TLoZ MM La Ranchera y el espadachín verde 3p (1)

Estuve lánguido cuando me desperté en una habitación iluminaba por los rayos del sol aquel día. Me mantuve concentrado en repasar y en resolver la situación anterior. ¿Qué me sucedió? Recuerdo que estaba con Cremia, aseándome, juntos, pegados cuerpo a cuerpo. Su presencia permanecía ligada junto con mis sentidos. Me desmayé tras haberme excitado intensivamente por su asentaderas. Ahora estoy aquí, despierto tras sufrir aquella pavorosa experiencia.

La puerta se abrió y Cremia se asomó sonriente con una bandeja lleno de comida. Vestía con una blusa blanca con la parte posterior ligada por cordeles. Tenía puesto una falda ancha corta marrón y con calcetas largas de matiz negra. Estuve absorto con su apariencia, estaba linda con ese conjunto. Se acercó junto a la cama y me sirvió una sopa caliente y un trozo de pan sobre la cama.

-Será mejor que tomes esto enseguida -iba contando mientras yo me confiaba apoyado sobre la  cabecera.

-Pero... -contradije-, me encuentro bien, señorita Cremia.

-No estás bien -se importunó-. Soy muy obstinada; acabó haciendo lo que quiera.

Permanecí perplejo, su mirada me convenció a los pocos segundos. Caté la sopa en seguida.

-¿Exquisita? -sonreía acechándome más de cerca.

-…Sí -afirmé atisbando sus ojos enormes a pocos centímetros de los míos; me dio algo de pudor.

Tras ello, la mujer se distanció, pero pronto se postró de rodillas junto al lado de la cama. Quedé sin reaccionar, solo me quedé mirándola a ella sin pestañear. Era algo incomodó ver como una persona te miraba fijamente mientras intentabas comer. Fue así hasta que reaccioné.

-¿He hecho algo malo? -le mencioné.

-No has hecho nada molesto, pequeño -desvió su mirada-. Solo estaba pensando.

-¿Y qué es? -insistí.

-Me ha entrado extrañeza cuando perdisteis el conocimiento.

-Eso no es raro -me incomodé un poco-. Solo estuve cansado. Eso es todo.

No quiero alarmarla diciendo la verdad sobre aquello, así que pensé desviar el tema rápidamente diciendo una respuesta obvia.

-¿Y por qué tenías aquello alegre? -refirió.

-¿Alegre? ¿El qué?

Señaló con algo de decoro, aun mirando hacia otro lado. Enseguida observé mis piernas y percaté lo que pretendía decirme claramente. Me entró vergüenza. Pero, todavía así, no pude encogerme por tener la bandeja entre mis piernas y tener miedo al tirarlo encima.

-Esa cosa entre tus piernas saltó cuando te saqué de la tina. Estaba grande.

Me sonreía con cortesía, como si la cosa no fuera por allí. Sin embargo, me inquieto en esas palabras suyas.

-Debes de estar encantado por cargar algo así -siguió.

-…Tampoco es para tanto -me ruborizaba-. Además, exagera usted.

-¿Qué exagero? -se molesta-. Un niño de tu edad no puede tener algo así de grande, es extraño. Debe de ser un don o algo.

-¿Un don?

-Sí, como un regalo importante. ¿Y sabes?… Cuando seas grande, alegraréis a las chicas.

-¿Cómo?

-Ya sabes, unir los cuerpos de un hombre y una mujer. La parte que lo une, a las mujeres le gustan larga, aunque dicen que es mejor que sea gruesa que lo otro, porque compensa más al momento del coito. Y también dicen aquello de… y lo otro, eso es divertido; si, deberían de probarlo…

Esa mujer no paraba de hablar de cosas extrañas e interesantes, son cosas que me hacían dudar, pero igualmente, no sabía que decir.

-¡No te entiendo, para! -la grité molesto -Me asustas.

-¿Eh? ¿No te gusta?

-No digo que no me guste, lo que pasa que esas cosas son nuevas, y aún soy un muchacho para entenderlas.

-¿Muchacho? Con esa cosa entre tus piernas demuestras tu aspecto viril. A mí me interesa.

-Pero da igual lo que digas, todavía soy pequeño para demostrarlo.

En cualquier momento, quería olvidar aquella situación en esa noche excitable. Ignoro si ahora ella pretende ir por el mismo camino, pero yo… fallé esa vez… y no quiero repetirlo de esa forma.

-Aún tienes tiempo -contó.

-¿Eh?

-Se por qué estabas así cuando te saqué de allí. Era por mi culpa.

-¿A qué te refieres? -me entró modestia.

-Te intimé a que te bañaras conmigo, juntitos en ese lugar, desnudos… -podía mirar como ella parecía sentir esas palabras-. Eres joven, pero eres hombre con deseos… y yo… -estaba estrechando su cuerpo, apretando por sus muslos hasta subir una mano hasta su delantera; allí estrujó una parte de su seno. La otra mano se quedó entre sus piernas.

-¿Te ocurre algo? -le pregunté algo curioso.

Ella paró de hacer aquello y volvió a ponerse firme con las rodillas postradas.

-¿Y por qué lo hice? -se levantó muy seria-. Sería algo preocupante saber la verdad, ¿o no?

-¿A qué te refieres?

Ella recogió la bandeja y la dejó en la otra cama. Se acercó hacía el saliente. Me miró muy seria.

-¿Qué estabas haciendo esa tarde en mi cuarto?

-¿Esa tarde? -recordé cuando me tocaba sentado en la cama.

-No te hagas el inocente conmigo, pequeño -continuó-. Solo tenías que pensar en mí, y eso hacías; pensar en mí. Se también en lo que pensabas oculto en la parte trasera de mi casa. La pregunta es, ¿por qué rechazas esa voluntad?

Lo sabía todo, ¿cómo? ¿Fue ella la que estuvo en la puerta? ¡Maldición! No puedo quedarme callado, debo decir algo.

-¡Lo siento! -dije-. ¡Siento mucho hacer esas cos…!

Al instante, ella puso la punta de su dedo en mi boca, callándome al momento.

-¿Por qué perdonas? Yo estoy igual que tú -comentó-. ¿Por qué crees que te invite a bañarte conmigo? pretendía hacer el amor contigo, pequeño.

Así de claro, con esas palabras fáciles pude entenderla. ¿Otra vez en la misma situación?

-Se lo que estás pensado: ‘’ ¿Qué está pasando? ‘’ ¿Qué debería de hacer’’? Es fácil, solo tienes que dejarte llevar por tus sentimientos, yo también llevo esos sentimientos. Yo puedo compensar con mi cuerpo.

Dejó mi boca y acercó sus manos hacía su delantera. Se acercó a unos cordeles de su prenda, y empezó a desabrocharlo uno a uno, hasta enseñar su escote. Estuve admirado de nuevo. Aunque no estaban expuestas del todo, sabía que eran grandes, incluso para mí.

-¿Ya te has excitado? ¿Con tan poco? -señaló hacía mí.

Miré hacía apuntaba y observé como debajo de las sabanas se apreciaba el bulto de mi pene. Yo me cubrí con mis manos exaltadas.

-Increíble -se emocionó-. Incluso se nota debajo de la sabana. Esa sensación de nacer y haber superado a los demás en un solo punto… Eso es lo que anhelo.

Ella se arrimó a la cama e inclinó su mirada hacía lo que cubría mis manos. Me miró interesada.

-Venga, quítate la ropa como esa vez. O te la quito yo como esa noche -me obligó.

Un momento. ¿Esa noche? Se referirá cuando… ¡No puede ser!… ¿Lo sabe? ¿Cómo? ¿Y cuándo?

-Venga, será mejor que dejes de fingir. Dominas el flujo del tiempo a tu antojo, ¿cierto?

-¿Cómo sabes eso?

-Eso importa poco ahora. Lo esencial ahora es que estuvimos juntos esa noche. Lo pasamos bien, ¿recuerdas?

-No sé qué decirte, pero… -me inquieto-. Si lo sabes, ¿qué harás ahora?

-Mamártela no fue suficiente, y regresasteis de nuevo: tú y su pene. Conseguiríamos recrear de nuevo esa escena. No sería ningún problema si dejamos de engañarnos. ¿Qué me dices?

-Es absurdo -me quise levantar de la cama, pero ella me sujetó el brazo en seguida.

-¡Con qué es absurdo! Por esa razón os quedasteis aquí. ¿Quién tiene la culpa? -me aclaró muy seria.

-Tienes razón -razoné-, pero… lo he pensado mejor…

-Te quedarás y me harás compañía hasta que termine todo -contó-. Si la luna cae, tú no tendrás problemas. Podrás regresar a tiempo. Pero yo… moriré. ¿Es eso lo qué quieres?

-¡Qué tontería! Hagas lo que hagas la luna caerá. Solo yo puedo manejar el tiempo, y cuando lo hago, solo me afecta a mí. No sé cuántos mundos destrozados he dejado en el pasado cada que retrocedí, pero no cambiará nada.

-Si no cambia nada, por lo menos disfruta ante mi presencia. No es eso nada malo, ¿verdad? ¿O vas alejarte  y abandonarme con estos impulsos?

Por mucho que intenté ignorarla, ella tendrá razón. Aparte, sabe quién soy y lo que hago. Pero… Es cierto. Estoy aquí porque sentía tendencia a ella. No puedo ignorar esos sentimientos. No me parece justo decir esa palabra… pero… amar es lo más cercano que siento. Afición hacía ella. ¿Por qué? Solo disfrutamos juntos, aunque haya muchas cosas por aprender, me gusta Cremia. No voy a mentir.

-¿Qué harás? ¿Te marchará?

-No -estuve decidió al fin.

-Bien. Disfrutaremos con naturalidad. ¿Está bien eso? -estuvo alegré juntando sus dos manos.

-¿Qué debo hacer?

-Como dije antes. Te puedes quitar esos ropajes que me aburre. Quiero que me muestres esa otra espada; ya sabes de qué te hablo.

No podía rehusar sus palabras, porque yo también la deseo como aquella vez. Y volver a repetir… con ella… es grandioso, ¿por qué ignorarlo? Me quite mi prenda y todo lo que me vestía. Ella estuvo sentada mirándome con apetencia. Mi pene tiesa como en esa ocasión. Pero ahora no es esa vez, ahora es el presente. Tengo a la que me gusta ante mí, queriendo de mí un servicio. No puedo rechazarlo.

-Qué hermosa vista sería conseguir darle más emoción del que tienes ahora -contó sentada con los brazos apoyadas en sus rodillas y la barbilla en sus manos.

-Pues… ¿a qué esperas? -insistí algo nervioso.

Ella quedó algo inmutada por mi reacción.

-Vaya, vaya... parece que el pequeño espadachín quiere ser un auténtico hombre después de todo. Ven, acerca eso a mi cara.

Caminé sin dudas. Me planté firme ante ella con mi pene apuntado a su cara; estaba palpitando.

-¡Mi pequeño! ¿Es esto un pene, Link? ¿Cómo es posible? Es tan hermoso... -empezó manosearla-… y tan sólida...

Quedé parado tras sentir de nuevo esas manos selectas palpando por los alrededores de mi pene. Comenzó a menearla lentamente. Noté un estímulo mayor, moví las piernas.

-¡He, quédate quieto! -avisó-. Usted tiene mucho ahorrado, ¿no?

-¿Ahorrado?

-Está pasmoso -contó continuando con el meneo seguido-. Parece que tienes mucho ahorrado. Relájate. Te voy a sacar todo su semen.

-¿Semen? ¿Qué es eso?

Ella no respondió. Continúo callada y algo libidinosa la sacudía del todo, prensando con su mano.

Tras unos cuantos minutos estuvo meneándola sin parar. De vez en cuando aligeraba el ritmo. Otra vez ese flujo corriendo por mi pene. Está avisando de su llegada. Subía a medida que ella duraba.

-Me siento extraño -le dije-. Creo que usted debe aminorar el ritmo, y…

-¿Cómo quieres que lo haga yo? -me interrumpió.

Tensó el pene y de la punta salía una gota grande translucida.

-Quieres acabar tan mal que no puede ayudarse a sí mismo, ¿no? -se molestó.

-¿Qué es eso?

  • Dice la cantidad que acumulas para mí.

Aquella gota fue sacudida por su mano mientras aún la agitaba. Cada vez era más fuerte… esa sensación de nuevo… se acerca, no puedo. Ella solo me la excita con rapidez. Movió mi pene hacía varios lados, la ondeó con la palma de su mano y la sujetó de nuevo para zarandear.

-Pero no puedes... -llevó mi pene cerca de sus hombros y la meneó con más presteza-. No puede correrse todavía.

Su mirada me excitaba. Sus ojos expresaban entusiasmo.

-Si quieres sentirte muy bien cuando te corras, tienes que controlarte.

Durante segundos estuvo así, apropiándose de mis necesidades. Hasta el punto en que marchó más rápido y percibí que aquello iba salir de mí. Mi pene iba a expulsarlo, iba a correrse.

Miré a aquel punto, y noté lo más agradable en toda mi vida. Mientras ella me miraba, aquello salió de mi pene, una sustancia clara se soltó. Aquella incontrolable sustancia salía de nuevo arrojándose a la cama. Yo estuve en un lapso difícil de describir. Durante varios segundos valoré esa sensación nunca antes vista.

-Increíble… -dijo al final ella mirando hacia atrás.

Mi mirada enfatizada, contempló como la parte de atrás, en la cama, había unas manchas grandes esparcidas que se pegaba a las sabanas.

-Su semen espeso... -me miraba mientras me la meneaba lentamente-. Hay mucho. Idiota... Te has venido. Qué lástima.

Quedé fascinado… ¿Así qué eso es el semen? Un nuevo líquido distinto a la orina. Aquella vez, estaba desmayada y le salía ese líquido extraño. Nunca pensé que expulsaría algo así. Pero ahora lo tengo claro. Mi mente se perdió cuando se salió. ¿Qué fue esa emoción de antes que me produjo en ese estado mental? Es similar a cuando vas a orinar, te relaja, más está vez es más grato e interesante. Lo sentí antes con ella y lo he vuelto a sentir en este momento. Pero ahora, ella está consciente para decirlo.

-¿Qué fue eso?  -le pregunté-. ¿Qué es esa cosa?

-Te has corrido, eso es todo -contó-. Esa cosa detrás de mí es lo que has soltado de aquí dentro.

-Es el semen -seguí.

-O esperma -puso mi pene de nuevo frente a ella.

Observé que mi pene seguía estando grande y está vez estaba algo humedecido.

-Yo quería que te corrieras en mi boca... -nos miramos-. No me mires de esa forma… Oh… Está bien.

-¿Qué vas a hacer?

-Me siento mal por ti -añadió-. Así que voy a limpiar con mi boca.

Estiró mi pene, donde todavía salía algo de aquel fluido. Ella acercó su boca y chupó aquella parte.

Empezó a sorber. Sentí su aliento y su boca prensando aquel sitio. Se sacó aquello deslizando sus labios. Me la meneó un poco y de nuevo la estiró. Otra vez esa sustancia brotando de ese agujero. Ella sorbió con ganas. Yo me dejé llevar. Me gustaba.

Por último consumió mi pene hasta el fondo, moviendo sus dedos al ritmo de su boca. Yo quedé hipnotizado mientras me miraba. Se la sacó entera y relamió sus labios con su lengua. ¿Se había tragado ese líquido?

-Sabroso -comentó con gusto.

-No hagas eso. No continúes por allí - ‘’por qué dije aquello’’.

-No me impedirás -usó su lengua para lamerme el pene por debajo y subirlo-. Es imposible rechazarme.

La miré a los ojos. ¿Qué es está sensación? Es como si un fuego ardiente me recorriera el cuerpo. Siento las ganas de continuar y no parar. ¿Por qué? Cada vez que la miraba atentamente me estimulaba esa emoción. Volvía a relamerme por debajo subiendo lentamente el pene hasta arriba. Allí usó la punta de su lengua para acariciar aquella parte. Metía toda su boca y empujó hacia abajo. Mi pene estuvo dentro. La mujer comenzó a ponerlo derecho y meneó su cabeza para agitármela por dentro. Yo me agrandé. Me gustó y quise seguir. No paró de mamarla. Lo estaba haciendo igual que aquella vez, pero está vez era mucho más mejor. No podía dejar de mirarla. Tenía mi pene dentro de su boca. Ella parecía tomar el control, muy decidida. Sus ojos cerrados me producían una fascinación más placentera. A los pocos segundos, capté esa energía otra vez. Se sacó el pene de su boca.

-Nunca imaginé Link, que su pene tendría un sabor tan bueno.

De nuevo se la tragó y zarandeó. Fue más apresurada que antes. Ella se motivaba, hasta sacárselo de nuevo ávidamente.

-Creo que puedo hacer esto después de todo -siguió mamándola entera con prisa. Le atraía mucho más. Eso me extasiaba.

Es como si estuviera sorbiendo algo de mí; algo que no puedo dominar. Se le veía tan emocionada, tan apasionada. Estuve más cerca, esa corriente estaba cerca. Incrementó. Otra vez se la sacó.

-Yo quiero un poco… -pedía-. Quiero beber de usted.

Chupó apresurada. Durante segundos me embobé con las sacudidas. Esa savia venía vertiginosa hacía la salida.

-Vas a eyacular de nuevo, ¿verdad?

-¿Correrme?- pregunté.

-Sí. Dame un montón de su semen espeso, ¿de acuerdo? -su mano me la meneó de nuevo con rapidez.

Mirarme mientras sentía aquel líquido acechando se me hacía difícil controlar. Me lamía la punta al mismo tiempo que me zarandeaba con su mano. Nos miramos de nuevo.

-¿Va a correrse ya?... Está bien, a correrse en mi boca.

Se tragó mi pene y comenzó a chupármelo de forma caprichosa. Colocó sus manos sobre mis piernas moviéndose más rápida. Mi pene se estimuló más que antes.

-Va a disparar ahora, ¿verdad?

Pretendía que sacara aquello a la fuerza, pero… lo quería para… Me estuve fijando en el líquido que se impregnaba en la cama detrás de ella mientras era incitado por sus meneos intensos. ¡Es eso lo que quiere! ¿Lo quiere dentro? Que me corriera en su abierta boca… ¿Quiere decir que se lo va a tragar? No puede ser, esa cosa estaba acercándose velozmente. Tengo que impedir que haga eso. No… otra vez no.

-¿Todavía no? ¡Apúrate y déjame beber! -sentía sus manos ciñéndose a mis muslos.

Abrazada de esa manera me era algo difícil separarme. Su ímpetu al mamar y su potencia aferrándose junto a mi cuerpo me hacían padecer una intensidad anormal. Iba muy rápida, muy enérgica. Mi pene se hacía vertiginosa y resbaladizo en su adentro. Entraba y salía de su boca con fuerza. Solo avisté sus parpados cerrados disfrutando como si aquello fuera una comilona. Lo devoraba como una ansiosa. Ella se animaba, yo me aliviaba a su vez que se hinchaba cada vez más grande. El semen estaba a punto de salir. ¡Me iba correr!

-¡Está a punto! -grité alarmado-. ¡Sácatelo! ¡Por favor…!

Me incliné hacía delante, sintiendo como me desbordaba. Entre en fase de conmoción. Sentir como mi semen salía y notar como su boca me prensaba a su vez que me corría. Todo estaba aguoso por dentro. Su lengua se acoplaba con esos corridos. Estaba bebiendo, se tragaba esa demasía. Oía como bebía. ¿Mi semen está atravesando su garganta? Incluso meneaba su cabeza para poder extraer.

Una vez  haberme recuperado por completo, pretendí echarme para atrás. En cuando lo hice observé como esa chica aún me lo chupaba meneando su cabeza hacía atrás y delante. Tras unos pocos segundos, mi pene salía pausadamente hasta saltar algo pringoso. Aún estando frente a mí, bajó su mirada y volvió a mirarme. Sus ojos estaban saciados y fascinados.

-Va bajando… -oí de ella una vez que tragó un poco más-. Tanto semen espeso… va bajando por mi garganta. ¡Era algo complicado respirar! ¡Pero era su semen deslizándose por mi garganta! ¡Se sentía tan salvaje! Estaba delicioso -miró atento como mi pene aún palpitaba erecto-. ¿Todavía está así? ¿La sigues teniendo dura?

-¿Por qué haces eso? -le pregunté algo sudado-. Siento como si me hubieran consumido algo fuera de lo normal.

-Venga, no te quejes. Al fin y al cabo eres tú el que tiene esta cosa grande -añadía-. Es grande y algo difícil de controlar, ¿me permites?

Acercó su oreja hacía la parte de debajo de mi pene.

-¿Qué estás haciendo con mis bolas ahora? -me molestó.

-¿Bolas? -se preguntaba-. Querido, estas cosas se llaman testículos.

Estuvo algo de pocos segundos centrada allí abajo.

-Es increíble -sus ojos mostró felicidad al mirarme-. Tus testículos producen mucho semen al poco tiempo.

-¿Y eso que significa exactamente?

  • Parece que vamos hacer algo más -dijo levantándose-. Y te aseguro que te va a gustar. Te voy a enseñar algo más sucio. Acompáñame.

Ella caminó hacía fuera de la habitación. Yo quise seguirla, porque la curiosidad siempre me ganaba. Aunque antes de irme, recogí mis ropajes tirado en el suelo.

-No hace falta que recojas tu ropa -sugirió.

Estuve pensando unos segundos, pero dejé mi ropa donde estaba y caminé hacia ella. Me sujetó de la mano y bajamos por las escaleras, juntos. La cocina estaba intacta. Pero n era allí adonde íbamos ir a parar como esa vez.

-¿Vamos a salir?-.

-Exacto.

-Pero me verán desnudo.

-Pero no habrá nadie -abría la puerta sin más y mostró un día normal con su cielo calmado.

Juntos salimos afuera y cerramos la puerta tras de sí. Me cogió de la mano y nos fuimos al establo.

Allí abrió la entrada. Entró ella primera.

-Cierra la puerta, por favor.

Cuando entré curioso en aquel sitio cerré la puerta.

-Tengo frío.

-En seguida entrarás en calor, ten paciencia -dijo en medio de aquel sitio vacío.

-¿Qué es lo que planeas estando conmigo aquí?-.

-Suena como si yo fuera la mala.

-No se trata de eso -seguí-. Es que después de lo que estás haciendo, me impresionas del modo que...

-¿Tu sabes que es el sexo? -me interrumpió con algo nuevo.

-¿El sexo? -me sospechó esa palabra-. ¿Qué es?

-Si no sabes qué es, entonces, tampoco sabrá qué es ‘’hacer el amor’’-resaltó esas últimas palabras.

-No -respondí confuso.

-¿Follar? -me insistió-. ¿Copular? -sigue-. ¿Fornicar? ¿Yacer?

A todas las negué.

-Yacer es acostarse, ¿no?

-Exacto, pero con una persona a tu lado.

-Entonces… ¿vamos a dormir juntos? -me estremecía esa idea.

-Hay una diferencia en este caso -levantó su falda amplía.

Lentamente iba mostrando su parte baja. Sus caderas se exhibieron y algo más que nunca había considerado. Tenía vello del mismo tono que su cabello en su entrepierna. Aquello fue novedoso. ¿Qué era eso?

-He jugueteado con tu extravagante pene por mi boca, ¿Qué te parece retozar ahora por este sitio?