¡Tienes que cogerte a mamá! (2/2)

Después de que mi hermana y yo nos convertimos en “hermanos con derechos”, pensamos que era tiempo de extender el beneficio a ella.

¡Tienes que cogerte a mamá!

Capítulo 3

-Hola mamá, ¿Qué te parece si nos vamos a la playa Alberto, tú y yo?- le dijo Paula a mamá.

-Pero hija ¿Y las niñas? ¿Y Juan?-

-Ellos se van a la hacienda con los abuelos y yo no quiero ir, además que tengo trabajo, y resulta que Alberto consiguió una casita en la playa para tres personas, no tiene con quién ir y nos invitó a las dos-

-Ay, hija, yo no sé. ¿Cómo es eso Alberto? No tienes ninguna amiga con quién ir? ¿Te vas a ir con tu mamá y tu hermana a la playa?-

-Bueno, mamá- intervine yo -Son sólo tres días, viernes, sábado y domingo. Nos iríamos el jueves en la tarde y nos regresamos el domingo. Todas mis amigas tienen compromisos y no pueden venir. Es una oportunidad única. O vamos este fin de semana o la pierdo-

-Anda mamá- la puyó Paula -Vamos-

-No sé, tengo tanto tiempo que no voy a la playa…-

-Justamente- le dije -Es una oportunidad única, porque no es un hotel ni nada. Es un Airbnb que tiene una playa privada-

-¿Un air qué? ¿Qué es eso?-

-No te preocupes, es una casita con playa privada. Tiene todo lo que necesitamos para pasar tres días descansando, sin que nadie nos moleste-

-¿Y no habrá gente con música a todo volumen, ni perros, ni nada?-

-Nada de eso. Solo nosotros tres disfrutando de la playa, el sol y la tranquilidad-

-Es más, ni siquiera sé si hay señal de celular-

-¡Ay no, sin señal no voy- dijo Paula.

Yo le piqué el ojo indicándole que no se preocupara.

-Parece tentador- dijo mamá.

-Listo- No la dejé dudar -El jueves en la tarde te paso buscando. Es a tres horas de aquí-

Ese jueves recogí a Paula primero. Estaba un poco nervioso por el plan, no fuese que mamá se enojara con nosotros y tuviéramos una gran pelea.

-Confía en mí, hermano- me dijo.

El día anterior ella había estado en mi casa y habíamos pasado la mañana en la cama cogiendo, satisfaciendo todos nuestros deseos al máximo. No sabíamos si el plan, o más bien la falta de plan, funcionaría y por lo menos queríamos estar nosotros satisfechos.

-Pero no sabemos qué es lo que vamos a hacer-

-Sí sabemos, ya lo hablamos, tenemos excitar a mamá y ponerla lo más cachonda posible-

-Eso es más fácil de decir que de hacer-

-Si, pero tú y yo somos inteligentes, jóvenes y buenos mozos. Además sexualmente muy activos, jajaja. Gracias a tí, no me cansaré de repetirlo- dijo Paula acercándose y dándome un beso, al tiempo que me agarraba el güevo a través de la tela del pantalón.

Luego continuó diciendo:

-El caso es que tenemos que flirtear constantemente con ella, provocarla, acariciarla de la forma más sensual posible. Tratar que se vaya excitando poco a poco hasta que no pueda más y entonces nosotros la “liberaremos” de sus penas-

-Estoy de acuerdo, pero insisto que no me siento seguro de que vaya a funcionar. Pero además, si no fuese mamá y el plan falla, nos olvidamos y ya. Una conquista fallida, pero es nuestra madre. Si el plan falla y ella se enoja… ¡estará enojada con nosotros por meses!-

-¡Ten fé hermano! ¡Venceremos!- dijo Paula con una sonrisa y un beso mientras nos bajábamos a recoger a mamá.

El viaje a la playa transcurrió sin ningún evento. Fueron casi tres horas, que pasamos conversando de lo más divertidos y llegamos a la casa de noche.

Siguiendo las instrucciones del Airbnb, recogimos las llaves en un sitio y luego viajamos 15 minutos más hasta la casa. Menos mal que el GPS nos llevó sin problemas, porque la dirección era complicada. Había que seguir por una carretera principal, luego una secundaria y, en el medio de la nada, salirnos y entrar a un camino de tierra, al final del cual había una cerca con candado.

Paula se encargó del candado. Pasamos la puerta y cerramos de nuevo con el candado, de acuerdo con las instrucciones.

Al final del camino había una colina y después bajamos hacia la casa. Desde el camino no se veía la playa pues la única forma de acceder a ella era a través de la casa, porque a ambos lados había muros que subían por la colina ocultando todo.

Nos bajamos y sacamos las maletas. Obviamente yo tenía sólo un pequeño maletín, pero mamá y Paula tenían cada una, una maleta grande. Yo no me podía imaginar porqué, se suponía que íbamos a estar solos los tres en una playa solitaria ¿para qué tanta ropa?.

Abrimos la puerta sin problemas, pues había suficiente iluminación y entramos en la casa.

-¡Wow!- dijo Paula cuando vió el interior de la casa.

Verdaderamente la casa merecía la exclamación de Paula. La decoración era impecable y de muy buen gusto. Básicamente era un espacio gigante, en el que tres diferentes áreas se distinguían sólo por los muebles. A la derecha la sala de estar con un sofá grande, dos sillones individuales, una mesa y una televisión. Detrás había una cortina que cubría toda la pared, delante de lo que sería probablemente un balcón y el acceso a la playa.

En el centro, la cocina y el comedor con espacio para unas seis personas. La cocina se veía completamente equipada y muy moderna. Había un horno microondas y otros utensilios.

A la izquierda tres camas, una grande y otras dos más pequeñas pegadas. Al fondo una puerta de lo que después supe que era el baño. Esa era la única área separada, es decir, las camas estaban en junto al comedor y la sala. No había nada de intimidad ¡perfecto!

-Qué cosa más linda- dijo Paula revisando todo.

Mamá estaba dudosa y miraba todo con el ceño fruncido.

-¿Qué te parece mamá?-

-No sé ¿cómo vamos a dormir así?-

-Como cuando éramos niños, jajaja, ¡todos juntos!- dijo Paula brincando sobre una de las camas.

-Mmmm- fué lo que dijo mamá.

Yo abrí las cortinas y salí al balcón que había del lado de la sala. Más allá en la oscuridad de la noche se podía ver la playa, iluminada por la luna.

-Aquí está la playa- dije.

Paula se acercó y se puso a mi lado, pasándome el brazo por la espalda. Pude sentir su teta contra mi brazo, seguramente con toda la intención de provocarme.

Mamá se acercó por el otro lado y yo le pasé el brazo por los hombros y la atraje hacia mí.

Así nos quedamos los tres mirando el mar a lo lejos, que estaría a unos 50 metros de distancia. Se veían muchas olas.

-¡Qué bello! ¿No les parece?- pregunté.

-¡Nos vamos a dar un gusto mañana!- añadió Paula.

-Estoy de acuerdo, hijos- dijo mamá suspirando

Al cabo de un par de minutos, mi estómago gruñó, tenía hambre.

-¿Será que vamos a comer algo?- dije.

-¡Pero yo no traje nada!- dijo mamá angustiada, totalmente en su rol de madre proveedora.

-No te preocupes mamá, se supone que la nevera y la despensa están bien provistas- la tranquilicé -Y en la renta está incluido todo lo que comamos-

-¡Pero qué bien!, entonces ¡vamos a ver qué encontramos Paula!-

Los tres entramos de nuevo y mientras ellas se dedicaban a revisar las provisiones, yo abría una botella de vino.

Pronto estábamos sentados en la mesa comiendo una ensalada (Paula y mamá) yo engullía unos pedazos de jamón, queso y pan, bañado generosamente con vino.

La primera botella se acabó casi inmediatamente y la segunda duró sólo un poco más. Pronto nos reíamos un poco borrachos los tres.

-Bueno- dije yo cansado de la manejada -creo que voy a acostarme-

-¡Uy sí!, es tardísimo- reconoció mamá.

-Ustedes son unos bebés. ¿Qué importa que sea tarde? Mañana nos podemos levantar a la hora que queramos- protestó Paula.

-Igual. Ustedes pueden seguir. Yo me rindo- dije levantándome.

-Yo también me voy- dijo mamá empezando a recoger los vasos y el resto de lo que quedaba en la mesa.

-Bueno, si es así, ni modo- aceptó la derrota Paula -¡Que conste que me voy bajo protesta, jajaja!-

-¿Cómo nos vamos a repartir las camas?- pregunté.

Como dije, había una cama más grande y dos más pequeñas en ángulo, pero todas estaban pegadas y se podía pasar de una cama a la otra sin levantarnos.

-Por jerarquía le toca a mamá la más grande y a nosotros las dos pequeñas- dijo Paula.

-No, no- Protestó mamá -Alberto es el más grande, él debe ocupar la cama más grande-

-No mamá- le dije -Igual todas son suficientemente grandes. Me voy a una de las pequeñas-

Saqué de mi maleta mi ropa de dormir: un pantalón de deportes, una ligera franela de algodón y mis cosas de aseo y me metí al baño a cepillarme los dientes y a cambairme.

Cuando salí, ellas ya estaban listas y preparando sus cosas para acostarse. Mamá se metió al baño a cambiarse, pero Paula lo hizo delante de mi.

-Mmmm… cómo me gustaría que estuviésemos solos, te echaría una cogida... mmm… -me dijo mientras se ponía su pijama, sin ropa interior debajo. Antes de hacerlo, me hizo un rápido show acariciándose las tetas sensualmente.

Luego, al terminar de vestirse me preguntó:

-¿Cómo sientes a mamá?-

-Bien, relajada… aunque sigo sin estar seguro de si tendremos éxito-

-Claro que sí-

Cuando mamá salió del baño se quedó viendo a Paula, dándose cuanta que se había cambiado frente a mi, pero no dijo nada.

-Ahora voy yo- dijo Paula pasando al lado de mamá sonriendo.

Capítulo 4

Me desperté temprano. Anoche habíamos dejado las cortinas que daban hacia la playa abiertas y la luz que venía de allí iluminaba toda la casa. Acostumbrado a dormir a oscuras, me sentí deslumbrado.

Cuando me levanté, ví a mis dos compañeras de viaje. Las dos dormían profundamente, pero ninguna de las dos estaba arropada, la temperatura estaba  perfecta, quizás hasta un poco caliente, probablemente por el sol, ya levantado.

¡Cómo se parecían! Es más, cualquiera pudiera suponer que eran hermanas.

Salí del apartamento y fui hacia la playa. Cerca de la orilla había tres sombrillas muy grandes, que estaban cerradas todavía y seis tumbonas. Abrí dos de las sombrillas, aunque no pude calcular cuántas necesitaríamos porque el sol todavía estaba muy bajo y la sombra era muy torcida.

Después me acerqué al mar, el agua estaba… perfecta. Ni muy fría, ni muy caliente. Había unas olas pequeñas, pero nada que me asustara. Mamá nos había enseñado a nadar desde muy pequeños y ni Paula ni yo le teníamos miedo al mar.

No tenía traje de baño, pero entonces recordé que estábamos solos y ellas estaban dormidas, así que regresé a las tumbonas, me quité el pijama y volví al agua, metiéndome de cabeza al mar.

Por un rato estuve nadando, corriendo olas y divirtiéndome de lo lindo, pero al final me empezó a dar hambre y pensé que mejor regresaba a la casa.

Cuando salí del agua, me di cuenta que no habia traído una toalla y que no podía ponerme la ropa, así que la agarré en un montón frente a mí y regresé a la casa. Al acercarme vi a mamá apoyada en la varanda viéndome.

-Hola mamá- le dije, sujetando la ropa contra la cintura y tapándome un poco con ella.

-Hay una ducha ahí a la derecha, si quieres quitarte el agua salada. Ya te llevo una toalla- me dijo. No sonreía, pero tampoco parecía molesta por mi desnudez.

Siguiendo sus instrucciones, me metí en la ducha que para mis sorpresa, tenía agua caliente. Mientras me bañaba, me puse de frente a la pared y me distraje pensando en Paula, por lo que me excité un poco, mientras me enjabonaba mis partes.

Al terminar, me volteé y me encontré de frente a mamá, que estaba poniendo la toalla a mi lado. Ahora no sólo no tenía nada para taparme, sino que mi güevo estaba casi parado. Visto que no podía hacer nada, simplemente me hice el desentendido. Ella tampoco dijo nada, dejó la toalla y se fue, no sin antes echarme una mirada.

Con la toalla enrollada en la cintura entré en la casa y vi a Paula en la cocina.

-Llegas a tiempo- me dijo -Ya los huevos van a estar listos-

-¡Qué rico!- le respondí, pensando que mis huevos tambien estaban estaban listos, jajaja.

Busqué en mi maleta un traje de baño y quitándome la toalla, me lo puse. No volteé hacia atrás, pero sentía las miradas de ellas dos en mi espalda, viéndome el culo.

Después de comer, nos quedamos un rato en la mesa conversando y tomando café tranquilos. Teníamos todo el día por delante y nadie tenía prisa.

-¿Qué?- preguntó finalmente Paula -¿Nos vamos a la playa?-

-Yo recojo todo- me ofrecí -Ustedes cocinaron, ahora yo lavo-

-Muy bien- dijo mamá -Yo voy a ponerme el traje de baño-

Paula, al igual que yo, no se preocupó en ir al baño. Se desnudó allí mismo y se puso un bikini precioso. Yo me la quedé mirando mientras lo hacía, volviendo a sentir como mi güevo presionaba contra mi traje de baño.

-Disfruta el bikini, porque pienso quitármelo más temprano que tarde-

-¿Vas a tomar el sol desnuda?- le pregunté, aunque era obvia la respuesta.

-Por supuesto. No me he desnudado todavía por… no sé, esperando que mamá se acostumbre a la idea. Tú ya te has estado mostrándote ¿no? Ví que te habías bañado desnudo en la regadera de afuera y luego te pusiste el traje de baño aquí, sin ir al baño-

-No había pensado hacerlo así, pero después de que me dí cuenta que ella estaba viéndome y me dije… ¡veamos qué pasa!... y bueno, no pasó nada-

-Yo si creo que sí pasó. Se te quedó mirando mucho tiempo mientras estabas en el mar y luego en la ducha. Yo creo que estaba disfrutando del show. Después le pregunto, jajaja-

-¿Qué le vas a preguntar? ¿Si le gustó ver a su hijo desnudo? Jajaja-

-No, pero puedo decirle: ¿No te parece que Alberto está buenísimo? Mira que culito tan provocativo tiene-

-¿Vas a preguntarle por mi culo? ¿Por qué no le preguntas por otra cosa?- le dije señalándome entre las piernas.

-Porque las mujeres somos más indirectas- me respondió -Además que, de verdad, tienes un culo lindo, jajaja-

-Ya estoy lista- sonó la voz de mamá saliendo del baño. Interrumpiendo nuestra conversación sobre mis cualidades.

-¡Ay no, mamá, no pensarás ir a la playa con ese traje de baño!-

Mamá tenía un traje de baño entero de hace por lo menos 30 años, que además tenía la tela vencida y se veía horrible, arrugado.

-Tienes razón hija, el traje de baño está un poco dañado pero no traje otro…-

-No importa, yo te presto uno mío-

-¿Un bikini tuyo? No me va a servir, además va a ser muy pequeño-

-Seguro que te sirve, mamá, somos la misma talla-

-Si, pero se me va a ver todo…-

-Varias cosas. Primero: estamos sólos nosotros tres, así que, sea lo que sea que se te vea, sólo lo veremos nosotros. Segundo: tú mantienes un cuerpo adorable, así que seguro que te vas a ver requetebién-

-No sé…- dijo mamá dudando, pero al mismo tiempo se veía en el espejo y estaba clara que se sentía incómoda con su traje de baño actual.

Mientras, Paula revisó su maleta y sacó un bikini.

-¡Este es el propio!- dijo levantándolo -No es demasiado pequeño y seguro te tapa lo suficiente-

-Déjame ver. Es mínimo, pero… bueno, me lo probaré- dijo mamá agarrándolo y regresando al baño.

El bikini era de color blanco y para mí, desde el fregadero, era imposible adivinar si esos pedacitos de tela realmente la cubrirían suficiente o no.

A los pocos momentos, mamá se asomó a la puerta del baño y sin salir, llamó a Paula.

-¿Puedes venir un momento, hija?-

Paula entró al baño y salió enseguida. Acercándose a la cocina, abrió las gavetas hasta encontrar una tijera y luego empezó a rebuscar en su maleta.

-¿Qué pasa?- le pregunté.

-No vayas a decir nada, ella me pidió que no te lo dijera, pero sus vellos púbicos están demasiado largos y el bikini no alcanza a taparlos. Tenemos que hacer una poda de emergencia-

-Jajaja ¿Vas a dejarla pelona como la tuya?- le dije.

-Jajaja. No creo, por ahora será sólo un recorte. Te sugiero que te vayas a la playa solo,  para que no tengas que esperarnos…-

-Oh, está bien. Nos vemos allá-

Mientras ellas trabajaban en la “jardinería”, yo preparé una cava con hielo y unas cuantas bebidas, alcohólicas y sin alcohol, y me las lleve a donde estaban las tumbonas y los toldos en la playa.

Allá me dí cuenta que no había llevado, ni toallas, ni vasos; así que regresé a buscarlos. Mamá y Paula seguían en el baño.

Puse una toalla en cada tumbona, los vasos junto a la cava y después me senté. Seguían pasando los minutos y las chicas no llegaban, así que finalmente me quité el traje de baño y me metí al agua.

Un rato después las vi llegar a las dos, cargadas de cosas que a mí se me habían olvidado. Desde el mar no veía qué era, pero parecían cosas de comer.

Una vez que dejaron las cosas en la mesa y pude verlas bien, la verdad era que ambas se veían espectacularmente sexys. ¿Quién me iba a decir que iba a ver a mi mamá y a mi hermana e iba a pensar una cosa así?

El bikini que llevaba mamá era, efectivamente más recatado que el de Paula, si se puede llamar recatado a unos pedacitos de tela que apenas cubrían unos pocos centímetros de piel, pero sí, cubrían más centímetros que el de Paula.

-Vengan al agua- les grité.

-¡Ya vamos!- gritó de vuelta Paula.

Por supuesto que pasaron varios minutos antes de que sucediera. Obviamente, como típicas mujeres, acomodaron todo diferente a como yo lo había puesto. Movieron las sillas, las toallas, las sombrillas, todo.

Finalmente, Paula se despojó del bikini y salió corriendo hacia el agua. Mamá se le quedó viendo, un poco incómoda, pero sigió sin protestar. Yo pensé en la posibilidad de que ella se desnudara también, pero no. Simplemente caminó despacio y se fué metiendo al agua poco a poco.

-¡Vamos mamá!- le grité -El agua no está fría-

-Eso dices tú. Debes ser hijo de un esquimal. ¡Yo la encuentro helada!-

-¡Qué exagerada!- le gritó Paula que ya había llegado a donde estaba yo. El agua le llegaba a la altura del pecho. Las tetas le flotaban un poco y tenía los pezones completamente erguidos por el frío.

Finalmente mamá llegó a nuestro lado, aunque no parecía estar muy cómoda con las olas, ella es la más pequeña de los tres. Las olas nos obligaban a flotar cada vez que pasaban, Pero a veces venía una más grande que nos obligaba a hundirnos y dejar que pasaran por arriba nuestro. Yo estaba encantado. El oleaje perfecto para mí.

Después de un rato y mientras conversábamos, pude ver que el bikini de mamá, al mojarse, se transparentaba completamente y sus pezones se veían claramente a través de la tela. Ella no se había dado cuenta.

Yo me volteé hacia Paula y le hice un gesto disimulado, señalándole el bikini. Ella se rió disimuladamente y me indicó que no dijera nada.

-Bueno, creo que ya fué suficiente con el baño- dijo finalmente mamá y comenzó a salir del agua para dirigirse a la playa.

-Yo también me voy- dijo Paula.

-¡Eh, ni modo!- dije aceptando y comencé a salir del agua también.

Mamá iba unos pasos adelante de nosotros y cuando el culo salió del agua  vimos que la parte trasera del bikini estaba completamente encajada entre sus nalgas y se las veía… deliciosas. Yo no sabía si ella estaba consciente, pero no parecía sentirse incómoda.

Cuando llegamos a las tumbonas y ella se volteó, pudimos mirar que la parte de adelante del bikini también era trasparente y su triángulo de vellos negros se le veía claramente.

Poco a poco mamá empezó a darse cuenta de su nivel de desnudez. Primero se sacó del culo la parte de abajo del bikini y después, notó la transparencia de la tela.

-Oye Paula, no me habías dicho nada de estos pequeños detalles- le dijo seria.

-¿Cuáles detalles?-

-Primero que el bikini se me mete siempre en el culo y por si eso fuera poco, se puso casi transparente-

-Jajaja, mamá, si te lo digo no te lo pones, pero cómo te dije, te ve bella. ¿No es cierto Alberto?-

-Ciertamente, pero ya el mal está hecho. Procuren no verme demasiado- dijo sin esperar mi respuesta.

En realidad, no parecía estar demasiado molesta, más bien resignada.

-Ahora estamos iguales todos- dijo Paula.

-Ni lo sueñes, aunque sea transparente, igual no pienso quitármelo-

-Como quieras- intervine -Pero adorarías la sensación de estar libre, sin ese trapo mojado encima-

-¿Trapo? Esto no llega ni a pañuelo, jajaja-

-¿Qué quieren tomar?- dije finalmente cambiando de tema.

Un rato más tarde, Paula decidió ponerse al sol, así que extendió una toalla en una de las tumbonas que estaba al sol y acostándose boca abajo, me pidió:

-Alberto ¿quieres por favor ponerme protector solar en la espalda?-

-Claro, hermana- le dije levantándome sin saber exactamente cómo ponerme sin despertar las sospechas de mamá, pero entonces Paula sugirió:

-Siéntate en mi culo y así estás más cómodo-

Mientras me sentaba sobre ella, mamá no se veía muy segura de aprobar que yo me sentara sobre Paula, estando los dos desnudos.

Yo estaba sentado justo a la altura de su culo y mis testículos descansaban sobre su espalda. En este momento no tenía una erección ni nada.

-¿Estás cómoda? ¿No soy demasiado pesado?- le pregunté a Paula.

-No, no- respondió ella -Estoy bien-

Por unos minutos estuve poniéndole protector solar a Paula por toda la espalda y hasta la cintura.

-¿Quieres más?- le pregunté -¿El culo? ¿Las piernas?-

-Si, por favor, ambas: el culo y las piernas-

Por un momento pensé en pedirle a Paula que separara las piernas para yo arrodillarme entre ellas, pero si lo hacía, tendría una visión directa de su vulva y no estaba seguro de si podría mantener mi, “neutralidad”. En realidad ya estaba empezando a sentir como mi güevo se iba poniendo más grande.

Así pues, decidí más bien sentarme en la parte externa de la tumbona, dándole la espalda a mamá y que no viera si el güevo seguía poniéndose firme.

Y así comencé a ponerle crema en las nalgas y en las piernas.

-Muy bien, de la parte de adelante me encargo yo- dijo finalmente Paula volteandose para ponerse boca arriba. Por supuesto que a mí me habría gustado seguir, pero ya me estaba empezando a calentar y muy pronto se me notaría demasiado, así que me senté en mi silla.

-No, no- dijo Paula -Ahora tienes que ponerle protector a mamá-

-Yo no necesito...- protestó ésta.

-¿Pero qué dices? Si estás más blanca que un fantasma. Y perdóname, que el color que tienes es también precioso, pero si no te proteges bien, esta tarde vas a estar roja como un camarón-

-Pero yo no voy a poner al sol-

-Tú nos enseñaste que el reflejo del sol también quema-

-Bueno es verdad, pero yo me puedo el protector sola sola-

-Nada de eso. Alberto es un amor y está dispuesto a ayudarte.

-Ven, mamá, déjame ayudarte. Déjame sentarme detrás de tí-

Ante la presión, ella terminó por ceder así que se volvió a sentar en la tumbona.

-Muévete hacia adelante- le dije.

Ella me miró, yo estaba parado muy cerca de ella y su cara quedaba justo a la altura de mi vientre. Por uno o dos segundos no pudo evitar quedarse mirando mi güevo, a pocos centímetros de su cara, para después bajar la vista al suelo, sonrojada.

-Ok- dijo finalmente con voz queda y moviéndose para darme espacio entre ella y el respaldar de la tumbona.

Yo me senté con las piernas abiertas, ella sentada frente a mí y empecé a ponerle crema. El bikini de mamá tenía una tira que le pasaba por el cuello y otra tira por la espalda. En realidad yo hubiese podido ponerle crema por debajo de las tiras, pero presioné un poco y le dije:

-Voy a aflojarte éstas. Si quieres te sujetas el brassier con los brazos-

-¿Realmente lo necesitas?-

Sin dejarla protestar, le aflojé ambas tiras, mientras ella se protegía las tetas sujetándose el brassier con los brazos. Lo que yo no entendía muy bien, porque con la tela transparente y le habíamos visto los pezones.

Así pues, le puse bastante protección en los hombros y en la espalda. Varias veces pasé las manos por los lados, llegando a rozar sus tetas con la punta de los dedos, pero no quise empujar más, para evitar alguna reacción.

-¡Listo!- anuncié -¿Quieres que te ponga en las piernas? o ¿En este precioso culete?-

Yo ya había bajado lo más posible por la espalda, pero el resto del culo era inalcanzable sin que ella se levantara.

-No, no. Ya es suficiente, hijo-

Entonces ella se paró y trató de amarrarse el top del bikini de nuevo, pero al soltar los brazos para agarrar las tiras, el top casi se le cae. Y ella se lo trató de acomodar de nuevo, ante la “indiferencia” mía y de Paula. En realidad ambos estábamos muy atentos, pero estábamos disfrutando de sus “apuros” con el top y las tetas.

Finalmente se rindió y quitándose el top, lo puso a un lado diciéndo:

-¡Ay, coño!. ¡Ya está!. Total, ya me las vieron bastante con esta tela que no cubre nada-

Por fin las tetas de mamá estaban libres y las podía ver sin cubiertas. Realmente eran asombrosas, que para su edad y habiendo tenido dos hijos, las tuviese tan bien. Obviamente no eran como las de Paula o las de mis amigas veinteañeras, pero vaya ¡qué tetas más lindas tenía!

-¿Y seguro que no quieres que te ponga crema en ellas?- le dije flirteando con ella.

-Eso quisieras ¿no?- me contestó, finalmente bromeando conmigo -¡Pues te vas a quedar con las ganas!-

A pesar de su negativa, me alegró que, por primera vez bromeara conmigo sobre un tema sexual, pero no quise seguir presionando, a pesar que se había sonrojado y los pezones se le habían endurecido.

Ella misma cambió de tema diciéndo:

-¿Por qué no me dejas ahora sola en mi tumbona y nos preparas unos tragos, mientras yo me pongo el protector solar?-

-Claro, claro- le respondí dándole un beso, medio cariñoso medio sensual, en el cuello y parándome de la tumbona. En ese momento me dí cuenta que mi güevo ya estaba medio duro. Toda esa piel desnuda estaba haciendo su efecto. Tanto mamá como Paula me miraron disimuladamente, pero no dijeron nada.

-Muy bien, voy a prepararlos ¿qué quieren beber?-

-¿Qué tenemos?-

-Mmmm…- dije revisando la cava -Te puedo preparar un gin tonic. ¿Qué te parece?-

-¡Y yo quiero uno también!- se anotó Paula.

-Salen tres gin tonics…-

Dos horas después todos nos reíamos constantemente un poco borrachos. Nos habíamos tomado tres gin tonics cada uno y la ginebra estaba empezando a hacer sus efectos, pero yo no quería que nadie se pasara de tragos, así que decidí bajar la cantidad de alcohol.

Entonces Paula volvió a subir el nivel de sensualidad de la conversación.

-Por cierto mamá ¿tú sabes qué son los amigos con derechos?-

-¿Amigos con derechos?- respondió mamá mirándola con los ojos un poco achispados.

-Eso. ¿Nunca lo habías oído? Alberto tiene varias amigas con derecho-

-¿Y qué es eso? ¿Cuáles son esos “derechos”?-

-Jajaja. Seguro que te lo imaginas- dijo Paula.

-Bueno sí, me los puedo suponer, jajaja-

Ambas mujeres habían reaccionado a la sugerencia y sus pezones comenzaban a mostrarse. Yo también había sentido una reacción en mis zonas bajas.

-¿Cuántas amigas con derecho es que tienes Alberto?- preguntó Paula.

-Tú sabes, antes tenía dos o tres-

-Mamá, ¿te acuerdas de aquella novia de él, Carmen?-

-¡Uy, si!, se la pasaban peleando-

-Bueno, ahora resulta que cada cierto tiempo se llaman y pasan un par de horas… haciendo chuqui-chuqui-

-Mmm… está interesante ¿Y porqué se le llama así?-

-¿Chuqui-chuqui? No sé, me imagino porque es el sonido de…-

-Jajaja. No tonta. ¿Porqué se le llama amiga con derechos?-

-¡Ah!, ya me extrañaba, jajaja. Bueno, el caso es que el “chuqui-chuqui” no te da derecho a nada. Es decir, no tienes que llevarla a comer, ni ser su novia, ni nada-

-Jajaja. ¿Y ella qué obtiene a cambio?-

-¡Orgasmos espectaculares!-

-¿Y cómo sabes tú?- preguntó mamá de pronto.

-Porque parece que hay cola para entrar al club de las “amigas con derecho”. Si no tuvieran orgasmos espectaculares no volverían ¿no crees?-

-Bueno, supongo que es una buena razón, jajaja- rió mamá -¿Y cómo funciona la cosa Alberto?-

-Con la mayoría es una cosa casual, de pronto recibes un mensaje en el celular, algo así como: ¿Hola mi amor, qué haces esta noche?. Con sólo ver el nombre ya sabes a qué se refiere el mensaje-

Por unos momentos nos quedamos los tres en silencio, cada uno pensando en cuánto nos gustaría una amiga o amigo en ese momento. Definitivamente los pezones de mamá y Paula mostraban que estaban pensando justamente en eso.

Pero entonces mamá rompió el silencio parándose y diciendo:

-Bueno, creo que ya es suficiente sol para mí. Voy a entrar a la casa y a recostarme un poco. ¿Cuáles son los planes de comida?-

-No sé ¿qué opinas tú Alberto?-

-Hay una parrillera muy interesante. Les propongo una parrilla como a las 5 de la tarde ¿aguantan hasta allá?-

-Por mí está bien- dijo mamá, tomando su toalla y comenzando a caminar hacia la casa… con la parte de abajo del bikini incrustado entre sus duras nalgas.

-Por mí también- dijo Paula.

Unos momentos después, me dijo.

-Mira disimuladamente hacia la ducha-

Haciendo lo que había pedido, me volteé y vi a mamá. Al llegar a la ducha se había quitado el resto del bikini y se bañaba desnuda. Estaba lejos, pero se alcanzaba a apreciar el triángulo de vellos entre sus piernas.

-Parece que está tomando confianza- le dije a Paula.

-Yo creo que sí. Hay que seguir excitándola, hablandole de sexo y tratándo de acariciarla y tocarla lo más que podamos.

-Muy bien-

Después de bañarse, mamá se secó y se enrolló la toalla alrededor del cuerpo, entrando a la casa.

-Yo también me voy a la casa- me dijo entonces Paula.

-¿Y eso?-

-No quiero que, viéndose sola en la casa, vaya a masturbarse-

-¿Tu crees que vaya a hacerlo?-

-No sé. Siento que está bastante excitada. Los pezones apenas le bajaban, pero no sé cuánto será su resistencia. Si yo estoy cerca, no se va a atrever-

-Ok-

-¿Y porqué no quieres que se masturbe?-

-No quiero que le baje la presión. Si se masturba…-

-Claro, claro-

Yo pasé unos 15 minutos más, sólo en la playa, pero al final me fastidié, así que recogí lo poco que quedaba y regresé a la casa. Me bañé en la ducha de afuera, como la habían hecho ellas, y entré en silencio a la casa.

Ambas estaban dormidas. Mamá en su cama, arropada con una sábana y Paula en la suya. Paula seguía desnuda y apenas se cubría las piernas con la sábana.

Pensé en acostarme también, pero excitado como estaba, no iba a poder dormirme estando tan cerca de ellas, así que me senté en el sofá y me puse a leer hasta dormirme también.

Cuando me desperté, estaba cubierto con una sábana. No recordaba haberme puesto una, pero mirando alrededor, vi a mamá sentada cerca de mi. Ella tenía un vestido muy corto.

-Hola, mamá- definitivamente me costaba usar su nombres.

-Hola, hijo-

-¿Tú me arropaste?-

-Si, estabas muy… desnudo... y me pareció mejor te ponía una sábana por encima-

Entonces me di cuenta a qué se refería, no sólo estaba desnudo, sino que tenía el güevo parado. Sentí como se me sonrojaba la cara.

-¡Oh! Perdona-

-No, no, está bien. No te preocupes. Total que ahora todo el mundo decidió andar desnudo por ahí-

-Si, pero más que desnudo…-

-Bueno, supongo que con tantas tetas y culos, pero no te preocupes por mi. Si, él- dijo señalándolo -decide asomarse, está bien por mí. Aunque no sé si Paula-

-¡Oh! Paula está bien, me lo dijo esta mañana- no era cierto, pero no quería que mamá se preocupase.

-¿Ya te vió con el… parado?-

-No, no, pero me dijo algo como tú, que si se me paraba a ella no le importaría-

-Ok-

En realidad, ya se me había bajado un poco la erección, así que recogí la sábana y fui al baño a hacer pipí y lavarme un poco la cara. Paula seguía dormida, aunque me pareció que se estaba despertando.

Cuando salí del baño, me puse un short. No quería cocinar con mi “herramienta” cerca de la candela. Paula estaba ya sentada con mamá conversando. Por supuesto, no se había puesto nada.

-¿Entonces? ¿Qué hacemos ahora?- dije.

-¿No nos habías prometido una parrilla?- preguntó mamá.

-¿No es muy temprano?-

-Yo tengo hambre- dijo Paula.

-Y yo- la apoyó mamá -Y como dijimos antes, no tenemos ningún plan. Si tenemos hambre comemos y ya-

En la casa cabía suficiente carne y salchichas para un ejército, pero yo sabía que ellas no comerían mucho, así que más bien preparé unos tres steaks bien gordos y jugosos. Paula preparó una ensalada y todo fue bañado con un excelente vino. Al final completamos con unos helados.

Después de recoger y meter todo en el lavaplatos, nos sentamos a tomar café frente al ventanal. La tarde estaba cayendo y se podía ver perfectamente desde el balcón.

Cuando el sol se fué, Paula propuso

-¿Qué tal una película?-

-Me parece muy bien, pero… ¿de qué?, sospecho que lo que nos gusta a nosotros, a éste no le va a gustar- dijo mamá.

-¿Qué tal una película romántica… pero con muchas chicas desnudas?- propuso Paula.

-Jajaja- rió mamá -Eso puede que funcione-

-Bueno, puede ser, aunque aquí ya tengo bastantes chicas desnudas que ver- respondí olvidándome de ver algo como la Guerra de las Galaxias.

-¿Qué tal una película española? Siempre he querido ver Lucía y el Sexo. ¿La conocen?- propuso Paula.

-Con ese nombre… ¿no será porno?- preguntó mamá.

-No, mamá ¿cómo se te ocurre? Es una película comercial-

-Bueno, como están ustedes hoy de zafados, no me extrañaría que quisieran ver un porno-

-Jajaja. Eres una exagerada, mamá. Si, tiene algo de sexo, pero ¿qué película moderna no tiene?-

-Vale, vale-

Así pues, nos acomodamos los tres en el sofá. Mamá en el medio, yo a su derecha y Paula a su izquierda. Teníamos espacio de sobra, pero tanto Paula como yo nos sentamos casi pegados a ella. Yo inclusive le agarré la mano y me la puse en la pierna.

La película empezó de lo más rara, con una pareja teniendo sexo en el mar y después el nacimiento de lo que parecía ser el resultado de esa relación: Lucía. Después viene una serie de escenas en las que Lucía, ya grande, conoce a un tipo y se enamoran… Allí empieza la parte más sensual de la película, con toda clase de desnudos frontales de Lucía y culminando con un close-up del muy erguido miembro del novio de Lucía, mientras ésta se lo acariciaba. Seguido, por supuesto, por otra escena de sexo apasionado entre los dos.

Durante toda esa parte, yo acariciaba la mano de mamá que había puesto sobre mi pierna. Luego le pasé el brazo por su espalda, apretándola contra mi, mientras le hacía ligeras caricias en la piel desnuda del hombro.

Por su parte, Paula se había acostado de lado en su lado del sofá, apoyando su cabeza en el muslo de mamá. También había tomado su mano izquierda y llevándola por entre sus tetas, se la había puesto sobre su vientre, abrazándosela.

Cuando terminó la película, nos desperezamos todos y empezamos a comentarla.

-¿Qué te pareció la película?- me preguntó Paula.

-Bueno, la verdad es que no sé sí la entendí bien, pero lo que sí entendí es que la Paz Vega está requete buena-

-Ciertamente- respondió ella -¿Y a tí mamá? ¿Qué tal?-

-Ah, no sé. Supongo que sí. Por otra parte, me llamó la atención el close-up del…  de parte importante de la anatomía del protagonista, no recuerdo cómo se llama...-

-See llama pene, mamá o güevo, jajaja-

-Jajaja. Si, eso sé cómo se llama, me refería al nombre del actor-

-Tristán Ulloa- dijo Paula -¡Me encantó!-

-¿El actor todo o sólo esa parte? Jajaja- intervine yo.

-Yo no se. No diría que me encantó…- dijo mamá.

-Ah, vamos, mamá, no me vas a decir que no te gustó mirar un buen güevo, mmm... y así todo duro como ese- la apremió Paula

-Bueno, gustarme… sí. Aunque hoy he visto uno más bonito, jajaja-

-Bueno, bueno. No es como para que anden comparando- protesté yo, aunque me había encantado el comentario de mamá.

-¿Porqué no?- intervino Paula -Tú lo tienes más bonito y más grande que el de la película-

Mamá se le quedó viendo a Paula y parecía a punto de decirle algo, pero se contuvo.

-Hablando de eso, mamá… ¿te importa si te hago una pregunta… un poco personal?-

-¿Una pregunta personal? ¿Aparte de conversar de las características del miembro de tu hermano? ¿Y qué será?-

-Bueno- dijo Paula -¿Porqué no nos cuentas cómo eras tú antes de conocer a papá? ¿Cómo eras tú cuando tenías, no sé, dieciocho años?-

-Ay hija… para eso necesito que Alberto me sirva otro trago-

-¡Por supuesto! ¿Qué quieres tomar?-

-No sé. Uno de esos cocteles ricos que sabes preparar-

-Ok. ¿Y tú Paula?-

-Lo mismo que mamá-

-Ok, salen tres cócteles-

Me fui a la cocina, abrí una botella de vodka y preparé unos destornilladores con jugo de naranja que había en la nevera. No fui muy comedido con el alcohol, porque quería que todos llegáramos rápidamente a un nivel en el que las inhibiciones estuviesen lo más bajo posible.

Al regresar, entregué las copas y brindamos.

-Te quedó muy rico- dijo Paula -¿No te parece mamá?-

-Realmente Paula- le contestó mamá y dirigiéndose a mí, me dijo:

-Espero que hayas preparado más-

-Claro, preparé una jarra, pero la dejé en la nevera para que se mantenga fría-

-¡Qué inteligente!-

Nos tomamos un par de sorbos cada uno y luego nos acomodamos en el sofá, otra vez a cada lado de mamá, viéndola.

-Entonces mamá, cuéntanos cómo eras cuando eras adolescente-

-¡Uy! Pobre abuela de ustedes. La verdad es que yo era terrible. Me portaba malísimo. Me acuerdo de una vez…-

Y así mamá empezó a contarnos varias anécdotas de cuando tenía 14 o 15 años.

Al poco la interrumpí poniéndole la mano en el muslo, para decirle que les iba a traer más cóctel. El vestido que tenía ella, era muy corto y yo había puesto la mano muy arriba, casi tocando su vientre, presionando un poco su pierna y dejando que mis dedos le acariciaran la parte interna del muslo.

-Claro, hijo. Tráeme otro-

-Aquí tienes mamá- le dije a mamá cuando traje el cóctel y le dí un beso en la mejilla, cerca de la oreja. Ella se estremeció un poco, no sé si por la sorpresa o por lo íntimo del beso.

-Gracias… hijo-

-Y dime mamá… ¿Cómo fue cuándo te hiciste mujer? ¿Cómo fueron esas primeras experiencia?- siguió Paula buscándole la lengua y los recuerdos sensuales.

-Pero qué curiosa eres, jajaja- dijo riendo, pero luego tomó otro sorbo del cóctel y empezó a contarnos.

-Así como fui una revoltosa a los 14, fui una revoltosa a los 17 y estaba chinga por tener mi primera relación, jajaja. Pero primero tenía que tener protección. Así que, como yo tenía una regla muy irregular y dolorosa, mamá me llevó al ginecólogo. No tenía nada malo, pero el doctor nos recomendó que comenzara a tomar pastillas. Eso tenía el doble propósito de regular el ciclo, hacerlo menos doloroso y sobre todo, ¡impedir que fuera a quedar embarazada!-

-¿Y ya estabas activa para ese momento?- le preguntó Paula.

-No, qué va. No me había atrevido, pero ahora que tomaba la píldora…-

-Jajaja-

-Exactamente. Yo tenía un novio con el que nos besábamos desesperadamente y nos acariciábamos por todos lados. Ya sabes ¿no?-

-Si, claro- respondió Paula.

-Pero yo no- dije protestando -¿Cuando dices por todos lados te refieres a qué? ¿las tetas también?-

-Por supuesto. Por todos lados, es por todos lados. Eso sí, siempre con la ropa puesta-

-¡Uy, cómo quedarían después de eso!-

-Jajaja. Cuando me desvestía ¡siempre tenía las pantaletas emparamadas!-

-¡Y aquel olor a sexo!- dijo Paula.

-Jajaja. Tú como que ya sabes-

-Claro. Yo también tuve 15 años-

-¿Tú empezaste a los 15 años Paula?- preguntó mamá.

-Jajaja. Claro. ¿No te acuerdas de Julio? Ese me metió mano, uuuuhhh-

-Jajaja- rió mamá-

-¿Y a tu novio no le daba dolor de bolas?- le pregunté.

-¿Dolor de bolas? ¡Ah, sí!. Si, pobrecito, a veces le costaba salir caminando de la casa, jajaja-

-O sea que se veían en la casa de los abuelos-

-Y en todas partes, pero en la casa de papá era cuando teníamos esas prolongadas “sesiones” de besos y caricias, jajaja-

Otro trago.

-El caso fué, que cuando empecé a tomar las pastillas sabía que tenía… ¿Cómo era que decían en las novelas de James Bond? “Licencia para matar”-

-Jajaja. En este caso sería “Licencia para coger”-

-Jajaja-

Otro trago.

-¡Uy! Éste ya se me acabó. ¿Me traes otro hijo?- dijo mamá poniéndome la mano en la pierna, acariciándome descuidadamente.

-Claro, claro- le respondí.

Fui a buscarle otro trago, aunque esta vez le reduje considerablemente el contenido de Vodka, no quería tampoco que se fuera a emborrachar demasiado y perder el sentido o algo así.

-Aquí tienes, preciosa- le dije dándole otro beso. Esta vez cerca de los labios-

-Muchas gracias, buenmozo- me contestó con una gran sonrisa.

No sólo yo seguía haciéndole caricias cada vez más osadas a mamá, Paula también, de su lado, no perdía la oportunidad de tocarla, acariciarle el brazo y los hombros. Ya le había bajado las tiras del vestido, lo que hacía que éste bajara peligrosamente y casi se le salían las tetas. Cada cierto tiempo, mamá se lo subía, pero la gravedad se encargaba de volver las cosas a su lugar.

-¿Y entonces? ¿por dónde íbamos?- preguntó.

-Creo que habías decidido cogerte al novio ¿cómo se llamaba?-

-Pedro. Se llamaba Pedro. Y yo no había decidido cogérmelo. Realmente no estaba seguro de qué era lo que quería, pero ya estaba harta de tanta caricia y quería algo más-

-Así pues, una tarde en la que nos dejaron solos, me dí cuenta de que había llegado el momento. Después de besarnos y acariciarnos un rato, empecé a quitarme la ropa. Él me miró con los ojos desorbitados y entonces hizo lo mismo. Sin decir palabras, me acosté y abrí las piernas. El se montó sobre mi, yo lo ayudé a metermelo... ¡y acabó en tres segundos!!!!-

-Oh nooo…- dijo Paula.

-¡Qué cagada!- añadí yo, poniéndole la mano en el muslo muy cerca de su vientre. La falda se le había subido ya tanto que se le veían las pantaletas.

-Pero… ¿llegó a metértelo?- preguntó Paula.

-Si, me rompió el himen, o más o menos, porque sólo sentí un ligero escozor, pero como les dije, acabó casi inmediatamente y ¡lo sacó asustado!-

-Nooo…-

Y mamá se tomó otro sorbo. Ahora con menos alcohol, pero...

-Bueno, yo lo perdoné y nos dijimos lo de siempre, que eran los nervios, que la próxima vez…-

-¿Y cómo fue la siguiente vez?- pregunté yo, mientras Paula parecía estar pasándole la lengua a mamá por el cuello.

-¡Ah! La siguiente vez aguantó ¡el doble!. En vez de tres segundos aguantó ¡seis!-

-Nooooo ¿otra vez?-

-Si, otra vez y otra vez me quedé yo con las ganas-

-¿Y qué hiciste?-

-Bueno. Le di un tercer chance una semana después…-

-¿Y?-

-¡Falló otra vez y lo mandé pa’l carajo, jajaja!-

-Pobre…- dijo Paula besándole a mamá el cuello y acariciándole el cuerpo subiendo la mano inclusive por una teta y apretándosela por un instante. Ella se dejaba hacer. Los pezones los tenía erguidos y se veía que disfrutaba de las caricias.

-¿Y cuándo tuviste tu primer orgasmo entonces?- le pregunté yo deslizando mis dedos arriba y abajo por su muslo. Cada vez que llegaba arriba, mi mano rozaba su entrepierna.

-Mmmm…- gimió un poco mamá antes de tomar otro sorbo -No me están dejado concentrar en la historia-

-Oh, está bien, pero presiento que ésto te gusta más- le dijo Paula.

-No sé. Ustedes están muy mano sueltos. Se han pasado todo el día provocándome y ahora… mmm… están peor-

-¿Y entonces? ¿Cuándo llegó ese primer orgasmo?- la interrumpió Paula para que no siguiera protestando por tanta “mano suelta”

-Ah, sí. Realmente tardó más de lo que pensaba. Corté con Pedro y me medio empaté con Rodolfo, pero él también era tan inexperto como Pedro así que, aunque duraba más, no lalcanzaba como para que yo encendiera los motores-

-Jajaja. Nunca había oído esa expresión- dijo Paula.

-Jajaja. El caso fue que tuve que buscarme chicos mayores y entonces fué que apareció Ricardo. Uno chico de otro colegio, 4 años mayor que yo. En una fiesta nos metimos en un cuarto y logró que finalmente tuviera mi primer orgasmo-

-¡Por fín!- dijo Paula deslizando su lengua por el cuello hasta su oreja.

-Si, aunque sólo después supe lo que era tener un verdadero orgasmo, un orgasmo explosivo. Esas primeras veces eran, no sé, mini orgasmos, unos estremecimientos y ya, ¡pero fue el primero!-

-¿Qué edad tenías?-

-Un mes antes de cumplir los 18-

-¡Ah! Está bien- dijo Paula -El primero mío fue a los 16-

-¿A los 16? ¡No sabía que habías empezado tan temprano!-

-Jajaja. Para cuando me llevaste al ginecólogo, yo ya tenía varios… kilómetros recorridos, jajaja-

-Ya veo. Pero ¿también te pasó como a mí, con los primeros intentos?-

-Más o menos. Sólo que mi primer intento, duró mucho más porque yo le había comido el güevo para asegurarme que durara-

-¡Coño, si yo hubiese sabido eso en ese momento! ¿Quién te lo dijo?-

-Bueno, el internet no tiene precio, jajaja-

-¿Y después?- le pregunté continuando con mis lentas caricias.

-Uhhh… bueno, después me descontrolé un poco-

-¿Cómo fue eso?-

-Bueno, una vez que supe lo bueno que era coger, empecé a hacerlo con cuanto chico me pasaba por delante…-

-¡No puede ser!-

-¡Y con unas cuantas chicas también!, Jajaja-

-¡Mamá!- le dije alarmado. Nunca me hubiese podido imaginar eso. Mamá con otra chica…

-Jajaja. No es que me gusten demasiado las mujeres, pero en aquel entonces ya había descubierto que una mujer sin experiencia coge mejor que un hombre sin experiencia-

-¿Cómo es eso?- pregunté.

-Los hombres sin experiencia no saben lo nos gusta a las mujeres, pero una mujer por lo menos sabe lo que le gusta a si misma y que, si se lo hace a otra, es muy probable que esté bien ¿no es cierto Paula?-

Paula la miró dudando por unos segundos para luego afirmar:

-Así es- reconociendo que ella también jugaba a ese juego.

-El caso fue- continuó mamá contando -que se me pasó la mano. Me cogía a cuanto bicho se me pusiera cerca y, por supuesto, la fama se corrió y nadie se me acercaba sino era para coger. Menos mal que llegó el final del bachillerato y cuando cuando comencé en la universidad, decidí ser más selectiva, cambiando cantidad por calidad-

-Jajaja. Está bueno eso- dijo Paula.

-Un par de años después conocí a us papá. ¡Wow! un chico espectacular que sabía coger de maravillas-

-No me imaginaba que papá fuese tan buen polvo-

-O sí. Justamente eso fue lo que me enamoró. Con toda esa experiencia que yo traía, descubrí que todavía tenía algo más que aprender ¡y él de mi!-

-¡Qué bien!-

Las piernas de mamá estaban cada vez más separadas, pero yo no me atrevía a meterle mano definitivamente. Paula sí que era más agresiva con sus caricias, habiéndole descubierto ya un seno cuyo pezón acariciaba cada cierto tiempo.

-Después de pasarnos toda la carrera entre las clases y la cama, nos graduamos y empezamos a trabajar. Lamentablemente o quizás una bendición, hubo un error en la dosis de pastillas y quedé embarazada de tí Paula-

-No sabía que yo había sido un pelón. Jajaja-

-Bueno, no un pelón mío. Un error del farmaceuta que me dió la dosis equivocada, jajaja-

-El caso fue que quedé embarazada y la pasé muy mal. Las nauseas me mataban y apenas podía funcionar normalmente. Allí fue cuando su padre tuvo el primer desliz, enrollándose con una secretaria de la oficina-

-Pero qué balurdo- dijo Paula.

-Exacto. Bueno, he de reconocer que la chica se le metió por los ojos y yo tenía meses que no podía coger, así que lo perdoné-

-Por un tiempo se portó bien, pero después salí embarazada de Alberto y él volvió a las andadas, esta vez con una vendedora-

-¿Y qué hiciste?-

-Volví a perdonarlo, pero le dije que era la última vez. Cuando, ya Alberto tenía 2 años, lo sorprendí con una vecina y lo eché de la casa-

-No sabía que había sido tan grave-

-Absolutamente. Al poco tiempo consiguió un trabajo en el extrangero y el muy sinvergüenza se fué y nunca mas me pasó dinero, ni nada. Simplemente se esfumó-

-Coño mamá. Y con dos niños pequeños-

-Yo tenía mi profesión y mis padres que me ayudaron. Eso sí, prometí que nunca más me volvían a engañar…-

-Pero ha pasado mucho tiempo- dijo Paula.

-Exactamente. Esta mañana me dí cuenta que había pasado demasiado tiempo…-

Entonces, para mi sorpresa, mamá se volteó hacia Paula ¡y comenzó a besarla en la boca!

Por un par de minutos no supe qué hacer. Mamá y Paula se besaban con pasión y yo no quería interrumpirlas. Ni siquiera seguí acariciándole la pierna de mamá, para no distraerla.

Finalmente, mamá se separó de Paula, tomó una gran bocanada de aire, me miró y luego nos dijo:

-Desde ayer, ustedes se han pasado todo el día provocándome, no crean que no me he dado cuenta-

-Nosotros…- empecé a protestar, pero ella me interrumpió.

-Tú te has pasado todo el día mostrándome ese hermoso cuerpo que tienes y en especial, ésto- dijo agarrándome el güevo a través del pantalón.

-Y tú también- le dijo a Paula volteándose -No creas que no lo había notado, rozándote a cada rato contra mí, tocándome y ahora con la lengua-

-Bueno… es verdad- reconoció Paula.

-¿Porqué?-

-¿Se lo dices tú Paula?- dije.

-Ok… Bueno, Alberto y yo pensamos que tú estás muy sola, que desde que papá nos dejó no has tenido pareja y que no nos parecía justo-

-¿No les parecía justo?- dijo mamá, para luego dirigirse a mi:

-Y tú, a ver si te decides de una vez, que me tienes nerviosa, jajaja-

Entonces ella misma me agarró la mano que tenía sobre su muslo y se la puso directamente sobre su vulva, apretándomela contra ésta, diciéndome:

-A ver, enséñame porqué esas amigas con derecho te buscan tanto-

Mientras tanto, Paula seguía diciéndole:

-Bueno, que tú eres muy joven y creemos que deberías volver a tener sexo como todo el mundo...-

Al presionar mi mano contra sus pantaletas, noté que la tela estaba empapada y pude sentir el relieve de su vulva, los labios mayores y menores que estaban muy abiertos.

Entonces empecé a recorrerla con los dedos, presionando especialmente arriba contra su clítoris.

-Mmmm…- gimió ella, sin dejar de besarse con Paula. Que le acariciaba con la mano las tetas.

Yo seguí acariciándola un rato más, pero finalmente me decidí y levantándome, me arrodillé entre sus piernas. Mamá las abrió un poco más, al tiempo que se movía hacia el borde del sofá.

Por encima de las pantaletas, recorrí la vulva con mis labios y mis dientes, mordizqueándola un poco. Luego busqué con las manos en sus caderas y agarrándole las pantaletas, se las quité.

Por unos momentos me quedé viéndole la vulva. No había duda alguna que estaba muy excitada pues no sólo estaba muy mojada, sino que tanto los labios mayores como los menores estaban inflamados y abiertos. El clítoris estaba también hinchado y se veía perfectamente. En otras palabras, ella estaba lista para ser penetrada, sólo que por ahora sólo iba a comérmela.

Empecé por deslizarle mi lengua por toda la vulva, desde el culito hasta los vellos del pubis.

-Mmmm- gimió estremeciéndose de placer.

Volví a repetirlo y sentí cómo ella empujaba su cuerpo contra mi boca, buscando más presión, pero yo no quería una cosa corta, yo iba por una carrera larga, así que seguí jugando con ella.

Para la siguiente pasada, puse la lengua en punta y en cada sitio me quedaba un instante moviéndola rápidamente de un lado a otro: el culito, la vagina, los labios y el clítoris.

Por supuesto, donde obtuve mayor respuesta fue en el clítoris que ella nuevamente empujó contra mi boca. Esta vez la complací y se lo tomé entre los labios. Lo tenía muy afuera y eso me permitió agarrarlo con los labios y succionándolo metérmelo en la boca.

-Ooohhh… siii…- gimió mamá dejando por un momento de besar a Paula -Parece que sí sabe lo que hace-

Jugué unos instantes más con el clítoris y luego lo dejé, bajando al culito otra vez.

-No, no, sigue donde estabas…- protestó ella, pero yo no pensaba hacerle caso.

Intenté penetrarle el ano con la lengua, pero no pude. Sin embargo seguí acariciándole el músculo por un momento, para finalmente subir otra vez hacia su vulva.

Allí tomé uno de los labios menores con mis labios, jalándolo un poco y luego mordisqueándolo. Eso no pareció gustarle mucho, así que subí al clítoris otra vez, haciéndola estremecerse de placer otra vez.

Estaba encantado de hacer disfrutar a mamá y quería seguir jugando con ella, por lo que bajé de nuevo, esta vez a meterle la lengua en la vagina. Ahí, por supuesto, tuve más facilidades, pues mi lengua entró con facilidad, sólo que… es sólo una lengua y eso no iba a representar un placer extraordinario para ella, pero… sí. Creo que le gustó.

Y de vuelta al clítoris.

Esta vez, sin embargo, mientras se lo chupaba, le metí dos dedos en la vagina.

-Mmmm…. siii… mmm… oooohhh- gimió. No sé si por las caricias del clítoris o por los dedos.

Su vagina no era, obviamente, la más apretada del mundo, pero sí se sentía la presión de los músculos. En cualquier caso, giré la mano para poder palpar el techo de la vagina y allí encontré fácilmente su punto G.

Dejando el clítoris por un momento, me concentré en acarciárle el punto G, mirando su reacción mientras ella seguía besándose con Paula. Por cierto que pude ver que ellas se acariciaban las tetas mutuamente con más fuerza de las que yo aplicaría, pero como dijo mamá, ellas saben.

El caso es que haber dejado de comerle el clítoris no la afectó mucho, porque también parecía que el punto G era un buen sitio.

En cualquier caso, comencé un nuevo tour. Empecé con lo menos gustado, los labios de su vulva, para luego bajar al ano y finalmente el clítoris. ¡Combinación ganadora!

Así pues, estando con su botoncito en la boca, ella dejó de besar y acariciar a Paula y agarrándome la cabeza me dijo:

-Ya basta de torturarme, mi amor, hazme... acabar de... una vez- su voz era un par de tonos más profundos y un poco jadeante. En cualquier caso, me pareció que era una buena propuesta y aceleré el movimiento de mis dedos en su vagina, presionando fuerte contra su pubis. Con mis labios y lengua acariciaba y chupaba el clítoris.

Pronto ella estiró su cuerpo, empujandose en el sofá contra mí y explotó.

-UUUUUAAAAAAHHHHH…. COOOOOOÑ….-

Paula seguía comiéndole las tetas y yo el coño, por lo que su orgasmo se alargó y alargó hasta que no pudo más y entonces cerró las piernas contra mi cabeza, al tiempo que me empujaba la cabeza para que no la siguiera chupando.

Pero no podía hacer nada contra mis dedos que seguían pulsando contra su punto G.

-UUUUUHHHHH… YAAA… YAAA…- seguía gimiendo, pidiendo un respiro.

Su vagina había estado pulsando sobre mis dedos al ritmo del orgasmo, pero ya se había detenido, por lo que yo finalmente me erguí, viendo su cara todavía contraída por el placer.

Mis dedos seguían dentro de ella, pero sin moverse y al cabo de unos momento, ella me agarró la mano y me la empujó para que saliera.

-Mmmm… ya... entiendo a tus… amigas- dijo finalmente con una sonrisa de satisfacción en la cara -Realmente sabes comerte una concha-

Luego se volteó a ver a Paula y le dijo:

-Y tú sabes besar muy bien… y todo lo demás-

-Gracias mamá- le dijo Paula sonriéndole.

-Ahora…- empezó a decir mamá, aunque un nuevo estremecimiento de placer la interrumpió, haciéndole cerrar los ojos -Mmmm...-

Cuando éste pasó, siguió diciendo:

-Ahora… me gustaría devolverles el favor o como sea, pero… ¿porqué mejor no nos vamos a la cama? No vale la pena estar aquí incómodos.

Así pues, nos movimos a la cama a la cama, despojándos de la poca ropa que teníamos puestos. Yo y Paula unos shorts y mamá el vestido, que lo tenía enrollado en su cintura.

Una vez en la cama, mamá nos dijo:

-Alberto no tiene novia, por lo que no hay… “otras” que pudieran ser un problema, pero tú Paula, tú tienes un marido. No me gustaría meterme entre ustedes…-

-No te preocupes mamá. Después te doy los detalles pertinentes, pero él no tiene nada que ver en lo que hagamos nosotros tres-

-¿Los tres?- dijo mamá -¿Piensas también usar los servicios de Alberto?-

-Y él los míos, jajaja- dijo Paula -Somos un triángulo mamá y vamos a usar todos los lados y todos los vértices-

-¿Y todos los agujeros?- pregunté con una sonrisa pícara.

-¡Todos!-

-Bueno, no hagamos planes todavía, por lo pronto ¿Qué te parece si me metes ese salchichón que tienes entre las piernas, mientras yo me como a Paula?-

-No faltaba más- respondí.

-Ven hija… ponte ahí- dijo mamá indicándole para que se acostara en el extremo de la cama con las piernas abiertas.

A continuación ella se arrodilló y metió su cabeza entre las piernas de Paula, dejando el culo al aire. Desde allí se volteó y me dijo:

-¿Te parece bien así?-

-Muy bien- respondí acercándome.

-Espera, espera- dijo Paula -Déjame asegurarme que esté lo bastante duro y mojado-

-Yo creo que lo está, pero no hay problema- así que me moví al lado de Paula, que me agarró el güevo, se los metió en la boca y empezó a mamármelo.

Mamá levantó la cabeza un momento en su labor de comerle la concha a Paula para decirle:

-Muy bien, hija, parece que tienes experiencia con piezas tan grandes-

Paula no contestó, porque tenía la boca llena… ¡y mucho! Me sujetaba por el culo para empujarme hacia ella y tenía mi güevo metido hasta la garganta.

Cuando porfín se lo sacó para respirar, le contestó a mamá que había vuelto a sus laboras entre las piernas de Paula y que además tenía dos dedos encajados dentro, masturbándola duro.

-Si, algo de experiencia tengo… mmmm…. después te cuento… pero… mmm… haayyy… lo estás haciendo… tan… bien…-

Yo me acomodé detrás de culo de mamá y separándole un poco las piernas, acerqué mi güevo a su vagina. Ya antes había comprobado que su vagina era suficientemente amplia para mi tamaño, aunque de todas maneras, se lo metí despacio.

-Mmmm…. queee… ricoooo hijooo…- gimió -¡Cuánto… tiempoooo!-

Agarrándola por las caderas, empecé a cogérmela, estableciendo un ritmo más o menos lento. Pero ella inmediatamente empezó a mover el culo de lado a lado o de arriba a abajo, girando las caderas de forma tal que mi güevo literalmente se retorcía dentro de ella.

-Aaahhh…- gemía Paula.

-Mmmm…- gemía mamá.

-Grrmfm…- gemía yo.

La primera en explotar fue Paula.

-AAAAHHHHHH…. SIIIIIII….. AAAAHHHHH…-

Me pareció ver que mamá cambiaba a caricias más suaves, mientras Paula se estremecía en las oleadas de su orgasmo.

Yo estaba muy cerca de acabar, pero quería esperar a mamá. Esta, sin embargo, una vez que Paula se empezó a recuperar volteó a verme y me preguntó:

-¿Cómo vas... hijo?... ¿Puedes aguantar... unos momentos más?-

-No… se… estoy muy… cerca- le respondí.

-Dame… unos… minutos…, pero si no puedes…-

-Vamos a ver…- le respondí, tratando de recordar cuánto era la raiz cuadrada de 2.

Paula entonces acudió a nuestro auxilio y sentándose en la cama, metió la mano entre las piernas de mamá.

-Siii… hijaaa… siii…-

Los dedos de Paula sobre el clítoris de mamá, fue lo que ésta necesitaba para explotar otra vez:

-UUUUUAAAAAAHHHHH…. COOOOOOÑOO… COOOOOOÑOO….-

Apenas mamá empezó su orgasmo, Paula movió sus manos y me apretó un poco las bolas, lo que fué como un latigazo de placer que me hizo explotar mí:

-MMMMFFFFGGGGRRRRR…-

Mi semen llenándola hizo que el orgasmo de mamá se repotenciara y volvió a gritas aún más duro:

-COOOOOOÑOO…. COOOOOOÑOO….-

Un rato después, estábamos los tres conversando en la cama, posicionados de tal forma que formábamos un triángulo: Mamá con la cabeza en mi estómago, Paula en el estómago de mamá y yo en el Paula. En esa posición teníamos a nuestro alcance las tetas de un lado y la entrepierna del otro y así nos acariciábamos mutuamente esperando para comenzar una nueva ronda.

-Entonces, mamá ¿Te pareció que Alberto, cumple con la fama de un buen “amigo con derechos”?- le preguntó Paula.

-Oh sí. Aunque todavía tengo unas cuantas cosas que probar-

-¿Cómo qué?-

-Por ejemplo, no nos hemos besado todavía. Tu y yo sí, pero él y yo no-

-¡Ah!, te aseguro que besa muy bien- dijo Paula.

-No lo dudo, pero… ¿cómo es que tú sabes? Bueno, después de todo lo que pasó, hay algunas cosas que puedo imaginarme, pero ¿cómo es eso? ¿Y dónde queda tu esposo Juan?-

-Bueno. Déjame contarte una cosa que ya, por supuesto, Alberto sabe-

Entonces Paula procedió a contarle a mamá los problemas de Juan y de cómo había sufrido ella.

-En la fiesta de diciembre, bailando con Alberto, me dí cuénta cómo podía resolver el problema-

-¿En la fiesta de año nuevo? En algún momento me pareció que bailaban un poco muy… sensualmente, pero no le dí importancia-

-Yo sí. Me dí cuenta que él sería mi “amigo con derecho” perfecto. No amenazaba mi matrimonio, ni nadie sospecharía demasiado si nos veían juntos-

-Claro, claro-

Mientras ellas conversaban, yo me había volteado y ahora me comía las tetas de mamá con toda la paciencia del mundo. Un pezón, luego otro, para luego volver. Ella simplemente lo iba disfrutando.

Paula, mientras, me acariciaba las bolas y el güevo, que ya estaba poniéndose duro otra vez.

-El caso es que invité a Alberto a la casa y se lo propuse. Él no dudó mucho y desde ese momento, somos “amigos con derechos”-

-¿Y cómo… mmm... funciona?- dijo mamá empezando a sentir el efecto de mis caricias.

-Bueno, tenemos un día a la semana mas o menos fijo, en el que ninguno de los dos va  trabajar. Nos encontramos en su casa y pasamos tres o cuatro horas… jugando-

-¿Tres o cuatro horas por semana?- preguntó mamá, que en para ese momento ya tenía los dedos metidos en el coño de Paula.

-Mmmm… - gimió ésta -Ese es el mínimo. Además tenemos ocasiones especiales. A veces él va a la casa y Juan se va con las niñas a comprar helado y hacemos un quicky en la cocina-

-¿Un quicky?- preguntó mamá, distraída por las caricias.

-Así… mmm… lo llamamos… cuando… es una cogida… rápida… Ay mamá… me estás matando…-

-¿Te gusta?-

-Mmm… mucho… pero ¿porqué no dejas que Alberto me coja? Ya él te cogió a tí y quiero tener esa verga gigante en mi coñito-

-Vamos a hacer una cosa- dije acostándome boca arriba -Porqué tú no se montas aquí y mamá se sienta en mi cara.

-¡Pero qué buena idea!-

El resto del fin de semana pasó en un sólo remolino sexo, caricias y más sexo. Tal como dijimos, usamos todos los lados del triángulo, todos los vértices y… ¡casi todos los agujeros! O por lo menos en mi caso, no mucho más de un par de dedos traviesos, jajaja.

La sorpresa final vino cuando mamá propuso:

-Y ya que ahora todos somos “amigos con derechos” o quizás debiéramos llamarlo “familia con derechos”... No se que piensan…-

-¿De qué?- preguntó Paula.

-No tiene mucho sentido que yo viva sola en una casa gigante. ¿Qué tal si hacemos una remodelación y la dividimos en tres apartamentos? Uno para cada uno. Así cada quien tendría su casa, pero al mismo tiempo, estaríamos cerca-

-¿Vecinos con derechos?-

-Jajaja-

FIN

Orlando

Noviembre, 2021