Tienes que contárselo a Jose (Cadela, capítulo II)
La trama se complica. Lucía y Merche parece que tienen otros planes que la propia Candela desconoce.
-¿Y qué vas a hacer ahora?
-A estas alturas Jose ya debe saber que me he acostado con ellos y debe estar atando cabos. Nuestro polvazo de anoche está justificado con el pollo que le monté primero así que solo tengo que preocuparme de lo de Lucía y Nacho. Yo no pienso sacarle el tema así que le toca mover ficha a él.
-¿Qué crees que va a hacer?
-No tengo ni puta idea. No sé por qué podría querer que me acostara con su amiga y su marido. O, bueno sí, sí que lo sé. Así podrá proponerme hacer otras cosas a las que ya me resultará un poco más difícil negarme.
-Por lo que me has contado, ya no tienes intención de negarte a nada –interrumpí.
-Pero no se lo pienso poner fácil, Merche. Por mucho que yo haya descubierto lo desinhibida que puedo llegar a ser, se supone que él no lo sabe. De manera que nuestros polvos seguirán siendo los de siempre hasta que, para intentar convencerme de hacer otras cosas, no le quede otra que sacar el tema. Y dudo que encuentre la manera de hacerlo porque sabe que, en cuanto lo haga, tendrá que darme explicaciones –sonrió. Cogió su copa y le dio un trago-. Lo cierto es que, ahora mismo, puedo hacer con él lo que me de la gana.
Ocurrió hace unos días. Mi amiga Candela había quedado con Lucía, la mejor amiga de su marido, para tomar café y ésta empezó a contarle una historia que, al final, terminaba proponiendo que, ellas dos, se lo montaran con Nacho, el marido de Lucía a espaldas de Jose, su marido. Candela descubrió en la forma en que Lucía decía las cosas que Jose podía estar detrás de toda la trama y, cabreada por la puñalada que acababa de sentir en el corazón, decidió vengarse montándoselo finalmente con ellos.
Se lo pasó tan bien que quiso más y, cuando llegó a su casa, montó una discusión tonta que pudiera dar pie a un polvo de reconciliación con el que seguir descubriendo cosas que, como era de esperar, terminaron por llegar. Esa noche folló en el balcón de su casa por primera vez, a la vista de la calle, y, también por primera vez, no tuvo reparos en pensar en la polla de otro mientras follaba con su marido. Tan pocos reparos tuvo que no le importó que la grabara en video mientras que lo decía en voz alta.
Al día siguiente vino a casa a contármelo. Estaba confusa. Sentía rabia y gratitud al mismo tiempo y necesitaba contar la historia en voz alta para aceptarla y empezar a reordenar la nueva situación que se había creado. Después del café y un par de copas, parecía estar más centrada. Eso de que era jose quién tenía que dar explicaciones era una verdad como un templo, salvo que realmente no lo supiera.
-¿Estás segura del todo? Mira que estás dando por hecho que tu marido sabe la historia pero, si realmente no la sabe, eres tú quién tendrá que darle explicaciones. Tú y también Lucía…
-Esa frase era de Jose. Es único jugando con las palabras y las reconozco a leguas. Además, dudo mucho que Lucía fuera capaz de traicionarle de esta manera, son como hermanos.
-Vale, pero imagina que no lo sabe y que quiere hablarte del polvo que echasteis anoche. ¿Cómo se lo explicas? ¿Cómo le dices que, ahora, te gustan los balcones y hablar de las pollas de otros?
-Ese es el menor de mis problemas. Si fuera verdad que no lo sabe y pregunta, basta con decirle que me dio un calentón muy gordo. Seguramente querrá volver a repetir a ver si puede sacarme al balcón o si me atrevo con cualquier otra cosa que se le ocurra. Si pasa, seré yo quien vaya midiendo los tiempos para convertir en habituales las nuevas locuras.
-Ya, pero… Imagina que no lo sabe, que tú sigues con tu rollo y que, un día, se entera porque Lucia se lo cuenta. ¿Entonces qué?
-Entonces le contaré que lo que ha pasado ha servido para abrirme fronteras y que me apetece que vayamos probando todas esas fantasías de las que siempre me ha hablado. Que estoy tan profundamente arrepentida de haberle engañado que podrá hacerme lo que quiera… Vamos… Que tendremos bronca al principio pero que terminaremos de nuevo en el balcón.
-¿Y si hace como que no lo sabe?
-Me basta con sonsacarle y terminaré por darme cuenta. Jose no sabe mentirme.
Terminamos de echar la tarde hablando de todo un poco, la cosa se había quedado en que le tocaba mover ficha a Jose y que, hiciera lo que hiciera, lo tenía todo previsto. Pero la cosa se complicó cuando, al día siguiente, recibí un WhatsApp de Lucía en el que me decía que teníamos que hablar. Antes de responderle le envié otro mensaje a Candela contándole el que acababa de recibir.
-Queda con ella a ver qué te cuenta e intenta sonsacarle todo lo que puedas.
-Eso lo tengo claro pero, ¿Qué quieres que oculte?
-Ni una palabra de que sospechamos que Jose está detrás de todo. A ver si lo suelta ella.
Lucía y yo cenamos juntas anoche. Como las dos terminábamos tarde de trabajar le propuse pedirnos una pizza y cenar mientras hablábamos del tema y le pareció buena idea.
-¿Qué? ¿Qué te ha contado?
-Que se le han abierto las puertas del paraíso y que quiere probarlo todo… Y que sabe que Jose está en el ajo.
-Lo sabemos. Viendo el video Jose se lo vio en la cara.
-¿Por eso se sigue haciendo el longui?
-Sí. Está tratando de ganar tiempo mientras piensa en cuál va a ser su siguiente paso.
-Candela está igual. Convencida de que Jose lo sabe, pero cauta. A la espera de nuevos acontecimientos.
-Pues hay que hacerle creer que Jose no sabe nada. Así sabremos hasta dónde es capaz de llegar actuando a sus espaldas. Voy a volver a llamarla y le voy a proponer otro trio en casa. Un trio con sorpresa…
-¿Qué sorpresa?
-Un amigo de Nacho.
-¡¿Qué dices?!
-Lo que oyes. Después de follarnos a Lucía, Nacho ha aceptado probar a meter un hombre también en la cama a ver qué tal le sienta verme follar con otro. Y, para joderle y espabilarlo, como él eligió a la chica yo he elegido al chico. Pero hemos acordado que, para la primera vez, tenemos que estar los cuatro, que de momento tiene que haber, al menos, tantas pollas como coños, pero no más.
-Con lo que tu bukkake se aplaza para…
-A este ritmo yo creo que en un par de meses me deja que lo organice.
-¿Y tú crees que Candela se va a prestar a eso de la orgía?
-Si acepta repetir el trio y viene a casa, no podrá parar cuando estemos follando y le diga que viene alguien más. Seguramente hasta le guste la idea.
-¿Lo sabe Jose?
-Si.
-¿Y qué dice?
-Que si luego echan un polvo como el del otro día, la vuelve a sacar al balcón e invita a subir al primer tío que pase por la calle y les vea.
-Eso también le va a gustar…
-Sí, eso mismo pienso yo. Por cierto, ya te avisaré para cuando quedemos, que el otro día no encontraste a Jose en el chat.
-Me surgió un imprevisto, un favor que devolver que tenía que ser el sábado. Pero ya está resuelto y no volverá a pasar nada similar. Estaré lista para la próxima que, además, tengo unas ganas locas de estrenar el antifaz nuevo. Mira que chulada…
-¡Menudo par de viciosas! Yo loca por comerme ocho pollas a la vez y tú exhibiéndote a diario por la red escondida tras un antifaz. ¿Qué dice Candela de eso?
-Candela aún no está preparada para saber ciertas cosas.
-Todo se andará…
-¡Brindo por ello!
Antes de marcharse, concretamos los últimos puntos que dejamos pendientes.
-Entonces, cuando hable con Candela, le digo que lo que querías era saber si me lo había contado para poder contarme tú lo bien que os lo pasasteis y que querías saber si estaría dispuesta a repetir, ¿No?
-Sí. Y, cuando te pregunte que por qué no la he llamado a ella directamente, le dices que necesitaba la opinión de alguien imparcial. Que quería estar segura de que le había gustado antes de volver a proponérselo y que la mejor manera de saberlo era conociendo lo que te había contado a ti porque me daba miedo que me dijera que no o que sí por no saber decir que no.
-Ok… Pues mañana por la mañana me pongo. Imagino que me estará llamando a primera hora para cotillear. Cuando le haya hecho el cuerpo te aviso para que le entres de nuevo.
No me equivoqué. A la mañana siguiente, mientras desayunaba, me sonó el móvil y era Candela. Me inventé por completo la conversación que había mantenido con Lucía siguiendo al pie de la letra las líneas de argumentación que nos habíamos marcado y, a media charla, Candela ya sabía que Lucía la iba a volver a llamar y estaba entusiasmada con la idea.
-Entonces… ¿Seguro que Jose no sabe nada?
-Por más vueltas que le di a vuestro trio, no me contó nada especial.
-Pues no lo entiendo, con lo amigos que son…
-Todo lo amigos que quieras, Candela, pero si Lucía hace esto por resolver sus problemas con Nacho, soy de las que piensan que las parejas están por encima de las amistades y, seguramente, ella piense lo mismo.
-En mal lugar quedo yo entonces, que antepongo mis antojos a mi relación de pareja…
-Pero lo cuernos que le estás colocando a Jose están ampliando vuestra vida sexual. Busca la lectura positiva de tus actos…
Esa misma noche volvimos a hablar. Después de contarle a Lucía que Candela ya estaba bajo aviso, ésta le mandó un mensaje para volver a quedar. Candela estaba entusiasmada. A pesar del remordimiento de conciencia que le suponía creer que estaba engañando a su marido, no podía resistirse a volver a tener sexo con Lucía y con Nacho porque, según sus propias palabras, follaban de escándalo.
-No sé cómo voy a hacer para que Jose no sospeche nada. Hemos vuelto a quedar el sábado por la tarde y, dos seguidos, van a ser sospechosos.
-No le digas que has quedado con ella, dile que has quedado conmigo. Que tengo un marrón familiar y que necesito apoyo.
-¿No te importa que te use de escusa?
-Para nada. Así el domingo podrás volver a decirle que has quedado conmigo y vendrás a contármelo todo con pelos y señales.
La semana fue pasando entre llamadas y mensajes de WhatsApp en los que, tanto la una como la otra, me iban poniendo al día de las cosas que iban ocurriendo. Mientras que, por un lado, Lucía me contaba las cosas que estaba preparando para la tarde del sábado, por otra Candela me contaba cómo seguían las cosas con Jose. Ya le había dicho que el sábado había quedado conmigo y le había parecido bien. Solo se rayaba cuando entraba a debatir sobre si Jose podría o no saber lo que estaba pasando y, para esas ocasiones, ya estaba yo para sacarle la idea de la cabeza. Así, por fin, llegó el sábado y toda la maquinaria volvió a ponerse en funcionamiento.
Me pasé toda la noche esperando mensaje de cualquiera de ellas y no recibí ninguno. Los nervios me comían por dentro y estaba ansiosa por saber qué había pasado. Pero cuando dieron las tres de la mañana y comprobé que mi teléfono seguía sin nuevas notificaciones desistí de esperar y me fui a la cama. El domingo me traería a Candela a casa con todas las noticias. Y, entonces, comprendí que si a las tres de la mañana no me había dicho nada seguramente sería porque, a esas horas, aún estarían produciéndose noticias que contarme. Y no me equivoqué. El domingo a las cuatro Candela llegaba a casa y empezaba a contarme.
-¡Tía! No quieras saber la encerrona que me preparó ayer Lucía. Estábamos los tres ya con el folleteo y, ¿Sabes qué? ¡Apareció otro tío!
-¡¿Cómo que apareció otro tío?!
-¡Como te lo cuento! Habíamos tenido a Nacho atado a una silla mientras que Lucía y yo nos magreábamos y jugueteábamos, luego, atamos a Lucía para jugar Nacho y yo y, por último, me ataron a mí. Bueno pues, estando yo atada, con los ojos vendados y disfrutando de la comidita que me estaba haciendo Nacho, ¡Zas!, otra polla me entró en la boca.
-¡¿Qué dices?!
-Lo que oyes… de primeras me asusté porque no me la esperaba pero enseguida la chupe con ansia. No sabes lo bien que sienta comerse una polla para soltar toda la excitación que te nace del coño. Y, claro, una vez que se comprobó que no le hacía ascos, seguimos con el jugueteo…
-¿Qué pasó?
-Lucía me quitó la venda de los ojos y, sin dejar de mamar, levanté la vista para ver al tío. ¡Qué bueno que estaba!
-¿Quién era?
-Luis. Un amigo de Nacho... Entonces Lucía terminó de desatarme y, los cuatro, nos mezclamos primero en el sofá y luego en la cama…
Candela tenía cara de estar a punto de hacer otra confesión de las que tienen miga y estaba ansiosa por que me contara todos los detalles.
-¡¿Qué?!
-Pues… -tomó aire y soltó un bombazo- ¡Que me caben dos pollas a la vez por el coño!
-¡Venga ya! ¿A ti? ¿La monjita?
Candela estaba emocionadísima. Me contó con pelos y señales las diferentes posturas en las que estuvieron follando y no sabía si creérmela o si pensar que me estaba vacilando. Sin embargo, la emoción con la que relataba los detalles terminó por confirmarme que no mentía, que había hecho todas las cosas impensables en ella que me estaba contando.
-¿Y hasta que hora estuvisteis dale que te pego? Porque estuve hasta las tres de la mañana a ver si me decías algo y, al final, me acosté tan aburrida como preocupada…
-No, con esta gente estuve hasta las nueve o así. A las diez ya estaba en casa.
-¿Y Jose qué?
-Jose nada. Estaba tan hecha polvo que evité cualquier conato de sexo.
-¿Qué le contaste entonces?
-Pues lo que habíamos dicho, que estuve toda la tarde aquí contigo. Por cierto… Si te pregunta algo tienes que decirle que tu problema es una bronca gorda con tu padre. Le he metido la bola de que habéis discutido por temas patrimoniales. Que tu padre quiere que vendas tu nave porque necesita dinero para un negocio con unas tierras y que tú te has negado porque, si lo haces, no tendrás donde guardar todas tus cosas. De hecho, le he dicho que estoy del lado de tu padre y que por eso venía hoy otra vez, para ver si termino de convencerte de que es una oportunidad que os va a generar mucho dinero a toda la familia.
-Vale, lo tendré en cuenta… ¿Pero no te dijo nada de nada?
-No. Ni se coscó de que aún me temblaban las piernas cuando llegué a casa.
-¡Hija! Como estabas tan convencida de que sabía lo que andabas haciendo con Lucía…
-Pues, si te digo la verdad, ya no sé qué pensar… Creo que no lo sabe. No sé… Se lo habría notado, ¿No?
-¿Has pensado en contárselo?
-¡No! –contestó Candela de inmediato-. ¡Me mata si se entera!
-Pues deberías… antes de que se entere por Lucía…
-Ya lo sé –respondió contrariada-. Sé que tengo que contárselo, lo que no sé es cómo hacerlo sin que traiga una bronca detrás…
Conforme empezamos a hablar sobre lo de contárselo a Jose, se me había ocurrido una idea para que lo hiciera. Era algo que, en principio, no sabía cómo hilar pero que terminé por proponerle por si, entre las dos, dábamos con la tecla. Aunque tampoco tenía muy claro qué le iba a parecer a Candela lo que iba a proponerle.
-¿Y si te mando una foto mía desnuda para que se la enseñes a Jose?
Tal y como suponía, su cara reflejaba no tener ni idea de qué podía tener eso que ver con lo de contarle que se había vuelto una máquina sexual.
-¿Para qué? ¿Con qué intención?
Y, entonces, encontré la relación…
-¿No te hizo Jose el otro día que dijeras en voz alta el nombre de otro tío al que te follarías? Pues haz tú lo mismo… Mira… Ahora después, cuando estés ya en casa, voy a empezar a guasapear contigo y te voy a mandar alguna que otra foto con la excusa de que son fotos que quiero mandarle a un ligue pero que a mí me parecen ordinarias, vulgares… Tú me sigues el rollo, ¿Vale? Y, cuando te diga, que te lo diré, que se la enseñes a Jose, le pasas el móvil y que las vea y opine. Así tendrás coartada para preguntarle si follaría conmigo y, como te dirá que sí…
-¿Y tú que sabes lo que me va a decir? –me interrumpió.
-Nena, por favor, que estamos hablando del salido de tu marido… Bueno, pues eso, que como te dirá que sí, ahí tendrás tu pie para sacarle el tema de lo que has hecho con Lucía y con Nacho.
-¿Cómo? –parecía que no terminaba de tenerlo claro.
-¡Ay! ¡Hija! Lo desinhibida que eres para unas cosas y lo tonta que pareces para otras… ¿Qué tal una pregunta tipo “¿Te imaginas follándote a Merche mientras que yo me lo hago con Nacho?”? A ver qué te dice…
-Dirá algo de Lucía, seguro.
-¡Perfecto! Tu misma me estás diciendo que no le va a resultar descabellado sino que, por el contrario, se va a preocupar de los cabos sueltos y de cómo resolverlos. Estará receptivo, podrás profundizar más en el tema…
Se quedó pensativa unos segundos, como si por su cabeza estuvieran empezando a volar frases y argumentos con los que hilar la conversación con su marido.
-Me da miedo que se me escape algo indebido
-¿Cómo que te caben dos pollas por el coño? –me eché a reír.
-No es para tomárselo a broma –protestó-. Sí, precisamente algo del estilo…
-No te preocupes, so tonta. Cuando empecéis a hablar del tema se va a ir poniendo cachondo por momentos. Así que, si se te escapa algo, lo único que vas a conseguir es que se ponga más palote todavía…
-Vamos, que esta noche me toca polvo con Jose…
-Lo dices como si no quisieras.
Me preocupó que se quedara callada. Por un momento tuve la sensación de que su liberación sexual la estaba alejando de su marido.
-Todavía tengo agujetas de ayer –terminó por decir para mi tranquilidad- ¡estúpida!
-¡Ah! ¡Vale! Si solo es eso… Ya sabes cómo se quitan las agujetas…
-Sí, haciendo más de los mismo... Pues eso, que me toca polvo…
-Te toca polvo… -sentencié.
Terminamos la velada repasando de nuevo el plan de los mensajes. Candela no lo sabía pero, si las cosas iban como yo esperaba, esa misma noche íbamos a vernos los tres en situaciones delicadamente íntimas.