Tigresa blanca

-Venga, tía, no te hagas la ofendida. Me llamaste para echar un polvo. Hace tiempo que me tienes ganas. No lo negó. -¿Y tu amigo a qué viene? Le respondió Toni. -Yo soy maricón y vine para romperte el culo.

Este relato lo escribí con los datos que el me dio el marido. Espero que os guste.

Su nombre de guerra era Tigresa Blanca. No llegaba a los 40 años. Era alta, rubia, de pelo corto, con buenas tetas, anchas caderas y un culazo. Era una folladora incansable. A Pepe, su marido, le gustaba mirar como se exhibía delante de los hombres, y como no, mirar como la follaban, pero ese día, mientras Pepe trabajaba,Tigresa Blanca, había decidido ir por libre y echar un polvo salvaje con su sobrino Juan, que vivía en la casa de enfrente y al que había llamado con el pretexto que le cambiase una bombilla.

Juan era un yogurín de diecisiete años , delgadito, alto, de ojos negros. Entrando en casa con un amigo, le dijo:

-Este es mi amigo Toni y le llaman El Eléctrico.

Pensó que lo del polvo se le había complicado.

-No hacía falta un electricista para cambiar una bombilla.

Toni, un joven de diecinueve años, rubio de ojos azules, alto, con cuerpo de gimnasio, se puso a su espalda, la besó en el cuello, y le dijo:

-No soy electricista, soy eléctrico, y no cambio bombillas, fundo plomos y hago cortocircuitos.

Tigresa Blanca se hizo la decente.

-¡¿No vendríais a violarme?!

Juan, que sabía lo puta que era su tía, le dijo:

-Venga, tía, no te hagas la ofendida. Me llamaste para echar un polvo. Hace tiempo que me tienes ganas.

No lo negó.

-¿Y tu amigo a qué viene?

Le respondió Toni.

-Yo soy maricón y vine a romperte el culo.

Tigresa Blanca era muy puta, y las putas no disimulan mucho.

-Eso ya es otra cosa, pero llegáis tarde, ya lo tengo todo roto.

Tigresa Blanca, giró la cabeza para besar a Toni, pero el joven le hizo la cobra. Sólo besaba a hombres. Juan se acercó a Tigresa Blanca, le metió un morreó, y después le preguntó:

-¿Dónde quieres que te ponga el coño como un bebedero de patos?

Les agarró a los dos las vergas por encima del pantalón, y notó que había grosor.

-Mucha lengua tenéis, pájaros, a ver si no acabáis saliendo de mi alcoba a gatas. Esperar aquí que voy a hacer la cama. No me gusta que nadie vea..., lo que no debe de ver.

Toni, le dijo:

-Si la vamos a dejar como una cuadra...

-Es igual, lo primero es lo primero.

Tigresa Blanca se fue al dormitorio y al ratito les dijo desde allí:

-Venid.

Juan y Toni fueron al dormitorio y vieron a Tigresa Blanca,desnuda, con sus grandes tetas coronadas por enormes areolas rosadas, unos pezones gordos de punta y su coño rodeado de vello negro. Juan, le dijo:

-¡Joder cómo estás, tía! ¡Tienes un polvazo!

-Tigresa Blanca, llamarme Tigresa Blanca.

Toni, también tenía algo que decir.

-Te llamo como quieras pero te voy a dejar el culo como un pozo de aros.

Toni y juan se desnudaron. A Tigresa Blanca le encantaba ver los huevos colgando, y aquellos huevos, grandes como los de gallina, colgaban que daba gusto verlos.

Juan se acercó a la cama, se puso en cuclillas, le abrió las piernas y comenzó a comerle el coño. Tigresa Blanca se echó hacia atrás, cerró los ojos y echó las manos a las tetas. Toni le pasó la polla por los labios, Tigresa Blanca abrió la boca, y magreando sus tetas y mamándole a Toni la polla y los huevos, se centró para tener así su primer orgasmo. Juan, que le daba bien a la lengua, la cogió por la cintura y lamió desde el periné al clítoris, metiendo por el camino la punta de su lengua en el ojete y en el coño. A los diez o doce minutos, cuando Juan le hizo con la lengua el torbellino sobre el clítoris, que ya estaba fuera del capuchón, subiendo la pelvis, le dijo Tigresa Blanca:

-¡¡Me coooooorro!!

Al acabar de correrse, Juan, y Toni se desnudaron.

Tigresa Blanca no necesitó tiempo para descansar. Le agarró la polla a Juan y le comenzó a hacer una mamada como se la había hecho a Toni. Besando, chupando y lamiendo las pelotas. Lamiendo desde a base al glande, lamiendo y chupando el frenillo, la coronilla y mamándola entera con su garganta profunda. Toni se la estaba pelando. Juan estaba en la gloria, pero a Tigresa Blanca no le apetecía tragar en ese momento. Su coño necesitaba aquella verga dentro de él, y su culo, su culo también quería su dosis.

Se puso boca abajo sobre la cama, y les dijo:

-¡Follarme cómo si se fuese a acabar el mundo!

Toni la puso a cuatro patas, le acercó la polla a la entrada del coño, y nalgueándola, le dijo:

-¡Empuja, Tigresa!

-Blanca.

-¡Negra te vamos a poner!

Tigresa Blanca empujaba con su culo, pero Toni, retiraba la polla.

-¡Empuja!

Volvió a empujar y le hizo lo mismo, después le frotó la polla contra los labios del coño, contra el clítoris y por la entrada de la vagina. Tigresa Blanca se moría por meterla, pero no se la daba.... Al rato, Toni, le puso la polla en la entrada del ojete, y le volvió a decir:

-¡Empuja!

Tigresa Blanca (pensando que se la iba a volver a retirar) empujo con fuerza. La polla entró en su culo casi hasta la mitad. Un gemido de satisfacción salió de la garganta de la mujer. Toni se echó hacia atrás con la polla dentro del culo y quedó boca arriba sobre la cama con la mujer de espaldas sobre él. Tigresa Blanca tenía el coño mojado y abierto, a tiro para que Juan se la clavase, y Juan se la clavó.

Le dieron caña como si en realidad se fuese a acabar el mundo, o sea, le dieron duro y a toda hostia. Tigresa Blanca comió a besos a Juan, hasta que no pudo más.

-¡Me voy a correr otra vez!

Juan y Toni pararon de clavarla. Tigresa Blanca comenzó a mover el culo hacia atrás, hacia delante y hacia los lados cada vez más aprisa... Acabó gritando:

-¡¡¡Me cooooooooooorro!!!

Tigresa Blanca, jadeando, sacudiéndose y temblando, se corrió como una perra. Juan y Toni le llenaron el coño y el culo de leche.

Aún no se acabara Juan de correr y sintió como lo llamaba su hermana María. Tuvieron que dejarlo por ese día.

Al irse Juan y Toni, Tigresa Blanca, insaciable, se abrió de piernas, cerró los ojos y comenzó a hacerse un dedo pensando en María, la hermana de Juan, una jovencita aún por estrenar.

Poco después, se estaba frotando Tigresa Blanca, cuando entró en la habitación Pepe, su marido. Detrás de él venía María. Ni se inmutaron al verla masturbándose. Pepe, le dijo:

-María estaba a punto de llamar a la puerta. Me dijo que venía a continuar lo que empezó su hermano y Toni. ¿Qué pasó en mi ausencia?

-Déjate de preguntas.

Tigresa Blanca se levantó de la cama. Fue junto a María. Era mucho más alta que ella. La besó, la cogió en brazos y la llevó a la cama.

María era una jovencita muy delgada, con pequeñas tetas y culito redondo. La ropa encima le duró menos de lo que dura un caramelo a la puerta de un colegio, Pepe, al ver a aquella preciosidad desnuda, se empalmó, y le dijo a Tigresa Blanca.

-¿Y yo que hago?

-Mirar.

-¡No jodas!

-Sí, yo voy a ser la que joda, tú no. No voy a permitir que la desvirgues.

María, le dijo a Tigresa Blanca:

-Déjalo, mujer, total, algún día tengo que perder la virginidad.

-¡No! Si quieres dejar de ser virgen te desvirgo yo.

Tigresa Blanca le comió la boca a María, luego fue a por las tetas, unas tetas que después de lamer y chupar sus pezones y rosadas areolas, metía enteras en la boca y chupaba en su totalidad. Cuando bajó y le lamió el coño una par de veces, María comenzó a temblar y de su pequeño y casi sin vello coño salió un chorro de jugo que mojó la cara de Tigresa Blanca, los otros chorros ya la mujer puso su lengua para ir tragando. María se corrió como una bendita. Sus gemidos eran tan dulces que erizaban la piel. Pepe se levantó de la silla donde se había sentado y como Tigresa Blanca estaba con el culo levantado, se subió a la cama y le lamió el culo y el coño. Al acabar de correrse María, Tigresa Blanca, le dijo a Pepe:

-¿Quieres desvirgarla?

-Quiero.

Le preguntó a María:

-¿Quieres que te desvirgue?

-Quiero.

-Desnúdate y échate boca arriba en la cama, Pepe.

Pepe hizo lo que le dijo.

-Sube encima de él, María.

María subió encima de Pepe. Tigresa Blanca le cogió la polla a su marido y se la puso en la entrada del coño.

-Vete metiéndola tú, María.

María tenía el coño empapado, pero la polla le entraba muy apretada. Se quejaba, le lloraban los ojos, y mordía el labio inferior, pero la seguía metiendo. A Tigresa Blanca la excitaban los quejidos de dolor. Se metió dos dedos en el coño y comenzó a masturbarse. Cuando la polla llegó al fondo del coño, María se echó sobre Pepe. Tigresa Blanca, le dijo:

-Levanta la cabeza.

María levantó la cabeza. Tigresa Blanca, masturbándose con dos dedos, le puso el coño en la boca, y le preguntó:

-¿Quieres beber mujer, preciosa?

-Sí.

Tigresa Blanca aceleró el mete saca de sus dedos y se corrió en la boca de María. La excitación de la joven hizo que le comenzase el hormigueo en los pies y que luego su coño apretase la polla de Pepe y se corriese sobre ella. Pepe, tuvo que quitar la polla a toda hostia, pues también se comenzó a correr.

Ahora quien llamaba a María era su madre.

En fin, ya conocéis algo de Tigresa Blanca, pero lo que sabéis es sólo la punta del iceberg, según me dijo su marido después cfe leer el relato.

Quique.