Todo lo que nunca hice bien 13

Perdón por tardar, estuve muy liada

Me engaño a mi misma diciéndome que no estoy escapando, que en realidad mis pasos rápidos son producto de prisas cotidianas y no para escapar del monstruo que aguarda en su despacho. Por eso cuando salgo a la calle paro un momento y tomo una bocanada de aire intentando aliviar la ansiedad.

Ya no soy nadie, y aún así no tengo lugar donde esconderme de él.

Esta noche voy a cerrar mi piso como si se tratase de un bunque en medio del campo enemigo. No iba a ir a esa fiesta bajo ninguna circunstancia. Sonia me había sorprendido cuando con ese tono meloso había invitado a Luca.

Su afán de socializar va a acabar conmigo.

Cuando llego a mi casa no solo doy las tres vueltas a la llave, sino que además hecho el pestillo y me voy al cuarto de baño a por un descanso bien merecido.

La semana había sido un desastre. No tengo muy claro como afrontar la situación a patir de ahora. De nuevo me encuentro en esa disputa entre el cerebro y mi entrepierna. Ahora mismo solo pensando en Luca mi cuerpo decide que es momento de darse una pequeña liberación, pero mi cerebro es más listo y dice que cese el juego.

Tiene razón.

Eso no quita que no pueda remediar que mi mano baje sobre mi estómago en una caricia. Cierro los ojos y apoyo la cabeza en el borde de la bañera. Intento pensar en cualquier cosa que no sea él, pero es la pescadilla que se muerde la cola, porque intentar no pensar en él hace que justamente piense en él.

Es todo un rompeabezas que intento solucionar a golpes en vez de con paciencia e inteligencia.

El sonido de mi teléfono móvil cesa mis penas. No hay forma humana de que ahora me levante y conteste, así que para dejar de escucharlo hundo mi cabeza debajo del agua y cierro los ojos. Silencio y que bien así.

Ojalá pudiese apagar mi cerebro de igual forma.

Cuando salgo del agua, me seco, me pongo mi pijama de invierno y decido que es momento de mirar la llamada.

No es Ana como suponía. Ni Sonia para seguramente insistir en mi asistencia de esta noche. El número que hay es desconocido y conocodo. Sería ilusa si pensase que iba escapar tan fácimente.

Tengo un mensajes también. Dos llamadas y un mensaje

LLÁMAME

Seco. Una simple orden en la que no hay forma de ignorar. Si. Apago el teléfono sin ninguna culpabilidad.

No es una actitud provocadora. Solo quiero un poco de calma, un poco de libertad. Es viernes de tarde y aspiro a una copa de vino y una película en mi sofá.

Igual la botella entera está mejor.

Miro entre los canales esperando encontrar algo bueno. Troya me parece una buena opcción. No soy de este estilo de pelis, pero a ver quien se preocupa por esas cosas teniendo en pantalla a Brad Pitt. Lo siento, soy un cliché andante.

Me he quedado dormida. Lo corroboro cuando al mirar a la televisión no queda nada de la película de antes. Coches y velocidad. Vin diesel. Fast and Furious.

De todas formas no es esto lo que me ha despertado de pronto. No ha sido la explosión de uno de los coches o la música a tope. Han sido dos golpes sobre mi puerta. Miro hacia ella de forma atemorizada. Ahora mismo el sofá es todavía un mejor lugar para acurrucarse y desaparecer del planeta. Quito la voz a la tele y espero que quien sea piense que no estoy en casa.

Los golpes insisten.

Soy curiosa por naturaleza, eso explica que me levante con la manta enrrollada al cuerpo. Miro a través de la mirilla y como no:

-Se que estás ahí. Así que abre la puerta-lo está susurrando, pero su voz llega clara hasta mi.

Claro que él sabe que estoy en casa. Observo su alta figura y su cara en la sombras, cubierta por la capucha de una sudadera gris y por el contraste de la luz del pequeño hall a su espalda. Cuando alza la mirada para clavarla directamente en la mirilla me alejo de la puerta, temerosa, como si fuese capaz de alcanzarme, de derribar cualquier obstáculo. Al alejarme vuelve a quedarme enfrente el pestillo y pienso en los cerrojos y me siento con fuerza.

-Lárgate-escupo

Un silencio nace, respira y se expande al otro lado de la puerta.

-Te necesito

Me pitan los oídos ¿Qué? Que me necesita. Me quedo quieta, imaginándolo detás de la puerta, intentando entender y saber lo que corre ahora mismo por su mente. ¿A qué juego está jugando? Es mentira, no me lo creo, pero...pero tengo que comprobarlo, tengo que verle la cara. Saber la verdad. Miro de nuevo por la mirilla, su cabeza está gacha de nuevo. Se esconde, el problema es que no se si lo hace para engañarme o para no mostrarme como está.

-¿Para qué?-pregunto finalmente

No se mueve. Veo un pequeño fruncimiento de labios. No va a contestarme. Lo sé. Quiere que le abra la puerta, que confíe en él a pies juntillas, con los ojos vendados, y seguramente me esté mintiendo. O no. No lo sé. No quiero abrirlo, pero no está enfadado, o agresivo. Parece incluso melancólico. Entonces entiendo que si que quiero dejarlo pasar.

Maldiciendo mi estupidez con él una vez más, giro las llaves de la pueta y abro lo que me permite el pestillo.

-¿Qué ocurre?-insisto

Alza la cabeza hasta que nuestro ojos se encuentra. No se le ve angustiado ni preocupado. Tiene una calma que traspasa la puerta y cubre mis nervios.

-Por favor, me gustaría que me abrieras.

Aún así suena calmado y un poco forzado con las palabras. Miro a los lados del pequeño hall

-No quiero dejarte entrar.

Tengo miedo. Se que me está engañando. No veo sus manos, está apoyadas una contra la pared seguramente y la otra contra la propia puerta, pero sin ejercer mucha fuerza.

No me dice nada, solo se me queda mirando. Indago en su cara, en cada pequeña arruga y en el fondo de los ojos. Busco cualquier signo de algo. Tristeza.

Cierro la puerta, aparto el pestillo y abro. No se muestra sorprendido de mi decisión. Aparta las manos y se queda en el pasillo, sin abalanzarse dentro de la casa como había supuesto en un principio, ni siquiera muestra un cambio de expresión. Solo da los pasos justos para entrar y recorre mi atuendo de manta y pijama en una mirada gastada, lenta y profunda.

Parece desbloquearse y es él mismo quién cierra la puerta y da las vueltas a la llave. No estoy muy cómoda con eso. Después se gira de nuevo y da un vistazo general muy poco disimulado. Noto su mirada clavada sobre la botella de vino que tengo encima de la mesa y frunce los ojos. Después su mirada cae en la película y una tímida sonrisa acaba con la expresión de molestia.

Tengo los pies fríos contra el suelo, se que se percata de ello cuando veo que observa como me apoyo en uno nada mas y el otro se coloca sobre el empeine del que aguanta el peso. Estoy descalza y la falta de calefación del piso se nota ya a estas alturas.

Es él quien se acerca de pronto y me alza de forma que mis piernas se envuelven alrededor de la cadera y en un movimiento involuntario los brazos se cruzan tomando su cuello para impedir que me caiga después del cambio repentino de posicón. No hay brusquedad.

Nos guía hacia el dormitorio, decidido, concentrado en el paso pero sujetándome con firmeza.

-¿Qué haces?-solo es un soplo de aire contra su cara

Se sienta sobre el colchón conmigo aún encima, toma mi cabeza con una de sus manos y pone en contacto nuestras frentes. Nos miramos a los ojos y siento que algo importante ocurre dentro de su cabeza. No le pregunto, se que no me contestará.

Con una mano en mi cuello inclina mi cabeza con suavidad para perderse en el hueco de mi cuello. Lo lame, lentamente, savoreándolo, para después darle un tierno beso. La punta de su nariz recorre mi piel en una caricia, soplando sobre las zonas humedas que ha dejado contra mi piel con su saliva. Se deja caer hacia atrás, de espaldas sobre el colchón y me lleva con él, dejándome encima. Mi pelo cubre nuestras cabezas en un cortina, dejándonos aún mas aislados del mundo y de los problemas que solemos tener.

-Dame un beso-una caricia en los labios

¿Por qué de pronto suena tan necesitado? Le observo, alzándome lo suficiente para darnos un poco de distancia y le veo más débil, mas cansado. Sus manos están posadas a cada lado de su cuerpo, sin obligarme a nada,sin tocarme. Quiero besarlo. Quiero devorarlo. Quiero que me devore. Siento hambre de todo. Un hambre que solo ha crecido con el paso de los años.

Me inclino cerca de su cara, provocándolo. Mi rostro se acerca y cuando estoy a punto de darle ese beso, me giro para lamer la comisura de sus labios. Luego hago una lamida entera de abajo a arriba, como la loca de Batman de Tim Burtton. Me siento así, un poco loca, un poco descontrolada y con mi hombre soñado debajo de mis piernas.

-¿Quieres más?-se lo digo en un tono retador mientras mi mano se arrastra como mi voz sobre su pecho.

-Si

-Pues tómalo

Toma mis labios, se tocan, se pelean, se vuelven salvajes, abrasadoras. Mis mechones de pelo se quedan encerrados entre nuestras bocas. Intento apartarlos sin romper el beso, sin separarnos. Luca se da cuenta del problema y recorre mi cabello en una cola amarrada con el puño de su mano. No hay tirones, ni dolor. Solo una subjección. Un pequeño control para que no me aleje, para que incline mas la cabeza.

Rompo el beso sintiendo que algo está mal con él, ansioso, descontrolado. No son adjetivos que suelen ir en la misma frase que Luca, a no ser que en esa frase también aparezca yo. Mi mano va a su cara, recorre cada arruga de preocupación. Lo observo de forma interrogante. Se queda quieto, con su otra mano aún muerta sobre el colchón.

Sabe que me doy cuenta de que pasa algo. Estoy dudosa de que hacer, de que decir. Nos miramos y abro la boca insegura.

-mmm...-no se como empezar, ni se si quiere hablar de ello.

Es eso lo que parece hacerlo reaccionar de forma repentina.

De pronto la subjección en el pelo se hace mas fuerte y obliga a mi cara a bajar contra la suya. Nuestras bocas se vuelven a juntar con mas violencia.

Su mano ya va a mi culo y lo masajea. Joder, un azote y gruño contra él. Lo aparto dispuesta a decir algo.

-No hables. -eso ya es una orden y mi entrepierna palpita, pero mi cabeza se cabrea.

Me jode con solo dos simples palabras. Intento alzarme cuando veo que el momento de debilidad ha pasado.

-Para que vas a hablar conmigo ¿verdad? Solo soy tu puta

Me alzo aún con sus manos encima intento alejarme. Lo observo fruncir el ceño y con un movimiento me tira contra él.

-No quiero que hablemos porque como siempre acabaremos discutiendo. Y gatita, lo útimo que quiro ahora es discutir.

Entiendo.

Lo miro meticulosamente buscando algo en su cara, algo en su expresión que me diga que está relajándose, que saque la pipa de la paz y ambos nos la fumemos al menos por esta noche. Mañana es un buen día para pelear, pero hoy, joder, hagamos un poco el amor. Ya llego a aceptar cualquier cosa.

Bajo hacia él contra su cuerpo intentando aliviarme, como si el mío picase cuando no estuviese en contacto. Tomo una bocanada de aire y su olor es como droga, picante, relajado, salvaje. Si fuese comida se que estaría babeando. Comiéndolo. Sin darme cuenta me restriego contra su entrepierna intentando darme un respiro y sacarme de la cabeza lo que si puedo comerme y que a él le encantaría.

Me levanta la cara con la subjección de la mano.

-Nos entendemos mucho mejor así-murmura dándome un beso y tomándome las caderas para que siga deslizándome sobre él

En eso tiene razón. Somos tan distintos, tan diferentes que no hay manera de que nunca estemos de acuerdo en nada. Pero el sentido del tacto, nuestras jodidas entrepiernas parecen tener una conexión que rompe con cualquier discrepancia mental.

Nos da la vuelta, encajando mi espalda contra el colchón. Quizás no estemos diciendo mucho con las bocas pero nuestros ojos hablan muchas cosas a la vez. Los tiene tan oscuros que parecen que son negros.

Su boca se hunde con avaricia contra mi cuerpo. Mis labios son asaltados con mas fuerza. No se cuanto tiempo estamos besándonos. Ahora el tiempo no es lo importante. Besarnos es fácil. Si la vida fuese esto seríamos pefectos. No es solo pasión, ni dominar o ser sumisa, hay algo más, algo que me hace sentir como si ahora mismo Luca no quisiese estar en ningun otro lugar del mundo haciendo cualquier otra cosa, como si hubiese esperado años para besarme y hubiese llegado a la meta. Soy su premio, su postre favorito dispuesto para padalear una y otra vez.

Cuando nos separamos para tomar aire, para llevar esto mas allá quitándonos la ropa y calmando el hambre en otros lugares, me doy cuenta de que tenemos la manta envuelta a nuestro alrededor, uniendo nuestros cuerpos. Parece que él se percata de ello a la vez que yo, cuando su mano intenta meterse en el hueco de ambos buscando recorrer el contorno de mis pechos. Tira de ella intentando separarla, consiguiendo que se enrrede aún mas.

-Joder, Cat,-dice cuando consigue deshacerse de ella- en este piso hace demasiado frío ¿No tinees calefacción?

-¿No acabas de decir que no hablemos?

Una pequeña sonrisa se estira en su rostro. Se inclina invadiendo todo mi espacio personal, hasta que lo único que ven mis ojos es a él.

-Mantener una conversación.Conmigo mismo, gatita, no voy a discutir.-dice orgulloso

Nos miramos en silencio mientras no dejo de cabilar, dando vueltas a lo mismo.

-Sacas tus frutaciones conmigo así-digo finalmente

-¿Cómo así?

-Follándome.-m¡Me siento mala y libre al decir la palabra delante suyo. Él me folla- Haciéndome todo esto.-Lo observo y la sonrisa se borra, desviando la mirada lejos de mí mientras frunce el ceño perdiendose en sus pensamientos. Unas pequeñas arrugas se forman en su frente-Me alegro que te avergüences de ello-le digo interpretándolas

Vuelve a mi con avidez, a mi rostro, a perderse en mis labios.

-¿Quién a dicho que me avergüenze?-chupa mi labios inferior con fuerza y yo me dejo- Pero si,-murmura soltádolo y mordisqueándolo- saco mis frustaciones de esa forma. Hay una justicia poética en ello.

-¿Justicia?-pregunto sorprendida justamente por la palabra que utiliza- ¿Qué clase de justicia hay en hacerme daño?

-Pequeña, son frustaciones que has creado tú. También la sientes. Lo sé.

-Siento que quiero pegarte. Eso siento.

-Quizás algún día te deje.-de pronto, de un tirón, consigue separar la manta apartándola para dejarla caer al suelo-Cuando decidas

-¿Decida el qué?

-Si prefieres que te folle o que te deje pegarme.

No quiero plantearme esas cosas, porque ambas calman mis instintos mas animales.

Niego con la cabeza, como si con esa forma pudiese eliminar todos los pensamientos razonables. Hoy no hay espacio para el 'y si' o el 'debería'. Hoy es mas sobre el tacto de sus labios, de su barba, de sus manos sobre toda yo. Intento quitarle la ropa, queriéndo más. Tiro de su camiseta con fuerza. Me deja que lo haga, sorprendido por mis ansias. Sus manos van a mi pantalón y los baja fácilmente. Son flojos por ser de pijama. Lleva la mano a su cara y chupa dos dedos. Los mismos dedos que bajan por mi cuerpo, dejando al pincipio una pequeña humedad. Llegan hasta mi entrepierna. No hay ninguna duda cuando entran. lnclino mis caderas de forma obscena buscando mas.

-Llego y te encuentro bebiendo vino, en pijama y toda despeinada.-Los mueve en ese punto que ambos sabemos, que él conoce tan bien-Y no he tenido ninguna imagen que me la ponga mas dura que eso en mi vida.-por un segundo se para-Bueno, quizás la primera vez que te vi desnuda lo supera.

-No pares-gimo preocupada

Levanta la camiseta grandota de la parte superior del pijama y la sube por encima de mi cabeza, dejandola sobre mis antebrazos, sujetándola con la otra mano.

-Nunca. Llevo mucho tiempo queriendo empezar como para parar tan rápido.

Su boca se hunde contra mi pezón derecho y lo castiga al mismo ritmo que a mi coño. Me gusta. Su barba me irrita la piel, sus dientes me advierten que no me mueva, que siga sus instrucciones. Su mano sujeta mis brazos y la otra hace magia allá abajo. Estoy suelta, mojada. Soy quien quiera que sea, lo que quiera que sea. Un pequeño toque a mi clítoris, no directo, sabe que es demasiado si no y chupa con fuerza mi pezón, conectándolos, haciendo que ambos palpiten a la vez.

-Joder

Me deja decirlo esta vez. Su boca se hunde de nuevo a la mía para tagarse el resto de maliciones que fluidamente iban a salir por la mía.

-Tiempo.

-mm?-entono dos tonos por encima

-Todo es cuestión de tiempo-dice mientras me mira atentamente y después me corro con un nombre bien definido en los labios.

Por unos segundos me quedo perdida en el techo oscuro de la habitación respirando fuerte. He gritado su nombre mientras me corría. Me retumba en los oídos. Luca.

Tiene razón. Todo es cuestión de tiempo.

Me siento en parte agradecida y en el tema del sexo siempre me han enseñado que si me dan yo tengo que dar, por eso comienzo a moverme una vez que se me estabiliza el corazón para devolverle el favor, o eso pretendo, pero detiene mis movimientos hacia él.

-No hay mas preámbulos.

Con esas me suelta pero me clava la mirada de forma que me advierte que no me mueva, que no es el momento de joderlo.

Se coloca el condón rápido, con habilidad. Solo abre mis piernas y se hunde, llenándome, estirándome tanto que gimo protestonamente. No ha existido un tanteo. En un segundo estaba fuera para pasar a inundarme el segundo siguiente. Mis manos vuelven a estar apresadas y entre esos dedos sujeta mi pelo alzando mi cara. Me he acostumbrado a esto, a su subjección y su trato. Me gusta.

-Eso...mucho

No se muy bien lo que digo, aunque en mi cabeza las cosas tengan todo el sentido del mundo. Sus labios muerden los míos.

-¿por qué?

Está tan clavado, se mueve rápido y un punto vibra en mi, povocando mis gritos. El tirón de pelo me hace calmarme. Su polla es guiada por su mano saliendo y entrando, fuerte.

-¿Qué?

-Mírame-tengo los ojos fuertemente cerrados- mírame Cat-lo hago porque su voz se cuela por mis oídos y abre mis ojos-Bien.-Tiene los ojos entrecerrados, forzados-¿Porqué no te quedaste comigo?-lo dice jadeando

Es una pregunta fácil ahora. Se mueve rápido. Sabe como quiero o nuestros gustos coinciden. Muerde la zona alta de uno de mi pechos, buscando mi respuesta.

-Porque no hubiesemos sido felices

Ahí una pequeña explicación. Alza mi cara hacia él. Nos miramos. Hay fuego detrás de nuestros ojos.

-Córrete

Grito antes de que acabe. No me lo puedo creer. Me pitan los oídos. No oigo como gruñe él, como se corre. No siento nada, solo bienestar, solo tranquilidad y el corazón palpitando. Tengo una sonrisa en mi cara. Una sonrisa sin sentido.