Tío Anacleto. ¡Que dura la tiene el maduro!

Mi formación sexual va avanzando lentamente, pero segura. Cada vez lo tengo mas claro, donde, cuando y con quien. Este relato es una etapa mas en esa formación sexual

Introducción

Me llamo María José, actualmente tengo 37 años.

Me case con 25 años con Juanma de 30 años, tras salir juntos 8 años, de los cuales 5 fueron de noviazgo oficial. Mi primera vez fue al segundo año de novios, con 22 años, con él. Solo había tenido relaciones con él, me parecían perfectas.

En mi boda alguien me dijo que llegaba al matrimonio con poca experiencia, que antes de casarme debía haber tenido relaciones con otros (u otras). No tarde ni un año en comprobarlo. Desde entonces comenzó una nueva etapa de aprendizaje en mi vida sexual.

El siguiente relato sucedió tres años después de casarme, hace nueve años.

¡Qué dura la tiene el maduro!

Eran las ocho de la tarde, de un lunes de septiembre, estaba en la cocina preparando la cena cuando sonó el timbre de la puerta.

-         Cariño, abre la puerta yo no puedo estoy ocupada – le dije a Juanma, mi marido.

Sentí como abría, y de pronto unos gritos de júbilo, salí para ver que sucedía, estaba abrazado a un hombre, al separarse de él, lo reconocí, era el tío de Juanma, Anacleto, la ultima vez que lo vi, fue tres años atrás en mi boda.

Anacleto era hermano de la madre de Juanma, se caso muy joven y marcho al extranjero, poco después enviudo. Era un hombre de unos 60 años, algo mas bajo que Juanma, pero mucho mas corpulento, si algo destacaba de su físico eran las manos y los dedos, exageradamente grandes.

Y ahora estaba allí.

-         Que haces aquí tío – dijo Juanma.

-         Tengo que resolver varios problemas y recordé que vivías por aquí – dijo.

Yo había quedado en un segundo plano, escuchando lo que decían.

-         ¿Dónde te alojas? – pregunto Juanma.

-         En un hotel, no muy lejos de aquí – contesto tío Anacleto.

-         Esta noche té quedas a cenar, pero mañana té trasladas a esta casa – dijo Juanma.

-         Solo estaré hasta el domingo – dijo tío Anacleto.

-         Es lo mismo, aquí tenemos una habitación de invitados, ¿Verdad que se puede quedar en la habitación de invitados? – se dirigió a mí.

No conteste, simplemente eleve los hombros en sentido de indiferencia, a tío Anacleto lo conocía poco, pero el tío de Juanma.

Aquella noche se quedo a cenar y al día siguiente se traslado a casa, ocupando la habitación de invitados.

El viernes, en la empresa donde trabajo se termina al medio día, estaba muy cansada y tenia de llegar y darme una ducha, ya dentro de la casa me quite la chaqueta y la blusa, me quite la falda, y me dirigí al baño, me quite el sujetador dejándolo a una lado, de pronto se abrió la puerta del baño, y salió tío Anacleto, totalmente desnudo, instintivamente mire a su polla, la tenia normal tal vez algo gorda; pero lo que más me impresiono fue lo oscura que la tenia, aunque no solo era la polla, todo sus genitales eran oscuros parecían implantados, no parecían suyos.

Tan absorta estaba en la visión de su polla que no caí que yo estaba medio desnuda.

-         Lo siento, no creí que volvieses tan pronto - dijo Anacleto.

-         Si los viernes salimos a las tres - dije dándome cuente de mi desnudez, intente taparme como pude.

Anacleto se dio la vuelta y se fue hacia su habitación, en ningún momento hizo nada por taparse, lo vi alejarse, era la primera vez que pensaba en él como hombre.

Volví a la realidad, me metí en la ducha, mientras me duchaba pensé en Anacleto, como seria hacerlo con él, sonreí, ese pensamiento me excito, termine de ducharme, sin vestirme salí al pasillo y me metí en mi habitación. Sentí la puerta de la habitación de Anacleto.

-         Pepi me marcho, voy a ver a unos amigos no se a la hora que vendré, ni tan siquiera sé si vendré – dijo.

-         Vale, se lo diré a Juanma – dije, habría salido pero estaba desnuda.

Como no tenía pensado salir por lo menos hasta que viniera Juanma, me puse fresca, unas braguitas y un camisón corto. Me prepare algo de comer, me senté en el sofá, puse las piernas sobre una silla, puse la televisión, estaba viéndola, debía estar tan absorta  que no me di cuenta que entro Anacleto, no dijo nada solo se sentó a mi lado, con sus manazas acaricio mis piernas, introdujo su manaza en mi entrepierna, y comenzó acariciarme el clítoris, introducía sus dedazos en mi vagina, estaba excitada, sentía mi coño muy húmedo, de pronto escuche un portazo, instintivamente me imagine que era Juanma. Y de pronto me desperté, estaba confusa, tenia mi mano debajo de mis bragas, me estaba masturbando, y no había ni rastro de Anacleto, todo había sido un sueño.

-         Cariño, que haces – dijo Juanma.

-         Nada, me acabo de despertar, tu tío ha dicho que no vendrá a dormir – dije.

-         Vale, ya le dije que debía buscar a sus antiguos amigos – dijo.

-         Ya que no esta aquí, podríamos… - dije.

-         Si después, ahora estoy cansado quiero ducharme - dijo.

-         Pero…

-         Si cariño luego hablamos – dijo Juanma.

Me quede sorprendida, llevábamos sin acostarnos casi un mes, y en la semana con la escusa de que estaba su tío, no podíamos hacerlo, y yo estaba muy caliente, y después de ver Anacleto desnudo y del sueño en el sofá necesitaba un hombre.

Juanma salió de la ducha, se tumbo en el sofá y unos minutos estaba dormido. Cuando se despertó.

-         ¿Cariño que harás de cena? – dijo Juanma.

-         ¿Qué te parece si salimos? – dije.

-         Perfecto, vamos a un restaurante – dijo Juanma.

Fuimos a cenar fuera y volvimos a la una de la noche, Anacleto no había vuelto, nos fuimos a la cama, tenia un calentón tremendo, intente pegarme a Juanma en la cama pero este se dio la vuelta.

-         Y si viene tío Anacleto y nos pilla haciéndolo – se excuso Juanma.

A las tres de la mañana, estaba tan caliente que tenia chorreando las bragas, me las quite y me dirigí al baño, en ese mismo instante se abrió la puerta del baño y allí estaba Anacleto, llevaba los pantalones en la mano y yo las bragas. Fueron unos segundos que parecieron horas, de pronto Anacleto me cogió en brazos como si fuese una pluma y me condujo a su habitación, me dejo caer sobre su cama, cerro la puerta y encendió la luz tenue de la lámpara de la mesita de noche, se acerco a mí introdujo su cabeza entre mis piernas, con sus dedos me separo los labios vaginales y uso su lengua para acariciar mi clítoris, estaba muy excitada, de pronto el se separo de mi, se quito la camisa, yo me incorpore, me puse de rodillas y le baje los calzones, dejando su falo libre delante de mi boca, estaba como hipnotizada por su polla oscura, acerque mi boca y lamí la punta de su polla, para seguidamente metérmela en la boca, me cogió de los pelos, al principio sentí cierto dolor, pero quedo minimizado por el placer de tener su tranca en mi boca. De un empujón me tiro sobre la cama, me subió el camisón por encima de mis tetas, puso su polla en la entrada de mi vagina, jugueteo acariciando mi clítoris y mis labios vaginales con su polla, se dejo caer, agarrándome las tetas, en el momento que me mordía un pezón sentí como su polla entraba, recorría mi vagina, sentía que ocupaba toda ella, hasta que sus testículos hacían de tope, y comenzó a empujar, a cada envestida el placer aumentaba, me estaba follando y a menos de cinco metros estaba mi marido. Estaba llegando al orgasmo, me faltaba poco cuando sentí que su polla escupía leche, se estaba corriendo, eso me excito tanto que alcance un orgasmo mucho mas intenso. Permaneció unos minutos sobre mí, agarrándome las tetas y con la polla en mi vagina, de pronto se separo, dejándose caer a un mi lado.

Me levante y me dirigí al baño, me lave el coño que rezumaba fluido y semen, me puse unas bragas nuevas. Volví a mi habitación, allí sin enterarse de nada estaba Juanma, poco después sentí la puerta del baño, supuse que seria Anacleto.

Cuando me desperté por la mañana, Juanma no estaba ya en la cama, lo escuche en el salón.

-         Tío Anacleto llegaste tarde ¿No? – dijo Juanma.

-         Si fue una noche movida – dijo Anacleto.

-         ¿Hubo folleteo? – dijo Juanma.

-         Si y no veas la hembra, estaba buenísima, y lo bueno que su marido ni se entero – dijo Anacleto.

Sonreí, el carbón de Anacleto se pavoneaba de haberse follado a la mujer de su interlocutor sin este sospecharlo.

Salí al salón tal como estaba.

-         ¡Pepi! Como se te ocurre salir así – dijo Juanma refiriéndose al camisón corto.

-         Que más da, hay confianza, ¿Verdad? Tío Anacleto – dije esto último con cierto retintín.

-         Yo creo que si – dijo Anacleto.

Mientras desayunábamos tío Anacleto no me quitaba la mirada, y mi marido sin enterarse de nada. Al finalizar el desayuno.

-         Juanma, te voy a dar una lista y vas al supermercado a comprar – dije.

-         ¿Me acompañas tío? – pregunto a Anacleto.

-         No puedo he quedado con los de anoche – dijo a la vez que le guiñaba un ojo a Juanma.

-         Comprendo – dijo Juanma.

Media hora después salían Juanma y Anacleto de la casa, y cinco minutos después volvía a entrar Anacleto.

-         He comprendido lo que querías – dijo Anacleto, acercándose a mí, subiéndome el camisón y manoseando mis pechos y mordiendo mis pezones.

-         Muy listo, vamos a la cama tenemos como mínimo un par de horas – dije.

Nos fuimos a la habitación, yo me desnude rápidamente, y ayude a Anacleto, cuando se quedo desnudo admire su polla, si la noche anterior me pareció impresionante a la luz del día lo era mucho mas, se la acaricie y chupe, sentía con su cuerpo se estremecía, cuando estaba lo suficientemente lubricada me separe, me tumbe en la cama con las piernas abiertas.

-         Cómeme el coño como anoche – dije.

No tuve que decírselo una segunda vez, enseguida tenia su cabeza entre mis piernas, y su lengua recorría mis labios vaginales, mi clítoris y la entrada a mi vagina, tan excitada estaba que perdí la noción del tiempo y el espacio, no supe el momento en que su polla entró en mi vagina, de pronto sentí un escalofrío, mi cuerpo tembló.

-         Si, si, si, ya, ya, ya me corro, me corro – dije entre gritos y gemidos, hasta llegar al orgasmo, un orgasmo explosivo.

Pero el no paro, sus testículos seguían golpeándome, y su polla recorría una y otra vez mi vagina, se dejo caer sobre mí.

-         ¡Quiero follarte el culo! – me dijo al oído.

-         Si, pero con esa tranca debes tener cuidado, me puedes partir – aquello me excito mas, aunque mi temor era real, su pollón en mi culo podía hacer estragos.

-         No te preocupes, lo lubricare bien, y cuando este dilatado te la meteré – dijo, haciendo que me diera la vuelta.

Me cogió por la cintura y tiro hacia arriba, haciendo que clavara la cabeza en la almohada, y levantase el culo. Me abrió un poco las piernas, cogió fluido de la vagina para comenzar a untarlo en el culo, metió su polla en la vagina desde atrás, para mantenerme excitada, mientras entraba y salía, echo saliva en mi ano para mayor lubricación, y con los dedos la fue restregando, haciendo que comenzara a dilatar, sentí como poco a poco iba metiendo sus dedos en mi culo, que poder tenia aquel viejo a sus casi 60 años, justo al meterme la polla en el culo, sentí algo de dolor para inmediatamente volver a tener un orgasmo. Con toda su polla metida en mi culo él seguía empujado, hasta que se corrió.

Al sacármela me sentía dolorida pero satisfecha.

Se marcho poco antes de que volviese Juanma, que me pillo en la ducha. Cuando salí Juanma quería marcha pero después de la sesión con Anacleto lo mejor era descansar del sexo.

Por la tarde, estaba en el sofá, mientras Juanma se duchaba y arreglaba para salir por la noche, Anacleto, se me acerco, comenzó a meterme mano por todos los sitios.

-         Mañana por la mañana me marcho – dijo.

-         Lo sé ¿Y? – dije.

-         Quisiera volverte a follar - dijo.

-         No se como lo vamos a hacer Juanma no se despegara de mí – dije.

-         No te preocupes de eso me encargo yo – dijo enigmáticamente

Mientras yo me cambiaba, Anacleto estuvo hablando con Juanma, y al salir ya lista para ir a cenar.

-         Sabes como es la ultima noche de tío Anacleto aquí nos invita a cenar – dijo Juanma.

-         Conocéis “Casa Manolo”, ese restaurante iba yo mucho hace años cuando estaba viviendo aquí, y después iremos a mi sitio preferido – dijo.

Como otras veces simplemente encogí los hombros, en señal de indiferencia. “Casa Manolo” era un restaurante normalito, pero su cocina era muy buena, tras la cena, fuimos a un club que conocía Anacleto, fue allí donde entre música y risas, Juanma termino casi desplomándose, con la ayuda de un camarero salimos del local. Fuimos a buscar el coche, podía haber conducido yo pero fue Anacleto quien condujo hasta casa, fue el mismo quien llevo a Juanma a la cama.

-         Y ahora que – dije.

-         No te preocupes, dormirá hasta por la mañana, el somnífero que le he dado es muy bueno – dijo Anacleto.

Entonces comprendí a lo que se refería al decir que el se encargaría.

Como la noche anterior me cogió en brazos y me llevo a su habitación, entre caricias nos desnudamos, el se sentó en la cama.

-         Cométela – dijo, señalándose la polla.

Fui a arrodillarme delante de él, pero me paro.

-         Así no, quiero comerte el coño a la misma vez – dijo tumbándose sobre la cama.

Sonreí, me subí encima, puse mis rodillas a los lados de su cabeza, él me cogió los muslos abriéndome mas las piernas para meter su boca en mi coño, su lengua hacia que gritase de placer, delante de mí tenia su polla tiesa, me agache la cogí con las dos manos, la acaricie, con la lengua lamí la punta de su polla, para terminar metiéndomela entera, como no era muy larga era capaz de introducírmela entra, pero al ser tan gorda, me dificultaba la respiración, comprendí que la forma que mas le excitaba era introducírmela en la boca despacio y sacarla rápidamente, mientras le manoseaba los testículos.

Sentí que estaba llegando al orgasmo así que acelere el ritmo, de pronto su polla comenzó a soltar leche, primero fueron tres chorros fuertes que me llegaron directamente a la garganta haciendo que me los tragara, y después dos chorros mas cortos que se quedaron en el paladar y la lengua, al alcanzar el orgasmo abr la boca y el semen cayo sobre su polla. Él se deslizó hacia arriba haciendo que el lugar que unos segundos antes ocupaba su boca lo ocupase su polla, quedando a mi espalda, me cogió de la cintura y tiro hacia abajo haciendo que quedase ensartada en su polla, fue una penetración perfecta me la metió entera, yo comencé a rebotar, esperaba que su polla después de la eyaculación se pusiera flácida pero no fue así, nuevamente me sorprendía su aguante, y nuevamente alcance otro orgasmo, yo estaba exhausta, había dejado de moverme, pero Anacleto seguía empujado, se sentó en la cama, y me hizo que me sentara encima de él, cara a cara, para el amarrarme las tetas y mordisquear los pezones, no se si estaba a punto de alcanzar un nuevo orgasmo o era el de antes, que aun me duraba, perdí la noción del tiempo, creo que me desmaye, cuando me desperté estaba a un lado de Anacleto, este estaba totalmente dormido, con las piernas fuera dela cama, sentía toda la zona del coño dolorida, me levante, recogí mis ropas me dirigí al baño, me lave bien sin dejar rastro de lo sucedido a excepción de del dolor.

Me puse el camisón y unas bragas nuevas y me metí en la cama, junto a Juanma. Cuando me desperté Juanma ya no estaba, salí al salón y no había nadie mire el reloj eran cerca de las doce del medio día, poco después llegaba Juanma.

-         Ya te has despertado, no te has despedido de tío Anacleto – dijo.

-         ¿Ya se ha ido? – dije sorprendida.

-         Si serian las nueve cuando fuimos al aeropuerto – dijo Juanma.

-         ¿Por qué no me despertaste? – pregunte.

-         Fue tío Anacleto quien dijo que te dejase dormir, que anoche no fui el único que pillo – dijo Juanma, refiriéndose a su borrachera.

Pensé, claro tu pillaste una cogorza, con el somnífero y la bebida, mientras que lo que yo pille fue un pollon.

-         Si tienes razón, no recuerdo muy bien lo que sucedió – dije.

-         La bebida, ves a mi no me ha dejado resaca – dijo Juanma.

Y a mí tampoco me había dejado resaca, eso sí un cierto regustillo en la entrepierna.

-         Bueno, espero que lo haya pasado bien – dije, sabia para mí que era una pregunta retórica, claro que lo había pasado bien.

-         Seguro me ha dicho que no tardara en volver, y le he dicho que aquí estaríamos, a ti no te importa ¿verdad? – dijo Juanma.

-         No claro que no, es un viejecito simpático – dije sonriendo.

Tío Anacleto, volvió en algunas ocasiones, incluso alguna vez vino con algunos amigos suyos. Pero son otras historias.