Todas tus primeras veces serán conmigo (2)
...nunca nadie me había besado como lo haces tú...
TODAS TUS PRIMERAS VECES SERÁN CONMIGO II
En el aeropuerto, Beatriz se acordó de Virginia, aún sentía el latir de sus labios en su piel.
Durante el viaje, soñó con ella, pero lo tenía claro, iba a estar un año en Italia y no podía comenzar ninguna relación con ella.
Los primeros días fueron duros. A penas conocía gente, se limitaba a ir a clase y estudiar encerrada en su habitación. Poco a poco fue conociendo amigos, conoció a una chica, en la biblioteca.
Comenzaron a salir los fines de semana y con el paso de los días se veían más frecuentemente. Era una relación más o menos estable, prácticamente la única compañía de Beatriz. Pasaban juntas cada vez más tiempo, y la mayoría de los días Beatriz dormía en el piso de Alicia, que así se llamaba esta chica.
Decidieron que lo mejor sería que Bea se fuera a vivir con ella a su piso, porque de todos modos, ya vivía prácticamente allí siempre, y así no tendría que pagar un alquiler sin necesidad.
La verdad es que se llevaban muy bien y se querían. De vez en cuando a Beatriz le pasaba por la cabeza aquella chica que la despidió tan amablemente, se acordaba de Virginia...
Ya casi había pasado un año desde que se marchó de Sevilla, echaba mucho de menos su gente, sus fiestas y su ambiente, pero en Italia había encontrado a Alicia y eso la retenía allí.
Cuando sus padres le preguntaban cuándo iba a regresar, siempre trataba de dar escusas. De este modo, al terminar la carrera, encontró un buen trabajo allí, y sin pensárselo demasiado le dio la noticia a Alicia de que había decidido quedarse allí un año más y que al tener trabajo, todo sería mejor, ambas lo celebraron.
El tiempo pasaba, la relación se formalizaba, pero en su interior, Beatriz sentía un hueco vacío...
Alicia ya había presentado a Beatriz a toda su familia, y a pesar de la distancia, quería que la familia de Bea también participara de su relación. Al principio a Beatriz no le importó la idea, tendría que viajar a Sevilla con Alicia y la verdad es que le apetecía bastante, y entonces se volvía a acordar de Virginia, y de que si volvía era posible que se encontraran, y eso la asustaba al tiempo que la atraía.
La decisión final fue que Beatriz se marcharía para Sevilla y dos días después llegaría Alicia, así tendría tiempo de prepararle el camino a sus padres, aunque ella esperaba que reaccionasen bien, y no sería igual que presentarlo todo al mismo tiempo, podría darles un respiro.
Bea estaba nerviosísima, el taxi que tomó ya recorría las viejas calles de su barrio, se le salían los ojos por la ventanilla, y al cruzar la esquina, no era real, no lo podía creer, pero allí estaba Virginia, acompañada de otra chica... Tuvo una reacción extraña en su interior, de alegría por volver a verla y al mismo tiempo de rabia por verla con otra chica, y al instante reaccionó: pero qué estoy pensando!! yo tengo a mi chica y es normal que ella tambien haya encontrado a la suya, me estoy poniendo celosa??
Llegó a casa de sus padres que la recibieron con alegría y entusiasmo como era de esperar, y poco a poco les fue induciendo a la noticia que queria darles. La respuesta de sus padres fue bastante positiva, y su madre mostraba un interés desmesurado por conocer a Alicia, quería saberlo todo de la persona que había enamorado de tal modo a su hija, todo iba mejor de lo esperado.
Por la tarde, Beatriz acompañó a su madre a hacer unas compras y al entrar a una tienda de ropa se encontraron con Virginia. Se saludaron con frialdad, pero la mirada de Virginia le bastó para saber que necesitaban hablar, así que como antiguas amigas quedaron para tomar unas copas por la noche.
Bea estaba nerviosa, no sabía por dónde le iba a salir aquello, estaba segura de sus sentimientos hacia Alicia pero... Ya se había arreglado para salir, sonó el timbre de la puerta, era Virginia. Al bajar se quedó sorprendida: Virginia no venía sola, estaba acompañada de Maribel, su chica. No sabía si sentir alivio, porque eso indicaba que no estarían a solas y no podría suceder nada, o sentir rabia o quizás las dos cosas al mismo tiempo. Sentimientos enfrentados que le obstruían el pensamiento.
Fueron a tomar una copa a un bar poco transitado y tranquilo, estuvieron charlando largo y tendido poniéndose al día sobre lo que habían estado haciendo durante todo ese tiempo.
Maribel se marchó al baño.
- Tenemos que hablar tu y yo Bea. - De qué crees que tenemos que hablar? yo creo que no deberiamos complicarnos la vida, ambas estamos bien con lo que tenemos, y debemos valorar la confianza que nuestras parejas nos ofrecen del mismo modo que ellas lo tienen en cuenta con nosotras, no?
Virginia pensativa unos segundos le contestó: - Si... eso está bien, pero tú sabes que lo nuestro fue algo más que una noche, no se tú pero yo no he dejado de pensar en lo que sucedió, y me parece que deberíamos darle otro final.
Beatriz no contestó. Maribel se incorporó de nuevo a la mesa.
- Bueno chicas os veo un poco apagadas, vaya reencuentro después de tanto tiempo, parece un funeral... - Creo que yo me voy a marchar ya y os dejo a vosotras seguir, que mañana tengo que recoger a Alicia, su vuelo llega a medio día, y aún tengo que preparar algunas cosas, en fin, será mejor que me vaya... - Ya te vas a marchar? Entonces nosotras también, verdad Maribel? venga sí, y te acompaño a tu casa. - Bueno pues nada, ya que teneís tanto empeño, nos marcharemos, pero que sepas que cuando Alicia esté aquí tenemos que salir todas juntas de marcha eh? Sugirió inocentemente Maribel.
Realmente era curioso, porque tenían que tomar el mismo camino las tres, así que lo hicieron juntas pese que a Beatriz no le agradaba la idea porque se temía que Virginia la hipnotizara... como ya hizo aquella noche.
Virginia besó a Maribel en el portal de su casa y se despidieron, se quedó con Bea, y continuaron el camino hasta sus casas.
- No te recuerda a nada esta situación? - La verdad que sí pero... mira Virginia, es cierto que he pensado muchas veces en tí mientras estaba en Italia, pero tú tienes tu vida y yo tengo la mia, no quisiera tener que arrepentirme de nada... y supongo que tú tampoco. - Tienes razón Bea, lo siento si te he ofendido, ya se que estás muy segura de lo que sientes por tu chica, ha sido un error mio, será mejor que nos despidamos ya.
Mientras caminaban habían llegado ya al portal de casa de Virginia. Se dispusieron a despedirse.
- Quiero que sepas que el mejor recuerdo que me llevé de Sevilla no fue ni la Feria ni mis amigos ni nada, fue aquella noche contigo, y me dormí muchas noches pensando en tí y en como habría sido todo si no me hubiera marchado, pero qué podemos hacer ya, nada...
Beatriz veía el rostro serio de Virginia, sabía que estaba haciendo lo correcto, pero en el fondo, ella tenía los mismos deseos de reecuentro, se aproximaron para despedirse, y entonces Bea tomó la cara de Virginia con sus manos y la besó dulcemente, un beso que sabía a despedida y que posiblemente no se repetiría, pero en el instante en que rozó aquellos labios, tan cálidos, la mente se le nubló y actuó solamente por impulsos, Virginia no opuso resistencia, y continuaron besándose mientras se abrazaban.
- Beatriz, nunca nadie me había besado como lo haces tú, nunca sentí lo que siento cuando me besas, y parecerá una locura porque realemente a penas nos conocemos, pero no puedes decirme que no, sube a mi casa, y te prometo que nunca más volveré a pedirte lo que te estoy pidiendo ahora mismo... - Virginia, no deberíamos ir más allá...
Pero en el fondo se moría de ganas, y no se resistió cuando la tomó de la mano y la hizo entrar en el portal y subir por el ascensor. Mientras subían no hablaron, simplemente se limitaron a esperar que el ascensor se detuviera. Entraron en el piso de Virginia.
- Quieres una copa? - Será mejor que sí, lo que sea con cola, si es posible. - Como quieras.
Bebieron la copa sentadas en los taburetes de la cocina, mirándose, simplemente el tenerse la una delante de la otra ya las hacía felices.
- Ven. Quiero que veas una cosa...
Beatriz la siguió a lo largo del pasillo de igual modo que lo hizo dos años atrás, al llegar a la habitación, comenzó a sacar papeles y cosas de una carpeta que tenía bien guardada, le ofreció sentarse en la cama, y se sentaron para ojear aquellos papeles. - Sabes lo que es? Le preguntó Virginia. - Si... bueno son folletos de agencias de viajes, mapas de Italia... por qué tienes tu todo esto? - Tú que crees? Piensa un poco.
Beatriz no tenía ni idea de qué pensar, era muy extraño todo lo que le pasaba por la cabeza. - Cuando te marchaste a Italia, pasaron unas semanas y no podía dormir si no recordaba tus besos, comencé a informarme del asunto porque tenía la idea de marcharme a hacerte una pequeña visita. Estuve trabajando para ahorrar algo de dinero pero al final... - Que pasó? Beatriz estaba atónita, nunca hubiera imaginado lo que le estaba pasando. - Pues que Maribel entró a trabajar conmigo, y poco a poco se me fue quitando la idea de la cabeza, y desistí, pensé que tú ya habrías encontrado a alguien, como así fue, y que no podía estar más tiempo con esa angustia por verte... y bueno, aqui estamos.
No sabía qué decir, no tenía palabras, y al cabo de unos segundos, le dijo a Virginia:
- Sabes lo que te digo, es mejor que terminemos con esto de una vez por todas.
Virginia estaba sentada a su lado, en la cama, la tomó de la mano y se la besó. Sus cabezas se acercaron temerariamente y se besaron, con eterna delicadeza y pasión, se fueron tumbando, Virginia comenzó a desnudar a Bea, le quitó la camiseta, el sujetador, y dejó a la vista sus dos preciosos pechos, redondeados, firmes, y los besó, los mimó y acarició con sus manos, mientras sentía que Beatriz se deshacía de excitación, recordaba la última vez que sintió algo así, devoción por aquel cuerpo de mujer que se alzaba ante sus labios. En poco tiempo, las dos ninfas posadas sobre la cama, la una frente a la otra, se admiraban, Virginia estaba más delgada que la última vez, pero seguía siendo igual de guapa, la pasión en su mirada no había desaparecido, sus mejillas que tanto gustaron a Beatriz...
En cambio Bea estaba un poco más rellenita, ella se escusaba aludiendo a la comida Italiana, pero permanecía tan bella o más como la recordaba Virginia. - Heché mucho de menos no tener ni una foto tuya Bea, a veces intentaba recordarte y tu cara estaba borrosa. - Bésame por favor...
Se fundieron en un beso mientras sentían el calor de sus cuerpos, se acariciaban por todas partes, a ambas se les notaba mucha más experiencia en la cama, habían aprendido a dosificar su pasión para que aquella noche fuese eterna y memorable. Virginia se apoderó del lóbulo de la oreja de Bea mientras ésta se estremecía al sentir el susurro de un TE DESEO que la recorrió por completo, sus cuerpos se abrazaban, sus pezones jugueteaban despuntando con virtuosismo, Virginia se adueñó del vientre de su amante y lo sembró de besos y de pequeños surcos de saliva que recorría con su lengua, deslizó su mano cautelosamente e indagó en la entrepierna de Beatriz, la sintió muy excitada, húmeda, ansiosa de placer y comenzó a acariciarla con la yema de sus dedos. Bea jadeaba levemente y Virginia notaba su aliento en su oido, la piel se le erizaba con cada suspiro que emanaba de Beatriz, comenzó a deslizarse entre sus piernas y bebió con sus labios del néctar de los Dioses del Olimpo, mientras su compañera se rendía ante su sabiduría y se apoderaba de su alma a través de su sexo, la succionaba y la elevaba hasta que por fín alcanzó el cúlmen de su éxtasis de placer y se derrumbó de satisfacción y alegría.
Virginia la abrazó y acarició su espalda con ternura, Bea estaba extasiada, pero logró articular una breve frase. - Eres fantástica Virginia, espero no defraudarte... y esbozando una sonrisa de perversión se colocó a sus pies y comenzó a besarlos. Recorrió toda su piel con sus besos, siguió por la pierna, los muslos, las yemas de sus dedos rozándola levemente, el vientre, el ombligo, los costados, los pechos de Virginia, erizados, pidiendo ser compensados, los cuidó con su lengua, el cuello, la oreja... Se besaron acaloradamente, mientras Bea indagaba entre las piernas de Virginia con avidez, su respiración era muy intensa, Bea la estaba volviendo loca por segundos. Dejó de acariciar su clítoris para introducir uno de sus dedos en el interior de Virginia, con astucia, sintiéndo ese calor, la presión, el ritmo del movimiento, y paró lentamente.
Acto seguido se acomodó frente a su sexo y comenzó a saborearlo, a nutrirse de él, mientras con delicadeza introducía uno de sus dedos, con suavidad, y se deslizaba en su interior. Con cada movimiento Virginia sentía que se derretía aún más, sentía que se venía, y entonces notaba que Bea relentizaba sus movimientos y alargaba su proceso de excitación, de pronto, Virginia comenzó a jadear:
- Más... mmmm...más...
Entonces Bea captó el mensaje, o al menos ella lo interpretó así y deslizó otro dedo más en su interior, y cuando lo notó húmedo, lo sacó para introducirselo por detrás, temerosa de que quizás Virginia pusiera reparos, pero no fue así... No aguantaba más, explotaba de placer, Beatriz la dominaba con su mano y sus labios, y entonces ocurrió y Bea notó cómo se contraía su cuerpo, esos espasmos que elevaron a Virginia, un orgasmo intenso e infinitamente ardiente.
Se abrazaron y se volvieron a besar, se miraron durante unos segundos a los ojos, y Virginia le confesó que era la primera vez que hacía aquello, pero que le había encantado, como todo lo que descubría con Bea. Virginia se quedó dormida en sus brazos; al cabo de un rato, se deslizó de la cama, se vistió. Antes de salir por la puerta, estuvo mirando por última vez a Virginia, dormida, angelical. Cogió sus cosas y se marchó a casa de sus padres.
Al día siguiente, sonó el despertador, preparó las cosas y se dirigió al aeropuerto. Alicia nunca se enteraría, y ella no pudo resistirse a la tentación.
Virginia abrió los ojos y se despertó sola en la cama, comenzó a llorar, no sabía muy bien porqué, quizá se arrepentía de no haberse podido resistir, o quizá por haberla perdido de nuevo...
FIN DE LA 2 PARTE.
E.M.U.G. 1/04/05