Tocándome como loca hasta acabar.
Varios días sin masturbarme y mi cuerpo ya me lo hacía notar. Necesitaba tocarme, darme placer, tener un orgasmo.
Hace varios días vengo a full con mi trabajo, por lo que llegó a casa agotada y solo quiero dormir. Hoy aproveche la tarde libre para acomodar un poco mi casa. En un momento fui hacia la habitación a guardar ropa y pude sentir como mi vecina gemia.
Mi habitación está pegada a la de mis vecinos, una pareja joven. A ella la he visto pocas veces, a él lo cruzo todos los días y la verdad cada vez que escucho como ella grita de placer, me da mucha curiosidad saber cómo es él en la cama. De la manera en la que se la escucha, cualquiera golpearía su puerta, pidiendo unirse.
Y hoy, como siempre, la escuché. En ese momento me puse a pensar que hacía bastante yo no gemia así. Me di cuenta que hacía casi dos semanas no me masturbaba.
Seguí limpiando, acomodando todo y cuando al fin terminé fui a ducharme. Mientras me lavaba el cuerpo, comencé a sentir mi vagina contraerse. Es como si ya estuviese pidiéndome que la toque. Pero estaba muy agotada, solo quería relajarme y ducharme.
Luego de secarme, busque mi ropa. Me puse una tanga rosa, y la parte de arriba de la bikini, es de esas con forma de triángulo, negra. Finalmente me puse un jean, pero ninguna remera y me tire en la cama con mi celular. Mientras tonteaba en internet, comencé a acariciarme sutilmente con la punta de mis dedos en el espacio entre mis pechos. Enseguida pude notar como mis pezones se erizaban y mi vagina se contraía una vez más.
Seguí pasando mis dedos por mi abdomen, y luego por mis tetas por encima del bikini. Empecé a mover mi cadera al ritmo de la contracción de mi sexo y ya podía sentir mi tanga un poco húmeda. Desabroché mi pantalón y metí una mano. Pase mi dedo medio por mi rajita y pude comprobar mi humedad. No hacía ni cinco minutos que había empezado a acariciarme el cuerpo y ya estaba muy mojada. Definitivamente me hacía falta satisfacción.
Asique no me hice esperar más. Hice presión sobre mi clítoris y se sintió muy bien. Moví mi dedo en círculos y se me escapó un gemido. Sume un dedo más, cubrí mi clítoris con mis dedos, lo presioné y empecé a moverlos con velocidad hacia atrás y adelante. Mi Dios! Que rico era eso. No podía parar de gemir. Cómo extrañaba esa sensación!! Con mi otra mano me tomé del respaldar de la cama, arquee mi espalda para estar en posición y metí esos dedos dentro mío. Seguí moviéndolos con velocidad. Estaba muy necesitada de sexo y eso era lo más parecido que podía darme en ese momento.
No podía parar de tocarme. Mis dedos pasaban del interior de mi vagina a mi clítoris, a mi boca y otra vez a mi sexo. Mi otra mano recorría todo mi cuerpo, mis pechos, mi cola. Apretaba mis nalgas, jugaba con ellas y volvía a mis tetas. Cada segundo que pasaba me encontraba más excitada, sentía que nunca iba a llegar al climax. O bien que me iba a tardar en llegar. Y no me importo, solo quería seguir tocándome.
Me quite por completo el jean y mi tanga. Tomé la almohada y me monte en ella. Empecé a moverme lentamente para poder sentir bien como mi sexo se frotaba con la almohada, y con cada movimiento me encendía más. Mis movimientos fueron aumentando de velocidad al igual que mi respiración. Un par de gemidos salieron de mi boca y unos cuentos “Ay si, así si” también.
Abrí mis ojos, y como siempre inspeccione a mi alrededor para ver qué podía meterme en mi vagina. Agarre mi desodorante, el que uso siempre. Aunque está vez hice algo distinto, le coloqué un par de medias para hacerlo más grueso y con mejor forma, por encima de las medias le puse un preservativo y ya estaba listo para entrar en mi y claro que mi concha estaba más que lista para tenerlo dentro.
Me acosté boca arriba otra vez y me lo metí. Seguía mojada por supuesto, pero como fui brusca, no pude evitar gritar. Fue un poco doloroso, pero de ese dolor que se siente rico. Asique ya con el desodorante en mi concha, seguí dándole placer a mi clítoris.
Sentía todo mi cuerpo tensionarse del placer. No paraba de gemir. Metía y sacaba el desodorante de mi hasta que sentía que no aguantaba mas y cuando sabía que estaba a punto de acabar me detenía. Recuperaba el aliento y volvía a masturbarme. Hice eso un par de veces hasta que ya no pude más. Me deje el desodorante dentro y me toqué como loca el clítoris para llegar al climax. No paraba de gemir y cuando finalmente exploté en un orgasmo grité.
Me quedé un momento acostada, recuperando mi respiración. Me quité el desodorante de mi vagina. Lo deje en mi mesa de luz. Busque mi tanga, me la puse y me fui a tirar al sillón.
Mientras buscaba algo para ver en la televisión, me pregunté que pensarán los vecinos al escucharme gritar así, sabiendo que estoy sola.