Todo lo que nunca hice bien 14

Los amigos de tus enemigos son tus enemigos

Conocí a Luca a mis dieciocho años. Tenía la misma mirada penetrante, intimidatoria, lo que explicaba la manera solitaria en la que se sentaba en uno de los sillones: con una copa en la mano y una actitud de me importa un carajo. Siempre había alguna mujer a su lado, arrodillada y dispuesta a todo. Su fama de cruel y tremendamente satisfactorio hacía que las pequeñas perras se arrastrasen hasta él de forma babeante. De aquella yo era un don nadie que intentaba ser mayor de lo que mi aspecto podía ofrecer, quizás por eso una de las primeras noches, después de observar en las anteriores las formas y actos del famoso Señor S me atreví a acercarme a él.

No hice ningún comentario, solo me senté en el sillón que siempre estaba vacío a su lado y miré a la pequeña sumisa que esa noche descansaba entre sus piernas. Durante unos minutos él me ignoró completamente, simplemente tomó tragos cortos de una forma bastante habitual. La mujer me observaba lo más disimuladamente, desde debajo de unas pestañas postizas, evalúandome más como lo que podía ofrecerle que lo que era. Tenía los ojos marrones, ávaros y una boca que sería más guapa sin el botox que aumentaba grotescamente los labios, haciéndolos llenos pero artificiales. Era morena, con el pelo algo rizado y largo. Pequeña y con una constitución normal. No era un sex simbol por toda la mierda que llevaba encima. Nunca me han gustado las mujeres que no se mostrasen naturales, pero eso son gustos personales. Traía una falda negra de cuero que enseñaba unas piernas de piel clara. Mientras observaba su piel desnuda no podía evitar imaginar el rojo que se le pondría con un par de azotes.

Me senté tranquilo, seguro de cuales iban a ser mis pasos.

-Chaval, ¿quieres algo?

Una voz ronca y dura rompió el rojo que estaba ilusionando a mi polla.  Sonreí pensando en como podía poner a prueba a un hombre que parecía que tenía toda su vida hilada.

-Me gusta tu chica-le había dicho finalmente. No era verdad, mi sexo se revolucionaba con las ideas que a mi cerebro se le ocurrían. La de cosas que podía hacerle a ese cuerpo, a ese y a todos los que había en el resto de la sala.

Se giró a observarme, como si se hubiese planteado que fuese en serio. Le sonreí chistosamente. Por unos segundos recuerdo tener esos ojos fríos sobre los míos. Me mantuve, no queriendo ganar nada, salvo quizás un poco de respeto. La mujer se movió incómoda, lo que llamó su atención. Dejó mi cara para mirar hacia abajo, entre sus piernas, como si no se acordase de ella. La evaluó como si fuera la primera vez que la veía y una mueca de disgusto se extiendió por su cara.

-Pues tómala-lo dijo con obviedad, mientras dejaba a la muchacha a mi propia suerte.

La mujer se revolvió como una víbora pisoteada y lanzó su veneno como solo las mujeres pueden hacerlo. Su gritito indignado y femenino se extendió entre nosotros. No parecía que le importarse, y a mi menos.

Ella se levantó y se marchó en una pequeña retaíla de insultos, que con el tiempo descubrí que a Luca le ponía de los nervios, y algo sobre una promesa incumplida. No me importaba. No la escuchaba.No la miraba. Esa noche no buscaba meter mi polla en ningún agujero. Estaba solo en esa ciudad, solo desde hace años. Nunca me había atraído un hombre antes y estaba intentando calmar mi curiosidad. No me mires con esa cara, no es que quisiese follarlo. Solo... sentía una conexión con él, como si pudiesemos entendernos, o mejor dicho, como si pudiese entenderme más que cualquier otro mamón que se pasease por aquel mundo.

-Me estás poniendo nervioso-me lo dijo con la mirada perdida al frente, sacándome de mis pensamientos. Me había quedado embobado mirandolo fijamente.

No lo parecía, sonaba tranquilo mientras se llevaba de nuevo el vaso a la boca y tomaba el poco líquido que quedaba, deslizándose sobre las dos piedras de hielo.

-Soy Dani-me presenté finalmente-y quiero que me enseñes.

No se perturbó, sólo una ceja en alto podía marcar de alguna manera lo sorprendido que le habían podido dejar mis palabras.

-¿Qué te enseñe a qué?

-A esto- y señalé el local extendiendo las manos

No se puede decir que ese club fué mi casa, pero de aquella quería sentir que pertenecía a algún sitio por primera vez en mi vida. Había visto como pasaban los años, me hacía mayor y no había encontrado mi lugar. Era yo quien quería dejar algo de mi allí.

Había un ambiente relajado en todo el local, pero pricipalmente el clima en esa primera gran sala, donde las personas solían tomar alguna copa y se conocían, era calmado y amistoso. Era un club privado pequeño, pero lo suficientemente tansitado para que te topases con gente desconocida cada vez que decidieses pasarte. Un poco lujoso, más bien como un bar de pijos. Eso no era lo que me interesaba. Toda la vida había sido un asesino de la elegancia. Mi armario era pequeño y contaba con las menos cosas posibles.

Tuve la época de renegaba de lo terrenal. No importa.

Si tomabas el pasillo a la siguente fase las cosas ya cambiaban algo. El dueño no había tenido una gran imaginación, pero era eficiente. Muchas de las habitaciones que te encontrabas a a cada lado del pasillo estaban llenas de cristales para que los curiosos pudiesen observar. Otras, las que con el tiempo utilicé más, eran privadas y contaban con todo tipo de lujos, siempre que tu cartera luciera una tarjeta.

Espera, no me interrumpas.

Eso es otra historia. No pretendo aburrirte, y defiendo la idea de que lo que ocurre dentro del club se queda ahí, así que si un día quieres conocer mas de Luca o de mi puedes simplemente ir e invertigar un poco. No te será difícil. Eramos bastante populares.

Luca me enseñó detro y fuera del local una parte de mi mismo que yo solo no hubiese podido manejar. Con el tiempo no solo se convirtió en mi amigo, era mi hermano, mi compañero, mi jodida alma gemela en hombre. Y a la vez, me fue regalando retales de su vida. Empezó contándome pequeñas cosas, como dónde había nacido, en qué trabajaba, sus proyectos. Luego pasó a partes más importantes. Su padre, su madre y por último...tú.

-¿Yo?

Sí, tú. Has sido su musa toda la vida. Lo cuál es bastante extraño. Su cabeza tiene una relación muy distinta contigo a la que tiene su cuerpo. Supongo que tu también la sientes así. Yo ya había notado algo extraño en Luca antes de que me dijese nada de ti. Cosas como que se negaba a tener una relación seria con ninguna mujer. Cosas como que nunca tomaba mujeres rubias, altas o fuera de los típicos cánones que, claramente, puedes ver en el espejo cada vez que te miras.

Espera, sé que ha sonado perturbador. Creo que él estaba loco contigo, como si no pudiese sacarte de su cabeza, torturándose, y a la vez no quisiese hacerlo. Se intentaba convencer, aún lo hace, de que no le importas una mierda, pero cada vez que se pone a prueba en ese sentido, sus actos hablan más que sus palabras.

Llevo años oyendo sobre ti. No solo tus tetas, tu culo, tu cara...hablaba de tu personalidad. No con mucha profundidad nunca de nada, siempre has sido un tema muy delicado para él.

-No me estás diciendo mucho nuevo

No soy el indicado para decírtelo. Ambos sabemos que Luca no es una buena persona, yo tampoco. Dudo que lo sean muchos de los que están en este local ahora mismo.

-Me suena a disculpa

No es una disculpa. Son distintas maneras de verlo. Creo que ambos tenemos una moral distinta a la que defiende tan hipócritamente la sociedad, pero las nuestras están por encima de nosotros, de lo que amamos o de lo que pensamos. Una moral que nos permite hacer ese tipo de cosas a una mujer pero que no nos deja bajo ningún caso llevarla más allá de lo que puede ir. Una moral que permite que le de un orgasmo a la chica de mi mejor amigo pero que no me deja acostarme con ella.

-Estáis locos

Si. O no. Eso no es lo importante. Quiero decir, si tu intención es entender más a Luca, tu única forma es hacerle que reaccione a distintas situaciones que tu misma puedes crear.

-Tengo miedo de lo que puede hacerme

No mientas. Tienes miedo de lo que puedes sentir con lo que te haga

¿Alguna pregunta más Cat?

Me despido ella en la misma esquina de la cafetería donde una hora antes me había citado. Intento hacerlo con la mayor suavidad, sin intimidarla demasiado. Veo que esta intentando entender, de procesar la clase de personas que Luca y yo somos o hemos llegado a ser. Comprendo que se sienta un poco abrumada por todo ello. Le doy un beso suave cerca de la boca porque soy provocador y no puedo evitarlo. Es bonita Cat, guapa de una forma distinta. Tiene un espíritu alocado, se le nota cuando habla, por como se mueve, por su forma de vestir. Tiene una sonrisa deslumbrante aunque la esconde demasiado.

Le tiendo un papel con una dirección dentro de su mano pequeña y ella lo agarra dudosa antes de observarlo y apretarlo fuerte entre sus finos dedos. Se que es curiosa por naturaleza, solo le facilito el siguiente paso, aunque no me guste un pelo. Hay cosas en ese lugar que no deberían salir a la luz, muchos demonios de ambos, pero es Cat, y por mucho que a Luca le joda, se lo debe.

Miro desde la esquina de mi cocina, entre la nevera y a la meseta, al papel que descansa encima de la mesa, como si fuese un arma, una granada a punto de explotar. Se que voy a ir,antes o después tengo que ir, pero no se si estoy preparada paa afrontarlo, no se si quiero hacerlo. Todo este asunto comienza a implicarme demasiado. Luca, con su jodida locura conmigo y yo con él. Tenemos que parar porque es destructivo, dañino. Ambos nos estamos haciendo daño.

C//Dos paces n    º24

No hay nombre. Es sábado noche. Luca no ha dado señales de vida. Salgo de la esquina y voy directa a mi habitación. Es hora de salir y de jugar a Sherlock Holmes.

La calle estaba mucho mas vacía de lo que esperaba. Es una secundaria, sin zona de aparcamiento. Son las once de la noche y el vestido que he escogido no abriga una mierda. Al menos el gran abrigo intenta protegerme lo que puede. Camino rápido con el ruido de mis tacones a mi espalda. Quiero llegar cuanto antes, porque cuanto antes entre antes salgo. Tengo las manos frías, nerviosas. He venido más como un impulso que como algo planificado, por eso dudo cuando veo la puerta del número 24. Es grande, marrón y está cuidada, pero no tiene nada lujoso. Puede ser la puerta de mi casa o la de la casa de la viejecita de enfrente. No se si picar al timbre o abrir. Pruebo con abrir y la manilla cede con facilidad, sin problema. Miro hacia dentro a través de la pequeña rendija y solo veo unas luces suaves, luego giro mi cabeza hacia atrás, a la fría calle. Una pequeña corriente de calor se cuela por la apertura y roza mi rostro en una caricia. Es todo lo que necesito para pasar y cerrar detrás de mi. Al menos aquí no hace frio.

Las luces vienen del fondo, pero no hay nadie para saludar, así que sigo caminando al frente por un pasillo que no tiene cuadros, solo una pared de color blanco, sin suciedades, pero de nuevo nada destacable. El camino va directo a unas escaleras que bajan. Miro hacia abajo antes de comenzar a descender, pero no se ve nada. La luz comienza en la escaleras. Hay dos barras de metal a cada lado, negras con un final cerrado en curva. Son bonitas y elegantes. Agarro una de ellas dejando que el poco calor de mi mano derecha se pierda en la barra. Tomo una bocanada de aire y bajo. Hay un hombre al final de las escaleras. Está sentado en un taburete fumando un cigarrillo. No me mira mientras desciendo, aunque se de sobra que se ha percatado de mi presencia pero me ignora deliveradamente, como si no tuviese interés en mí. Cuando llego creo que siente lo nerviosa que estoy y eso hace que recorra mi cara con interés.

-¿Te has perdido muchacha?

Tiene una buena señora barba y una barriga cervecera no muy pronunciada fuertemente comprimida en una camiseta roja que pone algo en blanco, algo que no puedo leer por las dobleces de la grasa sobrante. Unos ojos azules claro, vivos, mucho mas inteligentes de lo que puede mostrarse el resto de él en un primer vistazo y una sonrisa casi fraternar que esconde unos dientes blancos. En la zona de los brazos es musculoso, haciendo que la camiseta se atasque también en ese lugar. Al pobre tipo no le vendría mal un par de tallas más. El taburete sobre el que descansa su trasero parece haber sufrido su peso durante bastantes años, se ve viejo, gastado.

-No.

-¿No?-me mira sonriente, como si fuese una niña a la que han congido por sorpresa haciendo una travesura.

-Vengo de parte del Señor S

Espero que funcione. Intento con todas mis fuerzas mantener la cara de una forma un poco altiva mientras el corazón parece que me amenza con explotarme en el pecho. El hombre parece un poco sorprendido cuando oye mi mención.

-Está bien, perdone entonces señorita. -y con esas me abre la puerta.

Una recepción y mucha mas luz, lo que me tranquiliza algo. Hay una mujer con un vestido elegante detrás de un gran mostrador de madera. Me sonríe amistosamente al verme y le devuelvo una sonrisa un poco flaqueada. Es rubia, con una coleta bien alta, cayendo el pelo en unas hondas hechas con plancha. Tiene los labios pintados de rojo y los ojos bien marcados. Es muy bonita y alta, muy alta. Quizás lleva unos tacones altísimos, no soy capaz de verlos desde ese lugar.

-Buenas noches-su voz es potente y clara.

Me acerco con pasos cortos

-Hola. Yo...es la primera vez que vengo-no voy a obviar lo que es obvio

-O por supuesto ¿Cómo se llama?

Lo pienso un segundo no segura de decir la verdad

-Cat García

Que coño, no me voy a andar con tonterías. Ella sonríe.

-Muy bien, señortia CG, la voy a llamar así si no le importa. Ya veo que usted no, pero a la de nuestros clientes mañoría le gusta mantener su confidenciabilidad. Si en algún momento decide cambiar de nombre solo tiene que decirlo. Mi nombre es D, debe de rellenar unos papeles y todo estará correcto, ¿le parece?

-Si, claro

Se agacha escondiendo detrás del mostrador revolviendo una serie de papeles

-Vaya, mira que se lo tengo dicho, pero cada vez que miro aquí está todo revuelto siempre. Que paciencia

Me hace gracia y me río, pero como sigo aun nervosa me sale un pequeño ronquido extraño. Se alza para tenderme dos paepeles.

-Siente en ese sillón de allí y léalo tranquilamente, sin prisa, después rellene el otro. -Me sonríe  tomo los papeles y el boli.-Si quiere deme el abrigo y se lo guardo.

-Oh, está bien

Tomo las cosas que me tiende dando un pequeño agradecimiento y después le cedo mi abrigo. En este momento no estoy contenta con deshacerme de él, pero hace calor y sería extraño decirla que lo quiero conmigo. D me sonríe dulcemente y me señala hacia el par de sillones que hay a la derecha de la puerta. Voy hasta el primero que me encuentro, es de un tono grisaceo con pinta de ser bien mullido. Lo compruebo cuando me siento y mi culo se hunde. Es un buen sitio para adormilarse, pero no es el momento. Las paredes tienen un rojo potente, pero más que verse como un puticlub, con la decoración adecuada, da lugar a un sitio refinado, cómodo. El suelo posee una alfombra gris a juego con ambos sillones y que cuadra completamente con el mostrador de madera. La sala es mas o menos rectangular y la entrada hacia la siguiente estancia está tapada visualmente por una gran cortina roja que se ve pesada con el bordillo en dorado. Una música relajante suena baja de tal forma que no te percatas de su existencia a no ser que te centres justamente en ello. Las paredes poseen cuadros de distintas características, la mayoría son paisajes, pero también hay algún retrato desconocido para mí. Decido centrarme en los papeles que estoy sujetando con firmeza y tomo una vocanada de aire  preparándome para escudrimiento. Dejo de respirar cuando veo los precios mensuales o anuales que se gastan. Para mi alivio me encuentro con que hay un periodo incial gratuito como adaptación y comprobación del establecimieto.

Estaba perfecto para mí y para mi única noche en ese lugar.

La primera hoja no tenía nada especial en relación a cualquier otra hoja que te puedan dar en cualquier club. Normas básicas de comportamiento, cuotas y ofertas. La segunda hoja me dejo de piedra.

Empezaba fuerte, después de escribir mi CG asociado a mi nombre debía contesar a perlas como:

¿Está usted en una relación actualmente?

¿Su pareja sabe de su asistencia a ese centro?

¿Es ustéd experimentado en las relaciones BDSM?

¿Es ustéd sumiso/a, dominante, witched?

Que coño es lo último.Tenía que haber traido el móvil y al menos podía hacer una búsqueda rápida a Google. O preguntarle a la chica. Alzo la cabeza pero veo que está entretenida en una serie de papeles. Igual era demasiado obvio preguntar. Así que mi otra opción es...iba a poner sumisa. Era el papel en el que mas segundariamente podía moverme. Generalmene no tienes que ser agresivo, si no que podía hacerme la tímida y esconderme por las esquinas.

Después de contestar a todas esas preguntar que ya han sacado los colores en mi cara, había otras en relación a que posturas sexuales me gutaban, cuáles eran mis límites, si me gustaba ser atada, vendada, humillada, fla...FLAGELADA, TORTURADA, VELAS Y CERAS!?? y un gran etc que me tenía mordiéndome las uñas y preguntándome que cojones hacía aún sentada sobre ese sofá. Intenté elegir de tal forma que fuese lo más suave posible, por si hoy sucedía algo.

Oí el sonido de unos pasos bajar con rapidez.

-Señor F-escuché la voz clara y tranquila de D y observé una espalda ancha enfundada en un traje caro. Se notaba por la calidad de la tela, o al menos eso parecía. Como estaba apartada a una esquina de la entrada quedaba totalmente desapercivida para el cliente que entraba, lo que me permitía curiosear. El hombre en cuestión era moreno, con el pelo engominado hacia atrás de una forma elegante. Conseguí verle el perfil cuando intecambiaba unas pocas palabras con D. Era atractivo, con una nariz poderosa y unos labios que parecían carnosos.

En un segundo tuve que desviar la mirada rápidamente al darme cuenta que comenzaba a girarse hacia mi al haberme visto seguramente por el rabillo del ojo. Me encojo todo lo que puedo contra el mullido sofá y miro hacia el papel sin ver. Está casi completo. Solo falta la firma.

Noto que su mirada me recorre y dejo que corra el tiempo mientras inicio el repaso de mis respuestas. Cuando voy por la tercera alzo los ojos y el hombre ya no está. Aspiro tranquila. Estampo mi firma contra el recuadro, en un garabato nervioso y me pongo en pie para darle a D los papeles.

De la que se los doy pienso que son los mismo que marcan la pérdida de los míos. Calma. Estoy haciendo esto para saber más. Solo una noche. Solo ahora.

-Bien, si tiene alguna pregunta o cualquier problema solo contacte con cualquiera de las personas que lleven una camisa roja con el nombre de servicio, ellos le atenderán.

-Los datos de la tarjeta...

-No se preocupe Señorita CG, está en periodo de prueba, no tiene ninguna responsabilidad con nosotros. Al contrario, somos nosotros los responsables de que se sienta cómoda. Si no se encuentra agusto después de las semanas de prueba puede abandonar el Club sin ningún tipo de compromiso o problema

-Muchas gracias- digo mientras la sonrío. Para mi eso es un alivio.

-Por hoy dedíquese a observar. Hable con los demás. Sociabilice y estese tranquila. Al fin y al cabo, pase lo que pase allí atrás, seguimos siendo un Club social.

Sonrío de nuevo de forma agadecida sabiendo que ha dicho todo eso porque ha tenido que ver mi cara de preocupación. Es ella misma quien me aparta la cortina y camino dentro con un páselo bien susurrado al lado de mi cara por D.

Desemboco en un gran salón con su barra, su pista de baile, música suave y sillones. Ésta tiene que ser la sala de la que me hablaba Dani. Tenía razón, había un ambiente tranquilo y relajado en ese lugar, como si el tiempo fuese más lento y la gente por primera vez en la vida no tuviese prisa por ir a ningún lado o hacer algo. Hay mas personas de las que imaginaba. La mayoría formaban pequeños grupos, pero también había parjas e incluso alguno de forma solitaria. Agarro con fuerza mi bolso de mano y me dirijo a la barra para tomar un pequeño trago que relaje mis nervios.

De camino hacia allí observo a los demás, intentando encontrar una cara que me transmita la suficiente confianza como para empezar a indagar en el tema. Hay aspectos de todo tipo, pero predomina la elegancia, el dinero. Las mujeres llevan joyas caras, van enfundadas en vestidos de marcas, aunque alguna traen unos simples tejanos negros o unas camisas. Los hombre en traje o enfundados en jeans. Mi vestido es demasiado hippie para ese lugar, muy suelto, muy mundano, pero no destaca tanto como para atraer la atención de las miradas.

Consigo llegar a la barra sin contratiempos extraños, de esos que suelen pasar cuando más haces por evitarlos. Mis pies intranquilos caminan por un suelo cubierto por una alfombra cara, antigua y de unos colores grises, negros y rojos. Las paredes son de un color dorado resatado por la luz que emiten dos grandes lámparas de cristal colgadas del techo. No hay ventanas, pues el club está subterráneo, pero cuentan con unas vidireras falsas que dan la sensación de estar en el salón de un castillo del siglo XVIII.

La decoración es brillante.

La mujer que está detrás de la barra con la camiseta de SERVICIO me sonríe cuando llego hasta ella.

-Buenas noches, una copa de vino-pido

-¿De cuál?

Y ahí empiezan de nuevo mis problemas. La observo. Es mulata, con una sonrisa preciosa y unos ojos verdes brillantes. El pelo oscuro es tan rizado que parece un conjunto de remolinos bien cuidados y suaves. Tiene maquillaje, aplicado de una forma sútil lo que la hace natural. Su cara, sus ojos, toda ella muestra una chispa que dice que es inteligente.

Me encojo de hombros y ella me sonríe intentando ponerme cómoda.

-Bien, entonces te echaré del que me gusta más a mi.

Me parece una buena solución. Se marcha hacia el otro lado del mostrador, buscando las botellas. La sigo con la mirada lo que me lleva a encontrarme con los ojos marrones del Señor F. Está con otro hombre, hablando y fumándose lo que parece un puro, pero me observa sin quitarme detalle. Aparto los ojos tímida. Mierda. No quiero llamar la atención de nadie.

La camarera camina de vuelta con un movimiento fluido, sensual. Llega hasta a mí y me sirve una buena copa. Se queda observando y me inclina la cabeza para que lo pruebe. Así lo hago. Un sabor afrutado, delizado y suave se etiende por mi padalar. Aficionada al vino medio ronroneo.

-¿Bien?-me pregunta sabiendo la respuesta

-Joder, muy bien

Se ríe, deja la botella de nuevo en su sitio y comienza a limpiar unos vasos. Nadie más parece dispuesto a pedirle nada por ahora. No hay un ruido insoportable, pero varias conversaciones hacen que no solo sea la música lo que rompe con el silencio.

Miro a la camarera pensando si es buena idea preguntarla a ella. No se cuanto tiempo lleva aquí, ni se si puede darme algún tipo de información. Bueno, he venido a jugármela, empecemos con lo obvio. Tomo otro sorbo de la copa y le hago un gesto.

Me ve y se acerca de nuevo, con uno de los vasos en la mano, limpiandolo con un paño.

-Dime cielo

-Bueno...yo, es la primera vez que estoy aquí-le confieso mirando hacia los lados nerviosa

Ella se ríe suave. La observo un poco cabreada

-No me mires así, se te nota, pero no pasa nada cariño, todos pasan por lo mismo.

Vale, al menos no soy la primera novata que está nerviosa.

-Verás, yo...tengo curiosidad

Asiente hacia mi, impulsandome a continuar.

-La persona por la que estoy aquí. Me gustaría saber más de ella

Los labios de la mujer se fruncen un poco.

-Me gustaría ayudarte, pero no se nos está permitido romper cualquier confidenciabilidad de los clientes.

Por un momento dejo mi mirada sobre el mostrador de madera.

-Suponía que me ibas a decir eso. Dani me dijo que podía conseguir infomación aquí.

Los ojos se amplian al oír el nombre

-Ese tal Dani, ¿es un cliente?-asiento-Por curiosidad, ¿quién te interesa?

-Yo lo conozco por otro nombre, aquí creo que se llama Señor S

Los ojos de la camarera miran alarmada alrededor, esperando que alguien haya escuchado mi comentario y que todos se abalancen sobe mi, pero el murmullo de la gente sigue, las risitas y la música.

-Señor S-murmura la camarera-Si, mejor para ti no repetir mucho su nombre. Es un personaje bastante conocido, pero no le gusta la popularidad y suele castigar a la gente que anda propagando su nombre. Sobretodo a las mujeres sumisas como tú.

-¿Cómo sabes...?

-Llevo años trabajando aquí.-simplemente me corta-De todas formas cariño, ¿qué información quieres sobre él?

Me muerdo el labio inferior, sin tener claro que preguntar

-Solo quiero saber cuál ha sido su papel en este lugar

Ella se apoya contra el mostrador, haciendo que sus tetas se junten y si fuese un hombre estaría babeando ahora mismo.

-Bueno de eso si que no hay ningún problema en que te cuente, no es nada que la gente habitual no haya visto por acá en los últimos años. No se sabe mucho sobre él, es bastante asocial, independiente y muy arisco. Solo se acuesta con mujeres sumisas que cumplen unas serie de patrones-me analiza-Tú valdrías.-me suelta suavemente al darme un vistazo rápido. Por un momento se detiene, observando-Serías perfecta-me recorre con las cejas fruncidas en un repaso lento-La única persona con la que se lleva es con el Maestro D. Alguna vez comparten chicas.

-¿Qué?-la interrumpo sin poder detenerme

La mujer se ríe.

-Si te escandaliza eso vamos a tener problemas.-dice entre risas suaves.

Madre, donde me he metido. Doy otro trago a la copa y me relajo con el sabor.

-Está bien. Si, compartir mujeres. Ambos son dominantes pero bueno, de vez en cuando hacen trios y orgías. Es bastante habitual por aquí.

Ahora entiendo preguntas del papelito de antes, preguntas como: ¿te gustaría participar en tríos? ¿Tienes fantasías sexuales donde compartes o eres compartido?...

-Está bien-al fin y al cabo esto es un club sexual

La mujer se ríe de nuevo suponiendo que estoy intentando asimilar la información y que para mi no está bien en nada.

-Son bastante talentosos, ambos, o eso dicen las mujeres, pero también muy problemáticos. No todas pueden pasar por ese tipo de experiencia, lo primero porque son muy escogidos, lo segundo porque rara vez repiten y lo tercero porque no todas las sumisas valen para sus sesiones. No son suaves, ni románticos. La atmósfera que crean es sexual, intimidatoria y dura.-no me mira mientras lo dice, está perdida en algún punto de la habitación aunque su cabeza está en otro sitio.

-¿Has estado con ellos?-pregunto

Vuelve hacia mí y se sonroja un poco

-Ojalá. No, no se nos permite a los empleados, pero les he visto actuar. Algunas veces, muy pocas, lo hacen en las cajas de cristal.

¿Cajas de cristal? Mi cara tiene que ser un poema porque añade:

-Son habitaciones hechas de cristal para que la gente desde fuera pueda observar

Mis mejillas vuelven a teñirse de rojo de una manera agobiante.

-Hay algún par de historias jugosas, como la vez que el Señor S se desquició tanto con una de las chicas que la dejó hecha un trapo. Tuvo que indemnizarla  y no solo eso, fue expulsado del club por unos meses. Si hubiese sido cualquier otra persona no le habrían dejado poner un pie en el lugar, pero bueno, es poderoso, tiene sus enchufes. Después de eso las masoquistas se tiraban a él como si fuese agua y se murieran de sed, pero las rechazó. Estuvo unos meses traquilo, solo venía me pedía una copa y se iba.

-¿Qué le hizo a esa chica?

Me evalúa con calma, duramente.

-No lo sé. No la volví a ver y los cotilleos que corren son mentiras o verdades mal contadas.

-¿Ha venido recientemente?

-Pues, si te soy sincera no lo sé. No sigue ningún tipo de patrón, a veces se presenta, a veces no. Además no siempre puedo estar pendiente-Veo como otra mujer se acerca a la barra y llama la atención de la camarera-Un segundo cielo.

Se disculpa mientras va atenderla. Estoy asustada de las cosas que me está contando, pero quiero saberlo todo. Necesito. Estas cosas son importantes, tan importantes que ahora mismo quiero huir al otro rincón del mundo y no dejar que el monstruo que es Luca en mi cabeza no me encuentre jamás.

Estoy perdida en mis temores cuando una voz hace que me sobresalte.

-Buenas noches-me pega tal susto que me llevo una mano al pecho. Me ladeo un poco para mirar hacia el Señor F-Perdón por asustarla señorita-me sonríe como un lobo. Me inclino un poco hacia atrás escapando de su cercanía

-Buenas-digo de mala gana. Sabía que ese personaje me iba a molestar y hay algo en él que me desagrada totalmente.

Miro hacia la camarera pero tiene una abalancha de nuevos clientes y me da la sensación de que no va a poder salvarme por ahora de esta intromisión.

-Veo que es nueva por aquí. Mi nombre es Señor F

Me veo obligada a dar el mío

-Encantado. Si quiere puedo hacerle un recorrido por el Club

Si me lo hubiese ofrecido cualqier otra persona hubiese aceptado contenta con el golpe de suerte, pero algo de este tipo me está haciendo que encienda todas mi alarmas.

-No, gracias por su oferta, pero me gusta curiosear sola

Hasta a mí me suena borde y seco. Tomo el último trago de la copa y me bajo del taburete.

-Nos vemos después

Y le dejo con la carina. A eso se llama hacer amigos.

Me dirijo hacia la salida en forma de arco, la única que veo en este momento, donde me lleva al famoso pasillo de las habitaciones.

La luz es baja, suave y cuenta con un ambiente más íntimo. Las luces provienen de velas falsas, las paredes son de ladrillo negro y se mezclan con la madera de los rebordes y las puertas. Telas rojas como la de la entrada cuelgan en determinados lugares. Comienzo a ver otro tipo de vestuarios y actitudes. Hay una pareja dándose más que un beso justo enfrente de una de las habitaciones de cristal. Caja de cristal había dicho la chica. Al lado una mujer enfundada en un vestido botella observa con firmeza la escena que se está desarrollando dentro. Los gemidos escapan del lugar, el chasquido de un látigo. Los gritos.

Sigo de largo sin atreverme a mirar. Unos pasos más allá un hombre está arrodillado. Tiene una cadena sobre el cuello que se engancha en la pared, viste solo un calzón y me ladra cuando paso a su lado. Intento no mirarlo alucinada. Mi corazón comienza a acelerarse.

La puerta siguiente es pared e imagino que se trata de una de las habitaciones cerradas. No se si está ocupada o no, pero no tengo ningún interés en comprobarlo. A un lado, cerca, una mujer está haciendo una mamada a un hombre. Graciosamente solo me fijo en que el tipo es calvo y la chica tiene el pelo teñido de morado. Me gusta el color. Me alegra que mi cerebro sea capaz de desconectar. Al pasar a su frente el chico me mira

-Ven muñequita

Decir que me alejo rápido es quedarme corta. Choco contra otra pareja enfundada en latex. Me disculpo y me aparto. Es todo tan extraño. Aquí la gente del salón inicial, que llevan trajes caros se mezclan con todo tipo de fechices y perversiones.

Veo un grupo de gente amontonada con excitación en una de las habitaciones y me decido a mirar. Me coloco detrás de una chica que por orden de alguien está obligada a masturbarse justo ahí, pero no me importa lo que está ocurriendo alrededor ahora mismo. No cuando miro dentro de la caja de cristal. Se me atasca la respiración, el corazón y la vida.

El Señor S y Maestro D están haciendo una de sus escenas.

Juro que se me para el corazón cuando los veo. Dani lleva unos tejanos negros y una camiseta a color, un tono que muchos hombres llevan por aquí. Luca está enfundado en una camisa y unos pantalones de vestir un poco apretados, como si hubiese escapado de la oficina.  Una chica está arrodillada en medio de ambos con la cabeza alzada un poco retadoramente. Es morena y bastante más delgada que yo. No la veo la cara porque está de espaldas al público que se anima en risas y gritos cuando ven como con gesto serio Luca se dirige hacia una de las paredes. No me había fijado. Estaba tan consternada por el encuentro que no me había percatado. Todas ellas están llenas de instrumentos que no se ni para que sirven, pero si conozco lo que el Señor S toma entre las manos. Es un jodido látigo de colas.

Trago fuerte preocupada por la chica. Tiene pinta de ser mas doloroso que el cinturón. Dani está quieto observando a la mujer. Está duro, su polla se aprieta contra sus pantalones y cuando la chica deja de mirarle para buscar a Luca, él la riñe y la toma del cabello, volviendo su cara contra su entrepierna.

-Me gusta esa boquita.-dice mientras la acaricia los labios y ladea un poco la posición de la mujer haciendo que su perfil quede visible.

Parece que a la chica solo necesita eso para bajarle la cremallera y comenzar a hacerle una mamada. Tiene experiencia, lo veo cuando no se atraganta ni le dan arcadas incluso con lo forzado que Dani lo está haciendo. Lo garantizo cuando el látigo  que Luca activa contra su piel no hace que se retire y grite. Solo cierra los ojos y acepta el dolor mientras se concentra en placer que está dando con la boca. La escena dura unos minutos y la gente sigue callada. Ninguno de los hombres mira hacia el público.

Me siento intranquila cada vez que Luca acciona el látigo, incluso salto a la vez que la chica, como si me estuviese dando a mi y no a ella. Al menos estoy en una esquina apartada y la gente está tan insimismada que no observa mi comportamiento extraño. La chica de delante se está masturbando con mas fuerza y el tipo que la ordena le dice calladamente que no se corra.

Lo hace, incumpliendo su orden y con un pequeño taco de él la toma del brazo y desaparecen por el pasillo hacia una de las habitaciones. Así es como quedo en primer plano en la pequeña esquina. Desde ahí es donde Dani me encuentra cuando da una pequeña pasada al público buscando. Entiendo que ha sido parte de su plan que yo me encontrase ahí, porque me regala una pequeña sonrisa y me guiña un ojo. La gente no se percata porque en ese mismo momento Luca decide desatarse un poco mas con la pobre chica y le da cuatro latigazos seguidos contra la parte alta del culo, tan fuerte que ella se retira de su trabajo oral y pide un poco de clemencia.

-Sigue-es la única orden de Luca y la mujer no duda en cumplirla.

Es Dani quien para la escena cuando supongo que siente que se va a correr y que aún no es el momento, así que empuja con delicadeza la cabeza de la chica y Luca cesa el castigo.

-Levántate-le ordena él mientras va a dejar el látigo en su sitio-Gírate hacia el público.-vuelve hasta estar detrás de ella y comienza a susurrarle una serie de cosas, cosas que hacen que ella rodee con sus manos las tetas y las ofrezca obscenamente hacia la gente. Aparto los ojos por el momento intenso, como si fuese personal y yo fuese una entrometida curiosa.

Luca clava sus dedos en el coño mojado de la chica desde detrás a una velocidad vertiginosa, sin miramientos, sin cuidado. Ella grita de la impresión. Dani se arrodilla delante de ella y comienza a hundir su cabeza sobre su entrepierna, acariciendo con la lengua su clítoris, lamiendo cerca de los dedos de Luca. Joder, hay algo realmene excitante en la escena y ni siquiera se lo que es. Ella sigue ofreciendo las tetas pero comienza a flaquear sus piernas y se apoya en Luca.

Todo el público está tan tensionado como la chica. Seguramente los hombres tienen la polla a reventar pensando en lo que harían a la mujer si fuesen ellos.

La cara de ella está contraída de pura necesidad y una pequeña parte de esperanza. Mira hacia el público sin miedo, sin vergüenza. Se excita más con ello.

-Por favor, me gustaría mucho que me dejarais correrme. Por favor

Eso si que es una súplica bien hecha. No ha dejado nada, y aunque suene extraño no siento que esté perdiendo la dignidad de ninguna manera cuando lo pide. No se siente como cuando lo estoy pidiendo yo.

Dani se ríe contra su coño y una expresión cruel se muestra en la cara de Luca. No la van a dejar.

Se apartan de ella cuando la llevan al límite. Maestro D se levanta alejándose y Luca solo para el movimiento de sus dedos.

-Límpialos-los alza hasta su cara y la obliga a limpiarlos

De nuevo ella lo hace con toda la entrega posible, aunque tiene una pequeña mueca de disgusto y toda la cara en necesidad.  Los chupa con mimo, no dejándose ningún rastro de piel. Cuando termina Luca se aleja.

-Siéntate en la cama-su voz es áspera. No regala nada, no hay ningún punto de cariño o tranquilidad.

Dani ya está ahí esperádola y la sonríe mostrando un poco de calma.

-Ven a montarme jeune fille- ella camina sensualmente hasta allí.

Su pequeño culo se bambolea con el movimiento de las caderas, un regalo que hace para el espectador y para el propio Luca que la observa como un halcón.

Dani toma a la mujer, colocándola justo encima y es ella sola quien hunde la polla con un grito de alivio. Sube y baja varias veces rápido y un gemido se escapa de sus labios. De nuevo da la espalda al público y muestra las marcas del látigo. Son rojas y claras, sobretodo en el culo.

-Quieta leona-la reprende Dani cuando ve que no cesa-Todavía tenemos mas que darte.

Luca se acerca a ella por detrás. Mientras la chica comenzaba a follar con Dani él se ha quitado la camisa y se ha sacado la polla. Con presión empuja en la parte media de la espalda de ella, haciendo que se apoye en el pecho de Dani y obliga a que él tenga que tumbarse contra el colchón. Aparta la mano y separa con ambas las nalgas de la chica.

Luca escupe en el agujero, como único lubricante. Me estremezoco. Se coloca en la entrada y empuja con fuerza. Casi entra de un golpe. La mujer grita y ambos hombres gruñen.

Le susurra algo y es ella quien se separa las nalgas con sus dos manos. Él toma la melena y tira haciendo que su cabeza quede alzada mirando hacia arriba. Comienzan a moverse al compás, sin decirse nada. Se nota que tienen experiencia juntos.

La mujer grita como loca en un momento, cuando Dani parece que hunde una mano entre sus piernas y con la otra presta atención a sus pechos. Luca deja el pelo y la sujeta por la cara, colocando la palma sobre la boca acallando sus gritos. Pasa a sujetarla por la barriga con el brazo libre, alzando a ambos y dejando más margen de movimiento a Dani.

-Has tenido suerte CG, son de los mejores especáculos, aunque hoy no están haciendo nada interesante-La voz me sorprende de nuevo y es Señor F otra vez. Frunzo el ceño al notar algo de risa en su declaración, como si supiese más de lo que dice, como si guardase algún pequeño chiste-¿Se ha cansado de curiosear sola?

Me giro hacia él y pierdo el contacto de la escena

-No aún-le digo. Está mucho mas cerca de lo que creía.

-Igual podemos dejar la curiosidad y pasar a otras cosas-me sonríe de nuevo como un tiburón. Miro a mi alrededor.

Muchos de los espectadores se están masturbando o tienen a una mujer arrodillada.

Oigo los gritos de la chica anunciando el final y los gruñidos de ambos.

-No lo creo. Mas bien he tenido bastante por hoy.

Me vuelvo queriendo echar un último vistazo a la escena y largarme del lugar. Quería saber que cosas hacían allí y tengo una visión bastante clara. Las mismas cosas que Luca me hace pero con gente mirando, con Dani a su lado y con mucha más soltura. Se me revuelve el estómago.

La chica está arrodillada en medio, como al principio, ambos se están apartando de ella, seguramente se han corrido en su cara y la han obligado a tragar. Se la ve cansada pero bajo todo ello tiene una sonrisa. Está satisfecha.

Estoy a punto de alejarme cuando el Señor F agarra la parte baja de mi cabeza y me la alza, girándola hacia la derecha. Unos ojos me miran fijamente, en una sorpresa infinita, una rabia difícil de esconder y una promesa de castigo. Luca.

-Parece que vas a tener más de lo que quieres esta noche-me susurra soncaronamente Señor F contra el oído.