TOCAMIENTO EN EL BUS nº 57

...tiene un culo muy prieto y siento curiosidad por saber cómo es esa pasajera que me acompaña

Como cada mañana el autobús va parando para recoger soñolientos pasajeros que a regañadientes van hacia sus respectivos puestos de trabajo. A las 7:17 se detiene en una de sus paradas, suben varias personas al vehículo ya bastante lleno y buscan acomodo antes de que continúe la marcha.

Después de unos cuantos apretones queda a mi lado una mujer de mediana estatura, melena castaña, embutida dentro de una americana y pantalón color azul oscuro. La tengo tan cerca que apenas puedo verla completamente y además me da la espalda. Si puedo ver a su acompañante que debe ser su pareja que lo que deduzco por su postura corporal y contacto estrecho.

Como todos los días, dejo pasar los minutos que necesito para llegar a mi destino, y con la mirada perdida a través de la ventana contemplo el lento despertar de la ciudad. Tras una parada, al ponerse en marcha el autobús alguien me da un empujón fuerte. Una voz femenina me pide perdón sin convicción, de forma automática y rutinaria.

Después, tras un brusco frenazo, averiguo que tiene un culo muy prieto y siento curiosidad por saber cómo es esa pasajera que me acompaña. Desafortunadamente no tengo oportunidad de verle la cara, lleva recogido el pelo en una graciosa cola, tiene un lindo cuello y apenas puedo ver la barbilla.

No me resisto a darle un golpecito con el dorso de la mano para volver a sentir la firmeza de su culo, y así tener un motivo de entretenimiento durante estos interminables minutos que dura el trayecto.

Algo más rápido de lo acostumbrado el autobús completa su recorrido y después de diez minutos de viaje, llegamos a la parada donde la pareja se baja. Ella se dirige decidida hacia la puerta central. Creo percibir la intención de volverse a mirar quien había a su lado, pero no lo hace y me quedo con las ganas de saber cómo es. En mi interior le deseo un buen día y yo continuo el tedioso trayecto.

El día siguiente no dejo de pensar que en la próxima parada es posible que la pareja se vuelva a subir y esta vez espero que sí que podré ver la cara de la mujer. Mi deseo se hace realidad y con mucha satisfacción compruebo que tiene un rostro bonito, aunque con la inexpresividad propia de la hora tan temprana y la circunstancia tan impersonal.

Los dos buscan acomodo entre el resto de los pasajeros que ya estábamos dentro. Tengo la gran suerte que ella se coloca a mi lado, y su pareja de frente a mí. Tropiezan nuestras manos al cogernos de la barra, nos sonreímos y a continuación dejamos perdida la mirada.

Un arranque brusco del autobús da como resultado un zarandeo de todos nosotros. El cuerpo de ella se estampa contra el mío y rápidamente me pide disculpas. Le susurro que no tiene ninguna importancia y trato de disimular mi agrado por ella.

Me viene el recuerdo de su culo prieto y turgente. Dejo la mano caer y le golpeo sobre uno de los glúteos. ¡que culo tan rico!. Me siento contento con este toque robado.

Hoy lleva una falda larga de gasa de vistoso estampado que apenas deja adivinar las curvas que cubre. Ligeramente se apoya sobre su cadera y sobre el punto más sobresaliente de su culo.

En la siguiente parada, después del ajuste y recolocación de varios pasajeros, me logro colocar a su lado.

Mi corazón late acelerado. Tengo interés por sentir de nuevo la rotundidad de sus nalgas. Le pongo la mano detrás y le doy un golpecito con el dorso. ¡Que gustazo! Es tan prieto. Le pongo el puño entre las nalgas y lo hago girar .La tela es tan fina que tengo la sensación de estar tocando directamente su culo. Se me pone dura de inmediato.

Cada vez resulta más difícil justificar el contacto y el movimiento de mi mano, pero ya estoy tan lanzado que me resulta imposible separarla de su culo. Por fortuna, ella no hace ningún gesto de desaprobación y me dejo llevar por el morbo que me produce tocarle el culo en presencia de su marido y de otros pasajeros.

Después de una parada del autobús se recomponen las posiciones de los pasajeros y aunque parece que ella se distancia de mi, en realidad lo que sucede es que se coloca de forma que puedo tocarle mucho mejor.

Extiendo la palma y la coloco bajo sus nalgas. Le toco muy levemente, hasta que un frenazo súbito hace que mi mano se aplaste entres sus nalgas. Me apresuro a retirarme pensando que ella se pueda sentir molesta. Tras una separación de unos instantes es ella la que busca con el culo el contacto de mi mano.

Le vuelvo a poner la mano y recorro sus maravillosas curvas. No encuentro el borde de las braguitas así que imagino que debe llevar un tanga muy sexy. Con la yema de los dedos recorro la curva de sus glúteos. Estoy tan excitado que me tiembla la mano. Si alguien me preguntase cualquier cosa no sería capaz de responder.

Durante unos intensos minutos le sobo la entrepierna y disfruto recorriendo el trayecto entre sus muslos y los cachetes de su culo. Llega el momento fatídico de la separación. Ella se baja del autobús y mira de reojo para regodearse al ver mi cara llena de desasosiego.

Tengo una erección tan brutal que me hace daño el pantalón al andar. Me encamino hacia el trabajo y tras intercambiar varios “Buenos días” con los compañeros me voy directamente al aseo.

Allí me meto en un reservado y me masturbo enloquecido hasta que me corro. Como la erección no cesa, me vuelvo a masturbar tan fuerte que llego a hacerme daño.

Al salir del reservado, me topo de bruces con una compañera que tiene los ojos abiertos como platos, y que balbuceando me informa que tenia una llamada muy urgente y que al verme entrar al aseo no ha dudado en seguirme.

Al decir esto nos damos cuenta que ambos sabemos lo que ha sucedido unos instantes antes y nos ponemos rojos como tomates.

Deverano.