Todavía me da corte contar esto
Soy un tío activo, bien dotado, dominante y morboso. Tengo un cuerpo muy masculino, siempre he provocado atracción a las mujeres y a los hombres que he conocido. En realidad soy un hombre de suerte, pero ...
Todavía me da corte contar esto.
Soy un tío activo, bien dotado, dominante y morboso. Tengo un cuerpo muy masculino, siempre he provocado atracción a las mujeres y a los hombres que he conocido. En realidad soy un hombre de suerte. Tengo una complexión natural fuerte, mis brazos y pecho son velludos, lo que me da un atractivo muy varonil. He tenido muchas tías pero verdaderamente lo que me da verdadero placer es follarme a un hombre.
Así las cosas me decidí a darme alta en una de las páginas de contacto gay que existen, esas que son verdaderos catálogos en línea, donde uno enseña lo que tiene y dice lo que quiere. Puse unas cuantas de mis fotos. Fui claro al decirles: esto es para follar, no pongo foto de careto, ni digo si soy casado, ni si tengo parejas, ni leches. Si lo que vemos nos mola, chateamos, si nos sigue molando quedamos. Quedar no significa que vallamos a follar, solo significa eso, quedar. Si seguimos molando follamos, sino tomamos una caña y hablamos del tiempo ... cinco minutos. Nada de preguntas tontas, de medidas ni otras gilipolleces. No me importa que seas flaco, gordo, feo, ni calvo: que no me voy a casar contigo.
Al día siguiente cuando entré tenía 56 mensajes. Se habían fijado en mi perfil gentes de diferentes tipos, todos estaban deseando que los enculara y que les dejara mamar mi la polla. Contesté a unos cuantos mensajes y finalmente decidí bloquear a aquellos tíos que no tuvieran nada que ver conmigo, pues me gusta follar a hombres masculinos y preferiblemente que alardeen de activos. Eso me da mucho morbo.
A los pocos días estaba intercambiando mensajes con un grupo de tíos fantásticos, pero ninguno acababa de llenarme. Por fin busque a un grupo de machos activos en el entorno de mi ciudad, a menos de 30 minutos de mi casa, pues no voy a hacer un viaje para follar, teniendo tanta gente necesitada cerca, entre ellos yo. Apareció uno que me encantó. Le lancé un mensaje y no tardó en responderme. Me decía que en realidad mi cuerpo le gustaba, pero que él también era activo y que no veía que pudiéramos llegar a nada.
Aquella respuesta era como un reto, aquel tío era un verdadero macho y follármelo se convirtió en mi obsesión. Decidí ir a su conquista. Le volví a mandar mensajes, le expliqué que su cuerpo me encantaba y que podíamos quedar, nos íbamos a mi casa y hacíamos un 69, los dos disfrutábamos y si ninguno lograba dominar al otro nos corríamos y quedábamos como amigos.
Al principio el tío estaba reacio a una experiencia como esta, me confesaba que yo le gustaba, pero en el fondo no le entusiasmaba la idea de que yo deseara follármelo y él follárme a mi. Insistí varias veces en provocar un encuentro y al fin lo reté: si tan seguro estás de que no te voy a poder follar no tienes porque tener miedo a un encuentro.
Yo no tengo ningún temor a que tu pudieras sodomizarme, pues estoy seguro de que nadie podrá follarme. El reto surtio efecto, le herí su amor propio y accedió a nuestro encuentro. Quedamos el sábado por la tarde a conocernos personalmente en un bar cerca de mi casa. A la hora fijada nos encontramos, pedimos unas cañas y nos sentamos en una mesa donde podíamos conversar con libertad.
El encuentro resultó un éxito, aquel hombre olía a macho en todas sus células y además era una gente atractiva y agradable en extremo. Conversamos un buen rato hasta que la conversación llegó al punto de mi reto. Raúl que así se llamaba mi ya amigo, accedió a visitar mi casa. Caminamos dos o tres calles, llegamos y tomamos el ascensor y pronto estábamos dentro de mi casa. Los dos respirábamos fuerte, no acabábamos de romper el silencio, hasta que lo invité a pasar al salón y decirle: ponte cómodo y siéntete como en tu casa.
Se sentó en el sofá del salón y yo fui a preparar unos tragos a la cocina. Cuando volví con los vasos había dejado mi camisa en la habitación y venía con mi pecho desnudo. Sentí como sus ojos se le iban para mi pecho velludo, cuando le di su vaso mis manos rozaron las suyas, tenía la piel caliente, su cuerpo ardía de deseo. Me senté a su lado, brindamos por nuestra nueva amistad y finalmente Raúl acercó su boca a la mía y comenzamos a darnos el beso más ardiente que recuerdo. Nuestros labios se restregaban, nuestras lenguas trataban de entrar en nuestras bocas, succionábamos, nuestras salivas se confundían mientras yo trataba de despojarlo de su camisa, lo que él se dejaba mientras continuábamos besándonos. Cuando logré quitarle su camisa su boca se apoderó de mi cuello y con su lengua me lo saboreaba, sentía como mi cuerpo se erizaba, nunca había sentido una cosa igual y por primera vez temí que pudiera perder el reto.
Como el pacto era no impedirnos ninguna acción que pudiera terminar en una conquista debía cumplir mi palabra y dejarlo actuar, de mi cuello pasó a besarme el pecho, su lengua lamía mi piel, sudábamos copiosamente, mi respiración se entrecortaba, mi corazón latía cada vez a mayor ritmo y pronto estaba disfrutando mis tetillas de forma que me estaba estremeciendo, mi mente se ponía en blanco. Pensé que estaba perdido, que se me estaba resquebrajando mi voluntad, tenía que hacer algo para cambiar la situación pues si las cosas continuaban en este rumbo aquel macho rompería mi culo virgen y lo haría sin ninguna contemplación, como era nuestro pacto.
Aproveché un instante en que ante mi extenuación comenzó a quitarme los pantalones para recuperarme y lanzar mi ataque de conquista. Como pude me incorporé y comencé a chuparle su cuello de una forma apasionada, sentí como su piel se erizaba y entre caricias le propuse ir a la habitación. Lo fui conduciendo a la habitación sin dejar de besar su boca y sin que mis manos dejaran de acariciar su espalda. Lo llevé de espaldas a la habitación y lo acerqué a la cama y le hice perder el equilibrio y caer boca arriba, le acabé de quitar el pantalón y por fin desnudos los dos caímos en la cama.
Nuestras pollas estaban empalmadas a tope, ambos teníamos un tamaño de polla acojonante, las dos pollas se babeaban de deseo y comenzamos a hacer un tremendo 69. Primero yo logré que él quedara boca arriba, lo que me permitía introducirle mi polla en su boca hasta los huevos, con trabajo buscaba sacársela un poco para respirar, le dejaba tomar un poco de aire y de nuevo se la metía hasta la garganta, mientras que yo por mi parte dejé de chuparle la polla para ir a mamarle el culo. Sentí como su cuerpo se estremecía, no quería que le siguiera chupando el culo porque sabía que estaba perdido, por eso yo con mis brazos le abrí las piernas lo que más pude y continué chupando su culo, sentía sus gemidos desesperados cuando mi lengua comenzaba a acariciarle el esfinter y poco a poco se le introducía. Estaba ganando la batalla, el culo de Raúl sería mío.
Sentía como sus piernas perdían fuerzas y como se facilitaba mi labor de dilatarle el culo, mi lengua desesperadamente lo estaba disfrutando al máximo, estaba muy estrechito aquel culo virgen que ya casi era mío.
De pronto Raúl logró cambiar de posición y ahora quien estaba abajo era yo, su polla me entraba hasta la garganta, sentía sus huevos en mis labios y ahora quien dejaba de mamarme la polla era Raúl y comenzaba a chuparme los huevos, aquello era un placer extraordinario, introducía cada uno de sus huevos en su boca, mientras sus manos acariciaban mis nalgas y me las apretaba. Aquello no me estaba gustando, Raúl estaba de nuevo con la iniciativa y pronto uno de sus dedos ensalivados estaba acariciándome el culo y entrando y dando vueltas dentro de él. Como uno de mis huevos estaba dentro de su boca yo no me atrevía ni a moverme para no lastimarme lo que él aprovechaba para continuarme dilatándome el culo. De un dedo pasó a introducirme dos y llegó hasta los tres, me estaba retorciendo de placer y no podía hacer nada por cambiar la situación pues mis huevos no salían de su boca, estaba al correrme y se lo dije, cuando de pronto apretó uno de mis huevos de tal forma que me bajó la erección del dolor y fue cuando me dijo: solo te correrás cuando me salga de los cojones. Yo sentí en ese momento que su voluntad se estaba imponiendo. Después continuó chupándome los huevos y a seguirme dilatándo el culo de forma que pronto volvía a empalmarme.
Aquello continuó durante un buen tiempo, sus dedos me hacían retorcer de placer y cuando casi estaba de nuevo al correrme otra vez me volvía a apretar los huevos y a partirme de dolor, sus fuertes manos azotaban entonces mis nalgas y continuaba en su dominación, diciéndome que solo me correría cuando le saliera de sus santos cojones. Cuando le dio la gana me volvió a apretar los huevos con su boca y creí desmayarme, me quedé sin fuerzas y retorciéndome de dolor, entonces me viró boca abajo y su cuerpo cayo sobre el mío de forma que ahora comenzó a chuparme el culo de una forma apasionante, me estremecía, mi mente se quedaba en blanco, mis piernas perdían fuerza, mi polla se babeaba por el deseo en correrse, estaba sin fuerzas, cuando de pronto Raúl me puso una almohada que levantó mi culo, en mi estado pude ver a aquella polla que sus venas la hacían engordar como si fuera un ser vivo, que se babeaba de deseo en coger mi culo, traté de hacer algo por impedir que me empalara pero por otro lado estaba sintiendo el deseo de que aquella polla me enculara, solo fueron unos segundos de vacilación pero cuando me decidí a tratar de luchar de nuevo ya era tarde. La polla de Raúl me tenía colimado el culo, sus fuertes manos aguantaban mi cintura y de un solo golpe de caderas me la clavó hasta los huevos, su exclamación de placer se confundió con mi grito de dolor que me partía en dos. Perdí la sensación del olfato, mis brazos temblaban mientras Raúl sin piedad me la metía y sacaba a un ritmo acojonante, su boca mordía mi cabeza, mientras sus fuertes brazos dominaban los míos. En mis oídos sentía la voz de Raúl que me exigía la entrega, que moviera el culo para que le diera más disfrute. Cuando el dolor empezó a mitigarse comencé a sentir el placer de ser poseído, le confesaba que el tiro me había salido por la culata, que nunca pensé que él se follaría mi culo virgen y sin ninguna contemplación.
Mis lamentos solo provocaban que sus embestidas fueran mayores, mis lágrimas saltaron de mis ojos, pero Raúl seguía disfrutando mi culo imperturbable, me exigía que mi culo fuera para siempre de él y pronto yo comencé a aceptar mi nueva situación, cuando le dije que mi culo sería para él solo, entonces comenzó a acariciarme y a follarme con una ternura que me hizo empezar a sentir placer y terminamos corriéndones simultáneamente, yo sobre la cama y él en mis entrañas.
Quedamos extenuados y abrazados, pero su polla flácida en mi culo, así estuvimos por largo rato, conversábamos de muchas cosas, de la buena pareja que íbamos a hacer, cuando de pronto comienzo a sentir algo caliente que corría por mis entrañas, aquello era una sensación desesperante, pues era mucha más cantidad que la leche que me había echado dentro. Sus brazos me apretaban con fuerza, mientras continuaba meando dentro de mi culo, comencé a sentir un desespero increíble, su polla se puso de nuevo dura y comenzó a follarme de nuevo de una forma tan apasionada, mientras que yo sentía que explotaba. Nos volvimos a correr de nuevo, mi leche volvió a la cama y a embarrar mi pecho y la suya de nuevo a mis entrañas. Yo estaba sudado por mi sudor y por el de Raúl. Cuando su polla abandonó mi culo, mi cuerpo temblaba, sentía que me iba a cagar salí corriendo al baño, me senté en el vater, me salían muchos gases, meado y leche del culo, todo mi cuerpo temblaba y Raúl frente a mi me acariciaba de una forma tan cariñosa que cuando pude incorporarme le agradecí que hubiera gozado mi culo virgen de la manera que lo hizo.