¡Toda, la quiero toda dentro de mi culo!

Un relato con sorpresa final.

-... Eres de esas mujeres que llevan siempre los cuatro ases. El de corazones en tus labios, el de picas en tus tetas, el de diamantes en el coño y el de tréboles en el culo.

-Tú llevas uno solo, es de la baraja española y te basta para ganarme. Mira cómo me dejaste el coño con tu as de bastos..

Álvaro le miró para el coño y vio que los pelos rubios que lo rodeaban estaban mojados de la corrida que Lexi acababa de echar. Le pasó la lengua por él, con ella llena de jugos le lamió los pezones, las areolas y después la besó, luego hizo el recorrido a la inversa. Al llegar al coño besó la vulva y rozó con sutileza los labios mayores, lo hizo con la lengua plana. Lamió de abajo a arriba con lentitud, luego lamió los labios menores con movimientos lentos, suaves, largos, medianos y cortos, después apretó un poquito la lengua cada vez que lamía. Pasó a lamer y a succionar los labios y a lamer y meter y sacar la lengua en la vagina. Lexi gimiendo movía la pelvis para que la lengua rozase su clítoris. Álvaro retiró hacia atrás el capuchón del clítoris con un dedo, y con dos dedos de la otra mano le abrió los labios. El glande del clítoris quedo al descubierto, lo lamió sutilmente con la puntita de la lengua, luego hizo círculos sobre él. Lexi movía la pelvis alrededor. Se moría por correrse. Le clavó la mitad de la lengua dentro del coño y con la otra mitad le aplastó el glande. Lexi le cogió la cabeza con las dos manos y rugiendo cómo una leona y moviendo la pelvis de abajo a arriba, hacia los lados y alrededor, se corrió en su boca.

Al acabar de correrse, Álvaro se echó a su lado y le dijo:

-Tienes un coño delicioso.

Lexi le cogió la polla empalmada con la mano izquierda... La mano subía y bajó lentamente por ella.

-Y tú una lengua mágica.

-Lo que tu rico coño merece.

La mano al bajar dejaba al descubierto su glande, un glande excelso y que Lexi metió en la boca y mamó. Luego subió besando y lamiendo su tableta, sus pectorales, besó su cuello y por último besó su boca, después de besarse le dijo Álvaro:

-¿Alguna novedad en tu vida sexual?

-Todo sigue igual con mi marido.

-¿Has vuelto a masturbarte mientras dormía a tu lado?

Sin dejar de pelársela, le dijo:

-Hice algo mejor.

-¿Qué hiciste?

-Follar con su hermana mientras él dormía a nuestro lado.

Lexi no paraba de sorprenderlo.

-¡¿Follaste a tu cuñada estando tu marido en la misma cama?!

-Follé, y fue un polvo genial, nos corrimos cómo dos perras.

-Cuenta.

Lexi, que era una mujer rubia de ojos azules, alta, de cuarenta y pocos años, con buenas tetas y buen culo. Comenzó a contar la historia meneando la polla con lentitud.

-Pasaba de las once de la noche cuando llamaron a la puerta de mi piso, abrí y allí estaban mi marido y mi cuñada Berta. Mi marido se apoyaba en su hermana echándole un brazo alrededor del cuello. Benito traía una tajada criminal. Ya dentro de casa, Berta me dijo:

-"Lo encontré en un bar a punto de que le dieran una paliza. Le decía al otro que tenía más huevos que cualquiera de la ciudad. Tuve que decirle al tipo que no le hiciera caso que lo que tenía era una granja de gallinas."

-¿Y coló?

-"No, pero al tipo le gusté y ya sabes lo tontos que son los hombres cuando les gusta una mujer."

-Más que tontos, babosos.

-En fin, voy a dejar la cosa ahí e ir con el tema que nos ocupa. Benito se empeñó en que su hermana durmiese con el cómo cuando era pequeña...

Álvaro le preguntó:

-¿Cómo es tu cuñada?

-Es veinte años menor que mi marido. Tiene 22 años, el cabello pelirrojo, las piernas interminables, las tetas medianas, el culo redondo, es ancha de caderas y estrecha de cintura, es un bombón.

-¿Y cómo la atacaste?

-No seas impaciente. Mi marido ya dormía cuando le enseñé a mi cuñada el cajón donde guardo mi ropa interior. Para mi sorpresa cogió mis bragas de guerra y uno de mis picardías de seda transparente, después de ponerlo, me preguntó:

-"¿Cómo estoy?"

En mi vida se me había pasado por la cabeza hacerlo con una mujer, pero vi sus areolas oscuras y sus pezones marcados en el picardías y la boca y el coño se me hicieron agua. Le respondí:

-Estás muy sexy.

Berta se echó al lado de su hermano. Yo mirando para sus tetas me metí en la cama a su lado. Estábamos los tres destapados. En la penumbra le estuve mirando primero para sus tetas y para su coño, después al ponerse boca abajo miré para su culo. Hacía mucho calor. Sudaba cómo una cerda y me moría por hacer una paja... Cuando creí que estaba dormida metí una mano dentro de mis bragas. Estaba muy mojada. No podía meter y sacar los dedos en el coño porque haría ruidos, así que después de mojarlos hice círculos sobre el clítoris e imagine que le comía el coño. Al rato estaba perra perdida y me tiré al monte. Le cogí la goma de la braga y comencé a bajársela a ver si despertaba y se dejaba. Berta ya estaba despierta y se iba a dejar, ya que levantó el culo para facilitarme la labor y después se abrió de piernas y me dijo:

-"Pensé que no te ibas a decidir nunca."

Me metí entre sus piernas y le lamí el ojete. Berta comenzó a gemir... Al follarle el ojete con la lengua echó el culo hacia atrás y jadeó cómo una perra, entre jadeos me dijo:

-"¡Qué buena eres usando la lengua, jodida!"

Se incorporó, se quitó el picardías y después se volvió a echar boca arriba. Al besarla encontré los labios más tiernos que había besado. Comí sus duras tetas y sentí cómo mi coño goteaba. Al bajar a su coño me encontré un lago de jugos. Estaba tan encharcada cómo yo. Nada más lamer su coño se retorció con el placer que sintió, seguí lamiendo y se corrió. Hasta siete chorritos echó aquel pequeño coño, siete chorritos de jugos espesos con sabor a ostra que me tragué con lujuria desmedida. Sus gemidos eran escandalosos, pero los ronquidos de Benito los atenuaban. Berta resultó estar hecha de fuego. Nada más acabar de correrse se abalanzó sobre mí, y dijo:

-Ábrete de piernas, golfa.

Hice lo que había dicho, Berta metió su cabeza entre mis piernas. Me levantó el culo con sus pequeñas manos, me metió y sacó la lengua en el ojete varias veces. Me la metió y sacó otras tantas en el coño, después chupó mi clítoris y ya me corrí cómo una loba.

-Sí, que fue un buen polvo, sí. ¿Repetiréis?

-En eso quedamos. ¿Pero sabes qué?

-¿Qué?

Lo miro a los ojos y le respondió:

-Que después de correrme eché de menos una polla. Ponte a cuatro patas. Hoy quiero acabar dándote placer yo a ti.

No era la primera vez que acababan así. Lexi hacía con Álvaro lo que no se atrevía a hacer con su marido. Álvaro se puso a cuatro patas.

-Dame caña.

Lexi con las dos manos acarició sus nalgas, después acaricio sus huevos, acaricio la polla, volvió a las nalgas, acarició el interior de sus muslos, lamió su ojete y después lamió y chupó sus huevos, cogió su polla y se la mamó, después lamiendo sus nalgas, lamiendo su ojete y follándolo comenzó a ordeñarlo. Al rato Álvaro tenía los huevos hinchados. Lexi le folló el ojete con la lengua al tiempo que lo ordeñaba. Poco tardó Álvaro en correrse. Lexi al sentir la leche en su mano tiró de la polla y acabó tragando el resto de la corrida.

Al acabar de tragar le dijo Lexi:

-¿A qué te gusta que sea una cerda?

-No es que me guste, es que me encanta.

-¿Sabes?

-¿Qué?

-Sé que se acabó el tiempo, pero estoy tan cachonda que me gustaría correrme otra vez.

-Olvídate del tiempo. ¿Cómo quieres correrte?

-Quiero correrme dándome por el culo.

-Ya sabes que tienes que hacer.

Lexi se puso a cuatro patas. Álvaro la cogió por las tetas y magreándoselas lamió más de una veintena de veces desde su coño empapado hasta el ojete, después nalgueándola con las palmas de sus manos ahuecadas le fue metiendo y sacando la lengua del ojete. A cada palmada correspondía una follada de lengua... Luego hizo que se enderezara un momento y apretando sus pezones le comió la boca, le metió dos dedos en el coño y la masturbó. Lexi ya había empezado muy caliente y le iba a durar muy poco.

-Me voy a correr, Álvaro.

La volvió a poner a cuatro patas, la agarró por la cintura, se la clavo en el coño de una estocada y después le dio caña. En nada, Lexi le dijo:

-¡No aguantó más!

Se la quitó del coño, se la frotó en la entrada del ojete. Le metió el cabezón y Lexi le dijo:

-¡Toda, la quiero toda dentro de mi culo!

Se la clavó hasta el fondo. Al tenerla toda dentro le magreó las tetas, Lexi se volvió a incorporar. Le echó un brazo alrededor del cuello, giró la cabeza, buscó su boca, le metió la lengua dentro y después le dijo:

-Dame suave, muy, muy suave.

Comenzó un lento mete y saca aderezado con besos con lengua y magreos en sus tetas que acabó cuando Lexi le dijo:

-¡¡Me corro!!

Lexi sacudiéndose y gimiendo descargó un pequeño torrente de jugos que Álvaro recogió en la palma de su mano. Al acabar de gozar le enseñó la corrida. Lexi le preguntó:

-¿¡Eché yo todo eso?!

Lo echara, lo echara y lo volvió a recuperar a lamida limpia, después de decirle Álvaro:

-Si gustas...

Ya se estaba vistiendo Álvaro cuando le sonó el teléfono móvil. Lo cogió y vio que era su madre.

-Dime, Eva.

-¿Mañana estás libre?

-Pon el lugar y la hora.

Eran las cuatro de la tarde, Eva estaba en la habitación de un hotel. Su nerviosismo trataba de calmarlo caminando de un lado al otro de la habitación y echando tragos de jerez. Cuando llamaron a la puerta se arregló el cabello y fue a abrir. En la puerta estaba una joven mulata de unos diecinueve años, de su misma estatura, de ojos color avellana, de cabello negro y largo que recogía en dos trenzas. Tenía sus labios gruesos pintados de rosa... Era bella a rabiar. Le preguntó:

-¿Qué quieres?

La muchacha se metió dentro de la habitación, cerró la puerta y le respondió.

-A ti.

Eva no salía de su asombro.

-Creo que te equivocaste de habitación.

La muchacha la agarró por la cintura y le preguntó:

-¿No te llamas Eva?

Eva sin hacer nada para quitársela de encima, le respondió:

-Sí, ese es mi nombre.

-¿No estás esperando por Álvaro?

-¿Y tú cómo sabes eso?

Le quiso dar un beso en los labios, Eva le hizo la cobra.

-Me dijo que intentara iniciarme contigo.

-¡¿Qué?!

Le echó las manos a las tetas, Eva seguía sin separarse de ella. Magreándole las tetas, le dijo:

-Que intentase que mi primera vez como puta fuese contigo.

-¡Será cabrón! A mí no me gustan las mujeres.

Mentía, desde muy joven tenía la fantasía de follar con otra mujer, pero cómo es obvio Lucía no lo sabía.

-Eso me dijo.

Lucía volvió a buscar sus labios, pero Eva le volvió a apartar la boca. Luego mientras dejaba que le magreara las tetas, le preguntó:

-¿Y qué haces aquí si lo sabías?

Le cogió las manos, se las llevó a sus tetas, le echó una mano al coño, y después le dijo:

-Es un reto, si te seduzco, sé que valgo para puta, si no lo hago tendré que darle la razón a Álvaro.

De nuevo quiso besarla, y de nuevo le hizo la cobra, pero tampoco hacía nada más para que desistiese en su empeño de besarla, ni siquiera retirar las manos de las tetas de Lucía.

-Si te dejo la puta sería yo, morena.

-Lucía, mi nombre es Lucía.

Lucía le echó las manos al culo, la apretó contra ella, y le plantó el primer beso. Los labios de Eva temblaron sobre los de Lucía al sentir la lengua entre ellos y su cuerpo se estremeció cómo una adolescente en su primer beso.

-Bella cómo eres... ¿Por qué quieres ser puta, Lucia?

-Para no ser una mantenida.

-Ha miles de trabajos. ¿Por qué el de puta?

-Para poder saborear coñitos cómo el tuyo. ¿A qué te sabe?

Eva no le contestó, se separó de ella, fue hasta la mesita de noche, y a morro echó un trago de jerez. Lucía le quitó la botella de la mano, puso la botella en los labios, y con el jerez en la boca la volvió a besar. Eva abrió la boca y el jerez y la lengua entraron en ella. Al acabar de besarla le dijo Lucía:

-Estoy mojada.

Eva, aún temblando, le dijo:

-Pues sécate.

Le levantó la falda, le metió la mano dentro de las bragas y se encontró con el coño jugoso, le metió dos dedos dentro y le dijo:

-Estás tan mojada cómo yo. ¿No te gustaría sentir mi lengua en tu coño?

Mintió de nuevo.

-No.

-A mí me gustaría, comerte las tetas, comerte el coño, comerte el culo... Me gustaría que te corrieras en mi boca.

-Guarra eres un ratito largo, bonita.

La volvió a besar con lengua. Eva dejó que le chupara la lengua. Lucía pensó que no tardaría en entregar la cuchara. No estaba equivocada, ya que al dejar de besarla, Eva le dijo:

-Eres una seductora nata, pero claro, al ser tan bella y estar tan buena...

Lucía le cayó la boca con un beso con lengua.

-Para tía buena tú, estás para comerte.

Al volver a besarla ya los besos fueron apasionados por ambas partes... Al rato estaban frente a un espejo que había en la pared y donde se reflejaban de cuerpo entero. Lucía estaba vestida detrás de Eva, que estaba en bragas blancas y con las tetas al aire. Eva se miraba al espejo. Lucía besando su cuello le metió una mano dentro de las bragas y le preguntó:

-¿Me deseas?

-Desde el momento en que quisiste besarme por primera vez.

Le dio un pico y le dijo:

-Desnúdame.

Eva se dio la vuelta y con Lucia de lado le bajó la cremallera de su vestido azul, un vestido que le daba por encima de las rodillas. El vestido cayó al piso y Lucía quedo en bragas blancas y luciendo unas tetas medianas, picudas, con pequeñas areolas negras y pezones finos que apuntaban hacia el techo. Lucia mostrando su mejor sonrisa, la miró a los ojos, le acarició el cabello y después la besó en el cuello, subió lamiendo hasta llegar a su boca y su lengua se perdió dentro de ella, luego volvió a mirarla a los ojos, a acariciar su cabello, a sonreírle... Era cómo si estuviera adorando a una diosa, y así se sentía Eva, cómo una diosa. Lucía la volvió a besar, ahora lo hizo dulcemente, y dulcemente se chuparon las lenguas, luego le preguntó:

-¿Quieres que te lo coma todo, Eva?

Eva, susurrando, le respondió:

-Sí, pero no no he traído dinero para pagarte.

-El dinero no importa, ya te he dicho que para mí eres un reto. Vete para cama y dame una pista cómo lo quieres..

Eva se echó boca abajo sobre la cama. Quería que le comiera el culo. Lucía le quitó las bragas mojadas, luego sus manos abrieron las nalgas de Eva y su lengua lamió desde el periné al ojete. Metió la lengua dentro del ojete, la sacó e hizo círculos con la puntita sobre él, para luego lamer varías veces el periné y el ojete, le folló el ojete de nuevo... Al rato Eva se dio la vuelta y le dijo:

-Eres una cochina encantadora.

Lucía vio su sus grandes tetas con areolas rosadas y pequeños pezones y su coño rodeado de una mata de pelo negro. Se echó a su lado y la volvió a besar, luego pasó la lengua por sus pezones, por sus areolas y acto seguido se las mamó, mamándoselas le metió dos dedos dentro del coño y empezó a masturbarla acariciando su punto G, poco después Eva le dijo:

-Vas a hacer que me corra, Lucía.

-Eso quiero.

Segundos después le vino.

-¡Me corro, Lucía!

Lucía sintió cómo una cascada de jugos anegaba sus dedos, luego cómo el coño apretaba sus dedos y cómo Eva se retorcía de placer. Lucía le dijo:

-Mírame, cachonda.

Eva la miró, pero sus ojos vidriosos no vieron más que una cara borrosa. Lucía le sacó los dedos del coño y mientras se corría lamió sus jugos.

Al acabar de correrse Eva, Lucía le metió la cabeza entre sus piernas, le cogió las tetas y magreándoselas lamió su coño empapado de abajo a arriba... Lucía enterraba la lengua dentro de la vagina a medio recorrido y después al llegar a su clítoris hacía movimientos circulares sobre él. Ya había hecho ese recorrido unas treinta veces cuando le dijo Eva:

-Me voy a correr otra vez, Lucía.

Lucía puso la lengua sobre el clítoris, la apretó contra él, la movió alrededor a toda hostia. Eva se puso tensa, hizo una curva con su cuerpo y gimiendo cómo una loca descargó una corrida brutal que Lucía se encargó de tragar.

Eva tardó un par de minutos en recuperarse. Cuando se recuperó le dio a Lucía un beso con lengua, largo, muy largo, luego le besó el cuello, su lengua lamió y chupó los pezones, lamió y chupo las areolas. Su boca mamó las tetas y luego fue bajando al pilón. Al ir a quitarle las bragas vio que tenían más tela mojada que seca.

-¡Cómo estás!

-Empapada. No te voy a durar nada.

Así fue. La lengua de Eva fue cinco veces de abajo a arriba en aquel coño jugoso, cinco, ya que a la sexta, Lucía se corrió en la boca de Eva. ¡Y cómo se corrió! Eva no dio abasto para tragarse aquella barbaridad de corrida.

Lucía había dejado el teléfono móvil abierto y Álvaro estuviera oyendo en el asiento de su auto toda la conversación. Al rato entraba en la habitación abriendo la cerradura de aquella manera. Venía vestido con una camiseta blanca, un pantalón gris de tergal, llevaba gafas de sol, una gorra blanca y traía unas esposas metidas entre el cinturón y el pantalón. Una vez dentro, le dijo Lucía:

-Pasé la prueba.

-Ya veo, ya.

-Alégranos la vista.

-Ya sé lo que quieres, pero tú no eres la clienta.

Eva le preguntó:

-¿Qué quieres que haga, Lucía?

-Que nos haga un striptis.

Eva estaba animada.

-Hazlo, Álvaro, hazlo.

-Tú mandas.

Álvaro puso en su teléfono móvil el clásico: "You Can Leave You Hat On", y comenzó a pasear con andar chulesco por la habitación, luego contoneaba las caderas, movía el culo, y de cuando en vez movía la pelvis de atrás hacia delante invitándolas a follar. Después se quitó las gafas y se las lanzó a Lucía, que las cogió y las puso a un lado. Siguió contoneándose y caminando con chulería... Y caminando y contoneándose se acariciaba los pectorales y se cogía su gran paquete. Luego le lanzó las esposas a su madre, que las cogió y las puso al lado de las gafas, acto seguido se quitó el cinturón. Bailando fue hasta la cama, cerró el cinturón sobre el cuello de su madre y tiró de ella cómo si fuese una perra. Con la otra mano y sin dejar de bailar se quitó la camisa. Sus pectorales quedaron al aire. Tiró de su madre y le puso la boca sobre su teta derecha, Eva lamió y chupó esa teta y después la otra. Luego tirando del cinturón hizo que se agachara y moviendo el culo alrededor y contoneando las caderas le frotó el paquete en la boca. Eva le abrió el botón, le bajó la cremallera y después le bajó el pantalón, le sacó la polla empalmada y mientras su hijo bailaba se la mamó. Lucía estaba tan cachonda que metió dos dedos en el coño y empezó a masturbarse. Álvaro puso a su madre a cuatro patas, se quitó los zapatos, el pantalón, los bóxer y los calcetines y solo con la gorra puesta se agachó y se la clavó en el coño. Eva exclamó:

-¡Oooooh!

La folló suavemente mirando cómo Lucía se masturbaba y mientras veía cómo ella lo miraba a él. Al rato, sintiendo los gemidos pre orgasmo de su madre y con la polla enterrada en su coño, la levantó en alto en peso, la llevó a la cama y la puso entre las piernas de Lucía. Eva le comió el coño... Álvaro no se movía para que su madre le comiera el coño a Lucía sin ninguna dificultad... Eva iba metiendo y sacando la polla echando el culo hacia atrás y hacia delante. Poco después Lucía le dijo:

-Me voy a correr, Eva.

Al ratito Lucía comenzó a correrse y Eva se bebió sus jugos. Eva, que ya echaba por fuera, se corrió con Lucía al sentir cómo le llenaba la boca de jugos espesos y calentitos. Álvaro no fue menos, le llenó el coño de leche a su madre.

Al acabar, y estando los tres boca arriba sobre la cama, le dijo Álvaro a su madre:

-¿Qué te pareció mi esposa, mamá?

Lo miraron las dos con caras de tontas, luego se miraron la una a la otra, y después le preguntó Lucía a Eva:

-¡¿Es tu hijo?!

Eva le respondió con otra pregunta.

-¡¿Es tu marido?!

-¿¡Follaste con tu hijo?!

Aquello iba camino de convertirse en un concurso de preguntas si no dice Eva:

-Es mi hijo, pero es un cabrón.

-Follaste con él, la cabrona eres tú.

Álvaro iba a poner fin a la discusión.

-A ver, Lucia. ¿Tú no follaste con tu padre?

Eva no la dejó contestar.

-¿Follaste con tu padre. Lucía?

Lucía no le respondió a su suegra, le preguntó a su marido.

-¿Por qué me has descubierto? Era nuestro secreto.

-Quise zanjar una discusión estúpida.

Lucía bajó la cabeza y ahora sí que le respondió a su suegra.

-Fue una locura de juventud, Eva.

Eva acariciando una de sus coletas, le dijo:

-Nunca vuelvas a decir eso, hija, nunca vuelvas a decirlo.

-¿Y qué debía decir?

-Di que tu padre te violó.

Lucía le tomó la palabra.

-Es que me violó.

-Así me gusta, cariño.

Álvaro cuantas más mujeres follaba menos las entendía.

-Hay que joderse, acabas de conocerla y ya vuelves por ella.

-No, voy a volver por ti, bandido.

Y se jodió lo que se daba, por ese día, ya que Eva y Lucía tenían muchas cosas de que hablar, Álvaro se tuvo que conformar con joder el jerez que quedaba en la botella.

Quique.