Toda una putita (Segunda parte)

Finalización de este pequeño juego de ser una prostituta por una noche (O no); Recomendado leer primero la primera parte

Hola, ¿Cómo están?

Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que publiqué un relato. Les ruego que me disculpen, escribo cuando me es posible.

Aquí les dejo la culminación de esta pequeña aventura ¡No duden en hacerme saber si les ha gustado!

Un besito a todos mis lectores ;)

Les dejo con el relato

Aún con el sabor de su leche en mi boca, me retoqué el pintalabios que se me había corrido usando el espejo del coche para verme.

El mismo espejo me permitía ver disimuladamente su paquete, que volvía a crecer y a abultar pese a que hacía menos de dos minutos que se había corrido en mi boca y me había llenado entera.

De repente noté su cálida mano acariciando la piel depilada de mi pierna con suavidad, casi con ternura, mientras su brazo se colocaba sobre mis hombros y suavemente pero con la firmeza inexorable del que sabe lo que quiere, atraía mi cuerpo hacia él, y pegando sus labios a mi oreja, en un susurro que parecía augurar toda la fuerza animal que él estaba conteniendo para mi, en un susurro que me hizo estremecerme, me dijo:

-La habitación nos está esperando.

Salimos del coche y nos dirigimos hacia recepción a por la llave.

Nada más salir del coche yo moría de vergüenza. Las chicas como yo ya saben que tenemos un regalo entre las piernas jiji, y el mío destacaba mucho al llevar un vestido corto y ajustado.

Por el camino yo iba intentando disimularlo como podía, y mis torpes intentos tenían poca efectividad, pero aun así yo lo intentaba. Quería sentirme mujer del todo, disfrutar al cien por cien el juego y meterme en el papel, pero mi bulto de la vergüenza me sacaba todo el tiempo.

Él debió percatarse de que algo no estaba yendo bien y que había algo que no fluía del todo porque me preguntó que me ocurría con cara de auténtica preocupación. Como se notaba que era buen chico de corazón.

No ganaba nada no contándoselo, es más, este juego estaba siendo cosa de los dos, y si yo no estaba bien casi seguro que él no lo disfrutaría al máximo, y no se merecía eso.

Además, si les soy sincera, ya que había tenido el inmenso placer de catar su maravilloso pene no quería que se quedase ahí todo, ni que esa fuese a ser mi única ración de leche de la noche. Su sabor increíblemente aún permanecía en mi boca y me daba más hambre de su polla, así que, le conté la verdad.

-Te he contratado sabiendo lo que tienes entre las piernas, ¿O no es verdad?- Me dijo, muy serio.- No quiero que te tapes el bulto que se marca en el vestido.

-¿Pero no te da nada que nos vean en el hotel y sepan que vienes con alguien como yo?- Pregunté, aún indecisa y nerviosa.- Esto a fin de cuentas es un personaje para mi, y con la ropa, la peluca y el maquillaje, nadie me reconocería de chico, ¿Pero y tú?

-¿Los del hotel?-Preguntó él con aire disgustado.-¿Por qué me iban a importar los del hotel cuando voy a follarte el culo hasta que no te sostengan las piernas?

-Deja de avergonzarte y ven aquí.-Me ordenó con firmeza.-Voy a hacerte mía.

Cuando me dijo eso noté como mi agujero del culito empezaba a dilatarse solo, un calor extraño en las entrañas y mi boca empezó a salivar. Y es que verán, a mi me gustan los hombres buenos y educados, que me traten bien y no sean soeces, pero una parte de mi vive únicamente con el fin de complacer y servir a un hombre bueno pero firme. Un hombre que me hable con educación, pero con firmeza, sabiendo lo que quiere y como lo quiere, y no dudando en pedirlo. Uff, un hombre así encontrará en mi a alguien cuya misión solo sea complacerle.

Y él era uno de esos.

No los aburriré con el relato de como fuimos a recepción a por la llave y del trayecto hasta la habitación ya que no ocurrió nada destacable. Vayamos directamente al momento donde entramos a la habitación y cerramos la puerta, ya que ahí empieza lo bueno ;”)

Aún no se había cerrado la puerta del todo cuando sus manos se abalanzaron sobre mi cuerpo, recorriendo y apretando mis piernas y culo con furia, transmitiéndome su deseo de mi cuerpo a través de la fuerza de sus dedos que me recorrían entera, levantando escalofríos por mi piel a su paso, calor en mis entrañas y hambre en mi culo convertido ahora en mi sexo.

Pero él no era el único con hambre y deseo. Mientras sus manos recorrían mi cuerpo mis brazos abrazaron con furia su cuello y, dirigiendo su cabeza, junté su boca con la mía en un beso que más parecía un intento de devorarnos mutuamente.

Nuestras lenguas peleaban todo el tiempo, unas veces en su boca, otras en la mía, pero sin detenerse ni un instante.

Nos movíamos sin parar por la habitación. Notaba como él me dirigía pero no sabía a donde, hasta que sentí mi espalda chocar con una pared.

Apartó sus manos de mi cuerpo y las puso ambas a ambos lados de mi cabeza, encerrándome con su cuerpo y la pared. Me estaba dejando claro que él tenía el control, que era suya, y que estaba allí para cumplir sus deseos.

Por supuesto, como buena puta, no podía decepcionarle.

Su boca abandonó a la mía para dirigirse a mi cuello, donde empezó a morder con una fuerza que me estaba llevando al más alto de los cielos. Me encontraba en un éxtasis sexual, casi religioso, y tenía al que era mi dios de aquella noche tomando lo que era suyo mientras yo no paraba de gemir y gemir, mordiéndome los labios para no gritar.

-Soy tuya.- Le dije entrecortadamente entre gemidos.- Soy tuya para que me hagas lo que quieras y para hacerte lo que quieras.

No dijo nada, ni falta que hizo.

Me arrojó sobre la cama mientras se desnudaba con una mano y con la otra arrancaba mi vestido de mi cuerpo, dejándome sentada en la cama en lencería, maquillaje y tacones frente a él, que se erguía ante mi en toda la magnificencia de su cuerpo, con su polla bien erecta como uno de los pilares de la creación ante mi, llamándome como un objeto oscuro y sagrado llama a un mortal incauto que se atreve a intentar entrar en los dominios de dios. Aquella polla estaba hecha para ser adorada y complacida, y yo era la responsable de hacerlo.

Empecé a besarla de nuevo, la segunda vez de aquella noche. Primero el contorno, el cual recorría despacio de arriba abajo rozándolo simplemente y viendo como reaccionaba al contacto de mis labios, y sintiendo como se estremecía poquito a poquito con cada descarga de sangre que lo recorría y lo hacía crecer.

Me moría de ganas de metérmelo en la boca, pero hacer una buena mamada es un arte que requiere su tiempo y que tiene sus propios códigos. Coger un pene y simplemente metérselo en la boca es fácil, resistirse las ganas, recorrer cada pliege despacio, sentirlo llenarse y hacer que todo el cuerpo del hombre se estremezca de placer y deseo, eso, es mucho más difícil.

Su olor a hombre llenaba la habitación y embriagaba mis fosas nasales.

Lo lamí entero con la lengua. Esa maravillosa polla vibraba con fuerza en mi lengua y sus suspiros y gemidos eran música.

Sabía que lo tenía en el momento perfecto, ese era el punto ideal, así que, mirándole a los ojos desde abajo, arrodillada ante él, sujeté con fuerza la base de su pene, y lentamente, rodeando la punta con los labios, apretando conforme lo sentía deslizarse dentro de mi boca, salado y lubricado por ese néctar divino que es el líquido preseminal, me lo introduje en la boca.

Que sensación, ummm, y que sabor, oh dios. Las chicas CD estamos hechas para complacer a los hombres. Nuestra posición natural es de rodillas delante de ellos, satisfaciéndolos con nuestra boca o con nuestro culo, y si lo hacemos bien siempre tenemos de premio aquello que más amamos, por lo que vivimos, esa adicción secreta nuestra. El semen de un buen macho.

Todo mi cuerpo se movía adelante y atrás mientras mis labios estaban cerrados firmemente en torno a su polla y mi lengua la acariciaba con cada pasada. Me la metía hasta el fondo de la garganta, hasta que mis labios tocaban sus huevos para luego sacarla dirigiendo el glande con mi lengua hacia mi paladar para que las suaves rugosidades del cielo de mi boca lo masajeasen hasta que solo la puntita estaba en contacto con mis labios.

Sus manos se colocaron encima de mi cabeza, empujándome atrás y adelante con un ritmo animal mientras que sus caderas se movían también para follarme la boca.

Cuando creía que el éxtasis se acercaba, que me iba a regalar una segunda dosis de su preciada y deliciosa lefa, la sacó de mi boca y antes de yo poder decir nada, empezó a darme pollazos con ella por toda la cara.

Su líquido preseminal mezclado con mi saliva empezó a embadurnarme toda la cara como si de otra capa de maquillaje se tratase. Con la punta de su húmeda polla recorrió mis labios, mi frente, mis mejillas y mi nariz como si de un pintor con un pincel se tratase y mi rostro de perra cachonda hambrienta de polla su última y más perfecta obra.

Me cogió por la barbilla con su mano, me obligó a levantar la cara para mirarle, y agachándose, volvió a besarme mientras me levantaba en volandas y me tiraba sobre la cama.

Empezó a besarme todo el cuerpo, de arriba a abajo. Con una mano me arrancó el tanga y con la otra me arrancó el sujetador, dejándome tan solo con los tacones, la peluca y el maquillaje. Tumbada, expectante, y totalmente dispuesta a él.

Se agachó y se tumbó sobre mi, cubriéndome con su cuerpo. Dirigió su boca hacia mis pezones, los cuales empezó a morder con fuerza mientras yo gemía y gemía y dirigió una de mis manos hacia su pene, el cual estaba duro como una piedra y al que empecé a pajear de inmediato.

-Abre las piernas.- Ordenó, y por supuesto, obedecí gustosa.

Vi que sacaba un bote de lubricante y que echaba una generosa ración en una de sus manos. Sin decir ni una palabra, teniéndome tumbada ante él con las piernas abiertas, dirigió su mano hacia mi culo y sentí como uno de sus dedos entraba hasta el fondo de mi sexo, hurgando en mis entrañas y profanando (Oh dulce profanación) mis más sagrados interiores.

De lo excitada que estaba yo ya estaba súper dilatada, así que no pasó mucho tiempo hasta que al primer dedo lo siguió un segundo y a este un tercero.

Yo gemía, me retorcía, estrujaba las sábanas y le agarraba a él la mano dirigiéndolo cada vez más y más hacia dentro mientras sus tres dedos entraban y salían de mi, implacables e inquietos.

-Métemela.- Le suplicaba.- Por favor métemela. Quiero ser tuya. Quiero tenerte dentro. Por favor.

-Dime que soy tu amo.

-Por favor, mi amo, métemela, por favor…

-Dime que soy tu dueño y que tú eres mi puta.- Continuó él.

-Eres mi dueño y yo soy tu puta, tu esclava, soy toda tuya.- Respondí al momento, totalmente ida, totalmente sabiendo que era cierto, que en ese momento estaba entregada en todo mi ser a ese hombre.- ¡Por favor amo fóllame!

Vi su sonrisa mientras abría mis piernas y colocaba una de las almohadas debajo de mi espalda para dejar mi agujero en alto, sentí su mano abriendo suavemente mis muslos y por encima de todo sentí la punta de su pene recorriendo mi lubricado agujero buscando entrar dentro de mi cuerpo.

Entró lentamente, llenándome por completo. Olas de placer recorrían mi cuerpo mientras entraba y salía de mi, muy despacio al principio y con más velocidad al poco rato.

Yo sujetaba mis piernas abiertas mientras él apoyaba sus dos manos a ambos lados de mi cuerpo y su pelvis se movía embistiéndome en toda mi profundidad, sacudiendo todo mi cuerpo.

Que sacudidas oh dios mío. Sentir como entraba y salía de mi ser era un regalo y sus embestidas el más perverso de los pecados. Sentía como sus huevos chocaban contra mi culo, azotándome, mientras mis ojos estaban clavados en su cara de placer a escasos centímetros de la mía, su cara de placer, sus ojos cerrados, sus gotas de sudor que caían sobre mi, rociándome como si de un bautizo sexual y pagano se tratase.

Sentí que era mi turno. Yo le había prometido algo espectacular y pensaba cumplirlo. Quería hacer algo que me grabase a fuego para siempre en su memoria, así que, sin sacar de mi culo su polla maravilla, conseguí que se tumbase quedando yo encima de él, y empecé a cabalgarlo con el desenfreno de una potrilla joven que acaba de aprender a correr.

Mis caderas se movían adelante y atrás, arriba y abajo a un ritmo frenético. De haberme parado a pensarlo un segundo supongo que no habría sido capaz de someterme a ese ritmo, pero ay, estaba desbocada, sentía que ese era mi sitio, que había encontrado mi lugar en el universo, y que ese lugar era tener esa polla dentro de mi, dándole placer y recibiendo placer al mismo tiempo.

No sé cual de los dos empezó a gritar primero, pero cuando nos dimos cuenta los gemidos habían dado paso a gritos y gruñidos, las caricias a azotes y apretones y los besos a mordiscos que marcaban los cuerpos de ambos por todas partes.

De repente, sentí como su pene empezaba a endurecerse aún más dentro de mi, al tiempo que sentía que mi clímax se aproximaba. Su mano subió por mi cuerpo, agarrándome del cuello, mientras que yo apoyaba ambas manos sobre su torso desnudo y sudoroso para agarrarme mientras aumentaba aún más la velocidad de la cabalgada. Su mano buscó mi cara, sus dedos se metieron en mi boca abierta y jadeante, y, con un último grito, sentí como su polla explotaba dentro de mi, descargando chorros y chorros de caliente y viscoso semen dentro de mis entrañas mientras mi pene, mi culo y mi ser explotaban a su vez y me iba sobre su barriga desnuda.

Nos quedamos parados unos instantes, exhaustos y jadeantes. Yo sonreía como una niña traviesa pero dulce, aún con su pene, ya flojo dentro de mi, y él tenía la satisfacción pintada en el rostro.

-Creo que te he ensuciado un poco la barriga.- Le dije, juguetona.

-Es verdad.- Rió él.- ¿El servicio de limpieza viene incluido en el precio?

-Por supuesto.- Contesté sonriendo.- Soy una profesional.

Y sin sacarla aún, me incliné y con la lengua lamí todo mi semen que había en su barriga, y enseñándoselo, me lo tragué.

-Buena chica.

A la mañana siguiente, tras ducharnos, me dejó en casa.

Por el camino él no hacía más que preguntarme el precio, pero a mi me sabía fatal cobrarle porque por un lado habíamos hecho esto como un juego simplemente, y además, yo lo había pasado tan tan bien, había disfrutado tanto, que no me parecía correcto.

Ya en la puerta de mi casa, antes de que me bajase del coche, me dio un sobre con dinero, y cuando le iba a insistir de nuevo en que no era necesario e iba a devolvérselo, me dijo:

-Mira, con una prostituta profesional no lo habría pasado ni una décima parte de lo bien que lo he pasado contigo, y si encima me dices que tú también lo has disfrutado es incluso mejor para mi. Fui yo quien propuso este juego y quiero llevarlo hasta el final, además ¿Así podríamos quedar más veces no?

No supe que decir, así que me limité a asentir y a sonreír tímidamente, él sonrió encantador a su vez, y nos despedimos, me bajé del coche, y tras encender el ordenador, empecé a escribir este texto.