Toby, mi perro querido

Cómo mi perro Toby me inició en las delicias del sexo, que luego compartí con mi amiga Ana.

Un día estaba en casa viendo una película en la tele. La película era más bien erótica, y algunas escenas de desnudos eran bastante fuertes, y además el tipo de la pelicula estaba buenísimo, así que me tenía bastante caliente. Al rato ya no me pude aguantar más y decidí desahogarme dándome gusto con el dedo. Estaba sola en casa, así que me levanté la falda, me quité las braguitas para estar más cómoda y empecé a acariciarme mientras seguía mirando la película.

Empecé por tocarme los muslos, y luego seguí acariciándome el pubis suavemente, aumentando la presión poco a poco. Luego empecé a acariciar mi rajita húmeda con el dedo, metiéndomelo cada vez más adentro, y acariciándome el clítoris a ratitos. Estaba tan a gusto, recostada en el sillón con los ojos cerrados, que no me di cuenta de que nuestro perro, Toby, un dálmata precioso, se había levantado y estaba mirándome con atención, como preguntándose que estaba haciendo y porqué gemía de aquella forma.

De pronto abrí los ojos y lo vi delante de mí, casi entre mis piernas y olisqueando el aire intensamente, con el hocico casi pegado a mí. Me quede quieta un momento, con las piernas abiertas, preguntándome que

sería lo que le llamaba tanto la atención (los olores de mi chochito mojado supongo) cuando de repente ¡me dio un lametazo en todo el coño!

Al pronto me asusté y di un respingo, pero antes de que pudiera hacer nada, me dio otro lametón, y esta vez sentí el calor de su lengua y un escalofrío que me recorría entera. Me quede quieta, pasmada de lo que había hecho el perro, pero deseando que siguiera. Y siguió. Ya lo creo que siguió! Empezó a lamerme toda la entrepierna con aquella lengua enorme, caliente y suave. Las ingles, el pubis, la raja... al poco rato se dio cuenta de que podía meter la lengua más adentro y empezó a pasármela por toda mi raja.

Yo estaba que me moría de gusto. Con las piernas totalmente abiertas, recostada, y retorciéndome de placer, casi gritando con los lametazos del perro en toda mi chochita y mi clítoris. Y además lo hacía de maravilla, me metía aquella lengua tan grande hasta el fondo del coño y la movía de una manera que me volvía loca. Después se dedicaba a lamerme el clítoris... y yo estaba que no podía más. Me corrí por primera vez casi enseguida, pero la cosa no terminó ahí. El perro

seguía y seguía, y yo me corrí por lo menos otras 3 veces, casi seguidas, un orgasmo maravilloso tras otro, tras otro.

Al final no pude aguantar mas, creí que me iba a volver loca, y le aparté de un manotazo. Me quedé allí tumbada, jadeando, agotada de tanto correrme. Toby se quedó allí delante mía, jadeando también, y con aquella lengua maravillosa colgando fuera de la boca. Le acaricié la cabeza con ternura...

-"Vaya gustazo que me has dado. No sabía que podías hacer estas cosas..."

En ese momento, por el rabillo del ojo, me di cuenta de que su miembro estaba completamente tieso, con su puntita roja asomando. Aquello me hizo gracia.

-"Parece que a ti también te ha puesto cachondo la cosa ¿eh? Te gusta mi chochito, ¿verdad? Pues a mi tu lengua me pone como loca"

Por curiosidad, levante la mano y le acaricie su miembro. Se sentía muy duro... Sin poderlo evitar, como si mi mano se moviera sola, se lo agarré completo, cerrando mis dedos a su alrrededor. Lo tenía ¡durísimo! ¡Duro como una piedra! Y caliente, muy caliente... Me quedé así, quieta , agarrándoselo con la mano, como si nunca se lo fuera a soltar. El, al notar la presión de mi mano, empezó a mover las caderas,

como si estuviese copulando con una perrita, lo cual hizo que su miembro empezara a entrar y salir del hueco de mi mano, y que la piel que lo cubria se retirara dejando expuesto su miembro. Lo tenia humedo y brillante color rojo oscuro y cubierto de pequeñas venas. Yo me quede quieta, pasmada, como hipnotizada, viendo como Toby se chingaba mi mano cerrada.

De pronto, con un respingo, volvi a la realidad y le solte, retirando mi mano aun asombrada de lo que habia sentido y de los pensamientos que me habian pasado por la mente.

Los días siguientes no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Intentaba olvidarme de ello, pero no podía. Cada vez que me acordaba del gustazo que me había dado el perro, me excitaba un montón y se me humedecía el chocho. En la escuela, estaba siempre distraída, pensando en aquello y me ponía tan cachonda que cada vez que podía me iba al baño a masturbarme. Seguía pensando en ello mientras iba y venía de la escuela en el autobus, apretando las piernas y tensando los muslos para darme masaje en la entrepierna... que lo único que conseguía era ponerme aún más excitada, claro...

Casi todas las tardes, cuando llegaba a casa, estaba tan caliente que corría al baño a hacerme una paja. Lo que me pedía el cuerpo, en realidad era dejar que Toby me comiera el coño de nuevo, pero la verdad es que no me atrevía. Me daba un poco de miedo, porque me estaba obsesionando mucho, con su lengua y con otras cosas...

Seguí así durante un par de semanas, pensando que se me pasaría, pero no fue así. Cada vez estaba más nerviosa, y cada vez pensaba más en ello. Además, tener al perro delante todos los días no ayudaba nada... Un día, mis padres me dijeron que iban a pasar unos días de fiesta en casa de unos parientes, y que me quedaba sola en casa. Aquello fue la gota que colmó el vaso: iba a tener la casa para mi sola, y a Toby también... sin miedo de que me descubrieran. Decidí que no podía aguantar más, a pesar del miedo que me daba, y que iba a hacerlo de nuevo.

El día que mis padres se iban casi no podía estarme quieta, del nerviosismo y la excitación. Después de desayunar, montaron todo en el carro y se fueron, diciendo adiós con la mano. Yo, tadavía en camisón, esperé a que el coche se alejara, y aún conseguí aguantarme como media hora más, no fuera que se les hubiera olvidado algo y regresaran...

Al fin, no pude más, y corrí hacia mi cuarto llamando a Toby:

-Toby! Toby! Ven, bonito, ven! Ven con mami! Ven precioso... Ven a comerle el chochito a tu amita!

El, obediente como siempre, vino corriendo desde la cocina, y me siguió hasta mi cuarto. Cerré la puerta y rapidamente me saqué el camisón por la cabeza. El estaba sentado en el suelo, mirándome con ojos de adoración. Me acerqué, todavía con los pantis puestos, y me quedé delante de él con mi sexo a la altura de su hocico. Él empezó a olisquearme, y enseguida me dió un lametón. A pesar de que fue por encima de las pantaletas, me hizo estremecer! Antes de que hiciera nada, me volvió a lamer, y luego otra vez... Yo tenía los pezones paradísimos, duros como piedras, y pensé si él querría chupármelos también. Me arrodillé, me agarré un pecho con la mano y se lo acerqué a la boca.

-Toma precioso... Chúpalo! Chúpame las tetas bien rico, anda...

Él, primero olió mi pecho, y luego empezó a darme deliciosos lengüetazos en ambas tetas. La sensación de su rasposa lengua en mis excitados pezones me puso todavía más caliente. Tenía el chocho empapado.

-Uy! Que rico... Gmmhh! Si... Mmmm! Sigue, Toby, sigue... Cómemelas...

Aquello era fantástico, pero estaba tan caliente que me puse de pie, agarré el panti y me lo bajé de un golpe, quedando totalmente desnuda delante del perro. Me senté al borde de la cama, me recosté en los codos y abrí las piermas todo lo que pude, mostrándole al animal todo mi sexo.

-Toma Toby... Mira mi coño. Cómetelo todo, anda. Dame gustito con esa lengüita tan sabia... Dame gusto!

No le hacía falta que se lo dijera. En cuanto me vió allí, despatarrada, ofreciéndole mi sexo ansioso, supo lo que tenía que hacer. Se acercó, y sin ningún miramiento empezo a chuparme toda la chocha como la otra vez. Yo eche la cabeza hacia atras y solté un grito de gusto y alivio al sentir por fin su tremenda lengua sobando mi intimidad.

-AAAAAA! HHHMMMMM! Ogh!

Me comía toda con una energía increíble. Su lengua es muy musculosa, y cuando me la metía por dentro me hacía ver las estrellas. Me lamía todo el sexo con unas lametadas impresionantes... Yo no paraba de gritar como una posesa... No tardé ni un minuto en tener el primer orgasmo.

-AH! AH! Si! Si! Ush, que ri... ico! Ay, me voy a venir, Toby. Sigue! Sigue! Si... i... HHHMMMMMMMMMM MAAAAAAAAAAUUUMMMMMMM!!!!!

Él, sin hacer caso, seguía con lo suyo, chupándome todo el coño sin parar. Igual que la otra vez, al poco rato de gozar por primera vez, sentí como su lengua me empujaba rápidamente a otro delicioso orgasmo. Luego otro, y otro... Creo que al final me estaba corriendo casi contínuo, sin poder casi ni respirar, moviéndo la cabeza de un lado a otro y gritando a todo lo que daba...

Después de un buen rato en un paroxismo de placer y orgasmos contínuos, no pude aguantar más y tuve que apartarlo. Tenía el chochito enrojecido de sus lengüetazos, y estaba agotada de tanto goce, no podía casi ni moverme. Estuve un rato tumbada, jadeando, recuperándome. Luego me incorporé un poco y vi como su miembro estaba otra vez hinchado y duro, con la puntita roja totalmente fuera. Aquello me excitó de nuevo, pensar que se le ponía dura conmigo, que mi sexo le ponía cachondo como si fuese una perrita en celo, me hizo sentirme deseada, me hizo querer darle gusto a él, tal como él me lo había dado a mí. No había pensado en detalle sobre eso pero, casi inconscientemente, había decidido ir hasta el final, me iba a dejar poseer por mi perro...

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