Tirandome a Carmiña
Bueno es mi primer relato asique espero que les guste y que les ponga calentitos
El espejo reflejaba la imagen de una mujer, que en su madurez, conservaba la belleza y rotundidad de un cuerpo bien proporcionado, pechos rotundos coronados de unos pezones grandes y muy apetecibles, caderas anchas, culo prieto y posicionado como si buscara pelea constantemente, era una de sus armas de mujer, los hombres se volvían locos cuando conseguían posar sus labios sobre la tersa piel de su trasero.
- Hoy ha sido un día muy excitante - , pensaba Carmiña mientras se desmaquillaba, desnuda frente al espejo, antes de meterse en la cama.
Había empezado el día, con una llamada de su amigo Oscar, para quedar esa tarde en la cafetería, donde solían verse. Ella ya sabia donde terminarían la tarde, en un pequeño hotel cercano a la playa, donde ambos dejaban correr su imaginación y desarrollaban sus fantasías eróticas.
Aquella tarde había sido, especialmente morbosa y ella aún sentía, en sus piernas, la sensación de laxitud que provocan los varios orgasmos que había sentido.
- Si fuera creyente, lo de esta tarde, sería motivo de interminables rosarios de penitencia….jajajaja……- recordaba Carmiña, sonriendo y haciendo volar sus recuerdos a los tiempos del colegio de monjas donde se desarrollo su infancia.
Se le venia a la memoria, como le temblaban las piernas, cada vez que tenía que salir a recitar esas lecciones.
Sobre todo, recordaba las veces que se quedaba castigada para sufrir el "tratamiento especial" de la camarada. Entonces tenía 12 años y un cuerpo en el que empezaban a asomar los indicios de la soberbia hembra que sería en el futuro.
En esas sesiones de reconversión de carácter, como decía la camarada, Carmiña era obligada a permanecer de rodillas delante de la rubia profesora, esta, le decía que lo mas importante era la obediencia ciega a los mayores y superiores y que Carmiña tenía que aprender a no ser tan altiva y orgullosa. El castigo que la imponía era que tenía que observar una sumisión total hacia su profesora y realizar todo lo que esta la ordenara sin rechistar.
Entonces, la camarada, se sentaba en un sillón delante de Carmiña, se subía las faldas cogiendo la cabeza de la niña y llevándola a su entrepierna, separaba las bragas con sus dedos y obligaba a Carmiña a besarla el sexo y la decía como tenia que chuparla y utilizar su lengua hasta que recibía en su boca, el sabor de un liquido viscoso que rezumaba del sexo de la profesora. Después de estas sesiones la obligaba a ir a confesarse para que Dios la perdonase por sus pecados de soberbia.
Total, que el castigo terminaba con la confesión de sus pecados - relatados con todo detalle – así se lo decía el cura que se lo relatase, mientras la mano, del reverendo padre, se agitaba misteriosamente debajo de su sotana y con la otra mano sobaba las incipientes tetitas de Carmiña.
Cuando Carmiña abandono el internado, se prometió a si misma que nunca más en su vida se acercaría a un confesionario.
Recordando estas historias de su niñez, mientras se desmaquillaba, Carmiña volvió a sus recuerdos de aquella tarde, confesándose, como hacía siempre, delante de su espejo y ante ella misma.
El día había sido complicado y laborioso, en la boutique no paraba de entrar gente, y parecía que todas las rusas del mundo se hubieran desplazado. Cuando salio del trabajo estaba cabreada con la última "foca rusa" que intentaba meter, en una falda de la talla 39, un culazo que necesitaba una 50. Pero por fin estaba en la calle, respirando el aire marinero del Atlántico y ya excitada pensando en su cita, siempre que estaba cabreada, necesitaba someter a alguien a sus caprichos sexuales y Julio era la persona adecuada.
Entro en la cafetería y le vio sentado en el rincón del fondo a la izquierda, donde solían estar cuando iban a ese local.
Hola trabajadora- saludo Julio.
¡Calla, no me hables, que vengo hasta el moño de las jodidas rusas!- respondió Carmiña
Venga mujer, tomate una copa y ya veras como te olvidas de toda la tensión acumulada en el curro!
No quiero nada, venga levántate y vamonos , a ver si descargo la mala leche que llevo.
Llegaron al hotel media hora mas tarde, aunque estaba muy cerca de la cafetería, era complicado circular, por el atasco de coches que había. Recogieron la llave de la habitación 013, y se dirigieron al bar , para coger una botella de cava con dos copas y subírsela a la estancia.
Al cerra la puerta de la habitación, Carmiña dejo el bolso sobre una silla y subió el pie izquierdo hasta colocarlo sobre el brazo del sillón, que estaba en la antesala de la alcoba, Julio comprendió el gesto y se arrodillo ante Carmiña, la falda de esta, se había subido, dejando al aire parte de la pierna de la mujer, envuelta en unas finas medias de seda negra que la llegaban a medio muslo, sujetadas por un liguero, también negro.
Julio estaba situado, a los pies de ella y con la cara cercana a su pubis, recubierto por una pequeña braga que, haciendo conjunto con medias y liguero, también eran negras.
Él, beso el sexo de ella ,por encima de las braguitas y aspiro el fuerte olor que desprendía la prenda, se dedico a pasar su lengua por encima de la seda notando la humedad creciente producida por la excitación de Carmiña, mientras que esta le había cojido la cabeza y la restregaba contra su entrepierna. Un momento después llevo los dedos de su mano izquierda a la braga y separándola del cuerpo, dijo:
Buscame el clítoris, chupalo y haz que me corra…necesito tu lengua en mi coño!!!!!!
Julio paso su lengua por los labios de tan apetitoso manjar, jugueteando con el vello pubico, hasta que encontró el precioso clitoris de Carmiña, dedicándose a masajearlo con su lengua, succionarlo y mordisquearlo mientras que la mujer aumentaba sus suspiros y acompañaba la chupada con el movimiento de su pelvis, cada vez con más ritmo hasta que las contracciones de su cuerpo le indicaron que el orgasmo se estaba produciendo, sintiendo sobre su boca una riada de jugos vaginales que él procedió a recoger y limpiar con su lengua.
Una vez más relajada, se besaron con pasión , disfrutando ambos del sabor de la corrida de la mujer.
Mientras Julio se desnudaba, en la alcoba, Carmiña paso al cuarto de baño para orinar, se sentó en el inodoro y un chorrito del dorado liquido empezó a caer, en ese momento entraba él para ducharse, al verla en esa postura, la beso susurrándola oído:
-¿Me vas a dejar que te limpie, cariño?
Ella se excito, pues sabía lo hábil que era Julio limpiándola el coño con su lengua después de haber orinado.
Cuando termino, él se agacho y paso su lengua por toda la vulva, recogiendo en su boca los restos de la corrida que habían dejado mojados los pelos que rodean y cubren sus labios vaginales. La sensación era muy gratificante y aún ahora, después de las horas pasadas, se estremece al recordarlo. Cuando quedo limpia, por el trabajo de la lengua varonil, ella se fue a desnudar, mientras Julio entraba en la ducha.
Recordaba todo esto mientras, interiormente realizaba ese acto de confesión ante su espejo. ¿Qué penitencia le habría impuesto el cura pajillero del colegio de Mondoñedo?-
Estaba cansada, entro en la ducha con Julio, el la cojio de la cintura y la puso contra la pared haciendo que se agachara poniendo su culo en pompa, el la azoto con fuerza unos de sus cachetes soltando un suspiro
-Ay.. Julio..
El se excito sonriendo y cojio su miembro metiendosela hasta el fondo dentro de sexo de Carmiña, ella gemió fuerte mientras Julio la embestia con fuerza sin parar ni un momento. Mientras la embestia cada vez com mas rapidez lpeandole el culo con fuerza al embestirla Julio cojio la manguera de la ducha la puso sobre su clitoris mientras la embestia con mucha fuerza y muy muy duro haciendo que se corra temblandole las piernas, al notar la corrida de Carmiña en su miembro caliente se corrió dentro de ella haciendo que gimiese de nuevo ella en un profundo orgasmo.
Fin. :$
Espero que les haya gustado enviarme comentarios me gustaria saber sus opiniones ya que es mi primer relato.^^