Toda una gama de posibilidades

"El amigo de mi padre" 2ndo capítulo MaryLaura se va a USA exiliada despues del rechazo de su padre.

Mi cabeza descansaba sobre la almohada, mis ojos muy abiertos veían fijamente la brillante luz de neón que rompía la oscuridad; el reloj despertador marcaba las 5:59am, en un instante cambió a las 6:00am, y el estridente ruido de la alarma invadió la paz de mi habitación. Se suponía que ese horrible sonido me debería terminado con mi sueño, pero la verdad tenía horas despierta; o no se... tal vez los nervios me habían mantenido en vela toda la noche.

Era la víspera de mi primer día en una nueva escuela, en una nueva ciudad, con un nuevo idioma, y un sistema social completamente diferente al que yo estaba acostumbrada en Monterrey México; y la verdad... eso me tenía aterrada.

«¿Qué hace una chica tv mexicana en una secundaria de Texas? – si quieren saberlo lean mis títulos anteriores, mas específicamente: "El amigo de mi padre" publicada en este mismo sitio pero con mi usuario anterior "MaryLaura".»

Me levanté pesadamente de la cama, me duche, salí del baño y miré dentro del closet, escogí algo de esa horrible ropa de hombre que se usa ahora, una camisa holgada y un pantalón también muy flojo, unos zapatos grandes y toscos. ¡Como extrañaba usar mis playeras de lykra y mis shorts a la cadera mis minifaldas, mis sandalias de tacón, etc. Aquellos horrendos zapatos distaban mucho de las zapatillas y sandalias que devoraba con la mirada en el centro comercial, esperanzada en la hora de volver a usarlas.

Recogí mi mochila y la colgué sobre mi hombro, respiré profundamente y bajé a la cocina. Mi tía abuela ya había preparado el desayuno, waffles con mermelada, tocino, huevos revueltos, y salchichas, el típico desayuno americano, muy grasoso y abundante. A la hora de los alimentos es cuando mas extraño a mi México, las deliciosas toritillas, una picante salsa, en fin, tendría que acostumbrarme también a esto. Apuré el plato, recogí mi lonchera, me despedí de mi tía con un sonoro beso en la mejilla y salí de la casa.

Recorrí en bicicleta las casi 4 millas de distancia que me separan de la escuela. McArthur High school, anunciaban unas letras plateadas empotradas en un muro de concreto que indicaban la entrada a las instalaciones del plantel. Me detuve frente a ese muro, y bajé los pies de los pedales, estaba muy nerviosa, al momento soltar los manubrios noté que mis manos temblaban, cerré los ojos, respiré profundamente un par de veces, volví a coger los manubrios y avancé por el camino de acceso. Llegué a un largo y atestado bastidor metálico de bicicletas, metí la llanta delantera de mi vehículo entre 2 tubos y enrolle la cadena y un pesado candado entre el bastidor y los tubos de mi unidad; cuando terminé la maniobra, me di cuenta que 2 chicos me miraban extrañados, dieron media vuelta y escuché que se decían mientras se alejaban.

¡debe ser latino!

Si, creen que todavía están en su país de mierda.

Entonces noté que mi bicicleta era la única que estaba encadenada, las demás solo estaban ordenadamente colocadas cada una en un sitio, inclusive algunas estaban fuera del bastidor, recargadas sobre su propia pata; pero sin ningún aditamento de seguridad para evitar su hurto. Sin duda la mejor protección que tenían contra el robo era la confianza en la honorabilidad de todos los asistentes aquel recinto... ¡que lejos estamos los mexicanos de poder hacer algo así!. Otros chicos también me miraban raro, por lo que deduje que igualmente les extrañaba. Ya no quise molestarme en retirar la cadena, la verdad me dio pena, así que dejé asegurada mi bicicleta, y me retiré del lugar.

Era justo la hora de entrada y el lugar estaba atestado, sentía que estaba temblando, y sudando, me armé de valor, caminé decididamente hasta la entrada al edificio principal, pero unos pasos antes de llegar me detuve, estaba petrificada. – calma laura, calma, es solo una escuela – me repetía a mi misma tratando de tranquilizarme, por fin, decididamente di un paso al frente y me acerque a la entrada, en eso una de las pesadas puertas se abrió de repente, golpeándome. Por el impacto y la sorpresa no pude guardar el equilibrio y caí al piso, justo en la entrada, repleta de estudiantes.

¡Demonios! – pensé, todo el mundo me había visto caer. Estaba tirada en el piso, ni siquiera quería abrir los ojos, que vergüenza sentía. Cuando al fin me atreví a mirar, un mar de caras sorprendidas dirigían su vista a mi.

¿te encuentras bien amigo? – preguntó una chica pelirroja con la cara llena de pecas –

¿te lastimaste? – dijo un chico muy alto que estaba a su lado –

Contrariamente a lo que pensé, nadie estaba riendo, ni hizo mofa de mi penoso accidente. La pelirroja y el larguirucho muchacho, me ofrecieron ayuda para ponerme de pié, pero al final lo hice sola.

Estoy bien, gracias por preguntar.

Disculpa mi torpeza.

No hay problema, yo tuve la culpa.

Los chicos se alejaron y yo me adentré en el plantel muy avergonzada. Después de dar muchas vueltas por el edificio y tener que acudir al módulo de orientación, al fin encontré mi clase, entré y el profesor me miró fijamente; me disculpé por mi retardo y el hombre de corbata y chaleco de lana me ordeno que tomara asiento.

Apenas llevaba 30 minutos en la escuela, y ya me había perdido, caído frente a todo el mundo, y avergonzado con el detalle de la cadena de la bicicleta, ¡huf!, presentía que iba a ser un día muy largo.

El primer período de clases pasó sin pena ni gloria, luego sonó el timbre que anunciaba el inicio del primer descanso y tuve que dejar el salón; de nuevo me invadieron los nervios, decidí imitar a mis compañeros, pero ninguno parecía hacer lo mismo que los demás. Algunos se dirigían al comedor, otros al exterior del edificio, y se sentaban en las jardineras, algunos acompañados charlando, algunos solos leyendo libros, o simplemente comiendo, así que escogí un árbol, me senté bajo su sombra y me dispuse a comer las viandas que mi tía había puesto para mi, todo parecía ir bien.

Por el alta voz que colgaba de un poste, escuché algo que no entendí acerca de los casilleros, aunque hablo cien por cien inglés, y había comprendido casi todo en las clases, algunos términos de la jerga escolar aún me eran desconocidos.

Apuré mi almuerzo, cuando me preparaba para dirigirme a mi salón unos pasos se escucharon a mi espalda aplastando la hierba, la sombra de alguien se posó sobre mi.

espero no haberte golpeado fuerte amigo.

Levante la mirada frunciendo el ceño debido al sol que pegaba en mis ojos, justo bajo el punto donde mi vista situaba el sol, una cabellera roja parecía arder en fuego cuando los rayos del astro rey cruzaban por entre ellos, parecía una figura divina.

No me paso nada, gracias por preguntar.

Hola me llamo Natalie – se identificó la pelirroja de las pecas, estirando su mano hacia mi –

Hola yo me llamo Laur... « oops» Pedro, me llamo Pedro Villarreal

.

– corregí de inmediato, mi subconsciente me acababa de jugar una mala pasada –

¿Pedro?, ¿acaso eres Latino?

Si, así es, soy de México.

Nunca lo hubiera pensado.

Soy muy blanca además, antes de llegar a USA usaba un tinte rubio ligeramente mas claro que mi tono natural que es un castaño dorado claro. Tal vez por eso Natalie se sorprendió al saber mi origen. Seguimos charlando por un rato, y descubrimos que tomaríamos algunas clases juntos. Era una chica muy amigable, usaba ropas algo toscas para ella, tenía un rostro hermoso, y tal vez si usara atuendos mas femeninos y algo de maquillaje, sería un éxito con los chicos.

hay de todo en esta escuela, solo ten cuidado de aquellos calvos que se reúnen en el último edicifio; se creen la nueva raza aria, no son peligrosos si no te metes con ellos, aún así, sería mas prudente de tu parte si no te les acercas, aquellos de allá son los cyber-cerebritos, son buenas personas, aunque un poco engreídos... – me explicaba señalándome los grupos de adolescentes que se habían formado en el patio central del plantel, generalmente todo era muy parecido a mi secundaria en México – y esos de allá son los supuestos reyes de la escuela, todos viven en el vecindario mas exclusivo de este lado de la ciudad: Maple Vilage, aquí cerca de la escuela, ¿conoces el lugar?

Si, si lo conozco – contesté titubeante, y vaya que lo conozco, ahí vivo con mi tía abuela, pero me pareció pretencioso aclararle que también vivía en lo que ella llamaba "vecindario exclusivo" –

Aquel grupo era formado por unos 15 chicos y chicas, entre ellos circulaban abundantes las chamarras deportivas, tal ves la mayoría pertenecen al equipo de football de la secundaria, y por las preciosas minifaldas deportivas que usan algunas de ellas deduje que también ellas pertenecen al grupo de animadoras. La mayoría de las chicas eran hermosas, y ellos igualmente, altos y fornidos. Natalie terminó su introducción y se puso de pié.

Bueno, Pedro, me retiro a mi clase, te veo mas tarde en biología.

Esta bien, hasta pronto.

Y se alejó caminando grácilmente, cuando se había alejado unos metros, giró en redondo y dijo:

espero que ya hayas ido a escoger casillero, si no... es momento que vayas, o te tocará uno muy mal ubicado, de por si solo hay unas pocas opciones para los de nuevo ingreso.

Con que eso era lo que anunciaba el alta voz, «¡demonios!» pensé, y el tiempo del almuerzo estaba por terminar, así que recogí rápidamente mis cosas y corrí a la oficina.

Al llegar a la oficina, no había nadie «¡que bien, soy la primera en llegar, tendré para escoger!» pensé. Pero cuando llegué la secretaria me dijo que solo quedaban unos cuantos casilleros disponibles, así que después de escogerlo me di cuenta que el que me había tocado era uno que estaba casi hasta la puerta trasera del último edificio, siendo que todas mis clases estaban en el primero, solo laboratorio de biología me tocaba en el 2ndo, así que cada que necesitara algo de ahí, tendría que cruzar todo el enorme campus.

Resignada, fui hasta donde estaba el casillero para probar el número de la combinación. Al llegar ahí me di cuenta que todos los casilleros ostentaban las más extrañas pintas, en un rincón, acogidos por la oscuridad tres, tal vez cuatro chicos estaban sentados en el suelo; dentro de aquel oscuro recodo, pude distinguir unas piernas enfundadas en pantalones negros llenos de cadenas y unas botas tipo industrial, también repletas de herrajes y hebillas cromadas, al acercarme escuche como se sobresaltaban, no quise voltear, pero escuche el sonido de una braza al extinguirse en un recipiente medio lleno de líquido, y percibí el olor dulzón de la marihuana. Pasé de largo, ni siquiera quise verlos de reojo.

Mi casillero también estaba pintado, unos pentagramas lo adornaban, también la leyenda "Satán es mi señor"; escrita en inglés y con faltas de ortografía. La combinación estaba correcta, y al momento de abrir el casillero, un hedor a humedad me pegó de frente en la cara, no se cual fue mi expresión, pero unas risillas ahogadas se escucharon desde el rincón. Casualmente, justo a un lado de mi casillero estaba una puerta de madera que anunciaba "conserje", así que decidí entrar, al fondo de la angosta, pero larga bodega, entre trapeadores, cubetas, estantería repleta de herramienta y equipo de limpieza; estaba un hombre vestido con overol de mezclilla, sentado en una desvencijada silla viendo un televisor portátil. Le comenté mi problema con el hedor y las condiciones exteriores de mi estante y le pedí que hiciera algo al respecto, pero por su respuesta me di cuenta que pasaría mucho tiempo antes que aquel hombre me hiciera caso «si claro joven, ¿se le ofrece alguna otra cosa?, ¿le parece que el césped esta bien corto?» Así que lo que dispuse era que al otro día tendría que limpiar yo misma el casillero.

Regresé a las aulas pero cuando llegué a donde me tocaba, estaba vacía. Esperé durante unos 30 minutos desde que debería haber empezado la clase, así que me preocupé, salí al pasillo y tampoco había un alma, extrañada mire mi reloj dudando de la hora, en eso miré por la ventana y un par de chicos corrían apresuradamente, cruzando el jardín aledaño, con rumbo a un edificio que se apreciaba a un poco mas de 200 metros de donde yo estaba, por la alta techumbre supuse que era el gimnasio, no estaba segura si seguirlos, o esperar donde estaba, en eso unos apresurados pasos se escucharon acercándose a mi por la espalda, una muchacha corría por el pasillo.

¿a donde vas?, ¿dónde están todos? – le pregunté cuando paso a mi lado –

Que no sabes, están repartiendo las actividades deportivas, y si no quieres que te toque algo como: nado sincronizado, lanzamiento de martillo o algún otro deporte estúpido, es mejor que te apresures a llegar al gimnasio – dijo la chica sin detenerse –

Ya era demasiada mala suerte, primero me había tocado el peor casillero de la escuela, después, eso de las actividades deportivas. Todavía tomando en cuenta que los deportes no eran mi especialidad, además tal vez me tocaría uno horrible. Así que seguí a la chica hasta el gimnasio.

El lugar estaba atestado, la chica se adentro en la multitud y la perdí de vista, así que me decidí valerme por mi misma. Muchas de las mesas de los deportes mostraban ya un letrero de "no hay cupo", el football y el soccer aún tenían cupo, el soccer lo odiaba, y el football... bueno, quienes hayan leído mis otros títulos conocerán mi historia. Me hubiera encantado pertenecer al equipo de gimnasia, o inclusive tomar clases de boliche; había también, alpinismo «no hay cupo», atletismo «no hay cupo» , clavados «no hay cupo» , natación «no hay cupo» , gimnasia rítmica «solo chicas» , estaba recorriendo las mesas, tratando de encontrar alguna actividad que me gustara; voleiball «no hay cupo»; base ball «no hay cupo»; soft ball «solo chicas» ; lacrosse...

«¿Lacrosse?» Eso nunca lo había escuchado en la mesa se anunciaba ese extraño deporte, el logotipo era una especie de raqueta, y una pelota, que proporcionalmente a la raqueta, adivinaba que era del tamaño de una pelota de tenis... raquetas, pelotas de tenis... - debe ser algo como frontón o tennis... no suena tan mal – pensé.

Quiero inscribirme en "lacrossi" – traté de pronunciar en ingles –

Se pronuncia "lacros"

Si, "lacross".

¿haz jugado antes lacrosse?

Si claro, toda la vida – mentí –

¿en el equipo de que escuela?

Con que se juega en equipo... bueno, debe ser algo así como el bádminton.

En el equipo de mi secundaria, en México.

¿a si?, ¿y que posición juegas?

¡oops! ¿posición?, bueno en cualquier equipo tiene que haber una delantera – pensé –

soy delantero – volví a mentir –

El instructor me miró de arriba abajo, hizo una mueca incrédula y después de pedirme mi nombre, me inscribió en la lista. – el entrenamiento son los lunes y los jueves a las 3:15pm, así que hoy terminando la última clase, te presentas en la cancha de soccer –

Ingenuamente pensé que no me había ido tan mal y regresé al salón de clases. Ahí estaba ya Natalie, apartándome un lugar.

hola Pedro, ¿qué actividad deportiva escogiste?

Hola Natalie... me inscribí en Lacrosse.

La pelirroja me miró con sus hermosos ojos azules muy abiertos.

¿juegas Lacrosse? – preguntó extrañada –

Si claro, soy delantero – mentí – ¿y tu, que escogiste?

Pues... yo me inscribí en natación – dijo la pelirroja, todavía con un semblante extrañado –

A que bien, me hubiera gustado también inscribirme en natación, pero ya no había cupo.

La verdad es que no hubiera podido practicar la natación, ya que aún me depilaba las piernas, y como seguí tomando hormonas, mis pechos se habían desarrollado mas hasta lograr la copa "b", así que andar sin camisa sería imposible para mi.

Nunca pensé que practicaras un deporte así, eres de complexión delgada, y no tienes mucha estatura – dijo Natalie –

Para manejar la raqueta de lacrosse no se necesita mucha altura ni peso – repliqué –

¿raqueta?... querrás decir el "stick".

Si eso...

Bueno en fin, felicidades y espero verte pronto en algún partido.

Y yo espero verte pronto en la alberca.

Las clases terminaron sin contratiempos, a las 3:00pm sonó el timbre del fin de la jornada, y el comienzo de los entrenamientos. Después de dejar mis cosas en los casilleros me dirigí corriendo a las canchas, al llegar y preguntar donde eran las prácticas de lacrosse se me señaló un edificio al lado de la cancha de football, era "el vestidor". Uno de los entrenadores me indicó que el equipo de Lacrosse estaba ya dentro del vestidor y que se les estaba entregando "el equipo". Al entrar e identificarme con el mismo entrenador que me había inscrito me preguntó el número que usaba de calzado, mi talla de pantalón y de camisa, después de revolver algunas cajas me entregó un juego de equipo para lacrosse que consistía en unos tachones, unas espinilleras, unas rodilleras, una especie de cinturón acolchonado para protección de la cintura, un peto con hombreras, unas coderas, unos protectores para los antebrazos, unos pesados y rígidos guantes, un casco con una careta metálica, un acolchonado short como el que usan los porteros de soccer, un amplio jersey, y un palo de poco mas de un metro de largo, con una canasta de cuerdas de nylon.

Al ver todo ese equipo, un mal recuerdo de mi niñez me vino de repente, además de la incertidumbre que asaltaba mi mente – ¿porque para un deporte parecido al bádminton se necesita toda esa protección?, ¿y que tipo de raqueta era aquella?, es decir... "¿stick?" – en fin, comencé a buscar en el vestidor el casillero que se me había asignado, y resultó estar en la segunda fila de casilleros, justo en uno de los pasillos mas concurridos... y yo me había vendado el pecho, así aplastando mi busto para ocultarlo bajo la playera.

¡Diablos!, - pensé – tenía que hacer algo para ocultarme y poder cambiarme a solas donde nadie me viera. Así que me fui al WC, pero tuve un inconveniente, no sabía como colocarme las hombreras, salí de nuevo del WC y fui con el entrenador.

¿Todavía no te ajustas en equipo?, el entrenamiento está por empezar, así que apresúrate.

Es que... no se como colocarme estas hombreras, las que yo usaba regularmente, eran de otro tipo.

El entrenador, visiblemente contrariado me miró, y se apresuró a explicarme, - así mira, primero tienes que quitarte esa playera que usas – y sin preguntarme nada, tratando de ayudarme tiró de mi playera bruscamente, levantándola hasta mi cuello, descubriendo mi pecho cubierto de vendas. - ¡No! – grité desesperadamente. Todos los presentes voltearon a verme, yo me quería morir, todos vieron las vendas que rodeaban mi pecho. Como pude baje rápidamente mi playera.

discúlpame, te lastimé – preguntó el entrenador, visiblemente contrariado y preocupado –

¡¿lastimarme?!, no para nada es que... – no sabía como explicar los vendajes –

si lo digo por el vendaje, ¿qué tipo de lesión sufriste en las costillas?

Ninguna lesión – contesté –

¡Diablos! – pensé de nuevo – el entrenador al ver mi vendaje pensó que tenía una lesión en las costillas, y si le hubiera seguido el juego tal vez me hubiera salvado del entrenamiento, y tal vez hasta de participar en actividades deportivas, había desperdiciado una excelente oportunidad.

Bueno, me lastimé, pero el vendaje es solo por precaución.

Entonces vístete inmediatamente.

Así que retiré mi camiseta de nuevo, había otros chicos ahí cambiándose – que diferencia de complexiones – pensé, aquellos chicos de entre 15 y 17 años, deberían de pesar alrededor de las 170lbs y medir casi los 6 pies de altura, y que cuerpos... piernas fuertes y musculosas, espaldas anchas. Y yo, apenas medía 5 pies y 3 pulgadas, y pesaba 130lbs, mis brazos eran delgados y mi cuerpo era muy poco atlético, mi figura estilizadamente feminoide no se comparaba con aquellos hermosos muchachos, me excitaba verlos paseándose desnudos por el vestidor. Algunos se extrañaron cuando vieron mi pecho envuelto en vendas, y se extrañaron mas cuando me enfundé la casaca de entrenamiento del equipo de lacrosse. Inclusive hasta creí escuchar unas ligeras risillas.

Salí corriendo al campo, balanceándome bajo el pesado equipo, que me quedaba la verdad algo holgado varias veces estuve a punto de tropezar y perder el equilibrio debido al peso; nos formamos en una fila en la orilla de la cancha, todos viendo hacia el centro de la misma, frente a nosotros, a unos cuantos pies de distancia estaba el entrenador dando algunas indicaciones.

...y les repito que estamos concientes de la fuerza que han tomado los equipos de las secundarias de división del sureste, sobre todo en Oklahoma y Louisiana, así que tendremos que trabajar duro para vencerlos y poder ir a las finales en Maryland – una sonora y ronca ovación sonó en la fila, a la que yo me uní con entusiasmo – hoy por ser el primer día hay muchas ausencias, así que entrenaremos solo los que estamos; en el primer equipo: arquero: Peterson; Defensas: Starsky, Van Der Hunt...

Así fue formando el equipo, después, cuando llegó al final del segundo equipo, escuche mi sentencia.

... Marshal como mediocampista, y como delanteros: Lamar, Leroy y Villarreal.

Escuché un sonoro "¡hey!" y todos corrieron rápidamente al interior de la cancha, por la distribución de las líneas blancas de la cancha, me di cuenta de lo equivocado de mi idea, aquel juego no se parecía nada al bádminton. Mi equipo formó una rueda junto a un cuadrado de aproximadamente 6 pies de alto por 6 pies de ancho, que resulto ser la portería. Uno de los chicos, por cierto el mas apuesto, comenzó a explicar algunas jugadas, y a designar las posiciones y maniobras de los jugadores. Al llegar a mi explicó algo que no entendí.

... y tu Villarreal, ¿eres derecho o zurdo?... ¡derecho!, muy bien entonces te moverás por toda la banda derecha, haciéndole servicios a Leroy, que es el que definirá.

¿definirá? – pregunté extrañado –

Definirá el tanto.

¿qué tanto? – no sabía que tan tontas eran mis preguntas –

¡no seas estúpido Villarreal! Lo único que tienes que hacer es jugar la delantera, no creo que sea diferente que en tu escuela.

Pero, ¿qué hay que definir?...

Traté de formular la pregunta, pero un fuerte grito me interrumpió - ¡vamos! – prorrumpieron todos al unísono. Corrí en medio del campo, y el apuesto muchacho, Roy era su nombre, el que había dictado las jugadas, me volvió a gritar.

¡A la esquina derecha Villarreal, ¿qué demonios haces?!

Me dirigí a la posición que me ordenaron. Leroy y uno de los jugadores del equipo contrario se colocaron en el centro de la cancha uno frente al otro, el entrenador puso una pelota de caucho en el suelo y sopló el silbato. Inmediatamente, Leroy se lanzó sobre la pelota, lo mismo hizo el otro jugador, chocando de frente, en un estruendoso sonido de sus cascos y hombreras; el choque la verdad me asustó, y me alegré de no ser Leroy. Los dos jugadores cayeron al suelo, la pelota salió disparada hacia donde estaba Lamar el otro delantero, quien la recogió con la canastilla de su "stick" (con que para eso era aquella canasta...) y corrió a toda velocidad hacia la cancha contraria, esquivando a los oponentes, yo que no me había movido, recibí otra reprimenda.

¡Muévete Villarreal!, acompáñalo, que haces ahí parado como estúpido.

Al escuchar esto, corrí lo mas rápido que pude, cruce la cancha en diagonal detrás de Lamar.

¡por la banda derecha idiota! – gritó Leroy quien apenas se ponía de pié y con quien estuve a punto de chocar –

Al ver mi cara de estupefacción, me señaló la dirección. Me dirigí corriendo hacia donde se me indicó, y vi como Lamar, sin detenerse, ondeó fuertemente su "stick", haciendo salir la pelota de la canastilla, a toda velocidad, justo hacia donde yo estaba. No sabía que hacer, así que dejé que mi instinto respondiera a la jugada; tome el palo con las dos manos y golpeé la pelota con el filo de la canastilla, lo mas fuerte que pude, tratando de darle dirección hacia la portería; un ruido seco resulto del choque, la bola salió disparada en dirección contraria de donde yo quería, justo hacia fuera de la cancha done unos chicos entrenaban atletismo, y que estupefactos apenas lograron esquivar el pelotazo.

Las carcajadas de los integrantes del equipo fueron totales, algunos inclusive se tiraron al piso doblados de la risa, menos Leroy, quien se acerco a mi con una expresión indignada y con los brazos levantados - ¡que te pasa idiota, estaba solo ¿por qué no me hiciste el servicio?! – El fuerte Ruido del silbato hizo que las risas se interrumpieran y todos se pusieran en posición de reanudar el partido.

Uno de los contrarios se aproximo al lugar donde había sacado yo la pelota, y desde afuera del campo lanzó a Peterson, su arquero usando la canastilla de su "stick", quien a su vez la dirigió a otro jugador, Lamar se acerco hacia el corriendo y golpeo con su palo el del contrario, haciendo caer la pelota, al tratar de recogerla el mismo, otro de los contrarios lo tackleo fuertemente, de nuevo el fuerte choque de los equipos de protección me espantó, aquel juego que yo pensé inofensivo, resulto ser algo muy parecido al football que yo tanto odiaba desde niño y por el cual había comenzado el distanciamiento con mi padre... – ¡¿en que demonios me había metido?! –

El partido continuó casi sin incidentes, participé en un par de jugadas más, pero inmediatamente después de recibir la pelota la pasaba a otro jugador por miedo a ser golpeada, todos esos pases resultaron equivocados, o mal logrados por mi culpa; inclusive los jugadores contrarios se burlaban de mí, y cada que me pasaban la pelota gritaban sarcásticamente desde lejos, la verdad me estaba sintiendo muy mal con aquella situación, hasta que llegó el climax de ese nuevo capítulo en mi eterno drama personal con los deportes.

Los contrarios robaron la pelota, y el que la portaba en su canastilla corrió en dirección a mi zona, yo había visto que se robaban la pelota golpeando stick contra stick, haciendo soltar la bola al portador, así que corrí hasta donde se dirigía mi contrincante tratando de hacer lo propio, y al empuñar mi palo con la intención de golpearlo, de reojo vi como un enorme bulto rojo se acercaba por mi derecha, sentí un tremendo golpe en el hombro, un estruendo se escucho y no estoy segura si fueron mis huesos o el plástico de mis hombreras; las nubes pasaban por mi campo visual rápidamente, y también reconocí mis pies volando sobre mi, después, sentí mi cuerpo azotando contra el césped y rodando después.

Un agudo zumbido taladraba mis oídos, y sentía el suelo ondearse como si estuviera recostado en una pequeña lancha, mi vista se nublo por un instante, tapando el azul cielo que ahora contemplaba, de pronto la claridad volvió a mis ojos, y un mar de caras me miraban, entre silbatazos el entrenador se abrió paso por la multitud de mirones, arrodillándose a mi lado.

¿Estas bien muchacho? – preguntó preocupado y mostrándome lo que pensé que eran dos manos, preguntó – ¿cuántos dedos ves?

deo diej dedoj – traté decir(veo diez dedos), pero el posecionador bucal se había movido de su lugar y estaba perpendicular a mis dientes impidiéndome hablar –

El entrenador y otro chico, me ayudaron a ponerme de pié, y el entrenador me disculpó a irme al vestidor, y como apenas conmigo se completaban los integrantes del equipo, se suspendió el entrenamiento. Me sentía sumamente avergonzada, en primer lugar por el papel de idiota que había hecho en la cancha, y en 2ndo lugar por ignorante y no conocer el lacrosse y no saber que tan rudo era el deporte. Me había ocultado en uno de los sanitarios, sentía deseos de quedarme ahí de por vida, pero tuve que salir, ya me había quitado el jersey y el peto, el hombro derecho me dolía horrores, estaba parada frente al enorme espejo de los lavabos, cerca pasaban los chicos, sus cuerpos atléticos completamente desnudos que me habían excitado hacía apenas un rato, ahora me entristecían. Mirándome en el espejo, la verdad era que no tenía como competir deportivamente hablando con aquellas esculturas de marfil, ni con aquellos hermosos dioses de ébano, mis brazos adelgazados por las hormonas y la falta de ejercicio, eran muy femeninos, mis manos delgadas no estaban preparadas para soportar los golpes de los deportes rudos, mi torzo afeminado, delgado y costilludo, vendado en el pecho, tratando de ocultar aquello que debería enorgullecerme: mi busto redondo, cuidado con esmero, y desarrollado a base de carísimas hormonas.

Me puse mi playera, tratando de ocultar aquel triste recordatorio de mi feminidad reprimida, pero mis blancas, torneadas y femeninamente suaves piernas desnudas, acusaban de nuevo la nostalgia por aquellos hermosos momentos que pase en el departamento con Emiliano, donde me había hecho sentir tan feliz, tan femenina, tan deseada, tan mujer, tan yo misma. Cuando volví a mi casillero del vestidor, una leyenda aparecía pintada en la portezuela, "titti girl" (chica con pechos). Al parecer no había engañado a nadie con eso de que el vendaje de mi pecho se debía a una lesión en las costillas. Me quería morir de vergüenza, las lagrimas estuvieron a punto de derramárseme, pero logré contenerme, no quería que me vieran derrotada y humillada. Me vestí lo más rápido que pude, cogí mis cosas y salí del vestidor corriendo, algunas burlas se escucharon tras de mí «no corras, o te rebotaran las tetas, se te olvidaron las toallas sanitarias »

Corría por el pasillo, cuando al pasar frente a la oficina del entrenador, este me salió al paso y me pidió que hablara con el unos momentos. Traté de excusarme con un nudo en la garganta, pero la petición se convirtió en orden, y no pude hacer mas. Al principio se mostró duro conmigo, y me reprendió por haberle mentido acerca de mi experiencia en el lacrosse – te pudiste haber lastimado muchacho, eso te pasa por mentir y decir que sabes jugar cuando no es así – me reprendía con su voz ronca y haciendo aspavientos con sus enormes manos – el lacrosse es para chicos rudos, y los muchachitos como tu, no deben practicar deportes como este –

El entrenador tenía razón, deportes como el football, lacrosse, hokey, no son para muchachitos como yo... – ¡hey!...esperen un momento... ¡¿muchachitos como yo?!... ¿qué quiso decir con eso?, ¿cómo son los "muchachitos como yo"?... –

¿Muchachitos como yo? – cuestioné al entrenador –

si muchacho... tu me entiendes, así como tu... es decir... pues... – el entrenador se había metido en un aprieto –

¿Cómo entrenador?... ¿cómo son los muchachitos como yo? – pregunté indignado –

Pues delicados... delgados... frágiles... de maneras mas bien... refinadas... modosito.

¿modosito?

El entrenador ofuscado por las preguntas desesperó, y golpeó fuertemente el escritorio, después se inclinó sobre el, y mirándome gravemente dijo:

No nos hagamos tontos, sabes a que me refiero, tu eres un muchacho afeminado, y el lacrosse es para chicos fuertes. Mírate, ni siquiera encontré unas protecciones para antebrazos que fueran tan pequeñas que ajustaran a tus brazos tan delgados. Además, eso de que tienes una lesión en las costillas que te lo crean en tu casa, ¿crees que no noté tus bultos en el pecho bajo las vendas?, usas hormonas para que te crezcan los senos ¿verdad?, ¿qué no sabes el daño que te pueden causar esas substancias.

Aquella reprimenda me sorprendió, así que mi feminidad era tan obvia, la verdad pensaba haber pasado desapercibido, y tal vez lo hubiera logrado, pero al tener que usar shorts, y cambiarme frente a los demás; mi delgada y femenina figura salió a relucir. El entrenador suavizando su tono de voz continuó.

Hay otras actividades deportivas en las que podrías participar, si quieres yo puedo ayudarte a encontrar cupo en algún deporte menos rudo.

Aquel comentario me tranquilizó, obligatoriamente uno tiene que cumplir con una actividad deportiva por período, y yo pensé que tendría que pertenecer al equipo de lacrosse todo el año.

Ven a verme mañana a la hora del primer descanso, y veré que puedo hacer por ti.

Salí de la oficina del entrenador mas tranquila, después de recoger mis cosas de mi hediondo casillero me dirigí a mi bicicleta, ya era alrededor de las 4:30pm, así que pocas bicicletas quedaban en el rack, entre todas ellas, bajo un montón de cuerdas, estaba la mía. Como burla a la cadena que había colocado en mi vehículo, a alguien le pareció gracioso usar cualquier mecate, cuerda, cordel, hilo, cadena, cable, alambre, listón, etc. Que pudiera haber encontrado y atar mi bicicleta al bastidor, como una sarcástica ayuda para que no hurtaran mi bicicleta, inclusive algún gracioso la amarró con un estambre a una gran roca simulando un grillete. Los alambres estaban tan apretados, que tuve que usar una vara que encontré tirada como herramienta para deshacer los apretados nudos. Tardé casi media hora en retirar todos los amarres, y de hecho algunos tuve que romperlos y llevar colgando aquellos jirones por todo el camino hasta casa de mi tía.

Al llegar a casa, me desplomé sobre mi cama, viendo fijamente la ventana y haciendo un recuento de lo que había sido mi atropellado 1er día de clases. Al llegar, inmediatamente me había avergonzado con lo de la cadena de mi bicicleta, después la caída justo en la entrada de la escuela, casi como un augurio de lo que me deparaba, luego llegué tarde a la 1era clase, después me había tocado el peor casillero de todo el país: junto al conserje y a los darks, luego mi humillante experiencia deportiva y en los vestidores, donde había quedado exhibida como afeminado, además de adquirir el mote de "titti girl", y como la cereza del pastel, alguien había tomado como una ofensa personal mi desconfianza con respecto a la seguridad de mi vehículo, y había dejado mi bicicleta mas amarrada que Tutankamon; mi 1er día de clases no podía haber sido peor.

No pude contenerme más y comencé a llorar desconsoladamente, todo lo que podía haberme salido mal... sucedió. En eso mi tía tocó la puerta llamándome a comer, conteniendo mis sollozos bajé, justo cuando me había sentado a la mesa, sonó el teléfono, mi tía contestó en una habitación contigua.

Es para ti – dijo mi tía, poniendo el inalámbrico frente a mi –

Tome el auricular y con reservas contesté.

Diga.

¡Hola Laurita!, ¿Cómo estas?

¿Quién habla?

¿No adivinas preciosa Laura?

¿Quién es?

Soy yo mi amor, Emiliano.

Mi expresión debió revelar mi asombro, ya que hasta mi abuela lo notó. Miré el número en el identificador, y me di cuenta que era un número de la ciudad.

¿Dónde estas? – dije tratando de controlarme –

Estoy en la ciudad.

¿Aquí en San Antonio?

Si preciosa, me voy mañana, y quiero verte hoy.

¡SIIIIIIIIIII!

Mi tía me miró asombrada después de mi estrepitoso grito. Hacía casi dos meses que no lo veía y me sentía reventar de felicidad, en parte por volver a verlo, además de ser un momento en el que necesitaba mas que nunca el apoyo de mi amado. Ese encuentro tenía que ser especial, así que tomé mi bicicleta y salí volando al centro comercial.

Entré casi corriendo a las tiendas, escogí algo de ropa, las introduje disimuladamente al probador de caballeros y ahí me las medí, después de escoger el atuendo ideal y gastarme casi todos mis ahorros. Me fui a mi casa a prepararme para mi encuentro con mi amante.

Tendría que ser muy discreta, mi tía no sabía nada de mi feminidad, y yo no quería que se diera cuenta, así que no podía salir vestida de casa como Marylaura, por lo que la única solución sería usar la ropa de chica bajo mi ropa normal, bueno... algún beneficio me había traído la horrible y enorme ropa de chico.

Como no aplané mi pecho con vendajes, los bultos eran evidentes, así que tuve que cruzar los brazos en mi pecho; y ahí estaba yo, con la ropa mas holgada que pude encontrar; los brazos cruzados; unos enormes lentes oscuros sobrevivientes del Disco Fever para cubrir las pestañas postizas, el rimel y las sombras; y un gorro de pescador que encontré en el desván, cuidadosamente colocado para cubrir pero no estropear me el peinado. Mi imagen debió haber sido todo un cuadro, lo pude adivinar al ver la expresión de perplejidad de mi tía.

Esos lentes eran de tu madre, los usaba cuando vivía conmigo, en aquel entonces eran la última moda – explicó mi Tía abuela –

Han vuelto abuela, es la onda retro.

¿Y el gorro?, ese lo usaba tu abuelo cuando iba de pesca.

También es la moda, es la onda Vintage.

¿Saldrás?

Si abuela voy a la biblioteca, regresaré tarde, tengo mucha tarea.

Si te dilatas mucho me hablas e iré por ti.

Si gracias abuela.

Salí pedaleando a toda velocidad, a un par de cuadras en una gasolinera pude ver la camioneta de Emiliano esperándome. Al asomarme al interior, el vehículo estaba vacío, luego se abrió la puerta del supermercado de la gasolinera, y salió mi hombre. Apenas lo vi y me lancé sobre el en un fuerte abrazo, casi colgándome de su cuello, no pude evitarlo y le planté un apasionado beso en la boca – espera, que tal si alguien nos ve – me dijo Emiliano, la verdad me dejé llevar, pero pude haber metido en un problema a mi amado, ya que no es muy legal ver besándose a una adolescente y un hombre adulto.

Tuve que desembarazarme de ese apasionado abrazo y controlarme, Emiliano levantó mi bicicleta, que había quedad tirada y la colocó en la cajuela. Subimos a su camioneta, inmediatamente después me saqué mi playera, y los enormes pantalones, bajo aquel horrible atuendo usaba un vestido algo primaveral para esa época del año, era un vestido claro, estampado en pequeñas flores, el top era ajustado, y los tirantes se colgaban de mi cuello, levantado mi busto, el cual se dejaba apreciar en medio de los tirantes, en un delicioso escote, la falda era corta y de mucho vuelo. De mi mochila saque unas zapatillas de un tacón de aguja de 10cm doradas con pedrería. Me había costado una fortuna, en si, en ese atuendo y en maquillaje me había gastado casi todos mis ahorros, pero la ocasión ameritaba el gasto. Bajé el espejo de la visera y terminé con la labor de maquillaje que había empezado en casa.

Emiliano conducía, mientras yo realizaba todas las maniobras propias del arreglo de mi atuendo e imagen, el me veía de reojo, yo sacaba el pecho, tratando que el notara mi mas reciente logro: la copa "B". Realzada por el wonder bra, además bajé un poco más mi ya provocativo escote.

¡wow!, Princesa, que bien te ves.

Me elogió Emiliano, al parecer, se dio cuenta que yo quería que notara algo nuevo en mi, pero como siempre los despistados hombres nunca se dan cuenta de nada. – ¿te cambiaste el color de cabello?... ¡ah!¿es tu maquillaje?... el vestido es nuevo, te hace ver una figura muy bonita... ¡wow, que bonitos zapatos, que bonitas se te ven las pantorrillas y que delicados los pies – al final se dio por vencido y dejó de decirme halagos.

Emiliano se dirigió a un bar, yo traté de persuadirlo, sabiendo que me seguramente me negarían el acceso, aunque con aquel atuendo y maquillaje aparentaba mas edad que mis 14 años, no parecía mas de 19, y la edad mínima para entrar en bares en este país es de 21.

Tal como pensé: nos negaron el acceso – la damita no puede entrar amigo – dijo el enorme hombre de color, que custodiaba la entrada. Emiliano no se desanimó e intentó en un par de bares mas, en todos con los mismos resultados – aquí no puede entrar la princesa, por mas pimpollo que sea, es menor de edad, aquí a un par de cuadras podrás comprarle una cajita feliz – se mofó el guardia de uno de los bares. Emiliano se mostró un poco indignado, y antes de que el altercado pasara a mayores arrastré a mi novio al coche. Terminamos cenando en un bonito y discreto restaurante Italiano. Yo la verdad pude haber omitido la cena, ya tenía ganas de ir a su hotel y estar en sus brazos; pero en fin, tenía un tiempo que no me vestía de esa manera, y la verdad me veía muy bien, así que decidí disfrutar dejándome ver en público.

Después de una frugal cena y un par de tragos, por fin me pidió que lo acompañara a su cuarto, así que nos dirigimos hacia allá. Pasar desapercibida en el lobby del hotel fue toda una odisea, si en los bares era problema entrar con una chica menor de edad, imagínense a un hotel, inclusive Emiliano pudo haberse metido en un problema judicial.

Cuando por fin estuvimos en su cuarto, una botella de champagne se enfriaba, y un ramo de rosas apareció ante mi. Me sentí muy halagada, definitivamente Emiliano sabía como tratar a una Dama, después de sintonizar en la radio música romántica, bailamos muy despacio y muy juntos, me fascinaba sentir a mi hombre tan cerca, tan pegado a mí, sus manos acariciaban mi espalda desnuda, mi suave piel, haciendo que se me erizara, la tenue luz de las velas iluminaba nuestro cadencioso bailar, hasta que el baile nos llevó al borde de su cama donde caímos, yo boca arriba y el sobre mi, cerré mis ojos y ofrecí mis labios a mi amado, sentí sus húmedos y tibios labios juntarse con los míos, su cuerpo posado sobre el mío comenzaba a excitarme, sus labios se deslizaron por mi mejilla hasta la oreja, donde juguetearon un rato, me sentía en las nubes, sus manos comenzaron a sobar mi cintura y poco a poco fueron subiendo por mi torso, hasta llegar a los senos. Los palpó por unos momentos, luego algo extrañado, me bajó los delgados tirantes del vestido, luego desabrochó mi sostén y observó mis pechos con una sonrisa.

Mi amor, esto es nuevo, que te hiciste, ¿no me digas que te pusiste prótesis?

Son solo las hormonas.

Las observó por unos momentos, pasando ligeramente sus dedos sobre ellas, jugueteando con mis pezones, cosquilleándolos con la punta de los dedos. Luego sus labios se posaron sobre ellos, primero besándolos suavemente, luego abrió la boca y dejo entrar en ella mi pezón, lo lamió, luego puso la punta entre sus labios lo succionó, sus manos se metieron bajo mi cuerpo prendiéndome, una mano se poso en la parte interna de mi muslo, luego rozándola ligeramente, casi imperceptible, recorrió todo su largo hasta llegar al fondo, donde lo esperaban mis nalgas, la tibia palma de su mano tocó mi redondo y suave trasero, luego lo abarcó y lo apretó sutilmente, mientras seguía succionando mi pezón, me sentía muy excitada, manipulada en dos zonas muy sensibles de mi cuerpo, Emiliano lo notaba y sin duda sabía que eso me estaba excitando mucho, luego bajó mi tanga, recorriendo mis piernas muy despacio hacia abajo, disfrutando el despojarme de la prenda, luego lamió sus dedos, y los dirigió directamente entre mis piernas, cuando llegó a mi culito solo bastó un poco de presión para que mi esfínter cediera y dejara entrar en mi su dedo medio, al mismo tiempo que me besaba el cuello y los pechos, su dedo se comenzó a mover dentro de mi, hacia fuera y adentro, luego otro dedo acompañó al primero, y otro mas, tres dedos me abrían el ano, entrando y saliendo, preparándome para lo que seguía, yo estaba en los cuernos de la luna, excitadísima, empalmadísima, sentía mi abdomen hervir.

Emiliano es un hombre fornido, así que luego que me saco los dedos que me había metido en el culo, me jaló hasta la orilla de la cama y con facilidad me dio vuelta hasta quedar yo boca abajo, a mi espalda escuché el tintinear de los herrajes de su cinto mientras lo desabrochaba, luego el rápido zumbido de cremallera bajando, el rebote de sus zapatos en el suelo se escucharon a los lados de la cama y el sonido de sus pantalones fruncirse cuando se los quitaba, luego sin aviso, sentí su cálido aliento en la parte lumbar de mi espalda, luego bajando lentamente sus labios tocaron mis nalgas, su lengua recorría la suave piel de mi trasero, primero en lo lados, luego en el centro de mi cola, cosquilleándola, recorriéndola de arriba abajo lamiéndola toda, desde el ano hasta donde se desvanecía en mi cóccix, la áspera superficie de su lengua rozaba deliciosamente mi hendidura yo me aferraba a la sabanas como tratando de no perder el control mientras era atrapada en aquella vorágine de sensaciones. Luego su sensual beso se concentró en mi ano, sus labios empataron con mi orificio y su lengua cosquilleaba con la punta; como buscando un clítoris, inexistente, pero no por eso sus caricias bucales eran ineficaces, al contrario, la expectativa de lo que me vendría en unos momentos me tenía a punto de explotar por dentro.

La saliva de mi hombre comenzó a derramarse, y un hilillo de líquido tibio se deslizó por mi ingle, luego por el muslo. Su boca se alejó de mi trasero, y un dedo entró de nuevo en mi, estaba cerciorándose de la disponibilidad en la que se encontraba mi cuerpo, probando la dilatación de mi esfínter y que la lubricación fuera la correcta, luego el dedo salió de mi, y en el acceso de mi cuerpo se posó algo mas gordo, mas duro, pero a la ves mas suave al tacto, Emiliano dio por asentado que yo estaba conforme con su penetración, y eso me encantaba, que me cogiera sin siquiera pedírmelo, que no me solicitara autorización, que me tratara como si no tuviera otra opción mas que recibirlo dentro de mi cuerpo. Sentí como la cabeza caliente del pene de mi macho forzaba la entrada a mi ser, resbalando un par de veces fallando en su intento de empotrarse en mi renuente y mojado orificio, luego la resistencia de mi culo cedió a los intentos de aquel carnoso y enhiesto invasor, me abrí mucho, sentí estirarse mi ano hasta el límite, casi lo podía ver la piel de mi culito brillando de lo ampliada que se encontraba, el impulso que mi hombre había impuesto a su metida fue mas que suficiente para que una gran parte de su verga se me metiera de un solo empujón; el dolor se hizo evidente de golpe – mi amor ¡aaaahhhgggg! – un grito salío espontáneo de mi garganta, mi rostro se debió haber deformado en un rictus de dolor, mi cuerpo se convulsionó respondiendo al terrible dolor al que era sometido – perdona mi bebe, no quise metértela tan duro – yo sabía que sus disculpas eras sinceras Emiliano nunca había sido brusco en la manera de meterme la verga, pero esa ves no pude dejar de sentir un poco de mal estar con el, por no haber sido cuidadoso.

Cuando pensó que me hube recuperado del tremendo empujón que me había dado, comenzó a moverse cuidadosamente, primero despacio, casi milímetros, luego un poco mas, hasta que fue suficiente para hacer que comenzara a resbalar su verga dentro de mi; la terrible metida inicial no había tenido consecuencias, y la dolorosa sensación de su verga deslizándose dentro de mi recto, poco a poco estaba tornándose placentera, nunca sin dejar aquella punzada de dolor que la aderezaba – Emiliano mi amor ¡ahh!, ¡ahh!, métemela despacito – suplicaba gimiendo. Mi macho se esmeraba en sus cuidados, pero nunca dejando de ser impetuoso en sus movimientos, hacía que me bamboleara de arriba abajo siguiendo el impulso que me imprimía con sus cogidas. El encuentro de mis nalgas contra su cadera empezaba a traquetear, se escuchaban las rítmicas palmeadas de nuestra piel chocando, mientras su erecto falo me taladraba sin cesar, sentía como mi ano se adhería a su verga, lo suficiente para provocar una deliciosa fricción, la piel de mi esfínter se movía atrás y adelante acompañando cada vez que mi hombre me metía y me sacaba la verga. Me encantaba estar en esa posición, y a mi macho también, desde ese punto podía verme la espalda completa, mi delgada cintura, rematada en mis ensanchadas caderas y redondas nalgas, cimbrándose cada vez que su abdomen chocaba con ellas, palmeando con cada metida, yo simplemente me dejaba caer de panza sobre la cama, cerraba mis ojos y me concentraba en satisfacer a mi hombre, mis gemidos parecían excitarlo, así que no escatimaba en ellos, no es que los fingiera, simplemente los dejaba fluir sin tapujos – ahhh ahhh, mmmhhh ahhhh – a veces solo era gemidos, sonidos guturales, a veces lo alentaba – cógeme cógeme, hazme tuya – le decía, a veces de repente me la metía mas brusco, o mas profundo y el dolor me hacía brincar y mis gemidos además exclamaban sorpresa – ahhh ahhh ¡oh, oh! Mi amor, ¡oh mi amor! Ahh ¡así, así cógeme! – a el le encantaba estos gemidos estos sorpresivos pujiditos, exclamaciones que reflejaban las sensaciones que se hacían presentes en mi cola.

Siempre estaba yo concentrada en mi colita, cerraba los ojos y dejaba que todo mi ser se enfocara en disfrutar el roce de la verga que me entraba y me salía sin cesar, sin parar, constante, de repente la velocidad aminoraba y hacía que el empujón que me daba fuera menos sensible, mas lento, pero mas profundo, hacía que me bamboleara menos, pero la sensación de cómo mi recto era invadido lentamente era sensacional, me la metía muy hondo e implacable, tocando lo mas profundo de mi recto, hasta el tope, hasta que los pelillos del pubis de mi hombre rozaban en mis nalgas cosquilleando, haciéndome estremecer, de esa manera era mejor que no me moviera, cualquier ligero cambio de trayectoria de la verga que tenía metida era doloroso, pero la posibilidad del riesgo hacía mas excitante estar completamente empalada, sentía la cabeza de su verga bien adentro, mi recto completamente lleno, mi culo muy estirado, yo sintiéndolo, disfrutándolo, casi saboreándolo, luego hacía un esfuerzo y apretaba el esfínter, mi hombre lo sentía y lo gozaba – Si chiquita, así apriétalo, que rico me aprietas – me decía extasiado, luego me la sacaba, casi toda casi hasta la punta del glande, luego me la volvía a meter despacio, me dejaba sentir su verga, como la punta se iba abriendo paso en mi, como mi recto se iba despegando cuando al paso de glande, resbalando, abriéndome, poseyéndome, marcándome como suya, y llegar otra ves hasta el fondo.

Luego sus movimientos se aceleraban, las penetraciones se hacían menos profundas y su rango de recorrido dentro de mi se acortaba, pero la aceleración, hacía que se sintiera diferente, más intenso, mas fuerte, mis nalgas volvían a chasquear contra su cadera, mis pechos colgantes se volvían a cimbrar, mi macho se asía a mis caderas, y me atraía hacia él cuando me la metía, haciéndome mover a su ritmo, mi gemidos acompasaban a sus cogidas como una sensual sinfonía – ¡ahh, ahh ahh oh oh oh si si mhh ahhh mhh! – el palmeteo de mis nalgas contra su pubis; Inclusive me parecía sensual el rechinar de la cama, todo siguiendo el ritmo del mete y saca que me estaba dando en el culo.

De repente sus dedos se clavaron en mi cadera, el movimiento de sus caderas se tornó más enérgico, comenzó a exclamar unos gritos apagados, luego gemidos más fuertes, muy varoniles, las metidas mas agresivas me provocaban mas dolor, pero cerré los ojos mas fuerte tratando de soportarlo, poco falto para que le suplicara que se detuviera, que me sacara la verga, pero me mordí un labio, clavé las uñas en la cama y aguanté hasta que comenzó a gruñir y bufar como un animal en celo, luego el delicioso y aliviante calor que inundaba mi recto cuando eyaculaba dentro de mi. Terminó mi hombre, se satisfizo en mi, sus necesidades sexuales quedaron repletas en mi culo; luego me empujo hasta someterme contra la cama, así empinada, con la panza en el borde de la cama y las rodillas en el suelo, y se desplomó sobre mi espalda, saciado. Nuestra respiración entrecortada , su pecho sobre mi espalda hacía que sintiera palpitar su corazón agitadamente, sudoroso, jadeante, colmado de placer.

Se retiró de mi y se fue al baño, como siempre, me dejaba ahí abandonada a mi suerte, con la cadera adolorida y el ano que parecía que me habían metido las aspas de una batidora, me tocaba con la mano y estaba muy hinchado, muy mojado, escurriendo del semen que mi hombre había derramado dentro. Dentro del baño escuche luego como la llave de la tina se abría y el chorro de agua que se acumulaba, mi hombre salió del baño. Se agacho donde yo estaba, me cargó en brazos y me llevó a baño, antes de meterme en la tina me despojó de lo que quedaba de mi ropa, y me puso en el agua, tibia y reconfortante, luego con la mano comenzó a lavar mis hombros, luego siguió con mi espalda, mis pechos mi abdomen, mis piernas, trató de ayudarme lavándome la colita, pero era muy brusco, y en ese momento era la parte de mi cuerpo mas sensible, así que le pedí que me dejara hacerlo sola. Ahí me quedé por un rato, recostada en la tina, recobrándome de la invasión que había sufrido mi cuerpo, pensando en lo que me había pasado.

ya es tarde preciosa.

Emiliano me sacó del sopor de la tina de baño; no me di cuenta del tiempo, y ya era mas tarde de la hora que tenía que llegar a casa, así salí pronto de la tina, me vestí y nos fuimos de la habitación de Emiliano. En el camino me iba disfrazando otra vez de Pedro; tristemente me ponía la enorme playera; muy a mi pesar me quitaba las sombras y todo el maquillaje, esa era la parte mas triste de esa noche, tal vez mas deprimente aún que la despedida de mi amado.

Mañana me voy – dijo después de estacionar a una calle de distancia de mi casa –

¿Entonces no te veré?

Mañana no, pero estaré viniendo mas seguido por acá, y te juro que tendremos mas de estos fabulosos encuentros.

No quise hacer la despedida mas difícil, solamente me lancé sobres sus hombros, lo abracé y le planté un largo y apasionado beso, sin decir mas baje de la camioneta, tome mi bicicleta del compartimiento de carga, y me fui a casa, las luces del vehículo de mi hombre no se movieron, subí a la entrada de mi casa y de lejos vi como daba vuelta y se alejaba calle abajo. Entré a casa, mi abuela no se había dado cuenta de mi ausencia, hasta que subí las escaleras y abrió la puerta de su recamara, me pregunto por mi visita a la biblioteca, le contesté que "muy bien" y me retiré dormir.

Después de esa maravillosa noche todo pareció cambiar, tal ves la que cambió de actitud fui yo, limpié mi casillero, y aunque estuvo limpio por fuera solo un día, por dentro estaba como yo lo quería, en la cuestión escolar estaba sacando buenas calificaciones, y en lo deportivo encontré una actividad que me gustaba, después de que el entrenador "amablemente me pidió que dejara al equipo de Lacrosse", el mismo me ayudó a encontrar cupo en el grupo de asistencia medica para los equipos deportivos, y que consistía en ser asistente de paramédico de la escuela en los juegos; que aunque no era en si un deporte, cubría la asignatura deportiva obligatoria por período escolar. Así que después de pasar un curso de capacitación de 4 semanas en primero auxilios, comencé con mi actividad.

En cuestión social, Natalie la pelirroja y Derek se hicieron buenos amigos míos, los muchachos del equipo de Lacrosse siempre me saludaban sonrientes, no se si de verdad lo hacían por ser amistosos o les divertía recordar el accidente de mi primer y único entrenamiento. Natalie, Derek y yo, nos veíamos seguido después de clases para estudiar o simplemente vagar por la zona comercial del vecindario. Yo era la asistente del doctor, asistía a los torneos de natación donde competía Natalie, era muy buena nadadora y logró calificar para asistir a competencias estatales.

Así pasaron los primeros 2 meses de mi estancia en McArthur High School, todo muy tranquilo, Emiliano me había visitado un par de veces mas en el primer mes, aunque la última vez lo note algo raro, como distante, no me dijo nada, pero después sus llamadas se hicieron menos frecuentes y mas secas; la distancia estaba haciendo mella en nuestro amor, también yo lo sentía, cada ves me acostumbraba mas a vivir sin el.

El otoño estaba en todo su apogeo cuando comenzó la temporada de Football, y con ello se nos incrementó la actividad para el grupo médico deportivo, teníamos que cubrir dos, tres, o cuatro actividades semanales, y cuando el equipo de football jugaba en casa teníamos que cubrir el evento los sábados por la mañana, y cuando salíamos de la ciudad a veces teníamos que ir con el equipo a donde jugaran. Me impresionó el entusiasmo con el que los miembros de la comunidad seguían al equipo; en cada juego, largas caravanas de coches se formaban siguiendo al camión, los padres de los jugadores eran vistos como privilegiados y ellos orgullosos se pavoneaban cada que su hijo participaba en alguna jugada.

Un sábado el equipo jugó en casa, así que yo tuve que estar en el campo muy temprano en la mañana. Había participado yo en la atención de varios jugadores con lesiones leves, pero después uno de nuestros tackles chocó con otro, saliendo el nuestro con la peor parte, entramos los asistentes e inmovilizamos el cuello del enorme gorila – ¡Latrell, respóndeme! – le gritaba mi compañero, al no responder el jugador pensamos que sufría una conmoción, así que tuvimos que subirlo a la camilla.

La verdad los muñecos de goma con los que había practicado en el curso, debían pesar unas 100Lbs. Pero este mastodonte debía pesar al menos unas 200Lbs. Así que lo tome de las piernas, y traté de levantarlo pero me fue imposible en el primer intento, el otro asistente me miró extrañado, ya que dejé caer las piernas al suelo. Estaba consternada, el jugador pesaba demasiado, y yo era muy delgada. No se como, pero volví a tomar las piernas de jugador, penosamente pude despegarlas del suelo, y haciendo un esfuerzo sobre humano, pude levantarlo apenas unos cuantos centímetros del pasto, pero fueron suficientes para casi arrastrarlo y posarlo sobre la camilla. Luego inmediatamente después, el otro asistente se volteo dando la espalda a la camilla y colocándose de cuclillas tomo las agarraderas frontales, esperando que yo tomara las agarraderas traseras y entre los dos la levantáramos y trasportáramos al herido fuera del campo.

No sabía si lo lograría, pero tenía que intentarlo, así que me agaché también, tome las agarraderas fuertemente, y haciendo trabajar mis piernas al máximo, logré levantar a aquel pesado jugador, hice la señal a mi compañero de que avanzara, aunque el también tenía dificultades para caminar, la verdad yo estaba forzándome al límite para no desplomarme, mis pies no se colocaban uno detrás del otro al caminar, sino que a veces se cruzaban, a veces se separaban en diagonal uno del otro, mis rodillas parecían doblarse a cada paso que daba, mis brazos estirados al límite, y sentía mis hombros dislocarse, sentía que los músculos de mi espalda crepitaban al estar estirados al límite.

Por fin llegamos a la orilla del campo, y al posar al jugador en el césped yo caí de bruces entre las gruesas piernas del jugador, colocando mi cara justamente sobre sus... "partes nobles" que no eran tan suaves en ese momento debido al protector genital(concha), el jugador ya había despertado y se sobresaltó al sentirme caer entre sus piernas – ¡¿qué te pasa hermana?! – se quejó Latrell, confundiéndome con una chica (aunque nadie me cree, yo juro que mi caída sobre las partes nobles de Latrell fue accidental). Los paramédicos de la ambulancia llegaron a relevarnos y a diagnosticar si el paciente tendría que ser trasladado al hospital, yo me senté en el suelo, resoplando debido al esfuerzo.

El jugador estaba ileso, solo había sido un golpe, así que pudo volver al juego después del medio tiempo. El partido estaba muy cerrado, y los dos equipos se estaban jugando todo por el todo, en otra de las jugadas alguien cayó de bruces, y una roca se metió dentro de su careta, alcanzó la nariz de nuestro jugador y este comenzó a sangrar profusamente. Tuvo que salir del campo, y el doctor me ordenó que lo atendiera, mientras el estaba ocupado observando a las hermosas porristas adolescentes.

Pedí al enorme joven que se sentara en una banca y comencé con taponear las fosas nasales para detener la hemorragia, yo le hacía preguntas al joven para distraerlo, mientras con un hisopo le limpiaba una herida exterior que la roca le había provocado en el tabique y se le habían incrustado unos trozos de hojas de césped, « ¿cómo te llamas?... me llamo Tyrone; ¿que edad tienes Tyrone?... tengo 17 » y otras preguntas sin importancia, tuve que usar unas pinzas para ir extrayendo unos diminutos trozos de césped; el enorme jugador en un reflejo del dolor se aferró a mi cintura, estaba yo de pié, frente a un joven tan guapo, mi cintura parecía diminuta rodeada por sus enormes manos, sus dedos se movían, y me gustaba, me excitaba, un escalofrío recorrió todo my cuerpo. Su rostro entre mis manos estaba descompuesto en una mueca intensa, que sugería imágenes eróticas en mi mente. Tenía que tener mi cara muy cerca de la de el para poder ver su herida, así que su aliento agitado se confundía con el mío, y sus bramidos y quejidos me hacían imaginarnos otra escena mas íntima que aquella.

apresúrate nena, tengo un partido que ganar – dijo sin bajar la cara que miraba al cielo para facilitar la atención médica, aquel comentario me sacó del estupor de mis fantasías eróticas –

me llamo pedro, no soy nena – corregí al chico, que después de la aclaración me miró extrañado –

Tienes razón disculpa – dijo sin cambiar su expresión sorprendida –

Después que le coloqué un vendaje provisional, despaché al jugador de nuevo al emparrillado, antes de entrar al campo volteó a verme con la misma expresión de sorpresa que cuando le dije que no era "nena".

El partido terminó y nuestro equipo logró un apretado pero glorioso triunfo, después de recoger nuestro equipo de enfermería subimos a la camioneta y antes de salir del estacionamiento del estadio, vimos a "nuestros muchachos" subiendo al autobús escolar, gritando alegremente, vitoreando y jactándose del triunfo., las porristas gritaban y les aplaudían, en general el ambiente era muy alegre, y sentí algo de envidia, quería estar ahí, quería estar con ellos, ser parte de aquel grupo tan animado, quería ser aceptada. Pude distinguir entre el grupo a Tyrone que estaba muy entusiasmado, el vendaje colgaba de su tabique, tal vez en el frenesí de la victoria ni se había dado cuenta, debí haberlo estado mirando muy detenidamente, ya que volteó hacia mi, me sorprendí, pero con el pulgar hacia arriba me hizo una seña de suerte, una enorme sonrisa iluminaba su rostro, moreno y hermoso, contesté la misma seña, y luego agitando la mano nos despedimos.

Al día siguiente pasé la tarde en casa de Natalie estudiando para un examen, decidí regresar a casa antes de la cena, así que debí salir de su casa alrededor de las 7:00pm, iba por un lado de la acera, de pronto un enorme automóvil negro paso a un lado mío viajando muy despacio, el poderoso motor ronroneaba, una cara conocida casi pegada al vidrio, me siguió con la mirada mientras lentamente me iba quedando atrás. El coche se detuvo unos metro delante y bajo del lado del copiloto un joven alto con chaqueta deportiva.

¡hola!, ¿tu eres el del grupo de atención médica verdad?

Detuve mi bicicleta y me pareció extraño, no tuve tiempo de contestarle, cuando se acercó a mi extendiendo la mano.

Me llamo Bradford, mis amigos me dicen Brad.

Hola yo me llamo Laura... «oops» ¡Pedro!, me llamo Pedro – de nuevo mi subconsciente traicionero –

¿Laura ó Pedro?, hay mucha diferencia...

Me llamo Pedro.

Que bien Pedro, y... ¿a dónde vas?

A mi casa, aquí en Maple Vilage.

A que bien, eres vecino, pues te llevamos.

Gracias, tengo mi bicicleta.

Después de que insistió un poco en llevarme, del asiento trasero del coche bajó el enorme Latrell, el chico que había sacado en camilla, al verlo, no se porque, pero me inspiró confianza y accedí a que me llevaran a casa, mi bicicleta cupo en la cajuela, y yo me pasé en el asiento trasero, con el enorme Latrell, después de que me insistieron acepté una cerveza, no me gustaba, pero quería encajar en el grupo – vamos a ir a parque Pedro, ¿quieres ir? – me dijo Patrick el conductor del auto. Mi reloj marcaba 7:45pm, así que como no era muy tarde pensé que sería buena idea.

Llegamos al parque y estacionaron, Brad y Patrick bajaron del auto, pero cuando me disponía a bajar yo, Latrell me haló de brazo.

espera Pedro, ¿a dónde con tanta prisa?

Su nombre es Laura – corrigió Brad –

Yo me sorprendí por el comentario de Brad, pero no pude replicar nada, ya que el y Patrick se alejaron del automóvil.

¿con que Laura eh?, te va bien el nombrecito.

Me llamo Pedro, no Laura – corregí –

Entonces porque Brad dijo que te llamas Laura.

Me equivoqué.

¿Entonces no te gustaría ser Laura?

Pensé por unos momentos si lo que había dicho Latrell era una pregunta o una propuesta.

Si, claro que me gustaría – me aventuré a afirmar –

Pues entonces puedes empezar por aquí.

Me dijo, mientras tomó mi mano y la llevó justo a su entrepierna, donde, bajo el pantalón, se podía adivinar un enorme y tieso bulto.

Pero antes, quítate la playera, quiero verificar algo.

No sabía que quiso decir con eso, pero lo obedecí, cuando vio el vendaje, el mismo comenzó a quitármelo; yo me sentía algo apenada, algo en mi no estaba cien por cien segura de dejar que me viera el busto, pero no se porque no lo dejé, no quería contradecirlo, estaba con el y me estaba aceptando, tal ves el miedo a ser rechazada fue por lo que le permití hacerlo, cuando terminó de quitarme el vendaje, instintivamente crucé los brazos en mi pecho cubriendo el busto – vamos Laurita déjame verte – me insistió. No muy convencida abrí los brazos y mis pechos quedaron a la vista, el fresco aire de la noche hizo que mis pezones estuvieran erectos. Latreell se me quedó mirando al busto, luego sacando la cabeza por la ventana gritó:

¡Eh! Muchachos vengan a ver esto.

No Latrell por favor, ¡que vergüenza que me vean!.

No tengas vergüenza Laurita, vas a ver como le va a gustar a los muchachos ver esto.

Brad y Patrick llegaron y se asomaron por la ventanilla, su mirada burlona me dio desconfianza, yo de nuevo sin darme cuenta me había cubierto el busto, Latrell me cogió de las muñecas ya la fuerza me las separó dejando que brad y Patrick me vieran – ¡wow! Viste eso Brad, te dije que tenía busto – dijo Patrick, sus risas burlonas me calaban en el alma – que ricas tetitas mami – dijo Brad.

La portezuela se abrió y Brad subió al coche, inmediatamente se lanzó sobre mi me abrazó por la cintura y comenzó a lamerme el pecho alrededor del busto, traté de empujarlo con las manos, pero Latrell me abrazó por detrás y me cogió de nuevo por las manos, impidiéndome empujar a Brad, lo que le dió paso libre y siguió lamiéndome los pechos, chupándome los pezones casi mordiéndolos, traté de zafarme de Latrell, pero casi me doblaba en peso, y en fuerza ni hablar, debía ser unas 20 veces mas fuerte que yo, la desconfianza se convirtió en miedo, Brad me lamía y me chupaba de una manera lasciva, descontrolada, fuera de sus cabales, y Latrell me mantenía sometida por la espalda – no te asustes chiquita, vas a ver que te va a gustar mucho lo que te vamos a hacer – me dijo latrell al oido, eso terminó de asustarme, solo rogué a dios que no me fueran a golpear.

Latrell estaba recostado en el asiento, yo estaba encima de él, boca arriba los dos, así me tenía sometida, así que decidí que lo mejor era cooperar con aquellos chicos fuera de control, comencé a gemir, fingiendo que me gustaba como Brad me lamía los pezones, me relajé y dejé de luchar contra el agarre de Latrell, los dos chicos rieron – ya vez Laurita, te lo dije, lo vas a disfrutar – me repitió Latrell al oído con voz pastosa.

Luego la cosa se puso peor, Patrick subió al coche también, y entre él y Brad me desabrocharon el pantalón y me los bajaron hasta los tobillos, intentaron quitármelos por completo, pero mis tenis lo impidieron, en ese momento usaba una pantaleta normal, que también me removieron hasta los tobillos, ahora si me invadió el miedo – me la quiero coger, voltéala – dijo Brad, me levantaron y me dieron vuelta, dejándome empinada a 4 patas sobre el asiento trasero del coche, justo frete a Latrell – ¡wow! Que culito tan rico tiene esta jotita – dijo Brad que me manoseaba las nalgas – que buenas nalgas – dijo patrick. Latrell se limitó a bajarse los pantalones dejando justo frente a mi cara un enorme pene, muy negro, venoso, con una cabeza muy gorda y chata – chúpamela – ordenó, yo obedecí, abrí la boca y dejé que el mismo dirigiera su pene, me tomó con las dos manos de la nuca y me jaló la cabeza, su verga se me metió hasta la garganta, traté de alejarlo, pero me sostuvo jalándome del pelo, comencé a toser de asco, pero eso pareció divertirlo mas, deduje que no iba a poder desembarazarme de eso, así que decidí tratar de aguantar.

Tras de mi otra fiesta se estaba llevando acabo, sentí dos manos magullándome el trasero, me apretaban las nalgas y sus manos se metían recorrían la hendidura de mis nalgas; no sabía que hacer, estaba asustada y me dolía como me pellizcaban, las lagrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Latrell me vio llorar – bueno a ver, ya, déjenla en paz, nos vamos a turnar y Laurita nos va a complacer a todos, ¿verdad Laurita? – me sacó la verga de la boca y yo asentí resignada, moviendo la cabeza solamente – mientras te la chupa, yo me la cojo – propuso Brad – bueno esta bien – autorizó Latrell.

Sin preguntarme nada, de nuevo me volvió a tomar del cabello y jalándome la cabeza me volvió a meter la verga en la boca, el estirón de cabellos me dolía, esta ves me movía de arriba a bajo, haciendo que las chupadas sonaran como lenguetazos, Patrick bajó del coche esperando su turno, y Brad continuó jugando con mi colita, magullándola pellizcándola, luego sentí su boca metiéndoseme entre las nalgas, su lengua me lamía el ano. Me di cuenta que la única manera de que Latrell me soltara del cabello, era haciendo que de verdad disfrutara de la mamada que me obligaba a darle, así que decidí hacerlo disfrutar; mi lengua comenzó a jugar rozando debajo de su pene, y empatando su glande con mi paladar; sentí como se estremeció – eso, eso, así mi chiquita chúpamela – y me soltó el cabello, ahora yo llevaba la iniciativa en la mamada, jugando con ella, sorbiendo aquella enorme verga como si de verdad la saboreara, Brad había logrado hacerme temblar un par de veces con el sensual beso que me daba en el ano. Empecé a pensar que tal ves si me relajaba un poco, lograría disfrutar de aquello. Respiré profundo y me imaginé que Latrell era Emiliano y que estaba haciendo feliz a mi amado, y Brad... bueno Brad había logrado encontrar el punto exacto en mi ano, y me estaba llevando al cielo con su lengua, comencé a mover las nalgas de manera sensual, meneándolas y arqueando la espalda, gimiendo como gata en celo. La lengua de Brad me provocaba espasmos de placer y Latrell simplemente se había desparramado en el asiento dejándome hacer con su verga lo que estuviera en mis manos para satisfacerlo. Luego el beso se esfumó de mi ano, y los dedos de Brad volvieron a tratar de meterse en mi, empujaron hasta lograrlo, primero uno, luego otro y al final tres dedos estaban en mi culo.

Movió por un rato los dedos dentro de mi, creyendo que me provocaba placer y cuando se aburrió me los saco, sentí sus manos posándose en mi trasero y separándome las nalgas, con los dedos pulgares abrió mi ano, luego una sensación conocida, el grueso empuje puntal de su dura verga presionaba en mi culito, la verdad no estaba lista, aunque sabía que no podría evitarlo, los chicos en esa situación no se pueden contradecir porque puede ser peligroso. Ante la expectativa de ser penetrada sin yo desearlo me desconcentre un poco y descuidé de satisfacer a Latrell, el notó que la intensidad de la mamada bajó un poco, así que de nuevo aprisionó mi cabello y empezó a empujarme la verga hasta la garganta, mientras tras de mi, Brad empujaba la verga en la entrada de mi recto, intentando tenazmente penetrarme. No se si por que yo no lo deseaba, o por su inexperiencia pero se le estaba dificultando encajármela, lo que me provocaba una punzada de intenso dolor, Latrell seguía agitándome la cabeza arriba y abajo. Yo no quería ser penetrada por Brad, no lo quería, una cosa había sido acceder a mamársela, pero no quería entregarme a Brad, no me consideraba tan poca cosa como para andarle dando las nalgas a cualquier idiota como él, ni siquiera me podía penetrar el muy estúpido; además por la manera en la que lo estaba haciendo se notaba que no tenía experiencia y estaba segura que me iba a lastimar.

Trataba de empujarlo, pero Latrell me tenía sometida por la cabeza y con su enorme verga llenándome la boca no podía gesticular palabra. En uno de esos erráticos empujones, no se como pero sentí el encajón justo en el centro, no me la pudo meter, pero el fallido intento fue doloroso para mi, sin poder sacarme la verga de Latrell, no pude mas que hacer una exclamación ahogada – ¡ahhhhhgggg gueeejhguejhgggueeeejgh! – gemidos nasales fue lo único que pude balbucir.

Mejor espérate a que me la termine de chupar, porque en una de esas me va a venir mordiendo la verga – argumentó Latrell –

Brad contrariado cesó en su intento por embutirme su pene, y se retiró; solo que antes de salir del coche me dio una nalgada muy fuerte, muy sonora, que me ardió hasta el alma, los dos chicos celebraron la supuesta gracia. Me sobé la nalga donde me había dado, y luego me concentré en la mamada a Latrell. De nuevo traté de tomár la iniciativa y evitar que me siguiera maltratando, me recosté en el asiento y traté de gemir aparentando que estaba disfrutando de chupársela – mhh mhh mhh mghhmghh aghh aghh – esto pareció gustarle ya que me soltó del cabello, luego cerré los ojos y me concentré en provocarle el mayor placer posible, pasaba la lengua alrededor de su verga, la engullía hasta la garganta, presionándola, la dejaba rosar mis mejillas, Latrell jadeaba y se retorcía de placer – ¡wow! que buena mamada, eres una chupadora experta – me decía excitado. Luego comencé a succionar, imprimiéndole mas velocidad «¡mhchuik, mhchuik, mhchuik!» se escuchaba dentro de mi boca el sonido de mi saliva gorgoreando y el roce de su pene en mis labios. Después sentí como se estremeció, exclamó un quejido sostenido, sus músculos se tensaron, me volvió a coger de la cabeza y me volvió a embutir la verga hasta el fondo, y sin dejarme mover eyaculó en mi garganta, ahora el era el que se movía a su gusto, el glande se restregaba contra la parte posterior de mi paldar, sin dejarme escupir – trágatela putita, trágate mi leche jotita rica – me decía Latrell con una voz imperativa pero sensual; traté de tragarme el semen, pero se me atoró en la garganta y casi me ahogo, comencé a toser y a empujar a Latrell pero el me mantenía apretada contra su pubis con su verga metida hasta la garganta. Al fin me soltó y pude despegarme de él, tosiendo y haciendo arcadas de asco.

Laurita eres la mejor mamadora que conozco – dijo Latrell –

No quiero que me la metan – exclamé entre tosidos y garraspera en la garganta –

¿Qué... y por qué no?

No quiero, por favor, diles que no me cojan.

No puedo pedirles eso, Brad te trae muchas ganas y no creo que te vaya a dejar ir viva.

Dijo Latrell y abrió la portezuela, sin decir mas se dispuso a salir, justo cuando yo salte y lo sostuve de la muñeca.

Por favor, a ti te harán caso si les dices, diles que no me cojan, se las chupare todas las veces que quieran pero por favor, no quiero que me penetren.

Latrell me miró por unos segundos, primero sonreía pero cuando vio en mi mirada que realmente estaba suplicándole que no me cogieran, su rostro se hizo mas grave y asintió con la cabeza. Se alejó del auto justo a donde esperaban Brad y Patrick y les habló, haciendo unos ademanes expresivos y riéndose entre ellos, Brad se separó del grupo y se dirigió sonriendo hacia mi, - ¡demónios! – pensé, me preparaba mentalmente para ser cogida, Latrell no se vio muy convincente con ellos, así que supuse que Brad no había cambiado de opinión. La portezuela se abrió y Brad se acomodó en el asiento junto a mi, sin decir nada, se desabotonó el pantalón y lo bajo junto con su ropa interior hasta las rodillas – a ver si es cierto que eres la mejor mamadora del mundo – me dijo sosteniendo su verga con la mano, ofreciéndomela. Traté de mostrarme animada viendo su verga, e inclusive hice un comentario incitante – que rica verga tienes – o algo así le dije; me incliné sobre el, y resignada me comí su verga, le di el mismo trato que a Latrell, lamí, chupé, mamé, succioné, mojé, me la pase de un lado a otro por la boca, Brad no me jalaba del cabello, solo me acariciaba la cabeza, y ligeramente me marcaba el ritmo, mientras el, recostado en el asiento gemía sensualmente; con la otra mano, había logrado alcanzarme el trasero, y pasaba el dedo alrededor de mi ano, lo ensalivaba y me acariciaba el esfínter, hizo un intento por meterme el dedo, pero yo arqueé un poco la espalda y lo dejé fuera de su alcance. No porque no me gustara, de hecho hasta disfrute su masaje anal, pero estaba decidida a hacer lo posible a no ser invadida, al menos esa parte tan íntima quería dejarla exclusiva para el hombre que amo. Brad también me obligó a tragarme su semen, solo que esta ves la dejé acumularse en mi boca, hasta que me la saco, y luego me la tragué, para evitar la penosa escena como con Latrell; después que hizo esto me dijo que con la lengua le quitara lo mojado de la verga, así que le di unos lengüetazos y lamí el exceso de saliva y restos de semen, luego se subió el pantalón, salió del coche y se unió a sus compinches, riéndose y celebrando. Patrick tiró al suelo un cigarrillo y también se dirigió al coche, yo estaba harta, exhausta, solo quería hacer que Patrick terminara, rogar que lo demás se dieran por satisfechos e irme a casa.

Subió al coche y se me quedó mirando lascivamente, yo estaba semidesnuda con los pantalones y las panties hasta los tobillos, sentada casi de rodillas sobre el asiento, instintivamente con los brazos cruzados cubriendo mi busto, estiró la mano y me acarició las piernas, subiendo lentamente pasando por las caderas, acariciándome, mi piel se erizó.

A mi no me vas a fregar, yo sí té cojo.

Dijo, luego me cogió las manos y me las quitó del pecho, y se abalanzó sobre mi haciéndome caer boca arriba en el asiento, y el encima de mi lamiendo mis senos, metió una mano por debajo de mis nalgas, con los dedos buscaba el ano, entre la hendidura de mis nalgas, yo trataba de empujarlo, pero era imposible, con una mano me magullaba los pechos, y con la otra trataba de meterme los dedos, yo me revolvía en el asiento tratando de evitarlo, pero el simplemente no me soltaba, me di por vencida, dejé de luchar, estaba sometida, no podría hacer nada, estaba a punto de ser violada.

Me tomó de las piernas y me las levantó por encima de sus hombros, trató de separármelas, pero el pantalón lo evitaba, hizo un intento por quitarme el pantalón, pero tenía que desabrochar mis tenis, así que desistió, cogió mis piernas las junto y las pasó por un lado de su cabeza, se recostó sobre mi, sometiéndome bajo su peso, yo trataba de no llorar, aunque sentía un terrible nudo en la garganta. Luego la caliente cabeza de su verga comenzó a buscar entre mis nalgas la entrada; la sensación de su pene caliente buscando mi culito sin que yo lo deseara fue insoportable, y ese fue el detonador, comencé a sollozar.

No Patrick, por favor déjame.

¿qué te pasa?

Por favor, no me cojas, te haré lo que quieras pero no me penetres, por favor no me cojas – dije llorando –

Bueno, bueno, esta bien, si no quieres no te la meto, pero me la vas a mamar verdad.

¡Si! Si te la mamo todo lo que quieras, pero no me cojas ¿si?

Aceptó algo a disgusto, pero se levanto y me dejó moverme, aproveche para subir mis pantalones, luego me pidió que me recostara boca arriba, yo dude un poco, pensando que no había desistido en su intención de cogerme – no te la voy a meter, te lo juro, confía en mi – me recosté boca arriba y el sobre mi, pero con la cabeza en el otro lado, como si fuéramos a hacer un sesenta y nueve – abre la boca – ordenó, lo obedecí y con un movimiento de sus caderas me introdujo el pene. Estaba el a cuatro patas sobre mi, en sentido contrario a mi dirección, con su verga metida en mi boca. Luego se comenzó a mover, hacia atrás y adelante, como si me estuviera cogiendo, pero por la boca, la verga se sentía diferente desde esa posición, el glande se restregaba en mi lengua de atrás a adelante, el gemía, mientras dejaba caerse una y otra ves sobre mi cara, casi se me metía toda la verga, sus testículos casi chocaban con mi nariz y su vello pubico rozaba en mi barbilla. Mi cabeza rebotaba en el asiento de arriba abajo al compás de sus movimientos, de mi garganta salía un sonido extraño, como de atragantamiento – ¡gloug, gloug, glaug, glaug! – otra ves la profundidad de las metidas que me daban en la garganta me provocaban nauseas y arcadas, me corrían las lagrimas por el asco – gojgh geghj gahjahhhggg – trataba de hacer algo para no engullírmela tan profundo, pero Patrick simplemente me la dejaba caer hasta el gaznate, mientras se reía y jadeaba de placer, por la ventanilla apenas logré distinguir dos sombras pegadas al vidrio ya que las lagrimas me empañaban la vista y el rebotar de mi cabeza impedía que pudiera enfocar. Se reían burlonamente y lo alentaban – cógetela por la cara, cógetela, que se la trague toda – luego se comenzó a mover más rápido, gimió mas fuerte y cuando pensaba que iba a eyacular en mi boca, me la sacó, se la cogió con la mano y se masturbó frente a mi cara, justo frente a mi rostro estaba la punta de su verga que se sacudía vertiginosamente, de pronto Patrick gruñó y salío un chorro de semen que se esparció en mi cara, después otro chorro, y otro mas, yo quería quitarme de ahí, pero Patrick me había aprisionado contra el asiento, así que no me quedó de otra que recibir toda la eyaculación en el rostro, cuando terminó siguió con restregarme su pene en las mejillas, la nariz, los labios, con la que me untó el semen que había derramado primero, ni siquiera me dejaba limpiarme, eso le divertía mucho, y a los dos mirones que desde la ventana se despotricaban a carcajadas. Patrick se movió de encima de mi, y me dejó incorporarme en el asiento, el se sentó a un lado mío mientras se subía los pantalones, yo me limpiaba los ojos con la mano, se me había metido algo de semen, también me limpiaba la boca, los tres chicos reían, yo sonreía tratando de seguirles la corriente y aparentar que había disfrutado lo que me hicieron, pero la verdad era que me sentía humillada, degradada. Patrick bajó del coche con los otros chicos y entre los tres reían y celebraban su acto. Latrell subió al coche - ¿estas bien?, ¿te cogió? – yo solo negué con la cabeza.

Luego subieron al coche, Patrick y Brad reían burlonamente, pero Latrell solo encendió el coche y condujo, Patrick se tocaba con la mano el bulto, y me hacía ademanes burlones – ¿te gustó el facial? – se burló – lo que aseguro es que no le va a dar sed en mucho tiempo, jajaja se tragó toda la leche jajaja – agregó Brad, yo trataba de parecer divertida, trataba de tomar en broma sus estúpidos comentarios pero la verdad era que me herían; Latrell observaba por el retrovisor, con una mirada grave.

bueno ya estuvo bueno, ya déjenla – ordenó Latrell –

¡Huy!, que sensible.

Ya déjenla en paz, ya se las chupó a los dos, no tienen porque burlarse.

Si estamos bromeando con ella.

Bueno, ya esta bueno, por última ves: Déjenla en paz.

Se me hace que este ya se enamoró ¿eh?.

No digas estupideces, ya me están hartando los dos, cierren el pico.

Latrell era mucho mas alto y fuerte que los otros dos, así que Brad y Patrick optaron por lo mas prudente que fue callarse, no sin hacer expresiones de decepción – huuuu que burrido –

Me llevaron a casa, el silencio reinaba en el coche, cuando se alejaban les dije adiós agitando la mano, pero solo Latrell que me miraba fijamente, contestó con el mismo ademán.

Después de ese día todo se volvió muy raro, a veces los chicos del football me saludaban muy bien y a veces me ignoraban por completo, a veces Latrell me veía y sonreía, yo le contestaba con una sonrisa, inclusive las chicas animadoras me saludaban con gusto, como yo tenía acceso al inventario farmacéutico de la escuela a veces me pedían que sustrajera algunas drogas suaves.

Hacía ya dos semanas del suceso del parque, y desde entonces mi vida había dado un giro completo. Era invitada a fiestas de los chicos en Maple Vilage, etc. Brad y Patrick hablaban conmigo como si lo del parque nunca hubiera pasado, aunque yo seguía resentida.

Un día salí de la escuela algo tarde, y en el estacionamiento estaban Latrell y Tyrone (el chico que atendí del corte en la nariz) Se ofrecieron a llevarme a casa, yo sabía cuales eran sus intenciones, y aunque tenía el referente de la experiencia anterior, Latrell había sido el que me había defendido, además que no era nada feo, y Tyrone... bueno el era el mas alto y mas fuerte del equipo, afro americano, cabello corto, unos brazos que parecían unos troncos.

¿iremos solo nosotros? – pregunté –

si, ¿o quieres invitar a alguien mas? – contestó Latrell –

No, solo nosotros es mejor.

No te preocupes... los otros dos chimpancés no te volverán a tocar – me dijo Latrell –

Me hizo sentir en confianza y subí al coche con ellos.

¿Conoces a Laura Tyrone?

No la conozco.

Te la presento, es la bonita que viene en el asiento de atrás.

Yo me sentí incomoda, con ese comentario sarcástico; Tyrone me miró extrañado; yo conteste con una sonrisa no muy convencida.

Vamos al parque, ¿quieres acompañarnos Laura?

Tengo prisa de ir a casa...

Solo será un rato, lo que nos tardemos dependerá de ti...

Sin decir mas Latrell se dirigió hacia allá. Tyrone me miró extrañado varias veces.

Cuando llegamos al parque Latrell aparcó en el mismo sitio, Tyrone bajo del coche, lo vi resignado sentarse en una banca, Latrell se pasó conmigo al asiento trasero del auto. Se desabotonó en pantalón y lo bajó hasta las rodillas, mostrándome su gran pene aún algo flácido, me incliné sobre su regazo, tome su verga con la mano y me la metí en la boca, poco tardó en ponerse bien dura, bien caliente, su piel lisa, brillante debido a lo estirada y a lo mojada por mi saliva, la verdad no sentía yo placer de hacerle eso, simplemente me excitaba al saber que un hombre me deseaba y que yo era completamente capas de satisfacerlo, me concentré en darle la mejor mamada que pude, sabía que si el no sentía muy rico luego me tomaría del cabello y me lo jalaría de arriba abajo, así que antes que eso pasara me propuse pegarle una mamada que no olvidara, así que con una mano la apreté sutilmente de la base, aprisioné su glande entre mi lengua y mi paladar y lo moví saboreándolo, succionando, raspando con la lengua en la parte inferior, haciéndolo estremecerse, mis movimientos surtieron efecto rápido, me había esmerado en la chupada y Latrell eyaculó temprano, inundándome la boca con chorrazos de semen, me los tragué y luego con la lengua terminé la limpieza de su miembro, luego subió rápidamente sus pantalones, bajo del coche y se unió en la banca con Tyrone.

Tyrone subió al auto conmigo, yo me precipité a abrir la cremallera de su pantalón, pero él me detuvo justo cuando yo estaba a punto de inclinarme sobre el.

¿Con que Laura eh?... ya me lo temía, desde que me curaste la nariz en el partido y te tomé de la cintura y pensé que eras chica.

Lo sé, sentí vergüenza entonces.

No te apenes, es que la verdad es que si tienes cuerpo y cara de niña, y muy bonita.

Me sorprendió el halago.

Gracias – dije tímidamente – Y eso que no me has visto bien vestida.

Pues eso me gustaría verlo.

¿De verdad te gustaría verme vestida?

¡Claro! Tu dime cuando puede ser.

Pues inmediatamente, si me llevan a casa; pero... preferiría que no me viera Latrell.

Esta bien, te llevaremos a casa, y después yo pasaré por ti.

Tyrone no quiso que le hiciera el sexo oral, por lo que por un rato platicamos en el coche, yo agachada con la cabeza en su regazo, para que Latrell creyera que se lo chupaba. Me estaba empezando a agradar mucho Tyrone, preguntaba cosas acerca de mi y se veía interesado «¿desde cuando tomas hormonas?, ¿has tenido novio?, ¿has tenido relaciones?», siempre se dirigía a mi como Laura, y me trataba siempre como a una chica, no como Latrell que solo me usaba para que se la mamara.

Me dejaron en mi casa y yo comencé a prepararme, Tyrone pasaría por mi en aproximadamente una hora, lo que apenas me daba tiempo... nuestra platica y su trato en el coche me había inspirado confianza apenas lo conocía, pero estaba emocionada, Tyrone me gustaba, aparte de ser muy guapo, me trataba bien; tenía que escoger un buen atuendo.

Una minifalda de mezclilla, una blusa con un buen escote, espalda descubierta, sandalias de tacón alto(como siempre, no se puede ser sexy sin tacones altos). Estuve lista antes de que llegara Tyrone, y como anteriormente, eché mano a los recursos de la moda vintage y retro, salí de la casa, respondiendo al claxon que afuera sonó, mi tía se volvió a extrañar de mi ropa muy holgada, el horrible gorro gris y los enormes lentes.

Tyrone pareció decepcionado cuando me vio salir vestida de esa forma.

¿Esa es la sexy Laura que me platicaste?

Espera un poco, en mi casa no saben nada y no puedo mostrarme.

Ya en el coche reanudé la trasformación, me fui quitando la enorme ropa, terminé de cambiarme y seguí con el maquillaje. Tyrone tomó la autopista y se dirigió hacia otro vecindario, yo no conocía muy bien la ciudad y me pareció como que por arte de magia llegamos al estadio de Base Ball donde juega un equipo profesional de la ciudad, era increíble, las instalaciones tan inteligentemente planeadas en este país, aparte del edificio deportivo, los alrededores habían sido bellamente adecuados, dejando amplias áreas verdes, y un lago artificial alimentado por un río que tangencialmente pasaba por ahí, estaba oscureciendo, la iluminación apenas comenzaba a encender automáticamente, varios transeúntes entrenaban por los andadores del parque. Nosotros estacionamos cerca del lago y bajamos del coche, como siempre me inundaron los nervios y la adrenalina de mostrarme vestida en público.

¡wow!, esa si es la chica sexy que me platicaste – dijo Tyrone cuando me vio bajar del coche –

Caminó hacia mí, me tomó de la mano y caminamos por el parque. Me sentía soñada, paseando tomada de la mano de aquel hermoso semental negro, avanzamos por el sendero hasta una banca frente al lago, me senté cruzando la pierna, de la manera más sexy que pude, Tyrone se notaba inquieto. El aire del otoño era fresco, además que arrastraba con él la brisa del lago, haciendo que se me erizara la piel. Mis piernas desnudas recibían el aire frío y se introducía por debajo de la falda, aquella sensación me encantaba, no era la primera vez que lo sentía, pero tampoco era muy usual para mi andar así vestida en la calle, por lo que me excitaba solo de pensarlo. Tyrone lo notó y fue al coche corriendo; regresó con una manta y me la puso sobre los hombros. Se sentó a mi lado, me abrazó y me jaló hacia él, aquello me hacía sentir muy feliz, pero a la vez una imagen vino a mi mente: Emiliano. Hacía un mes que no sabía nada de él, ni siquiera un correo electrónico, las llamadas se habían hecho cada vez mas esporádicas, hasta que de plano cesaron. Aún así mi amor seguía latente, lo extrañaba a morir, aunque dentro de mi, sabía que aquello estaba perdido.

Estar en los brazos de Tyrone me hacía sentir de nuevo deseada, querida, respetada, no era lo mismo con Latrell, yo sabía que solo me usaba cuando se le atojaba; y aunque Latrell era guapísimo, hacerle el sexo oral era algo que yo no disfrutaba mucho y la verdad nunca me hubiera entregado a Latrell, no le tenía la confianza, temía que no le importara en lo más mínimo y me lastimara, con los chicos afro americanos, la mayoría tan dotados había que tener cuidado. En cambio con Tyrone, ni siquiera habíamos tenido ningún tipo de contacto sexual, y aun así me hacía sentir como una chica plena.

Platicamos por un rato de asuntos triviales, abrazados los dos bajo la manta, ya había tomado completa confianza, me había recostándo sobre su pecho, dándole la espalda, mi cabeza descansaba sobre uno de sus gruesos brazos, los cuales me rodeaban. Su sensual olor a hombre inundaba mi olfato. De pronto su mano comenzó a entrar bajo mi blusa, acariciando mi cintura y subiendo lentamente hasta mi pecho.

¡oh! – exclamó como extrañado – no sabía que te habías operado, ¿cómo lo disimulas?

Lo aplasto con unas vendas, pero no llevo implantes, desde los 12 años que comencé con las hormonas.

Ya veo, pues te felicito, se sienten deliciosas, tan suaves – decía mientras acariciaba mis pechos –

Tyrone si sabía como hacerlo, se notaba que tenía práctica, la verdad los chicos en este país, son muy precoces, y los chicos de color lo son más. Sus manos jugaban rodeando y magullando. Me estaba excitando mucho, inclusive sentía que me adormecía, su aliento se acercó por detrás del hasta mi cuello, sus tibios y húmedos labios tocaron mi nuca y viajaron por mi cuello hasta detrás de mis oídos, con una mano se divertía con mis pechos y con la otra acariciaba mis piernas, jugaba con mis erectos pezones, pellizcándolos suavemente con los dedos, yo estaba completamente abandonada a sus caricias.

Ya había oscurecido, la tenue luz mercurial, casi toda al nivel de suelo, apenas iluminaba nuestra silueta oculta entre los arbustos, de pronto hizo algo que no esperaba, me levanto casi en vilo, como si yo pesara apenas un par de libras, obligándome a ponerme de pié dándole la cara, el sentado me abrazó atrayéndome hacia el, con una mano me mantenía aprisionada, mientras con la otra, había bajado los tirantes de mi blusa, jalándola hacia abajo, junto con mi strapless bra, dejando al descubierto mis suaves pechos, luego apretándome con los dos brazos sus labios se posaron sobre mi busto, besándolos tiernamente, aquello me hizo temblar, su lengua comenzó a lamérmelos recorriéndolos suavemente pero firme, la áspera textura de su lengua cosquilleaba mi busto, luego abriendo toda la boca, abarcó todo mi pezón, succionándolo, como mamando, sus manos ya se habían escurrido, una bajo mi blousa acariciando mi espalda, la otra bajo mi falda, entrando entre mis piernas y subiendo hasta en medio de mis nalgas, sus dedos recorrían mis muslos, haciéndolos parecer pequeños. Y ahí estaba yo, con aquel hermoso semental negro, con su boca succionando mi pecho, haciéndome sentir cosas que nunca creí poder sentir en esa parte de mi cuerpo, y con una mano deslizándose entre mis nalgas, mi tanga ya estaba a la altura de mis rodillas y ni siquiera me había dado cuenta cuando me la había bajado, de pronto se metió el dedo medio a la boca, cubriéndolo completamente de saliva luego lo dirigió hacia atrás de mi, y sentí como su húmedo dedo manipulaba mi ano, buscando acceder a mi, luego mi ano accedía a su petición, abriéndose y bordeando su dedo mientras entraba, aquello casi me hizo gritar, de excitación y placer, su enorme dedo estaba completamente empotrado en mi, y su boca chupando, mamando, succionando mis pezones; todo me daba vueltas, sentía que me iba a desmayar de placer y excitación.

De pronto extrajo su dedo de mi y separó su boca de mis pechos, apenas podía mantenerme de pié, estaba como ebria de lujuria, yo seguía de pié y el sentado. Con sus manos me empujó haciéndome dar vuelta dándole la espalda, jaló mi tanga hasta pasarla por debajo de mis pies, quitándomela completamente, luego, metió sus pies entre mis pies y empujándolos hacia fuera separo mis piernas, sus manos se aferraron a mis caderas jalándome hacia abajo, creí que me iba a sentar en su regazo, pero un obstáculo puntal se metió entre mis nalgas deteniendo en seco mi descenso, su pene duro como en palo estaba tratando de entrar en mi, sentía su gorda y caliente cabeza empujando hacia arriba y sus manos jalándome por las caderas hacia abajo, sabía que aquello iba a ser difícil, así que traté de sostenerme para aminorar la fuerte cogida que se me avecinaba; mi culo lubricado con su saliva y mi esfínter ya aflojado con las metidas de su dedo, recibió su pene, dejándolo entrar en mi ser, solo entró hasta la mitad pero yo sentí que me iba a abrir en canal, su mano en mi boca evitó que el grito que salió de mi alma se escuchara a los alrededores, sin duda era conocido para él, el efecto que su verga tenía sobre quien empalaba, yo desesperadamente trataba de sostenerme del respaldo de la banca para aminorar el dolor, pero era imposible, un nuevo empujón de su palo acompañado con un jalón de sus manos hizo que otro pedazo entrara en mi, yo no sabía cuando acabaría aquel calvario, los gritos y gemidos se ahogaban en mi boca amordazada a voluntad.

El dolor no aminoraba en lo mas mínimo, sentía mi ano estirado hasta el límite, me movía de un lado para otro tratando que aquel enorme vergajo que me taladraba me hiciera en menor daño posible, pero cuando estaba tratando de hacer esto, Tyrone me jaló de nuevo de las caderas y otro trozo se introdujo en mi, yo sentía mi recto completamente lleno.

que apretado lo tienes bebe, me gusta, ¿sientes mi verga? – me decía Tyrone –

Y como no sentirla si parece que me va a partir en dos – pensé, pero no podía contestar, estaba estupefacta del dolor - ¡ahhh, espera Tyrone me duele mucho ahhh! – Luego comenzó a moverme, levantándome con las manos y dejándome caer, haciendo que por mi propio peso entrara y saliera de mi su enhiesto palo, sentía su dura verga abriéndome el culo, y a la vez la suavidad de su piel resbalando por mi recto, como una barra de acero incandescente cubierta de tercipelo - ¡ahhh! Tyrone, mi amor, espera, me duele mucho ¡ahh! ¡auch! – trataba de decirle mientras me cogía, las lagrimas comenzaban a correr por mis mejillas - ¡ahhh! Espérate sácamela, aunque sea un poquito, no puedo soportarlo, sácamela papito ¡ahhh! – suplicaba entre gemidos y sollozos, pero eso solo hacía que mi macho se encabritara mas, y hasta parecía ensañarse con mi culito penetrándome fuerte.

De pronto, mientras se movía, sentí de nuevo sus dedos clavándose en mis caderas, y con un nuevo empujón, ahora si me metió toda la verga, sentí sus caderas chocar las mías, y su vello pubico cosquilleando mis nalgas, ahora ni siquiera pude gritar, por un momento sentí que se me nublaba la vista - ¡aaagghhhh! – solo un lastimero gemido se escucho en mi garganta. Tyrone me abrazó fuertemente del abdomen, anulando así mis intentos por despegarme de aquella dolorosa ensartada.

Aguanta bebe, se que duele, pero tienes que aguantar, ¿qué no quieres hacerme feliz? – me decía mi macho.

¡ahhh! ¡Ahhhggg! Si mi amor, te quiero hacer feliz.

Y era verdad, no se porque, pero aunque me dolía como nunca, no quería defraudar a Tyrone, Emiliano tenía una verga grande, después cuando se la chupé a Latrell pensé que eso era muy grande, pero ahora me daba cuenta que aquellas solo habían sido el entrenamiento para este momento, calculé en ese instante que debería medir unas 10", luego el mismo me aclaró que medía 11" y media, mas de 2" de grueso.

la estas aguantando bien bebe, espera solo un poco mas y veras que bien sentirás, me estas haciendo muy feliz – me bramaba mi hombre al oído.

¡ahhhh! ¡auch! ¡aahhhhgg! No me lastimes por favor ¡buufh! – suplicaba, mis sollozos se habían convertido en un franco llanto, me movía de un lado a otro, desesperada, buscando una posición que fuera menos dolorosa.

Estaba haciendo lo posible por aguantar, pero el dolor era insoportable. Decidí calmarme un poco, me dejé de mover - ¡uhf! Mi amor Tyrone, quiero hacerte feliz, ¡cógeme!, métemela – al decir esto Tyrone comenzó a moverse, hacia arriba y hacia abajo, haciendo que su verga se deslizara dentro y fuera de mi, en un ardiente vaivén, mi rubia y rizada cabellera se movía con la fresca brisa. Luego los movimientos se hicieron mas fuertes y con más extensión, yo trataba de seguir sus movimientos, sus manos me ayudaban a subir y bajar, ensartándome en su verga, voltee a ver a mi macho, y una sonrisa se dibujaba en su rostro, inesperadamente el terrible dolor había aminorado un poco, y aunque apenas era soportable no dejaba de ser lacerante, su verga entraba y salía de mi a su voluntad, mis nalgas chocaban con sus caderas, en un rítmico palmeteo que marcaban sus cogidas – me gusta sentir tus suaves nalgas en mi verga – me decía mi macho, me movía hacia arriba y abajo, mis pechos bamboleaban al ritmo de sus metidas, disfrutaba mucho esa sensación, completamente nueva para mi, sentir mis senos rebotando, moviéndose a un lado y otro.

Ya tenía la verga toda adentro, la podía sentir, casi había podía describir las protuberancias que rodeaban su falo, duro como la roca, y caliente, quemante – métemela despacito papi, ¡ahhh! ¡hay papito! méteme la verga, pero quedito por favor – suplicaba piedad al invasor de mi cuerpo; mi culo lo abrazaba, lo rodeaba, lo rozaba haciéndole sentir placer - ¿sientes como te meto la verga?... ¿eh, bebe? ¿Sientes como te meto mi verga caliente en tu culito?, me gusta tu colita preciosa mía, me gusta tu culito de niña, eres mi niña – me dejé caer sobre el, mi espalda desnuda sobre su pecho, comenzó a besarme el cuello por atrás, la nuca, su lengua jugueteaba detrás de mi oreja, sus manos regresaron a mis pechos, sobándolos, magullándolos, pellizcando ligeramente mis pezones, aquella manipulación de mi busto era deliciosa y me encantaba pensar que se divertía con mis pechos, hacía que me olvidara un poco del dolor que me provocaba con la cogida que me estaba dando en el culo – que deliciosos pechos tienes mi amor, suaves y redondos - sus palabras me excitaban mucho, me hacían sentir muy mujer, su mujer.

De pronto sus gemidos se trasformaron en unos bramidos, gruñidos, me abrazó, repegandome contra su cuerpo, yo ya me había sentado casi sobre el, mis pies ya no tocaban el suelo, sus caderas comenzaron a moverse mas rápido, mis delicados pies, enfundados en las zapatillas de tacón, rebotaban en el aire fuera de la manta que nos cubría, el chasquido de mis nalgas contra sus caderas se hizo mas sonoro, aún sentía dolor, pero ahora la excitación de verme cogida de esa manera me animaba a seguir.

¡ahhh! ¡aahhggg! ¡Mi chiquita, mi niña preciosa!.

¡Si! ¡Si! Soy tu niña, soy tuya.

Con unas metidas más enérgicas que las anteriores, sentí como sus músculos se tensaban, como su verga se ponía mas dura, ligeramente sentí como por debajo de su pene se iba dilatando desde la base hasta la punta dejando pasar el semen, con un ahogado grito me metió la verga hasta el fondo muy fuerte varias veces, y sentí como su líquido seminal inundaba mis entrañas, ahora sus metidas se facilitaban debido al exceso de leche, inclusive comenzó a derramarse fuera de mi culo y a escurrir por mis nalgas, definitivamente estaba completamente llena, no me cabría un centímetro mas de verga.

Cuando se detuvo nos quedamos inmóviles, así no me dolía tanto, sentía mi culo lleno al tope y las molestias propias después de la semejante cogida que me había dado aquel hermoso semental negro, pero me sentía a gusto, enchufada a él, así me hubiera podido quedar mucho tiempo, ensartada pero quieta, y así lo hicimos por unos minutos, mientras nuestras respiraciones se normalizaban y nuestros jadeos se acallaban, al aire libre, pero bajo la endeble intimidad de nuestra manta, las estrellas se habían desparramado ya por el firmamento, la luna se reflejaba en el lago, la fresca brisa se colaba por debajo de nuestra cubierta, escurriéndose por mis piernas desnudas y húmedas, estaba yo completamente recostada sobre el, con mis piernas colgando sobre las suyas; lentamente fue extrayendo su enorme pene de mi orificio, provocándome espasmos de placer.

Me traté de incorporar, pero mis piernas no me respondieron y caí al suelo, mis caderas me dolían, debía ser una imagen lamentable ahí tirada en el cesped, mi blousa completamente enroscada en mi abdomen, y mi minifalda también levantada hasta las caderas, mi tanga había quedado en el suelo, pisoteada por ambos, enlodada y completamente inservible, la levante tomándola con la punta de los dedos y mostrándola a Tyrone reímos.

Me incorporé y me arreglé lo que pude. Furtivamente buscaba entre la maleza, hasta ese momento no me había preocupado porque alguien nos hubiera visto, pero todo parecía estar desierto, la pista para los trotadores estaba algo retirada de donde habíamos estado y nos separaba varias filas de arbustos, los árboles cubrían la débil luz mercurial, por lo que hubiera sido difícil que alguien nos viera desde el andador, pero estábamos directamente frente al lago, así que cualquier persona que hubiera estado del otro lado, fácil hubiera podido ver la manta que nos cubría moviéndose al ritmo de nuestro sexo.

Nos fuimos al coche, caminando abrazados, ya ni siquiera quise llevarme mi tanga, y la deposité en el primer cesto de basura que encontré, en el camino nos topamos con otra pareja, y mas adelante con un par de deportistas noctámbulos, todos ellos al verme sonreían. Cuando subimos al coche pude ver porque; estaba hecha una piltrafa, el rimel me había corrido por las mejillas, y el labial se había esparcido por mi boca. Tyrone sonreía de oreja a oreja, traté de sentarme en el lugar del copiloto pero sentí una punzada en la colita, así que me tuve que ir recostada en el asiento con la cabeza sobre el regazo de Tyrone.

Me sentía muy feliz, no quería que pasara ese momento me sentía especial. Cuando llegamos a casa decidí no cambiarme para entrar, me sentía envalentonada, después de un largo y delicioso beso de despedida entré a casa de mi tía por el patio, tratando de no hacer ruido, ni siquiera me puse la sudadera, así en minifalda y top entre a casa, caminaba por el pasillo de la casa y de pronto una línea de luz se escurrió por el borde inferior de la puerta de mi tía; corrí apresuradamente, entre a mi cuarto y cerré la puerta justo cuando el pasillo se iluminaba en su totalidad. Escuche los pasos de mi tía acercándose a mi puerta.

¿Pedro, eres tu?.

Si tía, ya llegué.

¿Estas solo?

Claro tía.

Es que claramente escuché el ruido de unos tacones.

¡Estúpida! Olvidé quitarme los zapatos antes de entrar a casa.

Estoy solo tía.

Abre la puerta por favor.

¡Demonios! – Si tía un momento es que me estaba desvistiendo –

Tome una toalla y la restregué n mi cara lo mas fuerte que pude tratando de borrar mi estropeado maquillaje, mi cabello lo había peinado, tome la crema mas espesa que tenía, la embadurne en mi cara tratando de cubrir mi el maquillaje, y enrollé una toalla en mi cabeza, casi me arranque la minifalda y la blousa, y me envolví en la bata de baño y abrí la puerta.

Disculpa tía.

Lo siento Pedro, pero claramente escuche el ruido de alguien que corría con tacones.

Estoy solo tía si gustas entrar a ver.

No seas ridículo, confío en ti, pero... ¿qué tienes en la cara?

Es la crema para el acné.

Pero si tienes un cutis excelente.

Es porque así lo cuido tía.

Mi tía entró a mi cuarto y se sentó en la cama, cuando me dio la espalda, me miré en el espejo había olvidado quitarme el sujetador y bajo la bata resaltaban mi redondo busto, crucé los brazos para cubrirlo.

Creo que estoy volviéndome loca, te juro haber escuchado alguien corriendo en tacones.

Junto a la cama estaban mis zapatillas, justo detrás de mi tía, solo era cuestión que mi tía volteara y los vería; disimuladamente me lancé sobre la cama a espaldas de mi tía y de una brazada aventé mis zapatos bajo la cama.

Creo que ya es tarde, me voy a dormir.

Dijo mi tía y salió de mi cuarto. Terminé de desvestirme, me quedé por un momento desnuda frente al espejo, me sentía frustrada por tener que esconderme, me costaba mucho trabajo mantener la figura, ejercicio, dieta, además de casi todos mis ahorros iban directamente a mi tratamiento de hormonas, mis torneadas piernas, comenzando en mis caderas, ensanchadas y redondeadas, mi delgada cintura(a cuantas delicias culinarias había tenido que renunciar para lograrla), mi busto redondo, cuanto me había costado llegar apenas la copa "b", estaba orgullosa de mi cuerpo, y odiaba tener que esconderlo.

Aquella noche no pude dormir, además de lo adolorida que sentía mi colita, pensaba en lo que me había pasado en el parque, nunca imaginé que un chico como Tyrone, tan popular tan guapo, se fijara en mi, recordaba como me trató, como me acariciaba y besaba tan apasionadamente.

Al otro día, como era costumbre, los chicos se portaron de lo mas indiferente conmigo, aunque pertenecía a su grupo, socialmente me sentía rechazada, ni Latrell, ni Tyrone, me trataban igual que a sus amigos, inclusive, algunas ocasiones sentí que trataban de excluirme de algunas de sus reuniones, había algunas a las que de plano no podía asistir, ya que eran en pareja y ellos iban con sus novias.

Latrell me volvió a buscar un par de veces mas, fuimos al parque y le hice sexo oral, nunca quiso mas, y yo la verdad tampoco deseaba entregarme a él, era muy agresivo y me daba miedo que no tuviera cuidado y me fuera a lastimar seriamente, e igual que Tyrone tenían penes enormes, como la mayoría de los chicos de color.

Tyrone, no me había vuelto a buscar, no sé que pasó, después de aquella apasionada tarde junto al lago nos la habíamos pasado tan bien, y aunque yo terminé adolorida, había disfrutado mucho aquel romántico atardecer. Me extrañaba que no me volviera a buscar, su actitud en la escuela no había cambiado en nada, solo saludos y despedidas, pero sin nada de conversación; a mi no me extrañaba esa actitud, yo sabía que no podía esperar mas de ellos, y aceptaba mi lugar en el grupo como el "raro aceptado", casi como para cumplir con la obligación de aparentar que son un grupo tolerante y abierto.

Además de mi actividad con el grupo de auxiliares de enfermería, y como un favor a las chicas porristas acepte la responsabilidad de la limpieza de sus uniformes y pompones, que consistía en asegurarme que la lavandería pasara por ellos el lunes y estuvieran listos el miércoles, blancos y almidonados.

Un viernes por la tarde tuve que pasar por un uniforme que habían olvidado entregar, de regreso a mi casa pasé frente a un centro comercial donde se reúnen algunos de los chicos del equipo, Latrell estaba entre ellos, y cuando me vio pasar me llamó, yo me acerque al grupo, y estaban además de Latrell otros 2 chicos con los que yo no tenía mucho trato, también estaban Betty y Connie sus novias, ellas eran parte del grupo de animadoras por lo que yo las conocía. Latrell y los otros 2 chicos estaban un poco tomados; yo me detuve a charlar un rato con ellos.

Tómate una cerveza Pedro – me ofreció Jonathan –

No gracias

¿qué pasa, que no eres hombre? – me dijo Latrell de manera sarcástica, luego los tres chicos rieron burlonamente –

Me sentí presionada, así que acepté la botella que me ofrecía Jonathan, mi cara debió reflejar el amargo sabor del primer trago, ya que los tres chicos reían divertidos.

Ya ves, si Pedro es todo un hombrecito, a pesar de lo que dicen, jajajajaja.

¿qué es lo que dicen? – pregunté –

Nada no hagas caso, yo se que eres todo un hombre, hasta hemos pensado en invitarte a formar parte del equipo de Football jajajajajaja – continuó Latrell con la broma, que en lo personal no me provocaba ninguna gracia –

Jajajajaja tal vez no podamos hacerte parte del equipo, pero si de verdad quieres ser parte de nuestro grupo de amigos tienes que pasar la prueba de fuego – continuó Jonathan –

Así es, tienes que pasar la prueba ¿estas dispuesto?

Yo estaba decidida a intentarlo todo por sentirme aceptada por el grupo más popular de la escuela, así que no lo pensé dos veces y acepté.

Está bien, ¿de que trata la prueba?

Los chicos prorrumpieron en una sonora ovación - ¡siii!; ¡vamos Pedro!, -

lo primero que tienes que hacer es tomarte dos cervezas de un solo trago – dijo Latrell –

Vámos chicos déjenlo en paz – interrumpió Connie –

No, si Pedro quiere ser parte del grupo, tiene que pasar la prueba.

«tomarme dos cervezas de un solo trago no será tan difícil» pensé. Así que tomé una de las botellas que me acercaba Peter, la coloque en mis labios, y dejé que el líquido corriera por mi garganta; algo se derramó por la comisura de mi boca; pero ingerí la mayor parte. Luego tomé la otra botella, y repetí el procedimiento.

Espero que estés contento Pedro, te has convertido en un ebrio – me reprendió Betty –

Déjalo que disfrute – intervino Jonathan – bueno Pedro, ahora si viene la parte difícil de la prueba, y esta etapa se llama: "derriba la vaca".

¡No! – gritó Connie – eso si que no, Pedro no les sigas el juego.

Las cerveza había empezado a surtir efecto, las palabras de Connie parecían huecas y me sentía mareada.

Tranquila Betty, es un juego – dije con una voz pasmosa, que inclusive no reconocí como propia –

Yo no quiero ser parte de esta Estupidez así que me voy – dijo Connie –

Yo también me voy, y si tienes un poco de cerebro te irás con nosotras Pedro.

No les hice caso, con una mueca desdeñosa me despedí de ellas y me fui con mis nuevos amigos, Jonathan pasó un brazo por detrás de mis hombros y me animó a seguirlos.

¿Entonces, estas dispuesto a pasar la prueba de fuego?

¡Claro! – grité animada –

Subimos a la camioneta y Latrell condujo rápidamente por la autopista - ¡Derribar la vaca! – gritaban todos, no supe como pero otra botella de cerveza había llegado a mi mano, yo la bebía animadamente, el sabor amargo había desaparecido, y las luces de los otros coches se acercaban a nosotros dando vueltas, o al menos eso me parecía a mi - ¡Derribar la vaca! – gritábamos todos.

No estoy seguro cuanto tiempo llevábamos viajando, pero hacía como 15 minutos que habíamos dejado la ciudad y viajábamos por la autopista, después bajamos por un camino vecinal otro par de millas luego dimos vuelta en un camino de terracería y avanzamos no se cuanto.

De repente nos detuvimos, ya había oscurecido completamente, al frente de la camioneta se vislumbraba un camino de terracería hasta donde las potentes luces alcanzaban a alumbrar enturbiada por el polvo que había levantado el andar de nuestro vehículo, y a los lados y detrás: la oscuridad casi absoluta.

Bueno Pedro ya estamos aquí, ahora... – anunció Jonathan –

¡A derribar la vaca! – gritaron al unísono –

¿Y como es eso? – pregunté –

Mira, ¿ves aquellas reses que están allá? Pues están dormidas, las vacas duermen de pié, así que te tienes que acercar a una de ellas sigilosamente sin despertarla, y cuando estés cerca la empujas por un lado y caerá como un bulto.

El juego me pareció un poco cruel, pero hubiera hecho cualquier cosa por sentirme aceptada, así que me dispuse a "derribar la vaca". Bajamos de la camioneta, ya era final del otoño, y el aire frío del desierto tejano me hizo estremecer.

mira ¿ves aquella que esta allá? La que es casi toda blanca, pues esa es la que tienes que derribar.

Como a 150 pies estaba una mancha blanca en la oscuridad, casi pegada a la cerca, así que después de echar una leve mirada a mis nuevos amigos, bajé por el talud del camino, hasta un arroyo de irrigación que corría por el lado exterior de la cerca que se proyectaba perpendicular al camino donde.

Para no despertar a los demás animales del rebaño me deslicé por un lado del arroyo oculto tras los matorrales, sigilosamente caminé agachada hasta que estuve justo detrás de la cerca donde estaba la vaca, y me agache en cuclillas detrás de un zacatal, tomando valor para lo que tenía que hacer, apenas me estaba poniendo de pié a punto de cruzar la cerca, cuando desde la camioneta de Latrell una luz iluminó mi posición cegándome.

allá está – escuche a lo lejos –

¡He tu! Maldito mariquita – escuche la voz de Jonathan –

Adiós joto asqueroso, puta tetona – gritó Peter –

A ver si con la caminata se te quita lo marica – gritó Latrell –

No entendí lo que estaba pasando, estaba apunto de "derribar la vaca", «¿por qué me distraían?».

¡Jódete maldito homosexual!

¡Vete a la mierda maldito joto!

¡No vuelvas a acercarte a nosotros marica tetona! – gritaban desde la camioneta –

«¿Qué demonios está pasando?» no entendía, de pronto la luz que me cegaba se apagó y vi como Latrell sacaba mi bicicleta de la caja de la camioneta, la levantaba sobre su cabeza y la arrojaba con furia en el arroyo. Después todos subieron a la camioneta, el sonido del motor arrancando me hizo comprender lo estúpido que había sido, la vaca detrás de la cerca me miraba. «Me están abandonando aquí, ¡todo fue un engaño!» Comprendí de inmediato y comencé a correr intentando alcanzar la camioneta, pero debido a lo intoxicada que estaba tropecé, caí y rodé por la pendiente hasta caer de lleno en el arroyo, me levanté en medio del arroyo con el agua hasta la cintura, completamente empapada y con los ojos cegados por el lodo traté de correr, pero caí de nuevo en el fango, el motor de la camioneta se aceleró, las carcajadas de los chicos acompañaban la escena, como la perfecta música de fondo para mi estupidez.

Ahí me quedé a un lado del arroyo, empapada, completamente enlodada, observando la nube de polvo que dejaba la camioneta mientras sus llantas patinaban por la potente aceleración - ¡maldito joto!, ¡puta de mierda!, ¡Tetona!, - gritaban mientras se alejaban por el camino a toda velocidad, mi mochila voló fuera de la ventanilla y se fue a incrustar en la maleza, «tiene que ser una broma» pensaba, «tienen que regresar».

Saqué mi bicicleta del arroyo, apenas pude distinguirla en las oscuras aguas; encontré mi mochila unos metros mas delante en el camino, enterregada y cubierta de hierba seca y hojas. Miraba el camino por el que se habían alejado los chicos, estúpidamente esperando que regresaran y poder reírnos juntos de la broma. No sabía que hacer, si quedarme esperándolos, o irme, estaba confundida, ni siquiera sabía como regresar a casa, todavía me sentía ebria, me senté a un lado del camino, y no me pude contener por mas tiempo, lloré desconsoladamente, - ¡Que estúpida!, ¡idiota de mi!, Como pude pensar que me iban a aceptar aquellos chicos, si soy un raro, soy un fenómeno, me merezco esto y más por estúpida – lloré por un rato, después me di cuenta que se hacía cada ves mas tarde, y que me encontraba en medio de la nada, el desierto de noche se vuelve un lugar frío, y en esos momentos el viento fresco comenzaba a soplar, tenía que actuar ¡ya! Si quería salir pronto de aquel embrollo.

Me eché la mochila al hombro, subí a la bicicleta, intenté apoyarme sobre los pedales, pero estos no opusieron la resistencia que debieron, cedieron inmediatamente, yo no estaba preparada para eso y volví a caer de bruces en la tierra, la cadena estaba rota y arrastraba en la tierra. Así que de nuevo, comencé a llorar, definitivamente cuando me pasa algo malo, me pasa completo, no solo no sabía como llegar a casa, si no que lo tendría que averiguar a pié, y arrastrando una pesada bicicleta.

Comencé a caminar empujando la bicicleta, tenía que buscar la interestatal, por ahí habíamos llegado, así que todo lo que tenía que hacer era regresar por donde había venido, el viento frío golpeaba mi piel , gotas de agua escurrían desde mi empapado short por mis muslos desnudos, mi playera también estaba empapada, igual las vendas que aplastaban mi busto, titiritaba de frío, mientras avanzaba a trompicones por el accidentado camino sin pavimentar. Caminé como una hora por ahí, hasta llegar al camino vecinal, no estaba segura, pero me dirigí a la derecha; como a la media hora de avanzar por el camino una desvencijada camioneta se detuvo a mi lado.

hola muchacha, ¿tienes problemas? – me gritó una voz femenina, cuando me vio de cerca se corrijo a si misma – perdón chico, es que con esa ropa, y en la oscuridad... te confundí con una chica, ¿tienes problemas con la bicicleta?

Era una mujer ya mayor, conducía una camioneta muy vieja, yo no estaba muy segura si entablar una conversación con aquella desconocida pero no quise ser descortés.

Mi bicicleta esta averiada.

¿hacia donde vas?.

San Antonio.

Pues sube, pon la bicicleta atrás, yo te puedo dejar en la intersección con la interestatal.

¿Falta mucho para la autopista?

Como unas 4 o 5 millas, pero a pié, y jalando la bicicleta... sentirás que son como 20 jajaja.

No muy convencida, y con algo de dificultades puse la bicicleta en la caja de la camioneta y subí también.

¿Qué haces muchacho? Sube conmigo acá adelante.

Pero estoy empapada.

¿Y que?, ¿Temes estropear la fina tapicería de mi impecable vehículo? – dijo señalando el roído y agujereado asiento de la camioneta –

Subí adelante con la mujer y avanzó por el camino.

Por acá anda mucha gente como tu, pero no a esta hora.

¿Gente como yo?

Si, gente que usa esa ropa que tu usas.

Osea que este era un lugar para chicas transgénero... que interesante.

Y... ¿qué es lo que hacen estas chicas por acá?

Chicas y chicos, vienen de los dos, y pues vienen a hacer esas cosas que ustedes hacen.

¿Qué cosas?

Eso que hacen con las bicicletas.

¿Vienen a andar en bicicleta solamente?

Pues si no a que otra cosa vendrían los ciclistas.

¿Gente como yo? Se refiere a ciclistas.

Si pues tu que pensabas muchacho.

No nada.

Seguimos por el camino hasta el cruce con la interestatal, bajé de la camioneta, y me despedí de la mujer, que siguió su camino acelerando su camioneta que parecía reventar en cualquier momento, humeando y haciendo mucho ruido, por la ventanilla agitaba su mano despidiéndose.

Justo en el cruce, había un paradero de camioneros, tal ves alguno de ellos se dirigía a San Antonio y podría llevarme.

Dos hombres se acercaban a unos camiones estacionados en el paradero.

Buenas noches señores, ¿alguno de ustedes se dirige a San Antonio?

Los dos enormes caballeros me miraron de arriba abajo, no debí ser una imagen muy glamorosa, la ropa empapada, enlodada, empujando una estropeada bicicleta.

Los dos vamos hacia allá, pero si esperas encontrar quien te lleve, te sugiero que empieces a caminar chico – dijo uno de los corpulentos hombres –

La mayoría de nosotros tenemos órdenes de no llevar desconocidos, es por políticas de seguridad – agregó el otro –

Pero... ¿Que demonios te pasó?

Caí en un arroyo.

Sonoras carcajadas lanzaron los hombres al escuchar mi explicación; di media vuelta contrariada y avergonzada, me alejé de ahí.

¡Eh chico! En el paradero hay teléfono, tal ves puedas llamar a alguien para que vengan por ti.

Era buena idea, en el paradero había un teléfono público, metí un par de monedas en el, pero después de discar el número lo pensé mejor: ¿Cómo le explicaría a mi tía? Me regañaría, me reprendería, hasta castigada terminaría; ¿a quien más podría llamar?, los que creí mis amigos eran los que me habían metido en este problema... estaba sola, tendría que salir de esto por mi propia cuenta los tonos del teléfono cesaron, y la voz de mi abuela se escuchó desde el otro lado.

¿Diga?

Abuela... – no sabía que decir –

Pedro ¿donde estas?, ya es tarde hijo.

Hablo para avisarte que llegaré mas tarde a casa, estoy en casa de un amigo y tal ves nos quedemos toda la noche estudiando.

¿quieres que vaya por ti?

No abuela, estoy bien, tal ves me quede a dormir ¿ok?, Nos vemos mañana, bye.

Hasta mañana hijo, cuidate.

Colgué el auricular y me dispuse a caminar por la autopista, sería un largo camino, pero ni hablar, cuanto antes comenzara antes terminaría, así que me enfilé por la lateral de la autopista.

Había pasado como 2 horas de mi marcha y no parecía haber avanzado mucho, la hierba que rodea la carretera dificultaba mi caminar y el rodado de la bicicleta. El aire se había vuelto mas frío, y mi ropa no se había secado mucho, después de un rato mas llegué a una gasolinera donde había un restaurante, tenía unos cuantos dólares en mi mochila, mi reloj marcaba pasada las once de la noche, hambre y frío... quien lo diría... decidí entrar y hacerme de algo para cenar, tal vez en el baño habría un secador de aire para manos y podría al menos quitarle lo mojado a mi ropa, y quien sabe, tal vez hasta un aventón podría conseguir.

Entré en el restaurante. Me senté en una de esas largas mesas, fui al baño; y si, había un secador de aire, discretamente me asome por la orilla de la puerta, yo era el único cliente, así que me quite la playera, y me deshice del vendaje que aplanaba mi busto, me volví a colocar la playera y la levante hasta mi pecho tenía los pezones erectos por el frío, me paré frente al secador procurando que el aire entrara por debajo de mi playera, bajé mi short hasta las rodillas, no recordaba, pero ese día me había puesto una tanga, el aire tibio del secador era un alivio en mi fría piel; se sentía bien, sin querer cerré los ojos, un ligero roce metálico me saco de mi deleite, por el espejo pude ver la puerta entre abierta, y un hombre parado afuera, observándome - ¡oops! – tenía la playera levantada, los pechos al aire, el short hasta las rodillas, encima usando una sexy tanga de encaje. Que vergüenza sentí, hubiera jurado que era la única cliente del restaurante. Me subí el short, aún mojado tomé la venda y trataba de enrollármela de nuevo para aplanar mi busto, pero por las prisas y la vergüenza, se me estaba dificultando mucho. La puerta se abrió y el mismo hombre que me había visto entro apresuradamente, se notaba incómodo con mi presencia, así que salió inmediatamente después de terminar, empujando la puerta fuertemente, tanto que no cerró por completo.

... es delgado, bajito, blanco de cabello rubio hasta los hombros tal vez venga vestido con un short muy corto... es que es ciclista – escuché afuera –

La voz me pareció conocida.

... ¿está ahora en el baño? Gracias.

La puerta se abrió y Tyrone apareció a través de ella.

Me pareció un ángel, una figura salvadora, no me pude contener, y me lancé a sus brazos, lo abracé fuertemente, las lagrimas corrían por mis mejillas.

Preciosa Laura ¿Estás bien?

Si... – no pude decir mas, mi voz se quebró –

Nos abrazamos por largo rato, después recordé que estaba mojando a Tyrone y me separé de él, iba a terminar de enrollarme la venda, pero Tyrone me incitó a que no lo hiciera, se me notaban mucho, pero el insistió que no tenía por que hacerlo, me sentí envalentonada por su apoyo, y decidí salír al restaurante así, además de que el frío hacía que mis pezones estuvieran erectos, la humedad de mi playera se pegaba a mi piel, haciendo que la evidencia de mis pecho fuera mas que notorio.

Salimos a la mesa, un humeante café me esperaba en la mesa, pasamos a un lado del tipo que había entrado al baño me miró fijamente, y yo cubrí mis senos con un brazo, pero Tyrone me obligó a bajarlos – no te avergüences de lo que eres, por eso te pasa lo que te pasa – me reprendió, y nos sentamos a la mesa.

En cuanto termines de cenar, te llevaré a casa.

¿Cómo me encontraste?

Betty me llamó y me dijo lo de "derribar la vaca" después busque a Peter y me dijo donde te habían llevado.

¿Tu sabes que es eso de "derribar la vaca" ?

Es la broma mas antigua del mundo, generalmente los dejamos que caminen unas cuantas millas y recogemos. Pero sabiendo lo que hablan de ti Latrell y sus simios, supe que sería mas que una broma.

¿Y que dicen de mi?

Tu te imaginarás...

Tenía razón Tyrone, "¡maldito joto!, ¡puta de mierda!, ¡puta Tetona!"... no tenía que imaginarme lo que dirían a mis espaldas. Seguía temblando de frío.

Preciosa de haber sabido que estabas en estas condiciones te hubiera traído un cambio de ropa.

No te preocupes.

¿No traes nada en tu mochila que puedas usar?

No... – esperen un momento... y si... no es una tontería pensé –

¿Que pasa?

Nada...

Déjame ver tu mochila.

No es nada Tyrone – le pasé mi mochila, al ver el contenido, me lanzó una mirada picarona –

Póntelo...

Como crees, claro que no, todos aquí me vieron entrar en ropa de chico

¿Ropa de chico?, ¿acaso puedes llamar a lo que traes puesto ropa de chico?, Ese short tan ajustado y esa blousa rosa.

Es una camisa Italiana – esa explicación le hizo mucha gracia – además eso no es mío.

Mira Laura, las cosas que te pasan, como esto, es porque no te respetas a ti misma, si no te respetas, nadie más lo hará, y lo primero que tienes que hacer es aceptarte como eres, así que esto es lo que vas a hacer: vas a ir al baño, te pondrás el atuendo que tienes en tu mochila, después saldrás y cenaremos aquí...

Pero Tyrone... – traté de decir, pero él puso la mochila en mi regazo y me jaló del brazo dirigiéndome al baño –

Y si sales sin haberte mudado de ropa, me iré sin ti.

Entré al baño, la idea me aterraba, pero a la vez me encantaba, entre a uno de los privados y saque el uniforme de porrista de Nicole. Me quité mi ropa, lo único que dejé fue mi tanga, me puse el suéter muy corto y ajustado, la tremendamente corta falda y salí del privado, me vi en el espejo, y me fascinó el cuadro, el suéter era sin mangas y con cuello de tortuga, le daba una excelente forma a mi torso enmarcando mis pechos redondos; la cortísima falda de tablones dejaba ver mis piernas, blancas y torneadas, mi cintura desnuda, era mi orgullo, me fascinaba, aquellas prendas tan breves no me quitarían mucho el frío, pero al menos no estaban mojadas, me humedecí un poco el cabello y lo peiné de la manera más femenina que pude, considerando los pocos recursos que tenía a mi alcance. Me puse de pié frente a la puerta, cerré los ojos, respiré hondo, y salí del baño, el hombre que me había visto mientras me secaba me miró de arriba abajo asombrado, Tyrone sonreía desde nuestra mesa mientras yo caminaba hacia el.

Preciosa – solo eso dijo –

La mesera se acercó a nuestra mesa.

Buenas noches jóvenes ¿Que les sirvo?

Para mi solo la hamburguesa.

¿Y para... la señorita? – preguntó la mesera no muy convencida –

Yo igual.

La mesera se retiró y Tyrone y yo reímos, luego el se asomó por debajo de la mesa.

Esa falda te queda estupenda, tienes unas piernas preciosas.

Nos trajeron la cena, la apuramos, y nos fuimos del lugar. Bajo la mirada de los empleados y el hombre.

Avanzamos hasta la ciudad por la autopista, pasó un brazo por detrás de mis hombros y yo recargué la cabeza en su pecho, así fuimos todo el camino, hasta aparcar frente a mi casa casi a las 2:00am.

Que lástima que sea tan tarde, te ves tan preciosa que no quisiera separarme de ti.

Yo tampoco quiero ir a casa, me encanta estar contigo Tyrone.

Pues ya será en otra ocasión.

¿Me volverás a hablar?

Claro, ¿por qué lo dudas?

Pues no me hablabas desde aquel atardecer en el parque.

Es que siempre estas con ese Latrell que es un verdadero pelmazo.

A mi no me interesa Latrell, ahora menos que nunca.

Pues como siempre ibas con él al Lago.

Pero no me interesa, y nunca me ha interesado; al que quiero es a ti Tyrone, hacerlo contigo fue algo maravilloso, con el idiota de Latrell solo fue para complacerlo, para agradarle, pensaba que así me aceptarían en su grupo... ¡qué estúpida!.

Pero... ¿te gustó hacerlo con él?

Nunca tuvimos sexo, solo le hacía el oral. La verdad nunca me pidió nada mas, y si lo hubiera hecho yo no hubiera aceptado.

Pensaba que si habían tenido contacto sexual.

Bueno, nunca me penetró, si a eso te refieres.

A eso me refería, no me digas que yo fui el primero.

Si – mentí, en cierta forma sentía que él había sido el primero, al menos el primero en USA jijiji además no sé por que pero los chicos se vuelven locos al saber que fueron el primero en probar la cereza y a mi me complació su sonrisa cuando se lo dije –

Con razón lloraste.

Sonreí, la verdad aunque Tyrone hubiera sido el enésimo, con ese tremendo pene me hubiera hecho llorar de todos modos.

Me dolieron horrores, pero lo disfrute muchísimo.

Lástima que no puedas ir a mi casa hoy...

Pues... tengo permiso para pasar la noche fuera de casa, ya avisé a mi tía.

En verdad... ¿entonces?

Tu dime.

No me contestó nada, solo se acomodó en su asiento, encendió el coche y nos fuimos a su casa. Sigilosamente subimos la escalera, hasta su cuarto, era la típica habitación del adolescente, afiches de sus jugadores favoritos de Football, fotos de algunas artistas en bikini, algunas las escondió cuando entre yo.

Apenas entramos a su cuarto, y alguien trató de entrar. Tyrone me pidió que me escondiera en el baño y abrió la puerta.

¿Estas bien Hijo?

Si papá.

Es que como te vi salir corriendo hace rato.

Tuve que arreglar un asunto.

Escuche que subías con alguien, ¿estas solo?

No papá... estoy con mi chica.

¡ah! Entiendo... jejeje no hagas mucho ruido, no queremos que tu madre se entere.

"Estoy con mi chica", eso se sintió bien. Cuando cerró la puerta me le abalancé encima y lo derribé en la cama, me monté sobre el y le planté un enorme y apasionado beso.

¿Qué es eso de "mi chica"?, ¿quien te dijo que soy tu chica? – dije juguetonamente –

Desde que te tuve eres mía, eres mi chica.

¿Soy tu novia?

Si, eres mi novia, ¿si tu quieres?

¡Claro! – exclamé – y ahora voy complacer a mi novio.

Comencé besando su cuello, mientras desabotonaba su camisa, luego fui lentamente bajando por su torso, sus fuertes pectorales brillaban, como de charol, mis labios iban recorriendo todo su pecho, pasando por su abdomen firme e irregular, de repente mi lengua rozaba su piel, dejando marcado un húmedo camino, al llegar a su ombligo, mi lengua jugueteo un rato dentro, cosquilleándolo mientras le desabrochaba el pantalón y lentamente lo bajaba, debajo alcancé a sentir un enorme y duro bulto, me puse de pié frente a el y tiré del pantalón y boxers, hasta removerlos totalmente, su encrispado pene salió de repente como impulsado por un resorte, aquélla vez en el parque no tuve tiempo de verlo detenidamente, pero ahora me había arrodillado en el suelo y lo tenía frente a mi cara en toda su plenitud, enorme, muy negro, hinchado hasta el límite, lo tomé con las dos manos y no podía abarcarlo en todo su largo, lo apreté ligeramente, apenas un poco de presión casi imperceptible para mi, pero hizo que mi hombre se le pusiera la piel de gallina, acerqué mi boca, y pasé la lengua por debajo de su dura verga, desde la base, recorriéndola hacia arriba, siguiendo el conducto hasta llegar al glande, abrí la boca, y la engullí hasta que me topó la garganta, cuando no pude metérmela más en la boca, me di cuenta que no había llegado ni a la mitad, y sentía atragantarme, era muy larga, y gruesa, ahora sabía porque aquella tarde-noche en el parque sentí que me iba a desmayar.

Comencé a chuparla, mi lengua jugaba alrededor de su glande, mientras la punta chocaba con mi paladar, un extraño sonido gutural salía de aquel roce, lo estábamos disfrutando, los dos, nunca me había pasado, de verdad estaba disfrutando mamársela a mi novio, mi boca no era usada como una vagina, como lo hacía Latrell que me tomada del cabello y me hacía bajar y subir la boca en su pene, esta ves en realidad estaba saboreando la verga de mi novio, en verdad se la estaba chupando, en verdad quería sentir su sabor y la estaba disfrutando; se la estaba mamando y el gemía como un toro en brama.

Sentía en la lengua la suavidad se su piel, pero a la vez la irregularidad de la superficie, venosa, tiesa por dentro, pero cubierta de una suave y fina piel, casi aterciopelada, se la estaba chupando y me encantaba, la saliva se me desbordaba por la boca, un hilo de liquido recorrió todo lo largo hasta la base. Yo seguía engulléndomela, chupándola, presionándola entre la lengua y el paladar, succionándola. El gemía como loco, y arqueaba la espalda en un rictus de extremo placer.

Espera mi amor, todavía no me quiero venir, quiero que seas mía de nuevo.

Y yo quiero ser tuya siempre – dije sacándome la verga de la boca, pero sin solarla de mis manos –

Se sentó en la cama, y me levantó en vilo, casi sin dificultad, me posó sobre el, y nos dimos un apasionado beso, luego rodamos hasta terminar acostados, besándonos y acariciándonos de la manera mas sensual. Sin separar nuestros labios, le ayudé a deshacerse de su camisa, mientras el me tomaba de la cintura, casi rodeándola con sus enormes manos, sus dedos comenzaron a buscar el borde del suéter, y al lograrlo, lo jaló hacia arriba, y me lo quitó, inmediatamente después comenzó a lamer mis pechos, uno lo lamía, y el otro lo manoseaba, yo me sentía en la gloria, luego puso sus labios en mi pezón, y comenzó a succionarlo, como queriendo mamar, eso me provocó espasmos de placer, yo tenía su cabeza entre mis manos, incitando a que siguiera con ese delicioso regodeo, luego una traviesa mano se deslizó por mi cintura, hasta el muslo, y acariciándolo suavemente fue subiendo hasta las nalgas, sobándolas, apretujándolas cariñosamente.

Yo estaba ya a mil por hora, sentía que mis entrañas silbarían como una tetera, de lo caliente que me había puesto mi macho. Luego con la misma mano tomó mi tanga, y arrodillándose frente a mi me la quitó, deslizándola lentamente por mis piernas. No se por qué, pero eso me excitó muchísimo, yo recostada boca arriba y ver a mi macho, arrodillado frente a mi, entre mis piernas, quitándome la ropa, preparándome para su deleite; y yo allí, recostada con las piernas levantadas consintiendo a que me desvistiera, a que removiera los obstáculos que nos impedían regocijarnos con nuestro sexo. Luego así como estábamos, yo recostada y el arrodillado frente a mi, tomó una de mis piernas y la levantó hasta su rostro y me besó en la parte interna de la pantorrilla, luego fue bajando, pasando por mi corva, luego por la parte interna del muslo, yo me arqueaba de placer, sobrecogida por tanto goce, luego sus labios pasaron por mi ingle, mi pene nunca había sido parte importante en mis relaciones, y cuando Tyrone lo tocó, me sentí un poco incómoda, pero un embate de placer estremeció mis caderas, pasó su lengua alrededor de mi pene un par de veces, yo no intenté detenerlo, aunque no me convencía del todo, me causó mucho placer.

Luego inesperadamente agarró mis tobillos y los levantó hasta pasarlos a los lados de mi torso, poniendo mi culito completamente manifiesto, luego recorrió toda la parte anterior de mi muslo hasta llegar a las nalgas, las lengüeteaba y las mordía ligeramente, luego muy despacio, casi en un ritmo desesperante, fue yéndose mas hacia el centro, llegando hasta el centro de mi cuerpo, su juguetona lengua ahora recorría la grieta de mis nalgas, desde abajo hasta el final, pasando por mi culo varias veces, aquello me producía un placer sin igual. Luego de darse cuenta que me tenía completamente vencida a su voluntad, su lengua se concentro en mi ano, sus labios se empataron con mi esfínter, y su lengua empezó a tratar de meterse en mi rozándo, moviéndose, picándome, yo me sentía en la gloria, aquello era uno de los placeres más maravillosos que había sentido, luego se levantó – estás lista – me dijo.

Si mi amor, estoy lista para recibirte – le contesté extasiada –

Luego traté de darme vuelta para ponerme de espaldas a él, como estaba acostumbrada a ser penetrada, pero el no me lo permitió, sin dejarme que bajara las piernas, completamente dobladas al frente, las pasó frente a su pecho y se recostó sobre mi - ¿Qué haces? – pregunté, pero él sin contestarme nada, comenzó a buscar mi oquedad con la punta de su verga, cuando la hubo localizado, comenzó a empujar, primero suave, pero al encontrar resistencia, sentí como su palo se me clavaba con mas fuerza, luego la humedad que había dejado con el paso de su boca comenzó a facilitar aquel empotramiento, sentí la dureza de la punta abriendo senda en mi, entrando, desgajándome, pero apenas empezaba aquello. Luego mientras su empuje se hacía constante, y mi ano cedía ante su embate, sentía en mi recto como se deslizaba su verga, como ingresaba en mi y lo envolvía en todo su grosor, como un forro estirado al máximo, estaba frente a mi, yo doblada, con los muslos en su abdomen, y mis pantorrillas en su pecho, mis pies estaban a los lados de su cara. De repente su verga no pudo avanzar mas, casi la tenía metida hasta la mitad, el dolor se había hecho presente, yo no se porque dicen que solo la primera ves duele, yo no tendré mucha experiencia, pero con Emiliano me dolió horrores la primera, la segunda, la tercera y la enésima. Y no se diga la primera vez que lo hice con Tyrone, que casi me desmayo.

No estoy segura de las muecas de mi cara, pero debieron haber sido todo un cuadro, ya que el sonreía, tener su verga metida en mi cola, y sobre todo en esa posición, me hacía sentir muy mujer, pero el dolor era considerable. Luego comenzó a moverse, con movimientos cortos, pero consecutivos y rápidos, sentía como con cada ligera embestida, me la metía mas, cada vez la sentía mas adentro, era casi como una vibración, como una oscilación que facilitaba la penetración; con aquel tipo de metidas, podía sentir mas la forma de su verga dentro de mí, a veces la apreciación de aquel palo metido en mi era sustituido por el dolor y el ardor; Pero con aquellos movimientos podía disfrutarlo más. Tenía los ojos cerrados, y cuando los abrí pude ver a mi macho, mirándome, con una expresión lasciva, pero de gusto, moviéndose a un ritmo muy rápido, su palo se me metía cada vez mas, mi culito estaba muy abierto, y escuchaba el sonido del mojado frote de mi esfínter contra su dura verga; luego el tope de sus caderas contra la mis nalgas.

Y ahí estaba yo, boca arriba con mis piernas completamente dobladas sobre mi, en esa posición mi culito quedaba completamente a su merced, sentía los pelillos de su pubis cosquillándome sobre el ano, y sus testículos chocar contra mis nalgas, no quedaba un solo centímetro de su verga fuera de mi, ahora si estaba completamente empalada, totalmente ensartada en aquella verga... y el dolor era indescriptible. De repente me sorprendí a mi misma empujando sus caderas, tratando de aminorar un poco aquel terrible suplicio, mi rostro deformado por un rictus de dolor, mientras que de mi boca no salían palabras, solo balbuceos suplicantes.

Aguanta mi amor, verás que si no te mueves tanto no duele – me decía mi macho –

Me quedé quieta, el dolor era punzante, pero aminoraba la sensación de partirme en dos. Luego que esperó unos momentos a que mi ano se acoplara un poco, comenzó moverse, primero despacio, yo fruncí el ceño y me mordí los labios tratando de aguantar la sensación de aquel enorme falo endurecido destrozándome las entrañas. Sus movimientos fueron tomando velocidad, como probando el límite de mi resistencia, mis manos estaban en su cadera, tratando de amortiguar las metidas, pero él es muy pesado y muy fuerte, así que mis intentos por aminorar el dolor eran infructuosos, luego sus metidas se hicieron mas rápidas y fuertes, el dolor era intenso, mis ojos se empañaron de lágrimas, un grito se ahogaba en mi garganta; sus caderas chocaban con mis nalgas produciendo el sonoro palmetéo, aviso del fragor del sexo, todo su cuerpo respaldaba lo enérgico de sus sablazos, trataba de aguantar encajando mis dedos en el colchón, pero el dolor era insoportable,

Luego retrocediendo un poco, me permitió bajar las piernas, hasta dejarlas a los lados de su cadera, eso hacía que la penetración no fuera tan profunda, lo que aminoró el dolor. Abrí las piernas dejándolo recostarse sobre mi, levante las pantorrillas y las puse sobre sus nalgas, mis manos quedaron libres y pude recibir a mi hombre entre mis brazos. Luego comenzó a moverse otra vez, pero ahora de manera más sensual, sus caderas se meneaban entre mis piernas, su verga no estaba completamente metida en mi culito, por lo que el dolor no era tan intenso, seguía presente, pero soportable, al menos no era el punzante y desgarrador tormento de antes. Esa posición era perfecta, boca arriba y mi macho entre mis piernas; podía abrazar a mi hombre, como en las películas de amor, me sentía como ellas como las de las películas, me sentía completamente entregada, había abierto las piernas dejando entrar entre ellas a mi hombre, igual entre mis brazos, pasaba mis manos acariciando su ancha espalda, podía sentir en ella el temblor de la piel al tensarse sus músculos con cada movimiento, su cara se había ido acercando a mis pechos, en los pezones sentía su lengua juguetear, rodeando la aureola, luego presionando contra el, succionando, mordisqueando cariñosamente mis pezones, aquello me calentaba mucho, había arqueado la espalda de excitación, cosa que el aprovechó para meter sus manos bajo mi espalda y apretarme contra el, yo entre sus brazos, y el entre los míos y en medio de mis piernas.

Sus movimientos se habían hecho mas cadenciosos, mas sensuales, la humedad de su verga me rozaba entre las nalgas, sentía entrar y salir aquel delicioso embutido, duro como el acero, pero terso, resbaladizo, el glande casi salía de mi cuerpo, luego volvía a entrar, melodiosamente seguido por el ancho vergajo que lo precedía, lo sentía resbalando, entrando, empotrándose en mi, yo era feliz, siempre me habían penetrado por la espalda, y ahora mi macho estaba acostado sobre mi, entre mis piernas, y yo entre sus brazos, estábamos fundidos en una masa de piel bicolor, yo muy blanca, y el afro americano, sudorosos, regocijándonos con nuestra voluptuosidad, moviéndonos en una sensual y excitante danza. Lo estaba disfrutando como nunca, la mayoría de las veces el dolor me había impedido disfrutar del goce sexual, pero ahora, estaba gozando, disfrutando de sentir la gorda verga de mi hombre penetrarme, marcarme, poseerme. Y el también disfrutaba, el también gemía, mientras besaba mis tetas y me abrazaba extasiado con mi sexo, embriagado de mi cuerpo, sus caderas seguían meneándose entre mis muslos, de nuevo sus movimientos se empezaban a acelerar, el chasqueo de nuestras partes blandas chocando rítmicamente, de nuevo el sonido de nuestros mojados sexos rozándose, solo que ahora su abdomen tocaba una parte de mi cuerpo antes no explorada por nadie mas que yo: sentía su suave piel rozándome por debajo de mi pene(mucho mas pequeño que el de el).

De pronto aquel ligero roce hizo efecto, mi cuerpo empezó a temblar, un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, mi abdomen ardía, mis brazos se tensaban de manera extraña y mis manos se encrisparon apretujando la sabana entre mis dedos; sentí que la vista se me nublaba, mis piernas se sacudían en un temblor incontrolable, mi respiración se volvió entrecortada y los gemidos de mi macho sonaban huecos en mis oidos, de pronto llegó, como un golpe, como un torrente de sensaciones, todas nuevas desbordándose solo para mi, como una cascada seca que de golpe deja correr todos los cientos de miles de litros de agua - ¡ahhhh! Papito si mi amor, mi hombre, soy tuya, ¡ahhhhh!, hazme tuya, ¡te amo! – las palabras salieron de mi boca sin poderlas controlar, una explosión de sensaciones se apoderó de todo mi cuerpo y me hizo retorcerme de placer, de goce, de felicidad. Escalofríos, temblores, espasmos, dolor. Todo junto hizo explosión y a la ves todo se estrello contra mi cuerpo, mi aliento se agitó de una manera que nunca me había pasado, los gemidos se convirtieron en claros alaridos de placer, mi mente se puso en blanco, solamente deseando sentir aquello, solamente concentrada en mi sexo.

Me has mojado bebe, te has corrido de una manera que… jajajaja – dijo Tyrone –

Mi abdomen estaba mojado, mi semen nos había salpicado en la panza, la minifalda estaba hecha una sopa de mi leche… no sé por qué, pero nunca había imaginado que aquello me podría pasar, y me apenaba mucho, desde hacía meses que no tenía una erección, todo debido a las hormonas.

Mi amor, papito, que pena.

Tyrone solo rió, luego de quitarme la minifalda y limpiarnos con ella; me volvió a jalar, esta vez hasta la orilla de la cama, de nuevo traté de darle la espalda, pero el me lo impidió, luego de acostarme boca arriba, me levantó las piernas y las abrió en compás, se metió entre ellas y de nuevo sentí la gorda y caliente cabeza de su verga buscando el acceso a mi cuerpo, después de empujar un par de veces venció la poca resistencia que le oponía mi esfínter ya dilatado. Otra ves el grueso vergajo entro en mi, resbalando por mi cavidad anal, todavía me dolía, pero menos que al principio, el estaba arrodillado en el suelo justo al límite de la cama, y yo estaba recostada con el trasero en el borde del colchón, con mis piernas rodeaba a mi penetrador, apoyó sus manos a los lados de mi torso y se comenzó a menear. De nuevo sentí el grosor de aquel enhiesto apéndice carnoso, abriéndome el canal, separando mi cavidad rectal, deslizándose dentro de mi - ¡aaahhh! Papito cógeme, cógeme, hazme tuya – me sentía completamente entregada a él, el dolor se había hecho parte de mi, yo lo aceptaba, como el tributo que tenía que pagar por recibir tanto placer, por la dicha de saber que mi hombre gozaba penetrándome – soy capaz de hacer feliz a un hombre – pensaba, y sabía que lo era, mi hombre se movía frente a mi, sus caderas se meneaban hacia atrás y adelante, justo entre mis piernas, el efecto de este movimiento se sentía en mi ano, provocando que la verga que me estaba metiendo se moviera dentro mi, deslizándose en mi cuerpo, satisfaciéndose conmigo, usándome como un lascivo objeto de gozo.

¡ahhh! Mi amor, soy tuya.

Eres mía, eres mi bebe, eres mi pequeña nena.

¡ahh! Dime que me quieres, ¡aaahhhh papito! Dime que soy tu novia ¡ahhh! - suplicaba entre lastimeros gemidos –

Te quiero mi preciosa, eres mi chica, eres mía.

Aquel puntal empotrado en mi ano comenzó a moverse más enérgicamente, me abría mas fuerte, el dolor se convirtió en ardor, cerré los ojos, frunciendo el ceño, tratando de aguantar la enérgica cogida, traté de empujarlo del abdomen, pero me tenía bien cogida por la cadera, así que no pude aminorar el terrible embate que se me venía, Estaba a punto de pedirle que se detuviera, que me cogiera mas despacio, pero me di cuenta que estaba por eyacular, por lo que decidí soportar la fuerza de la cogida. Su verga me taladraba el culo de manera muy ruda – tengo que aguantar, ya esta por terminar – pensaba. Luego su rostro se descompuso, sus ligeros gemidos se convirtieron en clamos, reclamando el placer al que se había hecho merecedor después de haberme cogido como lo había hecho - ¡aaaaaggghhh! Laura preciosa – exclamó en un ahogado grito. Sentí los calientes chorrazos dentro de mi, mientras sentía entrar en mi sus últimas cogidas, las mas profundas encallaban en mi culo, palmeando mis nalgas y cimbrando mi cuerpo, haciendo que mis tetas vibraran hacia atrás y adelante.

Luego se desplomó sobre mi, bufando como un toro, su sudoroso rostro se posó entre mis pechos, sentía los convulsivos movimientos de su torax relajándose después de haberme cogido, nuestras respiraciones agitadas poco a poco se fueron normalizando, yo también estaba agitada, extasiada, pero satisfecha como nunca, era la primera vez que un hombre me hacía sentir mujer de la manera que lo hizo el, una mujer plena, no solamente una mujer que sabía satisfacer a su macho, si no que ahora sabía que yo también podía ser satisfecha como mujer, había gozado del sexo como nunca y aquel excelente espécimen de hombre había logrado hacerme llegar al climax, a la cima del placer sexual, a la cúspide de la entrega que le hace una mujer a su hombre, el dolor no se había ausentado, pero ahora era parte de mi, ahora lo aceptaba como el precio que tenía que pagar para poder sentir lo que había sentido, y estaba dispuesta a pagarlo siempre sin ninguna duda.

Te amo Tyrone, me has hecho mujer.

Lo se preciosa, te has venido litros jajajajajaja.

Nos quedamos abrazados, entre sus brazos y él en los míos, estaba satisfecha, plena, y el no podía ocultar su sonrisa. Se quedó dormido primero, yo no quería dormir, estaba disfrutando muchísimo de aquella intimidad, aquélla tibieza de su cuerpo, la calma, la entrega; al final no pude evitarlo y me dormí.

Despertamos juntos, abrazados, nuestros cuerpos unidos, respirándonos, sintiéndonos, palpando nuestra piel, dándonos calor. Me levanté de la cama y traté de arreglarme un poco, me puse únicamente su playera del equipo, me quedaba enorme y me cubría casi hasta los muslos, llevaba en mi mochila un poco de maquillaje muy básico, pero al menos pude hacer algo para mejorar mi aspecto facial, estaba retocándolo lo mejor posible cuando sentí que Tyrone me abrazaba por la espalda, y me besaba el cuello bajo la oreja, aquello me hacía sentir mis rodillas doblarse, su mano se metió bajo la playera, rápidamente sus dedos encontraron mi desnudo ano, y lo embadurnaron con una sustancia grasosa, su enorme y duro pene se metió entre mis piernas por detrás, y encontró mi abertura, me aprisionó con sus brazos, y sentí como me trataba de encajar su verga, sentí algo de dolor, no le di mucha importancia, aquello siempre dolería, estaba yo de puntitas tratando de amortiguar un poco el empuje puntal que me aplicaba mi macho, mi ano cedió un poco, cosa que aprovecho mi hombre para de un empujón penetrarme.

Una terrible punzada cruzó todo mi cuerpo, mi espina dorsal se arqueó, un alarido salío de mi garganta, no lo pude soportar, esta ves no pude, la noche anterior mi energía me había alcanzado para soportar la cogida, pero esta ves sería imposible, apoyándome en el lavabo levante todo mi cuerpo, liberándome del empotramiento.

No puedo mi amor, esta ves no – me disculpé –

¿qué pasa?

Me duele demasiado.

Seré cuidadoso, pero por favor ven.

Se sentó en la taza del baño yo de espaldas a el me incliné hasta que sentí de nuevo la resistencia en mi culo, dejé caer un poco el peso de mi cuerpo, dejando que su verga se me metiera un poco, pero el dolor era insoportable.

Así que me retiré, y antes que pudiera insistir en otra cosa, me arrodille en el suelo, me metí su verga en la boca y se la comencé a chupar, a su petición, lo dejé terminar en mi boca, y a igual manera me tragué su leche, con la lengua limpié cualquier rastro que hubiera quedado en su enorme y enhiesto falo.

Cuando terminó se metió a la regadera, yo lo esperé en la habitación, luego también me duché y de nuevo me vestí con el uniforme de animadora, aquello le encantó.

¿Así te iras a casa? – me preguntó –

Si, es sábado, mi tía abuela se va por las mañanas a la iglesia.

Mis padres también van hoy a la iglesia, así que esperaremos a que se vayan para llevarte a tu casa.

Nos recostamos en su cama por un rato más, besándonos y acariciándonos muy tiernamente, me sentía en las nubes, vestida de esa manera muchas fantasías venían a mi mente, Tyrone y yo cenando juntos en alguna cafetería, paseando de la mano, yo en el grupo de porristas, animándolo para ganar un juego, yendo al cine con nuestros amigos...

Preciosa tu sabes que podremos disfrutar de estos momentos solamente mientras estemos en la intimidad, y que cuando estemos en la escuela o en cualquier lugar público no podremos siquiera hablarnos.

Aquellas palabras me sacaron del sopor en el que estaba mi mente, trayéndome al "aquí y ahora" con la misma violencia que una bofetada. Sabía que eso era la realidad, yo no podía a aspirar a mas que ser el amante secreto de mi amado « ¡estúpida de mí! » Pensaba, como era posible que llegara a considerar si quiera la idea de poder ser la novia de Tyrone públicamente.

En eso escuchamos el portón del garaje abrirse, y la camioneta de su madre alejarse. Hicimos lo propio, subimos a su coche y me llevó a casa, no hubo beso de despedida – alguien podría vernos – fue su argumento. Entre a casa rápidamente, arrastrando la estropeada bicicleta, tal ves tendría que pagar por la reparación. Entre a casa, mi abuela no regresaría de la iglesia hasta mas tarde, así que tuve la libertad de estar un rato mas con el uniforme de animadora, a fin de cuentas igual tendría que lavarlo, aprovechando la ausencia de mi tía tuve tiempo de maquillarme como dios manda, y de poder arreglar mi cabello de una manera mas sexy.

Esas pocas horas de solitaria intimidad me sirvieron para pensar un poco en lo que había pasado, había tenido suerte que Tyrone fuera a buscarme, si no, tal ves todavía estaría caminando por la autopista arrastrando la bicicleta, había estado estornudando toda la mañana, por lo que pensé que lo mas seguro es que hubiera adquirido un resfriado por la caminata en la noche, en medio del desierto y con la ropa mojada; Tendría que dejar de apoyar a las porristas, ya no era prudente que me acercara al equipo de football ni siquiera para ayudar a las animadoras con sus uniformes; no quería arriesgarme a que aquellos trogloditas me hicieran algo mas agresivo, tal ves hasta una golpiza me darían si me les acercaba, con la gente intolerante una nunca sabe. A principio había sentido mucho coraje y rencor por lo que me habían hecho, pero ahora... no se, simplemente aceptaba mi culpa por haber pensado que podía haber pertenecido al grupo de chicos mas populares de la escuela.

Aunque al final todo había terminado bien, había disfrutado del sexo como nunca, el hecho de que Tyrone me hubiera calentado tanto como para hacerme eyacular había sido maravilloso, de verdad me había hecho sentir como una mujer, no solamente como una niña complaciendo a su penetrador, sino como una chica con una sexualidad floreciente, ahora deseosa de experimentar nuevas sensaciones, ahora que sabía como disfrutar del sexo, y no saber aguantar el dolor nada mas, no solamente ser la complaciente Laura, si no que ahora había descubierto la alternativa de un placer maravilloso, y que mi hombre, mi amante sabía darme... Toda una nueva gama de posibilidades se abrían ante mi.