Tjalim

Los “Tjalims” son unas figuras de madera creadas por los chamanes bajo petición. Su única función es aumentar la libido de las mujeres y que su deseo les haga acceder a mantener relaciones sexuales con su marido. Sin embargo su uso esta muy restringido pues son demasiado poderosos.

Tjalim

DIA UNO

Esa mañana como tantas otras nos habíamos acercado a dar una vuelta por el Rastro de Madrid. Era un sitio especial, apenas comprábamos cosas pero la mezcla de gente, los puestos con antigüedades y hasta las demostraciones de los productos de la teletienda que hacían por allí tenían su encanto. Fue precisamente en una de las tiendas de antigüedades donde Clara encontró aquella extraña figura. Debía medir unos 25cm de largo, la forma era parecida a un sarcófago egipcio aunque mas alargado, es normal que la forma fuese parecida pues la figura no dejaba de ser una forma humana con los brazos cruzados sobre la ingle. Estaba hecha de madera pero increíblemente pulida, no tanto en su fabricación sino por el tiempo que tenia y las distintas manos que lo habían cogido. En la base, pues la figura se podía poner de pie aun se vislumbraban restos de alguna pintura que en algún momento la decoro.

- Vamos a llevarnos esto cariño, que quedara genial en el mueble del salón. – Dijo Clara con una ilusión casi colegial.

- ¿De verdad te gusta? Con la de cosas geniales que hay por aquí, mira esto. – Dije señalando una típica figura de un negro tocando un saxo de tamaño parecido.

- Venga porfi, déjame llevármelo. – Mientras hablaba sus pequeñas manos acariciaban la figura de una manera muy sugerente, de arriba a abajo.

El vendedor nos miró extrañado al acercarnos con la figura, no tenia ni precio ni etiqueta y la sensación que nos dio es que el tipo ni siquiera sabía que tenía eso a la venta. Quizá llevaba demasiado tiempo o lo acababa de  comprar alguno de los familiares que regentaban la tienda y aun ni se había fijado. Consultó a un compañero que miró igual de extrañado y tras observar la figura con un poco de detenimiento nos dijo que costaba 20€.

- Pero si esta muy desgastada, ¿no podría ser por 15€?

Antes de que el dependiente hubiese contestado a mi intento de regateo Clara había puesto los 20€ en el mostrador y con un rotundo – nos la llevamos – terminó la transacción. Ni bolsa, ni plástico, se lo llevó en la mano.

De allí nos fuimos a uno de los muchos bares del centro de Madrid a tomar una cerveza y un par de raciones. En ese momento, Clara, sin soltar la figura en ningún momento dijo que se iba al servicio. La figura, curiosamente, se la llevó. Según se alejaba pude ver su hermoso trasero, en unos vaqueros demasiado holgados, muy en su línea de ropa pero que a pesar de todo siempre me habían gustado. Era curioso que una mujer tan hermosa en todos los niveles fuese tan sosa en el tema sexual. Hasta al vestirse evitaba siempre ropa que mostrase sus curvas o insinuase demasiado. Al salir del servicio noté algo diferente según se acercaba.

- Cariño, ¿te has quitado el sujetador?

- Si, es que me molestaba, que pasa, ¿no te gusta?

- No, si a mi me da lo mismo, solo me sorprende que lo hayas hecho.

No fue la única sorpresa que me llevé durante el día, al ir en el metro volviendo ya hacia casa nos tocó ir de pie parte del viaje, yo me apoyé contra una esquina y ella se puso junto a mi. En circunstancias normales se habría mantenido a cierta distancia agarrada a una barra. Ese día no. En lugar de eso se acercó a mí y se agarró a mis brazos. Poco a poco se fue acercando más hasta el punto de que sus pezones, que se notaban perfectamente sobre la camiseta al ir sin sostén, llegaron a rozarme. En lugar de alejarse continuó con ese juego un par de minutos, hasta que llegamos a la siguiente estación en la que entró bastante gente, la suficiente como para tener excusa y acercarse un poco más. En esa circunstancia noté como me rozaba con algo, al principio en la tripa y fue bajando poco a poco hacia otras zonas, era algo rígido, duro. La dichosa figurita de la cual no se había separado un momento. Me la aplastó contra el rabo desencadenando una erección importante.

- Me estas poniendo nervioso, jodida. – Le dije siendo yo el que se alejó de ella.

- No me digas que ahora te vas a asustar tú de estas cosas.

- Bueno, nos van a ver y….

Por suerte no tuve que seguir dando explicaciones pues nos empezamos a detener en la parada, al haber tanta gente comencé a moverme hacia la puerta pronto y Clara salió, detrás de mi, agarrada a mi mano con una sonrisa bastante traviesa, mas que traviesa era incluso autosuficiente al haber visto lo que había pasado y mi reacción. Pocas sensaciones dan un placer mayor a una mujer que descubrir su capacidad de dominar a un hombre a través del sexo. Clara había necesitado más de 30 años para tener esa sensación.

Al llegar a casa colocó la figurita en el sitio donde había dicho, en una zona muy visible del salón y pasamos una tarde típica de domingo, viendo una película y descansando de cara a la semana que empezaba al día siguiente.

Sin embargo durante la noche, tras la cena, de nuevo sucedió algo imprevisto. Ya he comentado que Clara no era desde luego una mujer apasionada por el sexo, todo lo contrario. En los 6 años que llevábamos juntos, mas de 2 de convivencia, nuestra vida sexual se resumía en un par o tres de polvos al mes bastante tristes. Con decir que a lo largo de los años las mamadas que me había hecho se podían contar con los dedos de las manos y que había dejado de hacerlo hacia ya como un par de años atrás quedaba todo claro. Eso me había llevado a tener unos hábitos masturbatorios casi de adolescente, había días que una paja me resultaba más placentera que el sexo con ella.

Tras ver un par de capítulos de una serie debían ser sobre las doce y media, yo no tenía mucho sueño y ella tampoco, de repente se levanto y cogió la figura de madera a la cual durante el día no había prestado mucha atención, se pasó unos minutos mirándola, acariciando cada arista, mirando cada detalle sin decir nada, totalmente ensimismada. La figura acabó en el mismo sitio de donde había salido y Clara se tumbó en el sofá, poniéndome las piernas encima y jugando despreocupada con su pelo.

- Joder, es que no echan nada en la tele, ¡eh!- Le dije.

- Haz zapping a ver si encontramos alguna tontería.

Fui subiendo canales, reposiciones, debates de futbol, realitys y empezaron los canales a bajar la calidad hasta llegar a la videncia y en un momento dado al porno. A mi el porno me gustaba, continuaba viendo videos con relativa frecuencia aunque sabía que a Clara le daba incluso asco. No era la primera vez que haciendo zapping llegábamos a esos canales y su reacción siempre era igual. – Quita eso ya, que asco joder- Pero no esa noche no. En la película se veía a un chaval apoyado en una mesa y a dos rubias siliconadas, casi clones, en cuclillas y con tacones chupándole la polla.

- Uy, si están echando una peli de estas, déjala un poco cari.

- ¿No me digas que quieres ver eso? – Realmente estaba extrañado con la reacción

- Por un poquito… además, ¿no será que tienes miedo de que compare contigo, no?

- Miedo ninguno, yo también podría compararte a ti con esas y seguro que pierdes, ellas al fin y al cabo son dos.

Sin contestarme Clara se dio la vuelta, de tener sus pies sobre mí pasó a tener la cabeza sobre mi abdomen. Yo estaba tumbado en el chaise longe y podéis imaginar la situación. Clara podía ver el bulto en mi pijama y desde luego que lo vio. Sus manos no tardaron ni 20 segundos en empezar a acariciarme mientras sus ojos permanecían clavados en la película.

- ¿Pues sabes? no tienes mucho que envidiar a ese, ¡eh! – Dijo agarrándome ya la polla con firmeza a través de la ropa.

- Bueno, esas siguen siendo dos, así que ellas si ganan.- Tenía la voz queda por la situación.

La postura le impedía bajarme los pantalones así que ayudé un poco, fue sencillo a pesar de la falta de práctica. La última vez que se puso así de cariñosa en el sofá debíamos ser novios, de eso hacía ya años, muchísimos años, demasiados. Siguió jugando y acariciándome, alternando las caricias en los huevos con otras en la polla, apretando con sus dedos a lo largo, rozando el dedo en el capullo extendiendo el líquido preseminal.

- Definitivamente a ese le ganas. Además, yo creo que soy capaz de hacerlo mejor que esas dos.

La voz ni me salió, pero tenia razón, a pesar del poco uso que ella le daba tenía un buen rabo, más de que sobra para una mujer pequeña como Clara. Seguro que a lo largo del tiempo jamás se había parado a pensar en como era hacerme a mí una mamada, si mi pene era bonito, si era feo, grande o pequeño Las pocas mamadas que me había hecho consistían en una serie de movimientos robóticos donde apenas si me rozaba con los labios, arriba y abajo en la polla. Nunca había terminado una mamada corriéndome, ni en su boca, ni sobre ella, nisiquiera en sus manos. Siempre había sido un calentamiento antes de la penetración. Me excitó muchísimo lo que dijo, tanto por el hecho de pensar que mi polla era una gran polla como por lo otro, aunque en ese momento no me creía que pudiese hacer mejor trabajo que las de la película.

Esta vez comenzó a chuparme el capullo con la boca empapada en saliva. Solo el capullo dentro y jugando con la lengua, notaba perfectamente como daba vueltas, como apretaba, movía arriba y abajo, acomodaba la lengua a la curva del rabo. La saliva resbalaba llegando a su mano, extendiéndola rápidamente con movimientos fuertes.

Con mi mano derecha comencé  a acariciar la espalda y fui bajando hasta donde llegaba. Masajeé las nalgas, suavemente al principio y con más firmeza después. Aparté las bragas dejándolas casi como un tanga y por debajo de la tela doblada también deslicé la mano. Intenté llegar a su coño pero era imposible, la mano no alcanzaba. Ella por su parte había empezado a meterse más y más rabo en la boca mientras que con su mano me apretaba los huevos hasta casi hacerme daño. Tuvo que girarse y mover la cabeza hasta encontrar una postura que le permitía metérselo casi todo. No entraba entero, era imposible y eso en lugar de frenarla la impulsaba a apretar con más ganas.

- No aguanto más…. – Acerté a decir mientras le apartaba la cabeza para no correrme en su boca.

En lugar de separarse empujó aun más mi polla contra su garganta y con su mano el masaje en los huevos se volvió casi agresivo, apretó y estrujo mientras de su boca salía algún quejido y sonidos propios del esfuerzo. Yo apreté su culo al ritmo de los espasmos que me produjo el orgasmo. Tremendo chorro le entró en la boca. Ahí no pudo aguantar con el rabo dentro y tuvo que echarse para atrás mientras el semen salía por su boca y resbalaba por mi cuerpo. No se detuvo ahí y tragó lo que tenía en la boca, para después empezar a jugar con sus dedos con la lefa que me manchaba toda la zona, de deslizarlo entre los dedos paso a relamerlo, con una sonrisa mirando como casualmente las dos rubias de la película hacían lo propio repartiéndose la corrida a besos.

No dijo nada más, se levantó y se fue al cuarto deslizando su mano, de una forma muy sutil, por la figurilla que habíamos comprado al pasar junto a ella. Yo pasé por el servicio a limpiarme un poco, pues a pesar del repaso que me había pegado quedaban restos de lefa y saliva. Me acosté, nos abrazamos, me besó y ahí terminó la noche.

DIA DOS.

Al día siguiente, en el trabajo no dejaba de dar vueltas a lo que había sucedido el día anterior. No dejaba de pensar en que había pasado para que Clara se comportase así, no solo no me preocupó, como os podéis imaginar me parecía genial. Mi vida sexual por fin empezaba a volverse divertida y Clara al fin mostraba cierto interés en el sexo. ¿Quién se iba a preocupar de algo así?

Yo salía de trabajar sobre las seis, Clara, en su tienda, cerraba sobre las ocho. Tenía un negocio adecuado a su personalidad. Ropa de mujer, pero ropa de mujer de entre 40 y 60 años, ropa recatada y hecha para mujeres que hacía ya mucho que no se preocupaban de su físico. No os engañéis, hay mujeres de esa edad que visten de una manera muy diferente pero el cliente medio de esa tienda no era así. De hecho uno de los problemas de Clara es que tendía a vestirse con esa ropa con demasiada frecuencia. Imaginad a una chica bajita vestida con una falda y una blusa que podría llevar la protagonista de Cuéntame.

Me acerqué a la tienda despacio, sin prisa, y desde una distancia prudencial me quedé observando a Clara. Aunque realmente no parecía Clara. Algo estaba cambiando en ella y hasta la forma de andar parecía diferente. Se había puesto una de las blusas que vendían en la tienda y unos pantalones de vestir pero notaba algo diferente. Los pantalones debían ser una talla o dos menos de lo habitual en Clara, de tal manera que se le marcaba un culo bastante apetecible. La blusa, gris y bastante fina estaba desabrochada hasta mostrar el hueco donde debía estar el canalillo, canalillo que no se veía porque iba sin sostén de nuevo y los pechos sin nada que los juntase tendían a quedar más bien separados.

No llegué a entrar, me quedé fuera sin que Clara se percatase de mi presencia, estaba ocupada atendiendo a una señora que iba acompañada de su hijo. Es curioso, pero esos cambios que yo notaba en clara parece que también los percibía el crio. Debía tener unos quince años y su cara era un cruce entre la niñez y la madurez que se asomaba ya con rasgos casi caricaturescos en ese momento. La señora, de unos 45 años se metió al probador dejando allí a su hijo, más ocupado en encontrar un momento de despiste que le permitiese asomarse al escote de Clara. Ella también lo vio y, mirando al crio, se acercó a colocar a unas prendas a los estantes que había frente al chaval. Podría haber doblado las rodillas pero prefirió doblar la cintura y al agacharse deduzco que el crio obtuvo su premio viendo las redondas tetas de Clara. Yo no pude verlo pues Clara me daba la espalda.

No contenta con eso y quizá haciendo al chaval pasar el momento mas tenso de su vida se acercó a él y le susurró algo al oído mientras que con su mano, casi de manera imperceptible, acarició el muslo del chico hacia arriba. No llego a subir del todo pues la mirada del chaval se cruzó con la mía y se apartó hacia un lado. Clara, al igual que el chaval, clavó sus ojos en los míos obligándome a entrar.

- Prenda, sácame una talla mas de esto.

La madre del chaval nos dio un respiro a su hijo y a mí, que mientras entraba en la tienda no sabia ni que decir. No hizo falta hablar mucho, el chaval me miró casi asustado y solo pudo articular un susurro.

- Ella me ha dicho que esto lo hacía por el tío de fuera.

Me quedé helado, helado y excitado a la vez. La hija de puta de Clara sabía con toda seguridad que yo estaba fuera y ese teatrillo haciendo sufrir al chaval lo había hecho para mí. ¿Debía enfadarme? Habría sido así de no haberme demostrado que, efectivamente, sabía que yo estaba allí. Quizá el principal afectado del juego fue el pobre chico, usado de una manera casi cruel por Clara. Aunque con esa edad tenía historia para hacerse pajas hasta los 18 años, eso que se llevaba.

La mujer no compró nada y ese chaval, con la cabeza gacha ni siquiera dijo adiós.

- Cariño, ¿que te pasa que estás tan rara?

- Nada, simplemente estoy juguetona ¿acaso no te gusta?

- ¿Qué le has dicho a ese pobre chaval? – La curiosidad me podía

- Pues la verdad, le he dicho que esto lo hacía para excitar al que nos miraba desde la calle. ¿De verdad que no te ha gustado? – La sonrisa autosuficiente volvía a aparecer

- Si, pero entiende que me resulte extraño el cambio, tu nunca has sido así.

- Bueno, quizá ahora empiece a mostrar mi verdadero rostro, créeme, te va a encantar.

De la tienda a casa no debía haber más que un par de kilómetros, un paseo de una media hora que casi a diario recorríamos juntos. En el camino pasábamos por un par de colegios, algunos comercios y una iglesia. Era la típica iglesia de los barrios residenciales del siglo XX. Sin el más mínimo valor artístico o arquitectónico, de hecho en la puerta casi no había nada que indicase que se trataba de un templo. Clara, al pasar por la puerta me apretó la mano y casi me arrastró dentro. Es curioso, jamás se nos había ocurrido entrar y una vez lo hicimos entendía todavía mas que pasásemos de verla. Era fría, apenas adornada. Una nave de medio tamaño con una especie de cristales de tono rojizo que dudo que se pudiesen llamar vidrieras. Los bancos de madera ocupaban casi todo el recinto y solo un par de mujeres se encontraban allí a esa hora. Era verano y entre la gente que había de vacaciones y la poca fe que se respiraba últimamente en el ambiente daba la sensación de abandono del templo. Ni rastro del sacerdote por allí.

Recorrimos la zona que rodeaba el ábside mayor y allí, como en casi todo el templo no había nada, un confesionario tapado con una manta en desuso y una pequeña capilla con un retablo que si parecía mas antiguo que el templo a uno de los lados. El pequeño ábside no estaba cerrado y Clara me volvió a arrastrar dentro, como había hecho con la iglesia. Había un altar grande, de madera pintada en dorado en el centro y unos pocos bancos para el culto al santo a quien debía estar dedicado el retablo. Aun no se quien era. Desde allí era imposible ver el resto de la iglesia y nadie veía lo que sucedía allí, si bien cualquiera podría pasar en cualquier momento por la puerta.

Clara se apoyó contra el ábside sin soltarme la mano y con la otra se desabrocho hábilmente el pantalón, me soltó un momento solo para bajárselo. Me quedé sorprendido pero apenas pude reaccionar, Clara me apretó la cabeza hacia abajo en un gesto claro de que quería que la comiese algo. Hacia mucho que no lo practicaba pues cuando lo hacía la poca alegría que mostraba Clara y su ausencia casi total de goce me hacía desistir. Me fijé que incluso  a través de las bragas blanquitas se notaba que estaba húmeda, jamás en nuestra vida había tenido una visión así. Gire la cabeza a ver si había alguien y no me dejó, me volvió a apretar contra ella.

- ¿Estás segura?  Mira que si nos ve alguien nos metemos en un lio.

- ¿Te quieres callar y empezar a chupar?

Lo hice, aparte a un lado las bragas y otra enorme sorpresa encontré allí. Ni un pelo. En su vida se había depilado esa zona y ahora me lo encontré rasurado del todo, ni un pelo, insisto, había. Estaba suave, más de lo que suponía que seria un chumino afeitado. Supongo que habría aprovechado su rato de la comida para acercarse a un centro de depilación. Con esas facilidades y el olor que emanaba de los flujos que ya formaban gotas no necesite más. Empecé a lamer ese coño con un deleite inédito para ambos. La sensación de comerse una raja bien depilada y limpia resultaba  mas placentera de lo que pensé que seria, para bien o para mal era la primera vez que lo hacía. Metí la lengua en el agujero y con ella abrí y cerré los generosos labios de Clara. Ella dio el siguiente paso y con su mano se separó la zona que protege el clítoris dejándolo a la vista. Era una visión casi perfecta y solo hice lo que tenía que hacer. Planté la lengua en el abultado órgano y di lo mejor de mi. Quizá di demasiado porque Clara no tardó ni un minuto en correrse.

Eso me tranquilizó, pensé que una vez que se corriese podríamos abandonar el templo y evitar problemas pero para mi sorpresa no fue así. Clara se dio la vuelta y me insinuó de una manera evidente que me la follase allí mismo.

- Venga vámonos, que hemos ido muy lejos. – Intente de verdad alejarme de allí.

- Hay dos opciones, o me follas tu o espero a que llegue el cura.- Clara lo dijo bromeando pero la pasión de su mirada apoyada allí, contra el altar y acariciándose sus propias nalgas me hacían pensar que podría hacer cualquier cosa.

- Por favor, vámonos a casa y allí terminamos.

- No, tu verás si te animas o no.

De repente sucedió lo más inesperado que me ha pasado en la vida. Clara tenía en su bolso, el cual era bastante grande, la dichosa figura que habíamos comprado el día anterior. El bolso lo había apoyado en el altar y sin apenas tiempo para nada se giró, paso de estar apoyada sobre en el altar a sentarse sobre el, frente a mi y mirando a la puerta del ábside, abierta de piernas.

Tan mojada estaba que el ídolo de madera entro como si nada,  como ya dije media unos 25cm y os juro que en algunos momentos tuve la sensación de que se lo metía entero. A medida que aceleraba más en su masturbación sus gemidos se iban volviendo más fuertes y yo ya estaba convencido de que cualquiera nos podía escuchar. Al final me armé de valor y le cogí la muñeca, impidiendo que se siguiera masturbando. Ese gesto mio le molestó muchísimo, me miró con una furia que pocas veces había visto y solo acertó a decirme que jamás volviese a hacer eso. Sin embargo debió tener un momento de lucidez y finalmente se detuvo, guardó el muñeco de madera en el bolso y se vistió.

- Perdóname, no se lo que me pasa, de verdad. – Me decía mientras salíamos de la Iglesia.

- Cariño, creo que tienes un problema, haces cosas que no son normales.

- ¡Pero es lo que deseo! Desde ayer solo tengo pensamientos sobre sexo, una y otra vez me vienen a la mente imágenes de gente follando, de yo misma follando, de corridas, de consoladores….. y de fondo siempre, de una u otra manera aparece esa figura.

- ¿Y si la tiramos a la basura, sin más? – Me parecía la solución más sencilla.

- No, creo que debemos intentar saber que está pasando – Clara tenia miedo en la voz, miedo quizá a la misma figura.

Esa noche Clara parecía haber olvidado lo que había ocurrido. Y no, no me refiero a que se masturbase en una iglesia, me refiero a la conversación sobre su problema. Me estuvo insistiendo en que yo debía también depilarme los huevos y que esa noche podríamos ver otra película porno. Yo no entendía nada, era como si fuese otra persona de nuevo.

-  Pero cariño, hemos dicho que algo no iba bien y que debíamos saber que pasaba – intentaba que entrase en razón.

-  ¿Quiero follarte, eso es malo acaso?

-  No, claro que no, pero es que……

-  Es que, ¿Qué? – Ya se había pegado a mí y me empezó a acariciar la polla a través de la ropa.

Fui débil, de nuevo, muy débil. Fui tan débil que cuando me quise dar cuenta me encontraba en la cama, con ella. Me tumbó boca arriba y se puso en cuclillas de espaldas a mi. Pude sentir y ver como cogía mi polla y se la colocaba en el coño, poco a poco fue bajando hasta que el capullo entro, ella lo había notado y tras este inicio suave de repente comenzó a subir y bajar como una loca. A lo bestia, gemía mas de dolor que de placer cada vez que dejaba caer su peso y toda mi polla entraba hasta el mismo cuello de su útero. Pero no paraba, seguía y seguía acelerando y siendo tan brusca que la tuve que sujetar e indicar que fuese más despacio. Poco caso me hizo, me corrí a los pocos minutos y tuve pedirle que por favor parase, apenas si mantenía ya la erección y ella seguía follándose el pene fláccido como si nada. Para mí ya había dejado de ser placentero hacía rato.

Como la noche anterior parecía que nada había ocurrido, me beso con cariño y al momento cayó en un profundo sueño.

DÍA TRES.

Dediqué casi todo el tiempo de trabajo  en buscar información sobre la figura. No tenía muchos datos pero gracias a la magia de Google y usando términos como “amuleto”, “figura de madera”, “sexualidad, “deseo” conseguí llegar a algo interesante. En una web sobre animismo encontré que en ciertas partes de Senegal existían unos amuletos en forma de figura humana cuyas medidas y descripción encajaban con lo que tenía. Desgraciadamente no encontré ninguna foto pero la descripción e incluso los supuestos resultados del amuleto eran indicativos.

Los “Tjalims” son unas figuras de madera creadas por los chamanes bajo petición. Su única función es aumentar la libido de las mujeres y que su deseo les haga acceder a mantener relaciones sexuales con su marido. Sin embargo su uso esta muy restringido pues son demasiado poderosos.

No se explicaba más así que para mi desgracia me quedaba como estaba. Sabía que esa figurita era la responsable de los cambios de Clara pero no sabía mucho más.

No fui a buscar a Clara a casa como el día anterior, tras la experiencia  preferí pasear pensando. Mientras caminaba me cruce con todo tipo de personas y me di cuenta de que la solución, seguramente, estuviese mas cerca de lo que pensaba. Había una colonia de senegaleses asentada en mi barrio y yo llegué a la conclusión de que si tenían sus peluquerías, sus tiendas de comida, sus ropas… esperaba que también mantuviesen vivas algunas tradiciones de su tierra. Si bien casi todos los senegaleses se suponen musulmanes en el fondo y como suele suceder en esos caso existe un poso de las antiguas tradiciones y religiones que durante siglos les forjaron hasta convertirles en lo que son.

Me costó 20€  dar con la persona adecuada, los 10€ que me gaste en una tienda en comida que no iba a probar y los 10€ que le tuve que dar al tendero para que me dijeses como contactar con Doudou. Este tipo, al parecer, a parte de haber sido albañil durante unos años era el chamán local y vivía de hacer cosas sencillas como limpiezas de alma, amuletos y cosas así. Le llame por teléfono,  hablaba español con fluidez, eso si, con un marcado acento francés y un profundo tono africano. Parecía poco interesado cuando traté de explicarle lo sucedido y solamente cuando pronuncié la palabra “Tjalim” conseguí su interés. Tras decirle que tenía uno me dijo que  nos podríamos ver lo antes posible, ese mismo día pero que era importante ver la figura.

Como sabía que Clara iba a poner problemas a que un extraño tocase su figura tomé la decisión que consideré más correcta, invité a Doudou a casa unos 20 minutos antes de que Clara llegase. El “Tjalim” seguramente estuviese en su bolso pero al llegar a casa no tendría escapatoria.

Doudou llegó puntual, no me sorprendió su ropa, iba vestido con el típico atuendo africano con una especie de vestido del cuello a los pies de un azul llamativo con motivos dorados. Era mas joven de lo que parecía por teléfono, unos 40 años y su voz, grave y profunda, si encajaba con el tamaño del hombre. Cerca de 1,90m de altura y una gran fuerza física. En otra circunstancia me habría preocupado tener a alguien así en casa pero el profundo interés que mostraba en mi historia me tranquilizó.

Hechas las presentaciones la conversación fue rápida y directa

-  ¿Donde lo tienes?

- Lo debe llevar mi mujer encima.

- ¿Qué? Me estas diciendo que tu mujer va por ahí con un Tjalim. ¿Sabes lo que podría pasar?

- No, no lo se, por eso te he llamado. – Mi preocupación era evidente,  Doudou también se mostraba cada vez más nervioso.

- El Tjalim es un espíritu poderoso, hay que saber usarlo, jamás la mujer debe tener contacto con el pues ese espíritu podría adueñarse de ella.

- Pues me temo que Clara no se despega de ese espíritu desde que compró la figura.

- ¿Desde cuando lo tiene?

- Pues desde hace dos días nada más, pero parece otra persona.

- ¿Parece? Si el espíritu está en ella de verdad será otra persona.

- Ahora lo que importa es como solucionarlo. – Cada vez me encontraba más preocupado.

- Si de verdad quieres que saquemos al Tjalim de ella tienes que estar dispuesto a cosas que seguramente te molestaran. Puedo ayudarte, debo ayudarte pero no se si estarás dispuesto a lo que tengo que hacer.

- Cualquier cosa por Clara, de verdad.

Me empezó a contar que ese tipo de amuleto lo encargaban las madres para sus hijas, pero no en la manera en la que imaginamos. La mayoría de las mujeres que lo reciben no se enteran de que lo tienen hasta pasado un tiempo, al parecer la forma correcta de usarlo es esconderlo en la habitación en casos en los que la libido de la mujer decaiga y con eso es más que suficiente para despertar sus deseos. Solo en casos extremos se llega a permitir el contacto de la interesada con el objeto ya que el nivel de deseo sexual y la degeneración que produce llegan a ser insostenibles. Solamente el chamán y algún hombre más que lo escona en la casa puede tocarlo ya que en los hombres no tiene ningún efecto.

También me explico que el ritual, el cual podría hacer el mismo consistía en desnudar a la mujer y mediante imposición de manos hacer salir el deseo de su cuerpo. No era demasiado complicado pero el tiempo corría en nuestra contra llegando al punto de que si la mujer pasaba demasiado tiempo con el amuleto el espíritu podría poseerla para siempre. No me explicó que habría que hacer llegados a ese punto, el sonido de la puerta le detuvo.

Clara interrumpió la conversación entrando por la puerta, curiosamente  no se extrañó demasiado al ver allí a Doudou, se limitó a decir que volvía en un momento y que se iba a poner mas cómoda.

Extrañados, esa es la palabra que nos definía. Afortunadamente Clara se había dejado el bolso en la percha de la entrada, como era habitual y allí fui. Dentro, y para mi sorpresa estaba el Tjalim. Lo cogí preguntándome si se había quedado allí de manera casual o no y  se lo di a Doudou lo más rápido que pude.

Este lo cogió con cierto recelo y empezó a mirarlo, no dudó y me dijo que era autentico, parecía muy antiguo y casi con toda seguridad había venido de África. Era un objeto valioso y poderoso. Se lo acercó a la cara y lo olió profundamente.

- ¡Huele a hembra! ¡Que ha hecho!

- ¿A que te refieres? ¿Como que huele a hembra?

- Se ha, ¿Cómo se dice?  “Masturbé”.- Dijo en francés, sudoroso y nervioso.

- Me temo que si, el otro día lo hizo ¿Qué cambia eso?

- El espíritu ya esta dentro de ella seguro, ahora mismo la figura esta vacía y es ella quién tiene el espíritu, debemos sacarlo y devolverlo a la figura hoy mismo o acabará mal!

- Pero que es lo que os pasa chicos. ¿estáis nerviosos? – Clara, el inocente salió del cuarto con un camisón apenas abrochado y sin ropa interior, movía las caderas cadenciosamente mientras se acercaba.- Esa figura ya no me interesa, para vosotros.

Doudou me cogió del brazo y me llevó a la cocina, lejos de los oídos de Clara.

- El ritual debe ser ahora y debes estar a mi lado

- ¿Pero que ritual, que tenemos que hacer? – La situación me había superado.

- El espíritu del Tjalim debe salir y volver a la figura y la forma de hacerlo es como ha entrado.

- ¿Qué quieres decir? Clara se tiene que masturbar de nuevo con eso, ¿no?

- Si, pero no es suficiente, el cuerpo de ella debe estar agotado, perder la libido para que el espíritu pierda su capacidad de permanecer dentro. El Tjalim crea el deseo porque solo puede vivir en el deseo.

- ¿Pero que dices? ¿Qué tenemos que hacer?

- Satisfacer a tu mujer tanto como podamos, dejarla exhausta y después podré sacarlo.

¿Que habría dicho yo hace una semana si alguien me dice que mi mujer estaba poseída por un espíritu africano y que la única solución es que una especie de mago y yo hagamos un trio? Lo mismo que vosotros, que menuda estupidez y que ahí lo que pasaba es que mi mujer se quería zumbar al negro o el negro a mi mujer. Pero tras lo visto y lo vivido llegue a la conclusión de que esa era la solución. Le pregunté si alguna vez había hecho ese ritual y me dijo que no, que durante años esos amuletos apenas se han usado precisamente por el poder y cuando se había hecho jamás había llegado a ese extremo. Pero me tranquilizó y me dijo que podríamos hacerlo. Solo necesitaba una bebida espirituosa para ayudar a relajar el cuerpo, pues de ese cuerpo relajado debíamos sacar el espíritu.

- ¿Y si la emborrachamos y se lo sacamos sin más?

- Tu mujer, aun borracha, seguirá teniendo deseos sexuales, hay que hacerlo una vez agotada.

Salimos de la cocina y me planté frente a Clara, estaba mas ida que el día anterior, apenas la conocía ya y miedo me daba hasta preguntar que había hecho durante el día.

- Te he traído este regalo. – Dije señalando a Doudou

- ¿Ah si? ¿Me regalas un negro? – Jugaba con su pelo, con sus labios, parecía una especie de niña pequeña mintiendo al profesor.

- Si, visto lo visto he pensado que te haría ilusión disfrutar de algo así. ¿no? Voy a por algo para beber.

Cogí una botella de Ron y tres vasos, sin embargo Doudou no uso el suyo, rápidamente bebió un trago y convido a Clara a hacer lo mismo. Ella no dudó y bebió un largo trago pasándome a mí la botella. Mientras yo bebía, apenas nada pues no me gustaban las bebidas fuertes Clara se bajo uno de los tirantes del camisón y con la mano fue recorriendo su pecho hasta llegar al otro y bajarlo también. Estaba preciosa a pesar de todo, las tetas, redondas y firmes  se nos mostraban allí esperando que las cogiésemos.

Doudou volvió a pegar un trago y dejó la botella sobre la mesa, Clara en lugar de cogerla le llamó haciendo un gesto con dos dedos, colocándose en el borde del sofá, yo me encontraba en un lado viendo la escena. Comenzó a subir el largo vestido acariciando las fuertes piernas del africano, el permanecía impasible y solo cuando el vestido subió hasta dejar al descubierto su ropa interior participó, terminando de subirse el vestido y quitándoselo. Era menos fuerte de lo que parecía, incluso tenia ya algo de barriga pero seguía siendo un tío enorme.

- Creía que los negros la teníais mas grande. – Dijo clara al bajarle de golpe el calzoncillo.

Realmente no se veía grande, claro que apenas si estaba erecta. No reaccionó tan rápido como Clara deseaba y a pesar de sus varias caricias el hombre iba despacio.

- Tú no te quedes ahí, ventd. – Me miró fijamente mientras seguía acariciando a Doudou.

Me situé mas cerca y yo mismo me bajé los pantalones a petición de Clara. En mi caso la erección si era evidente, jamás pensé que ver como mi mujer se iba a follar a otro me resultase tan excitante.

- Mira, ves, mi marido si que tiene un buen rabo. – Decía esto mientras sostenía una polla en cada mano, sopesándolas.

Se metió la mía en la boca con la fuerza que últimamente la acompañaba, hasta la garganta pero solo una vez. La saco y volvió a centrarse en Doudou. Poco a poco las caricias empezaban a resultar y el fofo rabo del negro empezó a crecer, vaya si creció. Cuando por fin estaba teniendo una buena erección Clara no daba crédito. Debía medir cerca de 25cm y el grosor la impedía abarcarlo con la mano. Tuvo que usar las dos para comenzar a pajearle y aun más sufrió cuando trato de engullirla. Fue con más cuidado que conmigo pues en este caso apenas si podía metérsela en la boca. Con gran esfuerzo al final consiguió ir devorando ese enorme rabo mientras le pajeaba a dos manos.

En vista de la situación decidí pasar a otras cosas, me acerqué a ella y recostándola en el sofá pude llegar a su coño, aun más mojado que en la iglesia mientras ella seguía comiendo el enorme trozo de carne negra. Empecé tocando y a los pocos segundos lamiendo, al igual que el otro día el olor me atraía como la luz a una polilla. Metí la lengua, metí los dedos y una de las manos de Clara agarró mi muñeca para dirigirme a su culo. Quería que jugase con eso.

Doudou seguía bebiendo y dando algún sorbo de ron a Clara que, gustosamente, alternaba los fluidos con la bebida.  Yo, centrado en lo mio empecé a masajear el ano con los dedos mientras lamia el clítoris. El agujero, virgen, de mi mujer respondía a cada caricia con pequeños movimientos que indicaban que estaba gozando, tanto que no dude en meter un dedo, al principio despacio y fuerte al final. Clara tuvo su primer orgasmo. No articulo palabra pues tenia la polla del senegalés en la boca y con el orgasmo solo acertó a chupar más fuerte aun.

- Vamos a la cama, por favor. – Clara buscaba más comodidad en vista de que aun quedaba mucha tarde.

- Claro cariño.

Doudou, con gran premura, cogió dos cosas, la botella de Ron y el ídolo de madera.

Una vez en la habitación Clara tomó los mandos y a pesar de que estaba disfrutando con  la enorme polla negra quería sentir la mía dentro primero, pero al igual que el dedo ansiaba sentirla por detrás. Supongo que la del negro le daría miedo y prefería algo más accesible para empezar.

Se puso con el culo en pompa y uso su propia saliva para lubricar el agujero. Costó que entrase pero con esfuerzo y aun más saliva conseguí poco a poco ir abriendo ese culo que nadie había poseído hasta ese momento. Debía doler, muchísimo, tanto que Clara apenas si era capaz de acariciar burdamente la polla de Doudou que aguantaba allí, siendo más espectador que protagonista.  La presión del culo y la situación hizo que fuese yo el que no aguantase más y me corrí dentro de su culo. Quizá debía haber hecho algo por evitarlo pues el objetivo era que ella quedase satisfecha y no iba a ser así si ya no podía hacer más. Saqué despacio el rabo y ella, en un gesto inesperado recogió el semen que caía de su culo con la mano y se lo froto por las nalgas. Esa no era Clara.

- Ahora tu. – Sonrió a Doudou.

Clara se puso boca arriba y mostro su vagina, hinchada y sucia. Esto no pareció importarle a mi compañero de trio que a pesar del  semen y mi saliva que llenaban el coño de Clara en lugar de penetrarla se dedicó a comerle de nuevo el coño. Supongo que si quieres satisfacer a una mujer plenamente hay que usar más la lengua que la polla. Entre el calentón que Clara llevaba por la follada anal y la enorme lengua del negro no tardo en correrse de nuevo, esta vez con menos espasmos que la anterior. Debe ser que correrse sin una polla en la boca es menos placentero.

Sin dejarla tiempo de recuperarse se situó sobre ella. Parecía el doble de grande que la pequeña chica morena que allí se encontraba. Colocó el enorme rabo en el coño y fue empujando despacio, poco, disfrutando cada centímetro de la estrecha vagina de Clara. Ella iba retorciéndose a media que la empalaba. Debió llegar al final pues por primera vez Clara parecía estar recibiendo más de lo que podía desear o soportar. Le alejó con las manos, marcando la distancia máxima de la penetración. Doudou lo entendió y comenzó a follársela despacio, hasta ahí. A pesar del límite marcado Clara tardo unos minutos en empezar a gozar de verdad.

Yo volví a notar la sensación que había tenido en el salón, la excitación enorme al ver como se follaban a mi mujer y tuve de nuevo una erección. Me puse de rodillas con la cabeza de clara entre mis piernas y con gran esfuerzo comenzó a chuparme los huevos, a lo único que llegaba. Paso de los huevos a la zona mas cerca del culo y con movimientos me hizo moverme hacia delante quedando mi agujero sobre ella. Se lo comió como pudo, entre las embestidas de Doudou que ya había pasado el limite marcado por Clara se la estaba metiendo casi entera, hasta donde daba el menudo cuerpo de Clara. No se si era bueno o malo pero el Africano era el que menos estaba disfrutando la situación y solo cuando Clara se volvió a correr y los espasmos de la vagina le apretaron la polla tuvo gestos de que también se iba a ir. Se controló mejor de lo que yo lo había hecho y sacó la enorme polla, dejando a Clara allí panza arriba. Ella paro de chuparme y se quedo unos segundos jadeando. ¿Ya estaría agotada?

Poca tregua le di Doudou y se acercó a donde estaba yo, nos pusimos uno a cada lado y Clara se puso en una postura con la cabeza erguida que le permitía comernos la polla a ambos. Mientras, Doudou, empezó a acariciarla el coño con el fin de que se corriese. Fue aun más rápido que la vez anterior, tan rápido que Clara apenas disfrutó, siguió chupando las pollas alternativamente, de un lado a otro apenas deteniéndose unos segundos durante el orgasmo. Pasé a acariciarla yo, con más suavidad que Doudou con el fin de alargar y hacer más intenso el orgasmo. Clara, de esa manera, fue capaz de controlar aun más la situación y se esforzó en acercarnos e intentar meterse ambas pollas en la boca. Era imposible. Apenas si cabía una como para meter las dos. Se volvió a correr con mis caricias y fue, como esperaba, más intenso y placentero. Tanto que quedo unos 30 segundos relajada con nosotros dos allí, lamiendo y chupando las pollas con una tranquilidad y una serenidad que parecía imposible hace solo unos minutos. No trataba de llevarlas hasta la garganta, con cariño acariciaba con sus labios los capullos mirándonos a los ojos mientras lo hacía, con mucha delicadeza.

- Os quiero sentir a los dos, a la vez…. – La voz ni le salía ya, estaba empapada en sudor, con saliva por todos lados, le fallaban las piernas.

Me senté en el borde de la cama, mi experiencia viendo porno me hacia pensar que era la mejor postura y Clara se puso sobre mi, fue a meterse mi polla y cuando empezó a rozarla por los labios de la vagina le dije que no, que esa iba por detrás. Giró la cabeza, me besó y obedeció.

El rabo entró por el culo con mucha más facilidad que la vez anterior, estaba dilatadísima. Subió y bajó unas cuantas veces y finalmente Doudou entró en escena. Más que en escena entró en ella, se situó frente a nosotros,  abrió las piernas y flexiono las rodillas para poder penetrar a Clara. Lo hizo, al igual que yo con mucha facilidad ya.

Es difícil, muy difícil, conseguir un buen ritmo follando entre tres. También es extraño notar un cuerpo pared con pared con tu rabo mientras follas. Tras unos intentos cogimos el ritmo y sincronizados cuando uno sacaba el otro metía, así estuvimos unos minutos donde Clara lloraba de placer, gemía y apenas se movía pues cualquier desplazamiento inesperado era mas doloroso que otra cosa. Pero estaba gozando al límite de su capacidad. Perdimos el ritmo unos segundos y la reacción de clara fue de aun más goce, acabamos entrando y saliendo a la vez destrozando a Clara con cada acometida sincronizada. Se corrió Doudou, después de mucho tiempo por fin el gigante cayo y casi al momento Clara le acompaño. Sus espasmos vaginales se notaban en el ano y haciendo yo un esfuerzo y con movimientos rápidos también me corrí. Note por mis piernas como goteaba la mezcla del semen de ambos y los fluidos de ella. Clara no tuvo un orgasmo  normal, al menos no como los otros de ese día. Quizá fuese un orgasmo múltiple pero no exagero si digo que al menos estuvo dos minutos contrayéndose y jadeando, con los ojos cerrados y  los dedos de manos y pies retorcidos, no permitió que ni Doudou ni yo nos moviésemos, nos quería allí mientras disfrutaba ese momento.

Se retiró por fin el africano, ella también y solo pudo arrastrase a la cama, se tumbó con una mano puesta sobre la vagina incrédula con lo que sentía. Estaba rendida, por fin. Doudou cogió el ídolo y sin muchos miramientos se lo metió a Clara casi hasta el fondo. Ella ni gozó, ni apenas reaccionó, solo abrió un poco las piernas para facilitarlo, no lo deseaba pero tampoco tenía fuerzas para rechazarlo. El negro dijo algo que no era ni francés ni español, pasó las manos desde las extremidades de Clara hacia su vagina, como moviendo una energía invisible. Repetía unas palabras rítmicas ente las cuales solo acertaba a entender una, Tjalim, mientras seguía moviendo esa energía. En un momento se calló, con la misma brusquedad con la que lo había

metido sacó el ídolo y se lo llevo de la habitación. Clara quedó allí, profundamente dormida.

Salí tras el, iba a ponerse su ropa con la intención de abandonar la casa cuanto antes.

- ¡Espera!

El hombre me miró y sus ojos mostraban que sabía lo que iba a pedirle. No me cabe la menor duda de que era su mayor temor en ese momento.

- Si me quedó el ídolo pero ella ni lo toca ni lo ve, ¿Qué pasaría?

- Siempre acaba mal, al final siempre acabará mal. El Tjalim debe usarse para un fin concreto y no para satisfacer a un hombre. Una vez despertado el deseo hay que alejarlo.

- El ídolo es nuestro, nos pertenece.

Doudou, casi con lágrimas en los ojos me entrego finalmente la estatuilla y se fue de la casa murmurando algo en francés. Podría habérselo llevado por la fuerza pero quizá ni el mismo quisiese tener eso cerca de él, nunca supe porque lucho tan poco a pesar de lo que había vivido y lo que sabía sobre esa figura.

Con todo el cuidado enrollé la figura en una servilleta de tela, abrí los cajones del salón hasta encontrar el lugar perfecto para guardarlo. No fue en el cajón, sino en el hueco que quedaba detrás del cajón. Allí Clara nunca lo encontraría, sin embargo no habría un solo día que no sintiese cerca su presencia y sus influencias la hiciesen tan ardiente como había sido esos días. Me acerqué a la cama, la besé, no se despertó hasta la mañana siguiente, pero eso ya es otra historia.