Timoteo

Si existe una cosa en el mundo que no le gusta a Timoteo son las tormentas eléctricas, esa noche busca refugio en el cuarto de sus padre y lo que ve lo hace pensar que no podrá dormir nunca más en la vida.

Timoteo

Timoteo tiene seis años, ojos verdes y cabello cobrizo rizado. Los helados, jugar a la pelota con su hermano mayor Benjamín y los dinosaurios son sus cosas favoritas en el mundo. Su madre le ha prohibido los helados porque son muy dulces y Timoteo no entiende como pueden prohibir algo por ser muy dulce. Últimamente no juega a la pelota muy a menudo porque Benjamín está todo el tiempo ocupado en su habitación haciendo cosas de adultos con su novia Rita; por lo que de lo único que lo que puede disfrutar plenamente es de los dinosaurios. Existen también, otras cosas que Timoteo no le gustan tanto, como las tormentas eléctricas, en ese justo momento resuena un trueno y Timoteo se encoje debajo de su sabana, tiembla de miedo, pero se dice que después de todo, ya tiene seis años, su padre le dijo el día de su cumpleaños que ya era todo un hombre y un hombre no le tiene miedo a un simple trueno, el cielo se ilumina y una milésima de segundo mas tarde se escucha el endemoniado sonido que hace que Timoteo casi se orine en la cama. Mitad temblando y mitad lleno de coraje sale de la cama y corre todo el camino hasta la habitación de sus padres, la puerta esta entreabierta y Timoteo escucha a Benjamín reírse, se pregunta si los truenos también lo ha despertado, se agacha y gatea metiendo la cabeza por la puerta, quiere sorprenderlos y quizás su madre le prepare un chocolate caliente que tanto lo reconforta, pero lo que ve lo sorprende y es la sorpresa y quizás, la curiosidad que no lo dejan moverse. Benjamín y su madre están desnudos en la cama, el corazón se le acelera porque Benjamín tan parecido a él, con el cabello cobrizo y ojos acaramelados, esta en medio de las piernas de su madre ¿examinándola? Su madre gime y eso preocupa a Timoteo, ¿está ella bien? ¿Está enferma?

— ¡No pares, justo ahí! ¡SI! ¡Dios!—Timoteo se pregunta si están jugando, de algún modo el quiere participar, pero algo le dice que no es la clase de juegos que compartirían con el, entonces observa porque es todo lo que puede hacer, sabe que después de lo que ha visto no podrá dormir nunca más en su vida. Ve a Benjamín levantarse y su madre protesta, camina hacia el armario y saca una caja negra y pequeña, de inmediato Timoteo lo recuerda, hace unos meses estuvo a punto de abrir esa misma caja y le valió un castigo de dos días completos, Benjamín saca un tubo extraño y unas ¿esposas? Si, esposas como las de los polis de la tele, esposa las manos de su madre al espaldar de la cama y deposita las llaves en la mesita contigua, la hace levantar las piernas y su madre queda completamente expuesta y a diferencia de las veces que Timoteo irrumpe mientras se baña, no chilla de vergüenza, por el contrario, parece gustarle que su hermano mayor la vea desnuda.  Benjamín comienza a darle besos y Timoteo no recuerda haber sido besado nunca en esos lugares, ni siquiera cuando era un bebé de un mes de nacido, aunque Timoteo no recuerda nada de aquel tiempo. Su madre sigue gimiendo y él se pregunta si le están doliendo los besos de su hermano, parece que no porque lo incita a seguir, Timoteo siente un leve cosquilleo en la panza y le resulta agradable, Benjamín toma el tubo ¿es un tubo realmente?  No parece ser hueco, pero no importa, porque lo introduce con fuerza en el lugar privado de mamá y deja a Timoteo con la boca abierta, el desconcierto dura poco, porque su hermano lo saca y lo mete, una y otra vez y su madre parece disfrutarlo, el cosquilleo aumenta y Timoteo siente una urgencia por tocarse, justo ahí, en su zona privada, finalmente su madre deja escapar un grito y parece que se ha desmayado, de nuevo su corazón se acelera ante el miedo ¿la ha matado? Benjamín se inclina y le da un beso en la boca esta levanta la cabeza y lo besa de vuelta, Benjamín toma su pene y Timoteo no puede ver que hace pero comienza a mover primero despacio y luego mas rápido, de atrás hacia adelante, sin poderse contener su manito se adentra en sus pantalones siente un alivio al tocarse pero a la vez se siente maravillosamente bien, es incluso mejor que el helado piensa desesperadamente, ahora es Benjamín el que gime y su propia respiración esta acelerada, los movimientos del hermano mayor se hacen mas erráticos y también lo hace la manito de Timoteo, continua tocándose, escucha un grito amortiguado y siente unas terribles ganas de orinar que no puede soportar, gatea y se sienta con la espalda pegada a la pared contraria, piensa en todo lo que ha visto y el sentimiento de vergüenza no lo abandona, tal vez sea mejor regresar hasta su habitación, de nuevo no tiene mucho tiempo de pensar porque la voz de Benjamín asustado rompe el silencio.

— ¿Tim? ¿Qué que haces aquí?—Se detiene— ¿Qué has visto?—Pregunta e incluso Timoteo con seis años puede sentir el miedo en su voz.