Tita Encarna: necesito a Don José
Una mujer cumple 40 años, se siente sola, y quien esta allí, el hijo de un antiguo amante.
Mis padres aunque separados siempre coincidían en lo que era mejor para mi, a pesar de que ya había acabado el instituto y aprobado el acceso a la universidad; pero sobretodo que tenia 18 años, era mayor de edad. Querían que hiciese un cursillo de 80 horas (10 días) de auxiliar de administrativo, en verano que me serviría para no solo para el expediente y el futuro laboral sino también para la universidad. En un principio me negué, pero me dejaron muy claro que la universidad podría ser muy difícil si encima de estudiar tenia que trabajar, fue una amenaza sobre la intención de apoyarme económicamente en la carrera.
- José Antonio – dijo mi padre – solo son 10 días, después tienes todo agosto para ir de vacaciones.
- Lo ves muy fácil, yo pensaba pasar todo el verano en la casa de la playa.
- La casa no se la van a llevar – dijo sonriendo mi padre – además te servirá de experiencia.
En ese momento le eche una mirada perforadora.
- Te acuerdas de mi amigo Vicente y de su mujer.
Como no acordarme de ellos, aunque hacia 10 años que no los veía, eran de la edad de mi padre algo mas jóvenes sobretodo su mujer; siendo pequeño le gustaba apretarme contra ella, entre medio de sus dos grandes y hermosas tetas, casi llegando a asfixiarme.
- Pues pasaras los días en su casa, te acuerdas lo grande que era, estaba frente a la playa y tenían piscina.
Dijera lo que dijera la decisión estaba tomada y no tenía más remedio que acatarla.
El viaje a un no siendo largo, tampoco era corto, eran 5 horas en tren. Al llegar a mi destino me estaba esperando el amigo de mi padre, lo reconocí por el cartel que ponía mi nombre, no se si lo habría reconocido en 10 años, ahora tendría 45 años, el pelo lo tenia totalmente blanco lo que lo hacia mucho mas viejo. Y posiblemente el tampoco me habría reconocido, la ultima vez tenia 8 años, aunque era alto para mi edad era muy delgado, y ahora era mas alto y mas fornido que el.
- Como has crecido, sino llega a ser porque te has acercado a mí ni te habría reconocido – dijo Vicente, el amigo de mi padre.
- Pues usted esta igual.
- Gracias, pero estoy algo mas viejo, la prueba es que me has llamado de Usted. Recuerdas me llamabas tito Vicente.
- Creo que si, pero eso hace mucho tiempo.
- Si pero, puedes llamarme igual o si te da cosa Vicente.
- Tito Vicente esta bien.
- Me alegro, vamos a casa, cuando te vea Encarna no te reconocerá.
Subimos al coche, y en 15 minutos ya estábamos frente a la casa, dejo el coche en la puerta del garaje.
- Dejare el coche aquí fuera luego lo entrare – dijo Vicente – Ven acompáñame.
Recogí la bolsa de viaje y le seguí.
- Llama a la puerta, ha ver si te reconoce – dijo Vicente, colocándose al lado de la puerta a cierta distancia.
- Llame a la puerta. Y me abrió Encarna, si Vicente en 10 años, de los 35 a los 45 había empeorado, ella de los 30 a los 40 había mejorado muchísimo, o tal vez porque antes la veía con ojos de niño y ahora la miraba con ojos de adulto.
- Lo siento, no voy a comprar nada.
- Ni yo quiero que compres nada tita Encarna.
- Joselito, eres tú, como has cambiado.
Y como cuando era pequeño me abrazo, aunque en esta ocasión sus tetas quedaban por debajo de mi cara.
- Lo sabia, que no lo reconocerías – dijo Vicente entrando por detrás de mi – ya no le puedes llamar Joselito, ahora es José Antonio.
- Para mi seguirá siendo Joselito. Entra no te quedes parado; es tarde pero si quieres aun te puedes dar un chapuzón en la piscina.
- Gracias, pero prefiero una ducha, cenar algo si es posible e irme a dormir, mañana será un día duro.
- Ya tengo preparada la cena, así que con vuestro permiso yo si que me voy a dar un chapuzón en la piscina– dijo Encarna.
Cuanto mas miraba a aquella mujer, mas me atraía, eran 40 años pero estaba imponente.
Vicente me acompaño a mi habitación.
- Te hemos preparado la habitación de los invitados importantes – dijo Vicente - es la que esta al otro lado de la piscina, es como un pequeño apartamento, tiene de todo incluso cocina, tu no la has visto, la hicimos hace un par de años.
- Nuevamente gracias.
- Voy a entrar el coche – dijo Vicente dejándome.
Lo primero que hice fue deshacer la bolsa de viaje, mientras lo hacía miraba hacia la piscina, veía nadar a Encarna, parecía una sirena, que cuerpazo tenia. Decidí darme una ducha, intentando olvidar a Encarna.
- Compórtate, debes ser buena, son los amigos de mi padre – dije mirándome la polla.
Como era lógico, no contestaba pero si que respondía poniéndose tiesa.
Salí de la ducha desnudo, con la toalla en el hombro, mi sorpresa fue encontrarme a Encarna esperándome, me vio totalmente desnudo, quise taparme con mas o menos acierto.
Encarna sonrió.
- No se de que te preocupas, te he visto mas de mil veces desnudo, te acuerdas cuando corrías desnudo alrededor de la piscina.
- Si pero entonces tenia 5 años, ahora tengo 18 años y la cosa ha cambiado – dije mirando hacia mi entrepierna.
Se quedo pensativa, parecía estar comparando las dos imágenes yo desnudo con 5 años, y la de hacia unos minutos cuando me sorprendió desnudo al salir de la ducha.
- Ya lo creo que has cambiado, ahora eres un chico bien dotado. Las chicas se pelearan por ti.
- Bueno algo menos, no les doy importancia.
- Solo venía a decirte, que la cena esta servida, es algo ligera, una tortilla, unas verduras revueltas y un filete de carne.
Me habría gustado decirle que hubiese preferido comérmela a ella, solo llevaba puesta una toalla en la cintura, la parte superior del bikini, parecía algún número menor, aun estaba mojado y marcaba los pezones.
Se levanto y se fue marcando los pasos y moviendo sus caderas; tenía unas medidas alucinantes, 100-65-95.
Termine de vestirme, y fui a la casa principal, allí estaba Vicente, sentado a la mesa, con una copa de vino.
- Sírvete lo que quieras, la bebida esta en la nevera, tienes de todo, o si prefieres vino a temperatura ambiente, lo tienes en la mesa yo mismo te serviré.
- Prefiero un refresco frio.
Fui a la cocina, abrí la nevera y cogí un refresco de naranja, y volví a salir, ya estaba Encarna sentada en la mesa, también bebiendo vino. La cena fue tranquila, recordando tiempos pasados y a personas.
- Ha estado todo muy bien, pero prefiero ir a dormir.
- Lo comprendo, yo también tengo que irme mañana temprano – dijo Vicente – tu puedes dormir un poco mas pues la academia esta cerca.
- Si eso me dijo mi padre, buenas noches.
Cuando me iba, vi también irse a Vicente.
Desde mi apartamento-habitación vi a Encarna en el salón mirando por los ventanales la piscina. No sabía si podría soportar dos semanas viendo a aquella mujer. No tardo mucho en apagar las luces, solo había una encendida en el segundo piso, supuse que era el dormitorio, aunque no tardo mucho en apagarla, quedando solo mi luz encendida, que apague. No tarde en dormirme, aunque solo podía pensar en Encarna y su cuerpo.
Por la mañana, me quede dormido, así que tuve que correr para llegar a la academia, no pude desayunar.
Cuando al medio día volví a la casa, me abrió Vicente.
- Se me olvido anoche darte una llave – dijo Vicente, alargándome unas llaves – la llave dorada es la de la casa, y la verde es la del patio, entra directamente en la piscina.
- Gracias.
- Dejaros de palabrería la comida nos espera.
Parecía estar enfadada.
Sirvió la comida, aunque parecía más un funeral.
- José Antonio, esta noche veré a tu padre, quieres que le diga algo – dijo Vicente.
- Como es eso.
- Tengo que ir a convencer a un cliente, para que no se marche con la competencia.
- Comprendo, será un viaje relámpago como dice mi padre.
- Si como mucho un par de días.
- El se va de viaje y me deja a mí aquí.
Si que parecía que estaba enfadada.
- Te lo he dicho, serán unos días de trabajo y reuniones, no nos veremos, además tenemos un invitado.
- Eso es una excusa que te ha venido como anillo al dedo.
- Por mi no se deben preocupar, yo puedo comer en cualquier sitio, solo necesito donde pasar la noche.
- No es por ti, mi niño. Ves ya has hecho que me sienta mal – dijo Encarna.
Se levanto y se fue la cocina.
- No te preocupes, la conozco, si viniera conmigo después se quejaría de que la dejo sola. Vicente dejo de hablar al volver Encarna.
- Bueno esta bien, todo sea por nuestro invitado.
- Una cosa, esta tarde tras las clases he quedado con unos compañeros para tomar algo y cenar.
Esta vez si que se levanto Encarna de la mesa enfadada. Vicente salió de tras de ella. Unos minutos después volvía.
- No te preocupes, ya iras conociendo a las mujeres. Cuando vuelva le traeré un buen regalito y se pondrá muy contenta y todo se olvidara.
Poco después Encarna volvía, el ambiente era tenso, pero Vicente supo mejorarlo y unos minutos después bromeábamos sobre el viaje y el encuentro con mi padre; y como no de mi salida nocturna con los compañeros y como recalco Encarna compañeras.
Ya por la tarde, yo tenia que volver a la academia y Vicente estaba preparado para el viaje en coche, se ofreció a llevarme a la academia.
- Quieres hacerme un favor – dijo Vicente nada mas subirnos al coche.
- Si esta en mi mano.
- Cuida a Encarna, esta pasando una mala racha.
- ¿Mala racha?
- Tu sabes, esta en los cuarenta... – hizo una pausa - ... ¡Mierda! hoy es su cumpleaños, bueno luego la sorprenderé con una llamada. Como te iba diciendo, esta en los cuarenta, es una mini-crisis, y esta algo sensiblera.
- Cuidare de ella, puedes darlo por hecho.
- Sobretodo, no le lleves la contraria, intenta hacer todo lo que te pida, no la enfades. Yo estaré dentro de dos o tres días.
Estábamos delante de la academia me baje del coche.
- Recuerda debes tenerla contenta hasta que yo regrese.
- Ok, gracias por todo.
Lo de la cena con los compañeros era cierto, pero también era una excusa para no quedarme a solas con Encarna, porque podía haber declinado la oferta.
Lo cierto es que la cena y las copas posteriores no pudieron ser de lo mas aburrido, por lo que decidí acortar los tiempos y a es de las 10 de la noche ya estaba de vuelta en casa.
Para no molestar, y sobretodo para intentar no encontrarme con Encarna, decidí entrar por el patio; para mi desgracia ella estaba justo delante de la piscina.
- Ya estas de vuelta.
La mire, por su forma de moverse y hablar, estaba claro que había bebido, mantenía una copa en la mano.
- Si, realmente no podíamos alargarlo, macha tenemos clase.
- Y ninguna chica te ha retenido.
Aquella mujer me estaba volviendo loco, los focos del patio y la piscina hacían que se viese perfectamente lo que llevaba debajo de la bata trasparente, solo unas minúsculas bragas y un sujetador aun mas minúsculo.
- No, todos éramos chicos – dije.
Ella rió, y en un mal movimiento cayo a la piscina. No me lo pensé me tire tras ella para auxiliarla, le ayude a salir de la piscina por los escalones grandes y largos de la piscina, en ella quedo la bata, su conjunto de ropa interior toda mojada parecía que había desaparecido, ella ni se dio cuenta, pero al mojarse hizo que se le pasara el efecto de la bebida.
- Que tonta, pues no me he caído a la piscina. Será mejor que nos sequemos no pillemos una pulmonía.
Yo no llegue a decir nada, ella se marcho hacia la casa y la vi desaparecer. Por mi parte, la visión desnuda de Encarna había hecho efecto inmediato en mi polla, que a pesar del frío había crecido.
Decidí ir a mi habitación, quitarme la ropa y secarme, como era costumbre en mi me puse el pantalón corto del pijama pero no me puse la camiseta. Me tumbe sobre la cama, y me puse a leer un libro.
No habían pasado ni 5 minutos, cuando unos golpes en el ventanal llamaron mi atención, era Encarna. Llevaba puesto un albornoz, el pelo aun estaba mojado, me hacia señas entendí que me pedía permiso para entrar, con la cabeza afirme. Y ella entro.
- Sabes ahí fuera con el pelo mojado hacia algo de frío. Venia disculparme.
Se sentó en la cama, y puso su mano sobre mi pierna. La reacción de mi polla aunque quise impedirlo fue coger potencia, que no paso desapercibido para ella. Podía haber hecho alguna cosa como levantarme, pero siguiendo os consejos de una buena amiga para conseguir algo hay que arriesgar, y si tenia alguna oportunidad aquella noche debía ser arriesgado.
- Hoy es mi cumpleaños.
- Felicidades.
- Cumplo 40, no me importa decirlo.
Aquella afirmación sonó, como un intento de pedir permiso, algo así como diciendo, tu tienes 18 y yo 40 y a mi no me importa.
- Pues te sientan muy bien.
- Gracias – dijo – parece que el destino le gusta repetir las jugadas.
- ¿Por?
Su mano ya no estaba sobre mi pierna, sino sobre mi paquete agarrando mi polla.
- Hoy hace exactamente 22 años, el día de mi cumpleaños, conocí a tu padre – dijo.
Metió su mano por debajo del pantalón y saco mi polla. Sin mirarla la acaricio.
- Yo era algo parecido a la prometida de Vicente, nada oficial, pero todo el mundo lo daba por hecho, incluso hasta yo misma. Por eso estaba dispuesta a entregarme a el seria mi primera vez; pero el lo estropeo bebiendo mas de la cuenta, aquella noche me presento a su compañero de trabajo y amigo, tu padre, fue el queme ayudo a llevarlo a casa.
Por primera vez miro mi polla, que parecía que iba a explotar.
- Aquella noche estaba decidida a dejar de ser virgen, y tu padre estaba allí justo en el momento y el lugar preciso.
Con mi mano cogí el cinturón del albornoz y tire de el, el albornoz se abrió, dejando ver sus hombros y sus tetas. Ella se acerco a mi, sin dejar de acariciarme la polla, yo cogí uno de sus pezones que los tenia tiesos, tal vez por el frío o por lo excitada que estaba. Y nos besamos, profunda y ardientemente, nuestras lenguas se buscaron.
- Esta noche necesito a Don José no ha Joselito – dijo al separarnos.
La cogí de los hombros, y lentamente hice que se tumbara en la cama. El albornoz quedo sobre la cama, mostrando su total desnudez. Un movimiento rápido basto para que mi pantalón quedase junto al albornoz, me situé a su lado, haciendo que mi polla rozase con su muslo.
- Pues yo te voy a demostrar que no te hace falta a Don José, Joselito sabe apañárselas muy bien – mientras acariciaba sus tetas y pezones.
Unos primeros gemidos aparecieron en su boca, los apague con mi propia boca, mi mano se deslizo hacia abajo, llegando a la parte interior de su muslo, haciendo que se abriera de piernas, para que mis dedos acariciaran sus labios vaginales y su clítoris, sus gemidos fueron en aumento en cantidad y fuerza, pero quedaban ahogados en su boca con la mía. Pronto note que su excitación iba en aumento.
- Fóllame, fóllame – dijo.
- Todo a su momento, ahora disfruta.
- Estoy a punto de llegar.
- Pues llega. Déjate llevar. Tenemos mucho tiempo para muchas cosas.
Ya no dijo nada mas, sus jadeos y gemidos aumentaron, yo miraba su cara de máximo placer mientras seguía acariciando su clítoris e introduciendo mis dedos en su vagina, cerro las piernas, intentando frenar lo inevitable pues mis dedos seguían actuando, sus gemidos se transformaron en resoplos, y de pronto como si por su cuerpo hubiese pasado una descarga eléctrica, se convulsionó, para seguidamente relajarse, las piernas volvieron a abrir, y de su boca exhalo un suspiro de placer.
Me levante, me situé entre sus piernas, de rodillas, ella con las piernas flexionadas, la cogí por la cintura y la atraje hacia mi, puse mi pulgar sobre su clítoris y comencé a acariciarlo de forma circular muy lentamente, con la otra mano me cogí la polla y la enfile hacia sus labios vaginales muy lentamente los fui rozando con mi polla, Encarna resoplo.
- Métela, a que esperas – dijo entrecortadamente.
Y seguidamente, agarro a la almohada y se tapo la cara par ahogar los gritos, con un pequeño empujón comencé a entrar mi polla en su vagina, lentamente cuando levaba media polla dentro, ella hizo un movimiento pélvico y se la metí entera. Dio un grito fuerte de placer. Rítmicamente entraba y salía mi polla rozando las paredes de su vagina arrancándole gemidos de placer, hice que pusiera sus piernas en mis hombros, las penetraciones se volvieron mucho mas profundas. Y pronto tuve la necesidad de correrme, para intentar alargar el placer hacia pequeñas paradas.
- No pares, me estoy a punto de llegar – dijo.
- Y yo – dije.
- Pues llega, córrete dentro, quiero sentir tu leche dentro.
Bajo una de las piernas de mi hombro quedando, la otra sobre el otro hombro, varios empujones más y ella comenzó a jadear más fuerte y rápido.
- Llega, llega, llega conmigo – dijo, a la vez que empujaba también con su pelvis.
Pareció adivinarlo, ella alcanzo el orgasmo, el segundo de la noche a la vez que yo me corría.
Durante un rato permaneció mi polla dentro de ella, hasta que comenzó a debilitarse, entonces me deje caer a su lado.
- ¿Qué te ha parecido Joselito? – pregunte jugueteando con uno de sus pezones.
- Ha sido increíble, ha sido uno de los mejores polvos de mi vida.
- Mejor que el de mi padre.
- Piensa que el de tu padre fue el primero, el segundo, el tercero… fueron unos cuantos antes de que Vicente se decidiera, tuve que simular que me desvirgaba.
- Hablando de Vicente, te ha llamado, dijo que te llamaría.
Se sentó de golpe.
- No me ha llamado, creo que deberíamos trasladarnos a la casa.
Se sentó en la cama y se puso el albornoz.
- Vamos, si es que quieres, aunque creo que tu amiguito ya ha decidido por ti – dijo mirando mi polla.
Efectivamente, mi polla volvía a hínchanse. Encarna se levanto y se dirigió a la entrada, me miro, no se había cerrado el albornoz, lo que me permitía verla desnuda.
- Venga, nos divertiremos nuevamente.
Me levante, no me puse nada, simplemente la seguí. Cruzamos el patio y entramos en la casa.
- Quieres tomar algo.
Me acerque a ella por detrás, le quite el albornoz y pegue mi polla a su trasero, mientras mis manos le agarraban las tetas.
- A ti, te quiero a ti.
Encarna sonrió.
- ¿Qué prefieres aquí o en la habitación? – dijo girándose, quedando pegada a mí.
- Creo que en la habitación será mas cómodo – dije besándola.
Ella se zafo de mí, me cogió la mano y me condujo a la habitación, ella se dejo caer sobre la cama, yo la seguí y me tumbé a su lado.
- Seguimos donde lo dejamos – dijo, agarrándome la polla.
Comenzamos a acariciarnos, ella volvía a estar excitada y mi polla por supuesto.
- Tu padre y yo, mantuvimos la relación durante un tiempo, hasta que conoció a tu madre.
- Tengo que elogiar el gusto de mi padre.
- Gracias, el del hijo tampoco se queda corto – dijo mirando hacia mi polla.
En ese momento sonó el teléfono.
- Si dígame.
- …
- Estaba en el patio con Joselito.
- …
- Si lo sé, pero para mí será Joselito.
- …
- Gracias, veo que te has acordado.
- …
- Supongo que estará durmiendo – dijo mirándome.
- …
- No, ¿Por qué me iba a enfadar?
- …
- Claro, ahora comprendo porque se comportaba tan simpático – dijo apretando mi polla, estuve a punto de gritar pero me contuve.
- …
- Si cariño, mañana hablamos – colgó.
Se quedo mirándome.
- ¿Qué te ha dicho?
- Te dijo que tenías que ser muy atento.
- Si más o menos.
- Pues ya sabes…
Unos minutos después continuamos lo que habíamos dejado en el apartamento de la piscina.
Aquella noche fue de sexo, hubo más noches y mas aventuras con tita Encarna; pero eso es para otros relatos.