TLoZ MM Succubus Vs Link -Final-
Después de haber prácticado sexo con Cremia, Link acaba agotado. Acaba despertando al poco tiempo, y descubre que todavía le queda trabajar por realizar...
Desperté en la habitación arropado. Me sentí algo agotado, como si todavía me faltará energía, pero tenía lo suficiente para levantarme. En la esquina estaba toda mi ropa y mi armamento, me lo puse.
No había nadie en la casa cuando baje a la cocina. Estaba todo en silencio, y la chimenea estaba encendida.
-¿Cremia? -no respondía nadie.
Salí afuera; abrí la puerta y miré que era de noche. Las estrellas se fijaban en el firmamento. El silencio perturbaba mi inquietud. Lo más destacable, era la luna; era extraordinariamente grande, ¿era la noche del último día? Cerré la puerta y caminé por el prado.
-No hay nadie -dije.
Observé el granero. Me acerqué, y miré que la puerta estaba cerrada.
-¡Link! -se oyó a alguien alarmado dentro del granero.
-¿Taya? -reconocí la voz.
-¡Sí, soy yo! ¡Ábreme la puerta!
Abrí la puerta del granero. Observé que dentro de un barril Taya gritaba. Empecé ayudarlas a levantado aquel material con laos guanteletes de Goron.
-¡Maldita! -se enojó saliendo para afuera.
-¿Qué ha ocurrido? –la seguí
-¡Eso digo yo…! -se acercó muy irritada a mi cara-. ¿Qué has hecho?
-¿A qué te refieres?
-¡Por qué te has dejado llevar por ella!
-¿Te refieres a la señorita Cremia?
-Esa chica no es Cremia… ¡Es una Succubus!
-¿Succu…? ¿Qué?
-Es una demonia terrorífica.
-¿En qué se sentido?
-Las Succubus son demonios que atraen a los varones y yacen con ellos. Tiene el objetivo de arrebatar la energía. ¡Tú has yacido con ella!
-¿Cómo sabes eso?
-Os he visto -siguió-. Estaba mirando por la ventana del segundo piso de la casa, y vi como… te…
-No puede ser… ¿y después?
-Os fuisteis al granero. Recordar que no tiene techo. Dentro, te vi… Tú y ella… Ambos estabais… Recordarlo me inquieta.
-Lo siento -me arrepentí.
-¿Lo siento? Te ha absorbido la energía, ¿verdad?
-Creo que tienes razón… Cada vez que…Me sentía fatigado… algo me abandonaba, pero siempre tenía ganas de seguir.
-Ese es su poder, y a ti te ha seducido una Succubus, hasta el punto de copular.
-Tienes razón, pequeña hada -en el tejado del granero, Cremia estuvo asomada-. Fue muy divertido.
Ambos estuvimos desconcertados, hasta que ella bajó de allí de un salto cayendo frente a mí.
-¡Atrás, demonia! -Taya se interpuso ante ella.
-Debes de saber, pequeña hada, que no me interesan las hembras -propinó un golpe fatal a Taya.
Taya fue lanzada hacía la pared del granero, allá se desmayó tras el golpe.
-Ahora que ella no está, podemos seguir por donde lo dejamos.
Desenvainé la espada Esmeril y la ofendí con ella en mano y el escudo en la siguiente.
-Ahora quieres ponerte duro conmigo -se acercó con dulzura-. Pensé que habías escarmentado con lo anterior.
Sus ojos se mostraron diferentes. Eras diabólicos y amarrillos. Olvidé que era Cremia y ataque contra ella. Me sorprendí ver como ella se paró el tajo con la mano desnuda.
-Ya te dije que me interesa más otro tipo de armas -forzó la hoja hasta empujarme violentamente.
Yo me impulsé aislando de ella; me puse en lo peor. No era un enemigo cualesquiera. Comparado con Skull Kid, esta Succubus era diferente. Saqué el arco y disparé directamente. La flecha fue desviada con un golpe de su brazo. Aquello me asombró. Equipé el gancho y disparé. La enemiga saltó pasando sobre mí. Una vez que se apostó detrás, ataqué con mi espada, pero ella desapareció lanzando polvo y ceniza.
Aquello me nubló y me, cercó por el contorno.
-¿Por qué? ¿Qué hicisteis con Cremia?
-¿Todavía no lo has notado? -se oyó su voz, mientras me alertaba de estar sometido a tanta bruma oscura
-Mi cuerpo no está, solamente mi espíritu. Por lo tanto, pequeño, soy el alma de una demonia.
-¿Estás muerta? ¿Y cómo has…?
-Soy capaz de someter el flujo del tiempo, viajar por ella; claro, mientras mi espíritu no haya sido perjudicado. Cuando vi tu acción de proteger a esa chica de los bandidos durante el camino a la ciudad, me cautivó. Eras un pequeño, pequeño espadachín que me interesó bastante. Quería saber si tu cuerpo daba más de sí, igual que tu gesta, pero… tenía un problema. Siendo un espíritu, no podría cumplir mi objetivo con un cuerpo metafísico. Pensé, y pensé. Esa chica que acompañabas me era útil. Poseer su cuerpo me ayudaría a mí. Aproveché y la poseí. Una vez que la controlé, sometí su mente, memoria, intereses, todo… y me acerqué a ti. Te invité al rancho para yacer.
-¿Por qué te desmayaste al final?
-¿Eso?... Maldito pequeño. Mientras te corrías, estabas orinando. Yo me percaté antes, pero empezaste a subyugarme, y no pude hacer nada. Sin embargo, no perdí la esperanza. Tras eso, viajasteis en el tiempo, y el cuerpo que tenía controlado, se reinició hasta esos días. Yo aún seguía allí, controlando a esa mujer.
-¿Y qué pasó después?
-Sacie mi apetito con un hombre.
-Y esperaste a que yo regresará.
-Yo sabía que ibas a venir a mí. Al fin y al cabo, poseí este cuerpo; ¿quién iba a resistirse a él?
-Has jugado conmigo usando a una chica inocente como Cremia -me enfadé.
-¿Inocente? ¿Acaso sabes dónde metías tu pene? -ella señaló su entrepierna.
-¡Maldita! ¿Por qué me hiciste esto a mí?
-No te lo repetiré. No me gusta contar las cosas; lo hago fatal.
-Todo eso está mal.
-Da igual lo que digas. Todo lo que harás, no resultará. Tengo que terminar con los testigos. Acabaré con tu amiga hada, y contigo de una forma especial.
-¡No lo harás! -me opuse mostrando mi espada ofensa ante ella.
-Vaya… ¿no quieres morir de la forma más mejor? Con las ganas que yo tenía de tragarme todo tu semen. Si así lo prefieres, tendré que hacerlo de la forma más terrorífica.
Mostró como sus uñas se alargaban de forma punzante y amenazante. Tan rauda como hizo, corrió hacía mi con intenciones malvadas. Enseguida usé una nuez deku para neutralizarla. Escapé mientras ella era afectada por la luz.
-¡No corras, renacuajo! -se mosqueó surgiendo ante mí con flamas oscuras.
Sin dudas, ataque con fuerza. Ella se cubrió con sus uñas, usándolo de escudo. Las alargaba para contrarrestar. Aun así luche evitando sus punzantes ataques y estocadas. Una vez hicimos una cruzada, nos ojos se miraron.
-Veo que no tienes miedo de lastimar ese cuerpo -dijo-. Sabes que si luchas seriamente, acabarás por dañarla, o peor aún, matarla. Mientras yo escapare de aquí y usare el tiempo y perseguirte.
-Eres una infame sin escrúpulos -empujé con mi fuerza, pero su brío era más fuerte; aunque me impulse antes de que me arrastrará hacía atrás.
Deja de tener esa fuerza, y déjate vencer. Ansió mucho jugar contigo -se acercaba de nuevo.
-¡Abandona estos parajes y no vuelvas más! -corrí con convicción.
Ella inclinó su cuerpo evitando mi ataque, y rápidamente me golpeó con un brazo. Caí en el suelo a varios metros. Intenté levantarme, pero ella surgió encima de mí apoyando sus manos a cada lado de mi cabeza.
-Quiero su semen, pequeño -dijo arrimando su mirada-. Soy muy obstinada; siempre logro mis anhelos.
Sacó su lengua. Una lengua de serpiente me lamió las mejillas. Ella se esfumó, dejándome levantar.
Miré por los alrededores, pero no la podía ver. De pronto sentí el peligro detrás de mí. Un látigo se aproximó para atizarme, pero me cubrí con mi escudo.
-¿No me digas que te gusta el masoquismo? -el látigo volvió a sus manos.
De pronto lo arrojó y corrió con avivó. Yo me cubrí, pero su golpe me arrojó. Rompí del golpe la caja, y cuando menos me lo esperé, ella surgió ante mí, sujetó mi brazo y me arrojó al aire.
Estaba en peligro, tenía muy poca vida y caía del cielo a una altura dañina. Antes de estamparme contra el suelo, ella se impulsó para recogerme al vuelo. Quedé volando con ella. En sus brazos estuve, y comprobaba como de su espalda le surgió unas alas de murciélago enormes. Las agitaba para sobrevolar el rancho y alejarse del lugar.
-¿Por qué lo has hecho?
-Ya le dije que me gusta su semen -dijo- Y si mueres no será divertido.
Volamos sobre camino lácteo, hasta alcanzar Términa, allá sobrevolé la ciudad. Estuve aturdido, y perdí el conocimiento. La vista se me nubló; me dormí.
Sentí frío, demasiado frío por mi cuerpo. El ambiente se hacía gélido, pero incluso notándolo no era suficiente. Intentando mover mis extremidades, me era imposible. Algo me ataba a ellas. Notaba como mi cuerpo, firme en algún sitio, permanecía recto e inmóvil. Abrí lentamente mis ojos cansados., vi el cielo oscuro con sus estrellas, y al final la luna gigante asomando entre picos helados al fondo. Solo vi como estaba rodeado de una plataforma de nieve y un techo de hielo, rodeado de estalactitas. Asustado, intenté forzarme, pero supe enseguida que estaba desnudo, con las piernas abiertas y las manos extendidas por los lados. Permanecí ligado a una viga de madera. Mis pies sujetos con unas ataduras y mis manos ligadas por unas cadenas al álgido suelo. Por mucho que me esforzaba y retorcía para librarme, las ataduras eran firmes.
Al momento, unas álgidas manos recorrieron mis piernas hasta subir lentamente a la cabeza y taparme los ojos.
-¿Quién soy? -Cremia estuvo detrás.
-Eres tú…
-Claro… que razón llevas. Pero… ¿quién soy?
-La Succubus.
-Me gusta como lo pronuncias -Cremia apareció frente a mí con las alas de murciélago en su espalda.
-¿Dónde estamos?
-Más allá del Pico Nevado. Donde tu vista no logra alcanzar, allá estamos -observó el paraje de hielo.
-¿Por qué? -le insistí.
-Este sitio era mi favorito. Cuando yo estaba viva hace mucho tiempo, este sitio lo usaba cuando me era necesario. Ahora que estoy muerta, llevo este cuerpo maravilloso.
-Deja ese cuerpo, márchate.
-¿Sabes por qué me gusta este cuerpo? -acercó su rostro a mi cara-. Porque consigo más fácil mis objetivos. ¿No te parece sensual?
Se colocó en pose seductora, guiñándome el ojo.
-Es cierto. Tú ya lo has probado. Y dime, ¿te gustó? La verdad… no hace falta que respondas. Se ve en tu cara que sí.
-Respóndeme… ¿por qué? ¡Y Suéltame! -comencé a irritarme.
-Este sitio me gustaba, porque disfrutaba mucho con mis víctimas. Les hacía que sacara su última gota de semen, ¿quieres que te haga lo mismo?
-¡No!-le grité-. ¡Libérame, obscena!
-¡Eh! -se puso vanidosa conmigo acercando su cuerpo-. Un poco de respeto, pequeño. Hago esto puesto que es mi necesidad. Ya estoy harta. Te mostraré lo que soy capaz de hacer. Me tendrás respeto al fin.
Retrocedió varios metros.
-¿Qué harás ahora?
-Cuando estuve viva, mantenía mi apariencia; incluso cuando consumía a los hombres. Pero ahora, después de tanto tiempo, estoy dispuesta a revelar mi forma. Convendrías de estar orgulloso, porque jamás presenciarás cosa semejante. Para transformarme tendré que usar la energía vital de este cuerpo. Cuando finalice, jamás podré regresar con este aspecto actual, al menos que me separé de ella y posea otro cuerpo de igual valor, ¿no crees? Bueno… ya basta de charla. Haré que tus dudas se despejen.
Lanzó un largo chillido que hizo temblar el lugar. El temblor acontecía el paraje. De pronto observé como de su cabeza le salían dos cuernos puntiagudos, hasta que una cortina de humo envolvió su cuerpo y el lugar. Todo era borroso y ahumado. Intenté presenciarlo, pero oía como sus chillidos iban menguando hasta desaparecer. Tras unos segundos, la cortina se esfumó lentamente, e impaciente, logré captar aquello que me interesa ver.
Con unos ojos rojos color sangre, con una sonrisa vehemente y una piel sofocante que irradiaba calor latente en su interior, mostrando gama de calentura. Unos cuernos espinosos e irrompibles salían de su nuca y se plegaba por su ápice hasta la frente. Con una larga melena grisácea de distintas formalidades y enredos me cautivó. Poseía un atavío graduable negro, con varios embozos cuadriculares blancas, y varios adornos carmesís, como una esfera encarnada entre su cuello y su delantera. El conjunto cubría su fino cuello. Tenía unos largos guantes de látex de tono negro, cubriendo sus formales manos. Su delantera se mostraba en cruzado, exponiendo un escote sugestivo con borde plateado. Su abdomen estaba exhibido, y con una caprichosa prenda interior negra cercando y velando su entrepierna. Sus pelvis y sus muslos desnudos, con unas medias oscuras por encima de sus rodillas. Desde ambas lados de su prenda interior, tenía varios atavíos lisos y de seda cayendo por ambos lados de su cadera. Lo más importante y pavoroso, eran aquellas alas que había sido variado. Eran gruesas, también grises y plateados y grandes. Los vértices acababan en punta con unas astas duras y peligrosas. Una larga cola negra envolvió su muñeca.
-Qué te liberé, ¿verdad? -dijo-. ¿A quién quieres liberar?
Aquella sonrisa mostró unos colmillos malignos.
-Desde aquí percibo una cantidad variable -caminó cautivadora hacía mí-. Drenaré todo su semen. Despídete de este mundo que has querido proteger, pequeño espadachín.
No podía morir de esa forma, y menos en un sitio así. Intenté romper las cadenas antes de que ella se acerque completamente.
-¿Pretendiendo escapar de mí presencia? Te puedo mostrar que eso es imposible.
Chasqueó los dedos, y mis ataduras desaparecieron repentinamente. Quedé liberado al fin, me separé de aquel sitio y durante unos pasos, la estuve observando a sus ojos.
-En mi fase activa, te he absurdo hacer ventajoso. Tengo el poder de esclavizar a los hombres.
En aquel segundo, ella mostró unos rojos vivos y brillantes que infundió a mi vista. No podía creerlo, ya no podía escabullirse de allá, mis sentimientos cambiaron radicalmente. Mis deseos de odio miedo, estaban desapareciendo, y surgían los antiguos. El enorme calor envolvía y me apoderaba mi espíritu. Con brío y fervor admiré con esperanza a esa Succubus. Pero mi mente era más poderosa cuando intenté dominar ese sentimiento. Intenté controlarme retorciendo parte de mi cuerpo, cediéndome de rodillas y contemplando como me absorbía con ímpetu. Mi pene incrementó su tamaño, notaba su intensidad, su facultad. Me sometía lentamente, hasta comprobar cómo me llenaba, percibiendo la extensión y la corriente inundando mis adentros. Mi mente había sido controlada por la desesperación de aliviar ese sentimiento.
-Su fogosidad… su calor… -ella comenzó a suspirar calurosamente-. Pequeño, comparécete. Yo esperanzaré su apetito -abrió su alas, recibiéndome con su brazos abiertos-.Ven conmigo.
Apareció ante mí, y me abrazó. Caímos al suelo. Yo no podía controlar mi cuerpo, dejaba que se acoplara encima.
-Estoy encima de su cuerpo, pequeño -dijo-. No puedes huir.
Apartó un poco su prenda interior y colocó la cabeza de mi pene en su vagina. Comenzó a penetrarla hasta el fondo. Se sentía agradable, como esa vez.
-Estás dentro, pequeño. Ahora… -empezó agitar su cuerpo-, dale tiempo. Pronto se terminará todo.
Cutía sus caderas con su pleno inclinado hacia atrás. Flotaba con fuerza, y cada vez que reiteraba, suspiraba con viveza. A su vez, la miraba y la sentía. Mis impulsos se aceleraban. No podía esperar en tocar sus muslos y poder manosear. Levantaba la cabeza y veía mi pene saliendo y entrando en ella. Todo lo sentía, y lo veía como se lo aceleraba. Ella comenzó a apresurarse, y yo cada vez más inspirado.
Se puso derecha y cabalgó con eficacia. Creció, mi locura acrecentó. Mis manos presionaron contra sus muslos. Nuestros cuerpos se apretujaron, y sus meneos me enfatizaron. Su potencia, su exaltación, su deseo, todo contra mi necesidad de correrme. Lo hacía con más fuerza, remontó con arrojo. Se inclinó a mí, con sus alas rodeando por ambos lados. Mientras me remontaba, me miraba con aspiración.
-¿Me llenarás por dentro? -dijo-. Colmarás todo su semen dentro.
-Me voy a correr. ¡Aléjate, criatura inmunda! -le rehusé a pesar de adorarla más, y con el deseo de echarlo todo.
-Qué malo eres. Que sepas que estas follando con esa criatura. Por malo, me lo tragaré todo.
Dejó de cabalgar y se movió hacia mis piernas, tragándose todo mi pene en su boca.
Aprecié su cálida y suculenta lengua removiéndose. Solo sentí y miré aquello. Y lo más asombroso es como usaba su lengua de serpiente enroscándolo alrededor de mi pene. Su cola se erizó y sus alas se extendieron estando ella a gatas chupando todo. Estaba apuntó cuando ella comenzó a mamarlo salvajemente.
-¡Por favor…! ¡No quiero…! -comencé a correrme.
Lancé mi semen por toda su felina cara. Estuvo cubierta de ese pringoso líquido, pero aun así seguía saliendo más. Ella se tragó todo y comenzó tragarme mi descarga. Comprobé como apretaba sus labios y como mi semen salía despachadamente. También usaba su lengua para flotar el contorno, al mismo tiempo que inundaba su boca por dentro. Su garganta engulló. Una dinámica energía me controló, donde seguidamente aquella sensación fue más duradera. Su gesto comenzó a sorber y aspiró todo lo que salía de mí. Seguidamente lo ingería. No podía resistirme, cada vez era más grato, pero mi conciencia comenzó a perecer. Mis sentidos se apagaba lentamente, mi vista se nublaba, y solo podía sentir como me devoraba mi energía y mi… alma… poco a poco dentro de su boca y su garganta… Lentamente… lento y pausado.
La oscuridad me nublo, y allí solo comprobó un sonido… el sonido de un hada revoleteando…
-¡Link, despierta!
Me desperté mirando el techo de una habitación donde Taya agitaba alrededor algo alterado.
-¡Taya! -me levanté encima de una cama.
Estaba en una habitación de la posada del puchero.
-¡Estás despierto al fin! -dijo ella-. ¡Ya es hora, debes de ir a visitar a Anju! ¡Te espera en la Cocina! ¡Se lo prometiste, dijiste que irías a la 11 y media de la noche, rápido!
¿Qué diantres ha pasado? ¿Era todo un sueño?
¿Queréis qué siga con la historia?