Tio alberto (2)

Todos en la batidora

Cuando llegamos a mi casa fue cuando empecé a sentirme en mi elemento. Sin pasar del salón le dije.

-Bien, ahora vas a demostrarme cómo sabes mamarla, no tienes que tocarla con las manos. Pero antes desnúdate.

Eso no le costó mucho, pues apenas llevaba dos prendas. Se arrodilló ante mí y me bajó los pantalones. Sin usar para nada las manos, una de las cuales tenía ocupada en masajearse el clítoris, se puso a mamármela con total entusiasmo, y la verdad es que no lo hacía mal, estaba claro que se había comido muchas pollas.

-¡Chupa puta! ¡Chupa! Pero no me voy a correr.

-¡Joder, pues yo sí! –Dijo sacándosela de la boca.

-Venga, vamos a la cama.

-Y allí me haces lo que quieras.

Se tumbó sobre la cama y siguió jugando con su sexo mientras yo me desnudaba del todo.

-Te tengo que pedir dos cosas –Me dijo-, una que dejes esa ventana abierta, siempre hay la posibilidad de que alguien nos vea y sabes que eso me pone.

-¿Y la otra?

-Que si puedes grabar lo que hagamos en vídeo, luego lo cuelgo en Internet y me masturbo  sin tregua imaginando a los tíos haciéndose una paja mientras nos miran.

-¡Vaya! Un tanto exhibicionista sí eres. Menos que a mí también me gusta ese morbo. Fíjate que te lo iba a pedir yo. Espera, tengo la cámara preparada, siempre la tengo.

-¿Grabas a todas las que te follas?

-A las que se dejan.

-¡Qué divertido! ¡Me encantas!

Tenía la cámara en el trípode, de forma que no tuve más que encuadrarla.

-¿Así que quieres cosas nuevas?

-Sí.

Busqué en la mesilla de noche unas cintas que siempre tenía preparadas al efecto, la até las manos al cabecero de la cama y también las piernas: era joven y ágil y podía hacerlo; bien separadas.

-¿Alguna vez te la han metido por el culo?

-No. Y tú no pensarás hacerlo, con ese pedazo de polla me destrozarías. Mejor en el coño.

-Claro que voy a hacerlo. Al principio puede que te duela un poco; poco porque voy a ponerme crema lubricante; pero luego verás como te encanta.

La embadurné bien el culo y mi polla con crema a tal efecto y se la fui metiendo poco a poco. Al principio su gesto era expectante, pero pronto empezó a gustarle.

-¡Despacio! ¡Sólo la punta!

-Claro, hasta que me pidas más.

Con otra mano la masajeaba le clítoris mientras mi polla jugaba en la entrada de su culo.

-¡Ah! ¡Me gusta! ¡Métela más!

Lo hice, y ya no esperé a que me lo pidiera más, sino que lentamente se la metí hasta el fondo y empecé a bombear.

-¡Sí! ¡Síii! ¡Dale! ¡Qué delicia! ¡Fóllame el culoooo!

-¿A que te gusta, putita?

-¡Síi! ¡Mucho! ¡Ya sólo quiero que me follen por el culo! ¡Siempre por el culo! ¡Me corrooooo!

-¡Yo también cerda! ¡Te voy a llenar el culo de leche!

Nos corrimos al tiempo y quedamos desmadejados sobre la cama. Ella ya ni siquiera se tocaba el chocho. Al ratito me dijo:

-¿Por qué nadie me había dicho antes que esto de que te la metieran por el culo era tan delicioso?

-Pues porque eres muy joven y ni tú ni tus amigos tenéis suficiente experiencia.

-¡Pues lo tengo que contar! ¿Se ha grabado todo?

Me levanté a ver. La cámara se había apagado al quedarse sin batería, así que no sabía lo que habría llegado a grabar.

-Pues no lo sé, esto se quedó sin batería, y hasta que la recargue no puedo ver hasta donde grabó.

-¡Jo! Pues yo tengo que contarlo. Ahora mismo llamo a mi amiga, la camarera del pub para decírselo. Dame el móvil que está en mi bolso.

Fui a buscárselo y se lo entregué. Al mismo tiempo que ella marcaba sonó el mío, cosa harto extraña siendo casi las cuatro de la madrugada. Era Nayara.

-Dime, lo primero como llamas a estas horas.

-Perdona si te he despertado, pero mi marido está fuera, estoy cachonda, y he pensado si podía ir a tu casa.

Como la otra estaba contándole a la amiga, con todo lujo de detalles, lo que había pasado, salí del dormitorio para que nos entendiéramos todos.

-Pues mira –Le dije a Nayara-, no, no me has despertado. Como me rechazaste encontré a una jovencita que sí quería follar conmigo y está aquí.

-¡Oh! ¿Y no podría sumarme? Aunque si es jovencita sé que no podré competir con ella. ¡Pero es que estoy tan cachonda!

-Pues espera, se lo preguntaré a ver qué dice.

Volví al dormitorio y le dije a Isabel:

-Tengo a una amiga al teléfono que quieres sumarse a la fiesta. ¿Qué le digo?

-Pues yo tengo a Patricia, la camarera que has conocido, que quiere lo mismo. ¿Qué le digo?

-¡Hostias! ¡Que yo no doy para tantas!

-Patricia –Le habló al teléfono-. ¿Tú puedes traerte a algún amigo?... Bueno, vale, si va a estar para cuando Jose se agote… Venga, apunta la dirección… Dile a tu amiga que venga si quiere –Dijo dirigiéndose a mí.

Yo le dije a Nayara:

-Dice que vengas si quieres, pero aquí te puedes encontrar con una orgía del copón.

-Mejor, estoy para que me la metan por todos lados. Voy para allá.

-¡Joder la que acabamos de liar! –Le dije a Isabel.

-Todo perfecto. A ver quién es más hábil para disfrutar.

Tres cuartos de hora más tarde la casa parecía una posada: Isabel, Nayara, Patricia, el amigo que Patricia había traído, de unos 26 años y llamado Alfonso, y yo. Alivió un tanto la tensión del momento el que Isabel y yo estuviésemos ya desnudos, y mis palabras:

-¡Ah! Se me olvidó deciros que para entrar hay que dejar la ropa en el recibidor.

No tardaron en estar todos en pelotas. Lo que ocurrió a continuación fue curioso: Alfonso se lanzó a por Nayara, e Isabel y Patricia vinieron a por mí, diciendo la primera:

-Patricia cariño, dile que te la meta por el culo. ¡Verás que gustazo da!

-¡Que me la meta por donde quiera, pero que me la meta ya! ¡Estoy que chorreo!

Alfonso había puesto a Nayara con las manos apoyadas en la cama y se la había introducido sin preámbulos. Yo le dije a Patricia:

-Te voy a follar por el culo, pero mientras tú tienes que comerle el coño a Isabel.

-¡Sí, sí! ¡Lo que sea! ¡Pero hacedme algo ya!

-Isabel, ponle el coño en la boca. Y tú levanta las piernas.

Ya la había lubricado y se la metí con menos miramientos que a la otra. Igual empezó a gemir de gusto. Nayara también gemía, pero no sé si por el gusto que le daba el joven o de vernos a nosotros.

-¡Que ganas de polla tenía! –Balbuceó Patricia.

-¿A que está rico por el culo? –Preguntó Isabel.

-Una delicia, ¡síiii!

-Pues yo voy a pajearme mirando, porque no estás tú para andar chupando bien mi coño.

-¿Y tú que tal Nayara? –Pregunté yo.

-Bien, estaba muy caliente. Y esperando que este joven se decida a darme por el culo a ver si es tan rico como ellas dicen.

-¿¡No me jodas que no lo has probado a tus años!?

-Pues no, pero lo voy a probar hoy -El jovencito se había corrido y se había ido a sentar, exhausto, en la butaca descalzadora-.Aunque Alfonso parece que no da para más. Amigo, tienes una buena polla, pero no follas bien.

-Mujer, deja que se recupere un poco.

-Sí, pero cuando esté listo que se folle a una de las niñas. Yo te quiero a ti.

-¡Uf! Patricia, ya no aguanto más. ¡Voy a correrme!

-¡Sí, sí! ¡Dentro de mí! ¡Y yo la segunda vez! ¡Vamos juntos!

Quedamos todos tirados por donde pudimos, las menos satisfechas Isabel y Nayara, aunque aquella ya había tenido antes su ración. Por eso, y porque me apetecía después de tanto tiempo tras ella, me acerqué a su lado. Estaban las tres en la cama, ella en un extremo, y me senté en un cojín, en el suelo, a su lado. Me puse a acariciarle todo el cuerpo dejando su sexo para el final. Un sexo que me encantaba, con el bello bien recortadito, pero existente, no como el coñito pelado de las jóvenes. Supongo que los gustos también son cuestión de la edad.

-¿Sabes? Tenía muchas ganas de tenerte así –Dije.

-Y yo, pero no me atrevía. Pero he decidido pasar de todo, me gusta como te lo montas aquí.

-No creas que siempre es igual, hoy ha sido una excepción.

-Haremos que no lo sea.

-Niña, voy a comerte el coño, estoy otra vez cachondo.

-¡Sí, sí! ¡Chúpamelo!

Me metí entre sus muslos y empecé a lamer poniendo en juego toda mi experiencia de donde les gusta a las mujeres. Al momento estaba dando auténticos berridos de placer.

-¡Ay por Dios que gusto! ¡Me corro viva! ¡Joder qué bien!

Ni que decir tiene que, animados por el espectáculo, los tres jóvenes se habían enzarzado entre ellos, y los gemidos de las chicas se mezclaban con los de Nayara, que al tener el orgasmo dio una salto en la cama que casi nos tira a todos. Pero no se calmó, sino que me pidió:

-¡Por el culo! ¡Fóllame por el culo, por favor!

… Eran las nueve de la mañana cuando, poco a poco, todos se fueron. Isabel antes de irse me dijo:

-Mira a ver que se ha grabado y me lo mandas, Te envío mi correo a tu móvil.

FIN

(Del colectivo. Individualmente puede que haya más)