Tinder, Lugo y el amor
Una ejecutiva de publicidad es enviada a Lugo desde su Barcelona natal, en la ciudad gallega no conoce a nadie
Juan y yo nos separamos después de cinco años de relación.
La verdad es que aquello no era gran cosa. Nos conocimos y prácticamente nos fuimos a la cama por que no teníamos nada mejor a mano ninguno de los dos en esos días. Follamos durante una temporada por realmente no molestarnos en buscar a otra persona y acabamos conviviendo por pura inercia y falta de interés de complicarnos la vida.
Aunque al principio el sexo entre los dos era salvaje, constante y muy satisfactorio. En pocas semanas habíamos practicado todas las modalidades de sexo, no dejamos nada para más adelante. Con el tiempo el furor se apago y a partir del tercer o cuarto mes la cosa decayó gravemente. Me imagino que otra pareja se hubiese preocupado por lo que pasaba, pero nosotros lo tomamos como algo normal y fruto de la convivencia y seguimos hacia delante.
Volvimos a tener una llama de sexualidad cuando nos mudamos juntos, esa primera semana fue un no parar de follar. Lo hicimos en todos los rincones de la casa y en todas las posturas y agujeros posibles. No era raro que me cogiese en la cocina y me penetrase el culo o que yo me lo encontrase afeitándose y me la metiese en la boca sin mediar palabra.
De nuevo el hastió volvió a nuestra relación.
Pasaron lo años y aunque nuestra amistad fue en aumento, nuestra vida sexual seguía siendo de esas de a polvo por semana, a veces uno cada dos semanas. Nada del otro mundo.
Mi nombre es Magdalena, tengo 38 años y soy alta ejecutiva en una empresa de publicidad en Barcelona.
Tal y como mi vida personal era un autentico sopor, mi vida profesional era tan intensa como un golpe de adrenalina. No había día que no pasase algo interesante, vibrante o estresante. Para mucho aquello sería un no vivir, para mi era la sal de la vida que mi otra vida no me daba.
Llevábamos más de tres semanas mi equipo y yo acabando de trabajar sobre las 4 de la mañana, teníamos una campaña que presentar y todo el tiempo era poco. Aquella noche era distinta al resto de las noches pasadas, estábamos a punto de terminar el proyecto y eso no solo representaba un alivio para todos sino que una satisfacción por el deber cumplido.
Eran las tres y media de la mañana cuando todo el equipo se fue retirando después de tomarnos nuestras acostumbradas botellas de champan. Después de mucho beber, en el salón solo quedábamos Miguel, mi jefe directo, director general y marido de la hija del dueño de la empresa. Miguel había bebido un par de copas de más, por encima de los que había bebido el resto aunque a pesar de sus ojos chispeantes la bebida no le había subido demasiado, yo a su lado me inclinaba sobre mi mesa para recoger mis ultimas cosas antes de irme yo también a casa. Una mano noté que subía por el interior de mi pierna ya bien pasado la línea imaginaria que marcaria mi falta. Me quedé helada, Miguel siempre me había parecido un hombre atractivo, de hecho al principio de nuestras carreras profesionales, antes de estar casada con Malena, su mujer, tuvimos un par de rollos, pero estaba casado y encima con la hija del jefe supremo. No dije nada.
Miguel subió su mano hasta la goma inferior de mi braga. Jugó con ella metiendo su dedo entre ella y mi piel, seguía sin decir nada, seguí sin mirarle, seguí sin pensar en nada, pero mi respiración se aceleró. Cerré los ojos.
El dedo pasó la frontera de la goma y poco a poco fue llegando a mi raja. No dije nada, simplemente abrí un poco mis piernas. El dedo se introdujo en ella y empezó a moverse dulcemente dentro de mi coño. Hacia mucho que no follaba, si entendemos por follar lo que hacen los que se desean y yo esa noche me sentía deseada. Jadeaba.
Estaba a punto de correrme cuando Miguel se puso en pie. Casi me muero de gusto cuando de un tirón rompió mis bragas y sin darme la vuelta me penetró de un solo golpe. Definitivamente ahí me corrí. Hacía tiempo que necesitaba tener una buena polla entre mi piernas y ahí mismo la tenía. Miguel tenía la polla más dura y larga de lo que recordaba y vive dios que la usaba tal y como yo llevaba esperando 10 minutos.
Miguel desde atrás sacó mis tetas de mi camisa y apretándome los pezones me folló con dureza. Despues de más de 15 minutos de tormento, no se cortó un pelo y se corrió dentro de mi coño.
Volví a casa en estado de shock, tenía casi olvidado lo que era un polvo, pero sobre todo tenía olvidado lo que era un polvo clandestino.
Llegué a casa donde Juan descansaba, me metí en el baño sin hacer ruido, y un poco a la checa me lavé el coño. Me puse un pijama y me metí en la cama. Hacia ya años que no nos dábamos un beso antes de dormir.
La mañana en la ofi fue una cosa extraña, ver a Miguel circulando por ahí como si nada había pasado. Ver aún sobre mi mesa marcadas el sudor de mis dos manos que ayer había apoyado mientras me perforaba el coño me hacía subir el pulso. En fin, me pasé cardiaca todo el día.
Se acercaba la hora de irme, cuando llegó un sms a mi móvil – mañana AVE a Madrid 9:30, reunión con Alfa, Comida con Maxxx y reunión con Bwwts, necesito que vengas conmigo – era un mensaje de Miguel. Realmente no eran raros ese tipo de mensajes, pero después de lo pasado la noche anterior no se me pasaba por la cabeza que al insensato se lo hubiera ocurrido organizar un viaje.
Volví a casa, cene ligero con Juan, nos metimos en la cama y cuando se acercó cogiéndome una teta con intención de descargar, le rechace con la manida excusa del dolor de cabeza.
En Sants nos encontramos tanto Miguel, como Raquel, la directora de cuentas de Alfa y Maxxx. La verdad es que no me esperaba que fuésemos acompañados, pero bueno en realidad era lo más lógico.
El viaje no tuvo ningún hecho relevante, al igual que la reunión con Alfa y la comida con Maxxx. En principio la reunión a Bwwwts era la importante, el mayor contrato en juego, pero ante nuestra decepción media hora antes de la hora acordada nos llamaron para intentar cambiarla para el día siguiente. Típica tiranía de las empresas contratantes que ni se plantean que alguien se ha hecho 600 km para ir a verle y volver al día siguiente significarían 1200 km más aparte de perder parte del día o el día entero. Tomando un café discutimos nuestras posibilidades, Raquel debía volver pues además de no tener mayor interés con la empresa, tenía cosas en Barna. Miguel y yo decidimos quedarnos por lo que pedimos a la oficina que nos reservasen dos habitaciones y nos mandasen un mail con los datos.
Pasamos un momento por el corte ingles a comprar muda y nos fuimos a un restaurante cercano al hotel a comer algo. La cena fue muy agradable, hablamos de todo menos de lo nuestro. Nos tomamos una copa, el bar de hotel y antes de las 12 de la noche estaba a cuatro patas recibiendo su dura polla en mi muy excitado coño. Follamos hasta pasadas las cuatro, no le pregunté la razón, pero me follaba como si su tiempo se acabase. Por mi parte gemí, me retorcí, chupé, lamí, ofrecí, gocé. Hice un pequeño master de recuperación de lo mucho perdido durante esos años con Juan. Le di la bienvenida al día con una mamada en toda regla para reclamar la última leche de la ya sobre la usada polla de mi jefe.
Volvimos a Barcelona después de firmar el esperado contrato. De Sants a la oficina y antes de recoger cuando todo el mundo se había ido ya a casa, Miguel me volvió a hacerme sentir mujer sobre la mesa de mi oficina.
Juan ni se dio cuenta que llevábamos meses sin follar, ni debió ni sospechar que ni siquiera una vez a la semana le buscaba para ser montada y desquitarme también de la falta de sexo. El lo intentaba a veces pero lo cortaba y no insistía. Con Miguel follaba un par de veces por semana, generalmente en la oficina cuando todo el mundo se había ido o nos organizábamos un viaje y disfrutábamos de nuestros cuerpos sin barreras ni ataduras en la cama de un hotel.
La tormenta llegó un día después de comer, Malena, la mujer de Miguel, le estaba montándole un escandalo de no te menees en medio de la oficina.
- Quiero saber quien es esa puta – gritaba ella
- Cálmate cielo – le decía su marido.
- Ni cielo ni pollas, quiero saber quien es la guarra que se ha estado follando a mi marido.
- Cielo, no es el lugar
- Yo diré donde es el lugar
- Por favor
- Ni por favor ni hostias cabrón de los huevos - dijo dando un portazo que reventó una puerta de cristal.
Nos quedamos todos boquiabiertos y por supuesto eso fue la comidilla del grupo. Nadie sabia a quien se estaba follando Miguel, pero estaba claro que a alguien. Si Malena, la dulce Malena montaba semejante pollo es que algo pasaba.
Por mi parte pensé que la tormenta había pasado viendo que la mujer de mi amante no sabía mi nombre. Llegue a casa cansada y un poco nerviosa. Juan me esperaba con una cena y una botella de vino recién abierta.
La cena fue super amena, Juan estaba simpático, atento ingenioso, la verdad es que tenía mucha suerte, no podía negarlo.
Cuando acabamos de cenar y después de haber encendido un cigarrillo Juan me puso delante de mi cara la pantalla de su móvil donde se veía una impresión de pantalla del mío, en el podía leer el nombre de Miguel y frases como; no puedo esperar a que se vayan estos y me revientes a pollazos o ayer me empalaste de lo lindo o me gusta salir de la oficina con tu lefa cayéndome de las piernas – realmente aquello tenía poco excusa.
- ¿por que? - me dijo con cara de pena.
- Lo siento – conteste
- Pero ¿por que?
- No lo sé – y lloré.
Estuvimos hablando, ni siquiera discutiendo, toda la noche, Juan me confeso su amor, me pidió perdón por cosas que ni siquiera eran culpa suya, se ofreció a apoyarme, yo no me disculpé simplemente y en mi interior me arrepentí de haber sido así.
Ni lo dejamos ni no lo dejamos, sencillamente lo dejamos en stand by. Era obvio que ni por edad ni por pasta podíamos irnos cada uno a un piso o a casa de sus padres, pero cada uno empezó a dormir en camas separadas.
La vida dio un giro radical. Juan y yo empezamos a hacer más cosas en común; museos, cines, teatros, cenas gourmet, confidencias hasta que un día y después de un par de meses suavemente hicimos el amor en el sofá de casa.
Empezamos a follar de nuevo como conejos jurándonos amor eterno entre orgasmo y orgasmo. Miguel y esos dos meses de barbecho habían logrado retomar una relación que yo creía perdida.
En unos meses podíamos decir que era feliz en mi relación, en mi trabajo y en mi vida.
Llegue a la oficina el lunes a las 9 de la mañana.
- Pasa por la oficina de Miguel en cuanto llegues – me dijo mi secretaria.
Allí me fui.
- Magda pasa. Tenemos un problema – yo me horrorice.
- ¿qué tipo de problema?
- Malena sabe que fuiste tu.
- ¿cómo?
- Que mi mujer sabe que la zorra que se acostaba con su marido eras tu.
- Joder
- No sabes la que se ha montado este fin de semana en casa. Malena pretendía despedirte esta mañana.
- ¿Y?, ¿lo negarías?
- Claro que lo negué, pero lo que no pude negar fue el video del guardia de seguridad que nos grabaron follando en mi coche en el parking de la oficina y que no se como coño lo logró.
- ¿Y que va a pasar?, pero lo tiene
- Pues su padre se ha apiadado de ti por lo años que llevas aquí, además de que el viejo me echa la culpa a mi.
- ¿Y?
- Y básicamente te ofrece dos alternativas. O irte un año a la oficina en Lugo que vamos a abrir a dirigirla, quizás dos, con la idea de volver como te digo en uno o dos años o a la calle.
- ¿a la calle?
- A la calle.
- Joder, déjame que piense.
Salí del despacho blanca. Hay que ser idiota, me había jugado mi carrera por unos polvos y ahora lo tenia que pagar.
Me pasé el día entero hablando con contactos estudiando las posibilidades de encontrar trabajo en otras empresas, pero en plena crisis la cosa estaba jodida. Al finalizar la semana y viendo el panorama de verme en la calle no tuve más remedio que dar el OK a Lugo.
Pensándolo fríamente la cosa no era para tanto. Juan era funcionario y se podía pedir una excedencia, a mi me pagaban piso y viajes, nuestro piso no tendríamos ni que alquilarlo y en uno o dos años nos podíamos volver.
Le comenté a Juan que me destinaban uno o dos años a Lugo a abrir una oficina y que quería que se viniese conmigo.
Aquella noche me sodomizó como hacia años que no lo hacía. Nos corrimos los dos entre jadeos y dormimos abrazados.
La verdad es que follamos un montón las semanas previas a nuestra marcha. Estaba disfrutando un montón con Juan, hasta que un día después del último polvo le pregunté.
- Bueno, ¿y cuando es tu ultimo día? – le dije aún sudada y jadeando
- Mira Magdalena, he decido no ir.
- ¿Perdona?
- Eso, no voy a ir contigo a Lugo
- ¿Y cuando lo decidiste?
- Básicamente cuando me lo propusiste.
- ¿Y eso?
- Eso es que no me puedo ir con una zorra como tu, no me puedo ir con una mujer que me es infiel con su jefe y luego actúa como si nada hubiera pasado
- ¿Y este tiempo?
- Este tiempo ha sido para que te dieses cuenta de lo que ibas a perder por zorra. He de reconocer que he follado como en mi vida, pero no he follado más que con una puta, que es lo que eres – me quedé perpleja, pensé que todo se había arreglado, que todo había vuelto a empezar, empezar mejor que antes.
- Pero…
- No hay peros, él día que te vayas será el ultimo día que nos veamos.
No pude dormir ni esa noche ni las siguientes. La cosa sencillamente se acabó. Juan no estaba en casa el día que la abandone y conduje todo el camino desde Barcelona a Lugo con lagrimas en los ojos pensando lo idiota que había sido.
Lugo es una ciudad preciosa, fría y preciosa. Pequeña, provinciana y lluviosa.
Para nuestra empresa estaba todo por hacer, solo había un par de becarios y yo, y desde luego cero clientes. Me la habían jugado bien.
El piso era muy coqueto, techos altos, vigas vistas, bien situado. Muy bonito y romántico, pero desde luego le iba a dar muy poco juego sin conocer a nadie como no conocía y teniendo solo acceso a gente muy joven como era la que trabajaba conmigo.
Mi rutina era la misma, horas y horas de oficina, llegar tarde a casa, cena de microondas, un poco de tele y a la cama.
Al principio no me podía quitar de la cabeza a Juan, realmente le amaba, pero aquello se acabó y empecé a trabajar el olvidarle, y ese trabajo consistía en trabajar como una negra y quitar mi cabeza de él..
A bote pronto mis únicas oportunidades de sexo serían que Miguel se acercase por la filial a ver como iba todo, pero ya me había adelantado que su mujer se lo tenía terminantemente prohibido.
Mi vida sexual era nula, en dos meses allí no había salido ni una vez, no había conocido a nadie ni tenía la más mínima idea de cómo iba a lograr mover un poco la cadera en los siguientes dos años.
Todo empezó a cambiar cuando un día a la salida del cine, a donde por supuesto fui sola, coincidí con una chica de mi edad, no se de que empezamos a hablar pero el caso es que unos minutos después estábamos en un bar tomándonos unas tapas y bebiéndonos unas Estrellas de Galicia. Bárbara era la delegada de una empresa farmacéutica en Galicia, en unas semanas volvía a Madrid pero en síntesis había pasado lo que yo pasaba ahora. La mandaron a una ciudad en la que no conocía a nadie y donde lo tenia muy jodido para conocer a alguien.
- pues ya ves chica. Roche me mandó aquí sin conocer a nadie y nada de nada, no sabes lo que tardé en echar el primer polvo.
- Pues ya me contaras por que yo llevo a palo seco desde que llegue y no veo visos de que la cosa vaya a mejorar.
- Ja ja ja, tu aun no has conocido la tecnología
- Vibradores, no te creas estoy tentada.
- No mujer, vibradores también, pero yo te hablo de tinder.
- ¿y que es eso?
- Eso es una aplicación para ligar.
- ¿tipo meetic?
- Bueno distinto, la idea es igual, pero aquí la gente va al grano. Mas a follar, nada de buscar pareja, además como es para el móvil la cosa te geo localizas los que tienes cerca.
- No fastidies.
- Lo que yo te diga
- ¿Y como funciona?
- Pues es sencillo, veo si hay alguna persona con la app cerca y que tenga las características que busco, si me gusta y le gusto, a follar. Poco más.
- Increíble
- Más increíbles es que el 100 metros a la redonda hay 23 tíos con la app, y si cambio la configuración y digo que busco una tía, y ojo, soy tía, aparecerán unas cuantas.
- No me digas que te van las tías – le dije sorprendida.
- Bueno, una a peleado en muchas batallas, desde que tengo este cacharro no sabes lo que corre por mi cabeza.
La verdad es que estaba muy a gusto con Bárbara y con la confianza que se dan dos desconocidas que no tienen otra cosa que hacer nos fuimos a tomar unas copas. Al principio fuimos a un par de pubs donde nos contamos nuestras vidas de pe a pa. A las 5 de la mañana entrabamos en una discoteca ya con más de dos copas de más encima. No sé si era el tiempo que llevaba sin follar, la conversación de Bárbara, el que me fuese relatando cuanto folláble había en cada sitio que íbamos o las copas pero cada hora que pasaba la chica me parecía más sexy y sensual. Bailamos como locas, nos dimos piquitos, dimos la nota, nos reímos un montón y cuando las luces se encendieron nuestros cuerpos pedían más.
No podría describir que pasó pero cuando me di cuenta estaba en una habitación extraña sin pantalones ni bragas con las piernas abiertas y con Bárbara comiéndome el conejo.
Toda la vida había oído decir aquello de que una mujer masturbaba y le comía el coño a otra mujer mejor de lo que cualquier hombre podría hacer. No se si eso es así en el 100% de los casos, pero desde luego en mi caso y remontándome al instituto nadie me había comido el parrus como esta mujer ni nadie me masturbaría como Bárbara a lo largo de la noche.
Creo que para ser mi primera mujer a mi casi 40 años me porte como una bestia sexual, le di lo que recibí de ella y vimos el amanecer juntas envueltas en orgasmo tras orgasmo. Fue bastante curioso verme a cuatro patas con alguien con tetas manejando un vibrador que me partía el coño en dos. Fue una noche maravillosa.
Dormimos hasta bien entrado el mediodía. Era curioso verme desnuda en la cama con una desconocida que me tocaba los pechos poco a poco, con suavidad.
- ¿Te traes muchas chicas? – le pregunté
- Creo que eres la cuarta en dos años, y desde luego la primera sin tinder – sonrió
- Me alegra haber venido. Gracias por traerme
- Gracias por venir – me dijo y me beso dulcemente en los labios.
Pedimos una pizza y unas cervezas y estando aun desnudas tiradas viendo la tele le pedí que me enseñase como funcionaba el programa de marras. Bárbara cogió su móvil y empezó a mostrarme el funcionamiento.
Estuvimos enredando un rato y para cuando llegue a la conclusión que el lunes cambiaba mi viejo iphone 4 por un 6, Bárbara ataco.
- Magda. ¿Te apetece probarlo?
- ¿El que?
- La app
- ¿Y como?
- 15 tíos en 100 metros de esta casa la tienen activada. ¿Quieres ver como viene uno perdiendo el culo?
- Y ese uno ¿para ti o para mi?
- ¡¡Para las dos!!
Efectivamente entre las dos elegimos al mas buenorro, contactamos con él, le propusimos un trio y tres minutos después sonaba el telefonillo.
No sé que me dio más morbo, o el ser follada por un desconocido así de improvisto, el saberme observada por Barbada mientras me tomaban, ver a Barbara ser deslomada a pollazos o hacer un 69 con mi nueva amiga a la vista de un perfecto desconocido.
Llegue a casa muerta al día siguiente después de recuperar en clases aceleradas todo el sexo que no había tenido en los últimos meses. Nuestro invitado nos folló hasta la hora de cenar y a partir de esa hora en la que el chico tuvo que irse nos tuvimos que bastar ella y yo.
Lo primero que hice el lunes en la oficina fue pedir a movistar un iphone 6s. Tardaron dos días, los más largos de los últimos años. En cuánto llegó a mi dejé todo y me puse a actualizar la información y finalmente instalar la app deseada.
Al principio era una especie de enfermedad, iba en un taxi y veía la gente que la tenía, entraba en un restaurante y hacia lo mismo y veía los follables ante los que me encontraba.
He de confesar que desde ese momento y a falta de otras actividades lúdicas follé como una condenada. Realmente no paraba, era fuera del trabajo lo único que hacía, incluso en ocasiones quedaba a la hora de comer con un desconocido con la clara intención de ser montada y olvidada.
Me jodió un poco que Bárbara fuese trasladada a Madrid. Desde ese momento volvía a no conocer a nadie en la ciudad. Bueno a nadie no es exacto, por que con el paso de los meses empecé a reconocer caras de chicos que incluso me saludaban a mi paso. Todos habían pasado por entre mis piernas.
La agencia empezaba a tirar. Habíamos conseguido buenas cuentas y hasta habíamos ganado un par de premios, por cierto, 147 asistentes a la ceremonia tenían cuenta en tinder. Sinceramente debía de estar contenta, pero me sentía sola y recordaba demasiado a Juan.
Por consejo de Bárbara, con la que aún mantengo contacto me metí en el chat de Terra, no sé si es el mejor o peor, pero fue el que me aconsejó. La cosa desde luego no era como Tinder, pero mataba con ello las horas. Poco a poco y con el paso de las semanas iba haciendo un grupo de amigos y era ya algunos las personas con las que hablaba todas la semanas.
El tinder seguía dando juego, en cierta ocasión después de visitar la catedral del Santiago y en un rato que tenía libre antes de entrar a hablar con una empresa de la ciudad, se me ocurrió mirar en la app sentada en las escaleras de la catedral. 74 hombres estaban en la plaza o cerca de ella con sus teléfonos en guardia.
Tecleé uno, Antonio, 43. El tío un cañón, me comenta que se ha dejado el cacharro encendido, subdirector del Hostal de los Reyes Católicos. Le propongo,
- tengo una hora libre si quieres follamo,s sino, adiós
- espera un segundo – espero – ve al hostal de los reyes católicos, recepción, pide la llave de la 403, te están esperando. Espérame allí y estoy contigo en 10 minutos.
Y joder si estuvo conmigo, bueno más bien dentro de mi pues aunque no tuvo que molestarse en desnudarme, entró como un trueno en la elegante habitación quitándose la ropa según andaba y para cuando estaba al lado mía sencillamente me la metió.
Follamos como locos, el bufaba yo gritaba de placer. Me penetró hasta el fondo sin piedad, se corrió en mi cara después de 25 minutos de duros embistes. Le di un pico, le besé en la boca, me metí en el baño, me duche y cuando salí ya no estaba. Así era tinder.
Llevaba ya casi un año en Lugo cuando en mi vida virtual entro Juan Luis, bosquimano para el chat, ósea bosquimano como Nick. El chico era muy majo, de Valencia, separado, culto, simpático y muy atento conmigo.
Lo que empezó como una conversación intranscendente con el paso de los meses empezó a ser uno de mis mayores contactos de chat y con el paso del tiempo se había convertido en mi confidente y la persona con la que mayor contacto tenía a través de este sistema de comunicación
Juan Luis era de Valencia, me contó un poco su vida. Dejo a su mujer por infiel, era funcionario y mil y una cosa más. Yo le conté poco a poco mi vida. Nuestras conversaciones pasaban desde política, cultura hasta como suele ocurrir en estos casos, sexo.
Al principio le conté bien poco, pero con el paso del tiempo y sabiendo que este chico ni siquiera conocía mi cara fui abriéndome.
Empecé contándole como había pedido la virginidad, mis primeros escarceos en coches, mi primera mamada, mi primer polvo con un desconocido y así hasta llegar al estudiante que me había follado la noche anterior.
Juan Luis me hablaba de sus follaamigas, de cómo no le había costado nada volver a follar en cuento dejo a su mujer, de lo que le gustaba el sexo imaginativo y las fantasías que le iban surgiendo, algo que yo celebraba masturbándome imaginándome inmersa en esas escenas que tan descriptivamente me narraba Juan Luis.
Las conversaciones semanales pasaron a conversaciones cada dos días y de estas pasamos a hablar todos los días. Hubo días incluso en las que echaba a patadas al último que me había montado para poder hablar con Juan Luis pues se pasaba la hora de nuestra hora acostumbrada.
El trabajo iba realmente bien seguíamos subiendo como la espuma y en Barcelona ya empezaban a comentar la necesidad de retronarme a casa una vez que la hija del jefe había asimilado que tenía un cabrón de marido y en el fondo yo era solo una victima. Llevaba en Lugo año y medio y sinceramente aunque echaba mucho de menos mi vida en la ciudad condal, en Galicia no tenía un minuto libre.
- ¿que es lo que más te pondría hacer a nivel sexual? – me preguntó Juan Luis en una conversación.
- Pues no se.
- Venga dime.
- Ummmm, Me pondría mucho que me follasen sin saber quien me folla.
- ¿y como lo harías?
- Bueno, no sé, me imagino que quedaría con alguien por un anuncio y le esperaría desnuda, no sé, atada, supongo, con los ojos tapados seguro… en fin, no tengo ni idea. ¿Qué se te ocurrirá a ti?
- Pues no se, yo soy mucho más de preguntar que de pensar.
- No seas pillín, eres un volcán imaginativo.
- Me sonrojas.
- En serio, dime, ¿cómo lo harías?
- Pues no sé. Si yo fuese el que pudiese proponerlo, me imagino que pediría que me esperases desnuda, expuesta, con los ojos cerrados.
- Si, ¿pero donde?
- En tu casa, por supuesto.
- ¿Y como entras?
- Pues te pediría que dejases las llaves debajo del felpudo.
- ¿Y después?
- Pues te ataría, y no sé ya en ese momento es un tema de imaginación.
- Joder como me pone pensarlo. Me has puesto realmente caliente.
- Pues Magda, cuidado que te conozco, cada vez que me has dicho eso te has pasado cabalgando toda la noche.
- Lo siento, llevo un tiempo con las hormonas saltantes.
- En fin, te tengo que dejar, tengo visita.
- Ay pillín, ¿qué iras a hacer?
- Poca cosa, es una reunión de vecinos que se celebra en mi casa
- Que pesados, cuando vivía en Barcelona mis vecinos siempre hacían las reuniones en casa de alguno, menudo coñazo.
Me quedé pensando todo aquello que me había comentado. Cogí el móvil y abrir tinder.
Pase un par de tíos y finalmente me fije en un musculitos. Le marque, esperé, me marcó, chateamos:
- ¿quieres un polvo rápido?
- Si me das media hora y luego no me largas hasta las 10 de la noche soy todo tuyo.
- Hasta las 10, ¿y eso?
- Es que a las 11 he quedado con mi novia y no quiero estar tirado en la calle sin hacer nada.
- Ok, mi dirección es Paseo de Ermantiños 12, 4º, te dejo la llave debajo del felpudo, búscate la vida para entrar en el portal.
Me puse un te, me repasé los pelos del pubis, deje tres vibradores y un plug a la vista y me puse a cuatro patas tocándome muy suavemente el clítoris.
Nunca había hecho lo de la llave, la verdad es que me ponía mucho la idea de que alguien llegase y me follase sin posibilidad por mi parte de rechazarle, lo había hecho antes, pero esta vez me ponía por alguna razón mas.
Esta a cuatro patas con mi cara metida en la almohada, el chico se acercó a la cama, puso su mano en mi culo desnuda y con su dedo corazón fue abriéndose paso hasta mi coño rozando mi ojete. Me separó un poco las piernas y haciéndose sitio empezó a sobar mi clítoris con la palma de su mano. Era más que evidente que el chico sabía tratar a una perra como yo y así me estaba haciendo sentir. Suspiraba mordiendo la almohada cuando me introdujo uno de los vibradores en mi coño. El chico empezó un fuerte mete saca que provocó que mi espalda se arquease y mi cabeza se levantase dando un largo y profundo suspiro. No nos dirigimos la palabra hasta que me corrí como una loca.
- follame cabrón, follame de una puta vez. ¿a que coño has venido a joderme o que?
El chico no hizo nada, simplemente se puso de rodillas detrás mía, se bajó los pantalones y poco a poco fue metiendo su polla en mi encharcado coño y agarrándome de mis caderas empezó a darme lo mío.
Durante dos horas follamos sin volver a dirigimos la palabra, jodimos en todas las posiciones imaginables. El chico aguantaba y yo estaba cachonda. Todo acabó con una larga corrida en mi cara después de chupársela durante más de media hora. El chico miró el reloj, puso los ojos como platos y salió corriendo hacia el baño. Casi ni se despidió al salir. Así eran mis polvos de tinder.
Estaba currando cuando mi cliente de chat de mi ordenador se iluminó. Abrí el programa y vi un mensaje de Juan Luis
- Como veo que no te has atrevido a hacer lo del antifaz, te propongo algo – lo leí y me quede pensativa. La verdad es que Juan Luis había sido de gran ayuda durante todos estos meses, he de reconocer que me había puesto mucho, pero me resistía a verlo y me sospechaba que me lo iba a proponer. Me ponía pero verlo rompería el hechizo, algo que por otro lado debía de producirse en algún momento, primero por que no nos vamos a pasar toda la vida así y segundo por que en Barcelona retomaré mi vida y ahí no iba, sinceramente, a tener el tiempo para él que ahora le puedo ofrecer.
- Dime
- Tengo que ir a Ferrol, tengo una reunión.
- Si
- Bueno, deja que sea yo quien te conceda la fantasía del antifaz
- No sé Juan Luis, déjame pensarlo.
Esa noche no me conecté.
El resto de la semana agradecí que Juan Luis no insistiese, yo pasé de puntillas por el tema.
El sábado no me apetecía sexo, simplemente me metí en el cine. Joder con la película, no dejaron de follar en toda la película, salí de la sala cardiaca.
Llegué a casa jadeando, encendí mi portátil y conteste a Juan Luis.
- Aquí te espero – y cerré el ordenador.
Pasé el día dando vueltas por la casa. Cada 10 minutos abría el ordenador para ver si Juan Luis había contestado. Esa noche no contestó.
Me desperté pronto para volver a ver el chat, Juan Luis seguía mudo y así siguió durante una semana hasta que el viernes por la tarde a punto de cerrar e irme a casa entró un mensaje.
- domingo a las 8 de la noche. Quiero que me esperes desnuda, a cuatro patas en la cama y con los ojos tapados, me tienes que dejar la llave debajo del felpudo. Te darás cuenta cuando yo haya llegado. Seré puntual.
El cabrón iba a seguir a pies juntillas el plan que me propuso y que de alguna manera ya había utilizado yo antes con otro chico. Mis bragas se mojaron.
La verdad es que no sabía que hacer. Había quedado el sábado para un revolcón pero sencillamente iba a anularlo pues la idea de ser follada de manera anónima me excitaba en demasía y quería estar fresca para la velada.
Pase el sábado especialmente nerviosa, en más de una ocasión intuí la idea de coger uno de los vibradores y apagar mi fuego, pero deseché la idea pensando en la que estaba por llegar.
El domingo me levanté temprano. Arregle la casa, comí ligero, vi un poco la tele y acabe leyendo un libro hasta que la alarma del reloj me aviso de que solo faltaba media hora. A carreras me metí en la ducha, volví a repasar el pelo de mi coño por tercera vez en el fin de semana. Me perfumé, saque mi arsenal sexual, la mayor parte de los elementos de él comprados por indicación de Juan Luis.
Mire el reloj, las 19:57 me puse el antifaz robado de iberia, suspiré y me puse a cuatro patas.
Oí claramente como por las escaleras la puerta de portal se abrió, habían pasado solo dos minutos pero para mi parecieron horas, suspiré. Oí la puerta de mi casa abrirse, mi bello se erizó. Unos pasos recorrieron la casa, los pasos entraron en mi habitación. Él estaba ahí. Una bolsa se posó en el suelo, una cremallera se abrió. Unos pasos. Juan Luis cogió mi muñeca y me la llevó hacia la espalda, la acomodó a la altura de mi cadera, cogió la otra muñeca repitiendo el gesto. Unas frías esposas se cerraron en ellas dejando mis manos maniatadas. Suspire. Algo se engancho en uno de mis tobillos, la operación se repitió con el segundo. Pasó un segundo. Un fuerte tirón separaron mis piernas haciendo a mi tronco caer. Quedé tumbada en la cama con las piernas totalmente abiertas y mi coño y culo totalmente expuestos.
Pasaron un minuto en los que Juan Luis claramente se estaba desnudando. Un gel frio fue esparcido por mi ano, un maravilloso masajeo lo estimulo durante largos minutos hasta que un dedo empezó poco a poco a estimularlo. Solté el primer de muchos jadeos de la noche. El chico sabía bien como dilatar un culo, eso estaba claro. Siempre había disfrutado un montón del sexo anal, pero me daba la impresión que esa noche la cosa iba a ser superior. Grite de placer cuando una polla de goma de tamaño considerable y que obviamente no era mía rompió mi ano sin ningún tipo de compasión. Juan Luis se colocó de rodillas enfrente mía y lavantandome la cabeza introdujo su gorda polla en mi boca mientras con la mano no cesaba con el movimiento del consolador gigante. Era extremadamente excitante, tanto que me corrí analmente en poco minutos intentando no dejar de mamar esa exquisita polla que me recordaba por su sabor a alguna ya chupada antes. Era imposible.
Juan Luis me desató de la postura en la que estaba y me volvió a atar en otra que dejaba mi cuerpo en forma de huevo con el culo y coño a su disposición. Sin ningún miramiento introdujo en el agujero donde antes había estado el consolador un plug anal como nunca antes lo había sentido. Sin pausa metió su polla en mi coño y con movimientos secos, lentos y profundos empezó a follar el objeto de diversión de la mitad de los solteros anónimos de Lugo de los últimos 18 meses. Perdí la noción del tiempo y casi la conciencia durante la maravillosa follada que me estaba brindando. Me corría una y otra vez. Aullaba una y otra vez. Sacó su polla sin previo aviso y sin haberse corrido. Me volvió a dar la vuelta, pasó mis manos por debajo de mi tronco ya las ató a una barra a la que también ató mis tobillos. Por tercera vez estaba expuesta a su polla y por tercera vez estaba deseosa de ser penetrada. De nuevo a su disposición.
No lo hizo, supongo que para reponer fuerzas o hacer que su polla se tranquilizase, embutió su cabeza entre mis piernas y empezó a lamer mi ano y coño. Pasaba la lengua de una manera muy agradable alrededor de mi ano aun invadido por el plug. Yo volvía a suspirar por el placer hasta que de un tirón sacó la pieza de goma de mi culo. Una mezcla de dolor y placer me invadieron. Siguió lamiendo mi zona de placer hasta que me corrí en su boca. Dejó sin hablarme que me repusiera. Cinco minutos después ya tenía su polla invadiendo mi muy dilatado culo y a punto de moririme de placer. Ni puta idea que había tomado pero desde luego la cosa era buena. Muy buena. El tío aguantaba sin inmutarse y a mi me mataba a cada golpe de cadera.
Debían de ser casi las doce, a juzgar por que oí a los vecinos irse a la cama cuando Juan Luis sacó apresuradamente su polla de mi culo y girándose sobre mi descargo su esposo néctar en mi cara.
Estaba en éxtasis y ansiosa por ver su cara. Oía su respiración acelerada, solo había emitido un sonido gutural mientras se corría y según se iba recomponiendo se iba vistiendo.
Le oí vestirse, recoger las cosas. Me soltó de la barra y me susurró al oído
- no te muevas – aquella voz me era familiar.
Me quedé sola, desnuda e indefensa cuando oí la puerta de mi casa cerrarse procedí a levantarme.
Juan Luis se había ido sin ni siquiera presentarse, o más bien despedirse pues a partir de ese día nunca más volvió a contestar a mis mensajes.
Era evidente que Juan, mi ex Juan, tenía siempre una forma muy suya de cortar las relaciones.