Todo el mundo guarda algo en su Pc.
El día que los informaticos cobren por ayudar a la gente.... Quizá no vuelvan a suceder cosas como las de este relato. Un chico, una vecina y su sobrina.
Vaya coñazo de trabajo que tienes, todo el día encerrado sin ver el sol montando ordenadores.
Efectivamente, esa frase que tanto me repetían mis colegas era cierta, me pasaba el día montando hardware para una tienda de una cadena de ordenadores, básicamente mi trabajo consistía en recibir una hoja impresa con los componentes, buscarlos en el almacén y montarlos.
- Raúl, ha llamado la vecina del cuarto, que si te puedes acercar a ver el ordenador que se la ha roto. - Mi madre, ayudándome a que me sienta “útil”.
Que un informático debe arreglar gratis los ordenadores es una creencia popular tan extendida que es más fácil resignarse que luchar. Vete a casa de tu primo a instalar la impresora, vete a ver a mi amigo que no le funciona internet… era el pan de cada día. No se me ocurriría decirle a la buena señora del cuarto que viniese a mi casa a hacerme la cama, si es que esa era la vecina que trabajaba de camarera de planta en un hotel, que ni lo sabía aunque algo me sonaba.
Con desgana y mi portátil subí a media tarde a ver a mi dichosa vecina del cuarto.
Vale, es la rubia del pelo teñido, la del perro pequeño que siempre ladra en el portal. Sonia se llamaba y si no me daba igual, así la llamaría.
- ¡Hola Raúl! Que bien que has podido venir, pasa, venga.
Ni rastro del perro, la señora, con su pelo teñido lucía una preciosa bata de mercadillo y unas zapatillas rosas con un pompón, joder, era tan tópico que me estaba empezando a entrar la risa. Afortunadamente el perro no apareció, debía ser que no estaba.
La forma de la casa era muy parecida a la mía, el salón era zona obligatoria de paso para las habitaciones y allí, en el sofá, había tumbada una chica bastante joven, a diferencia de la señora llevaba puesto un pijama corto con camiseta de tirantes.
Esta es mi sobrina, Sonia, que ha venido aquí a pasar un tiempo, sois casi de la misma edad, ¿no? A ver si un día salís a tomar algo.
Hola, yo soy Raúl, me presente.
- ¿Qué tal?
Ni apartó los ojos de la televisión, debía ser que los desconocidos que gritaban en el programa de cotilleos eran más interesantes que yo.
Finalmente llegué a la habitación donde estaba el ordenador, allí estaba, una torre que parecía nueva, un buen monitor y un montón de discos por allí.
- Veras Raúl, te cuento, el ordenador es de mi marido, que ya sabes que trabaja con el camión y se pasa fuera la semana, pues veras, su sobrina, Bea, algo ha tocado que dice que ahora no funciona, que no va el internet.
Me senté y me dispuse a comprobar que pasaba. El ordenador, a pesar de ser nuevo iba algo lento, seguramente tenía algún spyware o algo parecido.
- ¿Te apetece tomar algo? ¿Cerveza o coca cola?
- Si gracias, una cerveza.
La casa, como la mía, era calurosa y ya que iba a pringar gratis al menos me llevaba eso. El problema de la conexión a internet era sencillísimo. El adaptador de red estaba deshabilitado. Antes de que la señora volviese con la cerveza ya funcionaba internet y me iba a bajar un programa para limpiar un poco el equipo. Evidentemente y como podéis imaginar rápidamente comprobé el historial de páginas visitadas. Las habituales redes sociales y como casi siempre algo de porno, pero era reciente, visitadas en las últimas 24 horas, si el dueño de ese ordenador estaba con el camión ya sabemos quién había estado jugando. Bea.
Recordando la indiferencia de la chica a mí llegada y dispuesto a llevarme algo más de la visita decidí sacarle un poco los colores delante de su tía. Cuando esta llegó con la cerveza le dije que si podía venir su sobrina para explicarle una cosa para evitar problemas. El limpiador del equipo seguía trabajando.
Entraron las dos, que diferentes eran. A parte de los 15 o 20 años que las debían separar sus físicos eran la noche y el día. La tía, bastante más alta, muy clara de piel, corpulenta aunque no gorda, con una cara amigable. Bea, mas menuda, delgada y muy morena de piel. Era evidente que no tenían lazos de sangre entre ellas. Ella era sobrina por parte del marido, un señor moreno y con bigote.
- Bea, ¿verdad? – Ahora era yo el que despreciaba.
- Si – La chica, con cierta timidez pensando en la bronca que la iba a caer.
- Bueno, he estado mirando y aquí, en el historial, hay algunas páginas que seguramente sean responsables de que haya entrado el virus (palabra más sencilla y que todo el mundo entiende). Deben ser algunas de estas.
Comencé a leer los nombres de algunas páginas, casi siempre aparecían las palabras “xxx”, “amateur”, “videos”… podéis imaginar. Sin embargo Bea no se inmutó, la que comenzó a inquietarse fue Sonia, que plantada al lado miraba a cualquier sitio menos a nosotros.
- Perdona, pero yo no he entrado ahí en mi vida. ¿Tengo pinta de ver porno en el ordenador o qué?
- Bueno, será cosa de mi marido, ¿no? Ya le avisó yo cuando venga de que no entre ahí. ¡Ya le vale, a su edad!
Vaya, que rápido quería pasar por el asunto la buena vecina, la verdad es que su gusto con el porno era similar al mío, aunque en su caso había cierto interés en el porno interracial y casero. Vamos, un ama de casa que fantaseaba con un negro que se la follase en su casa.
Pero estas páginas se visitaron ayer, antes de ayer… - Decidí hacer más sangre con el asunto.
Bueno, será cosa del ordenador, como estaba roto. Sera el virus, ¿no?
Ya, claro, el virus. Si tía, el virus. Anda que menudo cotilleo, cuando le cuente esto a mi madre se va a reír.
Mira niña, no me jodas que eso es cosa del virus.
La tensión empezaba a ser superior a lo que yo estaba dispuesto a tolerar, comencé a buscar un momento de respiro para levantarme e irme de allí sin más. Todo arreglado, decirles que cuando el programa terminase lo reiniciasen y nada más. Sin embargo una mano me arrebató el ratón. Era Sonia que, sin decir nada comenzó a mirar carpetas con cierta torpeza.
- Aquí jugamos todos, bonita. ¿Qué te crees, que tu tía es tonta?
Carpeta de fotos con nombre numérico y dentro una serie de fotos. Al azar abrió una Sonia y en ella se veía a Bea, en bragas sobre la silla en la que yo me sentaba y tapándose las tetas con la mano. Era una foto hecha con la webcam del ordenador.
- ¡Pero de dónde has sacado eso!
Bea se abalanzó también sobre el ratón arrebatándoselo a su tía que aún tuvo tiempo de pasar de foto. Precioso culo el de Bea. De pie y de espaldas al ordenador sólo con una braguita brasileña. Moreno y firme, si, precioso.
Ambas mujeres respiraron y se miraron, no hacía falta ni comentar que el mejor acuerdo que podrían alcanzar era simplemente ignorar lo que cada una había visto. Sin embargo comencé a jugar.
- Si queréis os enseño a guardar fotos bajo contraseña y a limpiar el historial.
Se hizo el silencio, ninguna de las dos esperaba que dijese nada, es más, diría que se habían olvidado que estaba allí. Fue Sonia la primera en reaccionar.
¿Qué?
Que es fácil borrar las páginas que visitas y ocultar las fotos para que nadie las pueda ver.
¡Pero si las fotos están ocultas! Es esta cotilla que rebusca.
Mira niña, el ordenador es nuestro, culpa tuya por dejarlo ahí.
Bueno, no discutáis, al fin y al cabo nadie tiene que enterarse y aquí no ha pasado nada. Salvo por un detalle.- Añadí.
¿Qué detalle?- Dijo Bea, inocente.
Que mi silencio tiene un precio. – Me puse de pie, frente a ellas.
Nunca había hecho algo así, siempre había sido más tímido pero ver a las dos mujeres peleándose como gatas con las fotos de una de ellas de fondo y las fantasías de la otra en mi memoria me hicieron jugármela. No, no pretendía cobrar dinero precisamente.
Funcionó, la experiencia es un grado y Sonia, mujer de cerca de 40 años rápidamente entendió por dónde iban los tiros. Con un movimiento sutil y mirándome a los ojos adelantó un muslo lo suficiente para que al abrir la bata se mostrase la pierna casi entera. Realmente la piel era muy blanca y en contra de lo que pensaba la señora estaba bastante delgada. Dichosa ropa de maruja que disimulaba demasiado.
Bea, por un momento hizo ademan de irse. No me habría importado, es más, si me hubiesen mandado a tomar por culo me habría ido con el rabo entre las piernas. ¿Qué iba a hacer? ¿Decirle a mi vecino que su mujer veía porno y su sobrina se hacía fotos en pelotas? Menuda tontería.
Fui yo el que terminó de abrir la bata de Sonia, debajo unas bragas blancas, debían ser cómodas, sin costuras. El sujetador, de otro conjunto era un poco más adornado, quizá fuese necesario algo así para sujetar las tetas que parecían muy grandes. Con su edad debían caer bastante una vez se quitase el sostén. Abrazando a la tía y con mis manos dirigiéndose al culo lo más rápido que podía sin parecer ansioso Bea se acercó reclamando atención. Fue mi boca la que tuvo y se unió a nosotros con un beso profundo, con lengua. Una mano que en ese momento no sabía de quien era se posó en mi muslo.
¿Así te callarás?
Seguro.- Dije sacando la lengua de la boca de Bea.
Una vez más me había equivocado, las tetas de Sonia no estaban caídas, todo lo contrario, eran como dos bolas enormes y duras. Operadísimas. Nunca había tenido unas así a mi disposición y las manosee con fuerza, casi con violencia animado por la dureza y la extraña textura de las mismas. Bajo mi mirada y mi sorpresa fueron las bocas de tía y sobrina las que se juntaron delante de mí mientras yo me centraba en los pechos de Sonia.
Tras besarse, Bea no tardo demasiado en buscar algo mas con que entretenerse. Arrodillada encontró algo que podía palpar a través del pantalón. Una mano de su tía acariciaba su cabeza, la otra guiaba a la mía por sus enormes senos.
Hasta la campanilla, a la primera y sin preámbulos. Bea engulló polla hasta casi ahogarse, desde mi ángulo podía ver los movimientos bruscos de su cabeza, quizá su tía le estuviese marcando ese ritmo. Pues que bajase ella a ver como lo hacía.
Ayuda a tu sobrina, ¿no?
Claro.
Sonia me besó, me baboseo la boca y se puso junto a su sobrina, en cuclillas a diferencia de su sobrina, que permanecía de rodillas.
La experiencia es un grado pero no el único. Se turnaban para meterse mi rabo en la boca, profundo y con deseo y desde luego Bea llegaba más y mejor. Sonia, más torpe además me rozo incluso un par de veces con los dientes. ¿A quién le importaba? Me estaban haciendo la mejor mamada de mi vida.
Se volvió mejor aun cuando Sonia decidió dedicarse a mis huevos, increíble la sensación de una lengua lamiendo y moviendo mis testículos mientras por otro lado Bea, ahora con más calma, se deleitaba con mi polla en el momento en el que una mezcla de salivas y fluidos casi resbalaba hasta mis piernas.
Las tuve que frenar para poder hacer más cosas, no quería correrme aun pues me quedaba mucho por disfrutar. Bea tomó la iniciativa y subiendo una de sus piernas en la silla del ordenador me arrastró a su coño. Rasurada hasta la exageración, ni un solo pelo ni rastro de ellos había allí, solo un coño carnoso, jugoso y con un dulce olor. Me sumergí en él, mi lengua encontró su clítoris con cierta dificultad, era pequeño y estaba bien escondido. El de Sonia, curiosamente, era todo lo contrario. Su coño, con bastantes kilómetros más no era ni tan firme ni tan carnoso, desde luego no tan jugoso, lo podía con toda claridad pues Sonia empezaba a jugar con el. Sus manos se mostraban hábiles mientras se masturbaba a nuestro lado. Su sobrina, disfrutando mi cunnilingus pudo intuir como Sonia era la primera en correrse ese día. Segundos antes de que sucediese esto las manos de Bea agarraron las tetas de su tía y la arrastraron para besarse de nuevo, casi me aplastaron, allí, lamiendo por un lado y con la mano de la otra en mi nuca tocándose el coño como si lo fuesen a prohibir.
Bea tomo la iniciativa en la operación y, empujando a su tía la sentó en la mesa frente a mí. Se acercó a mi oído y me susurro.
- Fóllatela.
Me coloqué frente a ella y sin tiempo para situarme las manos de Sonia apuntaron mi capullo recto a su coño. La masturbación había lubricado finalmente el coño y fue delicioso penetrarlo. La postura, el calentón o la propia mujer, no lo se pero fue placentero poder empujar hasta el final y que ella recibiese cada pollazo con un gemido de placer. Bea, a diferencia de su tía, se masturbaba con muchísima calma. Con su dedo índice hacia pequeños círculos sobre su zona más sensible destinados a mantenerse excitada en lugar de a correrse, debía estar esperando su turno.
Al igual que antes Sonia no tardó demasiado en correrse, de hecho me sorprendió que se fuese más rápido que ninguna otra mujer que yo haya visto. Yo, aprovechando, saqué la polla con el fin de poder hacerlo también con Bea antes de alcanzar mi clímax.
Sonia, esta vez, colocó a su sobrina sobre la mesa, con el culo en pompa, me miró y me hizo un gesto entregándomela. La penetré y menuda diferencia con Sonia, la vagina era estrecha, muy lubricada pero desde luego diferente. Me habría pasado horas follándome despacio ese pequeño agujero que reaccionaba con pequeñas contracciones y movimientos cualquier penetración profunda que intentase. A su tía, sin embargo, nunca le haría el amor despacio, su coño pedía violencia.
Algo me detuvo, la mano de Sonia, que miraba tranquila, se deslizó a mi miembro y me hizo sacarlo de Bea.
- A esta zorra la gusta por otro lado.
Se agachó sobre su sobrina y dejó caer saliva en la raja del culo. Sin esperar a que resbalase usó el dedo para frotarlo con el ano. Sin más ceremonia volvió a cogerme la polla y me la colocó justo en el culo, en el mismo centro. Empujé despacio sin llegar a meter más que el capullo.
Sin prisa.- Bea gimió.
De acuerdo.
Como me indicó y siempre bajo la mirada de Sonia poco a poco fui abriendo el culo, al principio apenas si podía empujar sin sentir el rechazo de Bea y pasados unos minutos ya con más fuerza. Sonia, dejando de supervisar se colocó bajo nosotros lamiendo, como podía por la postura a ratos el coño de Sonia y de vez en cuando mis pelotas.
No se si Bea llegó a correrse con la follada por el culo, solo se que en un momento dado me la estaba follando con toda la fuerza que podía, metiendo el rabo entero por el culo, algo que a casi cualquier mujer le dolería. Bea aguantaba. Apenas si tuve tiempo de sacarla cuando me vino uno de los orgasmos más intensos de mi vida, Sonia, experta, sabía lo que pasaba y espero plácidamente que el chorro cálido brotase. Lo recibió en la cara, parte en la boca e incluso unas gotas acabaron en ella después de resbalar por el coño de Bea. Joder, como una película. Solo falto el detalle final de las dos mujeres besándose con mi corrida en sus labios. Eso no pasó, curiosamente Sonia se apresuró en irse a limpiar mientras Bea se vestía.
Ahora tienes que terminar con el ordenador.
Déjame un segundo… - Me faltaba el aire.
Es curiosa la frialdad que volvió a Bea tras lo que acababa de suceder, parecía que le había dado un cigarro por la calle en vez de follármela por el culo.
En un momento dado Bea salió del cuarto, supongo que como su tía, a lavarse o algo así. Aproveché y cotilleé la carpeta donde estaban las fotos de Bea. No sólo estaba esa, había una subcarpeta vacía y bajo esta otra más con la palabra “Videos”. Entre pensando que estarían videos grabados por Bea en la misma línea que las fotos que había mostrado su tía. ¡Que ingenuo soy! Había como media docena de videos, no tenían previa y me apresuré a abrir uno.
El video comenzaba con la habitación donde me encontraba, sin embargo la cámara parecía estar situada en una esquina y no en el ordenador, miré y, efectivamente, allí había una cámara con un piloto rojo encendido. Avancé el video mosqueado y un chaval entraba en el cuarto con Sonia, poniéndose a mirar el ordenador. Di un salto de unos minutos, Sonia entraba en el cuarto con un refresco. Volví a avanzar el video, Sonia y Bea chupándosela juntas al chaval. Avance hasta casi el final. Los tres follando.
Cerré ese video y abrí otro. Mismo cuarto, mismo ángulo de cámara. En este entraba un chico negro acompañado por Sonia, poniéndose a mirar el ordenador, avancé y Sonia aparecía con un refresco….