Todas tus primeras veces serán conmigo
Dos chicas que se conocen en la Feria.
TODAS TUS PRIMERAS VECES SERÁN CONMIGO.
Virginia es morena, de pelo largo, y no demasiado alta. Sus caderas son redondeadas, su piel tostada, sus labios sedosos.
Tiene una sonrisa pícara, una mejillas carnosas, ojos color café y sobre todo una mirada muy expresiva, seductora, sensual...
Beatriz tiene el pelo más corto y castaño, estatura media, unos 55 kilos, labios seductores y una sonrisa inocente.
Ojos color miel tras una mirada huidiza, interesante, misteriosa.
Feria de Abril, Sevilla:
Noche de fiesta por todo lo alto, música, alcohol, diversión al máximo, grandes borracheras, seguidas del cansancio propio.
Eran ya las 6 de la mañana, volvía a casa. Beatriz se sentó en un portal a descansar, se encontraba mareada, los pies doloridos, las botas le apretaban el pie y ya no aguantaba más pero si se las quitaba sería mucho peor después.
Virginia caminaba por la calle y se cruzó con ella. También estaba mareada, cansada y con el mismo dolor de pies.
Horas antes...
Estaban en la Feria cada una con sus amigos, y coincidieron en una caseta donde Rocio las presentó. No se prestaron demasiada atención durante la noche. Bebieron juntas e incluso bailaron alguna canción más pegadas de lo normal, pero la borrachera hizo que ninguna de las dos notara aquello como algo más allá. Pasó la noche, la gente se iba dispersando.
Virginia caminaba hacia su casa cuando vio a Beatriz allí sentada, aunque tardó en reconocerla porque había bebido mucho.
Beatriz, sentada en un portal, llevaba un pantalón vaquero muy ajustado, con unas botas de chúpame la punta, que por su expresión, la estaban matando. También llevaba una camiseta de licra, con escote generoso, estaba algo despeinada y como he dicho no tenía demasiada buena cara.
Virginia también tenía el pelo alborotado y estaba algo desorientada. Llevaba tacones altos, falda vaquera muy cortita y una camiseta de tirantas, muy sexy, y además hacía calor a pesar de la hora.
Se puso delante de Beatriz y comenzaron a charlar. Virginia le preguntó primero:
- Qué haces aquí? - Iba para mi casa, pero me ha dado un mareillo y me he sentado aqui a ver si se me pasaba... Mientras decía esto miraba las piernas de Virginia y se le entrecortaban un poco las palabras, aquella chica comenzaba a interesarle. Y tú ¿adónde vas? - Vivo aquí al lado y te he visto y he pensado, mira esa es Beatriz la amiga de Rocio, y nada... Se te pasa el mareo?? - Sí, gracias, ya estoy mejor. Beatriz se levantó y se puso a su lado. - Pues yo creo que me voy a sentar. Empezaba a marearse ella también. - He perdido la cuenta de cuántas jarras de rebujito han pasado por mis manos... - La verdad es que sí, que me hemos bebido bastante. Se miraron y comenzaron a reirse.
Beatriz estaba de pie y Virginia separaba sus rodillas lo suficiente como para dejar que se entreviera su ropa interior. Beatriz no sabía si Virginia era consciente de que le estaba deleitando con aquella magnífica perspectiva. Estaba nerviosa, pero el alcohol lo disimulaba bastante.
Virginia no se había dado cuenta, estaba demasiado borracha, pero entonces, interceptó la mirada de Beatriz completamente embobada mirando a su entrepierna y ahí si que fue a drede y separó las piernas un poco más.
Le excitaba aquella situación, la desnudaba con la mirada lentamente, se sentia como una hembra en celo...
Virginia se puso de pie y se acercó a Beatriz, la miró a los ojos y mientras le clavaba la mirada, la otra se derretía y caía hipnotizada por aquellos ojos. Se le acercaba lentamente, como si fuese a atacar a su presa, y le susurró al oido:
- Te ha gustado lo que estabas viendo?? Y acto seguido le mordió el lóbulo de la oreja logrando que Beatriz se estremeciera por completo de pies a cabeza. Te acompaño a tu casa? - Vale gira a la izquierda en esa calle. Beatriz se notaba un poco desorientada por lo ocurrido, aquello no podía quedarse así. - Hace calor esta noche verdad? - Será eso... - Si... ejem, vivimos en el mismo barrio y no nos conociamos, vamos no me lo puedo creer, comentó Virginia. - Es curioso, si, pero bueno ya poco importa porque dentro de dos días tengo que marcharme a Italia. - Vaya... es una lástima. A Virginia se le vino el mundo encima, a penas tenía tiempo de saber mucho más sobre aquella chica o intentar algo con ella. - Me han dado una Beca y estaré allí un tiempo.
De repente, Virginia se paró en seco y tomó de la cintura a la chica y la acorraló contra la reja de un comercio, tomó sus manos y las levantó por encima de sus cabezas, abrazó la pierna derecha de Beatriz con sus dos piernas, rozándose levemente, mientras besaba su cuello y le decía:
- No podemos perder el tiempo, no crees? - No, no podemos...
Empezaron a besarse con una pasión inédita que renacía de un fuego que las abrasaba por dentro y luchaba por desatarse. Se besaban con delirio, besos húmedos, tiernos, profundos, ardientes. Se abrazaron mientras sus manos se perdían por sus cuerpos, recorriéndose.
Virginia señaló un bloque de edificios. Yo vivo ahí, subes? No hay nadie en casa... -Como quieras.
Virginia abrió el portal y pulsaron el ascensor. Al entrar cerraron la puerta, se miraron y Virginia la hipnotizó de nuevo. Sus bocas se engarzaron a través de sus labios, regalándose vida en cada aliento. El ascensor se paró y entraron en el piso. Se desnudaron mútuamente a lo largo del pasillo y Virginia la condujo hasta el baño, se metieron en la ducha.
Jugueteaban con el agua y el jabón, Beatriz le echaba agua agua en la cabeza y bajaba por su pelo negro hasta acariciar sus pechos, la enjabonaba con sus manos. Estaban muy excitadas, el agua, las caricias, el tacto de la piel escurridiza por el jabón. Se secaron con una toallas y fueron hasta la habitación, comenzaba a amanecer.
Virginia la tumbó en la cama y perdieron las toallas, el roce de sus cuerpos, el olor a recién duchadas, el pelo mojado, el fuego en su interior, las cegaba, y el punto del alcohol que aún permanecía.
Se abrazaban, se besaban, se deseaban.
Beatriz tomó el control, se colocó sobre Virginia, pasó una mano por detrás de su cabeza y la abrazaba contra su cuerpo para sentir su piel mientras se besaban, y con la otra mano pasaba la yema de sus dedos por los pechos de Virginia, logrando que despuntaran ferozmente con rapidez, los acariciaba y bajaba su mano por el vientre, dibujaba en sus ingles, se insinuaba más allá... y paraba.
Comenzó a besarle el cuello mientras lentamente bajaba amenazante y peligrosa, veía en los ojos de Virginia el deseo personificado, lamía sus pezones, su vientre, hasta que llegó a su entrepierna, aceró su nariz, oliendo aquel manjar, saboreándolo antes de hincarle el diente, deleitándose con su aroma.
Separó las piernas de Virginia aún más y la sorprendió con un intenso lametón de abajo hacia arriba que la recorrió entera y enloqueció. Continuó saboreándola mientras miraba hacia arriba y observaba a Virginia llevarse las manos a la cabeza y retorcerse de placer rendida ante sus labios...
Bajó la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Beatriz, acercó sus manos tomándola de la cabeza y aprisionándola entre sus piernas. Aquello excitó de tal modo a Beatriz que puso más intensidad en su labor, los gemidos de su compañera eran música celestial que la elevaba y tras unos segundos, Virginia estalló de locura, se abrazaron y respiraron entrecortadamente juntas.
Cuando Virginia se hubo recuperado de aquella explosión lujuriosa le dijo a Beatriz: - Sabes que eres la primera chica que me practica sexo oral? - En serio? no me lo puedo creer... - Es verdad... y me ha encantado. Se avalanzó sobre Beatriz, mirándola fijamente. Espero no defraudarte... y continuó con un ardiente beso.
FIN DE LA PRIMERA PARTE.
E.M.U.G. 30-3-05