Toda una dama (3)
De cómo mi marido va entrando lentamente en mi juego
Al día siguiente dije que iba al médico y por la noche, cuando mi marido me preguntó que cómo me había ido, expliqué que el doctor me había recomendado enérgicamente que concurriera a la consulta diariamente por el término de quince días ya que quería controlar esas irritaciones y sobre todo los exudados "que le llamaban mucho la atención". También le comenté a mi marido que traía un mensaje para él de parte del doctor.
- ¿Para mí? ¿Un mensaje para mí?, se sorprendió Javi.
- Si para ti
- ¿Y de que se trata ese mensaje?
- Dice el Dr. que tú mismo debes controlar mis partes todos los días y notificarme cualquier novedad que descubras
- ¿Te refieres a que debo mirarte tus partes diariamente?
- Si, para que yo le pueda contar si descubres algo que te llame la atención, él cree que el aspecto de la mucosa humedecida por los exudados podría variar en término de horas
- Está bien, si el Dr. lo dice lo haré
Obviamente tenía la intención de vivir esos quince días a pleno manteniendo relaciones sexuales con el camionero y su amigo o con cualquier hombre que se me cruzara, no quería desaprovechar ni un momento, deseaba disfrutar lo máximo posible de "mis partes" y quería, además, hacer participar a mi marido, aunque él no supiera que se trataba de mi perverso juego sexual.
Por esos días no tenía muy en claro si lo que me llevaba a necesitar humillar a mi esposo haciéndolo verificar "in situ" en qué estado calamitoso quedaba el campo de batalla en el que medía sus fuerzas su querida mujer era mi revancha o venganza en respuesta a un gran enojo por todos los años acumulados de indiferencia e inactividad sexual o si lo hacía para mi placer morboso ya que había descubierto que se empezaba a insinuar en mí un exquisito placer por todo lo que conllevara situaciones de dominación y sumisión. En efecto, mientras a mí querido Javi lo veía como un ser muy manejable, fácil de dominar, con cierta tendencia a soportar humillaciones yo misma me reconocía como una sumisa masoquista a la hora de recibir castigos de mis machos de turno. Tempranamente había descubierto que el dolor me encendía y me hacía gozar más y mejor, mansamente, entregándome sin condiciones y luego, por la noche, me transformaba en un ser sádico, insensible, eligiendo como víctima al hombre de mi vida. Tampoco tenía demasiado clara mi verdadera intención, tal vez lo que realmente quería fuese transformar a mi marido para que el sexo pasara a formar parte de su rutina como algo natural y maravilloso.
Ese martes tuve la suerte de volver a encontrar al camionero y a su amigo pero cuando les pregunté si nos marchábamos para el hotel me dijeron que ese día no podrían ir ya que no tenían dinero. La verdad es que me pareció que me estaban haciendo el cuento pero me gustó mucho decirles que de eso no se preocuparan, que yo misma pagaría. Sentí mucho placer por pagar para que me follaran y me pareció percibir el aumento de sus calenturas al sentirse pagados por sus servicios, eso sí, les dije, deberán follarme salvajemente luego de mamarme un buen rato. La sesión de ese día, igual que la del día anterior fue espectacular. La principal variante fue que cuando me comieron el coño y el culo entre los dos me sujetaron muy fuerte, de manera que no pudiera moverme ni soltarme cuando alcanzaba los orgasmos provocándome una desesperación muy dura de soportar, imposible de callar por lo que he gritado suplicando ¡basta que no aguanto más! pero lo único que logré fue que me inmovilizaran más fuerte todavía y me siguieran metiendo lengua a más no poder.
Un instante antes de que me viniera por tercera vez el amigo del camionero se paró en el medio del cuarto y me alzó como a un bebé incrustando su temible instrumento en mi vagina mientras yo lo abrazaba muy fuerte del cuello y enroscaba mis piernas alrededor de su cintura lo que me llevó a abrir muy bien el culo que desde luego quedó a merced del camionero que lo ocupó de inmediato con su polla muy dura aunque más pequeña. Así quedé doblemente penetrada, colgando de las dos vergas lo que hacía que las sintiera de manera especial, muy profundas, muy adentro, muy clavadas mientras ellos me abrazaban, acariciaban a cuatro manos mis piernas y me lamían las tetas, la nuca y el cuello. Los dos terminaron adentro mío, no tuvieron tiempo de sacarla y yo tampoco quise que lo hicieran como tampoco quise callarme y quedarme con nada guardado así que les grité de todo, que eran dos putos porque no me cogían mejor, que me dieran más, que guardaran su leche para dármela de beber, que eran dos tremendos hijos de puta que no me follaban como yo quería o que eran dos dioses que me clavaban como nunca nadie lo había hecho al mismo tiempo que les incrustaba mis uñas lastimándoles la piel que se las dejé toda arañada. No me lavé ni sequé, así como estaba me fui a casa deseando que mi amorcito pudiera ver con sus propios ojos en que estado me habían dejado el culo y el chocho.
Una vez más me instalé en la rutina, era por las tardes, de trece a diez y ocho, una puta consumada y el resto del día una mujer común y corriente, dedicada con amor y esmero al cuidado de los niños, con sobrada eficiencia a las tareas del hogar y con la suficiente atención a mi marido, dedicándole a esta última tarea el mínimo esfuerzo ya que jamás se me había exigido más. Se podría decir que era una sirvienta sobresaliente, por todos los años que llevábamos de casados él nunca tuvo que esperar por una camisa, pantalón o traje, la mesa siempre estuvo lista y la cama tendida, la limpieza era perfecta, todo brillaba y si hubiéramos querido podríamos haber comido sobre el suelo. Luego de cenar nos retiramos al dormitorio y esta vez fue Javi quien tomó la iniciativa
- Veamos como están esas partecitas, dijo cumpliendo con su responsabilidad
- Ay, mi amor, ¿tendremos que pasar por esto por mucho tiempo? Me apena tanto
- Bueno querida, después de todo soy tu marido
- Por fin lo asumes, pensé. Está bien, si no queda más remedio
Subí a la cama, me puse en cuatro y muy lentamente fui bajando el pantalón hasta casi las rodillas, moviéndome con cierta cadencia que sin ser un manifiesto movimiento sensual se le parecía bastante, no quería que mi marido se sintiera agredido, tenía miedo de asustarlo o de que se diera cuenta de mi verdadera intención, apoyé los ante brazos sobre la sábana y sobre ellos la cara de manera que "mis partes" quedaron bien levantadas exactamente igual que cuando me ponía así para recibir una penetración.
- No quiero imaginar como te sentirás entonces en lo del doctor
- Eso es distinto, él es un profesional, no me hagas sentir peor de lo que me siento
- Disculpa mi amor, pero es que te ves tan hermosa desde esta ubicación, no puede ser que el doctor no aprecie tu belleza
- Si lo hace lo disimula muy bien, te repito que es un muy buen profesional
- Pero tú no lo eres. ¿Qué sientes tú cuando él te revisa?
- ¡Javi! ¿Qué me quieres hacer decir?
- Nada, nada. Discúlpame, no sé qué me ha pasado, veamos como está esto
Se puso a observar minuciosamente, apoyó sus manos en mis glúteos y los abrió ligeramente para poder ver mejor mi orificio anal. Luego olfateó la zona y se quedó pensando.
- ¿Has visto algo anormal?
- Si
- ¿Qué has visto? Estoy asustada
- Está más rojo que ayer, con muchas más secreciones, tu colita se ve algo dilatada, abierta diría yo y huele bastante fuerte
- ¡Qué asco! Será un olor pestilente
- No lo creo, hasta diría que tu olor es bastante afrodisiaco, me ha causado una excitación adonde tu ya sabes
- Basta Javi, tú no eres así ¿Qué te está pasando? Mañana le contaré al doctor lo que me has explicado
Y enseguida me levanté, me cubrí y me dirigí al baño fascinada por lo que terminaba de ocurrir sobre mi cama y tan caliente que una vez más me tuve que masturbar.
Al día siguiente volví a recorrer los cincuenta kilómetros para encontrar a mis amantes pero no estaban. Supuse que estarían de viaje y entre regresarme sin perder tiempo o beberme un café opté por esto último, me vendría muy bien tomarme un tiempo para reflexionar. En eso estaba cuando un joven, casi un niño se me acercó
- ¿Puedo sentarme? Preguntó
- ¿Qué necesitas?
- Hablar contigo
- ¿De qué?
- Déjame sentar
- Vale, siéntate
- ¿Te han plantado?
- No, es que no me esperaban, me vine sin avisar
- ¿Crees que yo podría calificar para ocupar su lugar?
- ¿Qué dices? Pero si eres un niño, podrías ser mi hijo
- Yo no te veo como a una madre, te veo como una espléndida mujer
- ¿Y te animarías con esta "esplendida mujer"?
- Pruébame
- No sé. ¿Y si me detienen por corruptora?
Nos reímos con ganas, distendidos, nos presentamos y conversamos un buen rato mientras nos bebíamos el café tras lo cual nos dirigimos en mi coche al mismo hotel de todos los días. Follar con un niño, que así lo veía yo, fue una experiencia muy enriquecedora porque pude experimentar el sexo con ternura, dulzura y suavidad sin por ello sacrificar nada de placer ya que con sus potentes veinte años este chico no se cansaba nunca y a cada rato pedía más. También a él le di todo, incluida mi colita que se la reservé para el tercer y último polvo para que en esa parte durara más. No por ser muy joven olía menos que otros hombres pero como realmente estaba muy sabroso igual le lamí todo el cuerpo haciéndolo estremecer con cada lengüetazo, disfruté especialmente de sus axilas, muy saladas con fuerte perfume animal. Como me excitaba especialmente oírme hablar de lo puta que estaba siendo, entre polvo y polvo le fui confesando con lujo de detalles mis experiencias con el camionero y su amigo y no fue hasta que terminó de eyacular la tercera vez que me confesó que el amigo del camionero era su padre
- Así que ese cabrón había resultado ser tu padre
- Si, fue él quien me hizo ver lo buena que estás
- ¿Él te mandó?
- No, no sabe de nuestro encuentro
- Por mi puedes contárselo, no me importa
- ¿No te importa que piensen que eres muy puta?
- Al contrario, me enciende
- ¿Y qué es lo que más te gusta que te hagan?
- Que me la metan dos tíos al mismo tiempo, pero últimamente descubrí que hablar, como lo estamos haciendo, me calienta de una manera especial
- Anda entonces, cuéntame como se la chupas a mi padre
- Mejor te lo demuestro ¿si?
- Vale zorra, chúpamela, y los huevos también, aunque no creo que puedas sacar nada, me has vaciado hasta la última gota.
Nos despedimos con dos besos, como hacemos las personas civilizadas. Este día decidí ir a casa recién bañada, muy limpita, quería comprobar si mi Javi notaba alguna diferencia.
En cuanto entramos al dormitorio lo noté distinto y no supe qué pensar pero algo era seguro, mi marido estaba demostrando un nuevo interés por controlar mis partes muy diferente al de los primeros días, podría arriesgar que estuvo esperando a que llegara este momento con bastante ansiedad.
- Ponte para que te vea, me ordenó en cuanto estuvimos solos adentro de la habitación.
- Pídelo de otra manera, sé más delicado, sabes muy bien que no disfruto de esta situación.
- Pero podrías. A mi me parece que podríamos transformar una situación adversa en algo positivo para nuestra pareja.
- ¿A qué te refieres?
- He descubierto que lejos de molestarme, esta situación me agrada. Discúlpame pero no puedo mentirte, verte así, desde atrás, con tu hermosa figura, tu piel tan suave, percibir tus aromas, me inquieta
Y poniéndose colorado agregó, me parece que todo esto me excita y por un lado me siento un miserable porque en lugar de afligirme por tu afección me caliento como un perro y por el otro sufro porque temo por tu salud. Miró mis partes cumpliendo con el mismo ritual que ya llevaba tres días y con cara de niño feliz exclamó ¡Hoy está mucho mejor! No veo exudados y está menos colorado, está rosado, casi normal,
- ¿Crees tú que podríamos ? Preguntó ansioso
- No mi amor, no creo que convenga en este estado
- Tienes razón, discúlpame
- Ven a mi lado, yo creo que puedo ayudarte
Se recostó sobre mi hombro izquierdo y con la mano izquierda le acaricié la cabeza muy suavemente al tiempo que desplazaba mi mano derecha por su pecho con mucha delicadeza arrancándole, mientras descendía, algún que otro suspiro que él trataba de disimular.
- ¿Crees que debería seguir?
- Sigue por favor, no te detengas
Y seguí hasta tomar su miembro con mi mano, nunca lo había hecho con él, y lo masturbé muy lentamente, deslizando mi mano casi sin tocarlo pero sin dejar duda de mi presencia sobre su piel, trasladando los dedos alrededor de sus testículos, agarrándolos con toda mi mano por un momento para soltarlos luego y volver al delicado sube y baja sobre su miembro erecto hasta hacerlo correr entre mis dedos, y cuando por fin lo hizo no lo solté, seguí con mis movimientos ininterrumpidamente hasta que la erección cesó y su pija volvió a estar fláccida otra vez, tras lo cual me besó suavemente en la mejilla y se quedó dormido como un niño feliz. A la mañana siguiente, en cuanto despertó, me preguntó si me pasaba algo ya que me vio muy seria
- Es que estoy muy avergonzada
- ¿Por qué? ¿por lo de anoche?
- Claro, para ti no es nada porque eres hombre y estarás acostumbrado a estas cosas, pero para mi es toda una novedad, no sé si hice bien
- Pero mi amor, por favor, no te inquietes, tu eres mi esposa legitima y está bien todo lo que hagamos
- ¿Aún así, de esta manera?
- Si, aún así
- Y dime, ¿te ha gustado?
- ¿Qué si me ha gustado?, me ha gustado mucho y estoy muy feliz
- ¿Te gustaría repetirlo?
- Claro, todos los días
- Eres tremendo, mira como te lo tenías guardado, eres un maníaco sexual
El miércoles no salí. Durante la siesta me entretuve con mis amigos, el vibrador y el dilatador, lo que provocó que por la noche cuando Javi me revisó encontrara todo muy rosadito pero, según dijo, mi colita seguía un tanto abierta y una vez más le expliqué que el doctor decía que esa era justamente una de las consecuencias del accionar de las bacterias, todos inventos míos que no tengo la menor idea de qué clase de verosimilitud podrían tener. El jueves decidí cambiar mi estrategia, me animé a quedarme en la ciudad y hospedarme en uno de los mejores hoteles del centro. Una vez alojada bajé hasta la conserjería para explicar personalmente lo que necesitaba, quería que me vieran la cara mientras lo hacía, sospechando que esa situación me crearía una gran excitación.
- En qué la puedo ayudar señora, dijo el conserje
- Quisiera un acompañante masculino por un par de horas ¿podría ayudarme? Y deslicé un billete que el hombre tomó inmediatamente
- Por supuesto señora dijo el hombre demostrando sorpresa e incredulidad en su rostro ¿alguna preferencia?
- Si, que no sea ni demasiado joven ni viejo, cuerpo atlético, varonil y muy activo.
- Ya mismo lo gestiono, espere en su habitación, por favor
Al no tener equipaje una vez desnuda me cubrí con la bata que proporciona el hotel y así, mitad desnuda y mitad vestida esperé hasta que golpearon la puerta. Fueron muchas sensaciones diferentes, la expresión del conserje que no salía de su asombro, verme sola dentro del cuarto, desnudarme preparándome para un hombre que no conocía, la espera, su llegada y por sobre todas las cosas el efecto que producía en mí saberme con el poder suficiente para mandar sobre un hombre que debería obedecer por la única razón de que lo había comprado. Al abrir la puerta comprobé satisfecha que el conserje había captado muy bien mi idea y me había conseguido un ejemplar de macho formidable que de solo verlo se me hizo agua la boca.
- Entra bombón y ponte cómodo
- Hola, me saludó con un beso. Dime qué esperas de mí
- Espero caminar con dificultad una vez que te retires
- ¿Tendrás fuerzas para soportarme? Respondió tomándome entre sus brazos y besándome con toda su lengua adentro de mi boca hasta casi asfixiarme
- ¿Y tú? ¿Podrás dejarme sin fuerzas?
Evidentemente nos habíamos planteado un desafío pero como él no sabía que yo venía con el entrenamiento de soportar a dos hombres muy fuertes al mismo tiempo no me costó mucho dejarlo enseguida fuera de combate pero debo reconocer que este hombre se portó muy bien, me arrancó un par de orgasmos muy buenos y como le pedí que me dejara el culo muy bien abierto para exhibirlo por la noche, lo que convirtió su cara en un gran signo de interrogación, a él se dedicó y me dio con tanta saña que estuve a punto de pedirle que se detenga. Antes de despedirnos estuvimos un buen rato conversando y me contó que se dedicaba a estas tareas para poder pagar sus estudios.
- ¿Qué estudias?
- Medicina
- ¿Estás avanzado?
- Último año
- Me dejas de una pieza
- Creías que era un cabeza hueca, verdad
- La verdad que si. ¿Podrías darme el nombre de alguna pomada antiinflamatoria para que me masajeen la vagina y el ano?
- Si, pero para que la quieres, tú no precisas de esas cosas
- Tengo una historia con mi marido, luego te contaré. ¿Podemos vernos otro día? Te pagaré lo que corresponda
- Cuando quieras
- Anótame tu móvil y te llamaré
Antes de llegar a casa compré la pomada y cuando Javi me pidió que me pusiera en cuatro como lo venía haciendo cada día le dije
- Cielo, dice el doctor que debes masajear mis partes con esta pomadita
- ¿De qué manera?
- Me parece que debes pasarla con mucha delicadeza por todos lados, y también me dijo algo más
- ¿Algo más?
- Si, pero me da cosita decirte
- Vamos, que si lo dijo el doctor debes decírmelo enseguida
- Está bien. Me ha dicho que debes poner esta pomadita en tus deditos y meterlos en mi colita para que sus efectos lleguen bien adentro. Dije esto en voz tan baja que Javi no me escuchó
- ¿Qué has dicho corazón? No te he escuchado bien
- Que dijo el doctor que me metas la pomadita utilizando tus deditos bien adentro de la colita, cuanto más profundo mejor
- ¿Eso dijo el doctor?
- Si, lo ha dicho, respondí entre sollozos mostrando una gran congoja
- Pero mi vida, no te pongas mal, si el doctor lo ha dicho debemos obedecerle
- Si, eso creo yo, y también me ha dicho que uno de estos días vendrá a revisarme a casa, quiere vernos juntos
- Está bien mi amor. Él sabrá por qué lo cree necesario
Gracias por los comentarios, acepto sugerencias para poder continuar.