más allá de mí, buscando expresarse de alguna manera-lo siento-está arrepentido pero se nota que no tiene muy claro porque pedir perdón. Lo veo confuso.

-Conmigo no hay problema-y así le martirizo un poco más, porque con la que va a estar atado de piernas y manos es con su mujer. Ya puede ir con pasos suaves.

Oigo a Ana a mi espalda tomar el bolso y el abrigo.

-Mami, mami-Urs parece volverse loca en los brazos de su padre.

Ella la coge y le da un abrazo

-¿Me has echado de menos?

-Claro.

La madre abraza fuerte a su hija y se gira hacia mí para resumirme los comentarios de la tarde en una simple frase.

-Aléjate de él todo lo posible Cat.-dos besos, una carantoña a Urs, un adiós con la mano de Toni y los tres se giran hacia el ascensor- No contacto, no penetración-grita de pronto sacudiendo arriba y abajo a la niña mientras ella se ríe.

Joder a veces se pasa. La oigo una vez que se cierran las puertas gritando a ese ritmo alejándose de mi casa. Lo que decía. Está como una cabra.

Miro hacia atrás para encontrarme con las dos copas, la botella terminada y me siento más mareada al estar sola. Me ataca de pronto una de las fases de las borracheras.

La tristeza.

Suelto un buen suspiro. Me doy cuenta que al lado de las dos copas hay un pequeño objeto. El móvil de Ana. Vaya cabeza que tiene…, y bastante morro porque siempre me acusa de que soy una despistada.

La puerta suena y con una sonrisa marca: madre cuando su hijo admite que tiene razón, tomo el móvil y voy hacia ella, imaginándome a Toni en el otro lado, con la cara aun descompuesta pero un poco resquebrajada por el mangoneo al que le está sometiendo mi amiga. Cuando lleguen a casa las cosas explotarán después de acostar a Urs y un buen polvo solucionara los distintos puntos de vista. Son bastante predecibles.

Descorro el cerrojo y abro.

-Es un desastre...-la frase muere en mi labios. Tan pronto como reacciono comienzo a cerrar la puerta, pero él tiene más fuerza, así que la abre más, me aparta y entra.

Es la segunda vez que se cuela sin mi permiso.

-Verás, siento entrar así.-se dirige hacia el sofá directo y no parece para nada arrepentido-pero sino me esperaba otra media hora fuera hasta convencerte y prefiero hacerlo sentado en el sofá que no en el rellano.

No me he movido ni un centímetro del lugar que me ha colocado. Ni tengo pensado hacerlo.

-Luca, lárgate o llamo a la policía.

-Otra cosa-avisa mientras aún en pie se inclina para tomar entre sus manos la botella que descansaba en la mesa. La observa, primero la etiqueta y luego lo que queda de líquido. Después agarra entre sus dedos largos y morenos mi propia copa y echa lo poco que queda-no deberías abrir sin mirar quien hay al otro lado, te puede traer bastantes disgustos.

-¿Acaso no me oyes?-el corazón bombea rápido mi sangre y me aturulla por lo alcoholizada que está

-Por no hablar de la resaca de mañana.

-¡Que te largues de mi casa!-lo grito como nunca mientras recalco mis palabras con un golpe contra mi propia puerta.

Se vuelve a mirarme pero no se mueve, solo toma un pequeño sorbo, experimentando el sabor. Una vez que pasa la prueba se lo bebe de un trago, casi como si lo necesitara. Vamos a acabar todos en alcohólicos anónimos.

-Estoy un poco cabreado gatita y estoy luchando por no perder los nervios, si te tranquilizaras podríamos hablar. He venido con las mejores intenciones, así que si no te importa, toma asiento y dialoguemos.

Me lo dice con suavidad, intentando razonar, como si yo fuese la terca loca y él adulto responsable.

-Pero... ¿tú de que cojones vas?-le suelto de pronto y veo la tensión en su cuerpo claramente cuando mis palabras llenan la estancia. Me acerco a él con pasos de elefante. Le arrebato la copa y la poso de nuevo en su sitio-Lo primero de todo, esta no es tu casa, ni tu vino ni tu jodido oxígeno, así que sal de aquí. Y lo segundo, no me vengas diciendo que eres el que está cabreado y que encima vienes con la intención de dialogar. Se da que no quiero ni ahora ni nunca dialogar contigo, yo no negocio con chiflados, así que haznos un favor a ambos, mírate lo que tienes mal en la cabeza y desaparece de mi vida.

-No me gusta tu actitud

Comienzo a reírme de pronto como una histérica delante de su cara.

-Que me da igual ¡Que te largues!

Cuando veo que su brazo se alza para cogerme retrocedo de un salto alejándome y murmuro el lema con el que mi amiga se marchó a su casa

-No contacto, no penetración.

Gracias a Dios Luca no oye, o al menos no entiende lo que suelto entre dientes.

-Es gracioso que quieras echarme. Lo único que hacías antes de que volviera a tu vida era emborracharte y llorar por las esquinas.

-Exactamente lo mismo que hago ahora.

-Al menos ahora lo haces por alguien que no está muerto.

No pierde la oportunidad de clavarme puñaladas cada vez que puede, principalmente con ese tema. Es una espina clavada en nuestros corazones por distintas razones y con distinto dolor, pero ahí vive y crece cada vez más.

-Eres cruel, mala gente, dañino y estás enfermo. No eres bien recibido aquí nunca más, no quiero volver a verte en mi vida. Te aconsejo que te busques a otra a quien acosar.

-Ahora es cuando te saco la ropa y me dices que te folle más rápido.

Pretende humillarme con eso y no voy a quedarme atrás, sobre todo después de lo alzada que me ha dejado Ana.

-Sí bueno, hay que utilizar de lo único que haces bien y ya que me puedo aprovechar...Tu madre lo tenía mucho más difícil, no creo que pudiera quemar el tiempo contigo follando, supongo que por eso te echó de casa.

Y esa es mi forma de demostrarle que si cree que soy la única que tiene puntos débiles está muy equivocado.

Se ha quedado estático, como si le hubiese bajado todas las defensas de un simple golpe ¿Qué pasa cuando a alguien le quitas sus armas de una vez?

Lucha con los puños.

Me agarra antes de que vea sus intenciones y me lanza contra el sofá tan fuerte que éste se desplaza unos buenos centímetros. El impacto es tan fuerte que me aúpa de nuevo y aprovecho esa energía intentando ponerme en pie, pero Luca ya está sobre mí.

Me retuerzo debajo de él peleando sucio. Muerdo, pego patadas y araño. Tiro de su pelo, doy puñetazos a su espalda y empujo. En cuestión de tiempo sujeta mis muñecas y estira mis brazos todo lo posible, apoyándolos contra el posa brazos, lo que me obliga a tensionar la espalda ya que sino con el propio peso a un lado, y la sujeción por el otro extremo, rompería mi radio o cúbico. Esa tensión que me obliga a hacer que mis piernas dejen de atacar para ayudar en el apoyo.

-¿Está cómoda?-todavía se atreve a vacilarme

Arriesgo quitando el aguante de una de mis piernas y hundo mi rodilla en su entrepierna.

-¿Y tú?

-Quizás Mateo no te sujetaba así. Espera, déjame arreglarlo un poco.-Agarra un puñado de mi pelo y nos levanta a ambos.

Tengo que seguir sus movimientos porque aunque suelta una de muñecas, la otra la alza lo suficiente para retorcerla. Luego se sienta en el sofá al borde y me obliga a arrodillarme delante de él. Me duele lo suficiente para, aunque no quiera, unas lágrimas se acumulen en mis ojos.

-¿Así si? No creo que estando enfermo pudiese permitirse mucho más.

Le doy una bofetada con la mano libre en la cara. Se ríe.

-¿Estás orgulloso de dominar con tu fuerza?-le acuso

-Si fuese así solo no, pero ambos sabemos que estoy aquí también- dice soltando mi otra muñeca y señalando mi cabeza, a la altura del cerebro.

-Solo está Mateo ahí

Se lo digo para hacer daño

-Qué pena que solo esté yo aquí.

Por unos minutos el tiempo corre sin decirnos nada. No hay nada que decir. Que se vaya de mi casa, eso es lo único que quiero.

-Siempre he tenido deseos de follarte y de disciplinarte, pero nunca de darte una paliza, hasta hoy. Te aconsejo que no vuelvas a meter a mi madre en la conversación.

-¿Es un tema espinoso tu mamaíta?

Y con esas me gano mi propia bofetada. No ha sido suave, nada de advertencia o una palmadita, me ha girado la cara de un golpe.

-No nos estamos entendiendo.-suelta justo después

-No, es verdad. –Me reafirmo-Te he dicho que te largues de mi casa.

De pronto sus manos sueltan el agarre de mi pelo y caigo hacia atrás. Se levanta de un salto, alejándose, buscando poner distancia entre nosotros.

-Para.-ordena- Vine a hablar no a pegarnos

-Pues me acabas de abofetear.-le acuso sentada en el suelo.

-Pensé que podríamos llegar a otra clase de acuerdo

Vuelve hacia mí, cerniéndose de una manera bastante exagerada al estar yo sobre el suelo y él en pie. Se inclina acercándose.

-Tú escuchas cuando…

-Cállate.-su voz se vuelve baja y ronca, recordándome el plano más sexual de nuestra relación. Bueno que coño, recordándome lo único que hay en nuestra relación. Retrocedo de culo alejándome de él.

-¿Oh qué? ¿Vas a coger el cinturón?, ¿a llamar a tu amigo Dani para que me toque?, ¿a follarme el culo sin mi consentimiento? Oh, espera. Eso ya ha pasado ¿O te apetece ahora más que te la chupe hasta ahogarme?

-Después de tu charlita con Ana te veo muy subidita.

-Tú como ya naciste así no necesitas hablar con nadie.

Suspira y se lleva las manos a la ropa. Cuando comienza a quitársela

-¿Qué haces?-le pregunto alarmada

Me ignora

-¿Qué qué haces?-alzo la voz más

-No me vas a creer pero vine a tu casa con las mejores intenciones.-se queda en calzoncillos delante de mí y se acerca

-No, Luca para-comienzo a ponerme en pie a la vez que retrocedo hasta que quedo contra la pared. Se pone a mi lado en toda su estatura, después de mirarme desde arriba unos segundos, solo para hacerme sentir pequeña, se acuclilla junto a mí.-No quiero follar, no lo voy a hacer.

Cierro los ojos para no verlo a mi lado. Si no veo no hay tentación. Noto su mano caliente tomando el lateral de mi cuello más alejado de su cuerpo. Agarro su antebrazo con los dedos de una mano. Presiona suavemente para inclinarme hacia él.

-Sé que todo lo que está pasando tiene gran parte culpa mía.-su rostro se hunde en el hueco de mi cuello y murmura a mi oreja como si fuese un secreto.- No puedo pedirte perdón por las cosas malas que te he hecho.-mantengo mis ojos fuertemente cerrados- Soy consciente de cómo soy y no me arrepiento en absoluto. Siento que hago justicia cada vez que me suplicas que te folle más fuerte o más rápido, cuando me pides que pare pero no paro o esos momentos en los que estás totalmente a mi merced ¿Sabes lo que es tener a la persona que te ha hecho tanto daño totalmente domina? ¿Qué sea tuya? ¿Qué puedas hacerle lo que quieras?-durante unos segundos se calla y solo es mi respiración pesada la que interrumpe el silencio- Me gusta cuando eres mía.-ahí la confesión- El problema es que me gusta mucho más cuando quieres serlo-abro los ojos para mirarle, porque ahí sí que me ha sorprendido, pero está escondido contra mí, solo tengo al frente el sofá desplazado y su propia ropa en el suelo- He esperado por ti durante años, desde que te conozco.

-Hablas como si hubiese sido yo la que te traicionó

-Al final si

Intento desengancharme de su cercanía, pero no hay manera

-¿Y qué hay del principio?, ¿eso no cuenta? ¿Las chicas que te follaste mientras supuestamente estábamos juntos no son importantes? Yo al menos tuve la decencia de salir con alguien cuando habíamos terminado.

-Podemos seguir hablando del pasado para echarnos cosas en cara siempre o podemos intentar entendernos y transformar todo esto en una relación.

Me quedo estupefacta.

-¿Ahora quieres una relación? –le pregunto burlándome, quitando todo el peso que esas palabras tienen en mi pecho-Yo no soy la que está viviendo en el pasado Luca. No soy la que está castigando a nadie, ni la que está haciendo daño aposta. Reordena tus jodidos pensamientos y luego quizás pueda mantener una conversación más seria contigo.

Su mano agarra mi cabello y gira mi cara, el sale del hueco en el que descansaba y nos miramos directamente, con todas las cartas boca arriba.

-Puede que mis pensamientos estén jodidos pero ¿y los tuyos? Es malo que tu cabeza vaya en distinta sintonía que tu cuerpo. Sabes de lo que hablo, sé que es por lo que estás pasando. Te gustaría sentirte más disgustada conmigo, ¿verdad?-intento apartar mis ojos de él pero un tirón me obliga a alzarlos de nuevo- que te diese asco, y sin embargo solo tengo que decirte cuatro palabras correctas para mojarte, para que te arrodilles y me comas la polla o te folle sin control. Es una putada todo el poder que tengo sobre ti, y lo que es aún peor, es que lo sepa. Pero hay cosas aún más bajas gatita, cosas como que tu cerebro comience a ir en dos pensamientos distintos.

-¿Cuál es tu guerra?

Suelta el aire de una sentada, rápido, contra mi cara

-Mi guerra…mi cuerpo está de acuerdo con las dos partes. Ambas quieren arrancarte la ropa y follarte hasta mañana. Pero hay muchas formas de hacerlo, ahí es donde discuten.

-¿No sabes decidirte entre de pie y tumbado?-me burlo

-No sé si follarte violentamente o hacer el amor.