Toby, mi perro querido (2)

Cómo mi perro Toby me inició en las delicias del sexo, que luego compartí con mi amiga Ana.

Continuación de Toby I...

Estaba tan cansada que, antes de seguir, decidí descansar un poco y darme una ducha, para relajarme. Toby me siguió hasta el baño, y me miró mientras me duchaba. Me limpié bien todo el chichi, que estaba pringadísimo de su saliva y mis jugos. Mientras me limpiaba pensé en lo que iba a hacer... Yo era virgen todavía, y tenía un poco de miedo de que me hiciera daño, pero estaba tan excitada y tan decidida a hacerlo que no me importó.

Me sequé bien, y desnuda como estaba, volví a mi cuarto, con Toby trotando a mis talones. Me senté en el suelo junto a él y miré su miembro. Ya no estaba tan grande. Se lo cogí con la mano y lo noté muy caliente. Me gustó su tacto. Empecé a darle un masaje, moviendo suavemente mi mano alante y atrás. El resultado fue inmediato: empezó a crecerle rápidamente, y a ponerse muuuy dura. Yo, al sentir el efecto que tenía mi masaje, me excité más aún. Al poco rato su polla estaba tan grande y tan dura como antes. Le abrace por el cuello y me pegue a el, mientras con la otra mano seguía pajeándole.

-Mmm! Como te gusta ¿eh? ¿Tu amita te pone caliente? ¿Quieres que sea tu perrita? ¿Mmm? ¿Quieres follarme con esa polla rica? Yo sí que quiero... quiero que me cojas bien cogida, que me culées como si fuera tu hembra. Quiero ser tu perra! Para que te saques las ganas con mi tota!

Estaba casi desvariando. Poco a poco me iba excitando más y más y ya casi no sabía lo que me decía...

-Ay, m'hijo, que verga más rica! La tienes bien dura, ¿sabes? Me tienes loca... ¿Me la vas a meter bien rico? ¿Eh? ¿Me vas a coger como a tus perritas?

Estaba tan excitada que me tumbe en el suelo, poniéndome debajo de el, apoyada en el codo, y sin soltarle la verga, acerque mis labios a su punta roja. Saque la lengua y la pase un poquito por la punta. No sabia mal, como acido. Abrí los labios y me metí la punta de su miembro en la boca. Le pase la lengua por todo el glande, queriendo darle el mismo gusto que el me daba a mi. Poco a poco me la fui metiendo cada vez mas adentro, hasta que me llegaba casi a la garganta. Me sentía totalmente excitada al estar mamándosela a un perro. Ademas, sentir la dureza de su pene en la boca me ponía todavía mas caliente. Seguí chupándosela mientras el se quedaba totalmente quieto... Entre la sensación de su miembro tieso en mi boca, y las cosas que le decía, me había puesto de nuevo a mil. Había llegado el momento de la verdad.

De un brinco se trepó en mi espalda. Su cabeza quedó casi a la altura de mi hombro derecho. Me asombré de lo pesado que era. Puso sus patas delanteras en mi cintura, como agarrándome, y acercó su grupa hacia mí. Sentí como la punta caliente de su miembro tocaba en mis nalgas. Él siguió moviéndose, buscando mi agujerito con su polla, y poniéndome a mil. Rozaba mis muslos, mis nalgas, la metía entre ellas, pero parecía que no era capaz de acertar con mi cuca. Yo estaba ya desesperada y cuando pensaba que iba a tener que ayudarle con la mano, él acertó! Sentí como la punta de su pene tieso se colocaba contra la entrada de mi vagina, y como él, al notarlo, inmediatamente se apretaba más contra mí. La presión de sus caderas hizo que la punta de su miembro entrara en mi cuevita caliente, lo cual hizo que un corrientazo de gusto me recorriera todo el cuerpo. Me preparé para aguantar el dolor que siempre había oído que se siente la primera vez, pero no me hizo ningún daño. Sentí como empujaba de nuevo y cómo su polla me iba penetrando lentamente, separando los labios de mi sexo virgen.

-uuuuuuummmmmmmmm! Fue lo único que pude decir....

Se quedó quieto un instante, y luego empujó de nuevo, pero con mucha suavidad, como si supiera que era mi primera vez y no quisiera hacerme daño. Su tremendo pedazo de carne entró un poco más haciéndome soltar otro gemido de gusto. Sentía cómo me abría la cuca deliciosamente y me la estiraba a medida que me penetraba. Era maravilloso!

Con un último empujón de sus caderas, me la metió completa... Noté sus huevos chocar contra mis muslos, y me sentí totalmente llena de él. Su pene palpitaba dentro de mi vagina y me rozaba el fondo, dándome unas sensaciones increíbles. Yo jadeaba y gemía de gusto, con la cabeza apoyada en el suelo, sintiendo mi coñito virgen dilatado al máximo con su miembro enorme.

Entonces él empezó a culearme. Ahí es que empecé a gozar de veras!! Me culeaba fuerte, con un ritmo delicioso, metiéndola y sacándola rítmicamente, empujándomela cada vez hasta el mero fondo y haciendo que mis tetas brincaran arriba y abajo al ritmo con el que él me follaba... Era tremendo!

-Ay! Ay! Ay! Ahh! Ummmg! Umg! Así Toby, así! Uy que rico! Como me follas! Ay, si! Dame! Dame duro! Soy tu perra! Tu perra! Puja! Puja! Métela fuerte! UUUUUUMMMM!

No tardé ni 30 segundos en correrme brutalmente, con una intensidad que nunca había sentido, ni siquiera cuando me lo chupaba. Era una sensación nueva, más intensa, que hacía que todo mi cuerpo palpitara al ritmo del orgasmo, al ritmo que sus caderas marcaban en mi coño!

Él siguió cogiéndome como si nada, mientras yo trataba de recuperar el aliento. Su mete-saca continuo no paraba ni un segundo, ni el roce de su verga en mi interior, y al poco rato sentí como me iba a correr de nuevo, como mi cuerpo se tensaba con otro orgasmo glorioso que me hizo gritar como una loca...

-AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH! SSIIIIII! AAH! AAH! AAH! AAH! AAH!

Estaba gozando como nunca en mi vida. Los orgasmos se sucedían uno a otro sin parar. Cuando ya pensaba que no podía sentir más placer, Toby de pronto aceleró el ritmo de sus enculadas aun mas. La metía y sacaba con un ritmo endiablado. Supe que estaba a punto de venirse dentro de mí. Efectivamente, en unos segundos sentí un tremendo chorro de su semen caliente llenarme por dentro. Al primero siguieron varios más, mientras él me la clavaba salvajemente. Soltó tanto líquido que noté como rebosaba por fuera de mi coño y resbalaba por los muslos. Su venida y el calor de sus jugos dentro de mí me provocó un último y delicioso orgasmo.

Yo estaba casi desmayada, insensible, sudando a chorros, ronca de gritar y agotada de tanto placer... Él se quedó todavía un rato dentro de mí, con la polla todavía hinchada. Luego la sacó y se tumbó a mi lado lamiéndosela. Yo me dejé caer al suelo, incapaz de hacer el más mínimo movimiento y creo que me quedé dormida.

Ahora que había probado el éxtasis de ser cogida por mi perro, iba a aprovecharlo al máximo. Aquel día lo hicimos otras dos veces, después de almorzar, y luego por la noche, y él cumplió ambas veces espléndidamente. Era todo un semental. Me dejaba agotada de tanto correrme. Nunca me fallaba. Los días que mis padres estuvieron fuera fueron una orgía casi continua de sexo animal. A veces con la lengua, a veces con su verga, a veces con las dos, pero siempre dándome un gustazo increíble. Yo estaba totalmente enganchada con el goce que me daba el perro.