Toda una dama (5) final

En este momento estoy en mi habitación de hotel esperando que lleguen los cinco hombres que he elegido para pasar esta noche en la que me he preparado para obtener el máximo placer sexual que haya podido imaginar jamás.

  • Buenas tardes doctor, mucho gusto, dijo Javi, presentándose a mi taxi boy a quien promoví a la categoría de médico sin que rindiese exámenes finales. Pase Usted.

El falso galeno se presentó, tal como habíamos pactado en nuestro último revolcón, vestido impecablemente con un ambo blanco inmaculado y portando un pequeño maletín que seguramente contendría los elementos necesarios para su práctica, unos pequeños anteojos de marco dorado completaban el atuendo dándole un aspecto muy intelectual. La verdad es que el muchacho estaba para comérselo.

Mi marido y yo habíamos estado debatiendo acerca del lugar de la casa en dónde sería conveniente recibirlo acordando finalmente que el dormitorio sería el mejor. También discutimos si debería estar de pie o acostada, ya que si bien padecía una dolencia mi caso no era grave, concluyendo Javi que era mejor estar en la cama para evitar el mal momento que me supondría desvestirme frente a quien después de todo era un hombre. Otro delicado tema fue decidir mi vestimenta y esto también lo resolvió él eligiendo un camisón blanco abierto por adelante para el caso de que el doctor me quisiera auscultar. El punto más sensible, la ropa interior, lo decidí yo, sin sostén y con un pequeño tanga, lo hice sin dudar e impidiendo cualquier opinión de mí marido.

  • ¿Cómo está la paciente? Preguntó con autoridad profesional
  • No muy bien, sigue con sus molestias y se queja de ardor y picazón, respondió Javi intentando colaborar de la mejor manera.
  • ¿La ha observado diariamente?
  • Si, sí, lo he hecho con detenimiento, como usted ordenó
  • ¿Y que ha notado?
  • Bueno doctor, respondió Javier poniéndose colorado, yo veo que tiene la vagina irritada, lo digo porque se ve muy enrojecida, el orificio anal se observa dilatado, por no decir algo abierto y algunos días, no todos, presenta muchos exudados.
  • Muy bien, vamos a observar a dónde nos conducen esas señales.

Subieron hasta el primer piso y al llegar a nuestro dormitorio Javi golpeó la puerta y los dos hombres ingresaron sin esperar repuesta.

  • Ha llegado el doctor querida
  • Buenas tardes doctor
  • Buenas tardes señora, ¿Cómo ha estado?
  • Todavía con algunas molestias
  • No se inquiete, pronto estará muy bien
  • ¿Usted cree, doctor?
  • No tengo dudas, hoy mismo sentirá un gran alivio. Comenzaremos tomando la presión, la temperatura, el pulso y escucharemos esos pulmones.
  • Como Usted diga

Tomó mi brazo, lo acarició suavemente e hizo que lo apoyara de manera que quedó mi mano descansando entre sus piernas. Luego ajustó la almohadilla y registró la tensión arterial que dio perfecta. Javi observaba. El pulso resultó igualmente bien y fiebre no tenía aunque aclaró que más tarde la cotejaríamos con la temperatura vaginal y rectal. Luego de estos primeros pasos, pidiéndome permiso aflojó la parte superior del camisón dejando mis pechos libres y expuestos. Me pidió que levantara los brazos por encima de la cabeza y palpó concienzudamente lo que creo que serían las cadenas de ganglios para, según él, descartar la presencia de nódulos, quistes o cualquier bulto no deseado dejándome la impresión de que sabía lo que hacía, me pareció que se trataba de un buen estudiante. Cuando por fin llegó a las tetas las tomó en sus manos, una por vez, rodeándolas con sus dedos hasta llegar a los pezones que aprisionó fuertemente hasta hacerme doler. Intentó arrancarme alguna queja apretando más fuerte aún pero no lo consiguió, por el contrario el dolor intenso me predispuso a gozar, cruzamos miradas cómplices y entendí que yo no tenía el control, él dominaba la situación y según parecía lo pensaba disfrutar.

  • Este examen debería hacerlo usted, Javier, con cierta frecuencia. Siéntese del otro lado de su señora que le enseñaré.

Y Javi se sentó a mi lado y siguiendo las indicaciones que se le daban tomó una de mis tetas con sus manos imitando los movimientos en forma de palpaciones, pellizcos y caricias que la otra recibía. Mis pezones endurecieron y crecieron a lo que el impostor dijo que ese era justamente el efecto deseado. Mientras tanto yo no emití sonido alguno pero al observar la escena por el espejo mi cara se enrojeció demostrando sin lugar a dudas el inicio de mi calentura que Javi interpretó como rubor.

  • ¿Las eventuales afecciones en los pechos podrían estar relacionadas con lo que le sucede en sus partes? Preguntó Javi que comenzaba a no entender qué sucedía
  • Mucho. En el cuerpo de la mujer interactúan un conjunto de sistemas simultáneamente. Los hombres no lo comprendemos muy bien porque, en comparación, somos muy simples pero ellas no pueden evitar que cada uno de esos sistemas dependa de los otros.
  • ¿Y cuál es el principal?
  • Sin ninguna duda el sistema nervioso, principalmente el cerebro.
  • ¿Quiere decir que lo que le pasa a mi señora por ahí abajo está relacionado con su cabeza?
  • No tenga ninguna duda de que un alto porcentaje de su problema está alojado ahí, en su cabeza.
  • Entonces será muy difícil resolverlo
  • Todo lo contrario mi amigo, con su colaboración creo que hoy mismo debe quedar resuelto. Piense que usted es parte del problema pero también de la solución.

Mientras Javi se quedaba pensando, dando claras muestras de no entender, "el doctor" aprovechó su confusión para retirar las cobijas y las sábanas dejándome descubierta, pidiéndome, entonces, que me quitara el camisón para continuar el estudio. Con la mirada interrogué a Javi que con un gesto afirmativo me alentó a obedecer y le hice caso quedando tan solo cubierta por la braguita, cubriéndome los pechos con los brazos y cruzando las piernas ligeramente. La situación me excitaba de verdad, Javi creía que estaba siendo sometida a un estudio por mi doctor, este sabía que estaba con una puta perversa cuyo único propósito era humillar al marido y yo estaba ingresando al terreno de lo que sería mi primer trío con la participación de Javier. Una vez desnuda entre los dos hombres me alegró darme cuenta que a mi esposo la situación lo empezaba a excitar. Lo supe en cuanto vi su bragueta y entonces, haciéndome la distraída apoyé mi mano y me sujeté de su miembro mientras "el doctor" me auscultaba.

  • Bien, por aquí arriba parece estar todo bien, arrodíllese por favor
  • ¿Así?
  • No, póngase en cuatro con las piernas un poco abiertas para que pueda revisarla desde atrás
  • ¿Así está bien? Volví a preguntar al tiempo que sacaba cola, abría las nalgas y sentía mis tetas caer pesadamente por efecto de la gravedad lo que las hacía ver más grandes
  • Si, como se coloca habitualmente en el consultorio, respondió mirando a Javi

Intrigada por saber como se desarrollarían los acontecimientos obedecí la orden que se me daba esforzándome por quedar lo más expuesta posible.

  • Quiere ayudarme por favor Javier
  • Si doctor, ¿que necesita?
  • Quítele la braga y mantenga sus nalgas abiertas para poder observar

Dijo esto mientras se calzaba un par de guantes de observación quirúrgicos y buscaba en su maletín un espéculo y una linterna. Luego de una inspección minuciosa, tanto visual como táctil que incluyó la penetración del dedo índice enguantado y lubricado con la crema habitual tanto por vagina como por ano se quedó pensando mientras Javier seguía impulsando mis nalgas hacia los costados y acercaba su cadera a mi cara buscando inconscientemente entrar en contacto. Finalmente el doctor habló

  • Es indudable que algo del tratamiento está fallando
  • ¿Quiere decir que no lo estamos haciendo bien? Preguntamos casi al unísono Javi y yo
  • Eso dije. Necesitaría que me mostraran paso por paso como lo hacen
  • ¿Paso por paso? Pregunté
  • Si, de principio a fin
  • Es qué, doctor, como decirlo, últimamente luego del tratamiento hacemos algo más
  • Lo entiendo y enhorabuena, están haciendo lo correcto. Necesito verlo

Nos miramos con Javi y ambos pusimos cara de resignación, nos entendemos muy bien con las miradas, fue como si dijéramos "si el doctor lo ordena"

Yo quedé en cuatro patas y Javi, ubicándose en el lugar del falso médico, tomó la pomada, untó sus dedos y la desplazó suavemente por todo el contorno de mi coño deteniéndose especialmente con sus movimientos circulares alrededor del clítoris al mismo tiempo que controlaba cualquier expresión del falso doctor que le demostrara aprobación, sinceramente quería saber si lo estaba haciendo bien. Luego de unos momentos muy agradables en los que sentí mucho placer por lo que mi esposo me hacía con sus dedos y por sentirme contemplada por cuatro ojos, Javi avanzó más e introdujo su dedo medio hasta el fondo. Al retirarlo siguió rumbo hacia atrás y al llegar al ano volvió a empujar metiéndose a fondo y logrando por fin arrancarme un sonido que pareció un suspiro o una exclamación de placer. Detengámonos en este punto dijo "el doctor", manténgala penetrada mientras verifico el estado de sus pezones

  • ¿Lo ve? Están inflamados, duros y erectos. Compruébelo usted mismo, tome uno entre sus dedos, con la otra mano, sin interrumpir la penetración
  • ¿Qué significa eso? Preguntó Javi ansioso
  • Veremos, veremos. Ahora quiero que retire el dedo del culo de su mujer y que vuelva a sujetar sus pezones.
  • Doctor, pregunté yo ¿es necesario utilizar palabras groseras?
  • Absolutamente, durante esta sesión debemos llamar a cada cosa por su nombre. Dígame Javier ¿Nota algún cambio?
  • Si, no están tan duros como antes
  • ¿Cómo cuando?
  • Como cuando le metía el dedo en el culo
  • Bien, vuelva atrás y métale dos dedos mientras yo sujetaré los pezones

Javi me metió los dos dedos, que entraron sin dificultad, y el doctor me pellizcó los pezones hasta lograr que me quejase

  • ¿Le duele mucho?
  • Me duele pero no mucho, lo soporto
  • Javier, métale tres dedos que yo pellizcaré más fuerte

Así lo hicieron y volvió a preguntar

  • ¿Duele más?
  • Si, si, duele más y
  • ¿y, qué?
  • No sé, me hace sentir sensaciones muy fuertes
  • ¿Esas sensaciones, son agradables?
  • Si, mucho
  • ¿Aunque duela?
  • Cuanto más duele más agradables son

Apretó más fuerte todavía y le ordenó a mi marido que además de los tres dedos en el culo me mandara dos a la vagina con fuerza, sin dudar. Y Javi obedeció guiado ya no por un afán colaboracionista sino impulsado por el deseo que cada vez se le hacía más difícil ocultar.

  • ¿Y ahora?
  • ¿Ahora? Ahora no puedo más, ahhgg

Y contraje mis piernas fuertemente, cerré los ojos, clavé mis uñas contra la almohada, levanté más el culo y sin poder detener las sacudidas involuntarias de mi pelvis me vine sobre la mano de Javier que de la emoción que sintió seguía empujando sus dedos en mi interior sin medir fuerzas.

  • Continúen hasta el final, ordenó el taxi boy
  • ¿Debemos hacer todo lo que hacemos siempre?
  • Todo

Javi retiró sus dedos con suavidad y continuó untando las regiones vecinas a mi ano y a mi vagina hasta que mis movimientos pélvicos terminaron, entonces se paró al lado de la cama y esperó a que me acercase. Me arrodillé frente a él, saqué su polla, unté mis manos con aceite, con una de ellas sujeté sus testículos y con la otra sujeté muy fuerte su polla y le masturbé tal y como venía haciendo cada día durante la última semana mientras el doctor parado por detrás apoyaba su miembro muy erecto contra el hueco que quedaba entre mis nalgas y pellizcaba mis pezones tan fuerte que a duras penas lo podía soportar. Javi eyaculó muy pronto sobre mi mano y yo sin que ninguno dijera nada y mirando a ambos a los ojos lamí mis dedos hasta beber todo su semen.

  • Muy bien. ¿es exactamente esto lo que están haciendo cada día?
  • No exactamente, dije, habitualmente estamos solos
  • Si no entiendo mal ¿quiere decir que desearía más?

Y bajando la vista, intentando mostrarme avergonzada dije que si, que desearía más, mucho más. El falso médico se paró frente a mi, que permanecía arrodillada y dijo que en su opinión este era el mejor momento para que tomase lo que realmente quisiera o sintiese que necesitaba y miró a Javier

  • ¿Usted qué opina Javier?

Y Javier, que ya no tenía dudas de lo que estaba ocurriendo, respondió

  • Lo que decida mi mujer estará bien para mi
  • ¿estás seguro? Pregunté yo
  • Si lo estoy. Te diré más, creo que lo deseo tanto como tú. Lo dijo tomándome las manos y agachándose a besarme en los labios

Y no me hice rogar. Igual que antes le hice a mi marido me arrodille frente "al doctor" saqué su polla de entre sus ropas, aceité mis manos, con una de ellas sujeté sus bolas y con la otra le masturbé hasta casi hacerlo llegar

  • ¿Cree que soportará bien que eyacule directamente en su boca? Preguntó el medico dando claras muestras de que aguantar le costaba un gran esfuerzo
  • ¿Si lo soportará bien ella o si lo soportaré yo?
  • Usted Javier. No hay dudas de que su mujer no tiene problemas con esto
  • Lo que esté bien para ella estará bien para mí

Y al escuchar estas palabras solté de mis manos la pija que estaba pajeando, miré a mi marido y al mismo tiempo que agarré la suya me metí la del otro para recibir entre mis labios su semen caliente que casi no tardó nada en llegar

  • ¿Está bien Javier? Preguntó el doctor en cuanto se recompuso
  • Si, estoy bien aunque temblando
  • Es normal. Pida lo que desee en este momento

Y Javier, mirándome a los ojos me pidió que me lo tragara todo y en cuanto terminé de hacerlo se arrodilló junto a mí y me besó metiendo su lengua en mi boca hasta la garganta. Los tres nos sentamos, Javi y yo en la cama y el doctor en un sillón y así permanecimos un largo rato sin que ninguno rompiera el silencio. Cuando por fin habló el doctor dijo que debíamos continuar

  • ¿Continuar? Preguntó Javier asustado
  • Si, esto no puede quedar así
  • Pero nosotros nunca pasamos de este punto
  • Y ese es el error, así, de esa manera quedan insatisfechos. ¿Me equivoco señora?
  • No doctor, es la verdad
  • Bien, traiga por favor los juguetes
  • ¿Juguetes? Preguntó Javier ¿qué juguetes?
  • ¿No sabe nada? ¿su mujer no se lo ha dicho? Hace ya un tiempo le indiqué que comprara unos juguetes en un sex shop como parte de su tratamiento

Quedé desconcertada. En mi acuerdo con mi amante pago nunca había incluido ninguna referencia a sincerar mi situación frente a mi esposo tan descarnadamente pero como ya he explicado anteriormente uno de mis nuevos placeres descubiertos últimamente consistía en hablar para decir todo, obscenamente, sin vueltas, llamando a cada cosa por su nombre sin hipocresías y si bien pararme para caminar delante de ellos desnuda, sin mostrar el menor indicio de pudor era para mí una manera de expresarme, mucho más lo era traer ante su vista, fundamentalmente frente a la vista de mi marido, el vibrador y el dilatador anal que tan bien me habían acompañado. Al regresar portando uno en cada mano me pidió el doctor una demostración de cómo los utilizaba mientras Javier no salía de su asombro.

Me acosté sobre la cama boca arriba, abrí muy bien las piernas, ensalivé el vibrador metiéndolo bien adentro de mi boca hasta que tocara la garganta lo que sabía muy bien que provocaba la excreción de abundante saliva, lo llevé hasta la entrada del coño y lo empujé sin dudar hasta hacerlo desaparecer mientras sostenía la mirada clavada en los ojos de Javier. Una vez adentro active el motor y en cuanto comenzó a vibrar giré hasta quedar boca abajo, lubriqué con más saliva mi ano, me metí el dilatador, que por cierto es bastante grueso, mucho más que cualquier polla y al llegar a su circunferencia máxima empujé muy decidida hasta hacerlo vencer la poca resistencia que quedaba y lo dejé ahí enterrado, segura de que no se saldría a menos que lo obligara. Recién los retiré cuando logré un nuevo orgasmo. Javier no lo podía creer pero se repuso rápidamente y venciendo cualquier reparo que le quedase me acercó la polla a la cara y yo, que sabía muy bien qué hacer, la lamí y chupé completa sin soltarla hasta hacerlo acabar. El doctor, que mantenía su erección con ligeros movimientos de sube y baja sobre su pija, opinó que en este punto sería muy positivo que los tres permaneciéramos desnudos. Javi no opuso objeciones, se quitaron la ropa, y así quedamos, los tres desnudos observándonos esperando las nuevas indicaciones para poder continuar. Pero de repente habló

  • No me habías dicho nada de todo esto
  • Es verdad, no me atreví
  • ¿Cuánto hace que usas esos "juguetes"?
  • Más de dos años
  • Con razón te veía el culo abierto

Callé sin responder

  • Eres una golfa y yo un cornudo, recién en mi presencia le has mamado la polla al doctor

Callé, sin responder

  • Y seguramente no es la primera que mamas
  • No
  • ¿Qué no lo has hecho antes?
  • Que no es la primera
  • Puta, zorra, eres la más golfa de todas las mujeres y ¿quieres saber qué?
  • ¿Qué? Pregunté asustada
  • Que me encanta que seas una puta y ser cornudo, ya me tenía harto esa vida falsa que llevábamos. ¿Qué dice doctor, cómo deberíamos continuar?
  • Creo que ya es hora de reemplazar los dedos por las pollas
  • No podría estar más de acuerdo, dijo Javi con la felicidad reflejada en su rostro, pero antes ayúdeme con una cosa. ¿Cómo podría hacer para durar más?, me refiero a no eyacular tan rápido.
  • Me temo que eso le llevará mucho tiempo hasta poderlo dominar, mientras tanto le sugiero incorporar a sus relaciones un tercero como estamos haciendo ahora y hasta un cuarto hombre, su señora se lo agradecerá y usted también quedará muy satisfecho.

Acto seguido los dos se untaron las pollas con las cremas y me penetraron. Javi lo hizo por atrás, debutando de esta manera en el arte de follar culos, algo hasta ahora prohibido pero que en el futuro lo haría gozar de verdad.

¿Y qué les puedo contar de lo que sentí? Lo definiría con una sola palabra: Felicidad. Por un tiempo temí que mi matrimonio estuviera terminado pero no fue así. Javi desde ese día mostró una excitación permanente y desde ese entonces follamos a diario utilizando cada uno de los agujeros disponibles. También lo hacemos con otros hombres que fuimos conociendo en diferentes circunstancias y también muchas veces hemos invitado a algunas mujeres.

Hoy, que se cumple un año desde que todo comenzó, He citado en la habitación del hotel de siempre al camionero y su amigo, al hijo del amigo, a mi taxi boy preferido y a mi marido y como he manifestado al comienzo de esta historia

en este momento estoy en mi habitación de hotel esperando que lleguen los cinco hombres que he elegido para pasar esta noche en la que me he preparado para obtener el máximo placer sexual que haya podido imaginar jamás

Nota: tenía la idea de continuar esta historia un poco más. Se me había ocurrido que el taxi boy querría cobrar su servicio pidiéndome que asistiera como voyeur a pedido de unos clientes gay y otras ideas por el estilo pero los valiosos comentarios de los lectores me han hecho entender que así está bien, que la cosa no da para más. Muchas gracias por la paciencia y espero muy pronto poder ofrecer una nueva historia para su entretenimiento